viernes, 27 de marzo de 2020

¿Cuál es el modo de comportarse con el papa Francisco? (1/4)

No son pocos los fieles católicos que, en el ámbito de la guía espiritual manifiestan desde dudas hasta sufrimiento, turbación y variado grado de conmoción ante las actitudes y directivas pastorales y de gobierno de la Iglesia, asumidas por el actual Pontífice. Hoy, de hecho, si bien muchos aprueban, y algunos hasta el punto del entusiasmo, y en el límite de la incorrecta papolatría, la obra del papa Francisco, entretanto existen otros que están descontentos y algunos casi escandalizados, hasta el punto de correr el riesgo, como los luteranos, de perder la fe en el mismo Papado, lo que sería sumamente peligroso para su alma.

----------Por otro lado, no me dirijo (al menos directamente) en esta nota a quienes atacan de modo sistemático al actual Pontífice, demostrando de este modo que, o bien no saber distinguir entre el oficio petrino que indefectiblemente es ejercido en su función magisterial y las eventuales defecciones en su función pastoral o de gobierno, o bien no distinguir entre Cátedra Petrina y el hombre que la ocupa, o bien haber perdido la recta fe en el Papado. Hacia ellos me queda, naturalmente, mi compasión y mi deber de orar por su conversión. A quienes en estos apuntes me dirijo es a aquellos buenos católicos, que honran y respetan al papa Francisco como verdadero Papa; esos católicos que están siendo probados pero no vencidos; que sufren amarguras pero en el fondo conservan la serenidad; desorientados, pero sin haber perdido el camino; disgustados pero todavía sabiendo encontrar la dulce presencia del Señor a través de su Vicario en la tierra; sufrientes, pero también consolados; cansados, pero recuperándose con renovada esperanza; católicos que parecen estar a punto de ceder, pero he aquí que se aferran con todas sus fuerzas a Cristo.
----------El problema de los problemas hoy es efectivamente el papa Francisco. Con el Papa actual, la Iglesia está sufriendo, mientras que el mundo está feliz (o al menos eso se notaba antes de la pandemia). Es necesario saber encontrar en Francisco lo positivo, ante todo como maestro de la fe, donde no puede equivocarse. No faltan sus valiosos documentos, sobre todo las encíclicas. Importante es la Carta Gaudete et exultate, especialmente la condena del pelagianismo y del gnosticismo. Pero incluso la controvertida exhortación Amoris Laetitia, si se interpreta correctamente, no presenta dificultades doctrinales. Si se la lee con atención, en realidad no da permiso de Comunión a los divorciados vueltos a casar, sino que lo pone solo como hipótesis en la nota 351.
----------Es necesario, con el papa Francisco, ir más allá de su apariencia modernista y relativista y descubrir el Evangelio que él predica, aunque a menudo de forma ambigua y equívoca. Por otra parte, tiene el defecto de no decirlo todo, y eso no hace bien, porque demuestra respeto humano. Parece que tuviera temor de los juicios del mundo y de las críticas de los poderosos de la tierra. Deja de lado aquellas partes del Evangelio que podrían dar lugar a fastidio.
----------Sin embargo, acogemos con gratitud los aspectos positivos de su pastoral y aquellas partes del Evangelio que él predica. No podemos acusarlo de falsificar el Evangelio, como hizo Lutero con León X, porque nosotros mismos nos pondríamos del lado de la herejía. La suya no es herejía sino negligencia dictada por un excesivo respeto por el mundo y sometimiento a las ideologías dominantes.
----------Intentemos hacer un elenco de estas doctrinas olvidadas o descuidadas: la independencia de Dios respecto del mundo, la inmutabilidad e impasibilidad divinas, la identidad del Dios severo del Antiguo Testamento con el Dios misericordioso del Nuevo Testamento; la necesidad de la justicia junto con la misericordia; la historicidad del relato bíblico de Adán y Eva; la hostilidad de la naturaleza como castigo del pecado original; la transmisión por generación de la culpa original; el valor satisfactorio, expiativo y reparador de la redención de Cristo; la Misa como renovación incruenta del sacrificio de Cristo; la transubstanciación eucarística; el efecto mortal del pecado; la importancia de la ascesis; la noción de la verdad; la relación de la gracia con el libre albedrío; los méritos de las buenas obras; la salvación solo para los que observan los mandamientos; la gracia ofrecida a todos pero no dada a todos; el perdón solo para aquellos que se arrepienten; la distinción entre mal de culpa y mal de pena; la fe como conocimiento intelectual; la inmutabilidad de la verdad dogmática y de la ley moral; el significado de la herejía; la distinción entre fraternidad-filiación humana y fraternidad-filiación cristiana; el deber de los hermanos separados de entrar en comunión con la Iglesia Católica; el primado del cristianismo sobre las otras religiones; la evangelización como finalidad del diálogo interreligioso; la distinción entre la guerra justa y la guerra injusta; la predestinación de los elegidos; el primado de la Iglesia sobre el mundo y sobre el Estado; las condiciones para pertenecer a la Iglesia; la advertencia que nos llega de los condenados del infierno; el purgatorio; la condena de la sodomía, del comunismo, de la masonería, del modernismo, del rahnerismo; la recta interpretación del Concilio Vaticano II, no la modernista ni la que era moda en el '68.

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