lunes, 6 de julio de 2020

La cuestión del secularismo. Verdades y errores

En nuestra actual época informatizada hay poca información veraz -alguna vez hay que decirlo- y uno de los instrumentos menos actuales para procurarnos información es el viejo y querido Diccionario. De modo que comencemos por recurrir a él para informarnos de términos tan utilizados hoy como "secular", "secularización", y "secularismo", palabras que, frecuentemente originan malentendidos.

----------La palabra española "secular" viene del latín secularis, de seculum, siglo. De allí proviene el término español seglar, particularmente como contrapuesto a regular o religioso. Claro que la palabra secular puede tener otros significados, como cuando se dice secular para designar algo que dura uno o más siglos. También se usa la expresión sacerdote secular, para referirse a aquel sacerdote que vive en el siglo, a distinción del sacerdote religioso que vive en clausura. En definitiva, "secular" puede significar: 1) que dura un siglo o que dura desde hace siglos, o 2) que se repite cada siglo, o 3) que pertenece a la sociedad laica y no al estamento eclesiástico o religioso o, en último caso, si se refiere a un eclesiástico, 4) que no vive sujeto a una regla monástica en un convento o monasterio, sino que depende de un obispo y vive integrado en el mundo laico. Por consiguiente, algo importante que podemos decir en primer lugar es que, por sí misma, la palabra secular no implica ninguna valoración ética o moral, ningún valor o desvalor.
----------Algo más complicada es la palabra "secularización", que puede dar lugar a confusiones. Si partimos de lo elemental, hay que decir que secularización es la acción o efecto de secularizar o secularizarse. Hace más o menos un siglo el término secularización se usaba casi exclusivamente en el contexto del derecho canónico; y con él se hacía referencia al acto por el que un beneficio regular se hacía secular, o un religioso quedaba colocado en la categoría de mero clérigo y aún de lego. Siempre en el ámbito del derecho canónico, se hablaba de dos clases de secularización: la personal (aplicada a las personas de los religiosos) y la real (aplicada a los beneficios), e incluso se agregaba una tercera, mixta, que ocurría cuando, por ejemplo, se secularizaba un monasterio con los religiosos que en él habían profesado. De este uso significativo surgió el verbo "secularizar": hacer secular lo que era eclesiástico. Mientras que en la actualidad, la palabra secularización podría tener en cualquier diccionario, estos significados: 1) desaparición de los signos, valores o comportamientos que se consideran propios o identificativos de una confesión religiosa; 2) transformación de algo que pertenecía al estamento eclesiástico en una realidad secular, no relacionada con ninguna confesión religiosa; especialmente, la incautación por parte del Estado de bienes eclesiásticos; 3) permiso que se da a un religioso para abandonar la orden a la que pertenece; 4) permiso que se concede a un sacerdote para vivir como un laico, con la dispensa del celibato y de la obligación de cumplir los oficios divinos.
----------En cuanto a la palabra "secularismo", con ella entramos de lleno a la cuestión que en esta nota quiero tratar, y que implica valoración ética. En un sentido general y aproximativo, diríamos que el secularismo es la cosmovisión, modo de pensar y de obrar, que considera que el hombre debe desarrollar su vida según parámetros completamente ajenos a las creencias, prácticas y usos religiosos.
 
El secularismo en el Magisterio de la Iglesia
 
----------En la encíclica Quas Primas, el papa san Pío X escribía: "La peste de nuestra edad, el llamado laicismo […] no maduró en un solo día, sino que desde hace mucho tiempo se incubaba en las vísceras de la sociedad. Se empezó por negar el Imperio de Cristo sobre todas las naciones; se negó a la Iglesia el derecho, derivado del de Cristo, de enseñar a las gentes, esto es, de dar leyes, de regir a los pueblos en orden a la consecución de la felicidad eterna. Poco a poco la religión cristiana fue igualada con las religiones falsas, e indecorosamente rebajadas al nivel de éstas; consecuentemente se la sometió a la potestad civil, fue arrojada al arbitrio de los príncipes y de los magistrados. No pararon aquí las cosas, pues se intentó, además, sustituir la religión de Jesucristo con cierto sentimiento religioso natural. Finalmente hubo estados que decidieron prescindir en todo de Dios; y ese impío desprecio de Dios ha venido ha ser la única religión que esos estados profesa" (n.23).
----------En su alocución a la Comisión Teológica Internacional del 16 de diciembre de 1974, el papa san Pablo VI decía: "La aparición, casi instintiva, en amplios y significativos fenómenos de la mentalidad juvenil contemporánea, de ciertas opiniones espirituales orientadas hacia un misticismo necesitado de Absoluto y plenas de algunas voluntarias y laboriosas expresiones religiosas, nos permite ver un subyacente vacío racional excavado por los dogmas negativos del secularismo y de la pseudo-liberación del laicismo intransigente de moda, en el cual nos parece debemos reconocer la peligrosa decadencia moral de todo principio tonificante de la conciencia subjetiva, con la triste difusión de una delincuencia no solamente pasional e individual, sino colectiva y astuta y bajamente calculada, y al mismo tiempo, con el libertinaje hedonístico cohonestado, en el que los sentidos prevalecen sobre el juicio propio de la razón humana o sobre las justas normas sociales".
----------El papa san Juan Pablo II se refirió centenares de veces al tema. Cito aquí sólo un pasaje: "El 'secularismo' que por su misma naturaleza y definición es un movimiento de ideas y costumbres, defensor de un humanismo que hace total abstracción de Dios, y que se concentra totalmente en el culto del hacer y del producir, a la vez que embriagado por el consumo y el placer, sin preocuparse por el peligro de 'perder la propia alma', no puede menos de minar el sentido del pecado. Este último se reducirá a lo sumo a aquello que ofende al hombre. Pero precisamente aquí se impone la amarga experiencia a la que hacía yo referencia en mi primera Encíclica, o sea que el hombre puede construir un mundo sin Dios, pero este mundo acabará por volverse contra el hombre" (Reconciliatio et Paenitentia, n.18).
----------Por su parte, el papa Benedicto XVI ha preferido usar, para referirse al mismo tema, el término relativismo, aunque no faltan referencias al secularismo, por ejemplo: "La secularización, que se presenta en las culturas como planteamiento del mundo y de la humanidad sin referencia a la Trascendencia, invade todo aspecto de la vida cotidiana y desarrolla una mentalidad en la que Dios está de hecho ausente, en todo o en parte, de la existencia y de la conciencia humana. Esta secularización no constituye sólo una amenaza externa para los creyentes, sino que se manifiesta ya desde hace tiempo en el seno mismo de la Iglesia. Desnaturaliza desde dentro y en profundidad la fe cristiana y, en consecuencia, el estilo de vida y el comportamiento diario de los creyentes. Ellos viven en el mundo y frecuentemente están marcados, si no condicionados, por la cultura de la imagen que impone modelos e impulsos contradictorios, en la negación práctica de Dios: ya no hay necesidad de Dios, de pensar en Él y de volver a Él. Además, la mentalidad hedonista y consumista predominante favorece, en los fieles como en los pastores, una deriva hacia la superficialidad y un egocentrismo que perjudica la vida eclesial […] La sensibilidad intelectual y la caridad pastoral del papa Juan Pablo II le impulsaron a poner de relieve el hecho de que la revolución industrial y los descubrimientos científicos permitieron responder a preguntas que antes se habían satisfecho parcialmente sólo desde la religión. La consecuencia ha sido que el hombre contemporáneo tiene con frecuencia la impresión de no necesitar ya a nadie para comprender, explicar y dominar el universo; se siente el centro de todo, la medida de todo" (Discurso al Pontificio Consejo de la Cultura, 10 de marzo de 2008).
----------El papa Francisco escribió en el 2013: "No conviene ignorar la tremenda importancia que tiene una cultura marcada por la fe, porque esa cultura evangelizada, más allá de sus límites, tiene muchos más recursos que una mera suma de creyentes frente a los embates del secularismo actual. Una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida" (Evangelii gaudium, n.68). Y en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de 2019, expresaba: "El secularismo creciente, cuando se hace rechazo positivo y cultural de la activa paternidad de Dios en nuestra historia, impide toda auténtica fraternidad universal, que se expresa en el respeto recíproco de la vida de cada uno. Sin el Dios de Jesucristo, toda diferencia se reduce a una amenaza infernal haciendo imposible cualquier acogida fraterna y la unidad fecunda del género humano".
 
El secularismo: uno de los malentendidos del post-Concilio

----------Lo ha dicho también el papa Benedicto XVI: "El secularismo no es menos peligroso que el marxismo". Y las citas relacionadas podrían seguir y seguir sin número; pero ahora quiero ir a lo esencial. En realidad se ha venido hablando del secularismo durante sesenta años, como uno de los malentendidos de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Lo que aquí quiero decir es que el Vaticano II exaltó los valores de la secularidad. Por la palabra secularidad quiero decir aquí: la independencia de los asuntos públicos en relación con los religiosos, o bien, la condición común de lo laico en contraposición a lo eclesiástico, o bien la condición de vida de los miembros de un instituto secular.
----------Ahora bien, el Vaticano II habló en sentido positivo de la secularidad, precisamente en relación con la vocación de los laicos. Por cierto, los textos del Concilio en relación a la misión de los laicos en la Iglesia son de los más valiosos (como recientemente también ha recordado mons. Athanasius Schneider), y ciertas corrientes tradicionalistas deberían empezar a reflexionar sobre ello para evitar caer en actitudes tan poco católicas como la de "rechazar en bloque" el Concilio Vaticano II
----------Sin embargo, en el postconcilio no se habló claramente sobre la "secularidad" (en su obvio sentido positivo) sino que las corrientes modernistas, desde hace sesenta años, empezaron a hablar, tal vez de manera no del todo clara, de "secularización". Por otro lado, también comenzó a influir en los debates el concepto de "secularismo" que, por cierto, es un enfoque de la vida y, en particular, de la relación religión-política de origen iluminista y racionalista, que tiende a atenuar lo más posible la presencia de la religión en la vida política y civil y en las instituciones del Estado. El secularismo es así muy cercano al "laicismo". También podría definirse como una concepción que minimiza lo sagrado para exaltar lo profano.
----------"El secularismo no es menos peligroso que el marxismo". Pero hay que entender bien esa expresión del papa emérito. El secularismo no es una forma de ateísmo ni una visión materialista de la vida; sin embargo, tiene en común con el marxismo el hecho de no creer en la inmortalidad, no creer en una vida después de la muerte. Además, al igual que el marxismo, sostiene que el hombre, sobre todo organizado en la vida cultural y política, puede, valiéndose de la ciencia, de la técnica y de la fuerza de la voluntad humana a nivel colectivo, progresar, llevando a la sociedad hacia metas siempre mayores de justicia y libertad sin necesidad de recurrir a valores religiosos o sobrenaturales.
----------El secularismo es una concepción que sin duda puede estar conectada con el liberalismo del siglo XIX y con la masonería. El padre Leonardo Castellani decía, por ejemplo: "El liberalismo moderno [...] se caracteriza en lo religioso por su tendencia a negar a la Iglesia su independencia y su carácter de sociedad cabal y visible, a levantar lo laico sobre lo eclesiástico, lo civil sobre lo religioso, lo natural sobre lo revelado. En suma, es la misma idea del libre examen, la secularización de la vida entera, y la Iglesia Nacional y por ende sometida al Estado, que trajo al mundo Martín Lutero, puesta en forma más sorda y sutil y disfrazada del idel purísimo de Cristianismo" (Sobre la democracia, 1941).
----------Las analogías del secularismo con el marxismo son, por lo tanto, obvias, pero también hay que destacar sus diferencias. Contrariamente al marxismo, el secularismo no desprecia del todo la religión natural y si bien aboga por la libertad religiosa, sin embargo reduce las ideas religiosas a simples opiniones contingentes y facultativas. La verdad cierta y absoluta no pertenece a las diversas formas de fe o a las religiones, sino solo a la "ciencia" y a la "razón". Absolutizar una idea religiosa o pretender que ella pueda ser universal o destinada a toda la humanidad es, para el secularismo, fanatismo, fundamentalismo y superstición, al igual que recurrir a valores religiosos o sobrenaturales.
----------El secularismo sostiene justamente la finalidad puramente humana y racional del Estado, teoría que se encuentra ya en santo Tomás de Aquino y que puede tener un fundamento evangélico (en aquella frase de Nuestro Señor Jesucristo: "Caesari quae sunt Caesaris"). Por lo tanto, como enseña el Concilio Vaticano II, el secularismo considera superada la doctrina de la "religión de Estado" o "religión estatal", para admitir la libertad religiosa, en un sentido bien delimitado: como libertad de coacción externa. Sin embargo, el secularismo extiende este concepto hacia formas inadmisibles, pues concibe tal libertad de una manera abstracta y a-histórica, separada de la realidad efectiva de las diversas formaciones y tradiciones religiosas presentes en los diversos países y entidades estatales (católica, protestante, ortodoxa, judía, musulmana, etc.), permitiéndonos entender cómo al fin de cuentas una "libertad religiosa" así entendida es solo un pretexto para excluir totalmente cualquier forma de referencia a la religión de la vida pública y de las instituciones civiles y estatales. Por eso, el secularismo carece de cuanto se refiere a la otra parte del dicho de Cristo: "Deo quae sunt Dei".
----------El secularismo, en cuanto organización del Estado moderno y democrático, tiene razón al no considerarse competente para legislar, permitir o prohibir en el campo de las religiones confesionales presentes en el territorio del Estado, pero está equivocado al no querer reconocer el reflejo civil, moral y cultural de las costumbres, de los símbolos o de las tradiciones religiosas presentes en el territorio del Estado. Por el contrario, el Estado, precisamente en cuanto tal, tiene el deber de reconocer y proteger tales realidades, precisamente en cuanto su tarea específica, irrenunciable y autónoma es la de reconocer todos los valores de la civilización, de las buenas costumbres, de la cultura y del bien común, se traten o no se traten de cosas ligadas a una religión.
----------Desde este punto de vista, incluso una moderna organización de los poderes públicos no puede ignorar el vínculo que existe entre la religión y la virtud, como la misma Ilustración lo reconocía. Ahora bien, dado el hecho de que el Estado no puede dejar de cuidar las virtudes civiles, precisamente con miras a salvaguardar y promover una pacífica y justa convivencia civil, en consecuencia no puede dejar de reconocer, mantener y proteger aquellos usos religiosos presentes en su territorio, los cuales tienen relación con la salvaguarda de esos valores históricos y seculares que el propio Estado tiene el poder y el deber de promover para el progreso terrenal de la colectividad humana que se le confía y que ella expresa a través de los principios y el obrar del sistema democrático.
----------Correctamente se vincula el secularismo con el relativismo moral, como ha expresado muchísimas veces el papa Benedicto XVI durante su pontificado. De hecho, el Estado que aplica con justicia los principios de la libertad religiosa en el buen sentido antes indicado, no podrá jamás caer en el relativismo acerca de los valores morales de fondo -por ejemplo, la ley moral natural-, que debe regir la vida del Estado; y viceversa, aquel secularismo que subestima la importancia de las concepciones y tradiciones religiosas es llevado inevitablemente a descuidar el respeto por los valores morales fundamentales antes mencionados, sin los cuales se cae en la barbarie y en la incivilidad, fuentes de todo mal para la vida pública y privada.

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