miércoles, 9 de septiembre de 2020

Imprudencias pontificias en el campo pastoral

Los temas relativos al papa Francisco se reiteran en este blog, y a juzgar por la audiencia, los lectores están complacidos, y yo también con ellos, porque la elección de la temática de los posts diarios no la fundamento en los variados y cambiantes pareceres y gustos de los lectores, sino en mis propios criterios acerca de la necesidad de los temas a tratar en este blog. Y considero que hoy es prioritario ayudar a los lectores a comprender las características del actual pontificado, sin caer en los conocidos extremismos erróneos: el rápido y sistemático espíritu de crítica anti-Francisco, y la ingenua complacencia papólatra de los francisquistas; sino procurar cultivar la verdadera devoción a la cátedra petrina, sabiendo distinguir en la enseñanza del Papa lo que es auténtico Magisterio de lo que no lo es.

----------Un punto fundamental para la comprensión del pontificado del papa Francisco en cuanto pontificado (y sólo desde este punto de vista) es la distinción entre gracia magisterial y gracia pastoral, que es un tema que ya he tratado anteriormente en este blog.
----------Como ya lo he explicado con cierto detalle, ahora tan sólo repito el enunciado: en la gracia pontificia, o particular asistencia que el Espíritu Santo concede a todo Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro y Cabeza visible de la Iglesia, para el ejercicio de su ministerio, deben distinguirse dos aspectos: 1) la asistencia que posee como maestro de la fe, o sea, la gracia magisterial, y 2) la asistencia que posee como pastor universal, vale decir, para la buena conducción de su oficio de gobierno jurídico, disciplinar y pastoral de la Iglesia, o sea la gracia pastoral. Quienes no distinguen entre estas dos gracias, concluyen que, así como el Papa posee libre albedrío y, al poseer libertad, puede pecar como cualquier hijo de Adán, por eso mismo puede pecar rechazando libremente la gracia pastoral, como también puede pecar rechazando libremente la gracia magisterial, es decir, cayendo en la herejía. Pero los que así lo afirman caen en un grave error; y lo he explicado en esa nota de meses atrás: el Papa es indefectible en su Fe, pero no en todo lo demás.
----------En mi nota de ayer ofrecí ejemplos de frases problemáticas en las expresiones del papa Francisco en sus más de siete años de pontificado, y el modo adecuado de comprenderlas y, a veces, de excusarlas, advirtiendo que de ningún modo forman parte del Magisterio pontificio. No existe allí defección en la Fe, que no puede existir en un Papa, sino, a lo sumo, negligencia pastoral, descuido, falta de control de tendencias psicológicas agravadas por la edad, inadvertencias del temperamento, cierta ignorancia en temas ajenos al ministerio petrino, y tantas cosas que podrían indicar defectos en la voluntad.
----------Vecinas a esas carencias son las imprudencias en el campo pastoral. Por eso quisiera hoy indicar a los lectores tres hechos que en mi criterio han constituido imprudencias pastorales en el pontificado del papa Francisco: 1°) una de las más notorias entrevistas coloquiales con Eugenio Scalfari, aquella en que salió a debate la cuestión del infierno; 2°) el memorial de Mons. Carlo M. Viganò a mediados de 2018; y 3°) el caso de los Dubia de los cuatro cardenales. Tres hechos que seguramente todos los lectores recuerdan.
----------Pues bien, existe un elemento común a los tres hechos mencionados. Es sabido que el Santo Padre es hombre de hablar muchísimo; sin embargo, en esas tres graves situaciones, que interpelan la honestidad, la sabiduría y la prudencia del Padre y Maestro común, custodio de la sana doctrina y de las buenas costumbres católicas, el papa Francisco ha callado. Nos preguntamos: ¿Por qué razón lo ha hecho así? ¿Ha callado con qué utilidad para la Iglesia y para la Sede Apostólica? Hagamos un breve repaso, brevísimo, de los tres hechos mencionados, a fin de sacar alguna conclusión.
----------1°) En la más recordada (y quizás la más desafortunada) conversación con el papa Francisco, el astuto Eugenio Scalfari (fundador y ex director del diario liberal y laicista La Repubblica) informó públicamente que el Papa le había dicho que el infierno no existe, en cuanto que las almas de los réprobos son aniquiladas. Ante la urgente petición de aclaraciones, dirigida al Papa desde muchas partes del mundo y desde distintos ámbitos católicos, la Santa Sede, con un lacónico comunicado, se limitó a decir que Scalfari "no había interpretado correctamente las palabras del Papa".
----------Pero, me parece que la cuestión es aquí: ¿el Papa no habría podido y debido habernos aclarado y contado personalmente qué le había dicho exactamente a Scalfari y desmentir al astuto laicista sobre algo tan importante para la fe? ¿No debería haber reafirmado la enseñanza de la fe sobre este tema, sin permitir que se aprovechen de ella los herejes, que niegan la existencia del infierno y la inmortalidad del alma?
----------2°) Tras la publicación en 2018 del documentado memorial del ex-nuncio mons. Carlo M. Viganò, denunciando bajo juramento ante Dios una serie de gravísimos escándalos sexuales de eclesiásticos, de los cuales él tuvo conocimiento, exhibiendo pruebas, e involucrando a altos prelados de la Iglesia durante años, ocurrió que muchos colaboradores del Papa, todos ellos honestos (a excepción de los comprometidos, extremadamente irritados, como bien podría comprenderse), esperaban que el Papa comentara y elogiara el gesto valiente de Viganò, y prometiera trabajar por una obra de purificación  y reforma moral de la Iglesia.
----------Nada de todo eso fue lo que ocurrió. Todos recordamos las famosas palabras "No diré una palabra". Y así ha sido, aunque desde entonces y hasta hoy se ha suplicado al Papa que hable. ¿Qué ha obtenido guardando silencio? Es cierto que ha concentrado la atención sobre la pedofilia en el clero; y esta es ciertamente una buena idea. Pero para arrancar el mal de raíz, es necesaria una reforma de la formación sacerdotal, que eduque verdaderamente a la castidad, condenando a los teólogos moralistas heréticos, que andan todavía sueltos, como auguraba el papa Benedicto en sus Apuntes difundidos en el tiempo de aquella cumbre de presidentes de todos los Episcopados en Roma, acerca de la pedofilia en el clero.
----------3°) En cuanto a los famosos Dubia, dirigidos al papa Francisco en septiembre de 2016 por cuatro de sus Cardenales (Walter Brandmüller, Raymond Burke, y los ya fallecidos Joachim Meisner y Carlo Caffarra) creo que lo menos que puede decirse es que también en esta ocasión el Papa ha demostrado no estar a la altura de la situación, sino que ha estado evasivo, eludiendo su responsabilidad, como huyendo a prisa de un evidente llamado al deber de Maestro de la Fe, al cual lo comprometía la coyuntura. Argumentando como fundamento de mi juicio, hago simplemente la siguiente pregunta:
----------¿No hacía falta que el Papa, a fin de tranquilizar a los cuatro Cardenales demandantes y a toda la Iglesia que llegó a conocer tal demanda, asegurara clara, firme, definida y prontamente que la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia: a) no crea peligros para la indisolubilidad del matrimonio, b) no admite excepciones al adulterio, c) no duda del carácter absoluto de la ley moral y c) no carece de respeto por la Eucaristía? Estoy convencido de que es así (y ya lo he explicado en una nota en este mismo blog), por lo tanto, el Papa, aclarando esos cuatro puntos fundamentales, hubiera dado definida señal de su compromiso con la Verdad y con su deber de Maestro de la Fe, y hubiera puesto de manifiesto que Amoris laetitia, al fin de cuentas, solo quiere ser un esfuerzo de la Iglesia por salvar lo salvable y hacer de modo que incluso los divorciados vueltos a casar puedan salvarse, sin requerirles lo que está más allá de sus fuerzas.
----------Pero el papa Francisco, por el contrario, al decidir prudencialmente callar en lugar de aclarar que la Doctrina no había cambiado esencialmente, hace que nuestra inevitable pregunta sea: ¿Qué ha logrado el Papa con esa actitud? ¿Qué ha resuelto, incluso con la carta a los Obispos argentinos de la Región pastoral de Buenos Aires? Porque incluso hoy, cuatro años después de la publicación del documento, muchísimos Obispos y sacerdotes no saben o se equivocan acerca de la cuestión de si es posible o no conceder la Comunión a los divorciados vueltos a casar. Es obvio: la confusión ha aumentado.
----------Estoy convencido que los tres hechos mencionados son muestras de imprudencia pastoral en el gobierno de la Iglesia por parte del papa Francisco. Por supuesto, no ha habido ningún Papa en la historia que no haya tenido algún defecto por el estilo (el status y la gravedad del pecado lo juzga sólo Dios). Pero mi intención es poner estos hechos de manifiesto como atingentes a la gracia pastoral que el Papa recibe como Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro, gracia a la cual puede ser infiel, por propia voluntad. Diferente es el funcionamiento de la gracia magisterial que el Papa recibe como indefectible Maestro de la Fe.

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