jueves, 19 de marzo de 2020

La infiltración modernista y la infiltración lefebvriana en la Iglesia

Se trata de un tema recurrente, pero nunca se insistirá lo bastante en destacarlo, una y otra vez, hasta que por la virtud de los hombres y por la gracia divina, los tiempos sean diferentes para la Iglesia peregrina.

----------La imagen clara de lo que sucede, apareció a la vista de todos nítidamente en los últimos Sínodos de Obispos, en Roma, sobre todo con perfiles muy nítidos en aquellos cuyo tema fue el del matrimonio y la familia en los años 2014 y 2015, pero también se notó en los más recientes, sobre los temas de la juventud y la Amazonía. Por supuesto, todos sabemos que el Sínodo de Obispos en la Iglesia es sólo un órgano consultivo del Papa, cuya única prerrogativa final es presentar mociones, en realidad una moción final, al término de sus deliberaciones, pero el Sumo Pontífice es el único que tiene prerrogativas de decisión vinculantes para toda la Iglesia respecto a esas mociones, si considerarlas o no, y el modo de considerarlas.
----------Sin embargo, el espectáculo dado por los Obispos asistentes a los últimos Sínodos no fue precisamente el de la unidad. De hecho, la expresión "cisma de facto en la Iglesia" se ha repetido en los últimos años; y no faltaron quienes han expresado que las opuestas posiciones de los padres sinodales se han visto reflejadas en las posteriores Exhortaciones Apostólicas postsinodales del Papa, acusando a estos textos de ambigüedad, y que no han logrado constituir una expresión de unidad sino que sólo se han cubierto las divisiones. El conflicto entre la ortodoxa hermenéutica de la continuidad y la heterodoxa hermenéutica de la ruptura, parece ser un hecho en el colegio episcopal. Ahora bien, ¿qué pensar de todo esto?
----------Que nos hallemos con infiltraciones modernistas, filoprotestantes y rahnerianas en el interior del cuerpo episcopal de la Iglesia universal y del propio Colegio cardenalicio, bajo la inocente y honorable etiqueta de "progresismo", es algo bien sabido y desde hace tiempo denunciado por muchos, y ahora es un hecho cada vez más evidente, con su irresponsable buenismo y perdonismo, con los que ha venido a menos el sentido del pecado y se cae en lo que el Concilio de Trento llamaba "vana haereticorum fiducia". Precisamente, la herejía buenista o misericordista (condenada también por el papa Francisco, en discursos al propio Sínodo de Obispos en 2014) se hizo muy evidente en los Sínodos sobre la Familia.
----------Pero, por si eso fuera poco y no bastase, lo que está desde hace tiempo circulando clandestinamente y se ha filtrado incluso en los últimos Sínodos de Obispos, es también un variado abanico de infiltraciones pasadistas o lefebvrianas, que se manifiestan claras en un cierto miope y duro conservadurismo, enmascarado de celo por la ortodoxia, y en la rigidez farisaica, la cual, para poner un ejemplo en lo sucedido con los Sínodos del 2014 y 2015, culpabilizando a los divorciados vueltos a casar como si fueran las almas condenadas del infierno, asumieron en aquel momento la misión y tarea de salvaguardar inflexiblemente la ley de la exclusión de los divorciados vueltos a casar de los Sacramentos, como si se tratara de un depósito de la Sagrada Tradición, incluso advirtiendo perentoriamente al Papa que, si una buena mañana se levanta y decide cambiar esta ley, él caería ipso facto en la herejía. Menciono ese ejemplo de hace unos cinco o seis años atrás, pero que se viene repitiendo acerca de otros temas y problemas.
----------Se trata de turbias ideas que están en circulación desde hace tiempo, sea en forma subterránea, clandestina, o incluso en forma abierta, sobre todo entre teólogos y teologuchos improvisados ​​o mercenarios. Recordemos que esas ideas no salían a la luz en la mociones finales de los Sínodos sobre la Familia, que no fueron en absoluto ambiguas, sino que estuvieron marcadas o improntadas por una gran prudencia y equilibrio, sin tocar explícitamente, como era conveniente, el delicado tema de la comunión a los divorciados vueltos a casar, sino limitándose sabiamente a ofrecer las bases dogmáticas, eclesiológicas, morales y jurídicas, que le servirían al Santo Padre para que entrara, si él lo creía oportuno, en el tema y tomara una eventual decisión. Sin embargo esa misma prudencia de los padres sinodales no pareció manifestarse en el último Sínodo de Obispos, el referido a la región amazónica, cuya moción final no careció de desequilibrios modernistas; aunque afortunadamente el Papa, en su exhortación postsinodal los dejó de lado.
----------En cuanto al problema del llamado por muchos "cisma de facto en la Iglesia", hay que decir que tal expresión es no sólo imprecisa, sino amañada e interesada en algún aspecto. Lo que debe saberse claramente es que el actual cisma en la Iglesia es doble y existe desde hace cincuenta años: 1) por un lado, está el cisma formal de los cuatro gatos lefebvrianos, que, sin embargo, rasguñan mucho y parejo, oficialmente cismáticos; y 2) por otro lado está el cisma no oficial, pero mucho más serio, grave, descarado y arrogante, de los modernistas y rahnerianos, también llamados buenistas o misericordistas o perdonistas -pero ¡guay de tocarlos!-, descarados aduladores del Papa actual (no así de Benedicto), y que hoy son legión.
----------A casi ocho años del actual pontificado, personalmente yo he confirmado mi opinión, que mantengo desde hace cinco o seis años atrás: a juzgar por lo que viene sucediendo, no parece que el papa Francisco sea capaz de dominar o controlar la caótica situación: golpeando duramente a los conservadores extremistas, lo único que ha hecho es atizar su orgullo y su odio contra él, por lo que hoy el Papa es acusado abiertamente de herejía, lo que no fue el caso en los tiempos del cisma de Martín Lutero.
----------En cuanto a los modernistas, que, después de una escalada o ascenso al poder que ha durado décadas, ahora se han apoderado de una gran parte del liderazgo en las estructuras eclesiásticas, deberían ser ellos mismos quienes se reconocieran -como mínimo- cismáticos y se arrepintieran, y se debería castigar a sus cómplices, pero, cegados por el poder conseguido y "glorificándose unos a otros" (Jn 5,44), evidentemente están muy lejos de hacerlo, considerándose, por el contrario, la punta de avanzada, la vanguardia, del progreso eclesial, y persiguiendo a los ortodoxos y a los fieles al Papa y al Magisterio de la Iglesia.
----------Mientras esto sucede,  la actitud del Papa hacia ellos recuerda la famosa novela de Archibald Joseph Cronin [1896-1981]: "Las estrellas miran hacia abajo" (The Stars look down, 1935).

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