miércoles, 5 de febrero de 2020

¿Puede mentir el Papa en el caso Viganò?

En mi nota anterior adelanté que quedaban por aclarar unas cuantas cosas. Emprendamos la tarea...

----------Quisiera que los lectores recuerden que el 10 de junio del año pasado, Vatican Insider, en un artículo de Salvatore Cernuzio, informaba acerca de una entrevista concedida por Mons. Carlos Maria Viganò al Washington Post ese mismo día. En ese artículo informaba Cernuzio lo siguiente: "El ex-representante del Papa en USA se detiene extensamente en las declaraciones del Papa a la TV mexicana Televisa, en las que afirmó que no sabía nada de los crímenes de McCarrick, pues de lo contrario habría actuado. Viganò -quien afirma haber sido quien informó a Bergoglio, en 2013, de las fechorías del entonces pastor de Washington- dice estar 'inmensamente triste' por el hecho de que Francisco 'ha mentido patentemente al mundo entero': '¿Cómo podemos olvidar todo esto, especialmente un Papa?' ".
----------En aquella ocasión, Mons. Viganò, que había sido desmentido por el Papa, volvía a reiterar su acusación, pero ahora respaldada por una reciente declaración del ex-secretario del cardenal McCarrick. La pregunta surgió entonces, y se ha mantenido desde entonces: ¿Quién decía la verdad? La presunción, pienso, debería apostar por el Papa. Pero hay que recordar que no es imposible que un Papa pueda mentir, como es imposible que pueda ser herético. Y esto debe estar perfectamente claro para todo fiel católico. Porque no es lo mismo mentir que caer en herejía; no es lo mismo la mentira que la herejía.
----------Ciertamente, tanto la herejía como la mentira significan: decir lo falso o negar lo verdadero. Pero existe una gran diferencia entre ambas figuras. Mientras la mentira se refiere a los hechos: se da por sucedido un hecho no sucedido o viceversa -una acción completada o no completada, un evento acaecido o no acaecido, un testimonio dado o no dado, un situación real o ficticia, una frase pronunciada o no pronunciada, y cosas por el estilo-, la herejía es dar por verdad de fe una proposición falsa, que no es de fe o negar que sea de fe y declarar falsa una proposición que es de fe.
----------Cuando un Papa desempeña su función de Maestro de la fe, enseñando el Evangelio, aunque no defina expresamente un nuevo dogma, sino que se limita a su enseñanza ordinaria, no puede engañarse y no puede engañar a los fieles, porque de lo contrario querría decir que él estaría careciendo de la asistencia del Espíritu Santo, que Cristo ha prometido a Pedro para confirmar a los hermanos en la fe.
----------Pero si eso pudiera suceder, significaría que Cristo ha hecho a Pedro una promesa falsa, lo cual sería blasfemo de solo pensarlo. Si el Papa pronuncia alguna frase que puede dar la apariencia de herejía, o es porque no la interpretamos en el sentido que él pretendía o es porque no se expresó bien o es porque se trata de un obiter dictum (algo dicho al paso) o una opinión privada. Por supuesto, ese tipo de expresiones no se debe tener en cuenta, pero es necesario cuidar que eso no suceda en los documentos oficiales, sobre todo los de un nivel superior, como las Cartas Encíclicas y las Cartas Apostólicas.
----------Por cuanto respecta, sin embargo, a la cuestión de la mentira, el Papa ciertamente también aquí dispone de una especial gracia del Espíritu Santo; pero mientras en el caso del magisterio doctrinal el Espíritu Santo mueve la mente y la palabra del Papa, para que él conozca y exprese infaliblemente la verdad de la Palabra de Dios, por lo cual la gracia del magisterio actúa infaliblemente, dejando libre la voluntad del Papa, en cuanto respecta al problema de la sinceridad en el hablar, el Papa tiene a su disposición ciertamente una gracia especial, que conforta las virtudes morales -y la sinceridad es una virtud moral-; pero el Papa puede voluntariamente y por lo tanto culpablemente rechazar esta gracia y, por consiguiente, caer en el pecado. Lo cual quiere decir que, en este campo de la acción moral, en nuestro caso, un Papa es efectivamente pecable. Por consiguiente, si bien es imposible encontrar en el pasado Papas herejes, es posible y de hecho ha habido Papas desleales y deshonestos.
----------Se trata de la distinción entre gracia pontificia magisterial y gracia pontificia pastoral. Resumo una vez más esta importante doctrina teológica: esta distinción se basa en el hecho de que, si bien la autoridad pastoral del Papa puede estar sujeta a defectos, la autoridad doctrinal es infaliblemente asistida por el Espíritu Santo. De hecho, en el primer caso el Papa tiene un don del Espíritu Santo, pero culpablemente no puede hacer uso de él. En cambio, cuando intenta ejercer su magisterio, es infaliblemente iluminado por el Espíritu Santo. El fundamento evangélico del primer poder se encuentra en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, cuando él, habiendo comprobado que Pedro le ama, le ordena que apaciente sus corderos. Esto implica que el Papa, por mala voluntad, puede sustraerse a este deber. En cambio, la autoridad doctrinal está basada en el mandato de Cristo a Pedro de confirmar a los hermanos en la fe. En este caso, cuando el Papa quiere enseñar el Evangelio, es infaliblemente asistido por el Espíritu Santo, es decir, se adhiere siempre libremente a la iluminación divina. Esta teoría, que tiene su fundamento en santo Tomás de Aquino, ha sido legítimamente inferida, por legítima reflexión teológica, de las propias palabras de Jesús. Dos o tres teólogos amigos la comparten y la enseñan siempre que tienen ocasión de enseñarla.