sábado, 28 de marzo de 2020

¿Cuál es el modo de comportarse con el papa Francisco? (2/4)

En realidad, se necesitaría una nueva santa Catalina, que reclamara al Papa al cumplimiento de su deber, como hizo con el terrible Urbano VI, que por la dureza de su conducta hacia los Cardenales provocó el cisma de Occidente. En cuanto a Urbano, Catalina dijo que se olvidó de la misericordia en nombre de la justicia, a Francisco, Catalina le diría que se olvida de la justicia en nombre de la misericordia.

----------Santa Catalina de Siena [1347-1380] dice, dirigiéndose también al papa Urbano VI [1378-1389], que un vicio recurrente en los Superiores es el amor propio, por el cual el Superior, careciendo de humildad y embriagado por su poder, por un lado se excede en su tendencia a mandar, mientras que por otro lado es también demasiado permisivo, pues no reconoce sus propias faltas, no escucha las dudas, las quejas o los reclamos, le gusta que le halaguen, no acepta críticas y desprecia a los adversarios, mientras que por el contrario no corrige sino que trata con suavidad a los sujetos equivocados o desviados por temor a perder su favor, y renuncia a hacer justicia para no tener problemas con los poderosos. Creo que Catalina le daría hoy a Francisco las mismas advertencias y le haría las mismas exhortaciones.
----------Catalina, además, como hizo con Urbano VI, que dividió la Iglesia provocando el cisma, invitaría a Francisco, custodio de la unidad de la Iglesia, a hacer obra de pacificación al interior de la Iglesia y, en particular, a esforzarse por la reconciliación entre lefebvrianos y modernistas, corrigiendo los defectos de los unos y de los otros, para aunar las buenas cualidades de cada una de las dos partes, de manera de unir conservación y progreso, tradición y renovación, fidelidad y reforma.
----------Pero para tener el ascendiente y la credibilidad necesarios para alcanzar este preciosísimo objetivo, le diría a Francisco que debe estar verdaderamente por encima de las partes, custodio y guardián irreprensible e incorruptible de los valores comunes y universales, en el respeto de la diversidad, juez y árbitro ecuánime e imparcial, padre de todos y no de una sola parte.
----------A tal fin, diría Catalina, es necesario que Francisco deje de maltratar a los lefebvrianos y de acariciar a los modernistas y les llame a todos hacia sí mismo como a niños amados a vivir en la concordia y en la paz como buenos hermanos bajo el único padre. Los lefebvrianos deben aceptar las doctrinas del Concilio y los modernistas deben interpretarlas no como les plazca, sino de acuerdo con la interpretación de la Iglesia y del Catecismo.
----------Por lo demás, Catalina suplicaría a Francisco, siempre para moderar su protagonismo, que renuncie a deseos de grandeza, que renuncie a dar idea de que quiere rehacer la Iglesia de nuevo, descuidando la tradición, en una búsqueda exagerada y unilateral de lo "nuevo", haciéndose pasar por Papa "revolucionario", iniciador de un "punto de inflexión epocal".
----------Le recordaría las palabras del Señor, de que todo el que quiera ser grande en la Iglesia debe amar la humildad. Si quiere ser grande, y puede serlo, debe hacerse pequeño, es decir, humilde, al servicio de sus hermanos en la verdad, incluso a riesgo de su vida, y no concentrarse en la búsqueda del éxito personal.

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