viernes, 3 de julio de 2020

El cardenal Brandmüller y la interpretación del Concilio (2/2)

Continuando con lo publicado en la entrada de ayer, pasamos ahora a completar la conferencia que el cardenal Walter Brandmüller ofreció recientemente en Scuola Mater Ecclesia, con el título de "El Concilio Vaticano II: las dificultades de la interpretación". Como dije antes, he vertido al español la totalidad de la intervención, que publico completa y sucesivamente, incluyendo de mi parte algunos comentarios.

----------Tras referirse Brandmüller a los concilios como maestros supremos, legisladores supremos, y jueces supremos, bajo y con el Papa, y luego de examinar los resultados del Concilio Vaticano II en cuanto maestro supremo de la Fe, se refiere brevemente a las otras funciones de todo concilio:
----------"Las cosas son sin embargo diferentes para el concilio como órgano de legislación. Esta última puede -y ciertamente debe- abordar, pero siempre dentro de los límites indicados por la fe, las exigencias concretas de una particular situación histórica y, desde este punto de vista, está en principio sujeta a cambios".
 
El modo como la Tradición ha comprendido los concilios
 
----------El cardenal Brandmüller se refiere ahora al modo como los concilios de la Iglesia se han auto-comprendido a sí mismos. Y se han comprendido como instrumentos de la Tradición: el único esencial sentido de los concilios en la Iglesia es recibir de sus predecesores el depósito de la Fe, para transmitirlo a sus sucesores con una comprensión más clara y más profunda, en continuidad con lo recibido:
----------"De tales observaciones, una cosa debería surgir claramente: todo cuando ha sido dicho vale también para el Vaticano II. No es nada más -pero tampoco nada menos- que un concilio entre, junto y después de los otros. No está arriba de los demás, ni menos afuera, sino que pertenece a la serie de concilios ecuménicos de la Iglesia".
----------"Que esto sea así no es menos importante para la comprensión de sí mismos de casi todos los concilios. Basta recordar sus respectivas afirmaciones, como también aquellas de los primeros Padres, al respecto. Ellos reconocen en la Tradición la naturaleza misma de los concilios. Ya Vicente de Lerins († antes del 450) reflexiona expresamente sobre esto en su Commonitorium: '¿A qué ha aspirado la Iglesia a través de sus decretos conciliares, si no a asegurarse de que lo que antes del concilio simplemente se creía, después fuese creído con mayor diligencia; que lo que antes se había anunciado sin vigor, después fuese anunciado con mayor intensidad; que lo que antes se ha celebrado con absoluta certeza, luego fuese adorado con mayor celo? Esto, creo, y nada más, la Iglesia, sacudida por las innovaciones de los herejes, siempre ha obtenido a través de sus decretos conciliares: que lo que anteriormente había recibido de los 'predecesores' solo a través de la tradición, ahora lo ha depositado por escrito también para los 'sucesores'. Lo ha hecho sintetizando mucho en pocas palabras y, a menudo, con el propósito de una comprensión más clara, expresando el contenido inalterado de la fe con nuevas definiciones' (Commonitorium, cap.36)".
----------"Esta convicción auténticamente católica encuentra expresión en la definición del segundo concilio de Nicea del 787, que afirma así: 'De tal modo, procediendo sobre vía regia, siguiendo en todo y por toda la inspirada enseñanza de nuestros santos padres y la tradición de la Iglesia Católica, reconocemos, de hecho, que el Espíritu Santo habita en ella, es que definimos...'; luego siguen los principios centrales del decreto conciliar. Es particularmente importante también el último de los cuatro anatemas: 'Si alguien rechaza cualquier tradición eclesiástica, ya sea escrita o no escrita, sea anatema'."
----------"Celebrando un concilio, la Iglesia realiza su naturaleza más profunda. La Iglesia -y por lo tanto el concilio- transmite viviendo y vive transmitiendo. Es la tradición la verdadera realización de su esencia".
----------Sin embargo, el cardenal destaca que ese nuevo esclarecimiento y esa mayor profundización en la comprensión del Depósito de la Fe implica las preguntas que formula a la Fe cada tiempo, pero las respuestas a esas preguntas no parten del espíritu de cada época, sino que parten siempre de la Revelación Divina, inmutable, ofrecida por Nuestro Señor Jesucristo de una vez y para siempre. Claro que ello no quiere decir rigidez e inmovilidad, porque es la Revelación la que responde a las preguntas nuevas de cada época:
----------"El elemento decisivo del horizonte interpretativo es la transmisión auténtica, no el espíritu de la época. Esto no puede absolutamente significar rigidez e inmovilidad. La mirada de hoy no debe fallar. Son las preguntas actuales las que exigen una respuesta. Pero los elementos que componen la respuesta solo pueden provenir de la Revelación divina, ofrecida de una vez y para siempre, que la Iglesia nos transmite auténticamente a lo largo de los siglos. Por lo tanto, tal transmisión también constituye el criterio al cual debe referirse toda nueva respuesta para que sea verdadera y válida".
----------"Estas consideraciones fundamentales también deben tenerse en cuenta en la interpretación de los textos más debatidos del Concilio Vaticano II".
  
Los textos más debatidos del Vaticano II y la FSSPX
   
----------A pesar de ser un sector minoritario del Pueblo de Dios, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X ha merecido gestos de gran misericordia por parte de los últimos pontífices, que han hecho grandes esfuerzos para que estos cristianos que niegan la obediencia al Papa, vínculo de unidad de los católicos, se arrepientan y vuelvan al redil. Particularmente los gestos del papa Benedicto XVI han sido como aquel Buen Pastor de la parábola, que abandona por un momento al rebaño para ir en busca de la oveja perdida. No ha sido frecuente, sin embargo, que la magnanimidad demostrada hacia ellos por los Pontífices tenga recíproca respuesta, ni siquiera en el debate teológico al que los invitó repetidamente el papa Ratzinger. La incomprensión de los lefebvrianos se ha mostrado especialmente con algunos textos conciliares:
----------"Estas son principalmente las declaraciones Nostra aetate y Dignitatis humanae, que han suscitado objeciones por parte de la Fraternidad de san Pío X. Esta última acusa al concilio de haber errado en la fe. A esto, sin embargo, debemos responder con decisión".
----------1) El card. Brandmüller señala un primer principio para la interpretación de esos textos que manifiestan dificultades para los lefebvrianos. Se trata del principio que afirma que un texto conciliar que ha tenido una concreta intención histórica y ha nacido en un particular contexto histórico, debe necesariamente ser comprendido bajo una luz distinta en un horizonte interpretativo distinto y actual:
----------"Es del todo evidente que un texto conciliar formulado en 1965, que en ese momento estuvo entendido a partir de la situación en la que había nacido y sobre la base de la intención de sus afirmaciones, cuando es proclamado en el mundo de hoy, debe necesariamente ser contemplado en el horizonte interpretativo actualTomemos, por ejemplo, Nostra aetate. Aquellos que hoy acusan a tal texto de indiferentismo religioso, deberían leerlo a la luz de Dominus Iesus, el cual descartaría categóricamente cualquier malentendido en el sentido de indiferentismo o de sincretismo. Con impulsos siempre nuevos, el magisterio posconciliar a través de sus esclarecimientos ha eliminado las bases para cualquier interpretación errada de los textos conciliares tanto en sentido tradicionalista como en sentido progresista".
----------Este pasaje de la conferencia del card. Brandmüller, a decir verdad, hace perder sentido a aquellos reclamos que hacían por ejemplo mons. Brunero Gherardini o mons. Athanasius Schneider, pidiendo a la Santa Sede que hiciera un elenco de los pasajes más difíciles de los textos conciliares, que pudieran ser más pasibles de falsas interpretaciones, y señalara claramente los errores de estas últimas. Contra ese reclamo, para el card. Brandmüller parece estar claro que, consultando obediente y respetuosamente el Magisterio post-conciliar, esa tarea reclamada a la Santa Sede ya estaría en gran medida (o en total medida) cumplida.
----------2) Un segundo principio hermenéutico de los textos conciliares más difíciles está dado por la concreta historicidad de un texto conciliar, que nace en una concreta situación histórica, con una concreta intención:
----------"Después de estas observaciones fundamentales, quisiera ahora explicar otro principio interpretativo que resulta de la historicidad de cada texto. Así como todos los textos -y por lo tanto también todos los textos magistrales- nacen de una particular situación histórica y están determinados también por la situación concreta de su concepción, ellos también se proclaman con una precisa intención en un preciso momento históricoNo debemos perder de vista este principio cuando hoy nos dispongamos a interpretar uno de estos textos".
----------3) Un tercer principio interpretativo es considerar el sujeto que interpreta el texto: por caso, un católico que vive en el año 2020 es un católico bien distinto, si no esencialmente, sí en muchos aspectos, a un católico del año 1965, en que quizás ha sido promulgado un texto del Vaticano II. Esto hace que las interpretaciones de hace sesenta años, puedan tener hoy, quizás, solamente mero interés histórico:
----------"Debemos después tener también en cuenta el hecho de que el horizonte hermenéutico así determinado cambia, se modifica, en la misma medida en que el intérprete actual está distante del momento en que el texto ha nacido. Esto significa que las interpretaciones pasadas, según cuanto estén alejadas en el tiempo, pueden presentar más o menos sólo reclamos de interés histórico. Esta conciencia es particularmente importante cuando se trata de textos del ministerio magisterial y pastoral de la Iglesia".
   
La inmutabilidad de la Verdad revelada y la mutabilidad de su intérprete
   
----------"Se podría inmediatamente objetar que la verdad, especialmente la de la revelación divina, es una verdad eterna e inmutable, que no puede sufrir alteraciones. Ciertamente esto no puede ser puesto en discusión. 'El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán', dice el Señor. Sin embargo, es igualmente cierto que el reconocimiento de esta verdad eterna por parte del hombre sujeto a cambios históricos está sujeto a cambios al igual que el hombre que reconoce. Es decir que, dependiendo del momento histórico, uno u otro aspecto de la verdad eterna es captado, reconocido y comprendido de una manera nueva y más profunda. Precisamente por esto, también un texto conciliar, si es contemplado en el contexto espiritual, cultural, etc. y a la luz de nuestro tiempo, puede ser comprendido en modo nuevo, más profundo y más claro".
----------Lo que expresa el card. Brandmüller es de vital importancia, y deja manifiesto el error de los que se encastillan en posturas interpretativas que responden a tiempos idos, interpretaciones que hoy por hoy pueden tener tan sólo interés histórico. También se vuelve comprensible el por qué de la sensación que se tiene cuando se conocen ciertas actitudes pastorales, sociales o políticas de determinados enclaves tradicionalistas, o cuando se asiste a homilías o conferencias de representantes de sectores tradicionalistas abusivos: uno parece haber entrado a un museo. A continuación, el Cardenal expresa que esta "actitud de museo" en gran medida se explica por no haber recurrido, como se debería, al magisterio postconciliar para la recta interpretación de los documentos del Concilio Vaticano II. De hecho, al escuchar a los representantes de la FSSPX, clero y laicos, se tiene la sensación, por no decir la certeza, de que -en razón precisamente de su alejamiento cuasi-cismático de Roma- ni siquiera se preocupan por conocer el magisterio postconciliar:
----------"En la medida en que tengamos en cuenta este concepto en nuestros esfuerzos por comprender las enseñanzas del Vaticano II hoy y para hoy, podremos superar diversos conflictos que surjan. Naturalmente, la interpretación del concilio es competencia del debate teológico, que siempre se ha ocupado de él. De hecho, los resultados de este debate han encontrado finalmente espacio en los documentos del magisterio posconciliar. A la luz de cuanto se ha dicho, sería un grave error no tenerlo en cuenta en la interpretación del concilio para el tiempo actual y comportarse como si el tiempo se hubiera detenido en 1965". 
----------Ninguna duda: esta frase de Brandmüller tiene un claro ejemplo en el clero de la FSSPX.
 
Tres ejemplos característicos
 
----------"Quisiera ilustrar cuanto se ha dicho con tres ejemplos que me parecen particularmente característicos. A este propósito, se destacan de inmediato la declaración Nostra aetate sobre la relación entre la Iglesia y las religiones no cristianas y el decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo. Durante mucho tiempo los dos documentos han sido objeto de críticas por parte de los llamados ambientes tradicionalistas. Ambos están acusados de falta de claridad y falta de decisión en el sostener la verdad, es decir, de sincretismo, relativismo e indiferentismo. Al momento de la aprobación de los textos, era difícil predecir que habrían podido ofrecer ocasión para semejantes críticas".
----------1) La declaración Nostra aetate y el decreto Unitatis redintegratio:
----------"Habían sido la experiencia del totalitarismo en la primera mitad del siglo XX y de las persecuciones vividas juntos, las que hicieron recordar a judíos y cristianos (católicos, protestantes y ortodoxos) las cosas fundamentales que tenían en común. El empeño por superar las antiguas hostilidades y por lograr una nueva convivencia se percibía generalmente como un deber impuesto por el Señor. Leído en este espíritu y en este trasfondo, los dos documentos han dado impulsos fortísimos".
----------"Sin embargo, después se pasó página. Solo pocos decenios después de la conclusión del concilio, se desarrolló, especialmente en el área anglosajona, una visión teológica de las religiones no cristianas que hablaba de diversos caminos de salvación para el hombre, más o menos equivalentes, y que por lo tanto ponía en duda la misión cristiana. Se creía que el anuncio de la Iglesia ahora debía tener como objetivo hacer que un musulmán fuera un mejor musulmán, etc. Fue el británico John Hick quien difundió este tipo de ideas más o menos desde 1980. De hecho, en este nuevo trasfondo, una u otra formulación de Nostra aetate podría ser malinterpretada. Por otra parte, Nostra aetate 'habla de la religión solo de manera positiva e ignora las formas enfermas y perturbadas de las religiones, que desde un punto de vista histórico y teológico tienen un amplio alcance' (Benedicto XVI, vol. VII/1, Prefacio)".
----------"En este punto, es necesario recordar en particular el pasaje de Nostra aetate que se refiere al Islam. El texto no solo es acusado de indiferentismo. Debe notarse primero, a este respecto, que el decreto ciertamente 'cum aestimatione quoque muslimos respicit', pero absolutamente no el Islam. No se refiere a su enseñanza, sino a las personas que las siguen. El hecho de que en las formulaciones posteriores detrás de palabras idénticas o similares se oculta una comprensión muy diferente es evidente para el islamólogo de hoy. En este pasaje del documento, que tiene la intención de preparar el camino para un diálogo pacífico, no debería ser aplicado el rígido metro de la terminología dogmática, por cuento un empeño en tal sentido habría sido auspicioso. De hecho, el texto fue publicado en 1965".
----------"Para nuestra comprensión actual, el problema adquiere en cambio un aspecto completamente diferente: es el Islam el que ha cambiado profundamente en el último medio siglo, como lo demuestra el grado de agresividad y de hostilidad islámica hacia el Occidente 'cristiano'. En el contexto de la experiencia de las décadas transcurridas desde el nine eleven, un decreto de este tipo debería decir algo más. Para los propósitos de una hermenéutica conciliar seria, por lo tanto, no tiene precisamente sentido enfurecerse y polemizar contra el texto de 1965: el decreto tiene actualmente solo un interés histórico".
----------"Ha sido entonces el magisterio, con la declaración Dominus Iesus, que eliminó las bases de todo indiferentismo e indicó de modo inequívoco a Jesucristo como el único camino para la salvación eterna y a la Iglesia una, santa, católica y apostólica de Jesucristo como la única comunidad de salvación para todo hombre".
----------"Algo similar ha sucedido a través de los diversos esclarecimientos del significado del famoso 'subsistit in'. Si en el discurso ecuménico ha habido afirmaciones que podrían dar la impresión de que la Iglesia Católica fuera solo uno entre los múltiples aspectos de la Iglesia de Jesucristo, la interpretación del 'subsistit in', también confirmada por Dominus Iesus, ha eliminado cualquier malentendido".
----------2) La declaración Dignitatis humanae:
----------"Otro scandalum está representado para muchos por la declaración Dignitatis humanae sobre la libertad de religión. También es acusada de indiferentismo, traición a la verdad de la fe y contradicción al Syllabus errorum del beato Pío IX".
----------"El hecho de que no sea así, es evidente si se aplican los principios interpretativos formulados anteriormente: los dos documentos han nacido en un contexto histórico diferente y deben responder a situaciones diferentes. El Syllabus errorum -como ya anteriormente la encíclica Mirari vos de Gregorio XVI- tenía como objetivo la refutación filosófica de la pretensión de absolutidad de la verdad, especialmente de la verdad revelada a través del indiferentismo y el relativismo. Pío IX había enfatizado que el error no tiene ninguna razón respecto a la verdad".
----------"Dignitatis humanae, en cambio, parte de una situación completamente diferente, creada por los totalitarismos del siglo XX que, a través de constricciones ideológicas, habían denigrado la libertad del individuo, de la persona. Por otra parte, los padres del Vaticano II tenían ante sí la realidad política de su tiempo, que bajo diferentes condiciones, pero no en menor medida, amenazaba la libertad de la persona. Por esta razón, en el centro de Dignitatis humanae no estaba la -indiscutible- intocabilidad de la verdad, sino la libertad de la persona de cualquier constricción externa por cuanto se refiera a la convicción religiosa".
----------"A tal propósito, es bueno asegurar a los partidarios de la 'absoluta a-historicidad de la verdad' que ningún teólogo o filósofo dotado de sentido común hablaría de mutabilidad, de volubilidad de la verdad. Lo que en cambio cambia, y que está sujeto a mudanza, es el reconocimiento, la conciencia de la verdad por parte del hombre, la cual cambia totalmente. Ocupa aquí un puesto de excelencia la Profesión de Fe del Pueblo de Dios, que Pablo VI ha proclamado en el momento culminante de la crisis postconciliar".
----------"En síntesis: el Syllabus defendió la verdad, el Vaticano II la libertad de la persona. Es difícil discernir una contradicción entre los dos documentos si son contemplados en su contexto histórico y son entendidos de acuerdo con las intenciones de sus declaraciones en ese momento. Además, para una interpretación correcta, hoy se debe tener en cuenta todo el magisterio postconciliar".
----------3) La constitución pastoral Gaudium et spes:
----------"Finalmente, también debe mencionarse el optimismo mundano, evidentemente un poco ingenuo, que había animado a los padres conciliares durante la redacción de Gaudium et spes. Sin embargo, tan pronto como terminó el concilio, se hizo evidente que este 'mundo' estaba experimentando un proceso cada vez más rápido de secularización, que empujó a la fe cristiana, y a la religión en general, a los márgenes de la sociedad. Por lo tanto, era necesario redefinir la relación entre la Iglesia y 'este mundo' -como lo llama Juan- y completar, interpretar, el texto conciliar, por ejemplo, en el sentido de los discursos de Benedicto XVI durante su visita a Alemania".
----------"Sin embargo, esto significa que una interpretación actual del concilio, que haga emerger la esencia de la enseñanza conciliar al hacerla fecunda para la fe y la enseñanza de la Iglesia del presente, debe leer sus textos a la luz de todo el magisterio postconciliar y comprender sus documentos como actualización del concilio. Como he destacado al principio: el Vaticano II no es el primero ni será el último concilio. Esto significa que sus declaraciones magisteriales deben ser examinadas a la luz de la tradición, es decir, interpretadas de tal modo de poder individuar, con respecto a ella, una ampliación, una profundización o incluso una aclaración, pero no una contradicción. La transmisión, la tradición, no implica la simple entrega de un paquete bien sellado, sino un proceso orgánico y vital, que Vicente de Lerins compara con la progresiva transformación de la persona de niño a hombre: siempre es la misma persona, que pasa por las fases del desarrollo".
----------"Esto se aplica a los ámbitos de la doctrina y de la estructura sacramental-jerárquica de la Iglesia, pero no a su acción pastoral, cuya eficacia continúa determinada por las exigencias de las situaciones contingentes del mundo que la circunda. Naturalmente también, se debe excluir cualquier contradicción entre la práctica y el dogma. Es un 'proceso de recepción activa', que también debe llevarse a cabo sobre la base de la unidad en el seno de la Iglesia. De hecho, también existen casos -no en el ámbito de las verdades de la fe, sino en el de la moral- en los que hoy puede ser oportuno lo que ayer ha sido prohibido".
----------"Si, por ejemplo, antes del Vaticano II, la prohibición absoluta de cremar a los muertos tenía como consecuencia la excomunión del católico que había elegido la cremación, en un momento en que la cremación ha perdido su aspecto de protesta contra la fe en la resurrección de los muertos, ha sido posible levantar tal prohibición".
----------"Esto se aplica de modo análogo en el caso de la prohibición de los intereses en el siglo XV-XVI, cuando los franciscanos y dominicos -y más precisamente en Florencia- se desafiaron mutuamente en amargos duelos desde los púlpitos, donde los contendientes se acusaron mutuamente de herejía a causa de la entidad de la tasa de interés permitida y amenazaban al adversario con arder en las llamas del infierno. Se trataba de un problema moral, nacido con los cambios de las reformas económicas y que luego se volvió de nuevo obsoleto".
   
Conclusiones
   
----------"Por lo tanto, debemos avanzar lentamente en el debate sobre el Vaticano II y su interpretación, que a su vez debe tener lugar en el contexto de la situación que ha cambiado con el tiempo. En este sentido, el magisterio de los papas post-conciliares ha hecho importantes contribuciones, que sin embargo no se han tenido suficientemente en cuenta, aunque deben tenerse en cuenta precisamente en el debate actual. Luego, en esta discusión, es bueno recordar el llamado a la paciencia y la modestia de San Pablo a Timoteo (2 Tim 4,1s)".
----------"Desafortunadamente tales confrontaciones continúan tomando formas que no concuerdan bien con el amor fraternal. Debería ser posible conciliar el celo por la verdad con la corrección y el amor al prójimo. En particular, sería apropiado evitar la 'hermenéutica del sospechoso' que acusa al interlocutor, desde el inicio, de concepciones heréticas. En síntesis: las dificultades en la interpretación de los textos conciliares no se derivan únicamente de su contenido. Debe tomarse cada vez más en consideración el modo en que se llevan a cabo nuestras discusiones".

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