viernes, 11 de septiembre de 2020

Educación en la sexualidad: recordemos algunas pautas

Prometí ayer algunos lineamientos y criterios prácticos a seguir para una correcta educación sexual, a modo de humilde aporte a la solución de la actual crisis. Por supuesto, no diré nada novedoso, sino tan sólo recordaré algunas pautas a partir del Magisterio de la Iglesia y de la sana Teología Dogmática y Moral.

----------Claro que, puesto en esta tarea, sería absolutamente injusto de mi parte no mencionar el texto de Benedicto XVI sobre "La Iglesia y los abusos sexuales", donde el papa emérito ofrece sus reflexiones, en ocasión de aquella cumbre de presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, celebrada en Roma por iniciativa del papa Francisco entre el 21 y el 24 de febrero de 2019. No puedo hacer nada mejor que encomendar a los lectores volver a recurrir a esos "apuntes" del papa Ratzinger, que iluminan acabadamente el diagnóstico y las vías de solución de la crisis que se padece hoy en clero y laicado en materia de corrupción en la moral sexual. Pero, aún así, indico los siguientes lineamientos:
----------1) Contra cierto dualismo antropológico (brevemente denunciado en mi nota de ayer, como defectuosa tendencia en la dogmática y moral católicas) se debe afirmar firme y decididamente que el hombre, varón y mujer, no es un puro espíritu a-sexuado, que ha sido arrojado tras el pecado original a un cuerpo masculino o femenino, cuerpo del cual, para alcanzar la libertad espiritual y vivir en su pureza originaria en la visión beatífica de la esencia divina, deba liberarse en la medida de lo posible con el voto de castidad (como lo creía Orígenes, el catarismo, el jansenismo, y ciertas corrientes desviadas de espiritualidad católica que se prolongan hasta la actualidad), sino que el hombre es un animal racional y, por consiguiente, sexuado en el cuerpo y en el espíritu. Por eso la pareja humana está destinada a la resurrección.
----------2) Es necesario presentar el modelo escatológico formulado por la Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II. Recordemos que la "Teología del Cuerpo" es el título conjunto de una serie de 129 catequesis dadas por el papa Wojtyla durante sus audiencias de los miércoles entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984. Sus textos completos fueron más tarde compilados y publicados como una única obra: La Teología del Cuerpo: El Amor Humano en el Plan Divino (otras ediciones, lo hicieron en varios tomos: Varón y mujer, La Redención del Corazón, El Matrimonio.
----------3) A la luz de ese Magisterio, es necesario unir el proyecto procreador del capítulo 1, válido sólo en la vida presente, con el proyecto unitivo del capítulo 2, que permanece en la resurrección, aunque sin la función procreadora. Por consiguiente, el ideal de la familia sólo es válido para la vida presente. En la resurrección entre hombre y mujer sólo habrá amistad, pero no matrimonio.
----------4) Una pauta importante en la educación en la sexualidad es la necesidad de mostrar con claros argumentos la reciprocidad hombre-mujer, por la cual se infiere que un uso del sexo contrario a tal reciprocidad es contra natura.
----------5) Contra todo subjetivismo moral y contra los heréticos argumentos que se presenten en favor de cualquier moral de situación, debe sostenerse que la libertad sexual no consiste en la facultad del individuo de decidir evolutivamente, es decir, de momento en momento, sobre la esencia de la sexualidad humana (como enseñaba Rahner), sino en la práctica consciente y voluntaria de la ley moral de la naturaleza humana hombre-mujer concebida, querida y creada por Dios a su imagen y semejanza (enseñanza que surge de, entre otros textos bíblicos inspirados, de las epístolas de san Pablo).
----------6) En orden a una recta educación en la sexualidad para la vida en castidad consagrada, hay que sostener claramente que la castidad consagrada no tiene como fin último la liberación del espíritu del cuerpo y del sexo, platónicamente considerado como prisión del espíritu, sino la normalización del sexo y su liberación, por obra del espíritu, de sus malas tendencias, ya que el fin no es el rechazo del sexo, sino la reconciliación del sexo con el espíritu, que tendrá su pleno cumplimiento en la resurrección escatológica de la comunión hombre-mujer, restauración de la comunión genesíaca, excluyendo la procreación como ya se ha dicho (cf. lo establecido en el capítulo 2 de la Teología del Cuerpo).
----------7) Es fundamental cultivar la espiritualidad de los educandos, entendida esa espiritualidad no como una derivación o una sublimación encubierta y neurótica de la lujuria (libido) sexual, es decir, no entendida como fuerza o energía vital propulsora instintiva originaria inconsciente, fundamental y atea de la acción humana (como sostenía Freud), sino que debe entenderse la espiritualidad como la energía más alta y hegemónica del alma humana, que tiene por función la de moderar y regular el ejercicio de las energías o potencias inferiores, entre ellas también comprendida la actividad sexual.
----------8) Frente a las doctrinas psicoanalíticas freudianas, hay que notar que Freud confunde la culpa moral, reprochada por la conciencia como estado de la voluntad rebelde a Dios, con el "sentimiento de culpa", entendido como mero estado emotivo y sensación subjetiva de aparente culpa sin fundamento objetivo. De tal modo, Freud pretende reconducir el sujeto a la paz no mediante una buena confesión sacramental, en la que por supuesto Freud no cree, sino tratando de silenciar la conciencia del culpable, haciéndole creer que es inocente y que se trata simplemente de eliminar como "sentimiento de culpa" lo que se considera meramente un trastorno psíquico, y no la voz de una ley trascendente. Sabemos bien lo que sucede cuando el sujeto culpable pone en práctica este aspecto del psicoanálisis freudiano, creyendo que sólo tiene un "sentimiento de culpa" entendido como trastorno psíquico: violentando su conciencia, solo consigue endurecerse en el pecado.
----------9) Por último, según el plan divino genesíaco, el placer sexual, propio de la unión física hombre-mujer, atribuible a los placeres del cuerpo, es creado por Dios para armonizar con el espiritual, propio de las facultades superiores del alma en subordinación a lo espiritual, en cuanto las finalidades físicas vegetativo-sensitivas de la vida humana están ordenadas a la consecución de las finalidades espirituales.

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