domingo, 1 de septiembre de 2024

Dos modelos de católico actual: Jacques Maritain, progresista conservador, y Tomas Tyn, conservador progresista (1/2)

La gran batalla de la hora presente es la obra de reconciliación entre modernistas y pasadistas, amargo conflicto entre dos partidos contrarios, que están destrozando la Iglesia. El filósofo y teólogo Jacques Maritain, progresista conservador, y el Siervo de Dios padre Tomas Tyn, conservador progresista, son dos preclaros modelos para el católico actual, a fin de que, tanto los más sensibles a la tradición como los más sensibles al progreso, puedan trabajar juntos, obedientemente, por una sana renovación y una sana modernidad enraizada profundamente en las verdades de la divina Revelación, cuyo custodio es el Magisterio de los Romanos Pontífices, expandiendo la Iglesia hacia horizontes cada vez más amplios de justicia y de paz.

La viña del Señor invadida por las bestias
   
----------En tiempos anteriores al Concilio Vaticano II la Iglesia estaba demasiado cerrada frente al mundo. Ahora, en cambio, una falsa interpretación del Concilio la ha hecho a veces demasiado abierta. Como una casa sin vallas, sin puertas y sin defensas, entran los ladrones y las bestias y los inquilinos se sienten en malestar y en peligro ("Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo", Sal 80,14). Se ha formado así, en una de las riberas del ancho río que es la Iglesia, una clase de prepotentes abusadores autodenominados heraldos del Concilio Vaticano II, pero que en realidad son sus falsificadores, que en la Iglesia quieren ser hoy los amos y señores, obstaculizando, manipulando, instrumentalizando y limitando el mismo poder del Papa. Y en la otra ribera, están emplazados otro tipo de prepotentes, quienes acusan al Concilio y a los Papas del postconcilio, de ser la causa y los motores de esta auto-destrucción eclesial. Ambas corrientes evidencian lo que ha sido llamado la "dictadura del relativismo", de la cual son abanderados los cismáticos tanto modernistas (en su gran mayoría rahnerianos) como pasadistas (liderados por los lefebvrianos).
----------Sin embargo, la acción deletérea de esas dos corrientes, no han logrado y no logrará apagar la voz y el ejemplo de los Santos del post-concilio, y en primer lugar la voz y el ejemplo de los Santos Pontífices, como Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, que continúa resonando en la Iglesia y difundiéndose donde en la Iglesia existen católicos convencidos, normales y equilibrados, católicos no facciosos, no partidistas, sino por el contrario abiertos a una legítima opción, ya sea conservadora o progresista, pero no al conservadurismo cismático de los lefebvrianos, ni al falso progresismo de los modernistas.
----------Ellos, junto a otros Santos del postconcilio, varones y mujeres cada vez en mayor número, con sus voces, con su doctrina y con su vida, nos enseñan cómo salir del trágico callejón ciego en el que nos hemos metido con el estéril y pernicioso conflicto entre pasadistas y modernistas, para una verdadera implementación del Concilio Vaticano II, donde cada católico sea libre de optar por una mayor atención a la tradición o por una mayor atención al progreso en la comunión plena con el Papa y con la Iglesia.
----------Un problema fundamental de la Iglesia de hoy es, en efecto, cómo poner de acuerdo la sagrada obra de conservación del depósito tradicional de la fe con la no menos sagrada obra del progreso en el conocimiento de fe. Como he dicho, existen en lo interno de la Iglesia dos partidos extremistas, el uno en guerra contra el otro, que se insultan o se ignoran mutuamente, entrambos con la pretensión de representar a la verdadera Iglesia acusando al partido opuesto o de ser una falsa Iglesia o de ser una Iglesia superada.
----------En la situación eclesial, en la cual todos parecen tener en boca en todo momento el diálogo y la búsqueda de consensos, tenemos aquí un dramático problema de diálogo intraeclesial. En un momento en el cual viene exaltada la sinodalidad y hasta se ha llegado a convocar un Sínodo mundial del Pueblo de Dios para deliberar sobre ella, nunca jamás la Iglesia ha estado tan dividida en su interior. En un período en el cual se exalta el ecumenismo, no nos damos cuenta de que los hermanos separados, incluso antes que los protestantes y los disidentes ortodoxos orientales (más bien ya no considerados separados) son los católicos de la parroquia vecina o de la asociación católica de nuestro hijo o de nuestro vecino.
----------Son evidentes en entrambos partidos extremistas (modernistas y pasadistas, particularmente rahnerianos y lefebvrianos) la falta de caridad, la falta de percepción del bien común de la Iglesia, la desobediencia al Magisterio de la Iglesia, el engreimiento, el desprecio y la burla recíprocos, la ambición de presentarse como modelos ejemplares de católicos, la ignorancia sobre el verdadero ser católico, la insensibilidad a las críticas del otro, la sed de dominio sobre el otro, la incapacidad de reconocer los propios errores, la incapacidad de una escucha recíproca y la incapacidad de apreciar los valores del otro.
----------En esta situación, similar a la de una tormenta del Infierno dantesco, donde los histéricos gritos de los unos se entrecruzan con los desaforados alaridos insensatos de los otros, cuando mientras tanto se oyen clamores de desesperación, peticiones de ayuda desatendidas, vuelan las blasfemias, la carne sofoca al espíritu, el demonio atormenta o engaña las conciencias, y los pastores pareciera que sólo se quedan mirando, emergen providencialmente las espléndidas y consoladoras figuras de católicos auténticos, herederos fieles de las mejores tradiciones cristianas, dedicados completamente al servicio del Evangelio, a la salvación de las almas, a la difusión de la fe sin fronteras, a la inclaudicable defensa de la verdad, al incremento de la caridad, a la promoción del Reino de Dios, a la pacificación de las divisiones, al crecimiento y al progreso de la Iglesia.
----------Hay algo de lo que no tenemos que albergar la mínima duda: conservación y progreso están hechos para estar juntos porque son las dos leyes fundamentales y esenciales de la vida en cualquier nivel de lo creado por Dios. Solo la vida divina, la vida del mismo Dios, que es perfección absoluta de la vida, no tiene necesidad de progresar o de mejorar y mucho menos de corregirse, porque ella es pura conservación de sí misma, porque es Bien infinito y el bien no tiene más necesidad que ser conservado, practicado y afirmado.
----------No hay que confundir conservación con conservadurismo, progreso con subversión, firmeza con rigidez, modernización con modernismo, renovación con traición, reforma con deformación.
----------Se debe observar además a propósito de la situación actual, que las categorías "derecha"-"izquierda", siempre de amplio uso en política, pueden perfectamente ser del todo innocuas, y no está prohibido usarlas con cautela para designar ciertas corrientes eclesiales, siempre que no se les convierta en criterio de juicio sobre aquello que debe ser amado y aquello que debe ser odiado, o sea, siempre que no se las haga el principio de una oposición entre el bien y el mal, sino que se las reserve a instancias opinables, dejadas a libre elección, acentuaciones diferentes de la acción política, entrambas legítimas y aceptables en el horizonte de la democracia y del bien común, dentro de la dialéctica normal de la convivencia civil.
----------Antes de seguir adelante con mis ideas, y a fin de delimitar para mayor claridad del lector el tema que aquí abordamos, me referiré a dos recientes reflexiones de dos teólogos mendocinos.
   
Dos teólogos mendocinos nos ayudan a clarificar la cuestión
   
----------Monseñor Sergio Buenanueva, mendocino nacido en San Martín, es el Obispo de la diócesis de San Francisco, en Córdoba, y es licenciado en Teología Dogmática por la Gregoriana de Roma. Es cierto que alguna expresión suya, como la de hace pocos días atrás, "Karl Rahner es uno de los más grandes teólogos del siglo XX", podrían hacernos vacilar al recurrir a él para iluminar la cuestión que aquí abordamos. Nadie discute el valor positivo de las contribuciones de Rahner en sus años de perito del Concilio Vaticano II; pero no parece prudente (y más bien indica ingenuidad) el ensalzar a Rahner hoy, tras seis décadas de postconcilio en los que se han puesto de relieve los inmensos daños de la teología rahneriana a la vida actual de la Iglesia, cuando ya está claro y perfectamente demostrado que Rahner ha sido un manifiesto traidor al Concilio Vaticano II, y adalid de ese "magisterio paralelo" denunciado por san Paulo VI.
----------Dicho eso, sin embargo, aclaro inmediatamente que el propio mons. Buenanueva se desmiente a menudo del citado elogio, tal vez irreflexivo, a Rahner. Indudablemente Buenanueva es un filósofo realista, y no idealista como Rahner. Si el obispo de San Francisco fuera de veras rahneriano, no podría hablar de "opción por lo real" como lo hizo en su publicación del pasado 28 de agosto, cuando además escribió: "Estamos diseñados interiormente para ello en el cuerpo, en el alma y en la conciencia: somos apertura a la realidad que es la que nos muestra la verdad" (o sea, la tomista adaequatio rei et intellectus).
----------Por otra parte, aquella pasajera señal de ingenuidad ante Rahner, no quita que mons. Buenanueva sea a menudo un agudo y certero intérprete de la realidad eclesial argentina, como lo ha demostrado una vez más en su reflexión titulada Católicos, en su blog, artículo en el que aborda con lucidez y valentía los desgraciados eventos que han tenido recientemente como protagonista al padre Javier Olivera Ravasi.
----------Con términos precisos mons. Buenanueva comienza por describir la cuestión a tratar: "La puja entre conservadores y progresistas que hoy tensiona al mundo católico no es algo nuevo. Es una de las tensiones que reflejan la dimensión histórica de la Iglesia de Cristo, llamada a custodiar la fe recibida, pero también a caminar con ella hacia el futuro. Del Concilio Vaticano II a nuestros días, y con momentos de fuerte conflictividad, esta tensión atraviesa la vida del catolicismo argentino".
----------El lector interesado leerá completa con buen fruto la breve reflexión de mons. Buenanueva. Por mi parte quisiera subrayar que cuando él se refiere al padre Olivera, dice: "Lo poco que he leído de él no me convence. No porque exprese el punto de vista del pensamiento tradicional, tan legítimo como necesario, sino porque algunos acentos no permiten reconocer la figura completa del pensamiento católico".
----------En este pasaje, la palabra más importante es "completa". Buenanueva, correctamente, afirma que la figura que Olivera presenta del pensamiento católico no es "completa". Agrego que no es completa precisamente porque es "atrasada", vale decir, desconoce el progreso o "reforma en la continuidad" de las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, y por eso nunca habla de ellas, si no es para criticarlas o, en la mayoría de los casos, para relativizarlas como no dogmáticas. Por eso mencioné líneas arriba la "dictadura del relativismo", como un veneno presente tanto en modernistas como en pasadistas. Y Olivera es precisamente un pasadista: se ha quedado en el pasado y recorta la doctrina católica hasta 1958 (o antes) y habla como hablan los lefebvrianos, además de manifestar otro tipo de ideologías que le han venido de otras vertientes.
----------La segunda reflexión sobre este tema, que quisiera sugerir al lector, ha sido publicada por el padre Marcelo Cinquemani en su blog el pasado 12 de marzo, bajo el título La Iglesia y el progreso. También Cinquemani es mendocino, doctorado en Teología Dogmática por la Gregoriana de Roma, valorado profesor de esa área sistemática en el Seminario Arquidiocesano mendocino y en otros institutos, y cura párroco en el Divino Maestro, en Las Heras, prestando también sus valiosos servicios en las Capillas San Martín de Porres y la histórica del Sagrado Corazón de Jesús, en El Plumerillo; docente competente, experimentado y sabio guía espiritual, y culto predicador hábil para hablar sencillo a los sencillos.
----------Al igual que mons. Buenanueva, el padre Cinquemani tiene los ojos bien abiertos a la candente situación actual de confrontación en la Iglesia: "todo pareciera dirimirse en una enconada batalla de grupos (generalmente internos a la Iglesia) que se encuentran entre los que buscan frenar reformas, aludiendo a una férrea fidelidad a la tradición, y otros que quisieran acelerarlas mucho más, sosteniendo la urgencia de no perder el tren de la historia humana. La cuestión es ¿se progresa en la Iglesia?".
----------Intentando responder a esa pregunta, Cinquemani se refiere al progreso en general: "El término 'progreso' como tal es claramente positivo. Se lo define como 'avance, adelanto, evolución, crecimiento, perfeccionamiento'. En el ámbito de la vida social hace referencia a una situación de mejoría en los grupos humanos, es lo que trae lo novedoso, y va de la mano con un estilo de vida 'moderno', es decir adecuado al pensamiento contemporáneo. Desde ya hay que decir que esta noción da por supuesto algo cuestionable: que 'hacia adelante' todo es mejor. Es decir, se da por descontado que todo lo que se enfila como progreso o moderno, sólo por el hecho de estar catalogado tal, implica una rotunda mejoría respecto de lo anterior. No es necesario elucubrar mucho para darnos cuenta que esto es una falacia. Un paso dado hacia adelante, puede ser tanto un paso a un espacio amplio y acogedor, como un paso a un abismo y al vacío. ¡Y ambos son pasos adelante!".
----------El padre Cinquemani se olvida de precisar -presuponiendo seguramente que el lector está al tanto de ello- que efectivamente existe un ámbito en la vida de la Iglesia en la que el progreso, el ir "hacia adelante", siempre es mejor, y ése es el ámbito dogmático, del progreso en el conocimiento de la verdad y del vivir la gracia. Para aclarar esto hubiera bastado con hacer la simple distinción entre lo doctrinal y lo pastoral. Pues la misma historia de la Iglesia, sobre todo la historia del dogma católico, evidencia lo que sabemos por fe: que la Iglesia progresa siempre en el conocimiento de la Palabra de Dios y en su aplicación a la vida, y en este ámbito siempre el más reciente paso de la Tradición viviente es el mejor y el que juzga del paso anterior, al cual continúa de modo homogéneo. Mientras que, en cambio, en el ámbito de lo pastoral, efectivamente como dice Cinquemani, no está descartado, que lo nuevo pueda ser un paso al abismo o al vacío.
----------Naturalmente, Cinquemani no desconoce lo que acabo de decir, y de hecho lo expresa en cierto modo cuando dice que: "el cristianismo se las tiene que ver con una dimensión suya constitutiva: la Tradición. Es decir, esas raíces que remiten a su pasado (aunque no están sólo en el pasado) y que le otorgan la savia vital para su existencia", y sobre todo cuando señala la constitutiva dimensión finalista y ascendente de la historia según la fe cristiana: "la idea cíclica de la historia que había alimentado el mundo griego es rota por la noción cristiana de un avance hacia la meta. La historia... aparece como un desarrollo con sentido final. En el fondo está la concepción escatológica que va formándose en el nuevo cristianismo y su noción de la esperanza".
----------Recomiendo leer completa la reflexión del padre Cinquemani, quien, a partir de lo señalado, se refiere a dos modos de entender el progreso en la Iglesia, no en el ámbito de lo doctrinal (él mismo advierte al inicio que no desea entrar en tal cuestión esta vez), sino en el ámbito de la relación de la Iglesia con el mundo, y toma como ejemplos el pensamiento del gran san Agustín de Hipona y de un monje cisterciense del siglo XII, Otón de Frisinga, con útiles sugerencias para entender nuestra situación actual.
   
La necesaria síntesis entre conservación y progreso en la Iglesia
   
----------Desde los primeros años del postconcilio, hace seis décadas, ha habido una multitud de buenos teólogos, fieles a los Romanos Pontífices, que premurosa y solícitamente se encargaron de comentar los textos conciliares en la línea del Magisterio pontificio, mostrando su continuidad con el Magisterio precedente, defendiendo tales textos de la acusación de modernismo y sustrayéndolos de las manipulaciones tanto de modernistas como de lefebvrianos. En este blog también he ofrecido un resumen de la cuestión en una treintena de publicaciones en la que ayudo a demostrar tal continuidad del Magisterio de la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II. Al lector interesado remito a ese serie de notas que he titulado La interpretación auténtica del Concilio Vaticano II, que, por supuesto, no es interpretación mía, sino del propio Magisterio.
----------Dejando por esta vez a un lado las argumentaciones teológicas, creo que la presentación de ejemplos netos y altamente expresivos vale más que mil palabras, por lo que en lo que sigue de este artículo, quiero volver a recordar dos figuras preclaras, la primera, modelo de católico progresista conservador: Jacques Maritain [1882-1973], la segunda, modelo de católico conservador progresista: el Siervo de Dios padre Tomas Tyn [1950-1990]. Son dos figuras modélicas que intentaron y lograron (aunque naturalmente en la siempre falibilidad de las cosas humanas y con sus claroscuros) la necesaria síntesis entre progreso y conservación a la que nos convoca el Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Papas del postconcilio.
----------Si pensamos en la Sagrada Tradición, entonces indudablemente el católico no puede sino ser un defensor de la Tradición, y, en tal sentido, no puede sino ser un tradicionalista; pero por otra parte, también sabe el católico que es el Magisterio divinamente asistido por el Espíritu Santo, el que, por orden de Cristo, tiene la tarea de conservar, interpretar y explicitar infaliblemente, y cada vez mejor y más profundamente, los datos tanto de la Tradición como de la Escritura: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha" (Lc 10,16). Se equivocó, por lo tanto, Martín Lutero [1483-1546], al querer interpretar la Escritura sin tener en cuenta la mediación de la Iglesia, y se equivocó el obispo Marcel Lefèbvre [1905-1991] al querer interpretar la Tradición sin tener en cuenta aquellos desarrollos que fueron aportados por el Concilio Vaticano II. Por eso, a la vez de ser un conservador de la Tradición, el católico no puede dejar de ser un progresista. 
----------Ahora bien, ¿cómo puede el católico hacer en su propia vida esa síntesis entre conservación y progreso que le reclama su propia fe?. Para responder a esta pregunta, recurriremos a los ejemplos de Jacques Maritain y del padre Tomas Tyn, entrambos preclaros modelos de tal síntesis, aunque con diferente perfil, el primero de católico progresista conservador, y el segundo de católico conservador progresista.

26 comentarios:

  1. Estimado Padre, me sorprende que usted no muestre desacuerdo cuando el obispo Buenanueva dice de Olivera Ravasi: "Lo poco que he leído de él no me convence. No porque exprese el punto de vista del pensamiento tradicional, tan legítimo como necesario, sino porque algunos acentos no permiten reconocer la figura completa del pensamiento católico".
    ¿Acaso usted piensa, al igual que Buenanueva, que Ravasi expresa "el punto de vista del pensamiento tradicional"?
    En cualquier caso expresa un pensamiento pseudo-tradicional, por no decir indietrista o lefebvriano, pero no el pensamiento del tradicionalismo católico fiel al Papa.

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    1. Estimado Sergio,
      le hago presente que, al citar la mencionada publicación de mons. Buenanueva, no ha sido mi propósito criticar su artículo en todos sus pasajes y detalles.
      Por lo tanto, respecto a la crítica que usted le hace, no tengo dificultades en estar de acuerdo con usted.
      Efectivamente, el de Olivera Ravasi no es tradicionalismo católico, el cual no puede ser sino fiel y leal al Romano Pontífice, mientras que el pseudo-tradicionalismo de este sacerdote argentino es en realidad pasadismo o indietrismo, muy cercano indudablemente al lefebvrismo, sino directamente embozado lefebvrismo. Sería muy fácil demostrarlo con una rápida mirada a sus publicaciones.
      Por lo tanto, tiene usted razón, mons. Buenanueva se equivoca en el caso que haya querido decir que Olivera Ravasi exprese el punto de vista del pensamiento católico tradicional.

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  2. Buen artículo de Buenaventura, rescata la repristinación del rito tradicional por Benedicto XVI.

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    1. Bojdan: leí el artículo del obispo Buenanueva. Dice que él considera válida la propuesta de Benedicto en 2007.
      Yo creo que se equivocó Benedicto... y se equivoca ahora Buenanueva.

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    2. No, no se equivocó. De hecho el rito tradicional está floreciendo en muchos países, en medio de la destrucción litúrgica que devasta a la Iglesia. Benedicto dijo que no podría nunca ser abrogado.

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    3. Yo voy todos los domingos y días de semana a veces, y siempre se celebra la Misa tradicional de la Iglesia. La promulgada por san Paulo VI en 1969.
      Sr Bojdan: ¿usted es católico o lefebvriano?
      Respondame a esta pregunta: ¿acepta el Concilio Vaticano II y la enseñanza de los Papas del postconcilio?

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    4. Soy católico, acepto todos los concilios válidos y la enseñanza del magisterio ordinario y extraordinario según la hermenéutica de la continuidad.

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    5. Bojdan: ¿los acepta lo mismo que Olivera Ravasi?

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    6. Qué es esto, la Inquisición? No conozco ni sé quién es ese Olivera.

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    7. "Bojdan Mirevicius": ¿otra vez por acá volviendo a pasar el perro?... Incansable, no?... Trajiste la bolsita esta vez?

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    8. Sr. Bojdan: debo decirle que no me ha respondido.

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    9. Ahora nadie sabe quien es Olivera Ravasi!... Lo usaron bien usado y ahora lo abandonan...

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    10. Estimado Mirevicius,
      a través de una simple lectura, el artículo de mons. Buenanueva, de ninguna manera "rescata la repristinación del rito tradicional por Benedicto XVI", como usted pretende atribuirle.
      El obispo de san Francisco tan sólo ofrece su opinión personal acerca de la validez de la decisión pastoral del papa Benedicto en 2007 de liberar un poco más el permiso para celebrar con el Misal de 1962. Una opinión que puede ser contradicha, como lo ha sido naturalmente, por los hechos y por la expresión de muchos teólogos y por la decisión del papa Francisco, con argumentos también válidos.
      Por otra parte, ni en Summorum pontificum ni en la Carta del Papa a los obispos que acompaña a SP, se usa la expresión "rito tradicional", como la ha usado usted y la usan los lefebvrianos y filo-lefebrianos, ni hubiera podido usarla el Papa, porque para el fiel católico, todos las formas rituales del Rito Romano, que llegan hasta el Misal promulgado por san Paulo VI, son "rito tradicional".

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    11. Estimado Mirevicius,
      efectivamente, el Misal de 1962, que abrogó el Misal de san Pío V en su forma anterior, fue a su vez abrogado por el Misal de 1969. Por supuesto, esto no en el sentido de que estos tres Misales citados (como los anteriores del Rito Romano) puedan ser abrogados en su condición de expresivos de la lex orandi divina, instituída por NS Jesucristo, ni nunca podrían serlo en tal sentido (y eso es lo que pretendió expresar Benedicto XVI). Pero sí que han sido abrogados el Misal de san Pío V y el Misal de 1962 en su condición de expresivos de la lex orandi eclesialis.

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  3. Formo parte de un grupo de católicos que estamos agradecidos al Padre Javier Olivera Ravasi por ayudarnos a mantener nuestra fe católica y la sana doctrina católica, y cada uno de nosotros tratamos de colaborar con él en su misión, y contribuir con nuestro granito de arena en la batalla espiritual contra la revolución anti-cristiana en la que estamos inmersos.

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    1. Estimada María Gabriela,
      valoro su actitud de colaboración con la misión evangelizadora y santificadora de los sacerdotes; tal actitud honra a la condición de los laicos en la Iglesia.
      Sin embargo, debo decirle que ahora usted debe tener en cuenta que el padre Olivera Ravasi, tal como ha expresado el Obispado de Zárate-Campana, como también y sobre todo ha expresado el Obispado de San Rafael, este sacerdote se encuentra en una situación canónica irregular, ya que la ley de la Iglesia establece que ningún sacerdote debe actuar sin relación con su cabeza, el respectivo Obispo.
      Tenga por favor en cuenta esto que le estoy diciendo, por el propio bien de su alma, e incluso por el bien del propio padre Olivera Ravasi.
      Por cuanto respecta a sus conceptos acerca de que el mencionado sacerdote la estuviera ayudando a "mantener la fe católica y la sana doctrina católica... en la batalla espiritual contra la revolución anti-cristiana...", la invito: 1. a estar atenta a lo que resuelva o a las señales que de la jerarquía al respecto de lo que usted dice; y 2. a examinar por usted misma, si en la predicación de este sacerdote existe una clara fidelidad, por ejemplo, al Concilio Vaticano II, al magisterio de los Papas del post-concilio, a las decisiones pontificias en materia litúrgica para nosotros, católicos del rito romano, y, finalmente, a las directivas de la Doctrina Social de la Iglesia respecto a nuestra relación como católicos con el mundo, especialmente con el Estado.

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  4. Cuando un ejército sufre un ataque que lo devasta, sin llegar a ser aniquilado, lo que queda de él se retira en un "reducto" geográficamente/estratégicamente más seguro que el campo abierto, de dimensiones relativamente pequeñas, por tanto menos expuestas, defendibles. Ahora nosotros, indietristas, pasatiempos, trogloditas, ultranazis, extremistas, fundamentalistas (CATÓLICOS) estamos en esta fase: pero no es verdad que no oramos por el Papa, por la Iglesia, por los enemigos de la doctrina que ocupan altos cargos dentro de la máquina en Roma:
    Lo hacemos diariamente; porque nunca nos rendiremos a la derrota de la Iglesia ! Por eso estamos dentro del "reducto". Y venceremos.

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    1. Estimado Franco,
      aprecio que ustedes oren por el Papa y por la Iglesia. ¿Pero con qué intención lo hacen? Si les complace a uetedes el apelativo de indietristas, ¿no es inevitable que surja sobre ello alguna duda? ¿No se preguntan ustedes por qué motivo el Papa ha hablado de indietrismo? ¿Qué es lo que el Papa quiere decir?
      ¿Cómo pueden presumir y enorgullecerse de ser indietristas? ¿O acaso lo que quieren decir es que otros los llaman así, pero que ustedes no merecen ese nombre?
      Sea como sea lo que me ha querido decir, le diré lo que pienso.
      Por el modo como usted se expresa tengo la impresión de que usted admira efectivamente a aquellos que el Papa llama indietristas, como si ustedes fueran un pequeño resto o remanente de católicos auténticos, que se oponen a una invasión del modernismo, apoyado por el papa Francisco. ¿Me equivoco si lo interpreto así? ¿Tal vez es que ustedes se oponen a la reforma del Concilio Vaticano II?
      Que los cristianos deban reunirse en la fidelidad a la tradición a costa de permanecer siendo pocos, este principio es en sí mismo correcto, pero pregúntese usted si lo está aplicando bien. ¿No será que ustedes tienen un concepto de tradición que no corresponde al concepto que nos enseña el papa Francisco, que es el mismo que han enseñado todos los Papas, con mayor claridad los Papas del postconcilio? Si fuera así, quiero advertirle que el intérprete de la tradición es el Papa; no son ustedes.
      Así que le ruego hagan esta verificación y actúen en consecuencia, porque me parece que se han encerrado demasiado en eso que usted llama "reducto" y no saben considerar los lados positivos de los progresistas e incluso de los modernistas.
      Yo también soy contrario al modernismo en cuanto herejía, como también el Magisterio de la Iglesia es contrario al modernismo en cuanto tal; sin embargo, los modernistas (las personas que han caído en los errores del modernismo), como cada uno de nosotros, junto con los lados malos, tienen también sus lados buenos. Por eso, en mi opinión, ustedes deberían abrirse con más confianza a estos hermanos y sobre todo seguir al Santo Padre en su obra de aplicación de la reforma conciliar.
      Yo, por ejemplo, soy devoto del padre Tomas Tyn, quien era un gran devoto de la tradición, pero en el sentido correcto, es decir, entendida como en armonía con el progreso. Por eso el padre Tyn aceptaba tranquilamente el Concilio, porque había comprendido que el Concilio es verdadero testigo de la verdadera Tradición.

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  5. "En tiempos anteriores al Concilio Vaticano II la Iglesia estaba demasiado cerrada frente al mundo."

    ¿Demasiado cerrada? ¡Yo digo que la Iglesia razonaba lógicamente!
    Porque el mundo no quiere cambiar, se habla a quien quiere cambiar, al resto se lo deja cocer! ¡Por desgracia!
    Si quieren cambiar, ¡saben dónde está la puerta de la casa!

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    1. Ana María: ¿Lee usted la Biblia? En el último capítulo del libro de la Apocalipsis, Dios, desde su trono de Soberano de toda la creación proclama: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas...".
      Muchos temen lo nuevo, la renovación ... quien añora la Iglesia de hace cien años, quien siente nostalgia del pasado, no está abierto a la acción de la Gracia, al soplo del Espíritu Santo.... Por eso muchos no quieren entender nada del Concilio Vaticano II... quien tiene nostalgia de los "buenos tiempos pasados" (si es que existieron) y quien cree que la verdad sea un valor transeúnte.... se equivocan ambos.... Cristo es la Verdad y estamos llamados ya aquí, en el tiempo terreno, presente, a conocer cada vez más su infinita sabiduría. La Redención de Cristo está aquí, en el presente y estamos proyectados hacia el futuro y hacia la vida eterna. Repito: lea y medite la Palabra de Dios, le hará bien. Shalom.

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    2. No sirve de nada hablar con ira a los modernistas o a los tradicionalistas, no sirve para nada. Ms bien empeñémonos en renovar el corazón, en rezar por ellos... Permanezcamos firmes en la fe y confiemos en Dios.... Dios no ha abandonado a su pueblo en el desierto ni tampoco durante la esclavitud babilónica.... incluso se sirvió de Ciro, un pagano.... entonces.... y añadiría otra cosa: muy pocos, creo, son conscientes del gran valor del Papa Francisco.... la historia futura lo demostrará.

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    3. Jn 15, 18-19: Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.

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    4. Estimada Rosa Luisa,
      aprecio mucho su deseo de decir una buena palabra a los filolefevrianos.
      Por desgracia, no es fácil, porque son fácilmente presuntuosos, que creen que su grupo represente a la "verdadera Iglesia" en oposición a la "Iglesia del papa Francisco".
      Sea muy prudente, mantenga el contacto solo si nota que de alguna manera le escuchan.
      Si, por el contrario, nota una resistencia obstinada a sus argumentos, es mejor no tener relaciones. Esto no es falta de caridad, porque la caridad puede expresarse también de esta manera, es decir, con el silencio, con el buen ejemplo y con la oración.

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    5. Estimado Anónimo,
      le hago presente que, incluso para el apóstol san Juan, citado por usted, el término "mundo" consta de un doble sentido: es necesario distinguir el mundo en cuanto creado por Dios del mundo en cuanto sujeto a Satanás. En el primer sentido, el mundo es bueno, en el segundo sentido es malo, porque es el mundo del pecado. Le sugiero revisite los textos del Catecismo de la Iglesia Católica, donde la distinción y su explicación está bien desarrollada.
      Se trata de una distinción muy conocida.

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  6. Muy interesante lo que escribe el padre Cinquemani. Leí con atención todo su post. Lo comparto. Al fin y al cabo, el mundo, las naciones, las diferentes sociedades, seguirán su propia idea de progreso, que no siempre coincidirá con el progreso tal y como lo entiende la Iglesia, siguiendo a Jesús.
    Pensar lo contrario sería modernismo. O sea, modernismo es interpretar el mensaje de Jesús tomando por regla y norma los criterios del mundo. Lo que pensamos nosotros, los cristianos, es interpretar el mundo y su "progreso" tomando por regla y norma los criterios de Jesús.

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    1. Estimada Araceli,
      le felicito por sus palabras, que manifiestan que usted ha entendido el tema del modernismo muy claramente, y ha podido describir muy sintética y precisamente lo que es el modernismo.
      Efectivamente, el modernismo es tomar la modernidad (o sea, nuestro mundo actual) con sus criterios y pretender que estos criterios sean los que determinen qué tomamos del Evangelio y qué descartamos del Evangelio. Por el contrario, la actitud del cristiano debe ser la contraria: mediante la Palabra de Cristo, o sea, mediante las enseñanzas del Evangelio, discernir en la modernidad o en nuestro mundo, lo que es aceptable y lo que debe ser rechazado, lo positivo y lo negativo.
      Ahora bien, tal criterio, que usted ha entendido perfectamente, le permite distinguir modernismo de progresismo.
      El cristiano no puede ser modernista. Pero debe ser necesariamente progresista (al igual que debe ser conservador, o sea, un conservador progresista, o un progresista conservador, según su sensibilidad). ¿Por qué motivo el cristiano debe ser, a la vez, un conservador y un progresista? Simplemente porque debe vivir en el presente y adaptarse a lo positivo, a los valores positivos y rescatables del mundo en que vive, con sus progresos culturales.

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