domingo, 5 de julio de 2020

Hacia el 70° aniversario de la encíclica Humani generis

Tal como había ocurrido hace más o menos unos diez años, promediando el pontificado de Benedicto XVI, hoy se han reavivado los debates acerca de la recta interpretación del más reciente testimonio del supremo Magisterio de nuestro tiempo, el Concilio Vaticano II, complementado, por supuesto, por todo lo que sobre él ha aportado, clarificado, discernido, progresado, el Magisterio de los pontífices del postconcilio.
   
----------Por otro lado, junto a los renovados debates sobre la actualidad del Concilio Vaticano II, hay que mencionar otro dato del presente eclesial: la renovada actualidad del pontificado y de las enseñanzas del papa Pio XII. El hecho de que recientemente se hayan elevado al honor de los altares a sus dos sucesores, los papas Juan XXIII y Paulo VI, canonizaciones que -junto a la del papa Juan Pablo II, según algunos han tenido por motivación promover las enseñanzas de los papas del post-concilio, eso no ha impedido el surgimiento cada vez más fuerte de la gigantesca figura del papa Pío XII en la escena del debate público, incluso en el campo no católico, cuya Causa de Beatificación contribuye poderosamente a atraer hacia él las miradas de todo el mundo, ya sea para aprobar, ya sea para desaprobar.
----------Actitudes aprobatorias y desaprobatorias acerca del pontificado del papa Pío XII, que tienen sus correlativos en las posturas hacia el Concilio Vaticano II, frente al cual también tenemos la corriente de quienes lo aprueban y la corriente de quienes lo desaprueban. En una nota anterior, hablé de esto mismo, pero usando distintas palabras. Mencioné que frente al Vaticano II está la alineación de quienes lo critican (que no es lo mismo que desaprobar) y de quienes lo acogen, que sí puede entenderse como sinónimo de aprobar, en sentido amplio, que no excluye la crítica, en el sentido de discernimiento, y ésa es al fin de cuentas la tarea de un sano debate interpretativo del Vaticano II.
----------Por lo demás, no hay que olvidar que entre aquellos que aprueban al Concilio hay que hacer una adicional distinción, que cada vez aparece más clara: están quienes lo acogen porque lo interpretan fielmente, de acuerdo con la interpretación del Magisterio y quienes dicen que lo acogen, pero en realidad dan una interpretación para su propio uso y consumo, de marca modernista, con lo cual, en realidad de verdad, terminan por poner de manifiesto que en realidad tampoco acogen al Concilio, sino que lo desaprueban ya como anacrónico. La primera es la postura católica, la segunda no es católica, como no lo es tampoco la postura de quienes lo desaprueban desde el sector llamado "tradicionalista", y hasta lo llegan a rechazar en bloque. Por supuesto, me siento movido a seguir los consejos del cardenal Walter Brandmüller citados en la nota de anteayer, en el sentido de que "sería apropiado evitar la 'hermenéutica del sospechoso' que acusa al interlocutor, desde el inicio, de concepciones heréticas", y que "debe tomarse cada vez más en consideración el modo en que se llevan a cabo nuestras discusiones", pero la cortesía no obsta a proclamar la verdad.
----------Soy consciente de que me estoy repitiendo, y que hace muy pocos días hablé de esto mismo, pero los errores se repiten una y otra vez. Sin ir más lejos, ayer mismo ha vuelto a hacer extensas declaraciones quien fuera nuncio en USA, y a quienes varios observadores vaticanistas ya lo señalan como próximo al cisma, y que entre otras expresiones descabelladas ha dicho que en los documentos del Concilio Vaticano II se da la "presencia de proposiciones heréticas". No es de extrañar que ante semejantes declaraciones todo el espectro de tradicionalistas abusivos, filolefebvrianos, lefebvrianos moderados o extremos, hayan abrazado hoy a este obispo como de los suyos, incluso comparándolo con Marcel Lefebvre.
----------Frente a este panorama, sigo llamando la atención acerca de otro hecho que, de alguna manera, conecta los dos acontecimientos mencionados (el renovado debate sobre el Vaticano II, y el resurgimiento de la figura del papa Pío XII), y es la decisión y la sabiduría con las cuales el papa actualmente emérito, Benedicto XVI, tomando en cierto modo el toro por las astas, puso todos los esfuerzos para mostrar cómo entre la doctrina del Vaticano II y la del Magisterio precedente, existe -para usar su expresión hoy famosa- "continuidad y progreso": por lo tanto, ni continuidad pura y simple, ya que el Concilio propone nuevas doctrinas, ni ningún progreso entendido en el sentido modernista -y usando también una palabra del Papa- como "ruptura". Sin duda, el papa Benedicto XVI puso en ejercicio su oficio y poder de Maestro Auténtico de la Fe al recordar con ello el carácter de Magisterio Supremo de los Documentos del Concilio Vaticano II, y que no podían ser interpretados de otro modo que no fuera en línea de continuidad con el Magisterio precedente, como parte de una misma Tradición viva. Para decirlo simplemente: la hermenéutica de la continuidad es el único modo católico de leer el Vaticano II. Es lo mismo que afirma el cardenal Brandmüller en su reciente conferencia.
----------Sobre la base de este criterio hermenéutico, son muchos los hilos con los cuales el Vaticano II está conectado o reconectado con el Magisterio precedente, hilos que tanto los modernistas como los tradicionalistas abusivos (y entre ellos los filolefebvrianos, lefebvrianos moderados y lefebvrianos extremos) en estos últimos cincuenta años vana y desastrosamente han intentado romper, casi como pretendiendo que el Concilio Vaticano II -y he aquí otra observación del papa emérito Benedicto XVI- habría querido ser una especie de "inicio absoluto" o "re-fundación" o "nueva primavera" de la Iglesia Católica.
----------Uno de estos hilos y entre ellos uno de los más importantes a reanudar es la relación entre la encíclica Humani Generis (publicada por el papa Pío XII el 12 de agosto de 1950) y el propio Concilio Vaticano II con particular referencia a la cuestión de los errores del pensamiento moderno, algunos de los cuales, como denunciaba la gran encíclica, se han infiltrado en el la misma teología católica, haciendo en cierto modo renacer ese modernismo que ya había sido refutado por san Pío X.
----------De hecho, la Humani generis con ese profundo rigor crítico que siempre ha sido una cualidad del sumo Pontificado a lo largo de los siglos, enumera una serie de graves errores insidiosamente insinuados, como he dicho, en el ámbito de la teología católica. No hay aquí espacio para recordarlos uno por uno (aunque hasta el día de su 70° aniversario, tendremos ocasión de recordarlos).
----------En cambio, lo que quisiera observar y que es extremadamente sorprendente, es que ninguno de los errores neo-modernistas indicados por Pío XII, se mencionan en los documentos del Vaticano II, como si en el espacio de doce años -recordemos que el Concilio se había inaugurado en 1962- ellos se hubieran evaporado casi milagrosamente. Desafortunadamente no fue así, tanto que hoy por hoy están más que florecientes y virulentos que nunca, como para haber provocado, como ya intuyó el Maritain de 1966 en El Paisano del Garona, un modernismo aún peor que el de los tiempos de san Pío X.
----------¿Cómo explicar este hecho sorprendente? ¿Tal vez ocurrió que el papa Pío XII se había equivocado al denunciar en 1950 esos errores? ¡No debemos ni siquiera pensar en eso! Sobre todo porque, como he dicho, ellos renacen hoy más florecientes y seductores que nunca. La única explicación de este hecho que ha escandalizado a tantos, sobre todo en las corrientes tradicionalistas, es aquello que fue el mismo propósito declarado del Concilio Vaticano II y, como se sabe, precedentemente iluminado por el famoso discurso de apertura del Concilio por parte del papa Juan XXIII, preocuparse "sobre todo por lo que nos une". Lamentablemente, ha sido olvidado aquel "sobre todo".
----------Aquí, en mi opinión, ha ocurrido un error pastoral -pastoral, préstese atención, no doctrinal- por parte del Concilio, un error que luego, en lugar de ser corregido, ha sido agravado por la corriente pastoral que se ha desarrollado hasta alcanzar hoy intolerables límites de preocupación, excesos que precisamente impulsaron al actual papa emérito a hacer durante su pontificado los mencionados reclamos que, por lo demás, también estaban presentes en los últimos Pontífices precedentes (en especial Paulo VI y Juan Pablo II), pero que nunca antes se habían hecho con tanta fuerza como por parte de Benedicto XVI.
----------Por lo tanto: un Pontífice, Pío XII, que avanza en su camino -así lo pienso y espero- hacia el honor de los altares, otro, el papa Juan XXIII, ya proclamado Santo, y un Concilio Ecuménico, ciertamente guiado por el Espíritu Santo. Desde el punto de vista católico, ¿podemos pensar acaso en una discontinuidad o una alternativa en los términos de: o estaba equivocado antes o estaba equivocado ahora? ¡Ni siquiera pensarlo! La única solución para el buen católico es la siguiente: es necesario armonizar los reclamos del papa Pío XII en la Humani generis con las aperturas y el optimismo del Vaticano II.

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