domingo, 28 de junio de 2020

El papa Francisco y la ideología del género

No hay ninguna duda que el Magisterio de la Iglesia pasa por una época de confusión -para decir lo menos- durante el pontificado del papa Francisco. Incluso podría atribuirse a este tiempo de la Iglesia aquella calificación que utilizó el santo cardenal John Henry Newman para referirse a la época de la herejía arriana: "suspenso de la Iglesia docente". Sin embargo, pese a todas las similitudes, no faltan por supuesto en el actual pontificado expresiones magisteriales en plena continuidad con la Tradición.

----------Tras seis años de trabajo y doce borradores, el papa Francisco aprobó este 23 de marzo el Nuevo Directorio para la Catequesis, que es el tercero que la Santa Sede elabora desde la celebración del Concilio Vaticano II, el primero en 1971, y el segundo en 1997. Como corresponde a los avances informativos en nuestra era, ya es posible acceder al texto completo de esta guía de catequesis.
----------En la presente nota no voy a referirme a todos los aspectos de este directorio catequético, sino a un tema específico: la llamada "identidad de género", la cual, como no podía ser de otro modo, aparece mencionada en un par de ocasiones, dada la incidencia que el asunto tiene en nuestra sociedad.
----------La primera mención está en el n.371 de la guía, donde se expresa que: "La catequesis está llamada a encontrar modos adecuados para afrontar las grandes cuestiones acerca del sentido de la vida, la dignidad del cuerpo, la afectividad, la identidad de género, la justicia y la paz, que en la era digital son interpretadas de modo diferente". Sin duda, es una frase que no convencerá a todos, porque enumera a la "identidad de género" entre las "grandes cuestiones" de nuestra sociedad, y sólo dice que "son interpretadas de modo diferente", sin hacer ningún juicio de valor, lo cual parece poco claro para una guía de tanta importancia práctica.
----------Pero en la segunda mención, en el n.377, el texto es más claramente condenatorio: "Una difundida orientación de lo que hoy se presenta bajo la denominación de gender, pone en discusión el dato revelado: «hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). Según tal posición, la identidad de género, ya no sería un dato original que la persona debe acoger y llenar de sentido, sino una construcción social que se decide autónomamente, desvinculada completamente del sexo biológico. El hombre niega la propia naturaleza y decide creársela él mismo. Sin embargo, según el relato bíblico de la creación, el ser humano ha sido creado por Dios como varón y mujer. La Iglesia es bien consciente de la complejidad de las situaciones personales vividas, a veces, de manera conflictiva. Ella no juzga a las personas, sino que invita a acompañarlas siempre, sea cual fuere su situación. Es consciente, sin embargo, desde una perspectiva de fe, que la sexualidad no es sólo un dato físico, sino una realidad personal, un valor confiado a la responsabilidad de la persona. De este modo, la identidad sexual y la vivencia existencial deberán ser una respuesta al llamado original de Dios".
----------Por consiguiente, está claro que en las nuevas orientaciones para la catequesis se ratifica que lo que hay que enseñar a los fieles, especialmente a los catecúmenos, es que el sexo es biología, realidad, hecho objetivo, mientras el género no es más que una ideología. En suma, que no existe otro género que aquel que se corresponde con nuestra realidad biológica. Pero también queda claro que en el mundo actual, la tan difundida ideología de género crea graves conflictos personales, que imponen a la Iglesia (a los catequistas, clero y laicos) la tarea de acoger con caridad a los que viven esos conflictos.
 
La identidad de género: una visión falsa e inaceptable

----------No hace falta que en esta nota yo abunde con ejemplos de lo difundida que está en nuestra sociedad la ideología de la "identidad de género". Los lectores podrán enumerar por sus propios medios los hechos y casos que viven cotidianamente al respecto. Recuerdo, por ejemplo, un congreso en Italia, donde en un stand armado por el Ministerio de Igualdad de Oportunidades (la denominación es de por sí manifestativa de las ideologías actuales), en el que se proponía a los asistentes una triple y libre opción: homosexualidad, heterosexualidad e indiferencia, tal cual lo relato. Tratando de comprender el aspecto que podría considerarse aceptable de este slogan, me doy cuenta que lo que se desea es dar a todos igualdad de oportunidades, sin exclusivismos y privilegios y, por lo tanto, sin injusticias. En este sentido, y hablando en general, se podría estar de acuerdo. Sin embargo, en el contexto específico de la vida sexual, es obvio que este slogan se presta a otra interpretación, que es la base de una antropología sexual y, por consiguiente, de una perspectiva ética incompatible con una sana visión, científica y filosófica del ser humano "hombre y mujer", visión natural confirmada por la fe cristiana, una fe que produce una cultura católica de la cual nosotros los católicos creemos que está en las raíces de nuestra civilización y debe ser su cabal e irrenunciable expresión.
----------¿Cuál es la visión inaceptable y falsa que está en la base de la identidad de género? Simple: sostener la determinación sexual o el campo de la sexualidad no como una dimensión natural y esencial de la persona humana (aunque enraizada en la animalidad), sino como algo extrínseco a la persona o convencional o, como dicen, "vinculado a la cultura", objeto de legítima manipulación o, como dice el texto del nuevo Directorio de Catequesis: "una construcción social que se decide autónomamente, desvinculada completamente del sexo biológico", con la que "el hombre niega la propia naturaleza y decide creársela él mismo".
-----------Es decir, se trata de algo variable o determinable por nuestras libres elecciones o por las operaciones de la técnica, por lo tanto, al fin de cuentas, una especie de opcional, donde cada uno estructura la sexualidad de manera subjetiva de acuerdo con sus propias preferencias individuales, como si la sexualidad no fuera un dato universal y objetivo del ser humano como tal (animal racional, según la famosa definición aristotélica ) y, por lo tanto como si, en consecuencia, las normas éticas de fondo de su sexualidad no fueran leyes morales naturales objetivas e inmutables, sino que estuvieran sujetas a la arbitrariedad del individuo o a la tendencia de las modas o a las contingentes disposiciones del derecho civil o de las decisiones de los gobernantes o de la política o de los gustos del momento.
----------El concepto de hombre que subyace a esta visión es el de un sujeto independiente del ser hombre o mujer, un sujeto sexualmente indeterminado y amorfo, de tipo puramente genérico -esta visión habla precisamente de "género" (gender)- el "género humano", para el cual las formas de la sexualidad no tendrían una esencial finalidad unitiva hombre-mujer en vista de la generación y educación de la prole (matrimonio), sino que estarían sujetas a una pluralidad de libres elecciones dictadas por las convenciones, por el placer, por la emotividad, por las pulsiones psíquicas o, en casos particularmente sofisticados, por teorías o simbologías esotéricas o pseudo-espirituales, no ajenos a la magia y a la superstición.
 
Actitud ante las personas con tendencias homosexuales
 
----------No hay duda de que las funciones ligadas a la masculinidad y a la feminidad tienen un aspecto secundario o accidental y dependiente de convenciones o usos que varían de acuerdo con los tiempos y lugares, pero debería ser cierto para todos que tales elementos adicionales se arraigan en una realidad humana hombre-mujer que constituye la base y la esencia misma del ser humano y, por lo tanto, se origina, como dice la Escritura, en la acción misma creadora de Dios. Solo así está garantizada la salud y la existencia misma del "género" humano. En cambio, en la mencionada visión relativista, que se da en llamar "identidad de género", un fenómeno como la homosexualidad parece ser una elección como cualquier otra, a la par del matrimonio. Y los partidarios de la ideología de género afirman que la ley civil (algunos quisieran que también la ley eclesiástica) debería asegurar igualdad de oportunidades y derechos tanto para las uniones matrimoniales como para las uniones homosexuales. ¿Pero es esto legítimo? ¿Deberían poder ser  iguales?
----------Surge así la cuestión de los así llamados "matrimonios gay". ¿Se debe ser favorable o contrario a ellos? Para un católico no puede haber dudas. Pero, comencemos por hacer una distinción. Por un lado, debo decir que en mi ministerio sacerdotal he tenido la ocasión de conocer a laicos y, a veces, incluso a sacerdotes homosexuales, vale decir y, hablando con más propiedad, con tendencias homosexuales. Siempre me ha impresionado y me sigue impresionando la delicadeza de su conciencia, su madurez moral, su deseo de conquistar la virtud y de liberarse del vicio y del pecado. Saben muy bien que la acción homosexual es pecado. Y conozco bien la misericordia de Dios que viene al encuentro de estas personas, en las cuales el arrepentimiento, el sincero dolor por el curso que ha tomado su vida, y el deseo de corregirse y mejorar se combinan con un estado de condicionamiento objetivo del sujeto, que atenúa la culpa.
----------Pero, por otro lado, lo que no es aceptable es hacer de la homosexualidad una especie de "nueva humanidad", un valor del cual hacer jactancia, o una especie de ideal moral. Los homosexuales honestos y conscientes de lo que es la verdadera dignidad humana rechazan desdeñosamente esta actitud hipócrita, adulatoria y falsamente condescendiente, que no los ayuda en absoluto, sino que los deja en sus dificultades, falsamente presentadas como derecho e igualdad de oportunidades.
----------Por consiguiente, la homofobia no es saber y hacer saber a la gente que la homosexualidad es un defecto y un pecado, sino que es el desprecio farisaico por los homosexuales, que también están revestidos de dignidad humana, redimidos por la sangre de Cristo y llamados a la santidad.
----------Conozco también casos de cónyuges donde al menos uno de los dos es homosexual; pero las personas de este tipo, que vienen a mi confesonario, se cuidan bien de faltar el respeto a su esposa o a su propia masculinidad y se esfuerzan laudablemente por superar lo que consideran correctamente, humildemente y sabiamente, su propio defecto. Y por otra parte, ¿quién de nosotros carece de defectos?
----------En cambio, se debe desaprobar el llamado "matrimonio gay" en el cual el mismo ejercicio de la homosexualidad pretende presentarse como programa de vida y expresión de cultura y libertad, como si se tratara de un ideal de la humanidad. Aquí es necesario que no solo la Iglesia sino también el ordenamiento civil adopten una actitud, sí, de comprensión y de tolerancia, pero sin llegar al punto de perder de vista las exigencias de la ley moral natural y del verdadero amor, porque un error de este tipo en el campo de la sexualidad, como fehacientemente lo demuestra la historia, conduce inexorablemente a un pueblo a la decadencia genética y al borde de su desmoronamiento y desaparición física, pues, de hecho, la normalidad sexual afecta la existencia misma de la persona. De ahí el riesgo de que el pueblo se extinga o cuanto menos caiga bajo el dominio de pueblos genéticamente más saludables.
----------Nunca como hoy la Iglesia, sobre la base de la Revelación (Sagrada Escritura y Tradición, explicitadas por el Magisterio), nos ha dejado en claro que la ética sexual es una ética de la vida, fuente y regla del verdadero placer y del verdadero amor. Sin embargo (y ahora me refiero particularmente a lo que ha venido sucediendo en nuestro país), ha sido frecuente en estas últimas décadas que nuestro Obispos y sacerdotes (salvo contadas y dignas excepciones) han renunciado a su voz profética y docente, particularmente guardando el más absoluto silencio sobre este tipo de temas, una vez que la ley civil de nuestro país, de una u otra manera, se somete a las ideologías vigentes. Eso ha ocurrido muchas veces en nuestra historia reciente: se sancionan leyes de educación laicista, de divorcio vincular, de así llamado "matrimonio igualitario", de adopción extramatrimonial, de legitimación del concubinato, etc., y una vez sancionadas tales leyes decadentes y antinaturales, los Obispos y sacerdotes ya no hablan más de esos temas (si es que con suerte han hablado antes).
----------Dios no permita que el pueblo argentino, aturdido por malos maestros y pastores, se ponga en el camino de la muerte después de haber recibido durante siglos la luz de ese Evangelio que indica al hombre y a la mujer, como lo demuestra la historia cristiana, el camino de su verdadera dignidad y felicidad

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