sábado, 28 de septiembre de 2024

Los errores de Karl Rahner: la trascendencia hacia Dios (6/8)

Rahner olvida distinguir en las formulaciones de los dogmas el elemento históricamente condicionado del que no lo es, dando la impresión (que deviene certeza, dado su historicismo conceptual), que la verdad dogmática no llega a trascender la temporalidad y los cambios de la historia, según el viejo adagio historicista "veritas filia temporis". [En la imagen: fragmento del plano superior de los "Los condenados" o "El infierno", fresco pintado entre 1499 y 1504, por Luca Signorelli, en la capilla de san Brizio en la Catedral de Orvieto].

El dogma (primera parte)
   
----------El dogma, según Karl Rahner, es "la explicitación de la experiencia originaria global de la revelación en proposiciones singulares" (Dios y Revelación, op.cit., p.452). Se trata, para este teólogo alemán, de una "auto-explicación de la revelación sobrenatural" que no está sustentada por la luz infalible del Espíritu Santo, sino simplemente "por obra del hombre". Y por lo tanto, tal auto-explicación "sólo se logra en parte, pues se halla siempre en una historia todavía no consumada, está mezclada con error, con cegamiento culpable y con las objetivaciones de esta ceguera" (Curso Fundamental, op.cit., p.211). Ahora bien, frente a tales definiciones, es necesario decir que el dogma es del todo irreconocible. En vez de estar delante de la declaración de un católico, uno parece encontrarse ante un feroz luterano de la primera hora.
----------Debería ser claro para todo católico que la Iglesia es infalible en el definir lo que es de fe. Esto está confirmado también por la historia de los dogmas: la Iglesia no ha desmentido nunca lo que ella ha declarado, en los variados niveles de autoridad, ser de fe. Han existido, sin embargo, ciertas convicciones extensamente difundidas que han durado muchísimo tiempo y que por tanto podían parecer verdades de fe, pero que la Iglesia no ha reconocido nunca oficialmente, aunque no se hubiera opuesto a que se difundieran. Pero ha sucedido o puede suceder que ellas vengan a ser abandonadas o que, interviniendo sobre el tema, la Iglesia se pronuncie en sentido opuesto. Un caso como ejemplo que hace reflexionar es la doctrina del limbo. Otro ejemplo es la doctrina de la superioridad del hombre sobre la mujer. Digamos algo sobre ambas doctrinas.
----------En primer lugar, respecto a la doctrina del limbo, la Iglesia, en el Catecismo de la Iglesia Católica, afirma que "en cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia de Dios" (n.1261). A este respecto son interesantes las observaciones conclusivas del documento de la Comisión Teológica Internacional La esperanza de salvación para los niños que mueren sin Bautismo, del 19 de abril de 2007: "Nuestra conclusión es que los muchos factores que hemos considerado ofrecen serias razones teológicas y litúrgicas para esperar que los niños que mueren sin bautismo serán salvados y podrán gozar de la visión beatífica. Subrayamos que se trata de motivos de esperanza en la oración, más que de conocimiento cierto. Hay muchas cosas que simplemente no nos han sido reveladas (cf. Jn 16,12). Vivimos en la fe y en la esperanza en el Dios de misericordia y de amor que nos ha sido revelado en Cristo, y el Espíritu nos mueve a orar en acción de gracias y alegría constantes (cf. 1 Tes 5,18)" (n.102). Como es sabido, en el momento de hacerse público este Documento, el papa Benedicto XVI ha tenido hacia él palabras de alabanza.
----------En cuanto a la declaración del decreto Laetentur caeli, del Concilio de Florencia, del 6 de julio de 1439, donde se dice que "las almas de los que mueren con el solo pecado original, descienden inmediatamente al infierno", tratándose de una definición dogmática ("diffinimus"), permanece obviamente siempre válida. Sin embargo, el actual Catecismo, como vemos, presenta también estos casos como resueltos por la intervención de la divina misericordia, como para decir:  de por sí deberían ir al infierno (Concilio de Florencia), a menos que intervenga la divina misericordia (Catecismo). De tal modo, vemos la continuidad entre los dos documentos del Magisterio, aunque indudablemente de por sí sea más autorizado el primero.
----------Finalmente, recordemos que la reciente beatificación por el Santo Padre de la familia polaca formada por Jozef y Wiktoria Ulma y sus siete hijos, el más pequeño de ellos, no nacido, todavía en el seno de su madre, es la confirmación pontificia del descubrimiento hecho recientemente por la Iglesia de que los niños que mueren sin el bautismo no van al limbo, como por largo tiempo había sido creído por una cierta opinión teológica, sino que van al paraíso del cielo. He tratado con más detalle sobre esta cuestión, en mi serie de artículos titulados El limbo, una cuestión resuelta por el papa Francisco, que el lector puede encontrar fácilmente en este blog.
----------En segundo lugar, respecto a la doctrina de la presunta superioridad del hombre sobre la mujer, aquí la Iglesia positivamente ha desmentido una antiquísima convicción, que es una opinión que ha durado milenios, después de haberla dejado en circulación sin condenarla. Pero cuando, con el venerable papa Pío XII, ha intervenido sobre el tema, la Iglesia ha comenzado a enseñar la igualdad de naturaleza, en la recíproca complementariedad, cosa que no ha dejado de sostener también el Papa actual.
----------Retornando ahora con nuestra atención a Rahner y a su noción de aquello que según él es el dogma, atendiendo por tanto a las declaraciones de Rahner al inicio mencionadas sobre el valor y el significado del dogma, no nos asombramos excesivamente de leer en Rahner que para él es imposible separar el dogma de un contorno de significados accidentales, de los cuales en la historia siempre está revestido, de modo que por lo tanto, es igualmente imposible -siempre según él- circunscribir con exactitud y precisión el área semántica de su significación, separándola de falsas interpretaciones o malentendidos. Dice Rahner: "El hombre concreto no puede pensar un dogma químicamente puro; él siempre lo piensa inevitablemente en una amalgama de imágenes, de conexiones, de emocionalidad, etc., que propiamente no forma parte del dogma; y cuando hace la tentativa [...] de purificar el dogma 'en sí mismo' [...] entonces también el dogma no existe 'en sí' en una pureza química" (Nuevos ensayos, op.cit., vol. V, p.331).
----------De cuanto Rahner dice en el pasaje anterior, viene la consecuencia de que "en línea de principio es muy difícil determinar -al menos en las proposiciones metafísicas y religiosas- el horizonte de comprensión de una proposición, en base al cual debe ser determinado su sentido y por tanto su cualidad de proposición verdadera o errada; de hecho resulta incluso imposible reflexionar sobre ello de manera adecuada" (Teología de la experiencia del espíritu, op.cit., p.608). "Y por tanto no podemos nunca establecer y superar la historicidad de una formulación mediante una formulación no condicionada" (ibid., p.607).
----------Es fácil advertir que aquí Rahner cae en una evidente contradicción, preso como está del lazo de su incurable mentalidad nominalista, existencialista e historicista, para la cual el pensamiento no llega a abstraer la esencia universal, sino que permanece implicado en sus realizaciones concretas, ciertamente para no disponer luego de un criterio de valoración para distinguir lo normal de lo defectuoso o la verdad del error, pero al mismo tiempo suponiendo la posibilidad de hacerlo por el hecho mismo de expresar en última instancia un juicio veritativo, el cual declara imposible la obra del discernimiento.
----------En efecto, me gustaría preguntar a Rahner: ¿cómo hace para decir que el dogma está mezclado con elementos espurios si no lo distingue de ellos? ¿Y cómo hace para hacer esta distinción si no capta el dogma en sí mismo, si no capta de él la pura esencia en su verdad aislándola de esos elementos, abstrayendo de ellos? Si por tanto tú mismo supones implícitamente que la mencionada distinción existe (dogma y elementos espurios), ¿cómo puedes posteriormente afirmar que la obra de separación es imposible? ¿Cómo haces para afirmar que es imposible conocer el dogma en sí mismo en su pura verdad, oponiéndolo al error o a la herejía?
----------Esa tesis sofista, por su gravísimo alcance doctrinal y metodológico, viene evidentemente a hacer imposible o ilegítimo no sólo el normal trabajo del teólogo que busca distinguir el dogma de la herejía, sino la misma labor del Magisterio de la Iglesia, asestando un golpe mortal a su misión de guiar en nombre de Cristo a las almas en el camino de la verdad salvífica.
----------Rahner, en otra de sus obras, pretende demostrar ésta, su tesis sofista y contradictoria, nada menos que con los hechos de la historia de la Iglesia, y dice: "Es una experiencia de la historia de los dogmas que también verdades de fe definidas permanecieron amalgamadas en la conciencia de los fieles con opiniones, cuya distinción de la proposición dogmática propiamente entendida fue reconocida de modo reflexivo sólo más tarde, permitiendo así eliminar tal amalgama" (Dios y revelación, op.cit., p.496).
----------Con estas declaraciones de principio, Rahner vendría a decir que los fieles del pasado (y por tanto es de suponer la misma Jerarquía, entre los fieles de Cristo) no sabían distinguir en una proposición presentada por la Iglesia como dogma el contenido auténtico y esencial y el revestimiento espurio y accidental. Por consiguiente, producían confusión. Por consiguiente, confundían por dogma lo que no lo era o tomaban por accidental lo esencial. Aserción del todo inadmisible, según la cual, una vez más, la Iglesia no sabría distinguir lo que es dogma de lo que no lo es. Esto podría sucederle a cualquier fiel desprevenido o ingenuo, pero no ciertamente al Pueblo de Dios en su conjunto, el cual, como reafirma el Concilio Vaticano II, es infalible en el creer. El rebaño de Cristo reconoce la voz del buen Pastor y no la confunde con la de otro distinto.
----------En realidad, en el curso de la historia, la Iglesia, también a través de sus teólogos, con la elaboración de las notas teológicas, o bien con el establecer los grados de autoridad de las doctrinas, sobre todo en los tiempos modernos, siempre ha tenido cuidado de precisar en una doctrina lo que es de fe y lo que, distanciándose en variados grados del nivel de la fe, no lo es, hasta ser un verdadero y propio error.
----------Ciertamente sucede que un dogma esté mezclado con elementos accidentales. Por ejemplo, el dogma de la Asunción de María al cielo no prevé necesariamente la visión del hecho por parte de los Apóstoles, como tenemos en una iconografía religiosa del pasado o del presente. Otro ejemplo es el dogma del infierno, el cual no requiere necesariamente que el infierno sea ubicado en la tierra, ni el dogma del paraíso del cielo conlleva que él sea ubicado en el cielo atmosférico; el dogma de los ángeles no implica necesariamente la imagen del hombre con las alas, y así sucesivamente para otras muchas verdades de fe.
----------Pero esto, todos los fieles ortodoxos e instruidos (clérigos y laicos) siempre lo han sabido. Y oficio de la Iglesia, desarrollado siempre con la asistencia infalible del Espíritu Santo, ha sido, es y siempre lo será precisamente el de advertir a todos los fieles acerca de lo que existe de esencial en el dogma, rechazando a la vez ciertas interpretaciones que eventualmente presentaban como doctrina de fe lo que no lo era o, viceversa, presentaban el dogma como simple opinión humana o incluso como falsedad.
----------Aquello que en cambio puede suceder y de hecho sucede, a propósito de una proposición no definida o no todavía definida como dogma, es la cuestión de si en ella existe o no existe una verdad de fe definible dogmáticamente y si eventualmente tal verdad -si es verdad de fe- deba ser enucleada en su pureza y esencialidad ("pureza química", diría Rahner) liberándola de revestimientos accidentales o contingentes o que puedan generar malentendidos.
----------Este es campo de elección de la búsqueda y de la discusión entre teólogos, que puede prolongarse incluso por siglos, como ha sucedido por ejemplo para la cuestión de la Inmaculada Concepción de María, aunque tal verdad hubiera sido siempre creída por una grandísima parte del Pueblo de Dios como verdad de fe.
----------Pero está claro que si una doctrina de fe debe ser definida o ha sido definida dogmáticamente, la Iglesia misma con su autoridad infalible se preocupa de precisar y precisamente definir el contenido esencial del dogma, para así evitar equívocos, confusiones o malentendidos. Por lo tanto, no tiene sentido pensar con Rahner que la Iglesia, después de haber definido un dogma, en ese momento no llega a distinguirlo de elementos espurios y se da cuenta de la diferencia sólo subsecuentemente. Sería como decir que en ese momento la Iglesia no entiende y crea confusión y sólo posteriormente llega a claridad.
----------El relativismo conceptual conduce lógicamente a Rahner a reasumir la concepción modernista de la evolución del dogma, y así dice él: "El hecho que perseveremos en la fe de las pasadas generaciones [...] es verificable históricamente [...] sólo hasta un cierto grado, por lo cual no es en principio posible excluir toda inseguridad y todo temor que en ciertas circunstancias podríamos haber perdido tal identidad. El peligro que el elemento mutable pueda engullir el inmutable del dogma cristiano forma parte de las características de la fe cristiana" (Nuevos Ensayos, op.cit., vol. V, p.334).
----------De esta concepción de Rahner resulta en efecto evidente que él no sabe concebir una verdad inmutable. Por tanto, a él se pueden aplicar las palabras de san Pío X cuando habla de un "pervertir el eterno concepto de la verdad". De esta concepción evolucionista de Rahner nace lógicamente la duda que él expresa en el pasaje citado y se explica también su tendencia a cambiar las fórmulas dogmáticas, actitud que también es condenada por la Pascendi en el mismo número (n.11).
----------Está claro que si el dogma en el curso del tiempo o también en el mismo tiempo puede ser legítimamente interpretado de maneras contradictorias entre sí, por lo cual no es posible llegar a un acuerdo y comprenderse entre creyentes, si no es posible distinguir en él lo esencial de lo contingente o de lo falso, si no es posible saber cuántos son los dogmas, si existe un pluralismo dogmático insuperable por el cual todos nosotros, incluido el Magisterio, ignoramos alguna verdad esencial, si el dogma es una expresión relativa, equivocable y mutable de la inefable experiencia trascendental preconceptual, si el Magisterio puede equivocarse al decir qué cosa es dogma y qué cosa es herejía, deviene comprensible en el horizonte teológico rahneriano preguntarse también si alcanzamos a entendernos con los creyentes del pasado sobre el significado dogmático o no de una determinada proposición, y si ellos la entendían en el mismo sentido en el cual la entendemos nosotros hoy, a la luz del "pensamiento moderno" y del "Vaticano II" (entendidos ambos como los entiende Rahner). Es evidente que la respuesta será: no, como resulta claramente de la antes mencionada declaración.
----------Pero estamos como al inicio, y podríamos poner a Rahner en contradicción consigo mismo con un razonamiento similar a aquel con el cual hemos refutado la teoría de la "amalgama". En efecto, podríamos decir así: tú distingues en la doctrina cristiana elementos inmutables de elementos mutables, y haces bien. Pero si distingues, entonces tendrás un criterio para distinguir, por lo cual podrías decir: esto es inmutable y esto es mutable. Entonces, ¿cómo haces para decir que podemos tener el "temor de que en ciertas circunstancias hemos perdido tal identidad" (inmutable)? ¿A quien te refieres? ¿Al común fiel, comprendido el teólogo, o al mismo Magisterio de la Iglesia? Ese "nosotros" genérico parecería incluir también el Magisterio.
----------Si Rahner entiende esto, se equivoca, porque oficio del Magisterio es precisamente el de asegurarnos que el sentido que nosotros demos a una proposición dogmática es exactamente aquel que le daban nuestros padres. En consecuencia, también el común fiel que se atiene a la enseñanza del Magisterio viene a gozar de su misma infalibilidad y certeza de compartir con todo el pasado de la Iglesia las mismas verdades de fe. Por lo tanto, Rahner se contradice, porque no puede al mismo tiempo sostener la distinción entre inmutable y mutable y decir que es imposible hacer el discernimiento dado que la Iglesia sin darse cuenta de ello puede en ciertos casos (¿cuáles?) confundir lo mutable por inmutable.
----------El historicismo de Rahner lo conduce también a esta afirmación: "No podemos nunca establecer y superar la historicidad de una formulación mediante una formulación históricamente no condicionada" (Teología de la experiencia del espíritu, op.cit., p.607). Aquí de nuevo Rahner muestra su incapacidad para comprender cómo el pensamiento humano (con mayor razón la doctrina de la fe) pueda trascender el tiempo para concebir realidades eternas y supra-temporales, metafísicas, morales, teológicas y religiosas. Si ya la simple razón humana alcanza a trascender, en el pensar, el espacio-tiempo, ¡figurémonos cómo alcanza a trascenderlo la Palabra de Dios, aunque encarnada en el espacio-tiempo!
----------Ciertamente la fórmula verbal de una verdad eterna puede estar sujeta a una cierta evolución, porque se pueden encontrar modos expresivos, interpretaciones o términos más adecuados y más claros, y esta verdad puede ser conocida mejor, de modo que al concepto originario que la expresa se le puedan agregar otros, en continuidad con el precedente, para explicitar lo que estaba contenido en el concepto inicial. Así por ejemplo, el Concilio de Calcedonia, ha explicado mejor la "consubstancialidad" del Padre con el Hijo enseñada por el Concilio de Nicea, agregando y precisando que el Hijo es una sola Persona divina con dos naturalezas: una humana y la otra divina. De modo similar el Concilio de Éfeso, ha podido afirmar, con una audaz comunicación de predicados (communicatio idiomatum) que María es la Madre de Dios, partiendo de la fe en la divinidad de Cristo.
----------Ahora bien, hay que decir que tanto la formulación de Nicea como la de Éfeso o la de Calcedonia son tanto verbalmente como conceptualmente incondicionadas: hasta el fin de los tiempos se proclamarán sus fórmulas en el Símbolo de la Fe. Ellas no se excluyen recíprocamente, sino que la segunda florece desde la primera como la planta surge de la semilla. Si en cambio consideramos el dogma de la Encarnación en su conjunto, como un todo inteligible y creíble, se puede y se debe ciertamente hablar de una evolución suya histórica, y se puede y se debe decir que tres fases de tal evolución (Nicea, Éfeso y Calcedonia) están históricamente condicionadas. Aquí está la parte de verdad de cuanto Rahner dice.
----------Sin embargo, Rahner olvida distinguir en las formulaciones de los dogmas el elemento históricamente condicionado de aquel que no lo es, dando la impresión (que deviene certeza, dado su historicismo conceptual), que la verdad dogmática no llega a trascender la temporalidad y los cambios de la historia, según el viejo adagio historicista veritas filia temporis.
----------El elemento incondicionado del dogma es el concepto dogmático en sí mismo en su contenido esencial divino revelado (aquella Palabra de Cristo que "no pasa"); el elemento condicionado es, en cambio, ese determinado concepto dogmático, perteneciente a ese determinado Concilio, surgido en esas determinadas circunstancias y por esos determinados motivos o por esos determinados propósitos, que quedará para tarea y esfuerzo de los historiadores del dogma poner en luz, pero precisamente a fin de poder entender la inmutabilidad de la verdad de fe y el crecimiento del conocimiento de fe. Pero tanto el elemento incondicionado como el condicionado son inmutables y son el dogma visto desde dos puntos de vista diferentes: el primero, bajo el perfil especulativo; el segundo, bajo el perfil histórico.
----------De modo que desde el tiempo nos debemos elevar a lo eterno y no detenernos en el tiempo. Luego, una vez llegados a lo eterno, podemos regular y guiar el tiempo a la luz de lo eterno. Son los animales los que están encerrados en el tiempo y toda su vida está en el tiempo; el hombre está llamado a volver la mirada a lo Eterno y a conjugar tiempo y eterno en el misterio de la Encarnación. Sin embargo estas cosas Rahner debería saberlas, con su continuo reclamo al "trascendental" y a la "trascendencia". Pero en realidad se trata de una falsa trascendencia, porque en Rahner, como en Hegel, el tiempo fagocita lo eterno.

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