El Concilio Vaticano II, como nos dicen los estudiosos, en el campo de la eclesiología ha tenido, entre otras, la función de completar la obra iniciada y desarrollada por el Concilio Vaticano I, el cual, como es bien sabido, fue interrumpido tras el ingreso en Roma de la tropas piamontesas.
----------Así las cosas, el Concilio Vaticano II, después de que el Concilio precedente había tratado de los poderes del Papa, pasó a tratar de los de los otros organismos eclesiales, comenzando, como sabemos, por la doctrina del Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia como conjunto de fieles, para luego tratar de la funciones de los obispos, de los presbíteros, de los religiosos y de los laicos: un cuerpo doctrinal imponente e importantísimo, que nos hace conocer mejor, con orden y las debidas distinciones, cuáles son los diversos ministerios, oficios, servicios, misiones y carismas estructurales de la Iglesia.
----------Con ello el Vaticano II ha querido valorizar, activar y estimular, en su justa autonomía pero también en las recíprocas relaciones, todas las energías, las fuerzas y las potencialidades de la Iglesia, para así asegurarle ese nuevo impulso evangelizador y misionero que notoriamente fue, según las indicaciones del papa san Juan XXIII, uno de los propósitos, si no precisamente el propósito principal del Concilio. En esta línea de fortalecimiento de las estructuras de la Iglesia, el Concilio elaboró una más profunda doctrina del Colegio Episcopal y de la Iglesia local. De ahí han nacido luego las Conferencias episcopales nacionales.
----------Sin embargo, en mi modesta opinión, en este monumental cuerpo de doctrina de ambos concilios del Vaticano, precisamente en el momento en que se reafirmaron con total claridad el primado, las prerrogativas y los poderes del Romano Pontífice, sin embargo, se descuidó proponer una doctrina suficiente acerca de ese indispensable instrumento de su magisterio y de su gobierno que es la Curia Romana con el conjunto de sus dicasterios y de sus oficiales, comenzando por la Secretaría de Estado.
----------Es cierto que inmediatamente después de la finalización del Concilio, el papa san Pablo VI trató de subsanar la carencia, y lo dispuso sabiamente; sin embargo, y aunque él venía de la Secretaría de Estado, pienso que -aunque no soy un experto en este campo- debo expresar mi modesta opinión de que no sé cuánto tal reforma propulsada por el papa san Pablo VI en la Curia Romana haya sido verdaderamente eficaz. Nos debíamos liberar de la secular antipatía hacia la Curia Romana que incluso se remonta al nacimiento del luteranismo y tal vez no tuvimos el coraje de dotar a este precioso organismo, que media entre el Papa y el Pueblo de Dios, la suficiente funcionalidad, energía y claridad.
----------Soy del modesto parecer que, bajo la fuerte y duradera impresión por el rancio cliché anticlerical de la "prepotencia de la Curia Romana", la reforma de Pablo VI ha producido una Curia demasiado débil y escasamente útil para una conducción eficaz de la Iglesia por parte del Romano Pontífice, mientras que han emergido excesivamente las demandas del episcopado y de los teólogos, los cuales en ciertos casos han subestimado y visto con malos ojos ese órgano de gobierno del Papa.
----------Esta laguna, siempre en mi modesta opinión, es uno de los motivos que están en el origen de la nefasta separación que habría surgido en modo dramático desde el inmediato postconcilio y que dura hasta el día de hoy, entre el Papa y sus inmediatos, confiables y fieles colaboradores, por un lado -¡al fin de cuentas, la Curia todavía existe!- y por otro lado el resto del Pueblo de Dios, comenzando por el colegio cardenalicio y el colegio episcopal, hasta llegar a todos los demás componentes del cuerpo eclesial.
----------Ha sucedido así, y eso todos lo han notado, que la justa valorización del Pueblo de Dios promovida por el Concilio, en muchos casos ha sido falsificada por un estilo y por un enfoque de excesiva autonomía frente a la Santa Sede, para no decir de abierta desobediencia y rebelión con disputas de todo tipo, tanto en el campo disciplinar como, y esto es mucho peor, incluso en el campo de la doctrina de la fe.
----------El Papa, ya desde los tiempos de san Pablo VI, ha comenzado a quedar aislado, desatendido, ignorado, incluso traicionado. Basta con recordar el horrendo "caso Paolo Gabriele", hacia el final del pontificado de Benedicto XVI. Permítanme los lectores, traer a la memoria aquel desgraciado evento, pues me parece de utilidad para el tema que estamos considerando.
----------Con el proceso que siguió de inmediato al darse publicidad aquel caso, parecía resultar que el imputado habría actuado "solo", cosa absurda con que cualquier persona de buen sentido común reflexione sobre lo sucedido; eventos por lo demás bien conocidos por los mismos órganos del Vaticano: ¿Cómo se puede pensar que un cualquier oscuro -aunque debía haber sido muy digno de confianza- doméstico privado del papa Benedicto XVI habría podido solo para sus propios fines privados sustraer furtivamente al Papa durante seis años 82 cajas de documentos privados y secretos, probablemente muy importantes, sin que nadie en la Secretaría de Estado se haya dado cuenta? ¿Qué estaba haciendo Gabriele con todo este inmenso y delicado material? ¿Quería crear un archivo histórico por cuenta propia?
----------¿A quién quieres convencer? ¿Por qué en aquel momento ante todo no se reconoció en cuanto ocurrió, un hecho horrible e inaudito, que ciertamente procuró un enorme sufrimiento al Vicario de Cristo, el cual, por cierto lo soportó con altísima dignidad? ¿Por qué en aquel momento no se encuentraron comentarios autorizados sobre ese episodio? ¿Acaso no era conveniente hacer ulteriores investigaciones minuciosas para quitar aquella "sporcizia" de la cual habló el Papa en una famosa homilía?
----------¿Acaso no podría haber sido aquella la punta del iceberg de la rebelión que desde hace mucho tiempo se ha deslizado hacia el Papa incluso entre sus colaboradores más cercanos? ¿Acaso no se nota desde hace tiempo disenso y contraste con el Papa incluso en algunos Cardenales? ¿No hubo y hay rebelión contra el Papa también en las Órdenes que tradicionalmente han sido su brazo derecho, como los Dominicos y los Jesuitas?
----------Aquella vez (siempre hablando acerca del recordado "caso Paolo Gabriele") los modernistas infiltrados incluso en la Secretaría de Estado, sintiéndose seguros, dieron un imperdonable paso en falso, por el que desde ese momento y ahora ahora no puede ser todo como antes. En aquella ocasión lograron hacer un proceso judicial en una semana, ingenuamente elogiado por su velocidad por parte de ciertos juristas italianos: ¡por supuesto! se quiso cubrir todo lo antes posible, en la esperanza (vana) de que aquel embarazoso episodio fuera olvidado cuanto antes. Pero, como dice el proverbio: "Tanto va la gatta al lardo che ci lascia lo zampino". Se encontró la zampa, y lo que había que hacer era encontrar al gato...
----------Un amigo, fraile dominico que en aquellos años trabajaba como funcionario en la Secretaría de Estado, me contó una interesante anécdota. Mi amigo vio de modo absolutamente casual un apunte, una pequeña nota, para el Papa, de parte del cardenal dominico Luigi Mario Ciappi, teólogo de la Casa Pontificia. La nota decía con tono alarmado y la franqueza típica del dominico: "Santidad, hay desviaciones doctrinales incluso en la Pontificia Facultad de Teología". Los comentarios, obviamente, huelgan.
----------Lo tragicómico es que los modernistas se permiten desde hace mucho tiempo desobedecer tranquilamente al Papa incluso en materia de fe, mientras ¡guay de quienes los desobedecen a ellos!, siempre en materia de "fe", por supuesto "fe" tal como la entienden ellos, que implica todo tipo de desviaciones de la auténtica ortodoxia. De tal modo, por un lado, ellos dejan hablar o defienden a los herejes, y por otro lado quisieran cerrar la boca a los defensores del Papa, del Magisterio y de la sana doctrina. La situación se está volviendo intolerable. ¡Realmente necesitamos un "reconquista cristiana", incluso en la Santa Sede!
----------El Papa (y ya no hablo de Benedicto XVI, sino también del papa Francisco, rodeados de falsos amigos) solo como está, con traidores en casa, difícilmente está en capacidad de defender a los buenos y corregir a los rebeldes. Él sin duda nos da óptimas directivas. No faltan los instrumentos para conocer la sana doctrina. Falta la herramienta para imponer la disciplina y para corregir a los desviados. Con esto no niego los grandes méritos de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero necesita ser ayudada, sostenida, alentada, porque repetidamente los sabios observadores han señalado cómo el mismo personal de este importantísimo Organismo parece demasiado escaso y desigual respecto a la enorme masa de estos problemas que se acumulan en este sector fundamental de la "obediencia de la fe" (Rm 1,5; 15,18; 2 Cor 10,5; 1 Pe 1,22).
----------Obedecer al Papa, cuando nos habla como Vicario de Cristo, pone en juego nuestra obediencia a Cristo como Maestro de la Fe. Nuestra fe de católicos en Cristo nos es mediada por nuestra obediencia al Papa, por supuesto, se entiende, en cuanto nos enseña el Evangelio. Es obvio que fuera de este altísimo oficio que caracteriza al Papa en cuanto Papa, él es una persona falible y puede fungir simplemente, como suele decirse, como simple "doctor privado", como aparece claramente por ejemplo de los libros, aún cuando sean siempre hermosos e importantes, que Benedicto XVI, "Ratzinger", como dice significativamente el subtítulo, escribiera en su momento sobre Jesucristo, invitando al lector a entrar en discusión con él, cosa que evidentemente no haría si nos hablara como Maestro de la Fe y por otro lado, ¿cómo podría un teólogo tan grande como él no tener la libertad de expresar sus opiniones? Salvando las distancias, porque la altura teológica no es la misma, dígase lo mismo de cuando el papa Francisco, menos escritor, pero mucho más locuaz (a veces incontinentemente locuaz) se expresa sólo como "doctor privado", o con simples opiniones personales, muchas veces discutibles, y a veces erróneas, que no nos son vinculantes.
----------Indudablemente esta doble línea de enseñanza del Papa puede ser mal entendida por católicos no preparados, tanto en uno u otro sentido: yendo al extremo de la papolatría al aceptar todo lo que el Papa diga, o al extremo de la rebeldía, discutiéndolo todo. Por este motivo, creo, los Papas del pasado siempre se han abstenido de escribir libros en ese tono o expresarse de modo privado, aunque obviamente en otros documentos ordinarios no siempre han empeñado su infalibilidad pontificia.
----------Sin embargo, hoy podemos pensar en un Pueblo de Dios lo suficientemente maduro como para saber apreciar no solo la enseñanza oficial del Papa, sino también sus discutibles opiniones, ya sea si se trata de un teólogo de primera magnitud, como Ratzinger, durante su pontificado como Benedicto XVI, avalado incluso por sus veinte años de experiencia lograda en la Congregación para la Doctrina de la Fe, o si se trata del papa Francisco, con menos vuelo y autoridad teológica en los casos en que habla como doctor privado.
----------Las instancias autoritativas intermedias que están entre el Papa y el Pueblo de Dios, aunque obviamente no son meros transmisores mecánicos de directivas y de enseñanzas pontificias, deben hoy comprender, en muchos casos, donde ellas están contaminados por el modernismo, que si quieren tener autoridad entre los fieles y súbditos, primero deben obedecer al Papa y a la Santa Sede.
----------De lo contrario, el fiel prudente y juicioso no podrá seguirlos, y también está dispuesto a sufrir persecución, como lamentablemente está sucediendo en muchos casos. Para ser santos es necesario saber sufrir incluso de parte de los hermanos sin tener la timidez ni el oportunismo de huir del sendero de la verdad desobedeciendo al Evangelio enseñado por el Sucesor de Pedro.
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