Las grandes figuras del padre Tomas Tyn y del papa Benedicto XVI son adecuadas para atraer la atención del mundo del tradicionalismo, satisfaciendo las exigencias de un sano respeto de la Tradición y al mismo tiempo mostrando la inconveniencia de un falso tradicionalismo que es el que se manifiesta en ambientes lefebvrianos o filolefevrianos. Las grandes figuras de Benedicto XVI y de Tomas Tyn llevan implícita la invitación a tomar en seria consideración aquella que es una sana concepción de la Tradición, la cual, lejos de oponerse a la renovación y al progreso, está estrechamente ligada a ellos, porque la conservación y la renovación son los dos movimientos esenciales de todo organismo vivo, y la Iglesia, como bien sabemos, es una realidad viva, porque es el mismo Cuerpo Místico de Cristo. [En la imagen: una fotografía de la liturgia de ordenación sacerdotal del padre Tomas Tyn OP, por el papa san Paulo VI, el 29 de junio de 1975, en la Basílica de San Pedro, Roma].
----------Si queremos ser buenos católicos, debemos tener confianza en la guía del Papa no solo desde el punto de vista doctrinal, sino también pastoral. Las enseñanzas del Romano Pontífice, reflejadas en el Catecismo de la Iglesia Católica, en sus documentos oficiales, en sus frecuentes catequesis a toda la Iglesia, en sus muchos discursos, casi cotidianos, a multitud de diferentes grupos de personas, no siempre tienen un carácter doctrinal, como cuando el Papa oficia como irrebatible Maestro de la Fe, lo cual ocurre siempre que predica la Palabra de Cristo a la Iglesia, sino a veces solamente un carácter disciplinario, que es cuando el Papa oficia como nuestro Pastor y Guía hacia el Reino de Dios. En este segundo tipo de intervenciones no goza el Papa de infalibilidad, pero esto no nos exime del deber de acoger con confianza sus disposiciones.
----------Al segundo tipo de enseñanzas y directrices pontificias corresponden también sus disposiciones sobre la Sagrada Liturgia, las cuales conforman en la Iglesia, la llamada "ley litúrgica", que es ley positiva vinculante para todos los fieles (clero, religiosos y laicado) de la Iglesia que es Una, Católica, Apostólica y Romana. Tal ley litúrgica o disciplina litúrgica, podemos llamarla lex orandi eclesialis, o ley litúrgica eclesiástica, para diferenciarla de la lex orandi divina, o ley litúrgica de institución divina, la cual es la primera y fundamental, porque es la ley litúrgica instituida por nuestro Señor Jesucristo, ley que rige a los siete sacramentos de la Nueva Alianza, incluyendo la Sagrada Eucaristía, la Santa Misa, y reglando su esencia o substancia inmutable.
----------Sobre esta inmutable lex orandi divina se funda la cambiante y contingente lex orandi eclesialis, que es de institución eclesial, teniendo al Romano Pontífice como supremo institutor y liturgo, adecuando la lex orandi por un lado a las cambiantes situaciones históricas por las que atraviesa la Iglesia de este mundo y, por otro lado, a la cada vez mejor comprensión de la Palabra de Cristo que la Iglesia va adquiriendo a través de los tiempos, hasta que en el Reino de los Cielos la Iglesia acceda a la revelación de la Verdad plena.
----------Un antiguo lema de la tradición cristiana dice que lex orandi, lex credendi, que quiere decir que la ley de lo que se ha de rezar es la ley de lo que se ha de creer. Ese lema a veces es expresado de modo ampliado como lex orandi, lex credendi, lex vivendi: la ley de lo que se ora es la ley de lo que se cree y es la ley de lo que se vive. Significa que la oración y la creencia son parte integrante la una de la otra y que la liturgia es fuente también para la teología, la cual se hace culto en la liturgia. Existe por tanto una relación entre culto y fe.
----------Históricamente, el antiguo principio cristiano de la lex orandi lex credendi proporcionó una de las reglas para desarrollar los antiguos credos cristianos, el canon de las Sagradas Escrituras y otros aspectos doctrinales. Debe tenerse presente que en la Iglesia primitiva ha habido tradición litúrgica antes de que hubiera un credo común, y antes de que hubiera un canon bíblico oficialmente sancionado. De modo que las tradiciones litúrgicas (lex orandi) proporcionaron el marco teológico (y doctrinal) para establecer los credos y el canon (lex credendi). Pero debe tenerse presente que la relación entre lex orandi y lex credendi va en los dos sentidos: también el desarrollo de la lex credendi, o sea, el progreso en la intelección, explicitación y profundización que la Iglesia va logrando a través de los tiempos de la Palabra de Cristo, tiene razón de causa para la lex orandi. Precisamente este movimiento y nutrición de ida y vuelta de liturgia y fe, de lex orandi y lex credendi, es lo que también nos ayuda a entender la descripción que el Concilio Vaticano II nos da de la Sagrada Liturgia como fuente de donde dimana toda la fuerza de la Iglesia y como culmen de toda la actividad de la misma Iglesia (como expresa la constitución Sacrosanctum Concilium en su número 10)
----------Teniendo en cuenta tal descripción conciliar de la liturgia, puede decirse que el Concilio Vaticano II ha sido propiamente un concilio litúrgico, pues al ser convocado por la Iglesia para producir una profunda renovación de sí misma a través de una reflexión sobre su misma naturaleza y misión, no podía sino producir también una renovación en la misma Sagrada Liturgia, una reforma litúrgica que, manteniendo inmutable la lex orandi divina, como no podía ser de otro modo, produjera un coherente cambio en la lex orandi eclesialis, como aplicación de ese progreso que la Iglesia experimentaba en su fe, en su lex credendi.
----------La reforma litúrgica, por lo tanto, no hace más que poner de manifiesto la vida de la Iglesia peregrina, en camino hacia el Reino de los Cielos, hacia la liturgia celestial, y la vida de la Iglesia, como ocurre en todo organismo viviente, se compone de dos aspectos, precisamente para que sea vida: conservación y progreso. Ambos movimientos, la conservación y la renovación, se interrelacionan, se necesitan el uno al otro, pues no hay renovación sino de aquello que se conserva vivo, y no hay conservación sin que exista renovación de lo que se conserva vivo. Así también ocurre con la liturgia, como expresión (fuente y culmen) de la vida de este organismo vivo que es la Iglesia, místico Cuerpo de Cristo.
----------El fiel católico (clérigo, religioso o laico) es una persona que debe realizar en sí mismo, en su vida de fe, esa misma síntesis entre conservación y progreso que la Iglesia debe realizar en su conjunto. Pero la necesidad para todos de cumplir esa síntesis entre renovación y progreso, no quita que los singulares fieles puedan experimentar humanamente una mayor tendencia o gusto o sensibilidad, sea por la obra de la conservación, sea por la obra de la renovación. Esta diferencia puede justificar el que hablemos de católicos conservadores progresistas (cuando se nota en ellos una acentuación de la obra de la conservación) y de católicos progresistas conservadores (cuando prima en ellos la preocupación por la obra de la renovación).
----------Y como los Romanos Pontífices también son personas humanas, es inevitable que en su pontificado manifiesten los humanos aspectos de su personalidad, desarrollando una obra que puede poner el acento sea en la conservación o bien en la renovación. No hay nada en ello que pueda escandalizar y, por el contrario, tal variedad debe generar en nosotros una agradecida contemplación y acción de gracias hacia la obra de la divina Providencia con la que el Espíritu Santo no deja de asistir a la Iglesia peregrina con una gran variedad de carismas que tienen en cuenta las dotes naturales de los fieles.
----------Llegados a este punto de nuestra reflexión, se hacen comprensibles tanto las dificultades o bien, por el contrario, las buenas predisposiciones, que pueden eventualmente tener los fieles ante una reforma litúrgica. Tales predisposiciones, a favor o en contra de una reforma litúrgica, son debidas a múltiples factores, siendo los dos más importantes: 1. por un lado, la fe del creyente, más o menos cultivada en armonía con el progreso en la fe que en su conjunto va viviendo la Iglesia a través de la historia y, por otro lado, 2. la sintonía mayor o menor del creyente con su propio tiempo, es decir, si es o no lo que se dice un hombre de su tiempo.
----------Ahora bien, si las predisposiciones del individual fiel católico, en uno u otro sentido, no son las correctas, pueden también producirse actitudes extremas, que terminan apartando al fiel del ámbito católico, siempre caracterizado por el sano equilibrio entre conservación y renovación. Desgraciadamente, cuando el fiel no logra realizar en sí mismo, siendo dócil a la gracia, esa síntesis entre conservación y renovación, se producen en la Iglesia el cisma y la herejía, pecados que, como es fácil comprenderlo, tienen también su manifestación en la liturgia, en cuanto ella es fuente y cumbre de la vida cristiana.
----------A raíz de un interesante diálogo con un sacerdote amigo, en el foro de este blog, días atrás, me gustaría aquí llamar la atención del lector al caso del católico que yo llamo "conservador progresista" (vale decir aquel que, sin rechazar la necesidad de la renovación, subraya más el aspecto de la conservación) frente a la reforma litúrgica. Por supuesto, estamos hablando de un tradicionalista postconciliar, vale decir, alguien sensible al aspecto tradicional de la vida de la Iglesia, pero perfectamente fiel al Concilio Vaticano II y al Magisterio de los Papas del postconcilio, tanto en sus aspectos doctrinales como pastorales.
----------En el mencionado diálogo de días atrás, el padre Serafín Savelloni, me expresaba el tema de su interés del modo siguiente: "le agradezco este artículo, en el que nos permite conocer un poco más a fondo la personalidad del Siervo de Dios, el padre Tomas Tyn. Usted parece conocerlo bien, por lo que sus impresiones me son muy útiles, en este momento en el que creo que todos nosotros somos conscientes de la dramática división que se vive en la Iglesia entre modernistas y filolefebvrianos, y necesitamos ejemplos claros de lo que usted llama 'síntesis entre conservación y progreso'. A la luz de lo que usted expresa en su artículo, da la impresión de que, a pesar de la brevedad de su vida, el padre Tyn ha logrado realizar esta síntesis, también con su tendencia o mayor sensibilidad hacia la conservación.
----------La referencia que hace a la vida litúrgica del padre Tyn, en sus años de sacerdote, demuestra que celebraba, como se corresponde a un sacerdote de nuestro tiempo, la misa de san Paulo VI y que, por orden de su Provincial, celebraba privadamente una vez a la semana con el Misal de 1962.
----------La referencia, por cierto, es muy breve, pero me gustaría preguntarle, si es que usted tiene alguna referencia acerca de si Tyn hubiera manifestado alguna reserva hacia la celebración del vetus ordo en ese momento. Pregunto porque no puedo evitar pensar que Tyn: 1. era un eminente teólogo, y 2. conocía profundamente el Concilio Vaticano II y sus nuevas doctrinas. Ahora bien, para mí es indudable que el novus ordo (en su contingente ser de lex orandi eclesialis, como usted sabe decir, para diferenciarla de la lex orandi divina inmutable) tiene su razón de ser teológica precisamente en estas nuevas doctrinas conciliares, que, bajo muchos aspectos, superan las viejas doctrinas pre-conciliares, siendo para ellas un necesario progreso, aunque en la continuidad doctrinal (que implica ruptura litúrgica).
----------Mi pregunta es: ¿no sabe usted decirme si en algún momento el padre Tyn se dió cuenta de la incoherencia de seguir celebrando con el misal de 1962, al cual el Concilio sintió la necesidad de reformar?".
----------Pues bien, respondiendo a la cuestión planteada, hay que advertir que uno de los aspectos de la santidad del Siervo de Dios padre Tomas Tyn consiste precisamente en su modo de considerar la Santa Misa, que, como bien sabemos, es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana, como dice el Concilio Vaticano II.
----------Ciertamente, el padre Tomas Tyn era un admirador del vetus ordo por el aspecto de sacralidad que presentaba, y para él no fue fácil renunciar a este rito, pero, dada su plena obediencia a la Santa Madre Iglesia, acogió con alegría y confianza el novus ordo y lo celebraba habitualmente con mucha devoción en la plena observancia de las reglas litúrgicas, huyendo de aquellos abusos y aquellas incorrecciones que ya desde entonces empezaban a difundirse en el ambiente modernista, el cual implicaba a veces una concepción errónea de la Misa, asimilada a la Cena protestante, donde a veces se negaba incluso la fe en la Transustanciación, lo que a su vez implica la negación del Sacerdocio ministerial.
----------El cardenal Biffi, arzobispo de Bologna, pidió al superior de los Dominicos que organizara la celebración de una Santa Misa con el Misal de 1962 en la basílica de Santo Domingo, en Bologna, que no es parroquia, en día sábado a las 11 de la mañana. Los superiores eligieron a los padres Angélico Menetti y Tomas Tyn.
----------Esta acogida serena por parte de Tyn del novus ordo, que no olvidaba el valor que había tenido el abrogado vetus ordo, es un hecho de gran importancia, que testimonia en el padre Tomas la profunda percepción de la unidad de la Iglesia y de la fuente de esta unidad, que es precisamente la Misa.
----------En efecto, la unidad de la Iglesia nace de la unidad de la Liturgia, por lo cual los conflictos intraeclesiales se resuelven pacificando los ánimos cuando ellos están divididos en el campo litúrgico. El cuidado de la unidad litúrgica es, por tanto, el principio esencial de la conciliación y de la paz en la Iglesia y el padre Tyn tenía una vivísima conciencia de este principio fundamental de unidad y comunión eclesial.
----------El saber apreciar, como hizo Tyn, la perfecta continuidad de las dos modalidades del rito romano, el Misal de 1962 y el de 1969, entrambas expresiones de la inmutable lex orandi-lex credendi, de derecho divino, es un don de sabiduría para toda la Iglesia, sobre todo en referencia a la grave cuestión del conflicto entre indietristas, apegados al vetus ordo, y modernistas, que tienden a instrumentalizar el novus ordo.
----------Al momento de promulgar el motu proprio Traditionis custodes el papa Francisco ha hablado de una lex orandi de derecho eclesiástico para reunir a todos los católicos en torno al novus ordo. No hay duda de que el padre Tyn se habría plegado a esta disposición del Papa, con la cual el Pontífice expresa su facultad de disciplinar la lex orandi eclesialis o ecclesiastica, que no es otra cosa que una modalidad histórica de realización de la lex orandi divina, que constituye la esencia inmutable de la Santa Misa.
----------Es bueno recordar que el padre Tomas Tyn, en una larga carta al entonces cardenal Joseph Ratzinger, manifestó su admiración por el vetus ordo, pero esto no le impidió en absoluto acoger con gratitud aquella Misa reformada, que nacía de la reforma conciliar. En este sentido el Siervo de Dios manifestó gran admiración por el Concilio Vaticano II, distanciándose netamente de las protestas y de los obstinados malentendidos que habían surgido y permanecen todavía hoy en el ambiente lefebvriano.
----------El padre Savelloni continuó el diálogo de este modo: "Le agradezco, querido Padre, su respuesta, que me hace comprender un poco mejor la situación personal del Siervo de Dios hacia la antigua Misa.
----------Creo que debemos entender su situación particular. Habiendo nacido en 1950, es evidente que desde niño había nacido en él un gran afecto (tan humano como se quiera) hacia los modos anteriores del rito romano. Por supuesto que este apego humano ha sido difícil de eliminar de un día para otro, a los 19 o 20 años... Me es claro, sin embargo, que él, a pesar de todo ese apego humano al vetus ordo, fue plenamente obediente en celebrar la misa de Pablo VI; y, sobre todo, no tuvo dificultad en notar que, más allá de los cambios en las ceremonias, había continuidad en lo esencial, la lex orandi divina e inmutable.
----------Otra cosa diferente creo que se da hoy, seis décadas después de la promulgación de la Sacrosanctum Concilium. Hoy, yo considero incoherente continuar celebrando con el misal de 1962, porque esto indicaría un pasadismo retrógrado y hostil a las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II que están en la base de la reforma litúrgica. Esto fue advertido por el papa Francisco, y de ahí su motu proprio Traditionis custodes".
----------Entiendo que también son muy compartibles estas consideraciones de mi interlocutor. No hay que tener ningún tipo de duda: debemos considerar que el Novus Ordo Missae promulgado por san Paulo VI en 1969, si es bien celebrado, manifiesta claramente que en sí mismo contiene notables posibilidades de ser improntado por una gran sacralidad, por supuesto que en nada inferior a la del Misal de 1962, abrogado por la reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II. Por lo tanto, no puedo sino estar de acuerdo con lo que mi interlocutor dice acerca del deber de todos de participar en la liturgia de la Misa según el novus ordo.
----------Sin embargo, puedo comprender que, incluso a seis décadas de la promulgación de la Sacrosanctum Concilium, y a casi 55 años de la entrada en vigencia del Nuevo Misal Romano, todavía pueden existir fieles católicos excesivamente apegados al Misal de 1962, como lo estaba el padre Tyn, aunque no con ese modo de apego excesivo (que llega al cisma y la herejía), como lo están hoy los pasadistas o indietristas o filolefebvrianos. Y ello el padre Tyn lo demostró al obedecer lealmente a la reforma litúrgica de san Paulo VI.
----------Y también soy capaz de comprender que hoy pueden existir fieles débiles en su fe, e incluso no está mal recordar que hace apenas diez años tuvimos un Papa, por cierto de gran virtud y sensibilidad litúrgica, como lo fue Benedicto XVI, pero con tal apego humano al Misal de 1962, que llegó a liberalizar de modo imprudente su uso, imprudencia que quedó manifiesta cuando se comprobó con el pasar de los años que los indietristas lo aprovecharon para oponerse al papa Francisco.
----------En una situación como la actual, es competencia del Santo Padre otorgar o no particulares permisos para celebrar con el Misal abrogado, a los fieles que aún lo necesiten.
----------Finalmente, mi interlocutor agregó: "Le agradezco de nuevo, querido padre Filemón, por sus valoraciones que, como he dicho, me ayudan a entender la actitud del padre Tyn hacia el vetus ordo.
----------De hecho, la actitud del padre Tyn me ayuda también a comprender la decisión pastoral (naturalmente no infalible) del papa Benedicto XVI sobre el vetus ordo. Ambos, Benedicto XVI y el padre Tyn, mantenían un comprensible apego humano al rito derogado en 1969, pero ambos supieron reconocer la validez y la sensatez de la decisión del Concilio Vaticano II de reformar el Misal Romano.
----------Creo que este tema que hemos tocado, el de la actitud del padre Tyn y de Benedicto XVI, confirma el hecho de que Tyn y Benedicto XVI son modelos actuales para los tradicionalistas de hoy, a menudo tironeados por el pasadismo lefebvriano y filolefebvriano. Tanto Benedicto XVI como el padre Tyn son modelos de 'conservadores progresistas' como los llama usted".
----------Como es fácil de advertir, hemos tenido un perfecto acuerdo con mi interlocutor acerca del tema tratado. Y no tengo ninguna duda de que las grandes figuras del padre Tomas Tyn y del papa Benedicto XVI son adecuadas para atraer la atención del mundo del tradicionalismo, satisfaciendo las exigencias de un sano respeto de la Tradición y al mismo tiempo mostrando la inconveniencia de un falso tradicionalismo que es el que se manifiesta en ambientes lefebvrianos o filolefevrianos.
----------Las grandes figuras de Benedicto XVI y de Tomas Tyn llevan implícita la invitación a tomar en seria consideración aquella que es una sana concepción de la Tradición, la cual, lejos de oponerse a la renovación y al progreso, está estrechamente ligada a ellos, porque, como ya he dicho, la conservación y el progreso son los dos movimientos esenciales del organismo vivo, y la Iglesia, como bien sabemos, es una realidad viva, porque es el mismo Cuerpo Místico de Cristo.
Gracias, queridísimo Padre, por este hermoso artículo..., clarísimo, bien resumido en sus importantes ideas esenciales... la diferencia entre ley litúrgica divina y ley litúrgica de la Iglesia..., la mutua relación entre lex orandi y lex credendi en ambos sentidos, de retroalimentación recíproca... y sobre todo, por mi parte, comprendo ahora más que antes la justificación de la medida del papa Francisco con el Motu Proprio Traditionis Custodes, cuya fundamental motivación es la Unidad de la Iglesia, que debe ser Unidad ante todo en la Fe, y siendo el Novus Ordo Missae expresión de la Fe actual de la Iglesia Católica Apostólica Romana, debe ser la única Misa que debe celebrarse en la actualidad... Gracias...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarme complace que mi artículo le haya servido para su reflexión personal.
Si me lo permite, le recomiendo ahondar en la reflexión sobre dos de los puntos que usted menciona.
1. Por un lado la mutua relación entre lex orandi y lex credendi, relación y alimentación recíproca en ambos sentidos. No hay una primera y una segunda, sino que ambas son co-causas entre sí, la una para la otra, y a la inversa.
2. La unidad de la Iglesia Una Católica Apostólica y Romana se da en la unidad de la lex credendi que se manifiesta en su culmen en la lex orandi. Esto no quita que a los, digamos, débiles en su fe, pueda permitirse de modo excepcional y transitorio, seguir otra lex orandi, con tal que acepten la lex credendi tal cual vige en la Iglesia en la actualidad. Precisamente porque esto no ocurrió desde 2007 con los que siguieron el Misal de 1962, he ahí la razón de Traditionis Custodes.
Entiendo que, mirando las cosas objetivamente y desde el punto de vista de los principios, no es coherente que hoy un católico pretenda participar en una Misa celebrada con el Misal de 1962. Sobre todo porque ese Misal en realidad no es de 1962 (salvo en algunos poquísimos pasajes), sino de muchos siglos antes. La fe de la Iglesia ha sido muy explicitada y profundizada desde el siglo XVI hasta ahora, en buena medida por impulsos del Concilio Vaticano II, y el culto católico actual debe reflejar esa fe actual.
ResponderEliminarPor lo tanto, mi punto de vista es que tanto Benedicto XVI como el padre Tyn tenían un apego demasiado humano al rito que fue cambiado en 1969, y es comprensible, como son comprensibles todas las debilidades humanas. Sin embargo ambos mostraron en su vida una fidelidad total al Magisterio de la Iglesia y al Concilio Vaticano II y a la Misa actual.
Sergio Villaflores (Valencia, España)
Estimado Sergio,
Eliminarno puedo menos que concordar sustancialmente con lo que usted dice, cada cosa en su nivel, se trate de doctrina, o se trate de opinión. Efectivamente, comparto también los puntos de vista opinables de su intervención.