sábado, 14 de marzo de 2020

¿Qué decir del conservadurismo y del progresismo en la Iglesia? Son dos categorías periodísticas, pero no del Magisterio (2/3)

A partir de lo que llevamos viendo, ya advertimos que lo importante es no confundir el progresismo con el modernismo. El progresismo, como he dicho, es un aspecto del todo normal y yo diría obligatorio de la sana vida cristiana. "La caridad, dice san Agustín, si no progresa, no es caridad". Y el propio san Pablo exhorta a todos a tender con todas las fuerzas y a avanzar continuamente hacia la perfección.

----------Por su parte, la Iglesia, asistida siempre por el Espíritu Santo hasta la consumación de los siglos, avanza, progresa, continuamente en la historia hacia la plenitud de la verdad. El modernismo, en cambio, es un falso progresismo; es un intento engañoso y equivocado que, pretendiendo referirse dolosamente, maliciosamente, al Concilio, quiere modernizar la vida cristiana a través de una asunción acrítica de la modernidad, la cual, en lugar de ser juzgada por el Evangelio, pretende ella misma juzgarlo.
----------El progresismo legítimo, por lo tanto, puede ser la expresión de una sana propensión a lo nuevo, efecto de una libre elección o preferencia completamente normal de ciertos fieles dentro de la Iglesia, que están más interesados ​​que otros en el elemento dinámico, evolutivo y propulsor hacia la plenitud de la verdad y la virtud. Nada malo en todo eso, de hecho, por el contrario, es un gran bien. Un precioso servicio, ciertamente no exento de riesgos, que vale la pena correr para sugerir nuevos caminos, proyectos de búsqueda y de realización, para favorecer el avance de la Iglesia en la historia hacia la plenitud escatológica.
----------Indispensable y vital, tanto en la Iglesia como en la teología, es por otra parte también un cierto elemento u oficio de conservación, custodia, guarda, oficio de tradición, en cuanto se trata de profundizar, esclarecer, explicitar, desarrollar, mejorar, hacer crecer y progresar un patrimonio, un depósito perenne, podríamos decir un tesoro divino, incorruptible, inmarcesible e inmutable de valores teóricos y morales, valores "no negociables", como suele decirse, universales y absolutos, revelados, ordenados y fundados por Cristo y confiados por Él a los apóstoles. En esta luz san Pablo ordena a Timoteo: "Guarda el depósito" [1 Tm 6,20].
----------Este oficio de con conservación y tradición, evidentemente no consiste en permanecer apegados a costumbres, instituciones, cosas, doctrinas del pasado que, habiendo agotado ya su función, o bien se mostraron dañosas, o ya no sirven más, o no tienen nada más que dar y de hecho se vuelven peligrosas: he aquí el "tradicionalismo" condenado por el papa Francisco en aquel mencionado discurso al Sínodo de los Obispos del 2014. Este "tradicionalismo" no sería fidelidad a la Tradición, sino atraso, obsolescencia e impedimento para aquel progreso, como suele decirse, "un palo en la rueda" o incluso un veneno, como sería por ejemplo consumir un alimento caducado o "poner bozal al buey que trilla" (1 Cor 9,9).
----------Por tanto, es urgente aportar algunas modificaciones a un cierto modo de expresarse sobre estas cuestiones. Para darme a entender, un buen ejemplo a considerar es lo que manifestó el gran debate que tuvo lugar el año 2014 en torno a lo sucedido y a las conclusiones del Sínodo de Obispos sobre la familia. Acerca de ello, es necesario hacer algunas puntualizaciones. La gran prensa modernista y masónica en aquel momento se complacía en presentar la corriente del cardenal Walter Kasper como "progresista" y cercana o vecina al Papa, mientras que la otra corriente, que tenía como cabezas visibles los que se convirtieron en famosos cinco cardenales, incluyendo entre ellos al cardenal Ludwig Müller, por entonces todavía prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue calumniosamente o al menos inapropiadamente hecha pasar como "conservadora" y contraria al Papa, el cual era presentado como "progresista".
----------Aquella malvada campaña de prensa, dentro y fuera de la Iglesia, sucedida en el 2014 y continuada en los años siguientes, significó y significa, como suele decirse, cambiar las cartas sobre la mesa de forma pérfida y desleal, de modo traicionero e injusto. Pongamos por consiguiente las cosas en su lugar. Aquellos cinco cardenales, que en la oportunidad citada no hicieron más que recordar los valores esenciales y dogmáticos del matrimonio y la familia, no son en absoluto ni en modo alguno "conservadores", sino perfectos católicos. Mientras que el cardenal Kasper y sus amigos, en cambio, con sus mal ocultos presupuestos relativistas e historicistas, no deberían ser llamados "progresistas", sino sobre todo modernistas.
----------Al Papa entonces, que está obviamente super partes gracias al carisma de Pedro y como maestro de la fe, si queremos precisamente darle una calificación, podríamos asignarle como máximo la de progresista, pero no al modo de Rahner o de Kasper o de Küng, sino al modo del papa san Pablo VI, o al de Maritain o al de Congar, ciertamente no, por lo tanto, un modernista, con el debido respeto a los modernistas que quisieran apoderarse de él. Porque incluso un Pontífice es libre de preferir una determinada corriente teológica o de expresar su propia línea cultural personal, que nada tiene que ver con su oficio de infalible doctor universal de la Iglesia, más allá de todas las opiniones o posibles tendencias teológicas.
----------Por consiguiente, y siempre me estoy refiriendo como ejemplo a lo sucedido en las polémicas del 2014 en torno al Sínodo de Obispos, si allí existía alguien contra el Papa, maestro de la fe, más allá de sus alardeadas y inatendibles declaraciones de representar al Papa, era y es el propio Kasper; y si existía alguno con el Papa, maestro de la fe, era el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Müller. Por lo tanto, no se venga a decirnos tonterías. Los periodistas improvisados teólogos, antes de escribir tonterías, se deberían dejar instruir por quienes saben un poco más de teología que ellos.

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