jueves, 19 de septiembre de 2024

Cómo dirigirnos a Dios en la oración (2/2)

En la oración trinitaria surge un problema, pues tenemos tres puntos absolutos de referencia: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si la referencia de la oración es absoluta en cuanto a su relación con el Absoluto, como en la oración monoteísta o humana, no hay problema. Pero si las referencias se convierten en tres, ¿no se relativiza la relación? ¿No retornamos al politeísmo? Es cierto que el Padre, Hijo y Espíritu son siempre el único Dios, pero el problema sigue presente: ¿cuándo invocar a una Persona más bien que a otra? ¿Cómo elegir? ¿Qué diferencia hay entre las tres diferentes plegarias? ¿Cómo saber cuándo necesitamos al Padre, cuándo al Hijo y cuándo al Espíritu Santo, y qué decir a cada una de las tres Personas? [En la imagen: fragmento de "La oración antes de la comida", óleo sobre tabla, pintado en 1660 por Jan Havicksz Steen, conservado en colección privada].

Al Padre
   
----------Al Padre debemos pedir que se realice y poder realizar su plan originario, protológico y escatológico sobre la creación, sobre la relación del hombre con Dios, con los ángeles y con la naturaleza, sobre el dominio del espíritu sobre el cuerpo, sobre la relación del individuo con la sociedad, sobre la unión del hombre con la mujer, sobre el dominio del hombre sobre la naturaleza.
----------Debemos pedirLe que se realice en nosotros su plan de salvación en Cristo y en la Iglesia, de modo de ser liberados del pecado y de la muerte, y poder realizar en Cristo su voluntad de recuperar la inocencia edénica y de realización de su Reino escatológico.
----------Podemos y debemos pedir al Padre, por medio del Espíritu Santo, que es el Espíritu de la perfección y de la santidad, que nos manifieste su voluntad y su plan en nuestra vida, cuál es el camino o la senda que debemos recorrer, cuál es la meta a alcanzar, cuáles son las perspectivas y las esperanzas, cuál es el encargo que nos confía, cuál es nuestra vocación, cuál es nuestra misión, cuáles son los dones particulares nos ha dado, sean ellos ordinarios o sean extraordinarios, sean ellos naturales o sean sobrenaturales, cuáles los obstáculos que hay que superar, cuáles son los sacrificios que hay que hacer, cuáles los males que hay que soportar, los peligros que hay que evitar, los enemigos a derrotar.
----------Cristo nos dice que, dado que Él ha intercedido por nosotros ante el Padre, podemos dirigirnos al Padre directamente. En efecto, Cristo con su sacrificio redentor nos ha reconciliado con el Padre, nos ha hecho capaces de acercarnos a Él con confianza, nos ha hecho gratos a Él. Nos ha hecho incluso sus hijos herederos de una vida eterna que es participación en la misma naturaleza divina en los cielos.
----------Por eso nuestro Señor Jesucristo nos ha enseñado la oración del Padre nuestro. Sin embargo, en la liturgia, que es la memoria y la re-actuación de la obra mediadora del Hijo, la Iglesia invoca al Padre por medio de Cristo en unión con el Espíritu Santo.
----------Es bueno no pedir al Padre cosas diferentes de aquellas que Cristo nos ha enseñado a pedir, también porque ellas resumen todo aquello de lo cual tenemos necesidad. No hay que añadir más y no hay que entrar en detalles, porque a estos no nos corresponde a nosotros, sino al Padre fijarlos.
----------Por lo tanto, no es el caso de pedir al Padre gracias particulares. Esto podemos hacerlo con la Virgen o con los Santos, siempre sometidos a lo que el Padre quiera decidir.
----------Para regularnos en nuestras relaciones con el Padre, es bueno tomar inspiración y ejemplo de la manera en que se comporta el Hijo, excluyendo sin embargo los actos que Cristo cumple como Dios Hijo. Como hijos del Padre, podemos sin embargo dirigirnos a Dios como a nuestro Padre, siguiendo el ejemplo de Cristo hombre e Hijo, por cuanto esto pueda ser compatible con nuestro ser creatural.
----------El ateo, el impío, el idólatra, el soberbio, el hipócrita, el egoísta, el panteísta, no piden ayuda y protección a Dios, sino al demonio, porque quieren estar sujetos a él y no a Dios. El demonio, para decirlo con la misma palabra Cristo, es su "padre" (Jn 8,44). Con el pecado original, no obstante las desastrosas consecuencias de ese pecado, han permanecido atados a la serpiente.
----------Según Hegel en su comentario al pasaje bíblico, la serpiente es el principio de la libertad contra la tiranía divina del Dios creador trascendente. Si, por lo tanto, debemos buscar un Dios verdaderamente benéfico y liberador, según Hegel, este no es Yahvé, sino el demonio.
----------En este sentido Carducci creó su famoso Himno a Satanás, como símbolo del espíritu de libertad no en el sentido de ser liberados por Dios del mal, sino en el sentido de ser liberados del yugo de la ley de Dios.
   
Al Hijo
   
----------En nuestra plegaria al Hijo, es necesario prestar atención para evitar un cierto "cristocentrismo" que parece a primera vista ser el máximo de la devoción a Cristo, y en cambio frustra su finalidad, porque Cristo no ha venido para que nosotros fijásemos la atención sobre Él como Salvador, aunque Él sea indudablemente el Dios Salvador, sino que ha venido para mostrarnos al Padre y para conducirnos al Padre, porque el propósito del cristianismo es la contemplación del rostro del Padre, la visión de Dios en el cielo.
----------Esto quiere decir que la plegaria al Hijo no debe dirigirse al Hijo para que nos detengamos en Él, sino para poder alcanzar al Padre, porque el Hijo, aun siendo Dios, no ha venido para que nos detuviéramos en Él, sino para conducirnos al Padre.
----------La pregunta aquella del apóstol Bartolomé "muéstranos al Padre y nos basta" da a entender que él había entendido muy bien esto. ¿Pero cuál ha sido su error? Creer que Jesús debía hacerse a un lado para limitarse a mostrarnos al Padre, como podría hacerlo un transeúnte que, después de habernos indicado el camino que buscábamos, lo dejamos y desaparece.
----------En cambio, Jesús no se aparta en absoluto y responde que es precisamente mostrando su divinidad que Él muestra al Padre. La petición: "muéstranos al Padre y nos basta" es, por lo tanto, correcta; quiere decir que Bartolomé había entendido por qué había venido Cristo. Había entendido que Cristo quería revelar al Padre.
----------Cristo con su llamada no pretende en absoluto invalidar la petición de Bartolomé, sino que quiere al contrario reafirmar que Él nos muestra al Padre, por lo cual viéndolo a Él, vemos al Padre. Jesús no quiere decir que sea idéntico al Padre, sino solo ser del Padre su Imagen perfecta.
----------El cristianismo no puede ser reducido a una cuestión de salvación, por muy importante que ella sea. Concebido así el cristianismo, como lo ha hecho Lutero, significa reducirlo a la mitad su valor, tener una visión puerilmente egocéntrica del cristianismo, privarlo de ese ardor heroico y de ese impulso especulativo y contemplativo, que ya está presente en Platón y Aristóteles.
----------La propia cultura y espiritualidad de la India nos da el ejemplo de esta necesidad grandiosa de visión (la vidyia), si no fuera que la India confunde a Dios (Brahman) con el yo (atman), por lo cual al conocimiento lo sustituye con la autoconciencia y a la objetividad con la subjetividad, como por lo demás, para nosotros, que venimos de la cultura europea, han hecho los idealistas desde Descartes a Husserl. Imaginémonos entonces si el cristiano puede tolerar ser superado en sabiduría por aquellos sabios paganos.
----------Lutero sentía por el Dios Padre del Antiguo Testamento un horror, una indignación, una repugnancia y un espanto irracionales al borde de la blasfemia por la falsa imagen de padre que le había dado su padre, hombre duro y violento e incluso -digámoslo francamente- por el deseo que tenía Lutero de pecar sin ser castigado.
----------Hay que decir, pues, que el Hijo revela al Padre siendo igual al Padre y siendo Dios como el Padre. Jesús revela la paternidad divina. ¿Qué es esta paternidad? ¿Qué quiere decir Jesús hablando de Dios como su Padre y Padre nuestro? ¿Debemos pensar en una imagen masculina? Pero Dios en el Antiguo Testamento también se presenta como una madre tierna y compasiva.
----------Por otra parte, bien sabemos que Dios es purísimo espíritu. El sexo pertenece a la animalidad. Y si el alma humana masculina es diferente de la femenina, esto es porque el alma está hecha para dar forma al cuerpo. Pero los ángeles, puros espíritus, no tienen sexo, y con mayor razón Dios no tiene sexo. No existen aquí los dioses ni las diosas del paganismo.
----------Al Hijo debemos dirigirnos comunitariamente sobre todo en la liturgia como a Cabeza de la Iglesia, nuestro Salvador y Redentor, sumo sacerdote de la Nueva Alianza, debemos escucharLo en la voz del Papa y de la Tradición, a Él debemos invocar continuamente para que tenga piedad de nosotros pecadores, a Él debemos dirigirnos en lo íntimo de nuestro corazón en un íntimo y confiado coloquio, para que nos haga cada vez más semejantes a Él, a Él debemos adorar en el Santísimo sacramento de la Eucaristía.
----------Al Hijo, en nuestra oración, debemos pedirle el poderlo conocer profundamente, el poderlo imitar, el pedirLe que sea nuestro guía, nuestro Señor y maestro. Debemos pedirLe que nos permita ser sus íntimos y confidentes, mostrarnos sus secretos, como al apóstol san Juan.
----------Debemos pedirLe que nos haga partícipes y colaboradores en su obra de redención, en la aceptación de la cruz cotidiana, en el dar nuestra vida por nuestros amigos, en el amar a Dios y al prójimo como Él los ama. Debemos pedirLe que nos permita tener con él un coloquio confidencial, de corazón a corazón, que podamos aconsejarnos con Él, escuchar sus consejos y sugerencias, aceptar sus reproches y reclamos, como entre dos amigos íntimos. En esto media el Espíritu Santo.
----------La oración al Hijo hace referencia a una serie de valores que se refieren al plan de salvación ideado por el Padre, revelado a nosotros y realizado por el Hijo: la revelación basada en la Escritura y en la tradición, custodiada, interpretada y transmitida por la Iglesia, practicada, vivida y experimentada en los sacramentos.
----------La oración al Hijo debe ser por tanto hecha en la obediencia y en la comunión con la Iglesia y con el Sucesor de Pedro, con los superiores eclesiásticos, en la comunión de los Santos, en la liturgia, en las prácticas de piedad y en los piadosos ejercicios aprobados por la Iglesia.
----------Mientras que en la oración al Padre tenemos ante los ojos a Dios en su divinidad inescrutable, inefable, creadora, paternal, providente, temible, justa, omnipotente y misericordiosa, en la oración al Hijo tenemos presente la humanidad de Cristo, maestro, Señor, hermano, amigo, confidente, esposo del alma.
----------Tenemos presente a Cristo en nuestra conciencia, en los acontecimientos de la vida, en los dones que Dios nos ha dado, en el Papa, en los Santos, en la Virgen, en el ángel custodio, en el sacerdote, en el religioso, en el profeta, en el hermano, en el pobre, en el pequeño, en el enfermo, en el sufriente, en el marginado, en el cónyuge, en el familiar, en el amigo, en el sufriente, en la Escritura, en la Tradición, en el sacramento, en los Padres, en los Doctores, en los teólogos, en la historia de la Iglesia, en la naturaleza, en todas las cosas.
----------No se puede orar a Cristo sin rezar a la Virgen, que nos obtenga de Cristo todas las gracias necesarias para la salvación. Debemos orar a María para que nos conduzca a Cristo, nos lo haga conocer, nos enseñe cómo debemos tratar con Él, cómo debemos escucharLe, cómo debemos obedecerLe, cómo debemos amarLo.
   
Al Espíritu Santo
   
----------Es el Espíritu del ardor, del fuego, de la santa pasión, del ardentísimo y abrasador deseo, para decirlo con santa Catalina de Siena. Es ese amor del cual san Pablo dice: "El amor de Cristo nos hace pensar que uno ha muerto por todos y por tanto todos han muerto" (2 Cor 5,14). Debemos pedir al Espíritu Santo que encienda en nosotros el fuego del amor.
----------El Espíritu Santo completa en nosotros la obra de Cristo por el hecho de que la acogida del Espíritu comporta la penetración de la gracia en lo íntimo de nuestro corazón, del alma, del intelecto, de la conciencia, de la voluntad, de las emociones, de los sentidos, de las pasiones, de los afectos, de los sentimientos, del cuerpo mismo, de sus movimientos físicos, hasta la mirada, la palabra, los gestos. Entonces todo nuestro ser responde con entusiasmo a la llamada divina.
----------La oración al Espíritu Santo es, por lo tanto, la decisiva para determinar nuestro camino cotidiano de santificación. Una oración al Padre y al Hijo sin la dirigida al Espíritu Santo sería perfectamente inútil. La oración al Espíritu es como el encender el motor de un Maserati.
----------Debemos pedir al Espíritu Santo que complete en nosotros la obra del Hijo y de la Iglesia mediante sus enseñanzas y sus sacramentos. El Espíritu Santo nos hace advertir la presencia del Espíritu en la guía que recibimos de la Iglesia y de sus ministros.
----------El Espíritu Santo nos inspira para el cumplimiento de acciones, de pensamientos y de proyectos hechos a propósito para nosotros y por lo tanto presentes solamente en nosotros, originales y diferentes de los demás, ya que cada uno tiene los propios suyos, y el Espíritu no se repite nunca, sino que siempre regala nuevos carismas, de carácter ordinario o extraordinario.
----------Son los carismas ministeriales del Espíritu para la edificación de la Iglesia y la santificación de las almas. Una vez conscientes de la posesión de estos carismas, debemos invocar al Espíritu para que nos permita usarlos en gracia de Dios, porque si no fueran usados así, procurarían el mal nuestro y de los demás.
----------Es necesario pedir al Espíritu Santo el discernimiento entre el espíritu bueno y el malo, entre las verdaderas inspiraciones del Espíritu y las sugestiones del demonio. No es necesario contactar directamente con el Espíritu: basta consultar al ángel custodio. El Espíritu debe ser invocado directamente solo en las grandes circunstancias, acontecimientos u ocasiones, celebraciones de sacramentos, momentos dramáticos de calamidad colectiva, reuniones o acontecimientos eclesiales o hechos de este género, no en las circunstancias cotidianas. Para estas está el ángel guardián.
----------El Espíritu Santo da la fuerza para derrotar al demonio. Este utiliza contra nosotros dos tácticas: a las almas que se dedican totalmente a Dios las ataca continuamente, por lo cual ellas deben recurrir a una guerra continua sostenida por el ángel custodio. En cambio, a las almas sensibles a la seducción del pecado, las engaña y las somete, de modo que para liberarse necesitan que el Espíritu les dé un sutil discernimiento, ayudadas por el ángel custodio, para poder descubrir la trampa y eliminarla.

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