jueves, 1 de agosto de 2024

Sobre la cuestión del perdón divino

¿Es justo que pague todo nuestro Señor Jesucristo, que es inocente, mientras que nosotros, merecedores de castigo, estemos dispensados de contribuir a nuestra expiación, cuando los culpables y los deudores ante el Padre somos precisamente nosotros? ¿Es ésta, verdadera misericordia, o es un cómodo modo de sustraernos a nuestras responsabilidades? Ciertamente el buenismo misericordista hace hoy estragos en la conciencia de los fieles. [En la imagen: fragmento de "El retorno del hijo pródigo", óleo sobre lienzo de alrededor de 1668, obra de Rembrandt, conservada y expuesta en el Museo del Hermitage, de San Petersburgo, Rusia].

La dictadura de la misericordia
   
----------Puede suceder, tal vez en una familia demasiado austera, que si un hijo es educado en una abstinencia demasiado severa de los placeres, si es demasiado detenido y reprimido, luego, una vez que se ha liberado de la tutela de los padres, todo el potencial de energías reprimidas acumulado en precedencia, todos los deseos prolongadamente insatisfechos, encuentran de repente una salida o desfogue torrencial, y si antes el sujeto estaba oprimido por el terror del Dios castigador, y estaba aplastado bajo el peso de un insoportable y angustioso sentido de culpa y de la desesperación, entonces, consciente de su libertad, he aquí que se alza a las estrellas, presa de un estado de exaltación y de euforia por el Dios de la misericordia y de la comprensión, por la liberación plena, la total inocencia, y la indudable salvación. Es la historia de Lutero que se repite.
----------La Iglesia antes del Concilio Vaticano II ha sido, en cierta medida, una madre severa del primer tipo. Pero una cierta modalidad de vivir en la Iglesia, salida del Concilio, habiendo interpretado en sentido modernista y luterano, se ha convertido en una madre liberal del segundo tipo, se podría decir una madre que se eclipsa como madre, diciéndole a su hijo: "haz como te parezca, haz lo que quieras y quédate tranquilo, porque Dios es bueno, no quiere el sufrimiento, no castiga, y perdona y salva a todos, siempre y en cualquier caso". He aquí entonces la convicción, hoy difundida, que nadie dice no a Dios, porque el hombre, sobre el módulo rahneriano, es por esencia tendencia atemática e inconsciente hacia Dios o, como dice Heidegger, "apertura al ser" o, como se puede recabar de Severino, manifestación del ser o, como dice Husserl, "fenómeno del ser".
----------Si antes el cristiano estaba aterrorizado por la severidad divina, ahora está muy seguro de que puede tranquilamente pecar, porque el pecado ya no es pecado, o porque de todos modos el pecador es tiernamente objeto de misericordia. Esta experiencia paradigmática de Lutero es hoy para muchísimos una vivencia personal. Si antes había demasiado miedo de ir al infierno, ahora muchos están ultra seguros de ser perdonados. Si antes se contaban en el confesonario detalladamente las culpas verdaderas o presuntas, ahora muchos están convencidos de no tener necesidad de confesarse porque se consideran inocentes.
----------Ellos creen que no es necesario arrepentirse, pedir perdón a Dios, ofrecerLe sacrificios, hacer obras de penitencia, esforzarse y hacer renuncias para corregirnos, porque Dios nos toma a todos tal como somos, estamos ya perdonados y salvados gratuitamente. No nos pide nada más que tener fe en que nos ha salvado. A otros, por otra parte, les da igual, no les importa el perdón divino y todo lo que lo condiciona y lo que lo sigue, simplemente porque no creen ni siquiera en la existencia de Dios.
----------Hoy ya no hay nadie que, como Lutero joven, se angustie por la convicción de ser reprobados por Dios. La angustia del hombre de hoy es aquella de la cual habla Heidegger, angustia por el "ser arrojados", en la situación emotiva del hombre culpable (schuldig), libre y preocupado (Sorge), del hombre como estar del ser, "ser-que-soy-yo", fundado sobre la nada y tendiente a la nada ("ser-para-la-muerte"), "nada que nadifica", hombre como ex-sistencia, proyecto, ser-en-el-sermundo, desvelamiento, experiencia, precomprensión atemática del ser (Vorverstândnis de Seins), casa y pastor del ser, "pensamiento rememorante" (andenken), ente abierto al ser como tiempo y finitud, ser como iluminación, como lenguaje poético, voluntad de poder, libertad como verdad, ser como presente del presente, presencia del oculto y del misterio, como desvelamiento de lo abierto y de lo sagrado, no el Dios ipsum Esse de santo Tomás, causa primera, ente supremo y creador, sino como lo sacro en el sentido de Hölderlin, lo sacro griego: este es el "Dios divino") y manifestación de la verdad.
----------Quien en este revoltijo de ideas contradictorias, de oscuras alusiones y de sugestivos destellos, logre entender algo y alcance a encontrar un hilo lógico, es ciertamente loable y hace un trabajo útil, ya que también Heidegger, sea lo que sea que piense del hombre, es un animal racional, no desprovisto de dotes intelectuales.
----------¿Qué es lo que se puede salvar, qué es lo que se puede recuperar en esta enorme masa desordenada y enmarañada de materiales filosóficos, mitológicos, poéticos y fantásticos? Existen varias interpretaciones del pensamiento de Heidegger. Ellas podrían reducirse sustancialmente a dos: o la llamada a volver a Dios entendido como ispum Esse, y entonces se podría hacer una conexión con santo Tomás; o bien la perspectiva nietzscheana del ser como voluntad de poder y entonces se hace la conexión con el nazismo. Hay buena bibliografía sobre el tema, que he citado en otros artículos de este blog.
----------Ahora bien, la dificultad para entender lo que verdaderamente Heidegger quiere decir en sus textos, y la posibilidad de sacar de su pensamiento las conclusiones más radicalmente opuestas, están dadas por el hecho de que Heidegger pone juntos a los pensadores que están más en contraste entre sí: la Sagrada Biblia y la mitología griega, Parménides, Heráclito, Anaximandro, Protagóras, Platón, Aristóteles, Duns Scoto, Descartes, santo Tomás, Lutero, Hegel, Hölderlin, Schelling y Nietzsche. De ahí el hecho de que se han apropiado de Heidegger los pensadores más contrastantes entre ellos, como por ejemplo Vattimo y Maritain, Severino y Bertuzzi, Derrida y Ruffinengo, Mazzantini y Deleuze, Dugin y Rahner.
----------Sin embargo, el revoltijo heideggeriano refleja precisamente el caos en el cual se encuentra el hombre moderno, caos óptimamente descrito por Heidegger, por lo cual el hombre aparece como fluido sujeto existencial libre, misericordiado, nostálgico y angustiado, culpable-inocente, extático y tomado del cuidado, emotivamente situado, ser-en-el-mundo y para-la-muerte, apertura del ser abierto a la nada.
----------Al final no se comprende si Heidegger es un teísta o un panteista o un ateo o un agnóstico o un nihilista o un falso místico o un exaltado o todo esto junto o simplemente un habilísimo comediante y un diabólico impostor, que, no privado de iluminaciones bíblicas, metafísicas, religiosas, éticas y teológicas, destartalado heredero de Lutero, interpretando la parte del vate inspirado desde lo alto de incomprensibles misterios, se divierte con sus oráculos gnósticos burlándose de nosotros y tratándonos como alondras engañadas por sus espejitos de colores.
----------Sin embargo, la antropología y la ontología de Heidegger son, a pesar de todo, un retrato exacto y fiel del estado confusionario y angustiante en el cual se encuentra el hombre de hoy post-moderno, post-cristiano, post-teista, trascendente, arrojado y proyectante, esclavo de la técnica, olvidadizo del ser y inmerso en el "se dice" y en los entes. Por eso el pensamiento de Heidegger, aunque retorcido y lleno de forzamientos y significados arbitrarios de las palabras, ha tenido tanto éxito, y ese es el motivo por el cual muchos hoy se reconocen en el cuadro horrible y siniestramente fascinante del Dasein.
   
Qué es verdaderamente la misericordia divina
   
----------Dice el Señor en la Sagrada Escritura: "Tengo misericordia de quien quiera tener misericordia" (Ex 33,19). No es posible comprender cómo actúa la divina misericordia si se prescinde del misterio de la predestinación y de la existencia de los "elegidos", de los cuales hablan Cristo y san Pablo, y si se prescinde en general del concepto de elección divina, es decir, el hecho de que Dios no salva a todos, sino solo a algunos entre todos, aquellos que elige o escoge Él, o sea, aquellos que se dejan elegir, dado el hecho de que algunos rechazan su llamada y desobedecen a su universal voluntad de salvación.
----------Muchos los llamados, pocos los elegidos, dice Cristo. Dios llama a todos, pero no todos responden a la llamada. Algunos prefieren hacer todo con su propia cabeza, lo que entienden como "ser libres" o, como se expresa Cristo, "hacer su propia voluntad", acto que no se entiende en el sentido del simple ejercicio del libre albedrío, porque en tal sentido, también los bienaventurados hacen su voluntad, sino en el sentido de querer algo contrario a lo que Dios quiere, en sustancia no querer a Dios como propio Señor, sumo bien y fin último, sino querer un bien creado o quererse ellos mismos, elegidos por su propio arbitrio.
----------Recordemos que en el plan sobre el hombre de hecho querido por Dios, la justicia y la misericordia divinas son indisociables. En el plan de Dios originario, no hay misericordia sin justicia. Ciertamente, si Dios hubiera querido, habría podido hacer misericordia a todos, perdonar a todos o incluso impedir que ocurriera el pecado original y poner a toda la humanidad directamente en el estado de la eterna beatitud y no permitir que cada uno eligiera según la propia voluntad, dejar libres de decir sí o no.
----------Ciertamente, en tal caso no se habría dado el ejercicio de la justicia punitiva. En cambio, Dios ha querido no impedir el ingreso del pecado en el mundo y dejar a cada uno la posibilidad de rechazar su amor. ¿Por qué no ha querido impedir el ingreso del pecado al mundo? No lo sabemos.
----------Es un hecho que Dios ha preferido que cada uno de nosotros hiciera su elección en lugar de decidir Él enviar a todos al paraíso del cielo. Ciertamente, Dios no es responsable de las consecuencias lógicas y necesarias del rechazo. Pero la tesis buenista o misericordista, de que va al cielo incluso quien rechaza a Dios, es simplemente absurda. Al ateo, al materialista, al panteísta no le interesa para nada ir al paraíso del cielo, ya que para él Dios o no existe o Dios es él mismo. Para los buenistas, incluso aquellos a los cuales alma, espíritu, metafísica, sobrenatural, teología, religión, santidad, Biblia, Iglesia, Dios, son todas cosas que no les interesa en absoluto, ellos también van al cielo. Pero el caso es que esto es simplemente absurdo.
----------En el desarrollo histórico, o sea de hecho, del plan de la providencia no hay misericordia sin justicia. Quien niega la justicia niega la misericordia. Es verdad que justicia y misericordia son contrarias una a la otra, porque la primera irroga la pena y exige la expiación, mientras que la segunda quita o mitiga el sufrimiento.
----------La justicia y la misericordia, en efecto, están juntas no simultáneamente en el mismo sujeto, sino sucesivamente en sujetos diferentes o en el mismo sujeto. Algunos, que permanecen impenitentes, entonces son castigados y condenados; otros, al arrepentirse, son misericordiados y se salvan. O bien el mismo sujeto, dependiendo de cómo se comporta, ora es castigado, ora es misericordiado.
----------Dios muestra su misericordia a uno de los suyos castigando a su ofensor. Israel canta la misericordia divina que lo ha salvado de los Egipcios precisamente porque ha castigado a los Egipcios.
----------Si el opresor cree que está siempre perdonado aunque él continúa oprimiendo al pobre oprimido, ¿cómo Dios podría avalar semejante injusticia o considerar justicia la injusticia del opresor?  Una misericordia que tolere la injusticia es misericordia falsa e hipócrita. ¿Acaso es un Dios misericordioso el Dios que no castiga el pecado del impenitente? ¿O no es más bien ese Dios un Dios connivente con el pecado e injusto? ¿Es verdadera misericordia aquella que se acompaña de la injusticia, y que llama bien al mal?
----------Ciertamente, se debe tener piedad del débil o de quien peca en buena fe o por fragilidad. Pero, ¿se puede tener piedad del malvado hipócrita, engreído y obstinado que peca por soberbia conscientemente y voluntariamente? ¿Cómo trata Cristo a éstos? ¿Es la obra buena que no merece castigo o queremos tratar el pecado como si fuera una obra buena? ¿Es, esta, misericordia?
----------Si negamos que el sufrimiento sea la paga del pecado, ¿queremos considerar justo el sufrimiento del inocente? Si el pecado no merece castigo, pero el sufrimiento existe, y todos, aunque sean pecadores, incluso los inocentes, son misericordiados, ¿queremos decir entonces que la misericordia irroga el sufrimiento?
----------Si nuestra participación en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo nos dispensa del deber de expiar y de la idea de que debemos pagar en razón de los pecados cometidos, ¿acaso no es esto contrario al hecho de que por misericordia del Padre nosotros en Cristo podemos expiar? Y si no hubiera expiación, que es obra de justicia, ¿dónde estaría la misericordia?
----------¿Es justo que pague todo nuestro Señor Jesucristo, que es inocente, mientras que nosotros, merecedores de castigo, estemos dispensados de contribuir a nuestra expiación, cuando los culpables y los deudores ante el Padre somos precisamente nosotros? ¿Es ésta, verdadera misericordia, o es una cómoda manera de sustraernos a nuestras responsabilidades?

4 comentarios:

  1. Estimado Padre Filemón, leo con mucho placer que finalmente se está dando cuenta de la inmensidad de esta deriva. Más allá de sus motivaciones filosóficas y teológicas, bastaría señalar la inconciliabilidad de una Misericordia que prescinda de la voluntad de enmendarse con el Reino de Dios que profesamos en el Credo: quien no se somete a la voluntad de Dios resulta en efecto inadecuado en un Reino gobernado por el Amor omnipotente y, muriendo sin haberse sometido, queda confirmado en el mismo "non serviam" de Lucifer. Tarde o temprano usted se dará cuenta también de que el actual Pontífice, por decir lo menos, simpatiza...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Genaro,
      ya es desde hace varios años, desde los inicios de su pontificado, que conozco bien las dificultades que surgen de nuestras relaciones con el papa Francisco. Pero es mejor no detenerse en estas cosas.
      Tengamos en cuenta más bien la generosidad con la que él se prodiga en la obra de evangelización, como por ejemplo el próximo viaje al Lejano Oriente.

      Eliminar
  2. Hay que preguntarse cómo puede tener lugar la llamada "sumisión" al Reino de Dios, o de "enmendarse con el Reino de Dios", por citar una expresión del anterior lector.... Dicho de modo rápido: el encuentro con Cristo viviente, auténtica relación de amistad, de amor con Jesús... cuando uno experimenta verdaderamente la salvación absolutamente gratuita, cuando se llora dolorosamente por los propios pecados, no por una mera situación moral, sino porque uno se da cuenta de haber ofendido a Aquel que ha nacido, crucificado, muerto y resucitado por nosotros, entonces es precisamente en ese momento crucial que se dice a Cristo: Mi Señor y mi Dios.... y la sumisión o enmendamiento con el Reino de Dios, en realidad es la libertad, la liberación de uno mismo, la apertura hacia el infinito, la esperanza ... el verdadero y único amor.... y también en el dolor, en la experiencia de los justos castigos se permanece siempre cerca de Él, nuestro Salvador , nuestro Dios Uno y Trino... y todo tiene sentido, sobre todo en el camino del Calvario.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Rosa Luisa,
      no puedo sino estar de acuerdo plenamente y con complacencia con sus sabias palabras, que atestiguan su fe vivida y tal por lo tanto para atraer a Cristo toda alma buena y bien predispuesta.

      Eliminar

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.