miércoles, 4 de septiembre de 2024

El cristianismo que se vuelve insípido (1/2)

El Concilio Vaticano II ha encendido el fuego de un nuevo Pentecostés. Lo intuyó Maritain ya en 1966 hablando con entusiasmo del "verdadero fuego nuevo", fuego de la caridad del Espíritu Santo con el cual debemos enardecer de amor al mundo y quemar los residuos de la gehena. Es de notar que Maritain lo llamó "verdadero" fuego nuevo, para distinguirlo del fuego infernal inaugurado por los modernistas, una interpretación totalmente falsa, cuya aplicación no conduce a ningún nuevo Pentecostés, sino a una infausta transformación del cristianismo en sal insípida, cosa que está ocurriendo por culpa de ellos, no ciertamente por culpa del Concilio. Por el contrario, la profecía de san Juan XXIII se verifica allí y cuando el Concilio es verdaderamente y fielmente aplicado. [En la imagen: una vista parcial del frente de la Basílica de Notre Dame de París, Francia].

Una existencia sápida
   
----------"Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?" (Mt 5,13). La sabiduría (del latín sapere, tener sabor, dar sabor) da sabor a la vida. El sabio es una persona sápida, que tiene sabor y da sabor a las cosas y a la vida, persona que a su vez sabe distinguir y valorar los sabores. Cristo pide a sus discípulos que sean así: no deben ser personas insípidas, sino sabrosas, como un alimento gustoso.
----------En este sentido, Santa Catalina se preocupaba por ser "gustadora de almas". La caridad fraterna y sobre todo la caridad sacerdotal pastoral requiere en el agente una fuerte aptitud para reconocer, apreciar y gustar el valor de las individuales almas, la una diferente de la otra, cada una con sus propios dones, así como cada plato preparado por un óptimo cocinero presenta un particular gusto o sabor, el uno diferente del otro.
----------Así, y para permanecer en el lenguaje corpulento y eficaz de la Santa Sienesa, debemos hacer sabrosas y comestibles nuestras almas con el fin de ser comidos con gusto y placer. Se supone que los que son atraídos por nuestro sabor o nuestra gustosidad, tienen un gusto sano, porque si tuvieran un gusto perverso, nosotros les daríamos repugnancia. De aquí viene el desprecio del mundo hacia el cristiano.
----------Es muy importante entonces educar el gusto espiritual de la gente, para que la gente pueda disfrutar de alimentos genuinos y no de comidas sofisticadas. El Concilio educa a la gente de hoy en día a este gusto sano, satisface a las necesidades sanas y reales, a las personas normales, con un gusto sano, y llama a corregir el propio gusto a las personas que tienen un gusto averiado o defectuoso.
----------Ciertamente, el tomar cuidado de las almas no significa ser insensible a las necesidades de los cuerpos, sino todo lo contrario. El buen pastor se esfuerza ciertamente, en cuanto se lo permiten sus fuerzas, sus recursos económicos y sus competencias específicas, por socorrer a los míseros, por asistir a los enfermos y a los ancianos, por reinsertar a los marginados en la sociedad, por visitar a los encarcelados, por defender a los oprimidos, por socorrer a los huérfanos y a las viudas, por aliviar las penas de los que sufren, por alimentar a los hambrientos, por hospedar a los migrantes, por dar trabajo a los desempleados. Semejante testimonio de caridad prepara el terreno para su misión espiritual y la hace creíble y eficaz. Debemos ante todo y preliminarmente mostrarnos humanos allí donde la humanidad está herida, ofendida, maltratada, despreciada, humillada, violada. Este es un elemento esencial del mensaje del Concilio Vaticano II.
----------Hecho esto, y suponiendo en el asistido una sincera necesidad de verdad, de justicia y de bondad, en sustancia una necesidad de Dios, tendremos esperanza que él nos abra su corazón a sus necesidades espirituales y nosotros seremos persuasivos al incitarlo a buscar las cosas de arriba.
----------El cristianismo da sentido y sabor a una vida, que de otra manera sería insípida y sin sentido. Un cristianismo que no da sabor a la vida, pero un sabor celestial y no meramente terreno, es un cristianismo falso y despreciable, una farsa, un cristianismo farsante, "digno de ser pisoteado por los hombres".
----------Esto quiere decir que el cristiano debe ser un sabio o cuanto menos un amante de la sabiduría, un filo-sofo. De lo cual podemos ver qué estrecho ligamen existe entre el cristianismo y la filosofía, aunque siga estando presente el problema de saber cuál es la verdadera sabiduría. Nuestro Señor Jesucristo es la Sabiduría del Padre. Y el Espíritu Santo es el espíritu de la sabiduría.
----------Según santo Tomás de Aquino el don de la sabiduría, el más alto de los siete dones del Espíritu Santo, alto efecto de la caridad, es lo que nos hace entendedores y gourmets o buen gustadores de las cosas divinas, es lo que nos hace enamorarnos de ellas, es el don propio de aquellos que saben gustar o saborear las cosas de Dios y, como tal, es el principio de la experiencia mística.
----------Es el don del Espíritu que, como dice san Pablo, nos hace hombres espirituales, o sea, aquellos que "han recibido el Espíritu de Dios para conocer todo lo que Dios nos ha donado", con la consecuencia de hacernos capaces de hablar de estas cosas, o sea "no con un lenguaje sugerido por la sabiduría humana, sino enseñado por el Espíritu, expresando las cosas espirituales en términos espirituales" (1 Cor 2,13-23). Este es el significado de los libros sapienciales de la Sagrada Escritura.
----------Tomás distingue una sabiduría como virtud natural del intelecto, máxima obra de la razón, perfectum opus rationis, la filosofía, la metafísica y la teología natural, la sofia o fronesis, de la cual habla también Aristóteles, de la sabiduría como don del Espíritu Santo, accesible al cristiano apasionado por la caridad.
   
El proyecto y las preguntas del Concilio
   
----------Propósito del Concilio ha sido el de dar nueva vida, sabor, calor y fervor a una práctica cristiana que se había vuelto rígida, entumecida, anquilosada, repetitiva y rutinaria, condimentar con sal evangélica un alimento en sí nutritivo pero que de otro modo sería insípido. La sal de la que habla Cristo y con la cual el Concilio quiere condimentar de nuevo el plato de los valores humanos, es el don del Espíritu Santo, la sal de la vida sobrenatural de gracia, la sal de la caridad, la sal de la experiencia mística.
----------Aquellos que no han visto en el mensaje expresado por el Concilio Vaticano II más que una renovada apelación a los valores humanos y sociales, no han comprendido la esencia del mensaje conciliar, que es por el contrario una llamada a esa recuperación de la originalidad divina del mensaje evangélico, es una apelación y llamada a la santidad y al crecimiento de la caridad en vista de una nueva evangelización que haga redescubrir al mundo la belleza trascendente del ser cristiano.
----------Al referirnos a esta incomprensión del verdadero llamado del Concilio, estamos aquí en el origen de aquello que fue llamado en los tiempos de san Paulo VI "secularización". Exponente típico fue monseñor Luigi Bettazzi, que escribió un libro con el título significativo de: "E il prete si fece uomo", mientras que en realidad el problema es muy diferente. El Concilio enseña la belleza del sacerdocio y, por tanto, ¿cómo de hombre se deviene sacerdote? Si el sacerdote se reduce a su ser hombre, ¿cómo hace para ser sal de la tierra? Y de hecho, se han visto los resultados de este enfoque con la disminución de las vocaciones sacerdotales, las deserciones y el sacerdote reducido a psicólogo o a asistente social y la misa celebrada en traje de baño.
----------Ciertamente el Concilio está al servicio de las necesidades del mundo, pero para enamorarlo de un nivel de vida y de un ideal de vida superiores a los del mundo, no solo entonces para ofrecer una buena comida -léase los valores humanos-, sino también sabrosa -léase los valores cristianos. El cristianismo no se reduce a un humanismo, sino que es el humanismo de los hijos de Dios.
----------Los Padres conciliares se han preguntado entonces: ¿cómo hacer para que el cristianismo se vuelva interesante a los ojos del hombre de hoy? ¿Cómo debemos presentarlo para hacerlo atrayente? ¿Basta tener en cuenta los intereses del hombre de hoy o se hace necesario proponerle intereses y fines superiores? ¿Se trata simplemente de salvar al hombre o de guiarlo a una vida superior?
----------Sin embargo, al advertir que son éstas las preguntas que se han hecho los Padres conciliares, es necesario prestar atención: ¿entre lo que interesa al hombre de hoy no debemos hacer un cribado o debemos contentarlo en todo lo que pide y desea? ¿Ser hombre y ser hijo de Dios es la misma cosa? ¿El hecho de que seamos creados por Dios implica que provenimos de la nada o que provenimos de Dios?
----------Los Padres conciliares se han preguntado además: ¿es necesario modernizar o basta volver a proponer, aunque con lenguaje moderno, el mensaje de siempre, hoy olvidado o traicionado? ¿No debemos acaso avanzar, añadir algo nuevo, los recientes descubrimientos de la teología o de la exégesis, a lo que siempre hemos enseñado, algo que haga comprender mejor lo que hemos enseñado o sea el patrimonio de la tradición?
----------Los Padres conciliares se han preguntado además: ¿es necesario modernizar o basta volver a proponer, aunque con lenguaje moderno, el mensaje de siempre, hoy olvidado o traicionado? ¿No debemos acaso avanzar, añadir algo nuevo, los recientes descubrimientos de la teología o de la exégesis, a lo que siempre hemos enseñado, algo que haga comprender mejor lo que hemos enseñado o sea el patrimonio de la tradición?
----------El Concilio ha reconocido el deber del cristiano de resolver los grandes problemas humanos, filosóficos y morales de nuestro tiempo y de ser ejemplo en la práctica de la justicia y de la misericordia. Pero también ha recordado las exigencias del verdadero humanismo que solo Cristo puede asegurar. Hay que señalar sin embargo -y esto ha sido una carencia- que ha condenado el ateísmo, pero no ha pensado en condenar el gnosticismo, el panteísmo y la falsa mística del idealismo alemán y de las filosofías orientales.
----------Ha sido el papa Francisco quien lo ha hecho al reafirmar la condena del idealismo y al pronunciar la condena del gnosticismo, algo que ningún Papa había hecho antes de él.
----------Además, el Concilio indica la sal que debe hacer sabrosa la comida terrena: la filiación divina fruto de la gracia bautismal, que hace al hombre semejante a Cristo, movido por el Espíritu, Hijo del Padre, heredero de la vida eterna, miembro de la Iglesia, comunidad de la salvación, germen en esta tierra del reino de Dios que tendrá su plena actuación en la batalla escatológica de los elegidos bajo la guía de Cristo contra todas las fuerzas del mal al fin del mundo en el día del juicio con la resurrección de los muertos y la inauguración de la Jerusalén celestial donde Dios es visto cara a cara y será Todo en todos.
----------El Concilio ha encendido el fuego de un nuevo Pentecostés. Esto lo intuyó Maritain ya en 1966 hablando con entusiasmo del "verdadero fuego nuevo" encendido por el Concilio, fuego de la caridad del Espíritu Santo con el cual debemos enardecer de amor al mundo y quemar los residuos de la gehena. Es de notar que lo llamó el "verdadero" fuego nuevo, para distinguirlo del fuego infernal inaugurado por los modernistas.
----------Hoy la Iglesia puede dar la impresión de una casa sin calefacción y aire acondicionado, con las ventanas sin mosquiteras, muros húmedos y con grietas, con los servicios del agua, la luz y el gas funcionando mal, caída de escombros, puertas sin cerraduras.
----------El Concilio nos enseña cómo construir una casa sólida, bella, bien defendida, cálida en invierno y fresca en verano, cómoda, acogedora, que permita el reposo, espaciosa, bien ordenada, bien abastecida de alimentos. Al portero hay que presentarse con vestimenta decente y dejar que nos guíe al propietario. Esta vestimenta decente -tengámoslo presente- es la práctica ascética, que el Concilio no ha olvidado en absoluto, sino que ha llevado a proporciones razonables mitigando los excesos rigurosos en uso antes del Concilio.
----------Es necesario prestar atención también a una mala interpretación de las intenciones y de las doctrinas del Concilio Vaticano II, mala interpretación hoy por desgracia difundida y no corregida suficientemente por los pastores; y esta es aquella según la cual el Concilio entendería la relación Iglesia-mundo como reciprocidad a la par y no como superioridad de la Iglesia sobre el mundo y deber de la Iglesia de salvar al mundo, casi como que también el mundo tuviera a su vez el poder y el deber de salvar a la Iglesia.
----------Parece en esta falsa interpretación de las intenciones del Concilio, que todo el propósito de la Iglesia sea el de satisfacer las necesidades del mundo y no también el de elevar al mundo a la vida de gracia de los hijos de Dios y de conducirlo al Reino de Dios, más allá de los límites de la presente vida mortal. Esta es, en cambio, precisamente la tarea específica, divina e insustituible de la Iglesia.
----------Para humanizar el mundo, para enseñarle las virtudes humanas, para la promoción de la cultura, para luchar contra los vicios y las injusticias no son necesarios los conocimientos de fe; bastan los recursos de la razón, no es necesaria la ética del Evangelio; basta la de Aristóteles.
----------De esta falsa interpretación del Concilio viene la falsa convicción de que haya abandonado la tradicional exhortación o intimación al mundo a convertirse, por lo cual el mundo no tendría nada de sobrenatural que aprender de la Iglesia ni tampoco el deber de abandonar sus errores para llegar a la plena comunión con Dios y con la Iglesia. Esto implicaría, obviamente, el abandono de la doctrina tradicional de que el cristianismo es la más alta y perfecta de las religiones, la única exenta de errores porque está divinamente fundada, mientras que todas las demás están llamadas a abandonar sus errores para entrar en la comunión con la Iglesia católica.
----------Pero está claro que esta interpretación ideada por los modernistas es totalmente falsa y su aplicación no conduce a ningún nuevo Pentecostés, sino a una infausta transformación del cristianismo en sal insípida, cosa que está ocurriendo por culpa de ellos, no ciertamente por culpa del Concilio. Por el contrario, la profecía de san Juan XXIII se verifica allí y cuando el Concilio es verdaderamente y fielmente aplicado.

12 comentarios:

  1. Gracias Padre Filemón. Mientras que algunos en la Iglesia.... olvidando que el Espíritu Santo sopla donde quiere y hay una pluralidad de Carismas pero un solo cuerpo... mientras algunos Presbíteros de todo orden y grado se concentran en rituales pre conciliares o post conciliares ...etc...etc... nos hemos olvidado de las almas, de los feligreses, de los parroquianos, de los cristianos... basta ver cómo algunos en la Iglesia no te prestan atención, una sonrisa, un saludo. Si hay un rebaño y un Pastor ... recordemos que un Buen Pastor conoce a sus ovejas una por una y una oveja conoce la voz del Pastor y la sigue. Si se crea un vacío relacional ... en las comunidades y en las parroquias se crea individualismo que ciertamente no ayuda a observar los dos Mandamientos que resumen los 10! Gracias porque las redes sociales y los blogs son herramientas ni buenas ni malas... depende de cómo se usan y usted los está usando como Buen Pastor de almas .

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    1. Benedicta: ¿no será demasiado crítica?... no conviene ponernos en un pedestal y criticar a los demás, como si fuéramos nosotros los puros e inmaculados...

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    2. Rosa Luisa: todo lo que escribes es bueno pero no tiene nada que ver con mi comentario.... En pocas palabras quería hacer comprender que uno de los problemas serios es cuando el Presbiterio hace su deber como si fuera un trabajo, como si fueran funcionarios administrativos, y sin entrar en empatía con sus parroquianos o cristianos que frecuentan la Parroquia. El problema de que a fuerza de concentrarse en el ritualismo nos olvidemos de la Iglesia como comunión de bautizados ...y para explicarme aún mejor ...quiero decir que se ha perdido el concepto de Comunidades Cristianas como las descritas en las cartas a los Corintios.

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    3. Estimada Benedicta,
      comparto plenamente sus sabias observaciones, que expresan la exigencia de una mayor comunión en nuestras comunidades parroquiales o asociaciones y movimientos católicos.

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    4. Estimada Rosa Luisa,
      es verdaderísimo que nosotros debemos corregirnos ante todo a nosotros mismos.
      Sin embargo, me parece que las observaciones de Benedicta son correctas y no denotan un espíritu hipercrítico.
      Al mismo tiempo Jesús mismo nos dice, sí ciertamente, que debemos quitar la viga de nuestro ojo, pero de hecho esto sigue siendo siempre la tarea de la corrección fraterna y de quitar la paja del ojo de nuestro hermano.

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    5. Obedezco, padre, y acepto su corrección, usted sabe por qué (no tengo pajitas en el ojo sino vigas de hormigón armado).

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    6. Estimada Rosa Luisa,
      yo ya la conozco desde hace tiempo y noto en usted un alma muy deseosa de servir al Señor. Ahora bien, almas como usted ciertamente sufren por las consecuencias del pecado de Adán, como todos nosotros. Sin embargo me parece que usted exagera en acusarse a sí misma.
      El Concilio de Trento dice que todos nosotros, incluso los más santos, excluídos Jesús y María, cometemos con frecuencia e inevitablemente pecados veniales, que podemos quitar por nosotros solos, incluso sin confesarnos.
      Por eso usted ciertamente no es una excepción, pero le aconsejaría que siguiera con atención estos pecadillos veniales , quiero decir, los siguiera con diligencia y método, de manera similar a como usted cuida de su higiene física personal. Todos nos lavamos la cara y las manos cada día. Lo importante es cuidar esta limpieza del alma, porque si la descuidamos, la suciedad puede aumentar.

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    7. Benedicta: sea como sea, cuando se quiere usar la corrección fraterna, legítima por caridad, hay que hablar con el directo interesado y no derramar críticas aquí y allá en las redes sociales.

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  2. Creo, o al menos pienso, que uno de los mayores obstáculos en cuanto a la verdadera fe, es no saber vivir el dolor.. el pensamiento actual nos quiere convencer de que es necesarui eliminar absolutamente el dolor... me impresionó lo que me dijo mi médico hace años... es que debía considerarme en práctica milagrosa ya que mi físico se había y se ha actualmente adaptado a la enfermedad... como si se hubiera adaptado a la falta que presentaba... entonces me he preguntado: ¿no podría ser también así para el alma? Vivir la Cruz diaria en Cristo, conocer el sentido del dolor, transfigurarlo... por eso los cristianos son la sal del mundo. No soy filósofo y nunca lo seré... pero mi falta me ayuda paradójicamente.... es verdad que solo Dios puede sacar el bien del mal...

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      los sufrimientos interiores son de muchos tipos. Sería demasiado largo ahora describirlos. Importante es un moderado dolor por nuestros pecados.
      Se trata de una verdadera y propia virtud, que es la virtud de la penitencia, de lo cual encontramos óptimos ejemplos en los santos.
      Otro dolor justificado, debido y necesario, porque está dictado por el amor, es el dolor por los sufrimientos y los pecados de los demás.
      Aquí los cristianos podemos revelarnos luz del mundo gracias a una obra expiatoria, ofrecida por los pecadores, y una palabra de consuelo y de confortación o incluso de llamada hacia nuestros hermanos, que de diversas maneras experimentan el sufrimiento.

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    2. Estimado padre Filemón: parafraseando el libro de Job: me arrepiento sobre polvo y ceniza, he pecado de soberbia y pido perdón (me refiero a mi desvarío en respuesta a una señora en un anterior comentario).

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    3. Estimada Rosa Luisa,
      manténgase tranquila. Usted simplemente ha expresado su parecer.

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