Convencidos de que es necesario bloquear la operación por la cual se quiere insertar el mal en Dios y exonerar al hombre de toda responsabilidad por el mal en nuestra vida y en el mundo, demos ahora otra puntada en nuestras reflexiones a fin de esclarecer los errores en los que ha caído en el ámbito de la soteriología ese gran teólogo que fue Hans Urs von Balthasar. [En la imagen: "Agnus Dei", óleo sobre lienzo, de 1635, obra de Francisco de Zurbarán, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].
El Dios pecador de Von Balthasar
----------La empresa de Hans Urs von Balthasar se presenta grandiosa y original: una teología de la glorificación de Dios, en la cual Dios aparece en la categoría de la belleza, no una theologia gloriae contra la cual polemizaba Lutero, por la cual el teólogo se glorifica a sí mismo y no a Dios.
----------Y a esta teología Lutero contraponía la theologia crucis de san Pablo. En efecto, como se expresa san Juan, la gloria de Cristo consiste precisamente en su cruz, en su sacrificio para la remisión de los pecados. Por ella Cristo venció a la muerte mediante su muerte.
----------Un documento significativo en este sentido, que se remite a Von Balthasar, es el artículo de Maurizio Cecchetti "Con l’incarnazione Dio salverà la creazione" (Con la encarnación Dios salvará la creación), publicado en el diario italiano Avvenire a principios de año, el pasado 3 de febrero. Lo interesante de esta teología es que quiere hablar en nombre de un Dios misericordioso que no castiga a nadie.
----------La cosa parece muy tentadora, ya que la prospectiva o la eventualidad de precipitar para siempre en un lugar de terribles e indecibles suplicios sin tener más la posibilidad de liberarse de él no atrae a nadie. Al mismo tiempo, sin embargo, podríamos preguntarnos: ¿cuántos entre nosotros ven en Dios su bien supremo y el fin último de su vida? ¿Cuántos son los que hacen todo lo que hacen en vista de alcanzar en el cielo la beatífica visión de Dios? ¿Cuántos son los que toman en serio sus mandamientos? ¿Cuántos son los que están dispuestos a dejar todo para no perder a Dios? ¿Cuántos son los que por encima de todo quieren hacer la voluntad de Dios y ser agradables a él? ¿Cuántos son los que, arrepentidos de sus pecados, quieren retornar a él? ¿Cuántos son los que no pueden vivir sin su compañía? ¿Cuántos son los que no pueden vivir sin ser aprobados por Él? ¿Cuántos son los que le piden ayuda en las dificultades? ¿Cuántos son los que temen el juicio divino y sus castigos, y se convierten por sus amenazas y por sus advertencias?
----------Pues bien, tengamos presente entonces que la pena del infierno no es otra cosa más que la consecuencia lógica de nuestro rechazo a nuestro supremo bien, precisamente de aquel bien eterno para el cual estamos hechos y solo en el cual encontramos el sentido último de nuestra vida y nuestra felicidad eterna. Dios es justo en castigarnos si desobedecemos sus mandamientos, solamente practicando los cuales nosotros somos liberados del sufrimiento, de la muerte y de todo mal.
----------Aquellos que creen que Dios no castiga a nadie, creen poseer el verdadero concepto de la bondad divina, respecto a aquellos que creen que Dios predestina al paraíso del cielo solo a algunos por Él elegidos, mientras juzga a los rebeldes merecedores de condena, infligiéndoles una pena eterna.
----------Aquellos que piensan de esta manera se consideran evidentemente más misericordiosos que Jesucristo, el cual por el contrario en el día del juicio dirá a algunos: "¡Alejaos de mí, malditos, id al fuego eterno!". Ellos deberían preguntarse si acaso en su forma de pensar hay algo que no va.
----------En efecto, el error de estos buenistas o misericordistas está en el creer que el castigar es un acto de maldad, una crueldad, un hacer violencia. Ellos no se preguntan si puede existir una punición justa y merecida. Para ellos, el castigar, en cuanto tal, es decir, el hacer seguir al pecado una pena, cualquiera que ella sea, es por ello mismo una cosa injusta, carente de bondad y de misericordia.
----------Sin embargo, por otra parte, si el sufrimiento no viene de Dios, si no nos lo envía Él, si no lo acogemos confiadamente de sus manos paternas, si no sabemos reconocer en el sufrimiento el castigo divino del pecado original y de nuestros pecados, una ocasión que Dios nos ofrece para expiar en Cristo nuestras culpas, convirtiéndonos en hijos de Dios, considerando que nuestros medios humanos no sirven para liberarnos del sufrimiento, ¿qué mejor respuesta encontraremos al por qué del sufrimiento que la respuesta que nos viene de la fe cristiana, una respuesta razonable y luminosa, aunque velada por el misterio, una respuesta que nos hace entrever en su fondo un misterio de amor divino, una respuesta tal que llega a consolar nuestra alma afligida y desorientada, una respuesta tal que nos dé la fuerza para abordar el sufrimiento con esperanza, para transformarlo en nuestro beneficio y darnos paciencia y serenidad?
----------La teología de Von Balthasar, que pone el origen del mal así como la tragedia de la muerte y del pecado en asociación con el misterio de la Encarnación y de la Redención en el corazón mismo del misterio trinitario, casi como constituyendo su esencia, a la manera de Hegel, nos lleva a preguntarnos si o cuánto acepta Von Balthasar el creacionismo y el realismo bíblicos, como lo encontramos por ejemplo en un santo Tomás de Aquino; nos preguntamos si y cuanto acepta él, con el concepto de un mundo producido por la voluntad divina externa a Dios, con el bien y el mal que habitan en él, y por tanto un infierno y un paraíso del cielo como mundos externos a Dios, y cuanto en cambio el mundo del bien y del mal, del cielo y del infierno no sean internos a la misma esencia divina a la manera de Hegel. Confundiendo los infiernos con el infierno, Von Balthasar sostiene que Cristo descendió al infierno llevando consigo a la humanidad para conducirla al paraíso del cielo.
----------En realidad la "teodramática" balthasariana hace pensar que Von Balthasar se inclina más por Hegel que por santo Tomás, si no tuviéramos sus escritos hagiográficos y de mística, que contrapesan y hacen pensar en cambio en la concepción ortodoxa de la distinción entre Dios y el mundo, que, por tanto, exime a Dios de la culpa del mal, y se la carga, como es debido, solamente al mundo.
----------Pero la ambigüedad sigue estando y es necesario hacer un esfuerzo para interpretar a Von Balthasar en sentido católico. Sin embargo, nos sentimos alentados por la crítica que Von Balthasar hace al panteísmo hegeliano de Rahner. Pero antes de abordar directamente a Von Balthasar, veamos los precedentes históricos de la concepción dialéctica de Dios. Estamos a sí conducidos a la Cábala.
El Dios de la Cábala va contra sí mismo para reconciliarse consigo mismo
----------Estamos acostumbrados a considerar la Cábala como algo que no merece ninguna consideración, un conjunto de escritos abstrusos y extravagantes, intrincados e incomprensibles, a tal punto que el término "cábala" es popularmente sinónimo de "intriga" o "engaño" o "fraude". ¿Qué diríamos si en la Cábala, que significa "tradición", encontráramos las ideas de los gnósticos, de Escoto Erígena, de un Nicolás de Cusa, de pensadores del Renacimiento, de Giordano Bruno, de la masonería esotérica, de Fichte y de Hegel?
----------En realidad la Cábala no es más que una corriente de pensamiento judío, nacida en los primeros siglos antes de Cristo, que siempre ha acompañado la historia del pensamiento rabínico, en un continuo encuentro-desencuentro o choque-conjunción dialéctico en contacto con la Escritura y al mismo tiempo con otros motivos platónicos, maniqueos y mistéricos paganos, donde las visiones profundas se acompañan con ideas absurdas. Por eso la Cábala, por su encanto esotérico y su indudable interés teológico, no ha dejado nunca de marcar huella periódicamente en la historia del pensamiento filosófico europeo y cristiano.
----------Uno de los intereses fundamentales de la Cábala es el origen del mal y su redención (tikkún). En busca de la causa y del origen del mal y de la liberación del mal, la Cábala, sin embargo, trastoca el significado del relato del pecado original, ve en la serpiente un liberador y en Dios un tirano.
----------La Cábala con centra su atención en la historia de la creación y del pecado original, y en la función de la serpiente, que representa al demonio en relación con la idea de Dios. En la Cábala, Dios no se define solo con la categoría del ser sino también con la categoría del no-ser, no solo con la categoría del bien, sino también del mal, no solo con la categoría de lo verdadero sino también de lo falso, no solo con la categoría de la vida sino también la de la muerte, por lo cual el demonio, aunque sea mentiroso y homicida, es ministro de Dios y aparece también como Dios. El demonio no solo es opuesto a Dios sino también su colaborador. El hombre no aparece solamente como creatura, sino también como dotado de poderes divinos.
----------La Cábala no distingue la ira divina como voluntad de castigar, de la voluntad malvada. Identifica el mal de pena con el mal de culpa. De ahí viene la consecuencia de que para quitar el pecado y actuar la redención no es necesario el mal de pena, el sufrimiento, sino el mal de culpa, el pecado. No es el sufrimiento el que quita el pecado, como expiación por el pecado, sino que es el mismo pecado el que quita el pecado.
----------Es interesante advertir que el juicio que los fariseos en los Evangelios dan de la obra de Jesús: "en nombre de Beelzebub, echa fuera a los demonios" (Mt 12,24s) refleja este principio cabalístico, presente también en el dicho popular: diablo expulsa diablo. Este principio aparecerá clarísimo en el siglo XVII tanto con Jakob Böhme como con el místico judío, sedicente Mesías, Shabtai Tzvi. Este principio vuelve en Hegel, un admirador de Böhme. Se trata de lo que Hegel llama el "poder de lo negativo" como resorte de la dialéctica. Un negativo que es a la vez negación conceptual, mal de pena y mal de culpa.
El Dios de Lutero predestina tanto al cielo como al infierno
----------Es interesante como Martín Lutero, al narrarnos sus personales luchas espirituales, nos habla siempre y únicamente de su relación con Dios y con el demonio, y no habla nunca de su ángel custodio, que en cambio tiene en realidad en la vida cristiana una función esencial para ayudarnos a desentrañar las insidias o trampas del demonio y para conocer la voluntad de Dios.
----------Lutero está tan impresionado por la potencia ilusionista de Satanás, que llega a decir que a veces Dios se le aparece como demonio y a veces el demonio se le aparece como Dios. Me viene a la mente el genio maligno del cual habla René Descartes.
----------Como es sabido, Lutero sostiene la predestinación tanto a la salvación como a la condenación, pero sin que nuestro libre albedrío tenga parte alguna en ello. Si el pecador peca, la culpa es de Dios; y si el justo se salva, el mérito es de Dios.
----------Además, como es bien sabido, el Dios de Lutero no cancela el pecado, sino que lo cubre, de modo que el pecado permanece, pero de tal manera que ya no es considerado como pecado: se convierte en una cosa normal. Por lo tanto, tenemos un Dios que legaliza el pecado. No nos sorprenda si Lutero llega a decir que Dios es la causa misma del pecado. Pero nos preguntamos: ¿no es esto un llamar bien al mal? De esta manera el Dios de Lutero viene a legalizar el pecado como si fuera justicia.
----------De esta manera, en Lutero el pecado es perdonado sin necesidad de arrepentimiento, que para él es imposible, porque para él el pecado es estructural a la conducta humana. Así la gracia convive con el pecado: simul justus et peccator. Es cierto que Lutero quisiera aquí referirse en realidad a la concupiscencia, que efectivamente es una tendencia al pecado. Pero el hecho es que Lutero, tal como le reprochaba el Concilio de Trento, confunde el pecado con la concupiscencia, por lo cual querría que como la concupiscencia es disculpada porque es una condición propia del estado de naturaleza caída, Lutero quisiera que se perdonara también el pecado para poder continuar pecando sin remordimiento de conciencia.
----------Lutero, ciertamente, distingue el cielo del infierno. Para él, por cierto, existen los bienaventurados y existen los condenados. Sin embargo, como es bien sabido, Lutero niega los méritos sobrenaturales y la función salvífica del libre albedrío. No va al paraíso del cielo quien elige a Dios, sino quien es elegido por Dios. No va al infierno quien está contra Dios, sino aquel a quien Dios envía al infierno.
----------Según Lutero la beatitud no es el premio para quien lo ha merecido por las buenas obras; la pena eterna no es el justo castigo merecido por haber desobedecido los mandamientos. Los bienaventurados del cielo no saben por qué están en el cielo y los condenados no saben por qué están en el infierno.
----------Para Lutero, Dios no salva y no condena en base a criterios humanamente verificables precedentemente hechos conocer al hombre, establecidos y acordados con el hombre, de modo que al rendir cuentas al final del trabajo, el hombre pueda saber por qué ha sido salvado o por qué ha sido condenado, y verificar así la lealtad de Dios en el respetar los pactos. La famosa novela de Franz Kafka, "El proceso", hace un retrato eficaz, en su angustiante configuración, de la alucinante y absurda concepción luterana del juicio divino.
----------Lutero toma como pretexto la soberana misteriosa voluntad de Dios, para sostener irrazonablemente que Dios salva o condena no se sabe por qué motivo o razón, sino más bien contra toda expectativa razonable y en contraste con cuanto había pactado en precedencia, como si Él estuviera libre de sujetarse al principio de no-contradicción, cuando en realidad es Él mismo quien lo ha fundado con la obra de la creación, casi para actuar y pensar sin un ideal, sino solo en base a su incuestionable voluntad omnipotente y en base a su solo voluble o caprichoso arbitrio sin tener que dar razón a nadie de lo que hace y elige.
----------Ahora bien, es evidente que a nosotros no se nos permite juzgar aquello que hace Dios, tal vez para desaprobar su obra o porque Él nos deba rendir cuentas a nosotros, porque al contrario somos nosotros los que debemos rendirle cuentas a Él. Lo que en cambio se nos concede a nosotros, personas inteligentes, por su propia voluntad, es el entender el porqué de los premios y de los castigos que Él asigna a cada uno sin la pretensión de saber por qué ha elegido a aquel y no a éste para recompensar a aquel y no a éste. Una cosa es el porqué de esa determinada elección divina y otra cosa es la justificación especulativa del motivo racional para la elección. Lo primero solo lo sabe Dios; lo segundo lo podemos comprender también nosotros para darnos cuenta de su lealtad, justicia, misericordia y fidelidad a los pactos.
----------En cambio, en la visión luterana de la predestinación no se salva la sabiduría, la bondad, la racionalidad, la coherencia y la lealtad de esta su voluntad. Se manifiesta un Dios cruel, infiel, no confiable, desleal, voluble. Y este según Lutero sería el Dios de la "fe". Ahora bien, Dios es ciertamente impredecible acerca de sus elecciones futuras, pero podemos prever con certeza ya desde ahora que Él será fiel a los pactos.
----------Es necesario recordar además que para Lutero Dios no salva moviendo la voluntad del hombre a la obra buena, sino, como el antiguo Fatum pagano, por un incuestionable decreto suyo independientemente de aquello que hace el hombre, tanto en bien como en mal, es libre de premiar al malvado y castigar al justo.
----------Si uno está predestinado al infierno, no sirve para nada que cumpla las obras buenas. Si uno está predestinado al paraíso del cielo, puede hacer todos los pecados o lo que quiera, que va al cielo. Dios envía al infierno aunque el hombre haya obedecido todos los mandamientos y lo manda al cielo aunque haya desobedecido a todos, porque lo hace no para castigar las malas obras ni para premiar las buenas, sino solo porque así Él lo quiere. Para salvarse, basta creer ser salvados.
----------Lutero pasa por alto aquellas parábolas del Evangelio en las cuales los obreros verifican la justicia de la compensación otorgada por el patrón, compensación pactada previamente en base al contrato de trabajo, y también pasa por alto la advertencia de Cristo de que nosotros podemos salvarnos solo si guardamos los mandamientos. En efecto, para Lutero quien obedece los mandamientos, suponiendo que eso sea posible, no puede tener esperanza cierta de ir al paraíso dell cielo. El que desobedece los mandamientos puede estar seguro de salvarse lo mismo, siempre y cuando tenga fe en la misericordia de Dios.
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