Algo ya he sugerido sobre este tema, pero hoy ahondaremos. Conviene repetir que la etiqueta de "católicos tradicionalistas" es controvertida, y no amada precisamente por algunos de los mismos a los que se aplica.
----------Este tema tiene, como ya lo dije, contornos bastante imprecisos, pues los medios de prensa usualmente se refieren a los "católicos tradicionalistas" como los que se oponen a la reforma litúrgica y luchan a favor de la "Misa en latín" (de ese modo simplista se expresan los medios); lo que también refutan, ya que para el "tradicionalismo" preservar las fórmulas que preceden a las reformas de Pablo VI [1897-1978] es más importante que preservar el idioma latino. Pero en lo que hoy me interesa reflexionar es acerca de su oposición "política" a los documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II con respecto a la libertad religiosa y las relaciones de la Iglesia con los Estados seculares y con otras religiones. El tema es casi completamente ignorado, pero acerca de él ha hecho perspicaces observaciones el sociólogo Massimo Introvigne.
----------Hay que notar que la dimensión política del "tradicionalismo", descuidada por los mass media, ha sido percibida y aprovechada, y durante décadas, por cierta extrema derecha del espectro político. Precisamente, la extrema derecha política, después del Concilio Vaticano II, descubrió que ya no podía encontrar en el stablishment de la Iglesia Católica la cobertura a la que se había habituado en años anteriores. Incluso los obispos dispuestos a apoyar regímenes dictatoriales y formaciones políticas de extrema derecha ya han ido desapareciendo de la primera línea jerárquica (basta, por ejemplo, con un simple vistazo a lo que hoy ocurre en el episcopado argentino). Tomando consciencia de ser minoría, el mundo "tradicionalista católico" ha permitido a estos regímenes y partidos sostener y argumentar que al menos "una parte de los católicos" (que frecuentemente son presentados como "los mejores y más saludables"), están con ellos. Por su parte, las formaciones "tradicionalistas" han podido imaginar, a través de estas alianzas políticas, que podían salir de la irrelevancia social y cultural que implica su propia condición minoritaria, de pequeño enclave, es decir, su condición de aldea en el bosque, lo que algunos han llamado el "guetto tradizionalista".
----------El propio Introvigne cita como un "caso espectacular", ya hacia fines de la década de 1970, el caso de Argentina, donde la junta militar del general Jorge Rafael Videla [1925-2013], más tarde sentenciado a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad, luego de un efímero intento para presentarse ante los obispos y ante Roma como una especie de mal transitorio y necesario para salvar al país del caos social y económico, terminó por encontrarse completamente aislado respecto del mundo católico oficial y decidió multiplicar los gestos de apertura y colaboración con los "tradicionalistas" argentinos. Completando el análisis de Introvigne, podríamos decir que los diversos submundos católicos tradicionalistas argentinos pudieron incluso en aquella época tener cierto peso en el propio catolicismo argentino oficial, y la imagen paradigmática puede darla aquel Congreso Mariano Nacional de 1980 que los sacerdotes de mi generación tenemos muy vívido en nuestras retinas, un evento que, con la presencia protagónica del mismo general Videla, incluso nuestro obispo, mons. Marcelo Colombo, alguien tan extremamente alejado de cualquier ámbito que pueda llamarse defensor de la Tradición, cita con mucha frecuencia siempre en tono laudatorio.
----------En sus notas de 2014, Introvigne cita otro caso, más reciente, esta vez en Francia: el de Marine Le Pen, quien a pesar de sus dos divorcios, sin embargo hizo que sus hijos fueran polémicamente bautizados por sacerdotes "tradicionalistas", como para subrayar públicamente sus malas relaciones con el episcopado católico y su disposición a buscar una base de sustento político en un catolicismo "alternativo".
----------También se debe citar lo que viene ocurriendo en Italia, donde diversos políticos de la Lega o de Forza Nuova, que han sido personajes a menudo tan criticados por los obispos por sus posturas en materia de inmigración, han terminado buscando abiertamente el apoyo de sacerdotes "tradicionalistas". Sin mencionar el caso clamoroso del 15 de octubre de 2013, cuando fue celebrado el funeral del ex capitán de las SS Erich Priebke [1913-2013] en una capilla "tradicionalista" de la FSSPX en Albano Laziale (Roma). Los lefebvrianos fueron los únicos dispuestos a celebrar una misa de cuerpo presente a uno de los principales responsables de la masacre de 335 italianos en las Fosas Ardeatinas de Roma en marzo de 1944.
----------Se trata apenas de un puñado de episodios, a los cuales los lectores pueden añadir ejemplos y casos de su propio recuerdo y cosecha, en relación con los cuales podemos hacernos varias preguntas:
----------1) Por un lado, podemos preguntarnos si, contrariamente a las que podemos suponer buenas intenciones de los obispos y sacerdotes que han sido protagonistas principales de los mencionados episodios y de otros similares, ellos no han terminado encerrando aún más a los "tradicionalistas" en su aldea en el bosque, en un "ghetto" lejanísimo del sentimiento común de los católicos.
----------2) Por otro lado, podemos también preguntarnos si estos eventos no son más bien la punta del iceberg constituido por las complejas relaciones entre el "tradicionalismo" y la política, que en realidad han sido parte de este submundo "tradicionalista" desde sus mismos orígenes.
----------3) Y finalmente, podemos preguntarnos además si estos eventos no explican también cómo la ruptura con Roma es difícilmente remediable, precisamente porque no se trata solo de liturgia, de la Misa en latín, del rito de san Pío V, y ni siquiera de sutilezas teológicas acerca de la interpretación del Concilio Vaticano II, sino más bien y sobre todo de profundas opciones (políticas) que ubican cada vez más al "tradicionalismo" en vía de colisión permanente e insuperable con el resto del catolicismo.
----------Son tres preguntas que abren nuestra reflexión de una manera que quizás a algunos puede parecer sorprendente, pero que en realidad tienen respuestas y explicaciones más simples de lo que a primera vista parece. Claro que antes de cerrar esta primera nota introductoria, quiero volver a recordar que los términos "catolicismo tradicionalista" o "tradicionalismo católico" tienen semántica variada, con al menos tres significados que traté de explicar en una nota anterior, a la que remito a los lectores:
----------a) El primer tradicionalismo es el grupo, de carácter apocalíptico, de aquellos que creen que con el Concilio Vaticano II la Iglesia está terminada y piensan que los Papas posteriores al Concilio no son tales, sino usurpadores de la Sede Petrina. Son, dicho de modo general, los sedevacantistas.
----------b) El segundo tradicionalismo es el de los que tienen dificultades con el Concilio Vaticano II pero, queriendo permanecer católicos, es decir fieles a Roma y al Papa, intentan explicar los textos conciliares en hermenéutica de continuidad con la Tradición, y reclaman por ello al Papa.
----------c) El tercer tradicionalismo rechaza el Concilio (o al menos muchos de sus documentos) y las reformas posconciliares, al mismo tiempo afirmando que no hay duda de que quien ocupa la Sede Apostólica es verdaderamente el Papa, y precisando que intentan seguirlo solo en su Magisterio infalible, del que no formarían parte los documentos del Concilio Vaticano II, pero que no lo siguen al Papa ni al Concilio en su Magisterio ordinario que, en cuanto falible, podría ser abiertamente rechazado.
----------A mi criterio, el nombre de "tradicionalismo" en su correcta acepción, en cuanto abuso de la interpretación del concepto de Tradición católica, sólo puede aplicarse a la primera y tercera acepción, y no a la segunda, en la que personalmente me encuentro. La distancia que hay entre la segunda posición y las otras dos, es la misma distancia que existe entre la verdad católica y la herejía (al menos materialmente considerada).
----------1) Por un lado, podemos preguntarnos si, contrariamente a las que podemos suponer buenas intenciones de los obispos y sacerdotes que han sido protagonistas principales de los mencionados episodios y de otros similares, ellos no han terminado encerrando aún más a los "tradicionalistas" en su aldea en el bosque, en un "ghetto" lejanísimo del sentimiento común de los católicos.
----------2) Por otro lado, podemos también preguntarnos si estos eventos no son más bien la punta del iceberg constituido por las complejas relaciones entre el "tradicionalismo" y la política, que en realidad han sido parte de este submundo "tradicionalista" desde sus mismos orígenes.
----------3) Y finalmente, podemos preguntarnos además si estos eventos no explican también cómo la ruptura con Roma es difícilmente remediable, precisamente porque no se trata solo de liturgia, de la Misa en latín, del rito de san Pío V, y ni siquiera de sutilezas teológicas acerca de la interpretación del Concilio Vaticano II, sino más bien y sobre todo de profundas opciones (políticas) que ubican cada vez más al "tradicionalismo" en vía de colisión permanente e insuperable con el resto del catolicismo.
----------Son tres preguntas que abren nuestra reflexión de una manera que quizás a algunos puede parecer sorprendente, pero que en realidad tienen respuestas y explicaciones más simples de lo que a primera vista parece. Claro que antes de cerrar esta primera nota introductoria, quiero volver a recordar que los términos "catolicismo tradicionalista" o "tradicionalismo católico" tienen semántica variada, con al menos tres significados que traté de explicar en una nota anterior, a la que remito a los lectores:
----------a) El primer tradicionalismo es el grupo, de carácter apocalíptico, de aquellos que creen que con el Concilio Vaticano II la Iglesia está terminada y piensan que los Papas posteriores al Concilio no son tales, sino usurpadores de la Sede Petrina. Son, dicho de modo general, los sedevacantistas.
----------b) El segundo tradicionalismo es el de los que tienen dificultades con el Concilio Vaticano II pero, queriendo permanecer católicos, es decir fieles a Roma y al Papa, intentan explicar los textos conciliares en hermenéutica de continuidad con la Tradición, y reclaman por ello al Papa.
----------c) El tercer tradicionalismo rechaza el Concilio (o al menos muchos de sus documentos) y las reformas posconciliares, al mismo tiempo afirmando que no hay duda de que quien ocupa la Sede Apostólica es verdaderamente el Papa, y precisando que intentan seguirlo solo en su Magisterio infalible, del que no formarían parte los documentos del Concilio Vaticano II, pero que no lo siguen al Papa ni al Concilio en su Magisterio ordinario que, en cuanto falible, podría ser abiertamente rechazado.
----------A mi criterio, el nombre de "tradicionalismo" en su correcta acepción, en cuanto abuso de la interpretación del concepto de Tradición católica, sólo puede aplicarse a la primera y tercera acepción, y no a la segunda, en la que personalmente me encuentro. La distancia que hay entre la segunda posición y las otras dos, es la misma distancia que existe entre la verdad católica y la herejía (al menos materialmente considerada).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.