domingo, 29 de marzo de 2020

¿Cuál es el modo de comportarse con el papa Francisco? (3/4)

Continúo con estos apuntes, en donde intento dar respuesta a aquellos fieles angustiados y atribulados, en razón de las actitudes y decisiones pastorales y de gobierno del papa Francisco, y que tienen dudas acerca de qué actitud tomar ante él. Como he hecho en las anteriores notas (sugiero leerlas antes de proseguir adelante), relaciono la situación actual con aquella de la época de Santa Catalina de Siena.

----------Catalina le propondría al papa Francisco ejemplos de Papas Santos, como san Juan XXIII, san Pablo VI y san Juan Pablo II, y en todo caso excelentes Predecesores, como el papa Benedicto XVI. Ciertamente, Catalina exhortaría al papa Francisco a seguir adelante, sin renunciar en absoluto a elegir una línea diferente y personal, la reforma promovida por aquellos Papas, en lugar de pensar en Lutero o en 1968.
----------Catalina reconocería que uno de los signos más evidentes del mal gobierno eclesial del papa Francisco, es el de no haberse opuesto un freno suficiente a la impresionante y cada vez mayor propagación de la negligencia sexual y la lujuria, en todas sus formas, incluso las más abominables, cubiertas en modo inadecuado bajo el apelativo de "clericalismo", al cual el Papa no ha dejado de recurrir.
----------Aquello que probablemente Catalina le diría al Papa es que desaprueba su condena de la pedofilia, al no ir acompañada de una igualmente necesaria y enérgica batalla pastoral contra la sodomía. En realidad, en teoría, el papa Francisco la ha condenado. Y no podía no hacerlo, si no quería caer en la herejía.
----------Pero lo que resulta gravemente reprobable, es su familiaridad de trato con personas o círculos sodomíticos, así como las inquietantes noticias que sobre el propio Papa se desprenden del memorial de Mons. Carlo Maria Viganò, noticias acerca de las cuales toda la Iglesia habría esperado una respuesta o un comentario de parte suya, mientras que la indiferencia y distancia con las cuales Francisco ha tratado ese documento da la impresión de un alma avergonzada, que quiere pasar por alto, precisamente aquello en lo que se le pide claridad y sinceridad. Si así lo hiciera no haría sino que apreciáramos más.
----------Algunos, para justificar a Francisco, reconocería Catalina, citarían el ejemplo de Jesús que frecuentaba a los pecadores. De acuerdo. Pero Jesús luego los exhortaba a la conversión y a la penitencia; les reprochaba, les corregía, les advertía, les amenazaba. Pero, ¿qué hace Francisco? Un hermoso diálogo, una bella cordialidad, el aprecio de la "diversidad" y luego todo parece ser como antes. Los pecadores continúan alegremente sus vidas, como si nada hubiera pasado. No es éste, advertiría Catalina, el ejemplo de Cristo, que, efectivamente, a veces, aceptaba salir del "diálogo" y ser maltratado por sus adversarios. Y ella hacía lo mismo.
----------Ciertamente Catalina reconocería que el Papa se encuentra ante una situación eclesial desastrosa madurada en los últimos cincuenta años. Por cuanto respecta al problema específico de la ética sexual, se ha verificado una serie de renunciamientos o concesiones morales en los moralistas católicos, que han comenzado con la admisibilidad de la masturbación y de las relaciones prematrimoniales a fines de la década de 1960, pasando a la admisibilidad de los anticonceptivos en el '68. En la década de 1970 el divorcio, el aborto y la fecundación artificial. La difusión de las convivencias en las décadas de 1980 y 1990. El útero en alquiler en los años '90. La difusión de la pedofilia y de la sodomía desde el 2000. Las "uniones civiles" desde 2016 y los matrimonios homosexuales en la actualidad. ¿Y qué más llegará ahora?
----------La tarea urgente, por lo tanto, es la de proponer un concepto de la sexualidad humana que sea más elevado al que había existido hasta el Concilio Vaticano II, y que ha sido propuesto por la "teología del cuerpo" del papa san Juan Pablo II, el cual amplía la mirada sobre el sexo humano más allá de la actual condición de fragilidad y miseria de la naturaleza caída y redimida, hacia la condición protológica de reciprocidad ("esta vez es carne de mi carne", Gn 2,23) y de la unidad o comunión ("los dos serán una sola carne", Gn 2,24); y de aquí hacia la condición escatológica de la resurrección.
----------De tal modo, finalmente se supera, con el Concilio y sus desarrollos en la doctrina de san Juan Pablo II, la antropología platónica, que durante milenios ha estado en el corazón del ideal de la castidad. Primero en el platonismo y luego en su versión cristiana, que fue el origenismo, sustituida por la antropología aristotélica, más acorde con la antropología bíblica y armonizable con el dogma de la resurrección, mientras que en el platonismo esto no sucede. De hecho, en Platón es evidente el primado del espíritu sobre el cuerpo y, por tanto, sobre el sexo; y este orden corresponde ciertamente a la verdad de la naturaleza humana.
----------Pero luego Platón entiende el cuerpo y por lo tanto el sexo como una fuerza hostil o al menos ajena o incongruente al espíritu, de modo tal que el deseo sexual se opone al deseo de Dios. De ahí el voto de castidad que, en la abstinencia sexual, hace posible la unión con Dios. Pero el precio de esta operación, en Platón, es muy alto: el sexo debe ser extinguido. Ahora bien, todo esto supone la negación de la resurrección del sexo, que en cambio aparece bastante clara en las enseñanzas de san Juan Pablo II.

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