martes, 9 de junio de 2020

Los católicos tradicionalistas y la política (3/3)

En el corazón del problema de la ruptura del "tradicionalismo católico" nacido de la postura de mons. Lefebvre en los años 1960s y mantenida desde entonces, está la cuestión de la libertad religiosa.

----------Como ya he dicho, el problema "político" de la libertad religiosa reviste, en la polémica de mons. Lefebvre en su enfrentamiento al Concilio Vaticano II, un papel no menos importante que el de la reforma litúrgica post-conciliar. La concepción general de la política de mons. Marcel Lefebvre, y particularmente su concepción de las relaciones entre el Estado y la Iglesia, ha pasado inalterable a sus herederos de la FSSPX y a otros grupos que surgieron de ella, antes o después de la muerte de su fundador. A propósito -lo digo de paso- este es un dato a tener en cuenta. Pues si bien ha sido usual en aquellas comunidades que se separan de Roma que surjan cismas internos a la muerte de su fundador, en el caso de la FSSPX, estas divisiones y cismas internos surgieron ya en vida de mons. Lefebvre, a mi entender en razón no sólo de la inestabilidad propia de toda comunidad alejada del Sucesor de san Pedro, la Roca sobre la que Cristo fundó su Iglesia, sino también en razón de la debilidad intrínseca de las posturas doctrinales de su fundador.
----------Ahora bien, una de las áreas en las que se advierte la confusión teológica de Marcel Lefebvre y de los lefebvrianos es su idea de la libertad religiosa y, en relación a ella, la concepción del Estado y sus relaciones con la Iglesia y las demás religiones (o "falsas religiones", para usar la terminología que usan los lefebvristas). Como comencé a explicarlo en mi nota anterior, esta concepción lefebvriana de la política en su amplia acepción, nace de un particular modo de concebir la Realeza Social de Cristo. En una conversación con un sacerdote lefebvriano, éste lo ha manifestado claramente, independientemente del hecho de que estas posiciones son tan minoritarias que no pueden encontrar ninguna representación política.
----------Este sacerdote explica que la FSSPX quiere "que el Estado impida el culto público de las falsas religiones". Este reclamo es conforme a su propia versión de la doctrina de la Realeza Social de Cristo, que el entrevistado describió así: "Una buena política es la de Cristo Rey, vale decir: hacer reinar a Jesucristo". Esto se produce cuando "las leyes de la sociedad reflejan la verdadera ley que debe regir al hombre: la ley natural y la ley católica". La "ley natural", en primer lugar: "un Estado sano sería aquel que respetara las leyes naturales; hablo de la familia, pero también de muchas otras cosas". Pero luego, explícitamente, también la "ley católica". La "política de Cristo Rey" quiere "una sociedad que sea cristiana, que reconozca a Jesucristo como el único Dios verdadero". Para este sacerdote, la consecuencia lógica del dogma de la Realeza Social de N.S. Jesucristo es que "el Estado no favorezca las religiones falsas, por ejemplo. Y esto debe ser así porque las falsas religiones llevan al hombre por un camino equivocado y, si sostenemos siempre que Jesucristo es el único Dios verdadero, entonces Él ha fundado una sola religión, y la única verdadera religión es una sola, pues no puede haber dos religiones contradictorias, pues en tal caso estamos en un círculo vicioso. Por consiguiente, la Iglesia quiere que el Estado favorezca, digamos, permita que la religión católica se desarrolle bien y que impida el error; al menos públicamente...". Más o menos las mismas palabras usó otro de los sacerdotes lefebvrianos entrevistados. Según ellos, esta habría sido en modo unívoco la doctrina que la Iglesia ha enseñado en su historia, que después ha sido "cambiada" -así dicen ellos- por el Concilio Vaticano II.
 
La libertad religiosa en el Magisterio de la Iglesia
 
----------En la inolvidable encíclica Libertas (20 de junio de 1888) del papa León XIII se condena una actitud que es contraria a la virtud de la religión: "esa libertad tan contraria a la virtud de la religión, la llamada libertad de cultos, libertad fundada en la tesis de que cada uno puede, a su arbitrio, profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna" (n.15). Esta enseñanza, reiterada en otros textos por el mismo pontífice, es coherente con la de su predecesor, el papa Pío IX, expuesta en particular en la encíclica Quanta Cura y también en el famoso Syllabus, ambos del año 1864. A primera vista, esta doctrina parece estar en contraste con el declaración Dignitatis humanae, de 1965, del Concilio Vaticano II, que reconoce la libertad religiosa como derecho fundamental de la persona fundado en la misma naturaleza humana.
----------Nunca podrá insistirse lo suficiente en recomendar a los católicos de la presente hora la lectura y reflexión de una declaración que debe ser considerada programática para el pontificado del papa Benedicto XVI, como lo fue su discurso del 22 de diciembre de 2005 a la Curia Romana. En ese discurso, que es también fundamental para toda la cuestión de la interpretación de los documentos del Concilio Vaticano II, Benedicto XVI admite una "aparente discontinuidad" en el tema de la libertad religiosa, pero explica que esta discontinuidad, si es que existe, no se refiere a los principios sino a su aplicación a las formas históricas concretas, que mudan con el tiempo mientras que los principios no pueden mudar.
----------De hecho, dice el Papa, "sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentroEn cambio, no son igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios. Así, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, mientras que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar. Por ejemplo, si la libertad de religión se considera como expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y, por consiguiente, se transforma en canonización del relativismo, entonces pasa impropiamente de necesidad social e histórica al nivel metafísico, y así se la priva de su verdadero sentido, con la consecuencia de que no la puede aceptar quien cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y está vinculado a ese conocimiento basándose en la dignidad interior de la verdad. Por el contrario, algo totalmente diferente es considerar la libertad de religión como una necesidad que deriva de la  convivencia  humana, más aún, como una consecuencia intrínseca de la verdad que no se puede imponer desde fuera, sino  que  el hombre la debe hacer suya sólo mediante un proceso de convicción".
----------Hay que tener presente que el entonces cardenal Joseph Ratzinger, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, había conducido una primera serie de tratativas, fallidas, en busca de la reconciliación de la FSSPX con la Santa Sede, teniendo como interlocutor al propio mons. Lefebvre. Pues bien, siendo luego papa Benedicto XVI, en su programático discurso del 22 de diciembre de 2005, estaba también respondiendo implícitamente a la objeción de la FSSPX según la cual el Concilio con la Dignitatis humanae había querido proclamar principios opuestos a los de Pío IX y León XIII. Durante el desarrollo de aquellas anteriores negociaciones de los años 1980s, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una larga carta de 1987 a mons. Lefebvre, había sostenido que la Dignitatis humanae en diversos pasajes se refiere no a ninguna forma de Estado teóricamente posible sino al Estado laico moderno. Interpretar de manera diferente estos pasajes, se afirma, sería contrario a los trabajos preparatorios de la Declaración conciliar reclamados de tal correspondencia: "Dignitatis Humanae ni siquiera implica una desaprobación de la conducta seguida en el pasado por algunos principios cristianos, cuya evaluación histórica es compleja".
----------Ya en sus pasajes iniciales proclama la declaración Dignitatis humanae que "puesto que la libertad religiosa que exigen los hombres para el cumplimiento de su obligación de rendir culto a Dios, se refiere a la inmunidad de coacción en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo" (n.1). En este mismo sentido, Benedicto XVI, en la encíclica Caritas in veritate reiteró que "La libertad religiosa no significa indiferentismo religioso y no comporta que todas las religiones sean iguales" (n.55). El derecho a la libertad religiosa consagrado en la declaración Dignitatis humanae no es un derecho positivo sino negativo, y está técnicamente configurado como una "inmunidad". Aquí la carta a mons. Lefebvre todavía recuerda el trabajo preparatorio. En el Relatio de textu emendato presentado a los Padres conciliares se explicó que "la palabra derecho puede ser entendida en un doble significado. En el primer significado, por derecho se entiende la facultad moral de hacer algo, es decir, la facultad con la que alguien tiene intrínsecamente la positiva autorización [...] para actuar. En la Declaración [Dignitatis Humanae] no se usa en este sentido [...]. En el segundo significado, se dice derecho la facultad moral de exigir de no ser constreñido a actuar, ni de ser impedido a hacerlo. En este sentido, derecho significa la inmunidad en el actuar y excluye la coerción, sea constringente como impediente. Por lo tanto, es en este segundo sentido que se entiende derecho en la Declaración" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertad Religiosa. Respuesta a los dubia presentados por S.E. Mons. Lefebvre, cit., pp. 23-24, que cita Acta Synodalia, vol. III, pars VIII, pp. 461-462).
----------La Congregación para la Doctrina de la Fe, que cita este pasaje, recuerda a mons. Lefebvre que la Comisión Conciliar competente también había especificado que "en ninguna parte se afirma ni es lícito afirmar (se trata de cosa evidente) que existe el derecho de difundir el error. Si luego las personas difunden el error, no es el ejercicio de un derecho, sino su abuso" (ídem. p.9). La Congregación comenta: "En efecto, el derecho a la libertad religiosa, entendida como inmunidad civil y social contra la coacción en materia religiosa, no implica ningún derecho ni autorización para difundir el error" (ídem. p.8). "Dignitatis Humanae no afirma en absoluto que la propagación de los errores sea un bien. Lo que es bueno es que exista en la sociedad civil [moderna] un grado de autonomía jurídica en materia religiosa compatible con el orden y la moralidad pública" (ídem. p.12).
----------El mismo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 -que es al mismo tiempo el catecismo del Concilio Vaticano II y un instrumento interpretativo de los textos conciliares- afirma que: "El derecho a la libertad religiosa no es ni la permisión moral de adherirse al error (cf León XIII, encíclica Libertas), ni un supuesto derecho al error (cf Pío XII, discurso 6 diciembre 1953), sino un derecho natural de la persona humana a la libertad civil, es decir, a la inmunidad de coacción exterior, en los justos límites, en materia religiosa por parte del poder político" (n.2108). Como se ve, citando la encíclica Libertas del papa León XIII y la declaración Dignitatis humanae, el Catecismo toma la misma línea "continuista" de la carta a mons. Lefebvre de 1987, antes mencionada.
 
Cuestiones terminológicas y su razón de ser
 
----------Ahora bien, debe decirse que, ciertamente, en la declaración Dignitatis humanae en comparación con Pío IX y León XIII hay una diferencia terminológica, que debemos explicar. El Magisterio precedente habla de "tolerancia religiosa", mientras que el Concilio Vaticano II habla de "libertad religiosa". La elección entre los dos términos fue objeto de largas discusiones entre los Padres conciliares, con especial referencia a las encíclicas de León XIII Libertas e Immortale Dei y "buscando explícitamente [una] continuidad con el Magisterio precedente" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertad religiosa. Respuesta a los dubia presentados por S.E. Mons. Lefebvre, cit., p. 15). En la Relatio de textu priore estas discusiones se resumen de la siguiente manera: "Hay algunos que dudan de la misma fórmula 'libertad religiosa' y piensan que en esta materia solo podemos utilizar los términos de 'tolerancia religiosa'..." (ídem. p.18).
----------El caso fue que finalmente, en los documentos finales del Concilio Vaticano II se optó -aunque no sin dudas ni discusiones- por la fórmula "libertad religiosa", y por dos razones. 1) Primero porque la doctrina jurídica no utilizaba desde hacía ya muchos años la fórmula "tolerancia religiosa" como "notio formaliter iuridica" (ídem), mientras que la noción de "libertad religiosa" en el derecho positivo nacional de muchos países y en el derecho internacional tenía ya firmemente aceptado un significado bien preciso y no necesariamente ideológico y, por lo tanto, se dijo: "Si el destinatario de nuestro discurso es la sociedad moderna, debemos adoptar su terminología" (ídem). 2) En segundo lugar, y lo que es más importante, los Padres conciliares querían afirmar con fuerza frente a las posibles pretensiones del Estado laico moderno que el derecho a la inmunidad contra la coerción en materia de religión "se fundamenta en la naturaleza de la persona humana, que todos deben respetar" (ídem) antes e independientemente de las leyes positivas, y que no se reduce a una simple "tolerancia" que el Estado tendría derecho a conceder o negar -como es precisamente típico de la noción de "tolerancia"- como si fuera algo opcional.
----------En mi opinión, hoy por hoy, frente a las pretensiones totalitarias de los actuales Estados, despreciando incluso las garantías constitucionales de las que gozan los ciudadanos según los ordenamientos jurídicos fundamentales de los propios países, los propósitos de los Padres conciliares al usar la terminología de "libertad religiosa" como "inmunidad de coacción exterior", surgen aún con más fuerza. Basta simplemente con recordar lo que hoy está sucediendo en la actual crisis producida por la pandemia del Coronavirus, y lo que sucede también en Argentina, o en nuestras provincias y municipios: ¿acaso se respetan las garantías constitucionales de los ciudadanos? ¿Acaso se respeta la libertad religiosa? Sin ir más lejos, estos días luce patético el caso del obispo Marcelo Colombo, suplicando como de rodillas ante el gobernador de Mendoza, que se respete el derecho de la Iglesia a poder celebrar su acto de culto al verdadero Dios: la Santa Misa. Mientras hoy en la ciudad de Mendoza son posibles las reuniones familiares, o reunirse con amigos en un restaurant a cenar, la nueva religión del Nuevo Orden Mundial al que a pie juntillas se pliegan los Estados totalitarios, nos está imponiendo a todos su culto: una vida sin Dios, y donde Dios y el culto a Dios pasen al olvido. De esta libertad religiosa habla el Concilio: inmunidad de coacción exterior. Algo que no entendió en su momento Lefebvre y no entienden hoy sus herederos de la FSSPX, aunque los lefebvrianos del Priorato de Godoy Cruz, por ejemplo, estén sufriendo hoy la actual coacción como cualquier católico mendocino; y supongo que en el resto de Argentina sucede lo mismo. Por lo demás, los lefebvrianos mendocinos, para poder celebrar Misa, ¿están en estos momentos dependiendo también de los reclamos del -para ellos- "modernista" Arzobispo mendocino, o han reclamado por su cuenta, como comunidad separada de la Iglesia Católica?
----------De las conversaciones que cualquiera puede mantener con sus sacerdotes se desprende que la FSSPX no acepta la nueva terminología. Los lefebvrianos sostienen que todavía hoy se puede y se debe hablar de "tolerancia religiosa", mientras que la fórmula "libertad religiosa" implica -según ellos- la negación de la doctrina de la Realeza Social de Jesucristo. Lo he escuchado de ellos; cito literalmente: "La Iglesia siempre ha distinguido, digamos, entre la tolerancia y lo que ahora se llama libertad religiosa. La tolerancia es por una razón de orden público. Por consiguiente, en sí mismo está bien que la religión católica sea favorecida y sea la única religión, y que se impida el culto público de los demás, para ayudar a las almas a encontrar la única religión verdadera y la única salvación. Pero por el bien común, se puede tolerar el culto público de otras religiones, como de hecho sucedió a menudo en los Estados cristianos. Por consiguiente, tolerar quiere decir hoy que... si de hecho hay musulmanes que están allí, que tienen su lugar de oración, tal vez sé dónde están, sé lo que están haciendo, así que me permito, cómo decirlo, enmarcarlos aquí. Decir 'no quiero nada, destruyo todo lo que veo' es ir a la confrontación y, por lo tanto, quizás eso no sea promover la paz en un Estado. Por lo tanto, por el bien del Estado, se puede tolerar y dejar que vivan su falsa religión, pero el hombre nunca puede tener derecho al error, porque si Jesucristo es Dios, solo hay una verdadera religión porque es contradictorio que existan muchas. La religión católica y la religión musulmana son contradictorias por ejemplo, no pueden ser totalmente y las dos verdaderas a la vez; pues en tal caso se llegaría a decir que la religión es sólo un sentimiento del hombre, algo subjetivo, pero no algo objetivo y verdadero... Sin embargo, este subjetivismo o relativismo falla si se lo examina a fondo, filosóficamente. Por consiguiente, sólo hay una verdadera religión, y las otras son falsas. Dios creó al hombre para llegar al cielo, no para confundirlo. Le ha dado la libertad, pero ¿qué es la libertad? Es un medio para hacer el bien; es decir, Dios no ha querido crear a los hombres como esclavos, como animales, sino que nos ha dado la libertad. Pero la libertad no es un fin en sí misma, por lo tanto, nunca existe el derecho moral de hacer lo falso y seguir lo falso". La tolerancia, insiste mi interlocutor, no significa "que cualquier falsa religión tenga derecho al culto público, esto no. Porque sería el error de un derecho al culto público, sería un derecho a algo que va en contra de Dios, digamos, como tampoco existe derecho a blasfemar".
   
Una posición política que hace que la unión con Roma se perciba imposible
   
----------El tema es ciertamente muy doloroso. El hecho de que el propio Benedicto XVI señaló aquí una "aparente discontinuidad" (en su discurso a la Curia Romana, ya citado) entre el Concilio y el Magisterio precedente lo confirma. Cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe escribió a mons. Lefebvre diciéndole que en el tema de la libertad religiosa "la enseñanza del Vaticano II es perfectamente compatible con la enseñanza de León XIII" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertad religiosa. Respuesta a los dubia presentados por S.E. Mons. Lefebvre, cit., p.8) se tomaba en cuenta que la afirmación era difícil de demostrar. Pero difícil no quiere decir imposible. Al respecto, sobre todo este tema hay que hacer referencia a la monumental obra, de tendencia católica, es decir, "continuista", de Basile Valuet o.s.b., La Liberté religieuse et la tradition catholique. Un cas de développement doctrinal homogène dans le magistère authentique (6 vols., Le Barroux, Abbaye Sainte-Madeleine, 1998). Y el caso ha sido que mons. Lefebvre no llegó a estar convencido: supongo que habría continuado argumentando que, afirmando el derecho de las minorías a la libertad religiosa, la Iglesia con el Concilio Vaticano II ha renunciado al ideal de un Estado católico y confesional, para dejarse absorber por ese liberalismo que los Papas preconciliares habían condenado.
----------En mi experiencia, de las declaraciones de su clero, en las entrevistas, en sus conferencias, en las charlas coloquiales, se desprende que el acuerdo con la Santa Sede es percibido como imposible porque la FSSPX no acepta ni siquiera una libertad religiosa entendida como inmunidad de las opciones religiosas respecto a la coerción del Estado. Por cierto, no existen que yo sepa comunidades lefebvrianas en China, pero supongo que viviendo en tal ambiente quizás percibirían mejor lo que quiere decir el Concilio Vaticano II respecto a la libertad religiosa, aunque ya les puede estar dando una idea de lo que puede ser un Estado totalitario en el actual aprovechamiento de la pandemia por el Nuevo Orden Mundial. El clero lefebvriano piensa que la coerción, respecto a las "falsas religiones", es necesaria: "Hemos tenido esta discusión durante los dos años que duraron las conversaciones teológicas con el Vaticano, porque intentaban defender la libertad según el Vaticano II... y decían que el hombre debía buscar la verdad, pero se quería evitar que el Estado, digamos, ejerciera una coerción. Sin embargo, esta coerción puede ser buena a veces: el padre que tiene una hija que quiere prostituirse tiene razón al encerrarla en casa, para impedir que se vaya. Para convencerla, en este sentido; por lo tanto hace bien en encerrarla en casa, para que no se vaya. O el niño que quiere poner su mano sobre la llama de gas, la mamá jamás le dirá: pon tu mano sobre la llama de gas".
----------Todas las posiciones políticas de mons. Lefebvre y de sus herederos parten de aquí. Para la FSSPX las cuestiones sobre la democracia, los derechos humanos, la forma de gobierno, etc. son problemas secundarios: de ahí las declaraciones que sus sacerdotes, ya sea en puestos jerárquicos o no, han venido teniendo en distintos momentos, declaraciones para algunos sorprendentes, a favor de las dictaduras militares, en América Latina y en otros lugares. La cuestión esencial para ellos es la del Estado confesional y del reconocimiento para la Iglesia Católica de mayores derechos respecto a los que se les reconoce a las falsas religiones.
----------Todo esto que acabo de decir surgió en otra conversación mantenida con otro sacerdote lefebvriano, a partir tan solo del ejemplo de Venezuela. Dijo este sacerdote: "Venezuela, por ejemplo, era un Estado de confesión católica... A pedido de la Santa Sede, tras soportar la presión durante años, por mucho tiempo, el Presidente terminó aceptando eliminar la religión católica como religión de Estado, diciendo que, en cualquier caso, mientras él estuviera en el poder, en la práctica mantendría la situación de la misma manera. Los Obispos se felicitaron por la decisión, el Nuncio Apostólico los felicitó aún más en nombre de la libertad religiosa. La consecuencia fue que después de unos pocos años: la mayoría de la población se volvió protestante; ¿pero por qué? Porque, de hecho, las sectas protestantes americanas fueron llegando al país, compraron tierras, y luego se las dieron a quienes pasaron a ser sus fieles. Entonces, podría decirse que tal vez no eran católicos convencidos, de lo contrario está claro... Y vuelvo a esto: si las leyes ayudan a la debilidad humana, es más fácil superarla; si, de hecho, la ley no me ayuda, voy a caer más fácilmente".
----------De modo que para los lefebvrianos, introducir la libertad religiosa en los países católicos significa automáticamente perder fieles para la Iglesia Católica en favor de lo que la Fraternidad llama "sectas" protestantes. El mismo sacerdote agregó: "Pero, por ejemplo, debido al hecho de que la religión católica era la religión del Estado, y que existían prohibiciones para el culto público o para otras sectas protestantes, de hecho, la gente seguía siendo católica. Por lo tanto, tal vez no fuera que vivieran como santos, pero se podía esperar más de que se salvarían. Desde el momento que se ha eliminado esto, se han abierto todas las puertas a todas las sectas protestantes que son docenas y cientos, y de hecho se han llevado la mayoría de los fieles".
----------Se trata de una posición política que ha sido mantenida por la FSSPX incluso cuando, ya en este siglo XXI, se ha vuelto obvio que los herederos de mons. Lefebvre la sostienen a su propio riesgo y peligro: porque algunos gobiernos, frente al dato sociológico de una FSSPX que funciona en modo separado respecto a la Iglesia Católica, sin que esos gobiernos indaguen demasiado (no podrían quizás) sobre teología y sobre derecho canónico, terminarán por catalogarla entre los llamados "nuevos movimientos religiosos" y quizás para reservarle la misma hostilidad respecto a las "sectas" que, paradójicamente, la FSSPX aplaude cuando esa hostilidad se dirige a grupos de origen y naturaleza bastante diferentes.
----------Pero para la FSSPX todo esto es en el fondo de secundaria importancia: la negación del derecho a la libertad religiosa y la afirmación del Estado declaradamente católico y confesional como único Estado aceptable la ayuda a marcar sus propias fronteras respecto a otras realidades, y a proclamar un radicalismo político que acompaña al radicalismo teológico de su crítica al Concilio Vaticano II. Claro que, por las dudas, aunque consideren secundarias estas cuestiones seculares, no dejan de ubicar su cartelito de "Iglesia Católica Apostólica Romana" en el frente de sus capillas, aunque hoy por hoy no les sirva de mucho.
----------Finalmente, y para ahondar un poco más en la comprensión del mencionado radicalismo de la FSSPX, hay que decir que esta postura extrema, para usar categorías políticas, trata de no tener enemigos "a la derecha", al menos en el mundo católico "tradicionalista". Si bien trata de evitar las acusaciones de extremismo, la dirigencia de la FSSPX también teme las acusaciones de moderatismo. Mons. Williamson fue despedido de la FSSPX, al igual que lo han sido algunos sacerdotes en Italia en posiciones explícitamente fascistas como don Giulio Maria Tam y don Floriano Abrahamowicz.
----------Pero frente a las acusaciones de moderatismo, la FSSPX a menudo responde con gestos emblemáticos, como las exequias -polémicas, para decir lo menos- del ex oficial alemán Erich Piebke [1913-2013], celebradas el 15 de octubre de 2013 en el Priorato FSSPX de Albano Laziale (Roma). Claro que sería un error creer que con estos gestos emblemáticos la FSSPX se posiciona en la extrema derecha del escenario político. Más bien, quiere ante todo reafirmar que tiene la intención de permanecer ajena a este escenario político, firme en la defensa -o en el sueño de defensa- del "pasado que no quiere pasar" de un Estado confesional, que el rechazo lefebvriano emblemático de la libertad religiosa debería calificar como el único verdadero Estado católico. ¿Despertarán los lefebvrianos alguna vez de ese sueño?...

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