domingo, 29 de septiembre de 2024

Los errores de Karl Rahner: la trascendencia hacia Dios (7/8)

Hoy la Iglesia tiene necesidad de una intervención que la libere del rahnerismo, que intenta falsificarla con una equivocada interpretación del Concilio Vaticano II y en general del cristianismo. La Iglesia, como la concibe Rahner, no es la verdadera Iglesia, sino que es su falsificación masónico-protestante-modernista. [En la imagen: fragmento del plano inferior de los "Los condenados" o "El infierno", fresco pintado entre 1499 y 1504, por Luca Signorelli, en la capilla de san Brizio en la Catedral de Orvieto].

El dogma (segunda parte)
   
----------El historicismo rahneriano, de modo semejante al historicismo hegeliano, llega al punto de afirmar que entre quien considera verdadera una proposición dogmática y quien la considera errada existe "sólo una diferencia de palabras": "Se podría casi decir que entre aquel que [...] considera una proposición dogmática seguramente verdadera e irreformable en la dirección del pasado y aquel que la considera eventualmente errada, reconociendo sin embargo la permanencia de la Iglesia en la verdad, existe sólo una diferencia de palabras" (Nuevos Ensayos, op.cit., vol. V, p.402). Frente a tales declaraciones, me pregunto: ¿cómo es posible "reconocer la permanencia de la Iglesia en la verdad" si se afirma que si la Iglesia dice que A es B y no es B esto implica simplemente una "diferencia de palabras"?
----------Rahner, en su enorme producción literaria, dedica un esfuerzo particular a eliminar del Magisterio de la Iglesia la autoridad de sus intervenciones tendientes a corregir los errores, y Rahner lo hace basándose en su gnoseología, que hemos visto antes, según la cual él piensa que el concepto no alcanza la realidad y por tanto no es capaz de captar una esencia universal abstrayendo del dato concreto. Para Rahner, el conocimiento es un hecho individual y existencial; no es un acto espiritual que pueda por tanto unificar los individuos en la percepción conceptual de la misma realidad universal.
----------Es verdad que Rahner admite la "experiencia trascendental", la cual, también debería ser una experiencia espiritual; pero ella, como hemos visto, es por definición incomunicable sobre el plano verbal-conceptual; por lo cual no puede ser considerada como un plano de entendimiento, de encuentro, o de serena confrontación verbal, relativo a cuestiones o temas que se refieren al dogma
----------Por eso, el problema de la interpretación del pensamiento de los demás y de la manifestación del propio pensamiento a los demás, en Rahner deviene insoluble: el intérprete, ateniéndose a las declaraciones del otro, no puede nunca entender o saber con certeza qué cosa el otro piensa o entiende decir, y tampoco puede hacer entender al otro el propio pensamiento.
----------Según Rahner, habida cuenta del hecho que todos poseen la experiencia trascendental que capta la verdad absoluta y todos se trascienden hacia Dios, el intérprete, comprendido por tanto el Magisterio, debe en cualquier caso suponer que el teólogo tomado en examen por cuestiones doctrinales esté siempre en buena fe y no hace sino expresar un legítimo punto de vista suyo, quizás diferente del punto de vista del Magisterio, pero que de todos modos debe ser siempre respetado. Pero por otra parte tampoco el teólogo puede expresar adecuadamente la propia experiencia trascendental.
----------Dice Rahner: "Todo individuo posee una radical individualidad que, por cuanto va unida a una auténtica intercomunicación verbal humana, no permitirá nunca constatar empíricamente con certeza si dos personas, que formulan y aceptan el mismo enunciado están pensando luego verdaderamente lo mismo" (Nuevos Ensayos, op.cit., vol. IV, p.578). Frente a tal declaración, yo pregunto: ¿cómo puede existir "una auténtica intercomunicación verbal humana", si luego al final, en el diálogo, no nos entendemos? Y con esta concepción de la comunicación humana ¿cómo ha podido Rahner escribir tantos libros?
----------Pero si vamos más a la raíz del problema, nos preguntamos: ¿por qué llega Rahner a esta conclusión descorazonadora y absurda? Precisamente porque parte de la pretensión equivocada de poder "constatar empíricamente" el acuerdo intelectual entre dos personas. ¡No es éste el método! La mencionada constatación o verificación debe ser hecha ejercitando el intelecto abstractivo y no el sentido. No se trata de experimentar la individualidad sensible o inteligible del otro, sino al contrario, se trata de captar sus ideas, las cuales, en cuanto ideas, son por esencia contenidos mentales espirituales y universales, abstraídos de lo individual, expresables en el lenguaje y como tales solamente comunicables de mente a mente.
----------Ciertamente existen ideas particulares ligadas a la particular personalidad del sujeto o que significan al sujeto en su individualidad; pero también ellas son de por sí contenidos universales, que sólo como tales son comunicables y transmisibles idénticamente en sí mismas de sujeto a sujeto.
----------Todos tenemos la experiencia de cuando se nos entiende y cuando no se nos entiende: ¿qué quiere decir esto, sino que el acuerdo o entendimiento entre dos sujetos es posible? Ciertamente que pueden ocurrir los equívocos o malentendidos, ciertamente en ciertos casos es difícil o imposible entender el pensamiento del otro o hacernos entender por el otro. Pero esto debe ser considerado un hecho accidental y, en línea de principio, remediable, y no un constitutivo de la comunicación humana, la cual de otra manera deviene una comunicación que no comunica, un puro parlotear que no comunica nada.
----------Por lo demás, ¿cómo es posible entender que no nos entendemos sino sobre la base y sobre el presupuesto de que sea posible entenderse y hacer referencia a un principio o a una verdad común en base a los cuales nos podemos y nos debemos entender, por lo cual se distingue el entenderse del no entenderse? Por eso también aquí Rahner cae en una evidente contradicción, refutándose a sí mismo, como les pasaba a los antiguos sofistas. En efecto, en el momento mismo en el cual él afirma que no nos podemos entender, para sostener su tesis, deberá suponer también que él puede hacerse entender.
----------Rahner pretende, por tanto, enseñar al Magisterio de la Iglesia cómo debería comportarse teniendo en cuenta el principio por él enunciado. Imagina un diálogo entre Magisterio y teólogos, en el cual el Magisterio así se dirigiría a los teólogos: "En Roma no podemos verificar con precisión los pensamientos de un teólogo, no podemos establecer si en el complejo concreto de su consciencia -con el cual él está dispuesto a creer, pero que es inevitablemente una amalgama de proposiciones dogmáticamente correctas y de proposiciones de su inteligencia necesariamente subjetiva- está de veras presente el contenido dogmáticamente vinculante o si en el fondo éste, sin que lo podamos demostrar, viene de nuevo objetivamente eliminado con interpretaciones arbitrarias" (Nuevos ensayos, vol. X, Ed. Paoline, Cinisello Balsamo 1985, p.311).
----------No creo que sea en base a estos motivos el que hasta ahora el Magisterio se haya abstenido de condenar estas tesis de Karl Rahner, sino más bien en base a consideraciones de oportunidad pastoral, acerca de las cuales sin embargo me permito plantear perplejidades, en cuanto es verdad que el hablar podría desencadenar reacciones, pero el callar deja que el error se expanda y engañe a las almas.
----------Hoy la Iglesia tiene necesidad de una intervención que la libere del rahnerismo, que intenta falsificarla con una equivocada interpretación del Concilio y en general del cristianismo. La Iglesia, como la concibe Rahner, no es la verdadera Iglesia, sino que es su falsificación masónico-protestante-modernista.
----------En el pasaje citado Rahner evidentemente sostiene que el Magisterio no puede entender lo que piense verdaderamente un teólogo, por lo cual la consecuencia lógica será que es mejor que no intervenga para condenar aquellos que el Magisterio considere ser "errores", pero que en realidad -según Rahner- no lo son precisamente porque el Magisterio no ha entendido, no ha sabido interpretar. En cuanto a la "inteligencia subjetiva", hago la observación que no necesariamente todo teólogo interpreta el dogma a su modo, sino que puede dar muy bien el caso del teólogo que comprende exactamente y objetivamente el sentido de un dogma y lo acepta, teniendo eventualmente presente la interpretación del Magisterio.
----------El Magisterio ¿no puede establecer si en la posición de un determinado teólogo están presentes "proposiciones dogmáticamente correctas" y "contenidos dogmáticamente vinculantes" o si él tiene de ellos una "inteligencia subjetiva" o da de ellos una "interpretación arbitraria"? Es como decir que el Magisterio no es capaz de entender o de saber si un teólogo es ortodoxo o herético. También existe aquí la contradicción que destruye la tesis de Rahner: por una parte supone la posibilidad, en línea de principio, de hacer la distinción entre verdad y error; pero por la otra dice que en la práctica el Magisterio no llega a hacerla.
----------Por otra parte, tengamos presente que cuando el Magisterio de la Iglesia juzga acerca de la doctrina de un teólogo, el Magisterio no lo hace sobre la base de un sondeo del "complejo concreto de la consciencia del teólogo", como dice Rahner, pues esto compete sólo a Dios. No es necesaria una indagación tan profunda y arriesgada (para el humano juicio) para individuar o saber si un teólogo pronuncia un error o una herejía, sino que basta considerar el sentido obvio o al menos objetivo de lo que dice, ciertamente después de oportunas indagaciones y verificaciones de tipo interpretativo, en las cuales se esfuerza, en la medida de lo posible, de dar un sentido aceptable a las proposiciones ambiguas.
----------El Magisterio de la Iglesia normalmente interpreta el pensamiento de un autor ut littera sonat, porque aquí está sobre todo el problema pastoral. Esto no excluye, sin embargo, que en algunos casos la Iglesia ponga de manifiesto las intenciones del autor, aunque éste no se haya expresado con propiedad en su lenguaje, de manera de evitar que se genere el equívoco o la malinterpretación.
----------Pero debemos tener en cuenta que la Iglesia, al condenar determinadas proposiciones teológicas, no se pronuncia sobre el conjunto de la doctrina del teólogo. En este sentido, en el lenguaje moderno del Magisterio no se presenta ya a un teólogo como herético sic et simpliciter, sino que se dice más bien que su pensamiento contiene algunas herejías. Diferente es el caso de quien ha perdido totalmente la fe. Pero también en tal caso la Iglesia se esfuerza siempre por recuperar lo positivo.
----------Y naturalmente, mucho menos, al condenar las proposiciones de un determinado teólogo, la Iglesia se pronuncia sobre el conjunto o complejo de su consciencia, que puede ser también santa y estar en buena fe, como ha sucedido por ejemplo en el caso reciente del beato Antonio de Rosmini, del cual el Santo Oficio condenó en su tiempo cuarenta proposiciones. Pero indagaciones posteriores, aprobadas por la Santa Sede, y un clima menos polémico, han establecido que las mencionadas proposiciones, aunque en sí mismas erradas, no reflejan las intenciones y los valores de fondo del pensamiento rosminiano ni mucho menos proyectan dudas sobre su santidad. De otra manera la Iglesia no lo habría hecho Beato.
----------Al respecto, las cuarenta proposiciones "rosminianas" son de carácter ontologista y tales por tanto como para suponer una gnoseología filo-idealista (kantiana) y para acercarnos al panteísmo. Rosmini, que quería valientemente confrontarse con estas corrientes de pensamiento, no se daba cuenta de estar de algún modo influenciado por ellas. Pero sus intenciones de fondo, como está demostrado por el conjunto de su vastísima producción y por su elevado y poderoso pensamiento, estaban lejanísimas de estas perspectivas nefastas, y de hecho Rosmini fue severísimo, acaso también demasiado, frente al panteísmo hegeliano, que él juzgó sin medias tintas, con la franqueza de un santo y de un verdadero docto, una "locura". Y ciertamente sus expresiones han sido debidas probablemente a una imperfección de lenguaje escolástico.
----------Rahner hace proseguir así la humilde apertura de ánimo del Magisterio frente a los teólogos (rahnerianos, por supuesto): "El conflicto no se centra entre el dogma y su negación, sino entre nuestra interpretación y la vuestra, que no es infalible ni para una ni para otra parte" (ibid., p.313.). Esta sería la declaración de quien, sin embargo, en su momento se presentó como defensor de la infalibilidad pontificia contra Hans Küng. Rahner aquí pone evidentemente, a la manera protestante, al mismo nivel de los teólogos. Se olvida que mientras el primero está dotado del carisma de la infalibilidad, no así el segundo.
----------Rahner, conmovido por esta apertura de ánimo del Magisterio de la Iglesia, se digna entonces hacerle al Papa las siguientes propuestas:
----------1. "Los teólogos que forman parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe deberían tener una fama internacional y se necesitaría saber cuáles de ellos han colaborado en una determinada decisión. En efecto, es de esperar que en la Iglesia se tenga este coraje viril".
----------2. "Los cardenales, salva omni reverentia, no saben nada de teología más allá de cuanto han aprendido alguna vez vez en los bancos de la escuela" (no es posible equivocarse: aquí Rahner está pensando en teólogos de su tiempo, como por ejemplo Siri, Parente, Journet, Daniélou, de Lubac, Ratzinger y Congar).
----------3. "Las declaraciones colectivas de teólogos deberían ser tomadas seriamente por las instancias romanas".
----------4. "Los teólogos no son sólo los chicos de los mandados del Magisterio y de las autoridades eclesiásticas", dice Rahner. Por el contrario, tal como hemos visto, según Rahner, los teólogos tienen la responsabilidad de corregir a los Obispos cuando se equivocan.
----------5. "El Magisterio no puede pilotear adecuadamente el desarrollo de la consciencia complexiva de la fe de la Iglesia" (Ibid., p.313-318).
----------1. Respondo ad primum. No es cuestión de "fama internacional", sino más bien de buena preparación y de fidelidad al Magisterio. Y no está dicho que la fama internacional coincida siempre con la buena preparación y la fidelidad al Magisterio (de hecho, hoy parecería que ocurre lo contrario). Si además existe la fama, tanto mejor. No se deben confundir los peritos que preparan los documentos pontificios con la Santa Sede o con el Papa, a los cuales compete la decisión final acerca del contenido de los textos y su publicación. A los fieles les interesa el documento de la Iglesia, no los peritos que lo han preparado.
----------Análogamente, al visitante de una estatua de Miguel Ángel le interesa la estatua de Miguel Ángel, no el material marmóreo de la cual ha sido recabada. La contribución de los peritos es del todo accidental. Por tanto, es bueno que no se sepa quienes son, precisamente para no darles a ellos excesiva importancia. La preparación de un documento de la Iglesia o del Papa no es como la elaboración de una ley en el poder legislativo de un país, ley que está hecha por el pueblo y por autoridad del pueblo. Aquí, por tanto, es bueno saber quién se ha movido y quién la ha llevado adelante. En cambio, publicitar los nombres de los peritos que prepararon los documentos de la Santa Sede no sería acto de coraje, sino de insensatez.
----------De hecho Rahner confunde los métodos de la política con los del gobierno de la Iglesia: los documentos de la Iglesia no representan la voluntad popular y tampoco representan la doctrina de los teólogos, sino la doctrina de nuestro Señor Jesucristo por el trámite de los Sucesores de los Apóstoles, a los cuales Cristo ha dicho: "No sois vosotros los que me habéis elegido, sino que yo os elegí a vosotros".
----------2. Respondo Ad secundum. Es evidente el carácter calumnioso de esta afirmación, en la cual no vale la pena detenerse. Ella sólo se vuelve para deshonor de quien ha tenido la audacia de pronunciarla.
----------3Respondo Ad tertium. Los teólogos no deben constituir grupos de presión o de intimidación frente al Magisterio, como puede suceder legítimamente en política en los tradicionales "manifiestos", a fin de obtener de un gobierno autoritario que acoja las instancias que surgen de la base popular.
----------Aquí, de nuevo, Rahner confunde la relación teólogos-Magisterio con la relación sindicatos-patronal dadora de trabajo o con la relación partidos-gobierno, lo que significa entender muy poco de cómo en la Iglesia sucede verdaderamente el progreso de las doctrinas dogmáticas.
----------4Respondo Ad quartum. Si existe hoy un problema en la relación teólogos-Magisterio no es el de un episcopado autoritario e intolerante, sino más bien el de ciertos teólogos que tienden a sustituirse al Magisterio con una mentalidad más de protestantes que de católicos. Pero es sabido cómo los prepotentes están acostumbrados a hacerse pasar por víctimas. El riesgo es el opuesto.
----------5Respondo Ad quintum. Ésta es una negación formal de la autoridad del Magisterio. Equivale a negar el sacramento del episcopado, y por tanto es una herejía.
----------Esta manera con la cual Rahner considera el oficio de los Obispos de guiar a la Iglesia denota una concepción de la Iglesia contaminada por una mentalidad politizante, evidentemente en contraste con las enseñanzas del Magisterio acerca de la realidad divina de la Iglesia, enseñanzas tan subrayadas por el recordado papa Benedicto XVI, sobre todo cuando nos llamaba la atención de que la Iglesia es ante todo una comunión sobrenatural más que una estructura de tipo político. Por cierto, es también una realidad humana, y por eso siempre necesitada de reforma.
----------Es la misma enseñanza del papa Francisco, quien, por ejemplo, decía el pasado 27 de junio a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina: "me gusta recordar las incisivas palabras del cardenal Ratzinger cuando pensaba en la 'verdadera reforma' de la Iglesia: 'La reforma es siempre una ablatio: un quitar, para que se haga visible la nobilis forma, el rostro de la Esposa, y junto con él también el del Esposo, el Señor vivo. Semejante ablatio, semejante 'teología negativa', representa una vía hacia una meta muy positiva. Sólo así penetra lo Divino y sólo así surge una congregatio, una asamblea, una reunión, una purificación, esa comunidad pura que anhelamos: una comunidad en la que un yo ya no está contra otro yo".

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