lunes, 19 de agosto de 2024

¿El Dios de los buenistas? Un Dios dialéctico (1/6)

La infinita bondad de Dios es el problema que hoy en día tienen los buenistas, porque no aciertan a entenderla, y la conciben a su modo que no es el de Jesús, y el que nos enseña la Iglesia a través de su Magisterio. De modo que ha surgido en nuestros días la idea del Dios dialéctico, idea que cuenta con su máxima exposición en la teología de Hans Urs von Balthasar, cuyo verdadero rostro nocivo ha sido valientemente y agudamente expuesto por el teólogo argentino Ignacio Andereggen. Hoy se hace urgente y necesario bloquear la operación por la cual se quiere insertar el mal en Dios y exonerar al hombre [En la imagen: fragmento de "El choque-atracción entre los dos principios opuestos", representado en los manuscritos alquímicos de la Aurora Consurgens].

El Dios bueno que no castiga
   
----------Una cuestión hoy muy sentida es la de la bondad divina. Uno se pregunta: considerando el hecho de que el mal es privación del bien debido, mientras que Dios, bondad infinita, quiere solo el bien, y considerando el hecho de que el mal de pena parece ser privación del bien debido, es decir, que la punición es un mal de pena,  ¿cómo es posible que Dios quiera castigar a alguien, es decir, privar a alguien del bien debido? ¿Puede la privación de un bien, en nombre de la justicia punitiva, convertirse en un bien, una cosa justa?
----------Esta es la pregunta que muchos se plantean hoy y a la cual queremos intentar responder con este artículo dedicado esencialmente a la visión al respecto de Hans Urs von Balthasar [1905-1988], que me parece el resultado de una larga historia del pensamiento humano que podríamos remontar por un lado a la antigua sofística griega y a Plotino, y por otro a la especulación cabalística centrada en la exégesis del relato de la creación y del pecado original, especulación mediada por el idealismo hegeliano, de cuya influencia se resiente el pensamiento de Von Balthasar. Veremos estos puntos en el desarrollo del artículo.
----------Sin embargo, digamos desde ya que esta tesis de que Dios aprueba todo lo que hacemos supone el concepto no de un Dios juez y legislador, al cual debemos responder de nuestras acciones, sino de un Dios notario, que se limita a tomar nota de nuestras decisiones. Es evidente que todo esto supone la transferencia de la facultad de Dios al hombre de decidir lo que es bueno y lo que es malo. Por lo tanto, es una tesis de conveniencia para aquellos que son intolerantes de la ley divina y quieren concebir un Dios "misericordioso" en el sentido de que les deja hacer o bien les "perdona" todo lo que quieran.
----------Pero aquí nacen dos dificultades gravísimas de las cuales los perdonistas no logran salir, sino que se enredan en la blasfemia y la violencia. En la blasfemia, porque al considerarse a sí mismos árbitros del bien y del mal, y por tanto inocentes, llegan a la conclusión de que el Dios misericordioso es a la vez un Dios cruel que envía terremotos y hambrunas y un Dios malvado que prohíbe al hombre hacer su propia voluntad.
----------Los buenistas, en efecto, por un lado ponen en Dios y no en el hombre la causa del pecado, por lo cual el hombre resulta ser inocente y sufrir como inocente, mientras que el malvado pecador es Dios. ¿Y esto por qué motivo? Porque para el buenista, siendo él el legislador y siendo el pecado desobediencia a la ley, no es él quien peca, sino que quien peca es Dios, quien se opone a su voluntad. Por otra parte, si el pecado es querer el mal del otro, Dios, oponiéndose a la voluntad del hombre, peca contra él.
----------Por otra parte, el buenista, aunque se llame a sí mismo cristiano, considera el sufrimiento como una absurdidad inexplicable, injustificable, inutilizable, un mal absoluto que debe ser rechazado absolutamente, nada en absoluto tomado de las manos de Dios que es bueno, porque Dios mismo ante el sufrimiento es impotente y sufre, sufrimiento que es por tanto enemigo de Dios y del hombre, invencible y eterno. Evidentemente el buenista no tiene en cuenta la explicación bíblica del origen del sufrimiento y del sentido y valor salvífico que le da Cristo.
----------Los buenistas, además, están impulsados a la violencia contra el prójimo porque, negando un Dios que da a todos la misma ley moral, sino teniendo según ellos cada uno el derecho de imponer la propia voluntad a los demás, nace de aquí un bellum omnium contra omnes y el reino de la opresión y la violencia. Como ocurría para Nietzsche, las exhortaciones evangélicas a la misericordia les hacen simplemente reír o al menos no pueden tener una justificación teológica, porque la naturaleza de Dios es ser a un tiempo principio del bien como del mal, de la bondad como de la maldad. Dios no es analéctico, sino dialéctico.
----------Para resolver estas antinomias, es necesario partir del correcto concepto del bien y del correcto concepto del mal, y entonces decir que mientras el bien puede ser sin mal alguno, porque existe un bien substancial y subsistente, que es precisamente Dios, por el cual Él es bondad infinita exenta de todo mal de culpa, sin embargo Dios es justo, por lo cual inflige el mal de pena. El mal, en cambio, no es nunca substancial, sino que es un hecho accidental y contingente, que supone un sujeto bueno, y que puede ser eliminado.
----------Ahora bien, teniendo en cuenta lo dicho, es necesario decir, entonces, que el mal en general existe ciertamente, pero pertenece al orden del no-ser, lo cual no quiere decir que el mal no sea nada, todo lo contrario: sus efectos realísimos y evidentísimos; sin embargo, el mal solo es concebido como si fuera ser, es un ente de razón; es simplemente privación del bien debido.
----------Por otra parte, debemos distinguir dos especies de mal: uno es el acto del privar a alguien del bien debido, que es el mal del actuar, por tanto el mal de culpa, el pecado; y la otra especie es el acto de privar moderadamente de un bien, en este caso específico no debido, al malhechor, acto que en tal caso puede ser justo y obligado o necesario, por parte del juez humano o divino. Entonces tenemos la sanción penal humana civil o eclesiástica o el castigo divino, temporal (en esta vida o en el purgatorio) o eterno (el infierno).
----------El mal de pena es el mal en un sujeto privado del bien, genéricamente o en línea de principio, a él debido. Lo que es el mal del padecer, el dolor, el sufrimiento. Aquí, sin embargo, hay que hacer una ulterior distinción: el mal de pena puede ser debido o al carente respeto del derecho de un sujeto o a la justa o injusta pena infligida a un sujeto respectivamente o por justicia o por violencia.
----------También aquí hay que distinguir una pena justa de una pena injusta según que el juez respete o no respete la justicia. Aquí el juez humano puede equivocarse, pero no se equivoca el juez divino.
----------El pecado, según la Escritura, la experiencia y la sana razón, tiene como consecuencia el mal de pena. Esta consecuencia puede ser natural, por ejemplo el vicio de la gula trae daño a la salud. O puede ser debida por parte del juez, y por consiguiente puede faltar por descuido de la justicia humana, pero la justicia divina antes o después infaliblemente llega, si el pecador no se arrepiente a tiempo (véase por ejemplo el rico epulón).
----------Un error hoy en día frecuente en el buenismo es la confusión entre mal de pena (o sea el sufrimiento en todas sus formas) y mal de culpa (el pecado). Se intenta hacer desaparecer este segundo para sustituirlo con aquel primero. Así ya no existe la maldad, sino la fragilidad. Ya no se habla de culpa o de pecado, sino de equivocación o de error. Todo delito es excusado por motivos psicológicos. Nadie es considerado culpable. El psiquiatra ha sustituido al sacerdote y al juez. Ya no exist el no querer, sino sólo el no poder, el no lograrlo. De ahí el uso en cualquier caso del principio: nemo ad impossibilia tenetur.
----------Salvo luego, como bien sabemos, para inventar culpas donde ellas no existen o no son demostrables, como ocurre por ejemplo para el caso de un terremoto, o un desorden climático, o una inundación, o un accidente ferroviario o el colapso de un puente: en tales casos inmediatamente se buscan a los culpables y se crean procesos judiciales interminables con grandes ganancias para los abogados.
   
Todos salvados, todos condenados. La escatología de Von Balthasar
   
----------Esta confusión entre el pecado y el sufrimiento tiene su origen en la Cábala, pasa por Lutero (justus et peccator) y Böhme, arriba a Hegel y lamentablemente llega, como veremos, hasta Von Balthasar. En esta teoría, Cristo nos salva no solo sufriendo sino también pecando, es decir, Él toma sobre sí no solo el castigo del pecado, sino también la propia culpa del pecado.
----------El padre Ignacio Andereggen, conocido filósofo y teólogo argentino, presidente de la Sociedad Tomista Argentina, estudioso de Von Balthasar, refiere que para Von Balthasar, "Cristo, cuando descendió a los infiernos, no ha tenido más esperanza, porque -siempre según Balthasar- Cristo ha descendido verdaderamente al infierno que es el único infierno que él considera, es decir, el infierno de los condenados" (Inferno vuoto? Un confronto con l’infernologia di Hans Urs Von Balthasar, in Inferno e  dintorni. È possibile un’eterna dannazione?, a cargo de Serafino Lanzetta, Edizioni Cantagalli, Firenze 2010). "Para Baltasar en el infierno está incluso el Hijo de Dios y todos los que participan en la condición del Hijo de Dios" (Ibid.).
----------Dice en efecto Von Balthasar: "El Hijo lleva a los pecadores en sí mismo junto con la desesperada impenetrabilidad de sus pecados hacia la luz del amor divino. Por lo tanto, él experimenta en sí mismo, no el pecado de ellos, sino la desesperación de su posición contra Dios es el no sin gracia de la divina gracia contra esta oposición. El Hijo, que se ha abandonado totalmente confiándose en el Padre (hasta la identificación con los hermanos en su perdición), debe ser precisamente ahora abandonado por el Padre. Él, que se ha dejado totalmente donar por el Padre, debe sentir ahora que todo esto fue 'en vano'.
----------Nada resulta al final limpiado o resuelto o liquidado entre luz y tinieblas, todo cálculo, entre la 'inutilidad' del pecado y de su odio y ('inutilidad') de la gracia que se da sin razón, ha quedado en pedazos. Al final de la noche (en cuanto infinitamente vivida) estalla en su fuerza creativa originaria la luz, al final de la absoluta inutilidad del perdón. Pero la noche vivida como infinita era, ella misma, ya la luz absoluta (que donde no encuentra obstáculos en el aire, dice Juan de la Cruz, se vuelve invisible) y no se da y perdona porque algo ha sido prestado en correspondencia, sino porque cada posible prestación era imposible. La asunción de las tinieblas del mundo en la luz intra-trinitaria significa un milagro de transfiguración, la distancia de la pecaminosa noche es superada y abrazada por la distancia voluntaria del sí divino obediente. La ira de Dios contra la negación del amor divino captura un amor divino, el del Hijo, que se expone a esta ira, la desarma y la vuelve literalmente privada de objeto. Pero en esta formulación abstracta y global permanecen ocultos los problemas pendientes" (Teodrammatica, vol.IV, Editrice Jaca Book, Milano 1982, pp.325-326).
----------Refiere entonces Andereggen: "la verdad se puede expresar como una disonancia musical. Dice Von Balthasar: 'La gran música es siempre dramática. Crea continuamente tensiones y las resuelve a un nivel más alto -esto es Hegel en las Lecciones sobre la filosofía de la religión-. La disonancia sin embargo no es cacofonía'. Por lo tanto, esta disonancia tendría su origen en Dios, más aún, sería constitutiva de Dios mismo. Y aquí aparece la inspiración protestante de Baltasar: 'La última prueba de ruptura es la cruz -dice en la Verdad es Sinfónica- porque Dios se esconde sub-contrario [Lutero]. Pero en la cruz hay solo el sufrimiento en la identidad permanente de la obediencia. Ya no existe la revuelta de Job; el Dios se acusa a sí mismo de contradicción; no hay ningún modelo de contestación intra-eclesial'" (Inferno vuoto?, cit., ibid.).
----------El principio que rige la soteriología balthasariana es que infierno y paraíso están indisolublemente unidos en Cristo mismo, quien, en la kénosis de la cruz, se ha negado y vaciado a sí mismo, para volver a sí mismo negando la negación de sí mismo en la resurrección. Es la misma cristología dialéctica de Hegel.
----------Es la extremización escatológica del simul justus et peccator: el cristiano está simultáneamente en gracia y en pecado mortal, perdonado e impenitente, todos buenos y todos malos, todos culpables y todos inocentes, todos misericordiados y todos condenados: "muerte e infierno son nacimiento transformador, renacimiento. Y el fuego de la condenación asciende hacia el cielo como un fuego de alabanza".
----------Por consiguiente, para Von Balthasar, de esta manera no es tanto el sufrimiento el que libera del pecado, no es la muerte la que libera de la muerte, sino que es el mismo pecado el que libera del pecado. He aquí que entonces el pecado, o sea el mal, el mal de culpa, deviene necesario para la existencia del bien. El paraíso del cielo existe precisamente porque hay un infierno. Dios es bueno precisamente porque también Dios es malo. Lo positivo, para decirlo con Hegel, existe porque existe lo negativo.
----------Pero entonces -uno podría decir- ¿qué pasa con el Dios misericordioso que salva a todos? Ciertamente que salva a todos, pero ¿en qué sentido? ¿Que quita el pecado de todos? ¡Ni en sueños! Porque todos -como ya había intuido Lutero- son justos y pecadores y justos precisamente ¡en virtud de su ser pecadores! Así que todos están en el paraíso del cielo porque todos están en el infierno. Esta es la verdadera tesis de von Balthasar, por la cual se puede decir que en un sentido para él el infierno está vacío en cuanto todos están en el paraíso del cielo; pero en otro sentido se debe decir que todos están en el infierno en cuanto que es a causa del pecado, que también ha sido medio de salvación, pero permanente en el infierno, que ellos están en el infierno.
----------Por consiguiente todos, en Cristo, inocente y pecador, son a la vez bienaventurados y condenados. Este es el verdadero Von Balthasar, la versión integral de su pensamiento, valientemente revelada por Andereggen, no la imagen ablandada y edulcorada puesta en circulación por los buenistas del bonachón que disculpa a todos mandándolos a todos a un paraíso del cielo con una vida cómoda, sin sacrificios, y ahorrándoles el infierno.
   
Entre el buenismo de Plotino y el Dios malo de la Cábala
   
----------Hay que añadir que Von Balthasar ha sido llevado al engaño por la concepción plotiniana del mal, que reaparece en Orígenes, en Leibniz (cf. los estudios de C.Journet) y en Spinoza, según los cuales el mal no es privación del bien debido, sino el simple no-ser, la simple negación.
----------De ahí que la finitud o limitación del ente finito es ya para él un mal, pero es un mal natural ineliminable, salvo que lo finito se vuelva infinito, como en las visiones panteístas. Omnis determinatio est negatio, como dice Spinoza, es la finitización del del Infinito.
----------Por lo tanto, la salida o emanación de los entes del Uno -así piensa Plotino- es el formarse de la multiplicidad, la cual, moviéndose en movimiento circular (estasis-salida-retorno), después de haber alcanzado el punto opuesto del círculo, vuelve atrás hacia el Uno. Por el simple hecho de salir del Uno, los entes pecan en cuanto que al salir del Uno son finitos. Se salvan solo retornando al Uno.
----------Pero reconjugándose con el Uno, la multiplicidad desaparece en el Uno y con ella desaparece el mal, vinculado a la multiplicidad, porque todo se recompone en la unidad inicial. Orígenes, incautamente, fascinado por Plotino, hace suya esta visión panteísta-emanatista, cuando en cambio en la visión cristiana Dios crea un mundo en el cual permite la existencia del pecado, por lo cual al final del mundo no hace desaparecer el mal, sino que se lo sujeta creando el infierno habitado por aquellos que Lo han rechazado.
----------De este modo, si en Plotino a Dios corresponde el Uno, mientras que el mal nace de la finitud de los múltiples entes, por lo cual el mal desaparece al regreso de los entes al Uno, para la Cábala el mal no es la simple limitación del ente, sino una verdadera privación de ser, como ocurre también en Aristóteles, con la diferencia de que mientras Aristóteles reconduce el mal únicamente a la mala voluntad del hombre, la Cábala en cambio, que sabe que el hombre es creado por Dios, encuentra en Dios mismo el origen del mal, la llamada "mano izquierda". De ahí la eternidad del mal y las penas eternas de los malvados además de la existencia de creaturas espirituales malvadas, los demonios, como en la Escritura.
   
Mal de culpa y mal de pena
   
----------Hay que añadir que existe una diferencia entre las finalidades de los castigos humanos y los divinos. Las sanciones penales de la autoridad humana tienen un objetivo correctivo y compensatorio o reequilibratorio. Este último consiste en el principio según el cual es justo que aquel que voluntariamente ha ido un poco más allá del límite permitido por la ley, sea conducido coercitivamente por la autoridad según el mismo limite permitido por la ley. Se trata de restaurar o recomponer el orden quebrantado (como dice Jacques Maritain en Nueve lecciones sobre las nociones primarias de la filosofía moral, en su lección IX, La noción de sanción).
----------Ahora bien, los castigos divinos, además de los propósitos que antes he mencionado, son también castigos purificadores (purgatorio), castigos redentores (vida presente) y castigos aflictivos (infierno). En efecto, respecto al infierno, quien ha merecido esta pena, la sufre para siempre y es pena que ya no puede servir para corregir al pecador porque él está firme para siempre en su decisión de rechazar a Dios.
----------Hechas estas distinciones que aclaran los términos del problema, comencemos ahora preguntándonos: ¿Dios quiere el mal? ¿Puede querer el mal? ¿Puede actuar de modo equivocado? ¿Puede actuar de modo injusto? ¿Puede querer el pecado? ¿Dios puede querer el sufrimiento?
----------¿Cómo puede existir una justa pena, una pena debida? Si el mal es privación del bien debido, ¿puede existir acaso una debida y justa privación de un bien debido?  ¿Cómo hace para devenir debido lo que no es debido? ¿Es debido y a la vez no debido? ¿Dónde termina la distinción entre el hacer el bien y el hacer el mal? Hacer el bien es ciertamente un deber. ¿Pero puede ser debido el hacer mal a alguien? ¿Puede er debido el quitarle o impedirle un bien debido? ¿No es una injusticia?  ¿Cómo hace para existir una justa pena? ¿Puede existir un mal debido?
----------Si no puedo privar a alguien del bien que le corresponde, ¿con qué derecho, en nombre del castigo, le quito el bien que le corresponde?  ¿No es acaso el castigo hacer mal o daño a alguien? Y si pecar es hacer mal, ¿entonces no será el castigar un pecado? ¿No será crueldad? Entonces, ¿puede Dios cometer un pecado al castigar? Y entonces, ¿dónde va a terminar la bondad divina? La misericordia es el liberar de la miseria y el quitar el sufrimiento al que sufre. Pero con el castigo, que causa dolor y miseria, ¿qué queda entonces de la misericordia? Y si Dios es misericordioso, ¿cómo hace para castigar con el infierno? He aquí el problema de Von Balthasar, que es problema de muchos de nosotros.
----------Pero digamos de inmediato que se trata de una imposibilidad y de una contradicción solo aparentes. Por eso Cristo no nos engaña y no se engaña cuando nos dice que existen condenados en el infierno. Esto, como veremos, no implica en Dios ninguna contradicción o ninguna injusticia o falta de misericordia, sino que hace brillar la una y la otra. Veamos cómo suceden las cosas.
----------Es necesario en primer lugar entendernos acerca de qué significa hacer mal o daño a alguien. En efecto, yo, si soy un juez o estoy autorizado a hacer valer mis derechos, puedo hacer al prójimo un mal injusto como puedo hacer un mal justo. El mal injusto es una violencia, un abuso o un pecado de injusticia. El mal justo es la justa punición, un bien debido al malhechor precisamente para su bien, a fin de que se arrepienta. En efecto, el juez que castiga al malhechor no le priva de un bien que le corresponde, sino de un bien que, como consecuencia de su crimen, ya no le corresponde, al menos durante todo el tiempo de la pena.
----------Así como la justicia humana a buen derecho priva temporalmente de un cierto bien al malhechor, el cual por su delito se ha hecho indigno de poseer ese bien, así también análogamente la justicia divina priva para siempre del bien divino a quien ha decidido para siempre rechazar a Dios. En este sentido se puede decir que Dios quiere el mal de pena. Esta consideración justifica la existencia de condenados en el infierno.
----------Este rechazo que el pecador obstinado e impenitente opone al bien divino, da a Dios el derecho de infligirle una pena eterna. Dios entonces aleja de Sí para siempre a quien para siempre no Lo ha elegido como su supremo bien eterno. Este es el castigo infernal.
----------Ahora bien, en lugar de la exposición de la doctrina católica que acabo de resumir, debo señalar con dolor la existencia de una cosa bien conocida desde hace tiempo, esto es, una hábil operación llevada a cabo por teólogos, los cuales, bajo el pretexto de llevar adelante el ecumenismo o de exaltar la misericordia divina y subrayar la voluntad de Dios de salvar a todos, tratan de persuadir a los católicos para que asuman la concepción luterana-böhmiana-hegeliana de Dios, lamentablemente presente en un gran teólogo como Hans Urs von Balthasar, presentada como la verdaderamente bíblica, contra la aristotélico-tomista, que al decir de ellos, estaría afectada por la metafísica dualista y abstracta greco-escolástica, superada por la nueva teología narrativa y existencial, la cual -siempre según ellos- es la promovida por el Concilio Vaticano II.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.