Las decisiones que tomamos día a día, o las conclusiones de un razonamiento que con esfuerzo elaboramos, las sentimos como nuestras, provenientes de nosotros. Pero muchos pensamientos, muchas ideas, propuestas o juicios que nos dan alegría o bien nos dan amargura o turbación ¿de dónde vienen en realidad? ¿De nuestro inconsciente o de alguien invisiblemente presente en nuestra intimidad? ¿De Dios? ¿Del ángel custodio? ¿Del demonio? ¿De la Virgen? [En la imagen: fragmento de "San Francisco de Paula en oración", óleo sobre lienzo del siglo XVII, atribuido a Francesco Fracanzano].
Nuestro destino surge de una red de relaciones interpersonales
----------De la Sagrada Escritura en la interpretación católica resulta que el hombre decide su destino mediante una pluralidad de diversas relaciones o polémicas personales, tanto con personas humanas vivas o difuntas como con personalidades superiores, los ángeles y la personalidad suprema que es Dios. Nadie puede evitar el encontrarse o chocar con estas personalidades de diversos grados terrenos o celestiales o infernales en el curso de su vida y en las elecciones que debe obrar.
----------Algunos creen que sus relaciones se agotan con los vivientes, pero en realidad ellos también mantienen en su intimidad relaciones con personalidades ultraterrenas puramente espirituales, que juegan una parte aún más importante en su vida que la relación que mantienen con los vivientes.
----------En nuestra intimidad, en nuestro interior, se produce un continuo agitarse y transcurrir de pensamientos, impulsos, inspiraciones, consideraciones, intenciones, juicios, preocupaciones, esperanzas, deseos, proyectos, impresiones. En nuestro interior están presentes también muchos recuerdos de incontables contactos mantenidos con otros en el pasado.
----------Las decisiones o las conclusiones de un razonamiento las sentimos como nuestras, provenientes de nosotros. Pero muchos pensamientos, muchas ideas, propuestas o juicios que nos dan alegría o bien nos dan amargura o turbación ¿de dónde vienen? ¿De nuestro inconsciente o de alguien invisiblemente presente en nuestra intimidad? ¿De Dios? ¿Del ángel custodio? ¿Del demonio? ¿De la Virgen?
----------Todos de un modo o de otro, lo sepamos o no lo sepamos, lo queramos o no lo queramos, lo reconozcamos o no lo reconozcamos, nos encontramos en o nos topamos con esta red de relaciones o de contrastes, lo cual nos trae consecuencias prácticas en un sentido o en el otro en relación con nuestro camino hacia la eternidad, ya se trate del paraíso del cielo o del infierno.
----------Todos podemos reconocer los personajes del drama, aunque puede suceder confundir a Dios con el demonio o al demonio con Dios. Aún cuando fuéramos materialistas, panteístas, idólatras, politeístas, agnósticos o ateos, todos sabemos que Dios existe, todos tenemos relaciones o con los ángeles santos o con el demonio, todos sabemos distinguir las diferentes personas.
----------No se debe creer que quien no cree en los ángeles o en los demonios, no mantiene relaciones con ellos. Todo lo contrario; es que eventualmente ellos se disfrazan o enmascaran bajo formas de intenciones, ideas o proyectos, que al sujeto le parecen suyos, pero en realidad provienen de ellos. El sujeto que cree que se consulta consigo mismo, en realidad se consulta con ellos.
----------Los idealistas tienden a ampliar el propio yo más allá del yo empírico, no tienen la percepción precisa de los límites de su propio yo, por lo cual fácilmente lo que atribuyen al propio yo en realidad proviene de otros yo extracorpóreos o trascendentes, como los espíritus y Dios.
----------Todos nuestros asuntos importantes o problemas concernientes a los valores, sea considerándolos relativos o absolutos, o todas las decisiones morales o todo lo relativo al sentido de nuestra vida, junto con la labor de la meditación o de la reflexión sobre nosotros mismos, los tratamos en coloquio o en discusión con algún tú o en escucha de algún tú o haciendo apelación a algún tú o aconsejándonos con algún tú, sea el prójimo, sea Dios, sean los Santos del cielo, sean los ángeles o sea el demonio.
----------El coloquio con Dios se realiza ante todo en nuestro mundo interior y luego, ciertamente, gracias a la mediación de los ángeles, de Cristo y de la Iglesia. Ese coloquio con Dios se realiza en el plano de la razón y en el plano de la fe. El primero es accesible a todos: el segundo, para quien conoce a Cristo y a la Iglesia. Pero la gracia, que quiere salvar a todos, pone en comunión con Cristo y con la Iglesia también a quien, sin su culpa, no los conoce formalmente o explícitamente.
----------Aquí el coloquio con Cristo y con la Iglesia deviene implícito a través de las nociones y de las palabras humanas que el sujeto logra formar y expresar. Aquí Dios le habla en la conciencia y en la razón natural, perdonándole errores y lagunas de su propia religión.
Contactos y enfrentamientos con Dios
----------En el curso de su vida interior el sujeto puede siempre elegir qué voluntad cumplir: o la voluntad de Dios por medio del ángel santo; o la propia voluntad obedeciendo al demonio. El sujeto es solicitado por la propuesta de dos personas: por una parte, Cristo, que atrae su espíritu llamándolo a la salvación y a buscar su rostro mediante la penitencia, la fatigosa obediencia a Dios y el camino de la cruz, prometiéndole la eterna beatitud después de la muerte, después de haberLo pregustado en esta vida; el demonio, que lo invita con seducciones a ponerse a su servicio, trata de convencerlo de que Dios es un tirano, lo ilusiona con la promesa de eterna gloria, le propone probar el fruto prohibido "agradable a los ojos y deseable para adquirir sabiduría" (Gn 3,6) asegurándole que se le abrirían los ojos y llegaría a ser como Dios.
----------Tan astuto es el demonio que se esfuerza por persuadir al hombre de que Dios es su enemigo, mientras que él le garantiza placeres, poder, verdad, posesión, libertad y divinidad aun en la futura pena del infierno.
----------El demonio sabe hacer a Dios tan odioso para los ojos del hombre, que éste está dispuesto a seguir al diablo en el infierno y a renunciar a las alegrías del paraíso para estar lejos de Dios. Por otra parte, notemos que nadie, que quiera verdaderamente obedecer a Dios, es de tal manera engañado por el demonio, que no pueda darse cuenta de ello, evitando el infierno y volviéndose hacia Dios.
----------Digamos también que no obstante todos los errores filosóficos contrarios en circulación, nadie ignora en buena fe que Dios existe. Nadie está realmente convencido de que Dios no exista, y esto porque es una demostración imposible. Nadie tiene un concepto tan errado de Dios que no sea suficiente para la salvación. Nadie está privado de la voz de Dios en su conciencia. Nadie ignora que Dios es su verdadera felicidad.
----------Nadie cree seriamente ser Dios. Nadie cree verdaderamente que después de la muerte no haya nada. Todos saben que tienen que rendir cuentas a Dios. Nadie ignora que el infierno existe con el riesgo de encontrarse en el infierno sin saber por qué motivo ha sucedido. Nadie va al infierno si no quiere ir. Todos saben que el justo juez, Dios, es leal a todos, mantiene sus pactos y explica a todos el porqué de sus medidas, para que nadie tenga motivo de lamentarse o de recriminar.
----------Todos saben distinguir a Dios del demonio, aunque no siempre es fácil. Todos conocen la voluntad de Dios, aunque podamos equivocarnos accidentalmente. Nadie se encuentra en el infierno involuntariamente, por mucho que la pena eterna del infierno pueda repugnar a la naturaleza. Pero tanto es el poder de la soberbia, que ésta, a fin de mantener al sujeto lejos de Dios, le hace aceptar la misma pena del infierno. El impío sabe a qué se enfrenta al desobedecer a Dios, pero tan refinadas son las ilusiones y los halagos del demonio y obstinada es la naturaleza de la soberbia que persevera en su descarada rebelión.
----------El coloquio decisivo es el coloquio con Dios. Todo debe partir de aquí, fundarse aquí, llegar hasta aquí. Pero hay quien no quiere este coloquio. Cree que puede regularse solo o a lo máximo haciendo referencia al prójimo. En este punto interviene el demonio, que no espera otra cosa. Pero como este tipo de personas ni siquiera cree en el demonio, quedan engañadas por él presentándose en forma de ideas que aparentemente provienen de ellos, pero en realidad provienen del demonio. En todo caso, Dios no abandona a estas personas tampoco y les hace entender en un preciso momento de quién reciben los mensajes. Les corresponde a ellos seguir al demonio o seguir a Dios.
----------El coloquio con Dios puede ser directo o indirecto, mediato o inmediato, implícito o explícito. ¿Qué tenemos en mente cuando hablamos con Dios? Es importante tener cuidado con el concepto correcto de Dios. Por más que Dios sea infinito, incomprensible, sobreconceptual y misterioso, es importante concebirlo por analogía a nuestra naturaleza de persona, quitándole obviamente los caracteres de la corporeidad y de la finitud. La Biblia nos enseña que Dios nos habla de manera similar a como nos hablaría otra persona superior a nosotros, sublime, majestuosa, soberana, paterna, venerable, trascendente, sapientísima, amorosísima, omnipotente, providente, justa y misericordiosa.
----------Por lo tanto, podemos hablar con total confianza, apertura de ánimo, sabiendo que por lo demás nada está oculto para Él. Él solo entiende aquellos nuestros secretos que nadie más podría entender, por lo cual nos basta su aprobación, aunque no tengamos la de los hombres, incluso si fueran hombres de Iglesia, precisamente porque son su don solo para nosotros, por lo cual solo en nuestro diálogo con Él aparecen en toda su verdad, honestidad y belleza.
El coloquio sobrenatural con Dios
----------El coloquio con Dios en las Escrituras supone la fe. Lugares eminentes del coloquio con Dios en la Escritura son el coloquio mediado por los profetas, por los Salmos, por Moisés, por Cristo, por san Pablo. El Salmista nos enseña cómo debemos dirigirnos a Dios, con qué sentimientos, deseos, aspiraciones, lamentos, intenciones, expectativas, agradecimientos, disponibilidad, temores, esperanzas, peticiones, confidencias.
----------De Moisés aprendemos cómo nos ponemos en una actitud de adoración, de temor, de reverencia, de escucha, de penitencia, de oración. De Cristo aprendemos cómo debemos dirigirnos al Padre. Los diálogos de Cristo con los apóstoles o con otras personas son ejemplos o modelos de cómo se realiza el diálogo con Cristo, qué debemos decirle y qué debemos esperar que Él nos diga.
----------El coloquio con Dios mediante el magisterio de la Iglesia. Escuchar a la Iglesia quiere decir escuchar a Cristo, interlocuar con la Iglesia quiere decir interlocuar con Cristo, dirigirnos a la Iglesia quiere decir dirigirnos a Cristo, comunicarnos con la Iglesia quiere decir comunicarnos con Cristo, interrogar a la Iglesia quiere decir interrogar a Cristo, reformar la Iglesia quiere decir reconducirla a Cristo, alegrarse y sufrir con la Iglesia quiere decir alegrarse y sufrir con Cristo.
----------El coloquio con Dios en la liturgia. El coloquio con Dios en la Misa es la forma paradigmática del coloquio con Dios. Es el diálogo de la salvación, productor de salvación. Cualquier conversación con Dios debe encontrar aquí su modelo, punto de referencia, razón de su eficacia sobrenatural.
----------Es el diálogo con Dios en la Misa y en los sacramentos, incluidos los sacramentales, es el diálogo con Dios ciertamente agradable a Dios, es el lugar donde Dios ciertamente nos habla, donde nuestras palabras le son agradables, es fuente de gracia, salvación y santidad.
----------Es el diálogo sagrado y santo por excelencia. Las palabras de la liturgia sacramental, de todos los sacramentos, son lo que Dios quiere que nos digamos entre nosotros y lo que debemos decirle a Él. Son lo que Dios mismo revela y quiere acerca del diálogo del hombre con Dios. En la liturgia el hombre habla inspirado y guiado por Dios, y Dios habla de tal manera que sea comprendido y pueda ser obedecido por el hombre. Son palabras que infaliblemente consiguen el efecto sobrenatural deseado.
----------El coloquio con el confesor. Es la conversación con el Padre por Cristo en el Espíritu Santo. Es el coloquio del humilde reconocimiento y confesión de las propias culpas, es el momento de las lágrimas de arrepentimiento, es la hora de la verdad y de la sinceridad, es el momento de la confianza, del descargo, de la rendición de cuentas y de la esperanza, es la dulcísima y conmovedora experiencia del perdón y de la misericordia, es el diálogo de la reconciliación y de la paz, es el diálogo de la purificación, de la liberación y de la curación.
----------El coloquio con la Virgen María. María nos enseña cómo hablar con su Hijo y cómo escucharlo, cómo recibirLo en nuestro corazón, cómo obedecerLe y cómo amarLo. El coloquio que Ella ha tenido con el ángel es supremo modelo de coloquio con Dios, no tanto por el contenido de su extraordinario coloquio, cuanto por el modo con el cual María trata con el ángel, de gran reverencia pero al mismo tiempo de sumo interés respecto del misterio divino que estaba a punto de cumplirse en Ella, de modo que se sintiera impulsada a proyectar una mirada a la luz de este misterio interrogando al ángel sobre cómo este misterio se habría de realizar.
----------Debemos habituarnos a hablar confidencialmente y confiadamente con María, sentirla nuestra Madre amorosísima y premurosísima, eventualmente ante una de sus imágenes o en uno de sus Santuarios, de los tantos por todo el mundo, recitando el Rosario, sin excluir sentirla también como hermana en la común condición de hijos de Dios y discípulos de Cristo, salvados por su gracia.
----------Hay que pedirle a Ella consejo, consuelo, defensa del enemigo infernal, paciencia en las tribulaciones, valentía en el bien, gran amor y obediencia a su Hijo. María no deja de hacerse oír, de consolarnos, de inspirarnos obras santas y santos propósitos.
----------El coloquio con María se realiza también en la escucha de los mensajes marianos. No es necesario, sin embargo, ser santa Bernardita para hablar con la Virgen. Los mensajes de Medjugorje pueden hacernos entender lo que significa hablar con la Virgen.
----------Es necesario, sin embargo, tener cuidado de evitar una excesiva e indiscreta credulidad como una injustificada desconfianza en este delicadísimo campo de las apariciones marianas, donde hay que actuar con suma prudencia y consumado discernimiento, dóciles a las disposiciones y directivas de la autoridad eclesiástica.
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