domingo, 13 de septiembre de 2020

La próxima encíclica del Papa, la pandemia, y la fraternidad

En mi nota de ayer sábado, les propuse examinar el contexto en el que nacerá, en algunas semanas, la tercera carta encíclica del papa Francisco, Fratelli tutti. Pues bien, es previsible que una encíclica pontificia en estos tiempos de pandemia que se prolongan, no eludirá referirse, directa o indirectamente, a esta calamidad planetaria, seguramente para ayudarnos a vivirla según el plan de Dios.

----------Finalicé mi reflexión de ayer, recordando que si bien el papa Francisco siempre se ha referido a la naturaleza como madre amorosa, casi nunca se ha referido al muy difícil problema de la hostilidad de la naturaleza frente al ser humano, cuando esa supuesta "madre" no parece comportarse como madre amorosa, cuando se manifiesta al hombre con sus calamidades naturales de todo tipo. ¿Acaso esta pandemia que sufrimos no viene de la madre naturaleza? De hecho, recientemente el papa Francisco ha dicho, a propósito de la pandemia, que "la naturaleza no perdona".
----------Propongo, pues, reflexionar sobre la relación de la pandemia con la "madre naturaleza", porque éste es un contexto temático que seguramente no eludirá tratar, directa o indirectamente, la próxima encíclica pontificia, la cual, como se ha anunciado, se referirá a "la fraternidad y la amistad social". Ahora bien, con el presupuesto del tema de la "ecología integral", tan caro a este Papa, sin duda hay que suponer esta visión "ecológica" general de la vida humana, iluminará el sentido de la pandemia en su relación con la naturaleza. Y al respecto, la primera pregunta es: ¿De dónde viene la pandemia?
----------Lo primero que nos salta a la vista es que la naturaleza tiene leyes inexorables. No hace descuentos a nadie: quien toca los hilos, muere. La naturaleza obedece inevitablemente a la voluntad de Dios, su ordenador. En cierto modo: la naturaleza es un ejemplo de obediencia a Dios. Entonces, volvemos a hacer la pregunta, en otros términos: ¿Dios ha querido esta pandemia?...
----------No saquemos una conclusión más amplia que la que nos permiten las premisas. Sabemos que Dios, según nos enseña la Sagrada Escritura, no quiere nuestro sufrimiento. Sin embargo, como Dios es justo, quiere que la justicia siga su curso. Pues bien, ahora ha querido justicia, y Dios había advertido a nuestros primeros progenitores, Adán y Eva, que todos seríamos castigados por el pecado original. Por lo tanto, la pandemia no la ha querido Dios, pero la hemos atraído hacia nosotros con el pecado original. Esta es la respuesta de la Biblia: es la ineludible respuesta de la Sagrada Escritura a la pregunta que nos hemos planteado. Si aceptamos esa respuesta, bien por nosotros y nos salvaremos. Si, en cambio, nos consideramos más inteligentes que la Palabra de Dios, entonces busquemos una respuesta mejor.
----------Sin embargo, vale tener presente que esta misma inflexibilidad de las leyes físicas naturales, es también para nosotros un motivo de esperanza, porque también el coronavirus actúa de acuerdo con muy precisas leyes naturales, de causa y de efecto. Por esta razón, cuando hayamos entendido bien qué es lo que causa esta pandemia, cuáles son las condiciones favorables o estimulantes de su surgimiento, cómo actúa, cómo se propaga, cómo se mantiene en la existencia, cuáles son sus puntos débiles, entonces podremos encontrar los remedios para eliminar la enfermedad o para defendernos.
----------Por supuesto, los lectores deben saber que lo que estoy diciendo surge llana y simplemente de la doctrina católica tradicional sobre la Creación de Dios, surge del dogma católico sobre Dios Creador y Providente, y el Santo Padre no podrá sino confirmar estas mismas verdades tradicionales de la Sagrada Revelación, si en su próxima encíclica quisiera referirse a estos temas; y seguramente, si lo hace, nos iluminará estas mismas verdades con luz nueva y mejor que lo que yo lo hago aquí.
----------Ahora bien, avancemos algo más. No hace mucho, en los primeros meses de la actual pandemia, el papa Francisco también ha dicho que "la naturaleza se venga" contra quienes la maltratan, o la devoran. Ayer mismo, sábado 12 de septiembre, en el discurso dirigido a los participantes en el encuentro de las Comunidades Laudato si', ha dicho que "hoy en día, la naturaleza que nos rodea ya no es admirada, contemplada, sino devorada. Nos hemos vuelto voraces, dependientes de los beneficios y de los resultados inmediatos y a cualquier precio". Y por eso es verdad lo que dice el Papa: "la naturaleza se venga".
----------Sin embargo, no concluyamos ninguna herejía de esto, como hacen los extremistas. La frase del Papa es sólo una expresión metafórica. La naturaleza no es un sujeto personal, dotado de razón y voluntad, capaz de hacer justicia o hacer valer intencionalmente y voluntariamente sus derechos. La naturaleza, por supuesto, si no es impedida, tiene reacciones deterministas, reguladas por leyes inflexibles e inexorables. Pero en su reacción agresiva hacia nosotros debemos leer, como he dicho y cómo nos lo enseña la fe, una ocasión que Dios nos da para hacer penitencia por nuestros pecados y convertirnos a Él.
----------En suma, todo lo que nos sucede debemos recibirlo como surgido de las manos de Dios. Esta es la sabiduría que da serenidad. Dios "hace llover sobre buenos y sobre malos" (Mt 5,45). Las calamidades naturales afectan tanto a los justos como a los impíos; a los justos para que se vuelvan más justos y a los impíos, para que se conviertan, aún cuando lamentablemente sucede que ciertos impíos, en lugar de convertirse, blasfeman aún más (como dice Ap 16,21). Pero en esta vida a menudo sucede que los malhechores permanecen impunes o se libran de las desgracias, mientras que los justos son perseguidos por la mala suerte o son injustamente castigados. Sin embargo, Dios reparará los defectos de la justicia humana, castigará con el infierno a los ricos epulones, a los cuales aquí todo le ha ido bien, y premiará con el paraíso a los variados Lázaro y Job, que han soportado pacientemente sin perder la fe.
----------Seguramente algunos de mis lectores argumentarán que estas verdades no han sido lo que se dice frecuentes en boca de la mayoría de los predicadores, pastores, obispos y sacerdotes, en estos meses que llevamos de pandemia; que no siempre nos han hablado de esa manera para dar sentido a la presente calamidad. El buenismo misericordista que hoy campea libremente en la predicación de tantos malos pastores nos tienta a pensar falsamente que Dios es misericorde y no justo. Pero en estos seis meses, si algunos pastores han callado estas verdades, la que sí nos ha hablado es la misma naturaleza.
----------Y efectivamente, en esta pandemia la naturaleza nos habla, aunque severamente, en nombre de Dios. Cuando los pastores callan, es la naturaleza, en la pandemia, la que los sustituye. Pero no debería ser así. Esto es lo que también Jesús quiere decir con las palabras: "¡Si estos callan, gritarán las piedras!" (Lc 19,40). Es cierto que escuchar un severo reclamo no agrada a nadie, pero es saludable, más aún: es salvífico. De modo que no eludamos la verdad: hoy Dios nos habla a través del coronavirus. Debemos saber ver también en esto la voz de un Padre justo y misericordioso. Los pastores deberían tener esta parresía como verdaderos profetas, con la certeza de educar de tal modo al rebaño con la fe y con la esperanza, sin temor a la reacción rabiosa o la burla de los impíos y de los mundanos.
----------Supongo que en las homilías, mensajes, y discursos de estas semanas (como el de ayer sábado a las Comunidades Laudato si') el papa Francisco va desgranando pensamientos que están contenidos seguramente en su próxima encíclica. Creo que todavía podremos reflexionar algo más sobre esto en la nota de mañana.

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