sábado, 7 de septiembre de 2024

Un tradicionalista postconciliar opina del Concilio (1/2)

He aquí, en dos partes, la conferencia de un tradicionalista postconciliar (o como también podríamos decir, un conservador progresista) acerca del Concilio Vaticano II, y sus enseñanzas sobre la Iglesia [En la imagen: fragmento de "El triunfo de la Iglesia", óleo sobre tabla, de alrededor de 1625, obra de Pedro Pablo Rubens, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].

----------Con mucha complacencia presento hoy a los Lectores del blog, este breve comentario del padre Tomas Tyn sobre algunos de los temas principales del Concilio Vaticano II, donde podemos notar cómo el Siervo de Dios se encuentra en plena sintonía con las enseñanzas del Concilio de nuestro tiempo, y hace de ellas una referencia perfectamente adherida a sus contenidos.
----------El padre Tomas, a quien recientemente hemos cualificado como un conservador progresista, tuvo del Señor, como misión principal de su testimonio de teólogo, la de recordarnos algunos temas de la Tradición, que en el período del postconcilio habían sido a menudo olvidados. Por eso se lo podría cualificar como tradicionalista, pero en un sentido plenamente católico.
----------Y lo más interesante en este sacerdote dominico, tradicionalista postconciliar, es que este su amor por la Tradición se combina perfectamente con una total docilidad a las doctrinas del Concilio, contrariamente a aquellos que, por desgracia, o no han podido entenderlas o las han tergiversado, ya sea en nombre de un tradicionalismo indietrista o en nombre de un peligroso neomodernismo.
----------El comentario que aquí presento, se trata de una conferencia sobre el Concilio, que fue ofrecida por el padre Tomas Tyn en Bologna, el 11 de noviembre de 1985, en el Instituto Tincani. El audio originario (que puede hallarse en este enlace) ha sido desgrabado y vertido al español. Las palabras en letra cursiva corresponden a la conferencia del padre Tyn (en letra normal, hago ocasionalmente algunos comentarios).
   
----------Bienvenidos de nuevo, queridísimos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María... Santa María... Amén. Sede de la Sabiduría. Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
----------Aquí vamos, queridísimos. Nos volvemos a ver en un nuevo año académico. Me habéis propuesto temas muy interesantes, también para mí, esto es, la exposición de algunos temas muy caros al Concilio Vaticano II, pero también un poco desconocidos, porque de hecho el Concilio Vaticano II es el gran desconocido. Se habla continuamente de él, pero se abusa mucho de él, como todos sabéis, porque a menudo se invoca el espíritu del Concilio contra la letra del mismo. Ahora bien, es regla de sabia interpretación de los textos decir lo que el autor ha querido expresar. Lo que ha callado no ha querido expresarlo.
   
----------Conviene al respecto aclarar que, sin embargo, puede haber subentendimientos o significados implícitos. Sin embargo, la posibilidad o legitimidad de estas declaraciones debe ser dada por el texto explícito.
   
----------Y por consiguiente, es muy importante no solo hablar del Concilio Vaticano II e invocar su espíritu un tanto vagamente, sino tratar ante todo de encarnarlo en la concreción de sus textos. He aquí que por eso me he propuesto elegir para vosotros -obviamente veis que el trabajo del Concilio no es indiferente, pues los textos son muchos-, hemos hecho una cierta selección de temas y de textos referentes a estos temas. Así por ejemplo hoy hablaremos del misterio de la Iglesia como realidad visible y como realidad invisible. Un tema no indiferente. Sabéis bien que prácticamente también en el diálogo con los hermanos separados esto asume una grandísima importancia en cuanto que los mismos pre-reformadores como John Wyclif por ejemplo, o como Jan Hus, pero más tarde Lutero mismo, afirmaron que la Iglesia no es una sociedad visible, sino que es más bien la sociedad de los elegidos, de los predestinados.
----------Ahora bien, nadie sabe obviamente quién está predestinado a la vida eterna, de modo que, según estos reformadores, la Iglesia estaba reducida a una entidad social sí, pero invisible. Era una multitud de hombres, pero no se sabía quién perteneciera a la Iglesia. En cambio la Iglesia católica profesa entrambas verdades, veremos bajo qué ángulos diferentes, es decir que la Iglesia es al mismo tiempo una cosa social y visible, pero también algo animado desde dentro por el Espíritu Santo de Dios que obviamente es una realidad invisible.
----------He aquí que, por lo tanto, hablaremos hoy, siempre iluminados por los textos del Concilio y precisamente por el texto de la constitución dogmática Lumen gentium, en su número 8, donde veremos cómo el propio Concilio Vaticano II distingue estos dos aspectos de la única Iglesia. He aquí, sin embargo, que para llegar a esto, es necesario ver un poco la estructura de esta constitución dogmática. No se trata de un simple decreto, sino de una verdadera constitución dogmática, por tanto un texto de notabilísima autoridad, texto más que nada doctrinal, y que por lo tanto pretende pronunciarse precisamente sobre la esencia, sobre la naturaleza de la Iglesia. Pues bien, este texto está estructurado en estos puntos.
----------Primer capítulo: el misterio de la Iglesia. Veréis, se empieza a hablar del misterio de la Iglesia en sí misma. Y allí están, como veremos, varias descripciones tomadas de la Tradición y de la misma Sagrada Escritura de lo que es la Iglesia. Luego el segundo capítulo: el Pueblo de Dios. Es decir, después de haber visto muchas descripciones tradicionales de la Iglesia, el Concilio toma una de ellas; digo que toma una porque esta característica de Pueblo de Dios es una de las características bien tradicionales conocidas desde siempre en la Iglesia, pero el Concilio ha querido subrayarlo, digamos así, con particular relieve, precisamente para explicar cómo la Iglesia se configura no solo como un organismo social, bien organizado y estructurado, bien definible, sino también como una entidad dinámica. He aquí por eso que se habla de un pueblo de Dios en camino, en camino, obviamente, peregrino, hacia la patria celestial.
----------Es bellísima esta definición porque ustedes ven como prácticamente nosotros somos un pueblo que camina, pero camina hacia una meta que es meta-histórica, es decir, una meta que se sitúa más allá de la historia. Vemos cómo la Iglesia es una sociedad, pero sociedad esencialmente sobrenatural dotada por Cristo Señor que la ha fundado dotada de medios sobrenaturales en vista de la salvación del hombre. Por lo tanto, lo que la Iglesia quiere es una sola cosa, queridísimos: la salvación de nuestras almas. Esta definición del pueblo de Dios en camino retoma en pleno esta finalidad de la Iglesia.
----------Les digo, entre paréntesis, que santo Tomás de Aquino insiste siempre en decir que todo actuar humano individual o social está especificado por su fin. Cuando hemos indicado el fin que se propone la Iglesia, entonces hemos definido a la Iglesia. Ahora bien, el pueblo de Dios en camino hacia la patria celestial significa que la Iglesia está toda orientada hacia la salvación eterna de las almas como hacia su propio fin. Por eso el Concilio insiste mucho en este tema del Pueblo de Dios.
----------Pero luego, para que no se produzca ningún malentendido (y al respecto, debemos tener presente que el Concilio es toda una cuestión de equilibrio, tanto es así que el Santo Padre, y recuerdo todavía su primer discurso a los cardenales, después de su elección, dijo: "el Concilio aún no ha sido puesto en práctica"), ahora a distancia de tiempo se convoca un Sínodo precisamente para verificar los frutos positivos pero también negativos en la aplicación de los decretos conciliares. El Concilio ha sido malinterpretado. ¿Por qué? Porque cada uno ha intentado tirarlo de un lado o del otro. Y esto no está permitido. Por eso es necesario leer los textos en su plenitud, en su integridad, precisamente para darnos cuenta de lo que el Concilio, es decir la Iglesia misma, a través de su autoridad suprema, es decir, el Papa junto con los Obispos en comunión con él, en esta asamblea asistida por el Espíritu Santo, quisieron decir.
----------Entonces, inmediatamente después de la definición del Pueblo de Dios, que podría dar sí la idea de algo dinámico, pero tal vez también algo poco ordenado, digamos así, el Magisterio del Concilio se esfuerza en esta constitución Lumen Gentium, por aclarar que se trata de un Pueblo ordenado, no de un conglomerado de gente, sino de un pueblo. Por otra parte la palabra misma, pueblo, no significa simplemente una masa de hombres, significa siempre una cosa ordenada. Pero era correcto explicarlo, para evitar equívocos, por eso aquí está el otro capítulo, que se titula "La Jerarquía", la jerarquía de la Iglesia.
----------A continuación, en el cuarto capítulo, están los laicos, otro tema importante, es decir, el Concilio se ha preocupado de dar a los laicos la correcta responsabilidad en la Iglesia. No es que tal responsabilidad no la tuvieran ya antes, un laico responsable siempre sabía cuál era su rol y no se sentía en absoluto tan aplastado por la prepotencia de los sacerdotes, al menos no lo creo. Por tanto, un laico consciente sabía que debía ser colaborador del sacerdote, colaborador del obispo, precisamente en el apostolado de los laicos. Pero el Concilio ha querido subrayar bien precisamente esto, es decir que los laicos pertenecen a pleno título al pueblo del Señor y lo veremos luego en una de nuestras meditaciones particulares.
----------Luego, en el capítulo quinto, el Concilio trata sobre la vocación universal a la santidad. También esto es muy bello. El Concilio reafirma este concepto: que en la Iglesia todos, sin exclusión alguna, son comúnmente llamados, convocados, a hacerse santos. Por lo tanto, para aquellos que tuvieran dudas, pero creo que nadie las ha tenido nunca, ha aclarado que la santidad no es monopolio de los frailes, de las monjas y así sucesivamente diciendo, sino que es realmente la vocación de todos, absolutamente todos, clérigos, frailes, religiosos o no, todos están llamados a la santidad, es decir, en sustancia, a la caridad. Porque en efecto, la caridad es lo que nos santifica, y la gracia nos une a Dios.
----------Luego tenemos un capítulo particular, el capítulo sexto, sobre los religiosos. No es por casualidad, como pueden ver. Inmediatamente después de haber hablado de la santidad de la Iglesia, se dice: está bien que todos sean llamados a la santificación, pero, para que los frailes no se sientan exentos de esta tarea, como podría suceder, porque podrían decir: pero entonces si todos son llamados a esto, ya no hay diferencia entre nosotros y los demás, he aquí que el Concilio -observan ustedes de nuevo ese equilibrio- dice: todos son llamados, pero los frailes son llamados por así decirlo dos veces. Vale decir, para dar la idea, están obligados especialmente los religiosos y las religiosas, como personas consagradas, en particular a tender a la santidad. He aquí, por tanto, un capítulo añadido sobre los religiosos y luego, en el capítulo séptimo, el carácter escatológico de la Iglesia, es decir, la meta, el fin al cual la Iglesia tiende, y luego -dulcis in fundo- en definitiva el capítulo conclusivo, octavo, una bellísima contemplación, precisamente una meditación, sobre María Santísima, Madre y Modelo de la Iglesia, ejemplo de todo buen cristiano. Es bellísima esta conclusión de la Lumen Gentium, que muestra cómo María es realmente la síntesis de todas las propiedades de la Iglesia.
----------Nosotros, en cambio, nos detenemos en el primer capítulo que trata del misterio de la Iglesia. Y entonces, también aquí hay una subdivisión: el misterio de la Iglesia es visto sobre todo como sacramento en Cristo. ¿Qué significa sacramento? Les reclamo ahora su benevolente atención. Sacramento quiere decir sacrum signum, dice san Agustín, es decir un signo sagrado, signo de una realidad divina, porque en el fondo solo Dios es santo. Por consiguiente, sacramento significa signo de una realidad sagrada.
----------Incluso en la Nueva Alianza los sacramentos no solo significan la gracia, sino que la producen. Ahora bien, ciertamente la Iglesia no es uno de los siete sacramentos, esto es evidente. Pero la Iglesia tiene una cierta sacramentalidad en un sentido más amplio de la palabra, en cuanto que también la Iglesia representa, es decir, significa, el Cristo en el misterio. San Pablo dice que la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo, que ella significa, representa a Cristo. Y no solo eso, sino que en cierta medida lo hace presente con su gracia, porque la Iglesia santifica a aquellos que le pertenecen. En este sentido se habla de la sacramentalidad de la Iglesia.
----------Luego el plan salvífico universal del Padre. He aquí que hay una meditación trinitaria. Ante todo la intención del Padre de salvar a todos los hombres. Jesús nos revela a Dios como nuestro Padre, y el Padre ¿qué es lo que quiere? Nuestra santificación. Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, dice el apóstol san Pablo. He aquí, por lo tanto, que el Padre nos ama en vista de nuestra santificación. Esta santificación se realiza por medio de Cristo, el Hijo del eterno Padre enviado al mundo, entregado a los impíos para ser crucificado y para salvar de tal manera al mundo. Por lo tanto, misión obra del Hijo. Luego el Espíritu santificador de la Iglesia, la Persona divina donada a la Iglesia, dada como prenda de la gloria futura y también dada como asistencia a lo largo de los siglos hasta el fin del mundo.
----------Luego el Concilio habla de la Iglesia como reino de Dios. Jesús mismo habla del reino de Dios, tanto dentro del hombre, en cuanto el hombre pertenece a Dios, como en la sociedad de los hombres. Este reino de Dios se cumple en la Iglesia del cielo. Hemos celebrado la fiesta de todos los santos. Pues bien, la Iglesia del cielo son los santos que ya están en posesión de los bienes celestiales.
----------La Jerusalén celestial es la Iglesia ya congregada; nosotros somos todavía la Iglesia congregante, que trata de unir a todas las gentes a sí para llevar a todos al paraíso del cielo, en la Iglesia congregada en la casa del Padre. He aquí el reino de Dios. Esto es muy bello, la basileia tou theou. El reino de Dios como lo dice Jesús en el Evangelio significa la sumisión perfecta del hombre a Dios. En definitiva, en la Iglesia Dios es soberano, Dios es rey. He aquí por qué la Iglesia coincide con el reino de Dios, porque ser de la Iglesia, pertenecer a la Iglesia significa pertenecer a Dios por medio de la caridad que nos hace conformes a la voluntad del Señor, o sea, el Señor reina en nuestras almas y nos hace hermanos entre nosotros, porque lo que compartimos como miembros del único cuerpo que es la Iglesia es nuestra pertenencia mediada por Cristo en el Espíritu Santo, nuestra pertenencia a Dios, un único Padre de todos. Vean entonces lo que significa el reino de Dios.
----------Y luego las imágenes de la Iglesia tomadas precisamente de la Escritura. El redil bajo un único pastor. Luego, el campo cultivado por Dios, Dios que hace crecer el trigo. Luego el edificio del Señor, la oikonomía, incluso el templo de Dios. Y finalmernte la esposa del Señor, sin arrugas ni manchas, toda resplandeciente de belleza. Después de estas diversas imágenes de la Iglesia, el Concilio habla del cuerpo de Cristo, el corpus Christi mysticum, y esta es una teología muy profunda.
----------Mientras las otras imágenes son más que nada poéticas, la imagen del cuerpo místico de Cristo ya significa algo mucho más propio. En efecto, el corpus Christi mysticum significa ya una sociedad orgánica de hombres, ordenada, la cual es Cristo en el misterio, y por tanto sociedad sobrenatural. En sustancia, el cuerpo de Cristo místico es una imagen bíblica paulina que describe la definición teológica de la Iglesia como sociedad perfecta sobrenatural. Y nos detendremos en el último punto que es éste: realidad visible y espiritual, Iglesia realidad visible y espiritual. Era necesario anteponer todo lo demás para comprender en qué punto se inserta precisamente este tratado sobre la Iglesia como sociedad visible y espiritual al mismo tiempo. El corpus Christi mysticum explicita la socialidad de la Iglesia pero también su sobrenaturalidad.
----------Ahora hay que ver en qué sentido la Iglesia es sociedad visible y en qué otro sentido, en cambio, es el Cristo en el misterio. Entonces el Concilio dice, sobre todo, que la Iglesia está fundada en Cristo y por Cristo, único mediador. Comienza así inmediatamente este número ocho. Dice: "Cristo único mediador ha constituido en la tierra su Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza y de caridad, como un organismo visible". Entonces, sobre todo el Concilio reafirma que la Iglesia está fundada por Cristo. Y especifico, fundándome en la tradición del Magisterio de la Iglesia, que no solo está fundada por Cristo, sino que está fundada por Cristo Dios, por la autoridad divina del Salvador.
----------Por lo tanto, la Iglesia, queridísimos, esta es una verdad absolutamente fundamental, la Iglesia de ningún modo, es obra de un hombre, es invención de un hombre. La Iglesia es toda, como dice el cardenal Journet en una de sus bellísimas obras, "la Iglesia es la creatura del Verbo". La creatura del Verbo encarnado, que es Cristo. Ustedes ven, entonces, Cristo como Dios, el Verbo encarnado crea la Iglesia. Por tanto, la Iglesia no es obra de mano de hombre, una invención social de un hombre, sino que está fundada por Cristo y nadie puede refundarla de una manera distinta. Esta es una enorme obligación que nosotros tenemos ante la Iglesia. La Iglesia no se manipula. ¡Ay de los que se atreven a manipular la Iglesia!, porque la Iglesia es obra del Señor.
----------De modo que, ya saben, queridísimos, hoy en día circulan ciertas opiniones un poco peregrinas. Esto es, se piensa que, en definitiva, la Iglesia sería una expresión de sociabilidad, pues a todos nos gusta estar juntos. Es cierto también esto, por caridad el Señor nos ha dado este placer de estar juntos en la Iglesia, pero no es invención nuestra, no es que los apóstoles se hayan puesto de acuerdo y dijeran: "ahora nos gusta estar juntos". ¡No! Es Jesús el que los ha convocado.
----------La misma palabra ecclesia significa la unión de los llamados, la unión de aquellos que son llamados de todas partes de la tierra. Pero esta llamada no es una palabra humana dirigida a las gentes. Es la misma vocación divina de Cristo Dios que convoca a su Iglesia. Por tanto, primer concepto fundamental: la Iglesia está fundada por Cristo, único mediador entre Dios y los hombres, Aquel que está en medio, Aquel que intercede por nosotros, Aquel que nos ha salvado, Aquel que nos conduce a la patria celestial, Aquel que nos conduce a la vida porque Él es el primogénito de aquellos que resucitan de entre los muertos. Por lo tanto, solo Cristo ha fundado la Iglesia, solo Cristo guía a su Iglesia.
----------Luego, la santidad de la Iglesia. Dice el Concilio que la Iglesia es santa y es santa como comunidad teologal de fe, esperanza y caridad. Ven entonces aquí, lo que nosotros compartimos -muy bello este concepto-, es decir la Iglesia es sociedad, la sociedad está fundada sobre la amistad; no se diría viendo nuestra sociedad, sin embargo de por sí no es una cosa revelada por Dios; es Aristóteles quien dice esto. Precisamente con su razonamiento humano, Aristóteles dice que en el fondo la socialidad es expresión de amistad humana, cada hombre debería sentir una natural amistad por cada otro ser humano. Solo que la socialidad de la Iglesia es sobrenatural y por tanto también la amistad que nos une en la Iglesia es sobrenatural. Y entonces es un compartir amical de los bienes sobrenaturales de la misma fe. Notémoslo bien, la fe es lo primero que se comparte, por tanto sin fe no hay Iglesia, también esto es objeto de un gran error en nuestros días.
----------Yo entiendo estos errores, en cada error hay una partícula de verdad, dice santo Tomás. Y así también aquí, hay una cierta bondad en esa gente que dice: pero bueno, en definitiva, ¿cómo podemos excluir a los demás, hagamos entrar a todos, en fin. Entonces dicen que no tiene importancia si creen o no o piensan distinto. ¡No! ¡No! Ciertamente es correcto ser buenos con todos, el Concilio lo prevé cuando hablará luego del ecumenismo. Pero la pertenencia a la Iglesia es ante todo la pertenencia en la fe, de una fe convencida, plena y explícita. En definitiva, pertenecen plenamente y explícitamente a la Iglesia aquellos que creen en todos y cada uno de los doce artículos de fe. Aquellos que tranquilamente pueden repetir el Credo, el Símbolo de los Apóstoles o incluso el Símbolo niceno-constantinopolitano, que recitamos el domingo.
----------Parece una cosa simple, pero hoy es un poquito discutida. Por lo tanto el primer bien compartido es el de la fe divina. Notemos que con la fe nosotros no conocemos verdades humanas. Con la fe conocemos aquello que solo Dios puede saber. Jesús nos lo revela porque solo Él conoce al Padre. Y por lo tanto, nosotros en la fe ya no tenemos opiniones humanas, no hemos fundado un partido donde todos tienen alguna opinión sobre lo que hay que hacer en la sociedad. ¡No! La Iglesia está fundada no en una opinión humana, sino en la verdad de Dios revelada por Cristo. Y sobre esta luminosidad de la fe, virtud eminentemente intelectual  es un conocimiento la fe, ¿lo entienden?- sobre esto inhiere luego la perfección teologal de la voluntad que es el sujeto de la esperanza y de la caridad. Entonces, teniendo en común el mismo conocimiento de Dios, compartimos también la misma esperanza de la salvación, esperanza de que Dios sea para nosotros, que Dios sea nuestro amigo, que nos ayude para que nosotros podamos lograr al final de los tiempos el bien de Dios.
----------Y luego está la misma caridad, que quiere decir amar a Dios así como Dios mismo es amable en sí. Esto tampoco es posible sin la ayuda de Dios. Verán, queridísimos, solo si Dios nos infunde su caridad, nos hace partícipes de su amor, solo entonces nosotros podremos amar a Dios como Dios mismo sabe amar. Esta es la caridad, esta caridad une a la Iglesia.
----------Luego, sin embargo, el Concilio dice que, si bien es cierto que la Iglesia es una unidad teologal de aquellos que comparten la misma fe, la misma esperanza y la misma caridad -pero yo no alcanzo a ver eso dentro de los demás, no sé si tienen la misma fe, esperanza y caridad-, sin embargo, también es un organismo visible. Y dice que Jesús la ha fundado así a la Iglesia, por tanto como comunidad teologal, y ésta es invisible; pero también como organismo visible. Vemos entonces la dualidad. Hay que dar siempre razón a lo uno y a lo otro, nunca separar este equilibrio moviéndose hacia solo uno de los extremos: o pura sociabilidad visible o puro misterio desencarnado. Es lo uno y lo otro. Es una sociedad de fe, esperanza y caridad, pero también es un organismo visible. Ven entonces que la Iglesia es algo muy visible.

38 comentarios:

  1. Mi Director Espiritual me ha dicho que el problema no fue el Vaticano II sino su recepción entendiendo la prensa progresista y también el clero de esta orientación.

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    1. Roberto: exacto. También el mismo Lefebvre firmó algunos documentos conciliares, el problema vino después.

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    2. Como la reforma litúrgica.

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    3. Estimado Roberto,
      le recuerdo que la reforma litúrgica representa aquella que hoy es la voluntad de la Iglesia respecto al culto divino.
      El problema de la liturgia, más bien está dado por las dos tendencias cismáticas: la de los pasadistas y la de los modernistas. Los primeros se han quedado detenidos en el pasado. Los segundos han entendido la modernización en un sentido modernista.

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    4. Cierto Padre Filemón, y gracias por su exhaustiva explicación. Solo quería decir que Lefebvre primero la votó y luego cambió de opinión.

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    5. Roberto, tiene usted toda la razón.

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    6. Roberto: no es así.
      El luminoso y profético testimonio del Gran Siervo de Dios, Monseñor Marcel Lefebvre, defensor de la Santa Misa en Rito Romano y del Sacerdocio Católico no puede ser reducido a pocas palabras.
      El estudio de la "reforma litúrgica", es decir, de la demolición acérrima del Rito Romano que Pablo VI quiso llevar a resultados terroríficos.
      Hay aspectos tan inquietantes que hacen llorar de dolor, por el crimen cometido en la liturgia romana.
      Nunca en la historia de la Iglesia ha ocurrido lo que hizo Pablo VI.
      El verdadero Rito Romano de la Santa Misa se ha establecido en más de mil quinientos años, siempre venerado, defendido y enriquecido por los Sumos Pontífices Romanos.
      Nunca ningún Papa ha tenido la descarada audacia de Pablo VI: cerrar el Verdadero Misal Romano y hacer que se escribiera uno nuevo falsamente antiguo, por un grupo de expertos.
      Es decir, cerrar la fuente de la Liturgia Romana y hacer una nueva de plástico.
      El padre Louis Boyer uno de los peritos, pero persona seria y buena, confesó más tarde que nunca celebraba con el segundo Canon, ¡porque había sido escrito en las mesas de las tabernas de Trastevere!
      Entiende usted?
      PABLO VI HA SUPRIMIDO LA MISA DE SAN GREGORIO MAGNO, DE SAN DÁMASO PAPA Y SUCESORES, PARA ESTABLECER LA MISA FALSA ANTIGUA escrita por los peritos sobre las mesas de las tabernas del Trastevere.
      Nunca algo similar había sucedido en la historia de la Iglesia.
      Algunos peritos han redactado piezas de la nueva Misa diciendo que era un retorno a la liturgia de los orígenes.
      No era absolutamente cierto, porque ellos han hecho pasar sus hipótesis como si fueran LITURGIA ANTIGUA.
      Hay que volver lo más pronto posible al VERDADERO RITO ROMANO DE LA IGLESIA DE CRISTO.

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    7. Estimado Esteban,
      trato de contestar inmediatamente a su intervención, de la que acabo de recibir notificación.
      Ante todo le hago presente que nosotros, como católicos (y debo presuponer que usted es católico, salvo que me informe de lo contrario), estamos obligados a acoger con confianza y religioso obsequio las normas vigentes de la Sagrada Liturgia, por el hecho de que Cristo ha encargado a Pedro atar y desatar.
      Esto no significa que estas normas sean inmutables, como es demostrado por la historia de la Liturgia, pero también en el mismo campo civil es norma de buen sentido común atenerse a las normas de las leyes vigentes, por el hecho de que la ley sirve para ordenar el bien común y evitar las discordias y las divisiones.
      Tanto más sentimos nosotros, los católicos, el deber de una diligente obediencia a lo que los Sumos Pontífices, moderadores del culto divino, prescriben con el fin de honrar a Dios según la voluntad de Cristo.
      Por cuanto respecta al padre Louis Bouyer, lo que usted afirma me deja perplejo, por lo que agradecería que me citara la fuente de la que se basa.

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    8. Yo, como profesor de Religión, solo puedo recibir nociones positivas de las lecciones del Padre Filemón. La misa es fundamental pero lo que cuenta es la fe, nuestra actitud: para mí no es fundamental con qué rito se celebra.

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    9. Filemón de la Trinidad: usted tiene que saber que la nueva misa de Pablo VI ¡no fue inspirada por la "Voluntad de Cristo"!
      Más bien se inspiró en el pésimo Montini, en su modernismo y progresismo.
      Pablo VI no tenía ninguna formación litúrgica. Lo dijo bien Francesco Cossiga: Pablo VI habría sido un excelente secretario nacional de la Democracia Cristiana. Todo lo demás le aburre.
      Ha sido un destructor de la Divina Liturgia siempre conservada y amada por sus predecesores, de la cual no ha demostrado ser digno.
      El nuevo rito debe ser derogado, por el simple hecho de que la Iglesia de Roma ya tiene su propio rito, el romano, establecido durante siglos y siglos.

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    10. Estimado Roberto,
      en el conjunto estoy de acuerdo con sus palabras. Sin embargo, quisiera llamarle la atención sobre el hecho de que hoy la Iglesia celebra según el Novus Ordo, vale decir, celebra con el nuevo Misal promulgado por san Paulo VI.

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    11. Estimado Esteban,
      su juicio sobre San Paulo VI no es conforme al de un católico.
      Me pregunto por tanto si usted se considera católico.
      En caso de responder positivamente, entonces debería saber que el buen católico acoge dócilmente las disposiciones pontificias relativas a la celebración de la Santa Misa.
      Entonces los casos son dos. O usted se pone en una actitud de docilidad, y entonces puede considerarse católico. O bien si, por el contrario, usted insiste en su juicio sobre San Paulo VI y la Misa actual, entonces debería darse cuenta de que usted no está en comunión con la Iglesia.
      No se puede tener el pie en dos estribos.

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    12. Filemón de la Trinidad: Realmente a Montini debería llamárselo tal como he dicho. Destruyó con malvada y estúpida voluntad el Rito de la Iglesia de Roma, que no era su propiedad. Las disposiciones pontificias que acojo con docilidad son aquellas que se han sucedido orgánicamente durante más de mil quinientos años.
      Entonces llega Montini, destruye la Misa Romana y lo que debería aceptar.
      Como bautizado PROTESTO EN ALTA VOZ CONTRA UN CRIMEN INDIGNO COMETIDO CONTRA LA VERDADERA LITURGIA ROMANA DE LA IGLESIA DE CRISTO.

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    13. Estimado Esteban,
      le repito por última vez que si usted quiere ser un verdadero católico, con la esperanza de la salvación, debe acoger con confianza la guía del Sumo Pontífice.
      Los insultos que usted le dirige son absolutamente indignos de un católico y se asemejan a las invectivas de Lutero y de los peores herejes.
      Deje de llamarse católico, porque con esta actitud suya usted demuestra no merecer este apelativo.
      Además, con su desobediencia se pone también contra la Iglesia y merece ser excomulgado. De hecho usted ya está excomulgado, solo le falta que se le decrete oficialmente la excomunión, como el Papa lo ha hecho con Mons. Viganò.

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  2. Seguir a Jesús significa amar al prójimo. En esto seremos juzgados, no sobre la liturgia.

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    1. Estimado profesor Sierra,
      usted debería saber que el amor al prójimo implica el amor a Dios.
      Desarrollo un poco ese pensamiento, ya que el amor al prójimo, tomado en sentido absoluto, es muy peligroso, porque se puede hacer del prójimo un ídolo. Por ejemplo, también Carl Marx predicaba el amor al prójimo, pero para hacer del prójimo Dios mismo.
      Es famoso en efecto el dicho de Marx: "El hombre es Dios por el hombre".
      Es necesario decir entonces que, en el famoso capítulo 25 del evangelio de Mateo, es cierto que solo hay una lista de obras de misericordia corporales, pero Cristo mismo premia a quienes las han realizado por el hecho de que ellos, incluso sin darse cuenta, han servido a Jesucristo.
      Ahora bien, entonces, servir a Jesucristo ¿qué es sino la Liturgia?

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    2. El amor al prójimo es primero amor de Dios infundido en nosotros, y amor el prójimo por amor a Dios.

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    3. La liturgia es complementaria. Jesús dice: primero te reconcilias con tu hermano y luego llevas tu ofrenda al templo.

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    4. Estimado Fabio,
      lo que usted dice es correcto. Es cierto que el amor al prójimo debe basarse en el amor de Dios y descender del amor de Dios, porque es un poner en práctica lo que Dios manda. Por lo tanto, presupone efectivamente el amor de Dios.
      Pero este amor puede ser implícito, como sucede en aquellos a quienes Cristo premia en Mateo 25. Estas personas, por extraño que parezca, fundaron su misericordia en una misteriosa relación con Cristo, relación de la cual no eran conscientes y que el mismo Cristo se encarga de revelar.
      Así que Cristo les hace conscientes del hecho de que ellos lo sirvieron en el prójimo sin darse cuenta. Es por eso que estas personas se sorprenden cuando Cristo les agradece, pero Cristo para premiarlas no les ha preguntado si eran conscientes de servirle a Él, sino que ha tenido en cuenta el hecho objetivo que, en su auténtico amor al prójimo, Implícitamente servían a Dios y por lo tanto estaban motivadas por el amor de Dios.

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    5. Estimado profesor Sierra,
      la Liturgia, entendida como comunión con Dios en la contemplación orante, no es simple complemento de algo humano que de otro modo quedaría incompleto, sino que es un valor divino y, por tanto, debe ser considerada el bien supremo y el fin último de nuestra vida cristiana, "fons et culmen totius vitae christianae" (dice la constitución Sacrosanctum Concilium n.11), que hay que buscar de modo absoluto.
      La advertencia de Cristo respecto al hermano, con el cual estamos en desacuerdo, no debe entenderse en absoluto como suspensión de la práctica litúrgica en espera de la reconciliación, de lo contrario los Papas, entrados en desacuerdo con Lutero, deberían haber dejado de celebrar la Misa en espera de la reconciliación con los luteranos.
      Entonces, ¿qué quiere decir Cristo? Que la Misa debe ser en cualquier caso celebrada, de hecho es mejor celebrarla precisamente para obtener de Dios la gracia de la reconciliación.

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    6. A Jesús se lo debe tener primero en el corazón y luego encontrarlo en la liturgia. Quien está en pecado no puede comulgar.

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    7. Estimado profesor,
      estoy completamente de acuerdo.

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  3. Sería interesante entender qué piensa de aquellos documentos del concilio donde se habla de las otras religiones como "rocío de verdad". O la nueva misa que es protestante.

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    1. Estimado Francisco,
      en los documentos del Concilio Vaticano II no existe en absoluto esa expresión de la cual usted le hace responsable.
      Sin embargo, es cierto que el Concilio en el decreto Unitatis redentigratio subraya el hecho de que nuestros hermanos cristianos separados están en posesión de algunas verdades salvíficas, las cuales tienen su fuente en Cristo y a Cristo impulsan, es decir, vienen también del Cristo místico que es la Iglesia, e impulsan hacia la unidad con la Iglesia.
      Sin embargo, el Concilio nos exhorta a ayudar a estos hermanos a alcanzar la comunión plena con la Iglesia Católica.
      Por cuanto respecta a la Misa actual o Novus Ordo Missae, es calumnioso definirla protestante, como hace usted, porque equivaldría a juzgarla como herética y es impensable para un verdadero católico creer que el magisterio de la Iglesia pueda emanar un culto divino herético.

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    2. No, lo es. El problema es examinar el papado de Pablo VI y comprobar si sus actos han sido coherentes con la tradición.

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    3. Francisco, estás razonando en términos ideológicos y no teológicos. El Concilio no cae en el relativismo, no dice que todas las religiones son iguales sino que afirma la grave obligación de todo hombre de ir a buscar la verdad y dice que en la Iglesia católica existe plenitud de la verdad. Sin embargo, el método del Concilio es el mismo del apóstol Pablo que en el Areópago, o sea, no reprende a los paganos sino que comienza con un elogio positivo, diciendo "vi que sois muy religiosos", "vi que hay un altar dedicado al Dios desconocido"... No lanza insultos, no los llama "idólatras"... sino que busca un punto de contacto para proponerles el mensaje del Evangelio. Así hace el Concilio Ecuménico Vaticano II. No se puede acusar al Vaticano II de errores y de herejía. Si uno rechaza el Concilio Vaticano II se pone fuera de la Iglesia Católica y ¡es separado del Árbol de la Vida!

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    4. Estimado Francisco,
      le hago además presente que para nosotros los católicos los Sumos Pontífices son los intérpretes de la Tradición.
      Por lo tanto, no tiene sentido cuestionarlos en nombre de la Tradición, porque Cristo no nos ha confiado a nosotros la custodia de la Tradición, sino que se la ha confiado a ellos.
      Este fue el error fundamental de Mons. Lefebvre, quien, como le ha rebatido san Juan Pablo II, tenía un concepto equivocado de la Tradición.

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    5. Filemón de la Trinidad: usted razona con el espíritu positivista de la revolución francesa. Dado que el Papa es Papa, y por tanto legislador, puede hacer lo que quiera. Pero no es así.

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    6. Estimado Fabio,
      aprecio mucho sus sabias palabras.

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    7. Estimado Francisco,
      ante un Santo Pontífice, como lo ha sido san Paulo VI, es ofensivo hablar de positivismo y de Revolución Francesa. Si usted se considera católico, tenga presente que estos insultos le ponen en contraste con su nombre de católico.

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    8. Filemón: decir la verdad siempre hace bien. Todos saben que los hechos que llevaron a la santificación de Pablo sexto son inadecuados

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    9. Estimado Francisco,
      para nosotros los católicos la Iglesia, cuando canoniza a alguien, es infalible y de hecho nunca se retracta una vez que ha declarado santo a alguien. Esto, ¿por qué motivo? Porque la Iglesia nos guía a la salvación y para realizar esta tarea es evidente que no basta con que ella nos enseñe cuáles son las verdades a creer, sino que es necesario que nos proponga modelos, porque la acción no se produce en lo abstracto sino en lo concreto.

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    10. tiene razón, pero precisamente porque la iglesia no puede canonizar a quien no es santo, esto demuestra que la sede está vacante.

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    11. Estimado Francisco,
      su razonamiento no se sostiene. Es necesario razonar así: como la negación de la legitimidad del Papa actual implica incredulidad en relación con la validez del voto expresado por los Cardenales reunidos en Cónclave, y tal incredulidad implica incredulidad en la asistencia del Espíritu Santo, esta serie de negaciones no es admisible en un católico, porque implica la desconfianza en la acción del Espíritu Santo.
      Por este motivo usted no puede basar su afirmación de que Paulo VI no es santo en la tesis de la sede vacante. La conclusión es que Paulo VI es santo, porque así lo ha proclamado el papa Francisco, quien es el actual Papa legítimo.

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    12. Su razonamiento es típico de una mentalidad revolucionaria

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    13. Estimado Francisco,
      estas últimas palabras suyas me dan a entender claramente que usted no sabe en realidad lo que es el catolicismo.
      Por lo tanto, por el bien de su alma, le suplico que estudie mejor el Catecismo de la Iglesia Católica.

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  4. Pío de María Corredentora9 de septiembre de 2024, 4:06

    Padre Filemón: le he enviado a su email mi exposición: MODERNISTAS PROGRESISTAS Y MODERNISTAS "CONSERVADORES": ¡DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA!
    Confío la haya recibido, y espero obtener de usted la posibilidad de un diálogo franco y honesto sobre lo doctrinal.

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    Respuestas
    1. Estimado Fr Pío,
      con gusto, pero a su debido tiempo, publicaré en este blog mi respuesta a su intervención.

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