martes, 14 de julio de 2020

Los silencios del papa Francisco, y el perro del hortelano

El Concilio Vaticano II y sus documentos sobre ecumenismo y relaciones con las otras religiones, el curso de las relaciones con el Islam durante el postconcilio, el documento sobre la Fraternidad Humana de Abu Dhabi, los vínculos del Vaticano con la ONU, etc. son temas que sin duda se agitan con la conversión de la Basílica de Santa Sofia en una mezquita, que se hará efectiva el próximo 24 de julio.

----------Por supuesto, ha sido suficiente el anuncio del primer ministro de Turquía para que reaparecieran los conocidos fantasmas que han vuelto a difundirse, tanto en el mundo islámico como en ciertos ámbitos del cristianismo: la convicción o el temor de que algún día Europa será islamizada. Valli, Socci, de Mattei, son algunos de los vaticanistas más renombrados que, en estos días, han coincidido en esas previsiones; y el sábado pasado "Avvenire", tras titular ambiguamente "Santa Sofia es de Erdogan", subtitulaba así: "Se alzan la ONU, los ortodoxos, los Estados Unidos, la UE y Atenas". Para todos era obvio (y supongo que para el Papa también, que debe leer el diario de la Conferencia Episcopal Italiana) que en la lista faltaba la Santa Sede. Por lo cual al día siguiente, durante el Angelus en la Plaza de San Pedro, Francisco abandonó tímidamente su recurrente silencio para decir que estaba "muy dolido" por Santa Sofia.
----------Confieso que en un primer momento me sentí tentado a aplicar a lo que sucedía el conocido argumento de "El perro del hortelano", la comedia palatina de Lope de Vega, del siglo XVII. Tal como el perro, animal carnívoro, que no come los vegetales del huerto de su amo, y que no deja que otros animales lo coman. Ese es todo el argumento de la obra: la condesa Diana no puede amar a Teodoro y por eso, no lo deja amar o ser amado por cualquier otra persona. ¿Y en qué se asimila eso a lo "muy dolido" del papa Francisco?... Fue el arrebatado Paolo el que me lo dijo el domingo, cuando me visitó en el convento. -¿Acaso es mejor que la basílica de Estambul siga siendo sólo un aséptico museo, completamente ajeno a toda religión? ¿Acaso no es mejor que en ella se adore al menos al único Dios, el mismo Dios de todo monoteísmo, aunque los musulmanes no lo conozcan tan bien como lo hemos llegado a conocer los cristianos gracias a Cristo? ¿Dónde han quedado los buenos sentimientos 'fraternales' del papa Francisco en Abu Dhabi? Me parece que el Papa se ha comportado aquí como el perro del hortelano, que no come  ni deja comer!- espetó.
----------Tras reconvenir a mi sobrino por la falta de respeto hacia el Papa, le sugerí que quizás se estaba dejando llevar demasiado por las ideas de algún articulista de Infovaticana. Pero mientras le decía eso, yo me había quedado pensando en los conocidos silencios del Papa, que apenas si habían sido dejados de lado con el "molto addolorato" del Angelus del domingo al mediodía. Y cuando me refiero a los silencios del papa Francisco no me refiero tanto al "No diré una palabra sobre esto" de agosto del 2018, cuando la usual locuacidad del actual Pontífice quedó sumida en el más absoluto, deliberado y rotundo silencio, ante las famosas revelaciones de mons. Viganò sobre el caso McCarrick. Sino que me refiero a los embarazosos silencios del Santo Padre, cada vez más insostenibles, por ejemplo sobre Hong Kong, del domingo anterior, cuando Francisco se negó a leer, también en el Angelus, un pensamiento sobre la represión de la libertad y de la autonomía en aquella especial región administrativa, sometida al régimen comunista chino.
----------Me refiero también, por ejemplo, al otro silencio papal, relacionado con Italia, país del cual él es primado, con la controvertida ley sobre la homofobia, que se debate en el Parlamento, que, según obispos, sacerdotes y laicos, amenaza seriamente la libertad de enseñanza de la Iglesia. También en esto, el Papa, siempre tan intervencionista en la política italiana, está observando hoy el silencio más riguroso.
----------Los análisis más sensatos sugieren que entonces, el domingo, entre otras cosas tras leer el Avvenire del sábado, el papa Bergoglio, tan sensible a los condicionamientos políticos de su pontificado, sintió que sobre Santa Sofia tenía que decir al menos una palabra, tal vez para no exponerse demasiado a las críticas de quienes lo acusan de no defender a los cristianos y notan su marcada aquiescencia por un lado hacia el mundo islámico, que en buena medida hoy ha vuelto a ser perseguidor de cristianos, y por otro lado hacia los regímenes comunistas, especialmente el chino. Así que el domingo, en el Angelus, el Papa dijo una palabra sobre Santa Sofia: pero solo dijo que lo lamentaba mucho, que estaba "molto addolorato". Dijo poco, por cierto, pero al menos fue un mensaje, lo suficiente como para no pasar a la historia como el Papa que fue indiferente a la transformación de Santa Sofia en mezquita.
----------El pronunciamiento pontificio de hecho expresó el dolor de la Iglesia Católica. Pero... la perorata de Paolo, mi sobrino, no dejaba de tener cierto sentido: ¿es que el dolor de la Iglesia Católica por la Basílica de Santa Sofia es más pronunciado por el hecho de que se convierta en mezquita que por el hecho de que se haya convertido de mezquita en museo a mediados del siglo pasado?... ¿Es que el recurrente silencio de Bergoglio sólo pudo romperse porque la ONU había hablado tan claramente contra la decisión de Erdogan? En la política internacional ¿a quién responde la Santa Sede? ¿Quién es el hortelano del perro?...
----------De modo que es cierto lo que digo al principio de esta nota: son demasiados temas unidos, y que no puedo tratar todos juntos en la brevedad de esta nota: el Concilio Vaticano II y sus documentos sobre ecumenismo y relaciones con las otras religiones, el curso de las relaciones con el Islam durante el postconcilio, el documento sobre la Fraternidad Humana de Abu Dhabi, los vínculos del Vaticano con la ONU... Son todos ellos temas que sin duda se agitan con la conversión de la Basílica de Santa Sofia en una mezquita. Si Dios me ayuda y los lectores me tienen paciencia, los iremos tratando en los próximos días.
----------Espero que, con lo que iremos reflexionando en las notas de esta semana, los lectores de este blog puedan ver un poco más de luz en la confusión de estos días. Y a propósito, aclaro que antes de escribir siempre me gusta tener bien presente quienes son mis lectores. Porque siempre supongo que mis lectores son cristianos, pero cristianos católicos. Porque este blog pretende ser expresión de plena comunión con la Iglesia Católica. Porque hay que saber que, de hecho, también existen cristianos protestantes, modernistas o lefebvrianos, pero no pienso o no quisiera pensar que mis lectores estén entre ellos.
----------Dando un breve avance de lo que pienso escribir estos días, conviene que los lectores repasen todo cuanto el Concilio Vaticano II dice sobre el Islam. De hecho, como católicos (conservadores o progresistas, aquí tenemos libertad de opción) no podemos no estar todos unidos en el aceptar cuanto el Concilio dice sobre este delicado e importantísimo tema, es decir, aunque la religión católica sea la más perfecta -porque ha sido fundada por el Hijo de Dios y, por lo tanto, es divina- entre todas las religiones, también la religión islámica contiene, aunque mezcladas con errores, verdades, tanto que, como los lectores sabrán, la Iglesia habla de "monoteísmo" tanto sea para el cristianismo como para el Islam.
----------Ahora bien, supongo que lo que no ha sido del agrado de muchos católicos en los últimos años han sido ciertas actitudes o expresiones del papa Francisco sobre el Islam y sobre cómo los católicos podemos relacionarnos con esa religión. Mientras las palabras y acciones del papa Bergoglio se mantengan a nivel de lo personalmente opinable (y por ende, criticable, sea como imprudente o como erróneo) en un Sumo Pontífice, imagino que la crítica de los lectores hacia el Papa puede ir en la dirección de que Francisco está siendo demasiado complaciente o incauto frente al expansionismo islámico con su característica agresividad, mientras que, por otra parte siguiendo las enseñanzas conciliares (en este caso "Nostra aetate" y "Dignitatis humanae") subraya la importancia del diálogo, de la evangelización, y del derecho a la libertad religiosa.
----------Pues bien, quisiera entonces adelantar a los lectores que mis palabras no tienen ni tendrán ni el sabor ni de cierta ingenuidad ni de cierto pacifismo, y que soy del parecer que la Santa Sede, el mundo católico y las mismas fuerzas internacionales de la sana secularidad deberían señalar con tonos más fuertes la gravedad de la persecución anticristiana que hoy es agitada por los fundamentalistas islámicos, y que se debería ejercer mayor presión sobre los gobiernos más moderados de los Estados islámicos, para buscar mayor firmeza contra los terroristas y para hacer respetar el derecho universal a la libertad religiosa.
----------Sin embargo, sin invocar un regreso a las Cruzadas, soy de la idea que en casos extremos puede ser legítimo y útil, para defender o proteger a los cristianos del terrorismo islámico, incluso la intervención armada, como ha sucedido por ejemplo en años pasados con las tropas de Occidente en Afganistán. Porque defender el cristianismo significa defender la civilización y la misma subsistencia de la humanidad.
----------Al mismo tiempo, sin embargo, permítaseme mirar con esperanza el encuentro entre las religiones -claro que liberado de toda manipulación masónica globalista- que también es un deber para el Romano Pontífice promover. Y de paso lo digo: quizás este pensamiento podría llevar a considerar con otros ojos los pasados Encuentros en Asís. Mientras haya un hilo de esperanza en el diálogo y en la oración común, es necesario aprovecharlo, salvo en el caso -posible- de que nuestro adversario se vuelva una bestia feroz, en cuyo caso al diálogo es necesario sustituirlo por la legítima defensa.

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