Los principios gnoeológicos rahnerianos dan plena libertad de contestar no sólo las más firmes aserciones de la sana filosofía sino también los pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia, cosa que por lo demás Karl Rahner siempre ha hecho a partir del inmediato postconcilio hasta su muerte (1984), engañando a muchísimos con su falsa interpretación del Concilio y sin que lamentablemente haya habido hasta ahora significativas intervenciones por parte de la Iglesia para corregir sus interpretaciones. [En la imagen: fragmento de "Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis", óleo sobre lienzo, de 1887, obra de Viktor Vasnetsov, conservado y expuesto en el Museo Nacional Glinka, Consorcio de Cultura Musical, Moscú].
El horizonte de la trascendencia
----------Como veremos mejor en el próxima sección de esta serie, Dios es el término y el "horizonte" de esta "trascendencia", de este "tender" del espíritu humano. Pero este horizonte es al mismo tiempo el hombre: "El horizonte inabarcable de la trascendencia humana [...] se llama Dios y se comunica existencialmente e históricamente al hombre como su propio cumplimiento" (Curso Fundamental, op.cit., p.527). Nos preguntamos entonces qué diferencia hay entre Dios y el hombre.
----------Por otra parte, la "trascendencia" humana hace sí, en Rahner, como hemos visto, que el hombre alcance originariamente, aprióricamente, inmediatamente y atemáticamente, a Dios, por tanto no lo alcanza mediante un razonamiento inductivo que pasa del efecto sensible a la causa, como enseña la sana filosofía y la Iglesia sobre las huellas de san Pablo (Rm 1,20), sino mediante una especie de impulso primordial y estructural de la voluntad, como si esta pudiera cumplir un inmenso salto desde la tierra al cielo, pero sin una previa reflexión de la razón acerca de la contingencia del mundo con la consecuente conclusión: por tanto Dios existe. No. Dios está ya ante el hombre "aprioricamente" y necesariamente: no es que deba hacer un salto para alcanzarlo. De hecho el salto se lo cumple necesariamente porque ese salto, según Rahner, como veremos, define la naturaleza misma del hombre. Veremos entonces esto en la próxima etapa de esta serie de artículos.
----------De esto resulta que la "percepción previa" del yo, del ser y de Dios, son presupuestos a cualquier conocimiento y están al menos implícitamente presentes en todo conocimiento como condición de su posibilidad. El orden del conocimiento está evidentemente invertido: no se parte de la experiencia de las "cosas creadas" (cf. Concilio Vaticano I, Denzinger 3004, cfr. 3026; san Pio X, Enc. Pascendi, n.7; Concilio Vaticano II, Dei Verbum, n. 6; Catecismo de la Iglesia Católica, n.36) para llegar a Dios; sino que se parte de Dios para llegar a las cosas creadas, olvidando que este proceso cognoscitivo corresponde a Dios y no al hombre: en efecto, primero Dios se conoce a Sí mismo y luego piensa y crea el mundo.
----------Debe notarse claramente que solo Dios posee un conocimiento apriorico preconceptual de Sí mismo. Pero para el hombre es lo contrario: primero descubre el mundo y se descubre a sí mismo y se hace un concepto de ello, y luego descubre a Dios, considerando la finitud y contingencia del mundo, y se hace un concepto de Él. Este descubrimiento de la existencia de Dios se hace aplicando el principio de causalidad (Rm 1,20) y mediante el método de la analogía (Sb 13,5).
----------Pero en Rahner falta tanto un principio como el otro. Falta el proceso inductivo, porque el conocimiento, según él, tiene ya desde siempre la percepción inmediata del ser como ser absoluto y divino. Por otra parte, falta el conocimiento analógico metafísico porque faltan las nociones analógicas. Para él los conceptos son sólo unívocos: los conceptos son sólo los de las matemáticas y los de las ciencias experimentales. Rahner se ve por tanto obligado, si quiere hablar del espíritu, a utilizar sólo el plano de la univocidad, que es de por sí un plano inadecuado para concebir los valores metafísicos, espirituales, teológicos, religiosos, y morales. He aquí por qué Rahner habla, por cuanto respecta a esos planos superiores de lo real, de acercamiento sólo "asintótico" del concepto a lo real. El concepto, en Rahner, es como la fatiga de Sísifo, que, sobre todo en campo espiritual, no obtiene nunca un resultado definitivo.
----------En efecto, un concepto unívoco, hecho para conocer lo material, no puede alcanzar lo espiritual, sino que es necesario, como he dicho, la noción analógica del ente y del ser y de sus propiedades trascendentales. Más allá de esto, el concepto mismo como tal, todo concepto, en la visión de Rahner, no alcanza lo real. De esta impotencia especulativa nace en Rahner un relativismo conceptual también en el plano del dogma católico, que constituye un peligroso retorno del modernismo. El creer poder aferrar los planos superiores de lo real con su "experiencia trascendental", en la cual, por su absoluta, proclamada indeterminación, puede ser para nosotros todo, y a la vez lo contrario de todo, es una pura y simple ilusión.
----------Este relativismo y esta impotencia conceptual corresponden exactamente a aquello que el papa san Pío X en la encíclica Pascendi llama agnosticismo. En efecto, según el Santo Pontífice, para el agnosticismo "la razón humana, encerrada rigurosamente en el círculo de los fenómenos, es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni más ni menos como aparecen, no posee facultad ni derecho de franquear los límites de aquéllas. Por lo tanto, es incapaz de elevarse hasta Dios, ni aun para conocer su existencia, de algún modo, por medio de las criaturas: tal es su doctrina [la de los modernistas]" (n.4).
----------En efecto, para el teólogo alemán el concepto es simplemente un simple fenómeno de la consciencia, que resulta ser incapaz de alcanzar un ser extramental, porque, como hemos visto, el ser para Rahner es inmanente al pensamiento. De aquí la imposibilidad de la razón, según Rahner, como denuncia san Pío X en su famosa encíclica, de pasar más allá del concepto para elevarse a Dios.
----------En efecto, como hemos evidenciado, este elevarse a Dios, según Rahner, no sucede mediante el principio de causalidad y de analogía, sino a través de su "autotrascendencia".
----------De esta impotencia especulativa -el significado asintótico del concepto- deriva el relativismo conceptual, en cuanto que, precisamente por el hecho de que el concepto no alcanza lo real, todo sujeto humano produce una conceptualización, la cual viene a ser diferente de individuo a individuo, implicando también doctrinas contradictorias entre ellos, cosa que por lo demás para Rahner es del todo normal, tanto sea en el plano filosófico, como en el teológico y en el dogmático.
El concepto
----------En efecto, el concepto (y por consiguiente, la proposición y el juicio), para Rahner, es una "traducción inadecuada" de la "consciencia originaria" (Curso fundamental, op.cit., p.33); es la "autoexplicación necesaria (histórica, objetivante) de la experiencia trascendental" (Ibid., pp. 200-201); es la "mediación y confirmación histórica" en la cual puede devenir "explícito", puede ser expresado y verbalizado, por así decir, el "trascendental" (Ibid., p.316); por lo cual, competencia del concepto es la de "conocer cada vez mejor [...] eso que ya experimentamos y vivimos antecedentemente a tal conceptualidad, aunque no del todo sin ella" (Ibid., p.34).
----------Rahner no niega la existencia de una verdad inmutable; pero ésta no es alcanzada por el concepto, a causa de su "historicidad". Él no llega a separar en el concepto lo que puede cambiar de lo que no puede cambiar. Dice: "Un hombre, en su historicidad, no es en absoluto capaz de distinguir de manera reflexivamente adecuada el propio ropaje histórico [N.d.A.: es decir, conceptual] de la verdad de esta última como tal, en su permanente validez [N.d.A.: es decir, la experiencia atemática]" (Nuevos ensayos, op.cit., p.332). Una "absoluta seguridad teórica" (Curso Fundamental, op.cit., p.278) es de tal modo imposible mientras que hoy no es ya posible una auténtica "exactitud y reflexión científica"; no es posible "decir algo de manera científica que al mismo tiempo sea significativa para la existencia del hombre" (Teología de la experiencia del espíritu, op.cit., p.737).
----------El concepto, también el "verdadero", está orientado sólo "asintóticamente" hacia la "absoluta verdad"; ésta por tanto no es la verdad del concepto; la "verdad" del concepto, en cambio, no interesa seriamente, porque al fin de cuentas es una simple apariencia (he aquí el fenomenismo del cual habla san Pio X). El concepto no alcanza la esencia de lo real. Por lo demás, al existencialista Rahner no le interesa la esencia universal, sino sólo la esencia "concreta", que él identifica con la existencia o "existencial-historico".
----------Le interesa mucho la "verdad absoluta" de la experiencia trascendental, cuyos contenidos sin embargo son inefables y cuando vienen expresados por el concepto no son alcanzados, sino sólo avecinados "asintóticamente", por tanto sin ser nunca alcanzados. Sigue habiendo siempre en el fondo un hiato intransitable entre concepto y experiencia trascendental.
----------Debemos notar que en Rahner entre la experiencia trascendental de la verdad y la "verdad" del concepto no hay ninguna relación: ni siquiera una analogía. Vamos a ser francos: la verdad está en la experiencia trascendental, no en el concepto. El concepto es el campo de lo simple opinable, de las apariencias, de las ilusiones, de los sueños, de los mitos, de las precariedades, de la historicidad, de aquello que Rahner llama el "pluralismo irresoluble", concepto espurio que pulveriza y multiplica la confrontación y la búsqueda culturales e una infinita e incontrolable dispersión intelectual sin que se lleve a cabo nunca una síntesis decente.
----------¿El concepto rahneriano está abierto hacia adelante? Sí, pero ¿para qué sirve si no está abierto también hacia atrás? ¿Para qué sirve un progreso en el cual está sistemáticamente cancelado lo que se ha adquirido? Un progreso sin conservación y tradición es un continuo abrir una puerta para cerrarla de nuevo. Como hemos dicho, se trata de la famosa fatiga de Sísifo. Está claro que existen las teorías a abandonar, las hipótesis a descartar, las doctrinas a superar. Pero resolver en este continuo y exasperante desde el inicio todo el trabajo del concepto, denota una reprobable ignorancia acerca del valor de la conceptualización.
----------No está prohibido, de hecho es muy importante concebir una experiencia cognoscitiva metaconceptual o, si queremos, no conceptual, tal como para captar un real más profundo o más elevado que aquel que puedan concebir nuestros limitados e imperfectos conceptos. Pero, el modo hegeliano de sostener el concepto es signo de una gran presunción y es ilusorio. Pero para rechazar a Hegel no hay necesidad de rechazar la objetividad y la verdad del concepto.
----------Y de todos modos, también cuando se plantea la prospectiva de superar el concepto, como en el conocimiento teológico y místico, no se trata de abandonarlo, sino de acompañarlo con otros medios representativos, como por ejemplo la metáfora o el símbolo, o de recordar que el concepto de fe es superado, como dice santo Tomás de Aquino, en el modo del concebir, pero no en el contenido del concepto, que es siempre capaz de alcanzar la realidad que representa.
La verdad
----------¿Qué cosa es al fin de cuentas la verdad para Rahner? Rahner aquí retoma la concepción de Heidegger: la verdad no está en el juicio con el cual el hombre adecua su pensamiento al ser, sino que la verdad está en la precomprensión atemática, está en la experiencia trascendental, como situación existencial emotiva del sujeto autoconsciente, en el cual el ser se identifica con el ser pensado, de modo tal que la verdad del pensamiento y al mismo tiempo la verdad del ser es la verdad del sujeto.
----------Rahner dice: "La verdad en sentido originario no es la exactitud de un principio, que se verifica del mismo modo en todas partes [N.d.A.: es decir, no es el principio de la exacta correspondencia del pensamiento con el ser, que e verifica del mismo modo en todos los que piensan, por lo cual la verdad es una para todos], sino que la verdad absoluta con la cual se encuentra siempre [N.d.A.: el hombre, como veremos, está definido por Rahner como "autotrascendencia hacia el Absoluto"] como el amplio horizonte de todo singular 'concepto' comprensivo, en una 'conmoción' constante, atemática y no objetivable" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. II, p.289).
----------Poco más adelante, Rahner se expresa aún más claramente: "La verdad es [...] sólo aparentemente y en una relación del todo externa, 'la concordancia de una afirmación con su contenido objetivo' y por eso una propiedad que compete del mismo modo a toda afirmación correcta. La verdad es, como el ser mismo, en primera y en última instancia, ante todo una realidad y un principio análogos como propiedades tanto de la realidad, que puede manifestarse a sí misma, como del conocimiento, que es la apertura de sí mismo al aparecer del ser" (Ibid., p.290). "La verdad auténtica y original se encuentra y nos viene al encuentro allí donde el hombre adhiere al misterio inefable en el tomar posesión de toda su subjetividad, que incluye en su fondo también el amor y la libertad de la verdad" (Ibid.). "La verdad, como dato por sí, es un íntimo momento de la realidad misma, por lo cual en la medida en la cual un ente tiene y es el ser, toma consciencia de sí, se abre a sí mismo y se manifiesta su verdad, que es su esencia" (Ibid.).
----------Para Rahner, y repito lo que antes he dicho, el concepto, también el "verdadero", está orientado "asintóticamente" hacia la "absoluta verdad" o realidad; pero ésta no es la verdad del concepto; no es la "verdad" que verdaderamente interesa, sino que al fin de cuentas es una simple apariencia. El concepto no alcanza la esencia de lo real. Por lo demás, al existencialista Rahner no le interesa la esencia universal, sino sólo la esencia "concreta", que él identifica con la existencia o "existencial-historico".
----------La "verdadera" verdad, por así decir, es sólo la verdad existencial de la "experiencia trascendental", que "no puede ser inserta en ningún sistema", mientras que el concepto en sí mismo es una "afirmación históricamente condicionada, finita, imperfecta, siempre abierta hacia adelante" (Nuevos ensayos, vol. I, op.cit., pp.105-106). En efecto, "entre la convicción objetivante en forma de proposición [...] y la convicción implicada en la actuación no refleja, inmediata, de la misma existencia", existe según Rahner una "insalvable brecha"; "por tanto también la convicción más verdadera, objetivada en proposiciones y doctrinas, no constituye todavía una garantía de 'ser' en la 'verdad' de la existencia" (Ibid.).
----------Al mismo tiempo, este escepticismo se acompaña paradojalmente con el más total absolutismo, que deriva de la concepción idealista de la verdad. La verdad, en efecto, para Rahner, no es una adecuación o correspondencia o proporción entre el pensamiento (el intelecto) y el ser (lo real), sino que es un evento o situación existencial subjetiva, es un estado del sujeto (la "verdad de la existencia"); es sustancialmente la "experiencia trascendental" constitutiva del sujeto; y esto es lógico en un sistema como el suyo en el cual se declara desde un principio la identidad del ser con el pensamiento.
----------Por consiguiente, no se da una relación ser-pensamiento porque el pensamiento es ser y el ser es pensamiento. Para darse relación se necesita que los dos términos sean distintos entre sí; pero si los dos términos se identifican, está claro que el problema de una adecuación o no adecuación ni siquiera se plantea: la adecuación, de hecho la identidad, existe siempre. De aquí la idea de Rahner de que el error, en cuanto no adecuación del pensamiento al ser no existe (sobre todo para él). De aquí la idea de que todos estén en buena fe y que todos conozcan la verdad en la "experiencia trascendental". Se pueden equivocar (¡y cómo!) sobre el plano conceptual, pero no sobre el plano trascendental.
----------Estamos de nuevo con el panteísmo también en la concepción de la verdad, haciendo un salto infinito desde el escepticismo categorial al más total dogmatismo trascendental (y a tal punto llega el dogmatismo rahneriano que, de hecho, Rahner es conocido por haber considerado siempre con desprecio las críticas que ilustres teólogos le han dirigido, sin dignarse ni siquiera a responder o a defenderse, convencido evidentemente de estar siempre en la absoluta verdad). Rahner, como hemos visto, sobre las huellas de Hegel y de Heidegger, confunde lo ontológico-existencial con lo intencional-ideal. La verdad o es "absoluta" y entonces es la verdad de la identidad del ser con el pensamiento, por tanto la verdad divina, verdad y ser subsistentes, como hemos visto; o bien la verdad no existe y existe sólo la apariencia, el "realismo ingenuo".
----------En efecto, según Rahner, como he referido antes, la relación entre concepto-juicio (pensamiento) y realidad (ser), que debería ser la verdad del intelecto humano, no es "verdad", porque aquí en cambio pensamiento y realidad están separados por "una insalvable brecha", porque el concepto no alcanza la realidad (por lo tanto, si el error es la fallida consecución de lo real, el concepto siempre debería estar en el error, dándonos un contenido que no corresponde a lo real o al objeto; sin embargo, el objeto del concepto no es la realidad). Por eso el concepto (y por tanto el dogma) no puede ser una aserción inmutable y supratemporal, sino que es una "aserción históricamente condicionada", "no constituye una garantía de ser en la verdad", sino que es una aserción mutable, contingente y relativa, mera apariencia y opinión.
----------Es necesario -reafirma Rahner en Nuevos ensayos, op.cit., vol. I, p.100- "objetivar por categorías [...] la esencia del cristianismo, el misterio incomprensible del Dios trascendente [N.d.A.: caso rarísimo en el cual Rahner afirma la trascendencia de Dios, pero totalmente ajeno al inmanentismo que constituye el sistema general y de fondo de todo su pensamiento] al mundo y de su salvación comunicada en una absoluta y personal misericordiosa autoparticipación [...]. Estas objetivaciones son necesarias, son el cuerpo en el cual el Espíritu actúa y se rencuentra a sí mismo; ellas sin embargo ocultan necesariamente la naturaleza verdadera del cristianismo, lo hacen ambiguo y lo exponen al peligro de abuso y de ser limitado, lo transforman en una ideología de la inmanencia [N.d.A.: afirmación sorprendente, más aún si reflexionamos sobre el hecho de que la teología de Rahner es puramente de marca immanentista] [...] exponiéndolo así al reproche de ser solamente una ideología" [N.d.A.: aquí Rahner hace sin duda acusaciones injustas a la dogmática, sobre todo considerando el hecho de que él mismo dos líneas antes la considera justamente como "cuerpo del Espíritu Santo"; por lo cual semejantes críticas parecen volverse contra el propio Espíritu Santo].
----------De manera que la concepción rahneriana de la verdad está toda ella lacerada por una antinomia irresoluble, porque por una parte tenemos la experiencia trascendental de la verdad absoluta (demasiada gracia, San Antonio, se tendría que decir, como dicen los italianos); sin embargo, esta verdad absoluta -que es la verdad cristiana- es subjetiva, divina, mística, atemática, inexpresable, incomunicable en sí misma e indeterminada, no verificable desde lo externo y en la comunicación interhumana; por lo cual en el momento en que se expresa e interpreta en palabra y en el concepto (proposiciones, teorías, dogmas, etc.), ella entonces viene "ocultada", parcelada, reducida, disminuida, restringida, materializada, relativizada, vuelta ambigua; o sea que, de misterio de luz, se convierte en una ideología, de saber se transforma en opinión; de verdad se convierte en apariencia; de eternidad se convierte en historia; de universal se convierte en particular; de una se vuelve plural. Aquí tenemos el plano de lo "objetivo", de lo "empírico" y de lo "categorial".
----------De lo que Rahner afirma resulta un discurso de este tipo: dado que yo no puedo verificar aquello que pienso en tu experiencia trascendental, no soy capaz de decir si es correcto o no aquello que pienso; debo suponer que cualquier cosa que tú digas, como expresión de tu experiencia trascendental, sea siempre verdadera, al menos desde tu punto de vista. No existe una conceptualidad universal objetiva y universalmente compartible que pueda controlar la verdad o no de las singulares experiencias trascendentales. De aquí se entiende bien cómo viene anulada desde la raíz la legitimidad del Magisterio de la Iglesia.
----------La conclusión que se puede sacar de estas ideas de Rahner es la siguiente: o tenemos la verdad, pero entonces es inexpresable; o nos expresamos, pero entonces no podemos captar y comunicar la verdad. Y entiéndase bien: esto no por mala voluntad, sino, como diría Kant, por un defecto "trascendental" y al mismo tiempo natural de nuestra razón.
----------En esta concepción absurda Rahner parece encontrar también una serie de expedientes que aseguran algunas ventajas a quien quiera escapar de todo control por parte del Magisterio:
----------1. Todos están en la verdad absoluta, en cuanto la experiencia trascendental es constitutiva de la consciencia humana. Aspecto buenista.
----------2. En consecuencia, nadie se equivoca. De aquí la inoportunidad, de hecho la injusticia, de condenar errores y herejías. Recordemos el lema del Sesenta y Ocho: "Prohibido prohibir". Liberalismo moral absoluto.
----------3. Dado que el concepto es expresión, aunque relativa e inadecuada, de la experiencia de la verdad absoluta, todas las teorías que expresan esta experiencia deben estar bien, incluso aquellas que son entre sí contradictorias. Aquello que hoy es un dogma, mañana podrá ser falso. Aquello que ayer era falso, hoy puede ser verdadero. Aquello que para ti es un dogma para mí es una herejía, y viceversa.
----------Por lo tanto, según Rahner, aparece imposible construir un "símbolo de la fe": alguna verdad se escapa siempre a todos. Entre sistemas diferentes pueden existir distancias infranqueables, aunque ambos sistemas sean legítimos. Entre conceptos igualmente verdaderos pueden existir distancias inconmensurables. Por eso, todas las religiones son expresión de la experiencia atemática. A lo sumo el cristianismo es la religión mejor conceptualizada, pero tampoco el cristianismo no escapa al error. En efecto, si la experiencia trascendental no se equivoca, el concepto en cambio se equivoca por su naturaleza.
----------De modo que, según el teólogo alemán, no existe un saber conceptual universal ni sobre el plano de la razón (metafísica) ni sobre el plano de la fe (dogma); para Rahner, construir una Summa Theologiae hoy es imposible. Y en efecto, actualmente no suele hablarse ya de "tratados", sino de "ensayos" de teología, aún cuando puedan ser de ochocientas páginas; debo concluir entonces que es desaconsejable contradecir en nombre del "dogma" a los autores de estos ensayos. Este es el "pluralismo insuperable".
----------Es evidente cómo estos principios den plena libertad de contestar no sólo las más firmes aserciones de la sana filosofía sino también los pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia, cosa que por lo demás Rahner siempre ha hecho a partir del inmediato postconcilio hasta su muerte (1984), engañando a muchísimos con su falsa interpretación del Concilio y sin que lamentablemente haya habido hasta ahora significativas intervenciones por parte de la Iglesia para corregir sus interpretaciones.
----------La cosa ha sido hecha, a decir verdad, para algunas de sus posiciones, pero sin dar su nombre. A mi parecer, convendría de una buena vez decidirse a nombrarlo explícitamente, condenando todos sus errores, para hacer claridad y dar seguridad al Pueblo de Dios en el conocimiento de la verdadera interpretación del Concilio Vaticano II y del verdadero camino que conduce a Cristo.
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