La dificultad del tema permite comprender que los lectores lleguen a confundirse en la interpretación de estas notas, y formulen comentarios impropios para ser publicados; sobre todo cuando parece que no las leen detenidamente sin tomar en cuenta las distinciones que suelo hacer. Por lo demás, es obvio que lo dicho en las notas más recientes supone lo dicho en las anteriores. Por eso aclaro que sobre el tema de las relaciones de la Masonería con la Iglesia, aparte de notas de meses anteriores, he publicado estos días los siguientes posts: 1) La Iglesia y la Masonería: un conflicto histórico; 2) La Masonería: ¿Por qué es enemiga de la Iglesia?; y 3) La Iglesia y la Masonería en tiempos del Vaticano II. Ahora, prosigamos...
----------A las preguntas iniciales que nos formulábamos en esta serie de notas, particularmente las relativas a por qué razón la Masonería sigue siendo enemiga de la Iglesia, ya hemos respondido sobradamente. Son suficientes las diferencias doctrinales entre Iglesia y Masonería, que justifican que, aún cuando puedan darse entre católicos y masones y entre asociaciones católicas y asociaciones masónicas, algún tipo de diálogo y colaboración en tareas mancomunadas que se ordenen al bien común, subsiste la prohibición de la Iglesia: los católicos no pueden afiliarse a la Masonería y, aunque los que infringen esa norma eventualmente no sean hoy castigados con la ex-comunión formal como antaño, sin embargo la Iglesia afirma que su estado es de pecado grave y no pueden recibir la Sagrada Comunión, lo cual, para los fines prácticos contantes y sonantes, viene a ser equivalente a la excomunión canónica.
----------Si se nos pidiera formular un super-dogma masónico que manifieste la imposibilidad esencial de reconciliar la Masonería con la Iglesia, nos bastaría con indicar su afirmación de la absoluta suficiencia humana para la auto-realización del hombre. Por el contrario, todo católico consciente y cabal reconoce la absoluta necesidad de la Gracia para cumplir incluso el orden natural.
----------La Masonería no reconoce ni siquiera que el hombre está afligido por males físicos o morales, de los cuales pueda ser liberado por enseñanzas (las "verdades de fe") o fuerzas (la "gracia") sobrehumanas, recibidas de Dios a través de un organización humana que se presenta como infalible representante de la divinidad (la "Iglesia"), única y suprema garante del orden y correcta organización mundial de la sociedad humana, y capaz de introducir a la humanidad en una vida feliz en el más allá.
----------A las preguntas iniciales que nos formulábamos en esta serie de notas, particularmente las relativas a por qué razón la Masonería sigue siendo enemiga de la Iglesia, ya hemos respondido sobradamente. Son suficientes las diferencias doctrinales entre Iglesia y Masonería, que justifican que, aún cuando puedan darse entre católicos y masones y entre asociaciones católicas y asociaciones masónicas, algún tipo de diálogo y colaboración en tareas mancomunadas que se ordenen al bien común, subsiste la prohibición de la Iglesia: los católicos no pueden afiliarse a la Masonería y, aunque los que infringen esa norma eventualmente no sean hoy castigados con la ex-comunión formal como antaño, sin embargo la Iglesia afirma que su estado es de pecado grave y no pueden recibir la Sagrada Comunión, lo cual, para los fines prácticos contantes y sonantes, viene a ser equivalente a la excomunión canónica.
----------Si se nos pidiera formular un super-dogma masónico que manifieste la imposibilidad esencial de reconciliar la Masonería con la Iglesia, nos bastaría con indicar su afirmación de la absoluta suficiencia humana para la auto-realización del hombre. Por el contrario, todo católico consciente y cabal reconoce la absoluta necesidad de la Gracia para cumplir incluso el orden natural.
----------La Masonería no reconoce ni siquiera que el hombre está afligido por males físicos o morales, de los cuales pueda ser liberado por enseñanzas (las "verdades de fe") o fuerzas (la "gracia") sobrehumanas, recibidas de Dios a través de un organización humana que se presenta como infalible representante de la divinidad (la "Iglesia"), única y suprema garante del orden y correcta organización mundial de la sociedad humana, y capaz de introducir a la humanidad en una vida feliz en el más allá.
----------Por lo demás, la Masonería no cree en la entidad de personalidades malignas incorpóreas (y aquí me refiero particularmente al "diablo") que tienta al hombre al mal y que, para ser derrotado, debe ser combatido con los medios "sobrenaturales" provistos por la Iglesia (oración, sacramentos, exorcismos, sacerdocio, liturgia). Ideas como éstas, para la Masonería, son pueriles, atrasadas, degradantes, falsas e ilusorias, porque reflejan una mentalidad arcaica superada por el pensamiento moderno, humillan la dignidad humana subordinándola a inexistentes fuerzas "sobrenaturales", no corresponden a la verdad de la naturaleza humana y de sus fuerzas, y presentan a los ingenuos utopías absurdas e irrealizables, distrayendo al hombre de un trabajo razonable y eficaz en esta tierra por el progreso, la ciencia, la virtud y la felicidad.
----------Sin embargo, conviene aclarar en qué sentido puede hablarse de la relación de la Masonería y el culto a Satanás. Al respecto, conviene no olvidar la lucha implacable, sutil e insidiosa de la Masonería para destruir la Iglesia, la cual ella juzga ser un obstáculo a la luz de la razón y a las fuerzas de la voluntad y de la libertad. Sobre el tema del satanismo, hay que decir que en la Masonería, aún cuando no se crea, como hemos dicho, en la existencia de Satanás en el sentido cristiano, como persona espiritual, sin embargo, en cuanto la misma Biblia lo presenta como rebelde a un Dios trascendente en el sentido del que se habló anteriormente, Satanás, para el Masón es visto como la fuerza de la razón, de la voluntad, que libera al hombre de la propaganda de los sacerdotes y de la Iglesia. Sobre ello, basta con recordar el "Himno a Satanás" de Giosuè Carducci [1835-1907]. En este sentido, entonces, puede afirmarse que en la Masonería existe un "culto a Satanás".
----------Ubicándonos ahora con mayor atención en el tema del título de este post, el proyecto masónico contra la Iglesia parece hoy consistir en el intento sistemático de reducir la Iglesia de sociedad que se pretende "sobrenatural", "de fe", fundada en una revelación divina y en energías "sobrenaturales", a una sociedad simplemente humana, solidaria y filantrópica, bajo el control total del Estado, con ideales de simple justicia humana, de honestidad natural, de terrena convivencia pacífica, de progreso cultural y filosófico, fundada únicamente en la religión natural, circunscrita al ámbito de la ética natural, personal, social y política, respetuosa de los derechos humanos, tolerante y abierta al diálogo con todos, sin pretender poseer verdades divinas y absolutas (los "dogmas") o de ser, en nombre de Dios, guía de toda la humanidad hacia la felicidad. De hecho, este rol la Masonería se lo atribuye a sí misma.
----------Meses atrás dediqué en este blog una serie de notas a examinar la historia del proyecto de los Carbonarios, y lo que tiene toda la apariencia de ser su desarrollo, sus constantes esenciales, y su cambiante evolución en las formas. Pues bien, ahora vuelvo al mismo tema, aunque de un modo menos histórico, menos dedicado a ofrecer los testimonios y pruebas de la maquinación carbonaria, y más centrado en vislumbrar su perfil ideológico. Creo que, a fin de focalizar la atención de los lectores acerca de lo que estamos hablando, podríamos formular la pregunta: ¿Ha existido y existe un proyecto de la Masonería consistente en su infiltración en la Iglesia? Y si existe, ¿Cómo se ha desarrollado y se desarrolla?
----------Lo primero que me parece hay que dejar sentado es que el plan masónico general parece hoy no el de un laicismo desbocado, grosero, descarado y crudo, sino más bien la perspectiva de infiltrarse suave y gradualmente entre el clero, los religiosos, los teólogos y la propia Jerarquía, o cuanto menos de influir en sus ideas, convenciéndolos de aquella imagen de Iglesia que he descrito anteriormente.
----------Lo segundo que hay que decir, y a modo de aclaración del propósito primero, es que el laicismo descarado y vulgar sirve sólo a la Masonería para dar a la Iglesia la ilusión de tener un enemigo externo al que combatir (por ejemplo la cuestión de las "sectas"), desviando su atención de los enemigos internos, que son mucho más peligrosos, como ya lo hacía notar el papa san Pío X en la encíclica "Pascendi" a propósito de los modernistas, que hoy como ayer, y más que ayer, son óptimos vehículos para la infiltración masónica al interior de la Iglesia, sobre todo los modernistas de perfil rahneriano.
----------Creo que con lo dicho, he aclarado al menos los presupuestos básicos de la exposición que haré sobre el tema del título, en mi nota de mañana, si Dios lo permite, pues hoy sábado, el deber me llama a otras tareas y menesteres más necesarios y urgentes. Pero antes de terminar, recuerdo una vez más a aquellos lectores que no han leído aún las notas de estos días atrás sobre este tema, a que lo hagan, para evitar malos entendidos y comentarios que no vienen a cuento en el foro (ya saben ustedes que mi sobrino Paolo tiene pocas pulgas como administrador del blog, y a la primera de cambio los borra).
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