Las recientes intervenciones de algunos periodistas vaticanistas de renombre, como Sandro Magister o Roberto de Mattei, y de obispos jubilados o quasi-jubilados, como Carlo Maria Viganò y Athanasius Schneider, ponen de manifiesto escandalosos sectarismos, fanatismos, visiones parciales de la realidad, falta de sentido sobrenatural, carencias teológicas y, sobre todo, la impaciencia y el fastidio producidos por no saber asumir como se debería la actual Pasión de la Iglesia. Al protagonismo escénico de los mencionados, se suma estos días el coro de las porristas de uno y otro extremo: en la extrema derecha, las webs lefebvrianas (incluso las oficiales) alentando a Viganò, que se ha vuelto el "nuevo Lefebvre", y en la extrema izquierda, las webs del progresismo modernista a carcajada limpia por el "cisma" producido entre los tradicionalistas.
----------En razón de los desastrosos desbordes del postconcilio, Viganò acusa de herejía y cisma, o poco menos, a la Iglesia alemana, luego de acusar de herejía al propio Concilio Vaticano II, y de mistificador al propio papa emérito Benedicto XVI. Por su parte, Magister acusa a Viganò de estar al borde del cisma. Y los usualmente moderados Schneider y de Mattei, también entran en la escena, perdiendo la paciencia y el equilibrio y cayendo en similares acusaciones hacia genéricos destinatarios.
----------En suma: da la impresión que hoy nadie tiene en claro quién es verdaderamente católico, quién es hereje, quién es cismático. Muchos se autodenominan católicos, y muchos denuncian a otros como cismáticos y herejes sin expresar claramente por qué. El silogismo debería ser evidente para todos: si hoy en la Iglesia (a remolque del mundo actual) se ha puesto en discusión la verdad, cuestionándose incluso el dogma, ¿qué tiene de extraño que nadie sepa qué es ser cismático y qué ser hereje?...
----------Magister acusa a Viganò de estar al borde del cisma, y parece hacerlo por buenas razones, como son las propias abundantes declaraciones de Viganò. Por su parte Viganò (y sus porristas) se autodenominan católicos, acusando de cismáticos a los demás. En realidad, todo esto es un déjà vu: lo hemos visto sobradamente ya en los setentas, cuando el arzobispo Marcel Lefebvre proclamaba a los cuatro vientos que él era católico y no cismático, que no era su intención crear otra Iglesia, sino que la cismática era la Iglesia conciliar, que debía volver a la verdadera fe católica. ¿Y qué fue lo que produjo aquél obispo jubilado en su excitación?... Si aquello en lo que hoy se ha convertido la FSSPX, con sus prioratos, sus capillas, sus centros de Misa, sus distritos y casas autónomas, con una vida absolutamente auto-suficiente e independiente de Roma y de los Obispos diocesanos en cuyas jurisdicciones católicas se encuentra, no puede llamarse propia y verdaderamente "cisma", entonces está claro que hoy nadie entiende de veras qué es un cisma.
----------Pero nunca hay que perder de vista que, inevitablemente, detrás de un cisma existe siempre una herejía. Los lectores de este blog recordarán bien las declaraciones del cardenal Müller a fines del 2012 acerca de las "interpretaciones heréticas del Concilio Vaticano II", refiriéndose tanto a los modernistas postconciliares como a los tradicionalistas abusivos, algo que irritó especialmente a los lefebvrianos, y que marcó a Müller como uno de los "monstruos" enemigos del "negocio familiar". Pero el caso fue que hace ocho años Müller había tenido la valentía de sacar a la luz pública lo que otros evitaban decir o decían sólo por lo bajo: las proposiciones heréticas que habían venido fundamentando la obra de Lefebvre y siguen fundamentando actualmente a la FSSPX. El carácter cismático de la Hermandad salta a la vista salvo para los que no quieren ver las evidencias, pero su carácter herético no está tan claro hoy, precisamente porque su ideología es compartida actualmente por muchos sectores del así llamado "tradicionalismo" en sus muchas vertientes. De modo que, por obvias razones, antes que de cisma, es más necesario explicar lo que es herejía.
----------Antes de poner punto final a esta breve nota de hoy, para seguir en la nota de mañana: he mencionado aquí al profesor Roberto de Mattei, y algunos se preguntarán por qué razón. Muy simple: lo que ocurre es que el Roberto de Mattei al que le agradecíamos lo que nos recordaba a todos los católicos, por ejemplo, en su magistral artículo: "Tu es Petrus: la verdadera devoción a la cátedra de San Pedro", de abril de 2018, no es el mismo Roberto de Mattei de "Vaticano II: un mito que se derrumba", de su podcast de ayer. Cualquiera de los lectores podrá comprobarlo leyendo ambas notas. El primero es católico, el segundo no me lo parece. Más o menos como el mismo Carlo Maria Viganò de mediados del 2018, al que le agradecíamos haber puesto de manifiesto la corrupción en el Vaticano y la mendacidad del Papa, no es el mismo Viganò que, oculto (y no sólo tras su barba), no pasa día en que aparece en los medios con declaraciones alejadas de la fe católica y de la unidad en la Iglesia. El primer Viganò sin duda es católico, el segundo no me lo parece, y no por casualidad es a quien hoy vitorean las webs porristas de los lefebvrianos.
----------En razón de los desastrosos desbordes del postconcilio, Viganò acusa de herejía y cisma, o poco menos, a la Iglesia alemana, luego de acusar de herejía al propio Concilio Vaticano II, y de mistificador al propio papa emérito Benedicto XVI. Por su parte, Magister acusa a Viganò de estar al borde del cisma. Y los usualmente moderados Schneider y de Mattei, también entran en la escena, perdiendo la paciencia y el equilibrio y cayendo en similares acusaciones hacia genéricos destinatarios.
----------En suma: da la impresión que hoy nadie tiene en claro quién es verdaderamente católico, quién es hereje, quién es cismático. Muchos se autodenominan católicos, y muchos denuncian a otros como cismáticos y herejes sin expresar claramente por qué. El silogismo debería ser evidente para todos: si hoy en la Iglesia (a remolque del mundo actual) se ha puesto en discusión la verdad, cuestionándose incluso el dogma, ¿qué tiene de extraño que nadie sepa qué es ser cismático y qué ser hereje?...
----------Magister acusa a Viganò de estar al borde del cisma, y parece hacerlo por buenas razones, como son las propias abundantes declaraciones de Viganò. Por su parte Viganò (y sus porristas) se autodenominan católicos, acusando de cismáticos a los demás. En realidad, todo esto es un déjà vu: lo hemos visto sobradamente ya en los setentas, cuando el arzobispo Marcel Lefebvre proclamaba a los cuatro vientos que él era católico y no cismático, que no era su intención crear otra Iglesia, sino que la cismática era la Iglesia conciliar, que debía volver a la verdadera fe católica. ¿Y qué fue lo que produjo aquél obispo jubilado en su excitación?... Si aquello en lo que hoy se ha convertido la FSSPX, con sus prioratos, sus capillas, sus centros de Misa, sus distritos y casas autónomas, con una vida absolutamente auto-suficiente e independiente de Roma y de los Obispos diocesanos en cuyas jurisdicciones católicas se encuentra, no puede llamarse propia y verdaderamente "cisma", entonces está claro que hoy nadie entiende de veras qué es un cisma.
----------Pero nunca hay que perder de vista que, inevitablemente, detrás de un cisma existe siempre una herejía. Los lectores de este blog recordarán bien las declaraciones del cardenal Müller a fines del 2012 acerca de las "interpretaciones heréticas del Concilio Vaticano II", refiriéndose tanto a los modernistas postconciliares como a los tradicionalistas abusivos, algo que irritó especialmente a los lefebvrianos, y que marcó a Müller como uno de los "monstruos" enemigos del "negocio familiar". Pero el caso fue que hace ocho años Müller había tenido la valentía de sacar a la luz pública lo que otros evitaban decir o decían sólo por lo bajo: las proposiciones heréticas que habían venido fundamentando la obra de Lefebvre y siguen fundamentando actualmente a la FSSPX. El carácter cismático de la Hermandad salta a la vista salvo para los que no quieren ver las evidencias, pero su carácter herético no está tan claro hoy, precisamente porque su ideología es compartida actualmente por muchos sectores del así llamado "tradicionalismo" en sus muchas vertientes. De modo que, por obvias razones, antes que de cisma, es más necesario explicar lo que es herejía.
----------Antes de poner punto final a esta breve nota de hoy, para seguir en la nota de mañana: he mencionado aquí al profesor Roberto de Mattei, y algunos se preguntarán por qué razón. Muy simple: lo que ocurre es que el Roberto de Mattei al que le agradecíamos lo que nos recordaba a todos los católicos, por ejemplo, en su magistral artículo: "Tu es Petrus: la verdadera devoción a la cátedra de San Pedro", de abril de 2018, no es el mismo Roberto de Mattei de "Vaticano II: un mito que se derrumba", de su podcast de ayer. Cualquiera de los lectores podrá comprobarlo leyendo ambas notas. El primero es católico, el segundo no me lo parece. Más o menos como el mismo Carlo Maria Viganò de mediados del 2018, al que le agradecíamos haber puesto de manifiesto la corrupción en el Vaticano y la mendacidad del Papa, no es el mismo Viganò que, oculto (y no sólo tras su barba), no pasa día en que aparece en los medios con declaraciones alejadas de la fe católica y de la unidad en la Iglesia. El primer Viganò sin duda es católico, el segundo no me lo parece, y no por casualidad es a quien hoy vitorean las webs porristas de los lefebvrianos.
Confieso que en la actual crisis de la Iglesia veo a los modernistas como principales agentes del actual desastre. Pero afirmar que han sido los principales causantes de la hecatombe del posconcilio, no quiere decir que sean los únicos causantes.
ResponderEliminarFrente al desmadre modernista, ha surgido, desde Lefebvre y otros tradi, una reacción también desmadrada. De hecho, el carácter cismático de los lefebvrianos, a la vista de todos, surge más obvio que el cisma interno producido por los modernistas, pero la herejía que lo sustenta, que sustenta a ambos cismas es la misma: negar el dogma del Primado y de la Cátedra de Pedro, negar el Magisterio y la Tradición continuada que lleva al Concilio Vaticano II y al magisterio pontificio postconciliar y actual.
No es tan difícil verlo. Lo difícil es para algunos reconocerlo, tanto a derecha como a izquierda.
Fr Filemón: Tiene Ud. razón. En los ambientes de la fsspx, cuando sale el tema, se repite que no se trata de cisma, y que Lefebvre nunca ha querida crear un cisma. Pero es evidente que se trata de un cisma.
ResponderEliminar¿Qué relación tienen sus prioratos o capillas con el Pastor que es el Maestro de la Fe y Guía del rebaño en la jurisdicción católica en la que sus prioratos y capillas se encuentran? Ninguna. ¿Cuándo se nombra siquiera al Papa en las homilías de los lefebvrianos, si no es para criticarlo o hasta para reírse? Lo hicieron con san Juan Pablo II y con Benedicto XVI, y lo siguen haciendo con Francisco.
En sintesis: viven como si el Papa y el respectivo Obispo no existiesen, y no tienen ningún problema. Como dice el padre Filemón: su vida es auto-suficiente, no necesitan de la relación con Roma ni con el Obispo.
Si esto no es un cisma: ¿qué es entonces un cisma?