martes, 29 de septiembre de 2020

Nota acerca del cristiano como escéptico


Me complace que lo que se publica en este blog pueda ayudar a profundizar en la fe, y que las dudas o puntos de vista en contraposición sean planteados con ánimo de diálogo y de mutuo enriquecimiento. No siempre puedo responder puntualmente en el foro a lo que se me pregunta o cuestiona. Pero queden tranquilos mis lectores: nada se me pasa por alto, y tarde o temprano elaboro alguna nota atendiendo a sus inquietudes. Como en esta notita de hoy, que dedico a responder de algún modo a un interrogante de un lector, meses atrás. Uno de mis interlocutores había sugerido que es exagerado el rol que le adscribo a las enseñanzas de Karl Rahner como responsable de la difusión de las herejías modernistas en el postconcilio.

----------Puedo comprender que el significado y la importancia de las enseñanzas de Karl Rahner [1904-1984] sean desconocidos para muchos católicos, incluso cultos. Salvo pocos textos más sencillos, los libros de Rahner (una oceánica producción, en realidad) no son accesibles a la comprensión de cualquiera, al igual que no lo es la filosofía del idealismo alemán, en la que Rahner abreva. Pero existe un rahnerismo popular, difundido en estas décadas, sin necesidad de mencionar a Rahner, y que impregna el modo de pensar y de decir de enorme cantidad de católicos, clero y laicado, incluso de cierta cultura. 
----------Puedo comprender también que ese desconocimiento de la responsabilidad de Rahner y sus ideas en la difusión del veneno neo-modernista postconciliar, haga que algunos lectores también se muestren incrédulos (y hasta escandalizados) ante aquello en lo que frecuentemente insisto cuando tratamos de comprender los tiempos que nos ha tocado vivir en la Iglesia: la existencia de una poderosa corriente rahneriana, que ha venido trabajando durante décadas, llegando a ocupar los puestos más importantes de la Iglesia, corriente rahneriana que incluso es responsable de lo que ha sido tramado por la mafia de san Gallo, encabezada por el cardenal Carlo Maria Martini [1927-2012], logrando instalar en el solio pontificio a un hombre, al que los confabulados consideraban útil instrumento de sus planes criminales.
----------Ahora bien, no quiero hoy hacer historia del post-concilio, sino sólo escribir una pequeña nota acerca de una de las tesis de Rahner que se ha difundido de modo popular entre muchos católicos, que no han estudiado la teología de Rahner, pero que han recibido ideología rahneriana de parte de un clero que ha estudiado la teología de Rahner en el seminario (muchas veces por razones de moda), la ha digerido mal, y la ha trasmitido al laicado como si fuera la panacea de todos los males que aquejan a la Iglesia, muchas veces sin que ese clero sea del todo consciente de las herejías modernistas con las que se ha vuelto cómplice.
----------Pocos meses atrás leí la siguiente frase en una especializada y renombrada revista teológica, escrita por un teólogo al que no voy a identificar por su nombre, confiando en que el anonimato en el que lo dejo pueda ayudar a la Gracia divina en su conversión: "El cristiano es el verdadero escéptico, el más radical. Creyendo en la incomprensibilidad de Dios, está convencido de que ninguna verdad singular es realmente verdadera fuera de ese movimiento (que le es esencial) en el cual se supera en una pregunta destinada a quedar sin respuesta porque es pregunta sobre Dios y su incomprensibilidad".
----------Ahora bien, dicha frase es clara expresión de una de las tesis de Rahner, pues efectivamente, el escepticismo es el fondo del pensamiento rahneriano, basado en el cogito cartesiano, principio no de verdadera certeza, sino de autosuficiencia y, por ende, de dogmatismo. ¡Claro que lo que estoy diciendo no va en honor y alabanza del pensamiento rahneriano! Se trata, de hecho, de un escepticismo dogmático, que ahora trataré de explicar someramente. Al fin de cuentas, siguiendo a Rene Descartes [1596-1650], significa que Rahner no está cierto de nada, duda de todo, salvo de sí mismo y de lo que dice él.
----------Por eso Rahner, durante el curso de su activísima vida de teólogo y propagandista, no aceptaba ser contradicho por nadie. Siempre se preocupaba por aquellos que desenmascararon sus estafas y le han dado con la espalda a la pared, como por ejemplo el padre Cornelio Fabro [1911-1995] o el filósofo seglar Bernhard Lakebrink [1904-1991] o el cardenal Hans Urs Von Balthasar [1905-1988] o el cardenal Giuseppe Siri [1906-1989) o el propio Joseph Ratzinger. Amparado en su fama e impunidad, Rahner frecuentemente denigraba e insultaba a contradictores, sin reparar ni siquiera en que fueran Papas o Concilios.
----------En cuanto al Concilio Vaticano II, ya sabemos que Rahner, habiendo hecho en general buena letra durante los años de la asamblea conciliar, posteriormente se sacó la careta y mostró el verdadero rostro de su hegelianismo, falsificando la enseñanza de los documentos conciliares, y llevando agua para su molino, para ventaja de su modernismo hegeliano, como ha sido demostrado por muchos de sus críticos.
----------Desafortunadamente, la habilísima falsificación rahneriana, que se ha valido de poderosos medios de difusión (pensemos, por ejemplo, sin ir más lejos, en la obra nefasta realizada durante décadas por Ediciones Paulinas), ha tenido un enorme éxito, engañando también a considerable cantidad de Obispos, y está en el origen de la indignación con la cual hoy muchos católicos maldicen el Concilio, pero es solo porque no se les ha enseñado el verdadero Vaticano II, sino que les ha sido presentado el Concilio en la interpretación rahneriana, aparte del hecho de que algunos de ellos son efectivamente demasiado conservadores y cerrados a las novedades del Concilio. Lamentablemente también, los lefebvrianos "compraron" el Concilio en su interpretación rahneriana, y por eso también lo maldicen, maldición que está en la raíz de su herejía y su cisma, lo que parecería hacer tan difícil su retorno a la verdadera fe y a la única Iglesia.
----------Pero, sin irme por las ramas, quiero centrarme en el punto de esta pequeña nota. Volvamos a la citada frase del teólogo de marras, "el cristiano es el verdadero escéptico, el más radical". Por lo tanto, detengámonos brevemente para ver qué es en realidad el escepticismo filosófico.
----------Los lectores podrán buscar y recordar la noción y definición del escepticismo, en cualquier diccionario de filosofía, o diccionario enciclopédico, o en el viejo manual de filosofía que usaron en la escuela secundaria, o si no tienen otra posibilidad, en algún buscador de Internet. Pues bien, una vez refrescada su memoria, presten atención ahora a los condimentos que por mi parte paso a brindarles.
----------Ante todo, debe saberse que el escéptico es maestro del oportunismo, de la sofística, de la astucia, de la ambigüedad, y de la duplicidad, porque se ve obligado a contradecirse y auto-refutarse a sí mismo, aunque por supuesto sin querer reconocerlo, sino con la pretensión de refutar a los que son honestos con la verdad, dando razones al mismo tiempo contradictorias, para no tener problemas que le lleguen de nadie, es decir, de los dos adversarios a sus dos tesis contradictorias, adversarios que sostienen tesis recíprocamente contradictorias, visto que no se puede saber nunca quién tiene razón.
----------En lugar de hacer sabio y prudente silencio ante lo que se desconoce, ante lo que no se ha logrado evidencia y certeza, vale decir, en lugar de callar, como ya Aristóteles le aconsejaba hacer al escéptico, éste, por el contrario, es un formidable logorreico, un parlanchín patológico. Y de esto que digo son testimonio las 4000 publicaciones de Rahner, como si siempre buscara desesperadamente una verdad que se le escapa. Por eso Rahner despotrica a más no poder y quiere tener la última palabra sobre los sostenedores y defensores de la verdad. La soberbia, la autosuficiencia del escéptico, podría expresarse parafraseando el famoso dicho Roma locuta, causa finita, con la fórmula scepticus locutus, causa finita.
----------El escepticismo no es, como Rahner quisiera hacernos creer, la agudeza, sino la destrucción del pensamiento. No es la honestidad, sino la deslealtad del pensar. No es la insatisfacción de un pensar que rechaza y desenmascara las soluciones y las respuestas chapuceras, y quiere un pensar riguroso, sino que es poner siempre en discusión lo que ha sido aclarado, no contentándose nunca con lo verdadero conquistado o demostrado, no siendo sino la oposición a la verdad conocida. En el escepticismo no se ponen en discusión las opiniones corrientes para corregirlas y hacer progresar el pensamiento, sino para contradecir los resultados alcanzados y pacíficos, porque no se acepta la inmutabilidad de la verdad. No se trata de desarrollar el pensamiento partiendo de las bases y sobre las bases del pensamiento, sino que se trata de destruir o dudar de las bases del pensamiento. En todo esto se ven las raíces del modernismo.
----------El escepticismo no es la expresión de la razón crítica, sino de la arrogancia del ignorante. No es expresión de la humildad de quien está abierto a lo real, dispuesto a aprender, sino del arrogante centrado en sí mismo y que quiere imponerse a los demás a toda costa. No es la actitud purificadora de quien quiere eliminar los prejuicios y las falsas certezas para encontrar los indiscutibles fundamentos del ser, del pensamiento y de la vida, sino simplemente la furia bárbara y destructiva de quien hace la apoteosis del nihilismo y de la muerte.
----------En mi próxima nota me referiré a lo que la filosofía cristiana entiende como "incomprensibilidad de Dios", que es otra expresión de la frase citada, y a cómo, para conocer a Dios, de nada sirve el escepticismo.

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