Para Karl Rahner, el hablar de Dios, y más aún, su mismo concebirlo, un Dios del cual nos hemos hecho un concepto como sustancia, primer ente y causa primera, no es la premisa para contemplarlo amorosamente en la experiencia mística, sino que es el obsoleto remanente de la vieja metafísica aristotélica, ya superada desde hace siglos por la filosofía moderna que desde Descartes, y pasando por lo tanto por Hegel, llega hasta Bultmann y Heidegger. [En la imagen: detalle de "La tentación de Cristo", una ilustración de Simón Bening, obra producida entre los años 1525 y 1530, para un Libro de las Horas].
Rahner ha causado graves daños a la Iglesia pero no carece de aspectos positivos
----------Para aquel intelectual católico que se mantenga al día y atento a las corrientes de pensamiento que atraviesan, algunas de ellas por napas subterráneas y otras en la superficie y a plena luz, la vida de la Iglesia católica en la actualidad, un hecho constatable es que desde la época del Concilio Vaticano II, Karl Rahner [1904-1984] sigue teniendo muchos seguidores y una notable influencia, sobre todo en aquellos ambientes eclesiales que se consideran prosecutores del progreso promovido por el Concilio.
----------Ciertamente Karl Rahner, con su labor durante las cuatro sesiones del gran sínodo ecuménico [1962-1965], ha dado una notable contribución a la elaboración de las doctrinas nuevas que los Padres conciliares fijaron en los documentos finales del Concilio, promulgados por el papa san Paulo VI. Pero el hecho incontrovertible ha sido, sin embargo, que el teólogo jesuita alemán propagaba esas nuevas doctrinas dándoles una interpretación modernista. Sin embargo, tal fue la fama y tal el prestigio que se había adquirido como perito del Concilio, que cuando él se lanzó en los años del postconcilio a esa empresa falaz, sin duda instigada por el maligno espíritu de la mentira, fueron poquísimos los Obispos, sacerdotes y teólogos que se dieron cuenta de la insidia o tuvieron el coraje de oponérsele para no dar la apariencia de ser enemigos del Concilio.
----------De manera que se produjo un hecho muy curioso, del cual es necesario percatarse para discernir y evaluar correctamente lo que ha ocurrido, porque Karl Rahner, durante los años del postconcilio y hasta el final de su vida, en los primeros años '80, y todavía en la actualidad, no ha encontrado sólo éxito, sino también oposiciones, pero estas oposiciones no solo las ha encontrado Rahner entre aquellos que oponen resistencia a las novedades conciliares (vale decir, los pasadistas o indietristas o filolefebvrianos), sino también en esa área católica que quiere ser de veras católica, alejada de los extremismos pasadistas y modernistas, pues quiere mantener sinceramente la fidelidad a la Sagrada Escritura y a la Sagrada Tradición en plena comunión con el Romano Pontífice y que hace sincera profesión de fe en la integridad de la doctrina católica con la intención de difundirla, de hacerla poner en práctica y de defenderla de los errores.
----------Ahora bien, el pensamiento de Karl Rahner, llamémoslo "rahnerismo", particularmente en todo lo que se refiere a la interpretación de las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, no ha sido nunca explícitamente condenado ni formalmente rechazado por el Magisterio de la Iglesia, excepto en aquellos errores que Rahner ha retomado de los siglos del pasado, y que son errores que ya la Iglesia ha condenado repetidamente. Pero también es necesario decir que jamás las ideas de Karl Rahner han sido recomendadas por el Magisterio, y nunca el teólogo jesuita alemán ha sido puesto por los Romanos Pontífices como ejemplo de teólogo, como efectivamente la Iglesia sigue haciendo en cambio con santo Tomás de Aquino, aun cuando muy raramente cite algún pasaje obviamente aceptable de la inmensa producción teológica rahneriana.
----------Por otra parte, no cabe ninguna duda de que los rahnerianos, sin darse todavía por vencidos y de hecho muy convencidos de que algún día saldrán victoriosos, dado el gran éxito obtenido en estas últimas décadas por su ideólogo, hayan ejercido continuamente presión sobre los Papas en estos años del postconcilio a fin de lograr que el Magisterio de la Iglesia presentara a Rahner y no a santo Tomás de Aquino como modelo de teólogo. Pero el caso es que no lo han conseguido, y el hecho es que se han encontrado con la sorpresa de que el mismo Concilio Vaticano II recomienda al Aquinate y que los Papas del postconcilio, si bien han considerado oportuno no condenar explícitamente a Rahner, se han guardado muy bien de tejer ninguna alabanza al insidioso jesuita. Más aún, como todos saben, el actual Pontífice volvió el año pasado a presentar a santo Tomás como modelo de teólogo, continuando así una tradición que se prolonga desde hace ocho siglos.
----------Por otra parte, actualmente está muy difundida una interpretación benévola del pensamiento rahneriano, ciertamente con algún buen fundamento, pero también signo de una cierta ingenuidad o de mal disimulados intereses académicos o intereses que evidencian intenciones de carrerismo. Y esto es comprensible también porque Rahner en ciertos lugares de su extensa obra escrita manifiesta abiertamente sus errores mientras en otros lugares de sus libros los esconde hábilmente bajo una aparente ortodoxia o una verdadera y propia desmentida o negación, que sin embargo no es retractación, sino una movida circunstancial en función de las conveniencias del momento. Aquellos que no conocen a Rahner, excepto a cuentagotas o por haber picado algún bocadillo aquí y allá, no logran advertir estos trucos, pero aquellos que como yo, han estudiado su pensamiento durante cincuenta años, no tienen dificultad en darse cuenta.
Los errores de Rahner que siguen apareciendo
----------Ahora bien, como es obvio, de nada serviría que en los párrafos anteriores haya hablado de errores en la interpretación que Rahner da de los documentos del Concilio Vaticano II, de nada serviría el haber indicado los daños que el rahnerismo ha causado y sigue causando en la Iglesia, si no argumento con claridad cuáles son esos errores y esos perjuicios. Por supuesto que lo haré de manera breve, a modo de rápido panorama resumido, no de modo académico, aunque sí suficientemente argumentado.
----------Si así no lo hiciera me asimilaría a algunos lectores que de tanto en tanto visitan este blog y comentan en el foro planteando objeciones, denunciando errores de mi parte, o rechazando mis publicaciones acusándome de modernista (de pasadista es raro que me acusen, porque las más de las veces esta clase de lectores son indietristas), pero haciéndolo siempre "porque el aire es gratis" como suele decirse, pero nunca argumentando sus objeciones ni sus denuncias de errores ni sus condenas. Aclaro que en la mayoría de los casos elimino tales comentarios antes de ser publicados o bien inmediatamente de ser publicados, para evitar a los demás lectores la pérdida de tiempo que supone el leer tonterías de gente intoxicada de ideología, por lo demás ideología ajena y copiada de otros, porque ni siquiera es propia y no pueden ni intentar defenderla. De modo que para no caer yo mismo en esta necedad, resumiré ahora, como he dicho, los errores de Rahner.
----------Notemos ante todo la concepción rahneriana de la Sagrada Liturgia, en la que, a decir verdad, el adjetivo "sagrada" parecería estar de más. Porque en la concepción rahneriana de la liturgia es negado lo específico del sacerdote como ministro de la Sagrada Eucaristía y confesor ministro de la Penitencia, y es sustituido por un rol más bien sociológico o humanitario donde los sacramentos son concebidos no como productores de la gracia, vale decir, no como signos eficaces de la gracia, sino como meros signos de la gracia ya recibida; mientras que la celebración litúrgica, con el pretexto de la inspiración del Espíritu y de la recomendada adaptación al ambiente, deviene, como desde hace tiempo ha sido señalado por muchos, ocasión para la afirmación del protagonismo personal del celebrante, de modo que lo que viene a atraer a la gente no es en absoluto la Misa como tal, sino la misa de ese tal. Lo que interesa no es la Misa sino el celebrante.
----------Ahora bien, ¿cómo no dará lugar todo esto a esa desastrosa y escandalosa profanación y secularización de la Liturgia, donde lo sagrado es rebajado al nivel de lo profano y lo profano se convierte en sagrado? ¿Cómo estas ideas rahnerianas puestas en práctica no podrán provocar, como de hecho sucede desde hace tiempo, esa deformación de la Liturgia o desafección (en clero y fieles) por la Liturgia que hoy está en continuo crecimiento y ahondamiento? Si ciertos sacerdotes enfocan la Misa sobre el módulo de los espectáculos televisivos, ¿no se dan cuenta de que la gente va a preferir siempre la TV a su llamada "Misa"?
----------El hecho es que lamentablemente en la visión de Rahner el sacerdote, por su propia declaración, es reducido a simple representante de la asamblea litúrgica de una "Misa" que ya no es renovación del sacrificio expiatorio, satisfactorio, reparador y redentor de Cristo (¡horrenda visión masoquista! según Rahner), sino solo edificante memoria del testimonio del mártir, del "hombre-por-los-otros", drama del Dios vaciado y alienado de sí, un Dios Hijo rechazado por Dios Padre, pero que resucitando desde la muerte se convierte en Espíritu (es necesario tener presente que Rahner interpreta las palabras de san Pablo "El Señor es el Espíritu" de 2 Cor 3,17, en el sentido de que Cristo resucitando de la muerte deviene el Espíritu Santo). ¿Se podrá celebrar alguna vez una Misa según el modelo de la concepción hegeliana de Dios?
----------Así Rahner ha dado espacio a una figura de Cristo, hoy difundida, inspirada en Teilhard de Chardin, el así llamado "Cristo cósmico", que emerge de la tierra, pasa por el hombre que se auto-trasciende para ascender hasta Dios, que a su vez deviene hombre para hacerse mundo y retornar a la tierra.
----------Ahora bien, por cuanto respecta a la promoción del progreso del saber teológico, ¿podemos acaso decir que la teología desde hace seis décadas ha hecho verdaderos y propios progresos bajo los estímulos y el ejemplo de Rahner? ¿Acaso se han profundizado las verdades de siempre o se ha puesto en discusión lo que había sido definitivamente adquirido, conquistado y comprobado con certeza como base de la humana convivencia y de la civilización por obra de la humana razón en los siglos y milenios pasados?
----------¿Con las ideas de Rahner hemos comprendido mejor el misterio de Cristo o nos hemos enredado de nuevo en esa confusa maraña de herejías que habían precedido a las clarificaciones obtenidas a través de los Concilios cristológicos? ¿Sabemos distinguir y unir en la persona y en la naturaleza humana el alma y el cuerpo, tal como nos había enseñado la dogmática conciliar medieval o hemos vuelto a caer en el conflicto entre el idealismo dualista de Platón y el hedonismo materialista de Epicuro?
----------¿Existe la "experiencia apriorica atemática preconceptual trascendental del yo, del ser y de Dios", de la cual habla Rahner? ¿Es verdad que todos, al menos de modo anónimo e inconsciente, pero trascendentalmente y no conceptualmente, creen en Dios y se salvan, aunque se profesen ateos?
----------Para Rahner la fe católica se difunde no haciendo razonar sobre signos de credibilidad y testimonios de caridad, y anunciando verdades antes ignotas al evangelizando, sino llevando a conciencia al evangelizando en modo temático y categorial la experiencia originaria inefable de Dios ya presente en su inconsciente. No está claro si para Rahner el misionero debe apuntar a aumentar el número de los católicos o basta que él permita al evangelizando expresar en las categorías de su religión el contenido universal, decisivo, y suficiente para la salvación, de la experiencia trascendental. ¿Pachamama es la versión amazónica de la mariología? ¿Para explicar la Escritura Pachamama puede sustituir a Aristóteles?
----------Por otra parte, Rahner propone una concepción del hombre no como animal racional, sustancia viviente o persona compuesta de un cuerpo y de un alma inmortal, creado a imagen y semejanza de Dios, sino, a la manera de Heidegger, afirma que "la esencia del hombre es la absoluta apertura al ser en general" (Ibid.) y en otro lugar precisa esto diciendo que:
----------"El hombre es el ser de la trascendencia hacia el misterio santo y absolutamente real". "El hombre existe en cuanto tal a través del horizonte y del origen de la trascendencia". Este origen y horizonte de la trascendencia del hombre, que "constituye su ser originario en cuanto sujeto y persona, es este misterio santo absolutamente existente" (Curso fundamental sobre la fe, Herder, Barcelona 1998, pp. 39-40), es decir, Dios mismo.
----------Vemos cómo Rahner define al hombre no en términos categoriales, como sustancia o naturaleza, sino en términos de ser, en términos metafísicos, como si el hombre fuera una categoría o modalidad del ser o un predicado del ser. Que el hombre sea un ente o un ser, no hay duda. ¿Pero es suficiente detenerse aquí sin precisar qué tipo de ser? ¿Su animalidad o corporeidad no cuentan nada? El ser puede ser material o espiritual. El hombre no es simplemente un ser, sino un ente material animado por un alma espiritual.
----------Pero no nos dejemos llevar por los perfumes heideggerianos presentes en Rahner. Más bien, observemos que la apertura al ser podría ser también la materia prima. Para designar al espíritu sería necesario precisar que esta apertura pertenece al intelecto o al pensamiento y no simplemente de modo vago al ser.
----------La verdadera apertura al ser divino podrá ser propia solo de un espíritu. Pero al mismo tiempo un acto como el de abrirse supone una facultad en un sujeto y no puede ser ella misma sujeto. Salvo que se trate de Dios, donde el ser coincide con el actuar. En definitiva, el concepto rahneriano de Dios es un caótico nido de contradicciones, que favorece el panteísmo.
----------Nótese también que la concepción rahneriana del hombre está estrechamente conectada con su modo de concebir el descubrimiento de la existencia de Dios. Ese descubrimiento no ocurre en el momento en que la razón, al plantearse la cuestión del origen del mundo, descubre la necesidad de admitir una causa primera y un fin último de todas las cosas. En efecto, para Rahner el hombre es esencialmente apertura, tendencia, orientación o relación a Dios, de modo tal que con la experiencia trascendental el hombre a un mismo tiempo se descubre a sí mismo y descubre a Dios como vértice de la trascendencia del propio yo.
----------No es que para Rahner el hombre descubra su propia dignidad interrogándose sobre el origen de tal dignidad, y se da cuenta de ser una creatura de Dios, creada a su imagen y semejanza. No. Para Rahner, en el momento en el cual yo tomo conciencia de mi ser me doy cuenta de ser por esencia en relación con Dios.
----------En definitiva, Dios y yo no somos dos personas distintas, no somos, por un lado, yo ser creado y, por otro lado, Él ser creador, sino que Dios y yo somos los términos de un único movimiento o devenir del mismo ser, por el cual yo me elevo a Él y Él se abaja a mí. Él y yo no somos dos entes o dos personas o dos naturalezas o dos sustancias distintas: mi ser y el suyo es un solo ser; la diferencia está en el hecho de que yo soy el ser en cuanto abierto a Él, y Él es el ser en cuanto se me aparece a mí.
----------Para Rahner, entonces, el hablar de Dios, y más aún, su mismo concebirlo, su concepción, un Dios del cual nos hemos hecho un concepto como sustancia o como primer ente y como causa primera, no es la premisa y presupuesto para contemplarlo amorosamente en la experiencia mística, sino que es el obsoleto remanente de la vieja metafísica aristotélica, ya superada desde hace siglos por la filosofía moderna que desde Descartes, y pasando por lo tanto por Hegel, llega hasta Bultmann y Heidegger.
Contrario al pensamiento común, Rahner era chef diplomado, un enorme cocinero. Nadie hacía las cotellete o los gnocchi a la gorgonzola como él, de allí que no se reconozcan algunos aportes. El modernismo es otra cosa, muy distinta. Sólo el que entiende de cocina entiende su doctrina.
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarle hago presente que Rahner mismo, con tono perentorio, exhorta a la Iglesia de hoy, como si fuera su preceptor, a asumir en su totalidad el pensamiento moderno, sin hacer ninguna distinción entre lo bueno y lo malo, por lo tanto con un enfoque auténticamente modernista, francamente modernista, explícitamente modernista, precisando aquellos que son los autores en los cuales el Magisterio de hoy se debería inspirar para estar a la altura de los tiempos y no quedarse atrás en el curso de la historia.
Y según lo dice explícitamente Rahner, estos maestros deben ser Descartes, todos los exponentes del idealismo alemán, y Heidegger. Precisamente, al final de su vida, Rahner declaró que Heidegger había sido su único maestro.
Por consiguiente, volviendo a la imagen del cocinero que usted ha querido utilizar, puedo decir, tras venir estudiando a Rahner durante cinco décadas, sin negar en absoluto ciertos valores presentes en su pensamiento y en su contribución al mismo Concilio Vaticano II, que Rahner nos propone un hermoso y exquisito almuerzo, pero envenenado.
Disculpe padre, me parece entender que Rahner no considera la dimensión apostólica de la Iglesia.... Es una dimensión muy importante, ya que está firmemente afirmada en el Credo...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
EliminarRahner, como católico, considera por supuesto la dimensión apostólica de la Iglesia.
El problema es que él, teniendo una concepción historicista de la verdad, tiende a dar una interpretación modernista del Magisterio de la Iglesia.
A mí me ha gustado la consideración de que debemos prepararnos para escuchar la palabra.
ResponderEliminarPerfecto!
EliminarEstimado Juan,
Eliminarcomparto su parecer.
Perdón padre quiero decir algo que quizás no tenga relación con el post pero quiero decirlo de todas formas... usted sabe muy bien lo que voy a decir pero insisto... el mal tiene una gran capacidad de seducción... el pensamiento malvado se viste de luz, de bien... aparece hermoso, armonioso.... Nos estimula a nuestro yo ávido de poder, para que podamos convertirnos en dueños de la vida, ávidos de una falsa libertad... nos lleva hacia arriba, y contemplamos los reinos del mundo llenos de codicia.... ¿y entonces cómo rechazamos todo esto? Hacemos el mal que odiamos.... ¿Quién nos liberará de este cuerpo condenado a muerte? Cristo es nuestra libertad, Cristo nos libra del lodo de nuestros pecados... Pero debemos tenderle la mano con toda el alma...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarveo que sus palabras reflejan fielmente las palabras preocupadas, pero al mismo tiempo confiadas, de San Pablo en el cap. 7 de la Epístola a los Romanos.
Se ha dado cuenta rápidamente... sí, amo mucho a San Pablo...
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