miércoles, 8 de julio de 2020

Lefebvre, Viganò, de Mattei..., el cisma y la herejía (2/2)

Continuando con lo expuesto ayer, quisiera hoy reflexionar acerca del derrotero que suele seguirse hacia la herejía, un camino que frecuentemente se recorre de modo inconsciente y que, por eso, no es tan fácil calificar de herejes a los que no son conscientes que lo son, ni de cismáticos a quienes rompen la Unidad de la Iglesia precisamente por seguir los errores que los han llevado a veladas herejías.

----------En lo que a mi respecta, me parece ver la filiación lefebvriana o filo-lefebvriana en las actuales posturas hacia las que han virado personalidades respetables como el obispo Carlo María Viganò o el profesor Roberto de Mattei. Y cuando uso el adjetivo lefebvriano me refiero tanto a su carácter cismático como herético. Entendiendo por cisma: "el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos", como expresa el canon 751 del Código de Derecho Canónico, repitiendo a la letra lo que decía el canon 1325 del viejo código; y entendiendo por herejía: "la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma", como dice el mismo canon 751 y decía el viejo canon 1325 del Código de Derecho Canónico.
----------Sin embargo, dado que parece haber lectores muy sensibles a mis críticas hacia los lefebvrianos (aclarando, por lo demás, que por cierto no son lefebvrianos todos los que asisten a misas lefebvrianas), voy a tratar de explicar en esta nota el derrotero que frecuentemente suele llevar a la herejía, sin poner como ejemplo ni a Marcel Lefebvre ni a sus seguidores, sino que he buscado otro ejemplo, más bien tomado del extremo contrario, los modernistas. Entonces, lo que a continuación diré, el lector podrá aplicarlo luego, si lo desea, a otras situaciones, incluidos los lefebvrianos. Por lo demás, salta como obvio que si bien vulgarmente es frecuente tachar a alguien de hereje, no siempre es fácil calificar a nadie de hereje con la precisión canónica debida, dadas las condiciones de la herejía arriba expuestas en su definición.
----------Además, para que resulte más claro ver en qué consiste la herejía, es decir, un pertinaz error o duda contra la fe divina y católica, no me referiré a ninguno de los dogmas algo más difíciles de comprender, por ejemplo el dogma del Primado Romano, o de la infalibilidad docente del Papa o de un Concilio Ecuménico con y bajo el Papa, o el dogma de la sucesión apostólica, dogmas que están en la base de las actuales actitudes cismáticas, y que hoy tantos católicos ponen en discusión, sino algo que, pareciendo más básico y simple, es dogma central de nuestra fe: el dogma sobre Dios.
----------Ahora bien, traigamos a la mente un caso típico de hereje y cismático, por ejemplo, Martín Lutero. Un fenómeno característico de la herejía es el hecho de que el hereje comúnmente conserva mucho del patrimonio doctrinal católico del cual se ha separado. Pero no es lo mismo en sus seguidores, que ya no se nutren de la tradición católica y de la integridad doctrinal que la caracteriza, sino que fácilmente se alejan, siempre más y más, de las raíces católicas para dejarse influenciar por las modas y por los gustos de los tiempos.
----------La herejía provoca en el sistema teológico una degeneración, un desorden y una grieta acompañada de lagunas, exageraciones y contradicciones, que empeoran siempre cada vez más debido al hecho de que los sucesores del heresiarca ya no obtienen alimento de las fuentes de las cuales se han separado. Los sucesores del heresiarca tienden a un progresivo reduccionismo del patrimonio de la fe hasta hacerlo desaparecer por completo en los epígonos más lejanos y aumentando siempre la presencia del error.
---------- Para darse cuenta de esto, del tortuoso derrotero hacia nuevas formas de herejía a través de la filosofía o a veces de la simple ideología, los lectores, si desean seguirme, deberán hacer un esfuerzo a partir de lo que sepan o recuerden de la historia del pensamiento. A continuación, si me siguen, lo intentaremos.
 
El derrotero herético desde Lutero a Kant y Hegel
   
----------Tomando ahora el ejemplo propuesto, Martín Lutero, debemos recordar que los historiadores del pensamiento han demostrado cómo un Karl Marx (educado en el protestantismo) o un Friedrich Nietzsche (hijo de un pastor protestante) llevan a las extremas consecuencias los errores de Lutero. Considerando esta misma cuestión, el padre Giovanni Cavalcoli OP, demostraba hace años que esto mismo había ocurrido en dos casos extremadamente significativos y muy famosos: el de Kant y el de Hegel, con particular referencia al dogma cristológico. Estos dos grandes filósofos están en realidad distantes de la ortodoxia luterana, pero no por esto han dejado de estar influidos por el luteranismo. De hecho, si Kant pertenecía al movimiento pietista, Hegel tenía la intención explícita de construir su sistema filosófico como una interpretación y fundación racional de su fe luterana, de modo que Hegel aparece un poco como el santo Tomás del luteranismo. Sin embargo, no se puede negar la distancia de la concepción kantiana y hegeliana de Dios respecto de la luterana, mucho más cercana a la concepción católica que las dos primeras. El teísmo cristológico luterano es sustancialmente realista y creyente, ya que emerge claramente de la Sagrada Escritura, incluso si ya en Lutero, con su concepción subjetivista de la conciencia, comienzan a aparecer los signos de ese inmanentismo que será llevado al extremo por el idealismo trascendental alemán.
----------Un momento de ulterior alejamiento del cristianismo, después de Lutero, sobrevino con el Iluminismo, que al fin de cuentas es un desarrollo de ese racionalismo idealista de Descartes, quien también se profesaba católico. En cambio, el idealismo, como ya señalaron los protestantes Leibniz, Wolff y Kant, ya no era católico, sino que profesaba estar en típica sintonía con el egocentrismo luterano.
----------Por otra parte, debe tomarse en cuenta que el racionalismo iluminista estaba preparado por la crítica bíblica demoledora de Spinoza, Reimarus y Lessing, destructores de la historicidad de las narraciones evangélicas. La trascendencia divina se debilita, la historicidad de Cristo se desvanece, la razón pretende dominar sobre todo y a todos, se diría sobre Dios mismo, rechazando la autoridad del testimonio histórico y la posibilidad de una divina revelación y, por lo tanto, el principio mismo de fe religiosa.
----------De esta manera, el Cristo de Kant es de hecho un noble personaje, pero al fin de cuentas es un simple maestro de moral, un modelo ideal construido por la razón práctica, mientras que el Dios de Kant es un "ideal de la razón" con la tarea de unificar y organizar en su totalidad el sistema del saber racional, pero la pretensión de hacer de Dios un sujeto y una persona ontológicamente existente es para Kant sin fundamento y, en el mejor de los casos, debe dejarse a la ignorancia de la piedad popular.
----------El mismo "Dios" kantiano postulado por la razón práctica, no es un Dios, cuya existencia sea demostrada partiendo de las cosas (como hace un santo Tomás de Aquino), un Dios al cual la razón está sometida, creadora y legisladora de la razón, sino que es un Dios inmanente a la razón y al servicio de la razón, teniendo el propósito de asegurarle la satisfacción de su necesidad de completamiento y felicidad.
----------En consecuencia, para Kant, concebir la ley moral como expresión de la voluntad de Dios también se puede hacer, pero es una simple metáfora para representar lo absoluto racional del imperativo categórico. El acto humano del libre albedrío no es causado por Dios, sino que está fundado en sí mismo.
----------Con Hegel se da un paso más y, ciertamente, el clima cambia: a la exangüe y agonizante abstracción de la racionalidad iluminista sucede ahora una nueva racionalidad agitada, emotiva y sí, es cierto, románticamente inmersa en la historia y en el devenir, pero al mismo tiempo aún más ambiciosa que la racionalidad kantiana en cuanto que, si la racionalidad kantiana había rechazado en nombre de la razón una divina revelación, la Razón hegeliana es, por su propia naturaleza, divina revelación.
----------Con Hegel, los contenidos de la teología, como ya había comenzado a suceder con Kant, son rebajados al nivel del mito y de la metáfora, buenos para la mentalidad actual y para el "sentido común" incapaz de elevarse sobre el plano de la "filosofía" y del "pensamiento especulativo" o del "concepto". Por lo tanto, ya no es la fe por encima de la razón, sino, por el contrario, la fe, como "representación" por debajo de la razón o del Pensamiento, lo cual es una prerrogativa solo del filósofo.
----------Vemos entonces al final del camino, hacia donde condujo el derrotero herético iniciado con Martín Lutero. ¡Y en realidad sí que es una curiosa aventura de la razón la que se ha dado en la historia del protestantismo! De "prostituta del diablo" en Lutero se convierte con Hegel en divina revelación! ¡La razón se venga! La historia del protestantismo está completamente cubierta por estos fenómenos contradictorios, y por añadidura teorizados en Hegel con el nombre de "dialéctica", una exasperante sucesión de tormentosos movimientos pendulares en los cuales continuamente se pasa de un extremo a otro. La "mediación" es la simple yuxtaposición de contrarios, confundidos entre sí, pero no armonizados.
 
La concepción católica de Dios, y el Dios del postconcilio

----------Ahora bien, volvamos al ejemplo de herejía que hemos elegido, o sea los errores acerca de los dogmas sobre Dios en la Fe Católica. Pues bien, una de las cuestiones teológicas más graves que han surgido en el mundo católico en las últimas décadas del período postconciliar es la cuestión central de la teología: la misma concepción católica de Dios. Como es bien sabido, el Concilio Vaticano II promovió en sus documentos, de hecho, un progreso y una renovación de la teología, por una parte en fidelidad a la Tradición, pero por otra también abriéndose al diálogo ecuménico e interreligioso. Sin embargo, ¿qué fue lo que en realidad sucedió en el postconcilio en esta área? No hay ninguna duda que lo que ha sucedido fue que en la práctica del ecumenismo, en modo particular en la relación con los protestantes, los teólogos y pastores no siempre supieron conducir el diálogo ecuménico con la prudencia y el discernimiento que habían sido prescritos por el Concilio y, en particular, por el famoso documento dedicado al tema, el decreto Unitatis Redintegratio.
----------La confrontación teológica con los hermanos separados acerca de la gran cuestión del concepto de Dios y de los atributos divinos, si bien por un lado registró consoladoras y prometedoras convergencias, por otro lado ocurrió en ciertos casos de un modo incorrecto, en el sentido de que no han sido los hermanos separados quienes se acercaron a la verdad católica y, por lo tanto, a la comunión eclesial plena, como esperaba el decreto Unitatis Redintegratio, sino que fueron ciertos teólogos y pastores católicos quienes se dejaron engañar, por un malentendido espíritu de comunión, por ideas protestantes incorrectas acerca del concepto de Dios y en particular acerca de los misterios de la Encarnación y de la Redención.
----------Ocurrió que, con el impulso del Concilio Vaticano II, se suscitó un gran interés en la teología católica por las variadas corrientes protestantes a partir de Lutero hasta las tendencias actuales, y ese interés condujo indudablemente a la teología católica a conocer mejor las posiciones protestantes, poniendo de manifiesto los aspectos válidos, remediando malentendidos o deshaciendo equívocos, con el resultado de acercarse las respectivas posiciones, lo cual ha sido algo bueno. Sin embargo, tal interés católico por conocer las corrientes teológicas protestantes, también se ha expresado en muchas corrientes a veces estériles, cuando no francamente erróneas y alejadas de la Tradición, en el deseo de seguir cada una de las variadas y a menudo contradictorias ramificaciones de las teologías que derivan de Lutero.
----------Y hoy, tras cincuenta años de imprudente, negligente, defectuosa, y errónea aplicación de las prescripciones conciliares acerca de la labor ecuménica, es triste tener que constatar la influencia que Kant y Hegel aún ejercen sobre nuestra cultura: por un lado Kant, privado de su rigorismo moral, sobre todo en el mundo laico, por ejemplo en la cultura liberal y masónica, mundo abiertamente contrario a la posibilidad de una revelación divina y a la admisión de la divinidad de Cristo; mientras que por otro lado Hegel, que se presenta como intérprete del misterio de la Encarnación y de la Redención, ha encontrado sorprendentemente un gran favor en la cristología católica contaminante con el resurgimiento de las herejías pre-calcedonenses, la distinción de las dos naturalezas (divina y humana) de Cristo y la pureza del concepto de la divinidad, como lamentablemente incluso constatamos hoy en algunas opiniones, por supuesto alejadas de su munus docendi, en el actual Sumo Pontífice.
----------No hace falta decir que esta situación no tiene nada que ver con el verdadero ecumenismo y con la teología promovida por el Concilio Vaticano II. Es de esperar que, si la Providencia aún lo quiere permitir, surja desde el centro de la Unidad católica en la Fe, es decir desde la Cátedra Petrina, la necesaria corrección a toda esta desviación modernista. Porque, ciertamente, los católicos no deben tener complejos de superioridad, pero tampoco deben tener complejos de inferioridad frente a los hermanos protestantes. En tal sentido, una vuelta a la teología escolástica en los seminarios, con un retorno a la filosofía y teología de santo Tomás de Aquino, como lo postulaba la encíclica Aeterni Patris de León XIII o como lo piden los mismos documentos del Concilio Vaticano II, podría producir una sana corrección de toda esta deriva y crisis que, por cierto, y corrigiendo a Roberto de Mattei en su último podcast, no es crisis que ha nacido en el Concilio, sino mucho antes. 
----------Sin despreciar los valores contenidos en la historia del protestantismo, es necesario que los católicos, bajo la guía de sus pastores y de buenos teólogos, muestren a todos con caridad, coraje y sabiduría las riquezas de la concepción católica de Dios y de Cristo, en la certeza de obrar por el bien de los hermanos separados y de ayudarlos a entrar en plena comunión con la Iglesia Católica, pues solo en Ella existe la plenitud de la divina revelación y de la libertad y comunión en el Espíritu Santo que Cristo ha querido para su Iglesia.

En conclusión
 
----------He querido presentar, referido a la concepción católica de Dios, el proceso a través del cual la herejía y cisma de Lutero han ido derivando hacia las variadas formas en que las corrientes luteranas se fueron alejando del Depósito de la Fe. Repito: el heresiarca y cismático inicial conserva muchos elementos de la Fuente de la que se ha alejado, el Sagrado Depósito de la Fe, la Tradición, no así sus seguidores. En tal sentido, puede decirse, si se me permite, que Lutero ha sido, en su medida, más "católico", que sus seguidores, quienes, en cambio, están más contaminados por las modas y corrientes de pensamiento en boga, y no tan influidos ya por la Fuente de la que todavía bebía Lutero.
----------Los lectores sabrán aplicar esto mismo, si es de su interés, a las corrientes más o menos alejadas de la Fe que hoy pululan en el seno de la Iglesia. Y, por cierto, antes que me lo pregunten, también se aplica a los lefebvrianos: el arzobispo Marcel Lefebvre era, si se me permite la expresión, más católico que los lefebvrianos (que, por cierto, estoy seguro que él conscientemente no ha querido tener por seguidores, pero que de hecho los ha producido). No por casualidad las contradicciones en el pensamiento y en las declaraciones del benemérito arzobispo han sido expurgadas por sus seguidores, a medida que la ideología en ellos se ha ido imponiendo a la verdadera Tradición.

21 comentarios:

  1. Estimado Fr Filemón,
    Me ha costado seguirlo esta vez. Y no creo haberlo interpretado bien del todo. Pero volveré a leer su nota.
    Lo que sí quiero opinar, de mi parte, es que cuando Ud. dice que "el arzobispo Marcel Lefebvre era, si se me permite la expresión, más católico que los lefebvrianos", no me parece estar del todo de acuerdo con Ud.
    Yo más bien haría una distinción entre el primer Lefebvre, del inmediato postconcilio, de los años de la fundación de su fraternidad, años 70, 71 y ss, y los posteriores a su suspensión a divinis, y mucho más después de su excomunión en 1988.
    Creo que ha habido varios Lefebvres, y que hay muchas contradicciones en sus expresiones, en sus primeros libritos del postconcilio, y sus últimas declaraciones, en sus últimos años. Contradicciones que los líderes de la fsspx han tratado de ocultar, incluso ocultando videos, grabaciones y escritos, que no han salido a publicidad. Por supuesto, en lo que estoy de acuerdo con Ud. es en que los lefebvrianos han exacerbado los germinales errores de su fundador. Basta con mirar a Williamson. Por cierto, a mi criterio es tan continuadora de Lefebvre la fsspx oficial, como la "resistencia" de Williamson, como otras derivaciones que han nacido (como es histórico que sucede con todos los cismas, por otra parte) de la primera hermandad fundada por Lefebvre. TODOS son sus seguidores. Como todas las formas de luteranismo han nacido de un único Lutero.

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  2. Padre Filemon
    Mi mirada sobre Monseñor Lefebre es que e'l, en ultima innstancia enseño' lo que recibio'Por eso debemos disculparlo, ENTENDERLO, y no atacarlo .
    Santo varon, atormentado en sus ultimos tiempos,por las desavenencias con la Curia Vaticana,que nos advirtio'en la carta a los Catolicos Perplejos, del presente que vivimos, con una Iglesia en desmadre, producto de la HOMOHEREJIA repugnante, ENTRISMO,MASONERIA,MARXISMO. satanismo.Acaso es, o fue' el culpable de lo que esta' pasando?
    Entonces porque'ponerlo como extremo derecho de los problemas?
    Porque la presunta linea media conservadora desbarranco' por tibia.
    No soy sedevacantista ni pertenezco a la Fraternidad.
    La verdad solo es IHS y lo entiendo mejor, solo a traves de la mirada de la Sagrada Tradicion y con la humildad del pecador arrepentido.
    Que la Santa Trinidad y Maria ,permanezcan en Ud .
    (no andan los acentos)

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  3. Anonimo 17:41
    Conozco a Fray Filemón desde hace años, y le aseguro que por su cabeza no pasa atacar a nadie.
    Frecuentemente en los foros de comentarios como éste se malentienden las cosas. Cuando alguien señala un error o un pecado de alguien, se piensa que se está juzgando o condenando a ese alguien. Lo que se juzga, se ataca o se condena es al error, no al que se ha equivocado. Se condena el error, que nunca tiene derechos, pero se comprende al que se ha equivocado. Así como se condena al pecado, pero no se juzga al pecador.
    A mi entender, aquí nadie está juzgando a Mons. Lefebvre ni a Mons. Viganó, ni a Lutero, ni a Kant o a Hegel, en la presente nota del padre Filemón, sino que se están señalando sus errores.

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    1. Cuando se habla de herejes, y no de herejías; y cuando se habla se cismáticos, y no de cisma, se está hablando de personas...El decir que alguien es hereje o cismático, NECESARIAMENTE implica un juicio sobre esa persona.

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  4. Quien formula un error contra la Fe es un hereje material. Así de simple. Y eso no juzga sobre su condición específica de hereje. Sólo se dice que es hereje porque vive asintiendo materialmente a una herejía.

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  5. Es simple: Lutero ha sido hereje, por su asentimiento a errores contra la Fe.
    ¿Está mal que se diga eso?
    Un lefebvriano completo afirma que el Concilio Vaticano II, vale decir, un Concilio Ecuménico de la Iglesia, de todos los Obispos con y bajo el Papa, contiene herejías. Quien afirma eso es un hereje material. Así de simple.
    ¿Lefebvre lo afirmaba? Algo por el estilo. Lefebvre ha sido un hereje, al menos material. Además de cismático, por supuesto.

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  6. Católico conciliar8 de julio de 2020, 20:51

    8 de julio de 2020 a las 20:00

    Ud dice: ¿Lefebvre lo afirmaba? Algo por el estilo. Lefebvre ha sido un hereje, al menos material.

    Las herejías no son "algo por el estilo", son concretas y deben negar una verdad de fe revelada.

    Sobre el tema cisma: debe ser declarado y no lo fue. La excomunión que recibió Lefebvre fue por consagrar obispos sin mandato pontificio. Una excomunión que no es ni siquiera antigua, data de los años '50 a raíz de la iglesia patriótica china. Hasta ese momento a esa acción correspondía la suspensión a divinis. Aunque es cierto que Benedicto XVI dice que laIiglesia sanciona con ecomunión la consagración sin mandato por el peligro de cisma (no por cisma, agrego yo).

    Por otra parte es sabido que en 1977 el Cardenal Slipyj consagró en secreto obispos en Roma, lo que le valió una sansión de la Santa Sede a él y a los consagrados, aunque finalmente dos de ellos fueron rehabilitados en los '90. Incluso uno fue arzobispo mayor de Lviv en 2001. Y Slipyj se justificó diciendo que lo hizo porque el Vaticano estaba lleno de espías de la KGB.

    Benedicto en su carta de 2009 aclara también que la pena que afecta personas y no instituciones.

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  7. Católico Conciliar:
    Lefebvre negó la verdad de Fe de la imposibilidad de error (inerrancia) en materia de fe y moral de un Concilio Ecuménico de la Iglesia.
    ¿Eso no es una herejía, al menos material?

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  8. Católico conciliar9 de julio de 2020, 10:18

    9 de julio de 2020 a las 05:02

    Creo que lo importante en esta materia es mostrar la frase censurable y luego mostrar cuál verdad de la Revelación contradice.

    En esto las generalizaciones no son buenas.

    Sobre el tema de un Concilio Ecuménico o declaración pontificia: lo importante es la voluntad de enseñar de modo definitivo. Porque si así no fuera, le aseguro que entramos en un problema. Hay cosas dichas en el Concilio de Florencia que luego se contradijeron (especialmente las relativas al sacramento del Orden) y en Trento también (algunos cánones sobre la Misa).

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  9. Católico conciliar: Perdona, pero lo que tú menos eres es ser "conciliar". Tienes la pinta de un lefe hecho y derecho hermano.
    Lo que tienes que aceptar del Concilio no es sólo lo que se ha dicho "de modo definitivo". Si tú estas convencido de eso, es que te han "lefebvrianizado".

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  10. Estoy perplejo. Me parece muy justificado preocuparse por "el derrotero que suele conducir a la herejía". Pero nada se dice cuando se nombra a Lutero "testigo del Evangelio" o cuando se omite la respuesta a las dubia de los 4 cardenales o cuando se celebra una ceremonia manifiestamente idolátrica en pleno Vaticano.

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  11. Católico conciliar9 de julio de 2020, 19:51

    Cruzado:

    por qué las cosas sobre lo personal? Me parece el peor modo de conversar.

    Yo planteo lo siguiente:
    Si busca el decreto por armeniis del Concilio Florencia (está en el Denzinger) puede leer:
    "El sexto sacramento es el del orden, cuya materia es aquello por cuya entrega se confiere el orden: así el presbiterado se da por la entrega del cáliz con vino y de la patena con pan; el diaconado por la entrega del libro de los Evangelios; el subdiaconado por la entrega del cáliz vacío y de la patena vacía sobrepuesta, y semejantemente de las otras órdenes por la asignación de las cosas pertenecientes a su ministerio".

    En ese texto se dice que la materia del sacramento del orden es la entrega de los instrumentos y que las órdenes menores pertenecen al sacramento del orden. Ambas realidades negadas, cambiadas o desmentidas luego por documentos de diversa índole (algunos por Pío XII otros por Pablo VI).

    Ese decreto de un Concilio Ecuménico hay que aceptarlo sí o no?

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  12. Católico conciliar: has citado un ejemplo muy conocido. Pues bien, si has podido citar eso, es que has leído suficiente teología como para conocer ya por tí mismo la respuesta a tu pregunta. Así que me remito a tus estudios teológicos, o a tu biblioteca por si no te acuerdas de la respuesta a tu objeción.
    Respecto a que si hay que aceptar tal o cual cosa de un documento conciliar, supongo que también sabes que no debe aceptarse con el mismo grado de asentimiento todo lo que un Concilio o un Sumo Pontífice expresa, algunas cosas hay que aceptarlas con fe divina y católica, otras con fe en la autoridad de la Iglesia que enseña (es decir, con fe eclesiástica) y otras con obediencia y respeto. Y también puede haber cosas en las que no vige la aceptación, porque incluso pueden ser erróneas, cuando se refieren por ejemplo a la ciencia sea a la ciencia natural o la ciencia histórica, o cualesquiera ciencias modernas (por caso, si quieres un ejemplo actual, alguna opinión del papa Francisco en Laudato si, acerca de la ecología, basada en las hipotesis sólo opinables del calentamiento global).
    Tu seguramente comprendes lo que digo.

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  13. Católico conciliar:

    La Santa Iglesia Católica no se equivocó en el Concilio de Florencia, pues Ella es infalible en la liturgia y en la administración de los sacramentos.

    Sobre la materia del sacramento del orden, la Iglesia tiene potestad para cambiarla, sin que ello conlleve error alguno. Eso explica el hecho de que a lo largo de los siglos, la materia del sacramento del orden haya sido modificada. El Padre Royo Marín, O. P., ofrece una explicación de ello en el siguiente texto:

    Elementos constitutivos del sacramento del orden

    Vamos a precisarlos señalando la materia y la forma que corresponde a cada una de las diferentes órdenes.

    420. 1. Nota histórica. En nuestros mismos días se ha producido un acontecimiento de importancia extraordinaria que ha venido a arrojar una gran luz en el asunto que nos ocupa y que ha repercutido hondamente en toda la teología sacramentaria: la constitución apostólica de Pío XII Sacramentum ordinis, del 30 de noviembre de 1947 (D 2301).

    Hasta llegar a ella, eran variadísimas las opiniones de los teólogos acerca de la materia y la forma de algunas órdenes, sobre todo de las que son ciertamente sacramento e imprimen carácter. Pío XII ha zanjado definitivamente la cuestión y ha declarado, con su suprema autoridad apostólica, en qué consiste la materia y la forma de las tres órdenes sagradas principales: el episcopado, el presbiterado y el diaconado, dando fin con ello a una disputa varias veces secular.

    La declaración auténtica de Pío XII ha repercutido —decíamos— en toda la teología sacramentaria, ya que, al no identificar la materia y la forma con la substancia de los sacramentos —que el concilio de Trento declaró intangible (D 931)—, permite resolver de un plumazo las dificultades históricas que planteaban a los teólogos los cambios introducidos a través de los siglos en la materia y la forma de algunos sacramentos. Todo se resuelve con gran facilidad recurriendo a una institución genérica de esos sacramentos por el mismo Cristo, que permitiría a la Iglesia introducir modificaciones incluso en su materia y forma, conservando intangible la substancia de los mismos, o sea, «aquellas cosas que, conforme al testimonio de las fuentes de la revelación, Cristo Señor estatuyó debían ser observadas en el signo sacramental» (Pío XII, D 2301).

    (Royo Marín, Teología moral para seglares, B. A. C., 1961, vol. 2, p. 491).

    Este libro puede descargarse de Internet.

    Esto dice infaliblemente el Papa Pío XII en Sacramentum ordinis:

    «De donde se colige que ni siquiera, según la mente del Concilio de Florencia, se requiere por voluntad del mismo Señor Nuestro Jesucristo la entrega de los instrumentos para la validez y sustancia de este sacramento. Y si alguna vez por voluntad y prescripción de la Iglesia aquélla ha sido también necesaria para la validez, todos saben que la Iglesia tiene poder para cambiar y derogar lo que ella ha estatuido».

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  14. La Iglesia es infalible en sus leyes disciplinarias universales, leyes en las que está incluida la liturgia. Quien afirme (como hacen los lefebvristas), que la Iglesia se equivocó en el Concilio de Florencia, o que la Misa de San Pablo VI es mala para la fe, etc., incurre en la condenación de la Iglesia:

    - Papa Pío VI, Constitución Auctorem fidei, del 28-VIII-1794, condenando los errores del Sínodo jansenista de Pistoya:

    «El decreto del sínodo, [...], en el que, tras afirmar que “hay que distinguir en cada artículo lo que concierne a la fe y a la esencia de la religión y lo que es propio de la disciplina”, se agregaba que “incluso en esta última (la disciplina), hay que distinguir aquello que es necesario o útil para mantener a los fieles en el espíritu de aquello que es innecesario o más pesado de lo que puede soportar la libertad de los hijos de la Nueva Alianza, y especialmente de aquello que es peligroso o nocivo, ya que conduce a la superstición o al materialismo”. Puesto que, en razón de los términos generales utilizados, incluye y somete al examen prescrito incluso la disciplina establecida y aprobada por la Iglesia –como si la Iglesia, gobernada por el Espíritu de Dios, pudiera establecer una disciplina no solamente inútil y demasiado pesada para la libertad cristiana, sino también peligrosa, nociva y conducente a la superstición y al materialismo– es falso, temerario, escandaloso, pernicioso, ofensivo a los oídos piadosos, injurioso para la Iglesia y para el Espíritu de Dios que la gobierna y, como mínimo, erróneo» (DzSch 2678).

    - Papa Gregorio XVI, Enc. Mirari Vos, 15-VIII-1832:

    «Sería verdaderamente reprobable y muy lejano a la veneración con que deben recibirse las leyes de la Iglesia condenar, por un afán caprichoso de opiniones, la disciplina por ella sancionada y que se refiere a la administración de las cosas sagradas, a la norma de las costumbres y a los derechos de la Iglesia y sus ministros, censurarla como opuesta a ciertos principios de derecho natural o presentarla como defectuosa o imperfecta y sometida al poder civil».

    - Papa Pío XII, Enc. Mystici corporis, 29-VI-1943:

    «Sin duda, nuestra piadosa madre [la Iglesia] brilla con un resplandor sin mancha en los sacramentos con los que ella engendra a sus hijos y los nutre, en la fe que siempre conserva al abrigo de cualquier ataque, en las leyes santísimas que impone a todos y en los consejos evangélicos que ofrece a todos y, finalmente, en las gracias celestiales y los carismas sobrenaturales mediante los cuales engendra con una incesante fecundidad legiones innumerables de mártires, confesores y vírgenes. No hay que reprocharle a ella las debilidades y las heridas de algunos de sus miembros, en cuyo nombre ella pide a Dios todos los días: “Perdona nuestras ofensas”, y a la salvación espiritual de los cuales se consagra sin descanso, con toda la fuerza de su amor maternal».

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  15. Católico conciliar12 de julio de 2020, 9:07

    Estimado Deus vult:

    sobre la materia de los sacramentos que no haya sido establecida por Jesucristo, concedo. Pero sobre lo que es o no sacramento me permito dudarlo. Resulta que el concilio de Florencia dice que las órdenes menores son sacramento y luego se dijo que no. Y ahí cómo la ponemos? Salvo que Ud afirme que era sacramento y luego dejaron de serlo. Parecería que eso no es disciplina de los sacramentos sino "contenido" del sacramento.

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  16. Deus Vult y Católico Conciliar:
    El cardenal Walter Brandmüller ha recordado hoy claramente el entuerto sobre el Concilio de Florencia al que Católico Conciliar se refiere equivocadamente, y Deus Vult se refiere acertadamente.
    Que no se enoje Católico Conciliar, porque el propio obispo Athanasius Schneider también se ha equivocado sobre esto.
    Brandmüller se lo explicó a Schneider días atrás en una carta.

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  17. Católico conciliar:

    El Concilio de Florencia no dice explícitamente que el subdiaconado y las órdenes menores sean sacramentos. El Concilio las menciona al hablar del sacramento del orden, ya que estas órdenes están vinculadas a este sacramento. Pero Florencia no afirma expresamente que sean sacramentos.

    La Iglesia es infalible al determinar la materia y forma de un sacramento, y obviamente, también es infalible a la hora de discernir qué es y qué no es un sacramento (si Ella no fuera infalible en esto, es evidente que erraría al administrar los sacramentos; pero todo ello es imposible, como consta en las citas del magisterio que puse en el anterior comentario).

    Respecto a lo que usted dice de que la Iglesia erró en Florencia al considerar “sacramentos” las órdenes menores y el subdiaconado, sólo decirle que yo no comparto su afirmación. Tampoco he estudiado la cuestión en profundidad. Lo que sí tengo muy claro, y parto de este presupuesto, es que la Iglesia no puede errar en estas cuestiones, pues es infalible en su liturgia y en la administración de los sacramentos. Pueden citarse muchos teólogos de primera línea que sostienen la infalibilidad de la Iglesia en materia litúrgica y sacramental. Además, los concilios ecuménicos son infalibles también, y el de Florencia es uno de ellos.

    No creo que el Concilio de Florencia afirme necesariamente que las órdenes menores y el subdiaconado sean sacramentos. El Concilio ciertamente las menciona al hablar del sacerdocio, pero no afirma expresamente que sean sacramentos. ¿Por qué, entonces, Florencia las incluye en ese párrafo? En mi opinión, creo que lo hace debido a la estrecha vinculación que existe entre esas órdenes y el sacerdocio, siendo aquéllas grados ascendentes por los cuales se llega a éste. Esencialmente, creo que uno de los motivos por los que se mencionan todas las órdenes juntas sería que las órdenes menores son (o eran) necesarias para recibir lícitamente el diaconado, presbiterado y episcopado, como consta por mandato expreso de la Iglesia. Sobre esto, cito de nuevo a Royo Marín, que al enumerar los requisitos para la ordenación, menciona de entre ellos el siguiente:

    H) Haber recibido las órdenes inferiores

    437.
    Quiere decir que no se reciba una orden superior sin haber recibido previamente las órdenes a ella inferiores. Lo manda expresamente el Código en la siguiente forma:

    «Las órdenes han de conferirse según el orden de graduación entre ellas, de tal manera que están en absoluto prohibidas las ordenaciones por salto» (cn.977).

    (Royo Marín, Teología moral para seglares, B. A. C., 1961, vol. 2, p. 508).

    Quizá en tiempos del Concilio de Florencia, era necesaria la recepción previa de las órdenes menores para recibir válidamente (y no sólo lícitamente) el sacramento del orden. Pío XII, en Sacramentum ordinis, parece decir que la Iglesia tiene la potestad de imponer condiciones necesarias para la validez de las ordenaciones sacerdotales, condiciones que, sin ser necesarias para la substancia del sacramento por la voluntad de Cristo, pudieron sin embargo haberlo sido para su validez por voluntad expresa de la Iglesia. Esto dice el Papa:

    «De donde se colige que ni siquiera, según la mente del Concilio de Florencia, se requiere por voluntad del mismo Señor Nuestro Jesucristo la entrega de los instrumentos para la validez y sustancia de este sacramento. Y si alguna vez por voluntad y prescripción de la Iglesia aquélla ha sido también necesaria para la validez, todos saben que la Iglesia tiene poder para cambiar y derogar lo que ella ha estatuido».

    Las órdenes menores fueron necesarias para recibir lícitamente el sacramento del orden. Si lo fueron también para la validez del sacramento, yo eso no lo sé.

    DIVIDO ESTE COMENTARIO EN VARIAS PARTES, PUES EL SISTEMA NO ACEPTA COMENTARIOS TAN LARGOS.

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  18. CONTINUACIÓN

    Tenga usted en cuenta que las órdenes menores están muy vinculadas con el sacerdocio, y el modo en el que son conferidas guarda gran semejanza con el sacramento del orden (sus ritos constan de materia y forma; son administradas por el obispo mediante una ceremonia sagrada llamada ordenación; etc.). Creo que tiene sentido que Florencia, al tratar en ese párrafo de la materia, la forma y el ministro (el obispo) del sacramento del orden, incluya también en ese pasaje las órdenes menores y el subdiaconado, dada su conexión con el sacramento.

    El propio Royo Marín, al precisar la materia y la forma del sacramento del orden, también incluye en ese apartado el subdiaconado y las órdenes menores —acolitado, exorcistado, lectorado y ostiariado—, justo como hace el Concilio de Florencia, dada la vinculación de ellas con el sacramento del orden (Royo Marín, op. cit., pp. 491-493). Y eso es remarcable porque Royo Marín, en su obra, niega que sean sacramentos.

    El Concilio de Trento, concilio ecuménico (y por tanto, infalible), también menciona las órdenes menores y el subdiaconado juntamente con el resto de órdenes sagradas, sin que ello signifique que afirme necesariamente la naturaleza sacramental de las primeras. Este dato es llamativo porque Trento, al igual que el Concilio de Florencia, procede a describir todas las órdenes juntas precisamente en el apartado en el que trata de la doctrina y cánones del sacramento del orden (Concilio de Trento, Sesión XXIII, 15 de julio de 1563).

    Copio a continuación algunos párrafos de Trento, de la Sesión XXIII, resaltando en negrita algunas partes:

    CAP. II. De las siete Órdenes.

    Siendo el ministerio de tan santo sacerdocio una cosa divina, fue congruente para que se pudiese ejercer con mayor dignidad y veneración, que en la constitución arreglada y perfecta de la Iglesia, hubiese muchas y diversas graduaciones de ministros, quienes sirviesen por oficios al sacerdocio, distribuidos de manera que los que estuviesen distinguidos con la tonsura clerical, fuesen ascendiendo de las menores órdenes a las mayores; pues no sólo menciona la sagrada Escritura claramente los sacerdotes, sino también los diáconos; enseñando con gravísimas palabras qué cosas en especial se han de tener presentes para ordenarlos: y desde el mismo principio de la Iglesia se conoce que estuvieron en uso, aunque no en igual graduación, los nombres de las órdenes siguientes, y los ministerios peculiares de cada una de ellas; es a saber, del subdiácono, acólito, exorcista, lector y ostiario o portero; pues los Padres y sagrados concilios numeran el subdiaconado entre las órdenes mayores, y hallamos también en ellos con suma frecuencia la mención de las otras inferiores.

    ----------

    CAP. III. Que el orden es verdadera y propiamente Sacramento.

    Constando claramente por testimonio de la divina Escritura, de la tradición Apostólica, y del consentimiento unánime de los Padres, que el orden sagrado, que consta de palabras y señales exteriores, confiere gracia; ninguno puede dudar que el orden es verdadera y propiamente uno de los siete Sacramentos de la santa Iglesia; pues el Apóstol dice: Te amonesto que despiertes la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos: porque el espíritu que el Señor nos ha dado no es de temor, sino de virtud, de amor y de sobriedad.

    CONTINÚA…

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  19. CONTINUACIÓN

    CAP. IV. De la jerarquía eclesiástica, y de la ordenación.

    [...] Movido de esto, declara el santo Concilio, que además de los otros grados eclesiásticos, pertenecen en primer lugar a este orden jerárquico, los Obispos, que han sucedido en lugar de los Apóstoles; que están puestos por el Espíritu Santo, como dice el mismo Apóstol, para gobernar la Iglesia de Dios; que son superiores a los presbíteros; que confieren el sacramento de la Confirmación; que ordenan los ministros de la Iglesia, y pueden ejecutar otras muchas cosas, en cuyas funciones no tienen potestad alguna los demás ministros de orden inferior. Enseña además el santo Concilio, que para la ordenación de los Obispos, de los sacerdotes, y demás órdenes, no se requiere el consentimiento, ni la vocación, ni autoridad del pueblo, ni de ninguna potestad secular, ni magistrado, de modo que sin ella queden nulas las órdenes; antes por el contrario decreta, que todos los que destinados e instituidos sólo por el pueblo, o potestad secular, o magistrado, ascienden a ejercer estos ministerios, y los que se los arrogan por su propia temeridad, no se deben estimar por ministros de la Iglesia, sino por rateros y ladrones que no han entrado por la puerta. Estos son los puntos que ha parecido al sagrado Concilio enseñar generalmente a los fieles cristianos sobre el sacramento del Orden […].

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    CAN. II. Si alguno dijere, que no hay en la Iglesia católica, además del sacerdocio, otras órdenes mayores, y menores, por las cuales, como por ciertos grados, se ascienda al sacerdocio; sea excomulgado.

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    CAP. XIII. Condiciones de los que se han de ordenar de subdiáconos y diáconos: no se confieran a uno mismo dos órdenes sagradas en un mismo día.

    Ordénense de subdiáconos y diáconos los que tuvieron favorable testimonio de su conducta, y hayan merecido aprobación en las órdenes menores, y estén instruidos en las letras, y en lo que pertenece al ministerio de su orden. Los que con la divina gracia esperaren poder guardar continencia, sirvan en las iglesias a que estén asignados, y sepan que sobre todo es conveniente a su estado, que reciban la sagrada comunión a lo menos en los domingos y días de fiesta en que sirvieren al altar. No se permita, a no tener el Obispo por más conveniente otra cosa, a los promovidos a la sagrada orden del subdiaconado, ascender a más alto grado, si por un año a lo menos no se han ejercitado en él. Tampoco se confieran en un mismo día dos órdenes sagradas, ni aun a los regulares; sin que obsten privilegios ningunos, ni cualesquiera indultos que hayan concedido a cualquiera.

    (Concilio de Trento, Sesión XXIII, 15 de julio de 1563. Los capítulos II, III y IV citados aquí pertenecen al apartado Doctrina del sacramento del orden; el canon II pertenece al apartado Cánones del sacramento del orden; y el capítulo XIII está tomado del apartado Decreto sobre la reforma).

    Los textos de esa Sesión pueden consultarse aquí:

    https://mercaba.org/CONCILIOS/Trento10.htm

    Como puede observarse, el Concilio de Trento utiliza las palabras órdenes, sagradas órdenes, etc., para referirse indistintamente a las órdenes menores, al subdiaconado, al diaconado, al presbiterado, etc. Y esto lo hace en la Sesión en la que trata del sacramento del orden, sin que quede claro si las órdenes menores y el subdiaconado son sacramentos o no. Lo mismo ocurre con el Concilio de Florencia. El hecho de que ambos concilios hablaran de todas las órdenes a la hora de tratar del sacramento del orden, no significa que dichos concilios cayeran en el error.

    Trento y Florencia son infalibles, como infalible es la Iglesia. Si me acepta un consejo, yo me alejaría de los grupos de tendencia lefebvrista que sostienen errores contrarios al magisterio de la Iglesia.

    Saludos.

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  20. Católico conciliar13 de julio de 2020, 20:13

    Deus vult:

    muy interesante todo lo que pone de Royo y del Concilio de Trento.

    Ahora yo leo y analizo el Concilio de Florencia, no Royo Marín. Es tal vez más profechoso leer la fuente de ese tratado que es el opúsculo de Santo Tomás. En fin, si a Ud le cierra su explicación, bárbaro.

    Sobre su consejo final, gracias. De todos modos le pido que no lleve las cosas a nivel personal, porque no es el caso. No sirve tampoco para debatir. Solamente para descalificar.

    De todos modos ni pertenezco ni frecuento esos grupos.

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