domingo, 2 de febrero de 2020

Breves apuntes para comprender las Jornadas de Asís (2/4)

Continuemos con estos apuntes (escritos al vuelo y desordenadamente), acerca de las Jornadas de Asís, encuentros interreligiosos que los tres últimos Papas vienen celebrando regularmente.

----------En la primera parte de estos apuntes planteábamos las dificultades que plantea al diálogo interreligioso ese sector fanático y terrorista del Islamismo. Pero al mismo tiempo, debemos considerar que al cristiano no le sorprende recibir del mundo -por amor de Cristo- sordera, incomprensión, hostilidad y rechazo. Ya Nuestro Señor Jesucristo mismo, que fue el primero en padecer estas cosas, ha advertido a sus discípulos de que esto tenía que suceder. Por lo tanto, los cristianos a lo largo de los siglos siempre han estado habituados a recibir persecuciones. Aceptándolas en la paz y orando por los propios enemigos, a menudo han terminado por convertirlos y por consiguiente por promover así la difusión del cristianismo. "Los mártires, como ya decía Tertuliano, son semilla de nuevos cristianos".
----------Pero si bien debemos hacer una clara distinción entre el Islam en su conjunto y el terrorismo islámico, emanación de pequeñísimas minorías (la famosa secta Al-Qaida, por ejemplo), la historia de catorce siglos nos dice cuán refractario es el mundo islámico al anuncio evangélico, obstinadamente y durísimamente convencido, con una tenacidad digna verdaderamente de mejor causa, de tener en Mahoma, más allá y por encima de Cristo, al verdadero Profeta de la felicidad humana y de la obediencia (islam) del hombre a Dios. Según el Islam, como es sabido, no Cristo, sino Mahoma nos lleva al paraíso.
----------Añádase el hecho de que el Corán indudablemente enseña -aunque esto no deba presentarse con colores demasiado fuertes- un modo de difundir el mensaje coránico muy diferente al estilo cristiano, el cual, si bien comporta indudablemente un anuncio sin acomodamientos y la advertencia de que "quien no crea será condenado", sin embargo a fin de difundir la verdad, el cristiano se apoya en la conciencia del destinatario del mensaje y propone dicho mensaje en un clima de libertad y de amor generoso, tolerante y paciente, renunciando a toda forma de engaño o indignas presiones o sugerencias o promesas o tentaciones o coacciones, a diferencia del método islámico, que recurre fácilmente al chantaje psicológico, político y económico y a la amenaza de las armas, casi implicando la famosa alternativa: "O comes la sopa o saltas por la ventana" (los italianos dicen: "O mangi la minestra o salti la finestra"). De modo que uno se pregunta cuántos musulmanes lo son por convicción o más bien por conveniencia o por miedo.
----------De ahí el tradicional escepticismo, a lo largo de los siglos, por parte de los cristianos, acerca de la posibilidad de que los musulmanes puedan redimensionar la figura de Mahoma, ciertamente gigantesca pero no exenta de defectos, reconociendo que cuanto de verdadero ha dicho por el Profeta no tiene nada que enseñar a Cristo, porque Cristo es el divino Salvador también de Mahoma, quien, por lo demás, no se consideraba en absoluto "Hijo de Dios". Es sólo un cierto mahometismo fanático el que "diviniza" o "idolatra" a Mahoma en función anticristiana, casi para hacer un contrapuesto a Cristo que le estuviera a la par e incluso lo superara.
----------Sin embargo, ¡qué espléndido ejemplo tenemos a lo largo de los siglos de la presencia suave y fuerte de la Orden de San Francisco en Tierra Santa entre los musulmanes! Pero..., es bien sabido que el Seráfico no era un dialogante al estilo Hans Küng, sino que deseaba convertir a los musulmanes. San Francisco precedió al Vaticano II por ocho siglos. He aquí por qué se hace la Jornada precisamente en Asís.
----------El Concilio Vaticano II, de hecho, sobre todo con sus documentos sobre la libertad religiosa (Dignitatis humanae) y sobre el diálogo interreligioso (Nostra Aetate) nos da una gran esperanza a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad de que ha llegado el momento de romper esta bloque maldito que durante catorce siglos ha cerrado el acceso de los musulmanes a Cristo, en una secuela interminable de luchas cruentas entre cristianos y musulmanes. ¡Y no olvidemos vincular estos documentos con el de las misiones (Ad Gentes)!