jueves, 11 de junio de 2020

Müller: la "interpretación herética" del Concilio Vaticano II

Las visitas de mi sobrino Paolo al convento suelen ser productivas. Conversando con él "se avivan mis pequeñas células grises", como solía hacerle decir Agatha Christie al entrañable Hércules Poirot. Vino en la tarde de ayer, y me pasó el dato de varios comentarios que tuvo que eliminar del foro del blog los últimos días; pero me hizo ver algunos, que había copiado, y son interesantes y dignos de ser tenidos en cuenta.

----------A juzgar por algunos impetuosos comentaristas, este blog debería servir para exponer las sentencias magisteriales de anónimos que pretenden sentar cátedra infalible refutando algunas de mis -para ellos- odiosas afirmaciones, sobre todo las que se han referido al valor magisterial de las enseñanzas de un Papa o de un Concilio. Pero para su insatisfacción, debo recordarles que este blog no se ha hecho para eso, sino para que un viejo cura desempolve sus antiguos estudios de teología, junto a sus últimas lecturas, por si pudieran servir de algo. Paolo sabe bien que la norma es que a quien no le guste el menú, se le invita respetuosamente a que vaya a cenar a otro restaurant, y se borran sus comentarios.
----------Afortunadamente hay muchos lectores que están de acuerdo con la comida que aquí se sirve: menú para católicos sin adjetivos, católicos sin más. Ni modernistas ni tradicionalistas, sino católicos, defensores de la Tradición y obedientes al Magisterio del tiempo de la Iglesia que nos ha tocado vivir. Pues bien, hay muchos lectores que se sienten simplemente católicos, y tienen el buen gusto de venir aquí de tanto en tanto, leer lo que le mando a Paolo para que publique, y luego, si lo desean o lo necesitan, hacer preguntas, plantear dudas, opiniones, conjeturas, animados de encontrar enriquecimiento mutuo. No se trata de discutir, ni de refutar nada, ni de vencer en tal o cual fanática contienda intelectual, sino de algo tan sencillo como: fides quaerens intellectum, fe que busca ser entendida, comprendida cada vez más, en diálogo respetuoso.
 
Las dos interpretaciones heréticas del Concilio Vaticano II
 
-----------Creo, tío, que hay unos cuantos que están enojados porque usted dice que los tradicionalistas son herejes- espetó Paolo cuando yo terminaba de leer los comentarios borrados del foro.
-----------Dije que hay tres clases de tradicionalistas, dos clases son heréticos, y una son católicos. Dije que todos ellos son católicos que tienen problemas con el Concilio Vaticano II, pero que los tradicionalistas heréticos se saltan fácilmente del problema negando la infalibilidad del Concilio, vale decir, negando que el Vaticano II sea verdadero Concilio, mientras que hay solo una clase de tradicionalistas (que en realidad no habría que llamarlos así, sino simplemente católicos que defienden la Tradición, como vos y yo) que se enfrentan verdaderamente al problema y tratan de resolverlo; son aquellos que teniendo problemas con el Vaticano II, siguen manteniendo fe católica, es decir, siguen (y seguimos) respetándolo y obedeciéndolo como Concilio, y tratamos de interpretarlo en continuidad con todo el Magisterio precedente, que es la única manera de interpretarlo. Cuando Viganò o de Mattei dicen que la "hermenéutica de la continuidad" del papa Benedicto XVI fracasó, lo dicen sólo por análisis histórico, no lo dicen como teólogos, que no lo son, y no lo podrían decir tampoco. Dicen que la "hermenéutica de la reforma en la continuidad" ha fracasado históricamente para solucionar los problemas del post-Concilio, es decir, los problemas de los abusos del post-Concilio, abusos de los tradicionalistas, que son minoría, y abusos de los modernistas, que son legión; porque esos problemas se solucionan con gobierno, y con la Gracia de Dios, por supuesto, suplicada de rodillas. Pero la hermenéutica de la continuidad no puede fracasar desde el punto de vista de la Fe y de la Teología, porque es el único modo de entender el Concilio.
-----------Pero usted comprenda que hay unas cuantas cosas que han salido del Concilio Vaticano II que..., bueno, bueno..., no son nada fáciles de digerir. Yo también tengo problemas con ellas.
-----------Que hayan salido en el post-Concilio no quiere decir que estén contenidas en los documentos del Concilio. Se trata de abusos de algunos de sus intérpretes, o más bien de muchos, que en realidad hoy son enorme mayoría: los modernistas, que es la otra interpretación herética del Concilio.
-----------¿Cómo es eso? ¿No son los modernistas los verdaderamente "conciliares"?
-----------¡No! Eso es lo que te quieren hacer creer los tradicionalistas equivocados. Los modernistas tampoco creen en el Concilio. Los modernistas son los que ya han dejado atrás el Concilio, van por delante de él, por su cuenta, a su manera. Tampoco lo respetan, tampoco creen en su infalibilidad.
----------Notando perplejidad en su rostro, me di cuenta que hacía falta una explicación. De modo que le dije que preparara café (ya que dicen que no son prudentes los mates en esta cuarentena), mientras me puse a buscar un viejo artículo de L'Osservatore Romano de algunos años atrás, de cuando Müller todavía era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
-----------Mirá, Paolo, yo también tengo problemas con el Concilio Vaticano II. Si vos me apurás, y si yo te lo digo con criterios muy humanos, demasiado humanos quizás, demasiado ajenos a la Fe en la Providencia, casi te diría que estoy convencido que a la Iglesia le hubiera ido mejor si no se convocaba; total, ¡ya teníamos al Papa, con todo lo que un Papa puede hacer! Después del Vaticano I, ya teníamos al Papa y ¿para qué queríamos un Concilio si teníamos al Papa, que nos solucionara todos los inconvenientes?... Claro que ese es otro problema, porque no todos entienden cómo funciona la infalibilidad de un Papa, si no fíjate lo que pasa hoy con Francisco. Fijate lo que de él y del Concilio escriben los que le erran a la perdiz, no logran entender cómo funciona la infalibilidad de un Papa y de un Concilio, y confunden más de lo que tratan de aclarar, de buena intención... Y de eso tendríamos que hablar, o escribir algo. Pero, volviendo al tema, yo también tengo problemas con el Vaticano II y, casi casi te diría que creo que ya es hora que nos olvidáramos un poco del Concilio. Después de sesenta años, y de todos los desastres que se han hecho en la Iglesia a partir de sus malos intérpretes habría que dejarlo atrás, pero no en el sentido de los modernistas, ¡no!, sino viviendo del Magisterio vivo de la Iglesia, que es el único modo que tenemos de conocer la Palabra de Dios, vale decir, la Escritura y la Tradición. O sea: el Magisterio como un todo, el de siempre, el de Pedro Romano. Creo que ya lo expliqué en alguna nota del blog...- le seguí diciendo mientras buscaba la nota de Müller. No me fue nada fácil encontrarla en el desorden de viejos papeles, cuadernos y libros de mi celda, pero finalmente di con la publicación, y de la charla con Paolo ha salido esta reflexión de hoy, que aquí resumo, por si les sirviera a mis lectores.

Importante innovación terminológica del Cardenal Müller
 
----------A fines del 2012, entre los vaticanistas y, en general, en el periodismo que seguía los avatares del pontificado de Benedicto XVI, con noticias incendiarias que iban y venían, acerca de abusos del clero, estafas, vatileaks, y quiebra financiera en el Vaticano, deben haber sido muy pocos los que prestaron atención a una pequeña nota aparecida en L'Osservatore Romano del 29 de noviembre de 2012. Se trataba de un artículo del por entonces nuevo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mons. Gerhard Ludwig Müller, titulado "Realmente ha sucedido algo grande" ("Davvero è accaduto qualcosa di grande"), en el que el articulista se refería a la siempre debatida cuestión acerca de la recta interpretación del Concilio Vaticano II, pero trayendo a escena expresiones hasta ese momento inéditas por parte de órganos oficiales o funcionarios de la Santa Sede y de los Pontífices post-conciliares; pero expresiones de capital importancia, y que, también hoy, y sobre todo hoy, arrojan mucha luz sobre esta antigua, controvertida, delicadísima y compleja cuestión.
----------De hecho, por primera vez se hablaba de "interpretación herética del Concilio" en referencia a la exégesis de la "ruptura", por la que se acusa tanto a los "tradicionalistas" como a los "progresistas". ¿Y por qué herética? Porque mientras que los primeros caen indebidamente detrás de las enseñanzas del Concilio, los segundos "quieren dejar el Concilio atrás, como si fuera solo una temporada a abandonar, para llegar a otra Iglesia", dice Müller. Los comentarios del Prefecto de la doctrina fueron publicados en el periódico del Vaticano para presentar el séptimo volumen de "Las obras completas de Joseph Ratzinger". El volumen recoge notas publicadas y no publicadas, discursos, entrevistas y textos escritos, producidos por el futuro Papa en el período inmediatamente antes, durante y poco después del Vaticano II.
----------Lo que los dos campos, tradicionalismo y progresismo (modernismo, deberíamos especificar), tienen en común, dice Müller, es su rechazo al Concilio: "los progresistas en su deseo de dejarlo atrás, como si fuera una temporada a abandonar para llegar a otra iglesia, y los tradicionalistas en su no querer llegar allí", viendo el concilio como un Católico "invierno". Un "Concilio presidido por el sucesor de Pedro como jefe de la iglesia visible" es la "máxima expresión" del Magisterio, dijo, para ser considerado como parte de "un todo indisoluble", junto con las Escrituras y 2.000 años de Tradición.
----------Müller especificó que, por "continuidad", el papa Benedicto quiso decir en realidad una "correspondencia permanente con el origen, no una adaptación de lo que haya sido, que también puede conducir por el camino equivocado". El término "aggiornamento" o actualización, una de las consignas del Concilio, "no significa la secularización de la fe, lo que llevaría a su disolución", sino un "hacer presente" el mensaje de Jesucristo, dijo. Este "hacer presente" es la "reforma necesaria para cada época en constante fidelidad a todo el Cristo". "La tradición del origen apostólico continúa en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo", y conduce a una mayor comprensión a través de la contemplación y el estudio, la inteligencia obtenida de una experiencia más profunda de lo espiritual y la predicación de aquellos que a través de la "apostólica sucesión han recibido un seguro carisma de verdad".
----------En resumidas cuentas, el prefecto decía allí que leer el Vaticano II como ruptura con la tradición es herejía. Tanto los sectores tradicionalistas, como los progresistas que ven al Concilio Vaticano II como rompiendo con la verdad propugnan una "interpretación herética" del Concilio y sus objetivos, decía Müller en esa nota del 2012. Lo que el papa Benedicto XVI ha denominado "la hermenéutica de la reforma, de la renovación en continuidad es la única interpretación posible según los principios de la teología católica", seguía diciendo Muller. "Desafortunadamente, fuera de esta única interpretación ortodoxa existe una interpretación herética, es decir, una hermenéutica de la ruptura, tanto en el frente progresista como en el tradicionalista". El prefecto de la Fe especifica que los primeros interpretan el Vaticano II dejándolo atrás mientras que los segundos lo interpretan desde atrás, pero ambos como ruptura con la Tradición.
----------Ahora bien, está claro que ese "retroceso" y "avance" no deben entenderse absolutamente con mentalidad historicista, como si la fe estuviera sujeta a cambios con el paso del tiempo. Se trata en cambio, como debe ser evidente para todos, aún cuando el cardenal Müller, en ese artículo, no se extendía sobre ello, del deber de todo católico de aceptar el Magisterio de su propio tiempo sin resistencia pasatista, como hacen los tradicionalistas, o huidas hacia adelante falsamente proféticas, como hacen los modernistas. Pero vuelvo aquí a aclarar las confusiones que genera el término "tradicionalismo".
 
Conservadores "tradicionalistas" y reformadores "modernistas"
 
----------Por supuesto, para un católico no es lo mismo ser conservador que ser tradicionalista, ni es lo mismo ser reformador que ser modernista. Está claro que aquí los "tradicionalistas" no son aquellos que legítimamente, en plena comunión con la Iglesia y en el respeto al Concilio Vaticano II, aman evidenciar los perennes valores de la Sagrada Tradición con particular referencia a la Santa Misa Tridentina, notoriamente liberada por el papa Benedicto XVI desde el año 2007, sino que se trata de aquellos "tradicionalistas" que, en nombre de su propio arbitrario inmediato contacto con la Tradición, erigiéndose como jueces del Magisterio, pretenden encontrar en el Concilio traiciones o desviaciones del dogma o acentos modernistas o compromisos con los errores del mundo moderno. En cuanto a lo que Müller llama "progresistas", es igualmente evidente que él se refiere no simplemente a aquellos católicos que encuentran en el Concilio un desarrollo de la Tradición en la continuidad con su significado perenne e inmutable (un ejemplo de este progresismo saludable es, por ejemplo, el de Jacques Maritain, ¡pero! el de su libro de vejez: Le paysan de la Garonne); ni por lo tanto se refiere a aquellos católicos que ven en las enseñanzas del Concilio el rostro de una nueva Iglesia en línea con la del pasado, ni se refiere a aquellos católicos amantes del progreso doctrinal, dogmático, espiritual y moral y que encuentran en las enseñanzas del Concilio las sabias e infalibles indicaciones de tal progreso.
----------Es evidente, de hecho, que este "progresismo" no es en absoluto herético, sino que es totalmente legítimo, obediente, evangélico, loable y beneficioso, y es el perentoriamente indicado y ordenado por el Concilio Vaticano II como modo necesario para vivir hoy en la comunión con la Iglesia el camino de la salvación. Herético en cambio, como es bien sabido, es el modernismo, el cual desafortunadamente durante mucho tiempo ha aumentado en dimensiones impresionantes, aunque en nuevas formas, como falsa interpretación del Concilio presentándolo precisamente como si fuese modernista, dando así pretexto a los falsos tradicionalistas para oponerse al Concilio. Por eso, aquella importantísima intervención de mons. Müller en 2012 ponía bien a la luz algunas cosas que deben suscitar en todo buen católico la máxima atención.
----------Ante todo, algunas posiciones de ciertos conservadores "tradicionalistas" no son simplemente "cismáticas", como por mucho tiempo se ha creído y la misma Santa Sede ha dicho en algunos casos particulares, sino que también son heréticas. Y esto porque toda la cuestión no es la del lenguaje no siempre claro del Vaticano II, la de la recuperación de la Tradición o de las cosas silenciadas o abandonadas por el Concilio, de las famosas ordenaciones ilícitas de algunos obispos, a algunos de los cuales, además, como se sabe, les fuera levantada hace más de una década la excomunión, ni es mucho menos la cuestión de la Misa Tridentina, aprobada y promovida por el papa Benedicto XVI (que luego los obispos se avengan a ella, es otro cantar, particularmente en estos confusos tiempos del papa Francisco).
----------¿Y por qué esas posiciones son heréticas? Porque ese tipo de "tradicionalistas" ha hecho y siguen haciendo acusaciones doctrinales gravísimas al Concilio Vaticano II, negando su infalibilidad bajo pretexto de que no contiene dogmas definidos, es decir, acusándolo de liberalismo, naturalismo, indiferentismo, iluminismo, antropocentrismo, todo lo cual de ser cierto, convertiría en herético al mismo Concilio. Pero acusar de herejía las doctrinas dogmáticas de un Concilio es dar prueba de ser, a su vez, hereje.
----------De ahí la nota severísima del cardenal Müller en 2012, la cual después de todo no hacía nada más que aclarar lo que el papa Benedicto les había pedido hacía poco a los lefevrianos, es decir, que no enseñaran que en el Concilio existen "errores" y que si querían estar en plena comunión con la Iglesia debían aceptar las "doctrinas" del Concilio, repito: las doctrinas que, dado que suscitan la cuestión de la herejía, deben ser evidentemente doctrinas de fe, incluso si no se trata de fe explícita y solemnemente definida. Si en las tratativas de la Santa Sede con la FSSPX, la misma Santa Sede había por entonces admitido que existen partes discutibles del Concilio, esto evidentemente no se refiere a doctrinas, sino a pastoral, es decir, aquella parte del Concilio que, no estando garantizada por la infalibilidad, ciertamente puede contener cosas menos prudentes o que mañana puedan ser cambiadas o incluso abolirse.
----------Pero incluso en cuanto a aquellos que Müller llama "progresistas", su nota del 2012 tenía novedades importantes. Por lo pronto, también se les llama, y por primera vez en ámbitos de la Santa Sede, "herejes". Evidentemente, repito, no se trata simplemente de los católicos amantes del progreso, dado que algunos estudiosos han definido justa y correctamente al mismo Concilio como Concilio progresista, tanto es su carácter de "aggiornamento", renovador, reformador, inclinado hacia el futuro del mundo y hacia la misma escatología. Se trata en realidad de neo-modernismo, el cual ciertamente es una herejía, aunque indudablemente existen muchas formas de modernismo, no todas de la misma gravedad o de la misma evidencia. En muchos casos tenemos de ella simples trazas y ciertamente en personas de buena fe. Pero no faltan casos graves y muy graves (Küng, Rahner, Schillebeeckx, por nombrar sólo tres de sus cabecillas.
 
Lamentable paréntesis o "suspensión de la Ecclesia docens"
 
----------De modo que, por consiguiente, en aquellos turbulentos meses del 2012 las cosas parecía que se estaban aclarando, y de veras había que agradecer al cardenal Müller por su valiente y clarificadora intervención. Tras ella, lo que hubiera correspondido, sin embargo, era el necesario mayor ingreso en los detalles de la cuestión. Era necesario que la Santa Sede, reconociendo los méritos y las justas exigencias de todos, aclarara los puntos donde se encuentra la herejía, tanto en lo que respecta a los "tradicionalistas" como en lo que respecta a los "neo-modernistas". Era necesario entonces, de una buena vez, que fuera eliminado el mal, para hacer resplandecer el Concilio Vaticano II en su verdadera luz y liberar a las almas del error y la injusticia, tranquilizando a los escandalizados y frenando a los impostores (tanto tradicionalistas como modernistas). Vale decir: era necesario algo más que una "hermenéutica de la continuidad", que sólo puede ser eficaz en el plano de la reflexión teológica; eran necesarias claras y decididas acciones de gobierno, que lamentablemente en el pontificado de Benedicto XVI no existieron.
----------Si esas acciones de gobierno se hubieran producido, quizás para los tradicionalistas no hubiera sido demasiado difícil encontrar la buena senda, dada la escasez de su número y algunos signos de buena voluntad que, en aquel entonces, ellos estaban dando. Mucho más difícil hubiera sido corregir a los neo-modernistas, caídos en errores mucho más graves y arraigados, y llenos de arrogancia por el poder que han logrado conquistar a través de seis décadas, y su convicción de ser la vanguardia de la Iglesia.
----------La historia posterior a aquellos meses del 2012 es por todos nosotros conocida. Los malabarismos del prefecto Müller para sostenerse en pie en la soga acrobática no le fueron suficientes para permanecer en su puesto durante el pontificado de Francisco, que todavía seguimos sufriendo.
----------Los tiempos que nos ha tocado vivir en la Iglesia no son fáciles. Pero debemos saber resistir a las insidias de uno y otro sector, tanto del abusivo tradicionalismo, como del neo-modernismo, ambos heréticos; debemos resistir a sus seducciones y amenazas y tener una confianza absoluta y perseverante en la obra del Espíritu Santo y en la presencia de Cristo que llama a la puerta de nuestros corazones.

10 comentarios:

  1. Yo creo en Garabandal, así que no tengo problema en darle la razón a Viganó: " sacerdotes, obispos y cardenales van por el mal camino y arrastran a muchas almas "(Garabandal 1961/1965)

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  2. Angel del Castillo11 de junio de 2020, 13:01

    Estimada Imma:
    Es una alegría saber que compartimos la devoción a la Santísima Virgen, en sus apariciones y mensajes de Garabandal.
    Por lo demás, no veo en qué se oponga lo que Ud. dice acerca de mons. Viganó con lo que dice Fr Filemón.
    El padre Filemón ha escrito que tanto de Mattei, como Viganó, han expresado en algún momento que la "hermenéutica de la continuidad" aplicada al Concilio Vaticano II "ha fracasado", y que ese "fracaso" sólo puede interpretarse en el sentido de "históricamente". Es decir: tanto Viganó como De Mattei tienen razón en lo que dicen: que dicha hermenéutica no ha alcanzado a frenar los abusos del post-Concilio (tanto abusos modernistas, como abusos tradicionalistas).
    Por lo demás, tampoco se opone a lo que el padre Filemón dice en la nota la frase de la Virgen: "sacerdotes, obispos y cardenales van por el mal camino y arrastran a muchas almas". Precisamente, los sacerdotes, obispos, cardenales, y laicos, que difunden los abusos modernistas y los abusos tradicionalistas del post-concilio es lo que producen el daño que la Virgen denuncia.
    Un saludo en Cristo y María.

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  3. En la actualidad es muy difícil sustraerse a los extremos de la deriva post-Conciliar: por un lado, la abrumadora deriva modernista, que agobia por lo difundida que está en todas las parroquias; y por otro lado, la deriva tradicionalista, agobiante también por su esteticismo y su soberbia de enclave aldeano, que pretende ser la reacción al modernismo, y lo es, pero se pasan de rosca, y caen fuera del catolicismo.
    La claridad del cardenal Müller es destacable. Lo católico es el punto difícil de encontrar y de vivir, entre los dos extremos heréticos, el neomodernismo revolucionario, y el tradicionalismo filolefebvriano con todos sus matices. No por casualidad no logró durar en la CDF durante este pontificado.

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  4. Del Castillo.... para mí es simple. Los sacerdotes, obispos y cardenales que fueron por mal camino vienen desde mucho antes del concilio. No nacieron de un repollo, es decir, del concilio vaticano II.Ellos, pergeñaron el concilio y salió muy de su gusto. De ahí que tenemos que estar hermeneutizando todo el tiempo los escritos para descubrir la verdad de siempre. Y son decididamente ambiguos. Basta.

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  5. Precisamente, Inma, es lo que dice fr Filemón. Pero un Concilio es un Concilio, y un católico le debe obediencia. No hay otra posibilidad.
    Por eso lo que dijo Mueller en el 2012 es fundamental entenderlo: los cismaticos de la fsspx no son solo cismaticos, sino tambien herejes, al menos materialmente.

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  6. Qué tendrá que ver la fraternidad!! Si un concilio dice una cosa y otro concilio otra distinta o contraria sobre un mismo tema, habrá que ver cuál se ajusta más a la verdad y seguir ese. Si no san Pablo no hubiera enseñado que:" si nosotros o un ángel OS enseña algo contrario al Evangelio, sea anatema" . Anatema!! Nosotros!! Más duro que lo de Viganó.

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  7. Ángel castillo, la Virgen habló durante el concilio vaticano II, mire la fecha, no en el post concilio.

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  8. Anon 21.13: ¿Y? ¿Ud sabe bien lo que es un Concilio? ¿Usted es católico? Si es que sí. ¿Qué es para ud un Concilio para un católico?

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  9. Inma: Precisamente, es la frater sspx la que niega el concilio. ¿son católicos?

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  10. ¿Y quién es Viganó para decir lo que dice? ¿Para Viganó los errores son del post-Concilio o de los documentos del Concilio? Investíguenlo. Porque si dice lo segundo más vale que se busque otra Iglesia.

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