La historia en sentido teológico, en cuanto historiografía, es la narración de la obra de la Providencia divina en el tiempo en favor del hombre, o bien es la historia en cuanto está guiada por Dios que guía la acción humana y es el mismo obrar divino de hecho y en el tiempo junto con la respectiva reacción humana, favorable bajo el impulso del Espíritu Santo, o contraria del hombre y de las fuerzas demoníacas. [En la imagen: fragmento de "El Juicio Final", fresco de 1306, que forma parte del Ciclo sobre la Vida de Cristo, pintado por Giotto di Bondone, en la Cappella degli Scrovegni, Padua, Italia].
Desmontemos un grave prejuicio contra la teología tomista
----------En un artículo de la revista Études de abril de 1946, bajo el título Les orientations présents de la pensée réligieuse, Jean Daniélou [1905-1974], quien en 1969 sería creado cardenal por san Paulo VI, lanzaba contra el pensamiento de Tomás la grave acusación de "ignorar la noción de historia". Han pasado casi ochenta años desde entonces y, sin embargo, todavía hoy hay quienes compartirían aquella acusación.
----------Ciertamente el Aquinate no nos da un concepto de historia, no nos da una definición de la esencia de la historia. Pero él sabe muy bien, de todos modos, qué es la historia, cuál es su importancia como realidad creada y guiada por Dios a los fines que Él ha fijado en el devenir histórico.
----------No niego que en el tomismo escolástico subsecuente a santo Tomás de Aquino hasta el tomismo francés del siglo pasado, la reflexión filosófica y teológica sobre el sentido cristiano de la historia haya sido deficiente por una atención demasiado exclusiva a la teología dogmática, mientras que no se puede negar en los protestantes una mayor atención favorecida por su devoción a la Escritura donde es evidente en qué medida las narraciones históricas y el género literario de la parábola y del relato mitológico o parenético ofrecen inspiraciones, puntos de partida y estímulos para la reflexión moral y sapiencial.
----------De todos modos, es indudable que Tomás de Aquino, tanto en su filosofía y teología como en sus comentarios a la Escritura, demuestra comprender muy bien las enseñanzas sapienciales y morales de la historia concebida como camino de la humanidad bajo la guía de la divina Providencia y como gradual actuación a lo largo de siglos del plan divino concerniente al destino de la humanidad.
----------Tomás ciertamente no nos dice que la historia puede ser objeto de la competencia de la filosofía, Tomás no nos da una definición filosófica de la historia. Esta será la obra de Hegel (cf. Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Alianza Editorial, Madrid 2001, pp. 43-57), quien concibe filosóficamente la historia como la progresiva realización de la razón divina en la humanidad a lo largo del tiempo y movimiento del Espíritu en la toma de conciencia por parte de sí mismo en el tiempo. Él habla de la historia como efecto del proceder del Espíritu inmanente a la humanidad en el curso del tiempo.
----------Tomás ciertamente habría aceptado este concepto dentro de estos límites. De ello da prueba el modo con el cual en sus obras considera la inteligibilidad de la historia sagrada y profana de la humanidad y del pensamiento. Encontramos, por consiguiente, en Hegel, dentro de estos límites, una explicitación del concepto tomista de la historia, aunque ciertamente tal explicitación no es en Hegel intencional, dada su casi total insensibilidad al pensamiento de santo Tomás según la tradición luterana.
----------Y además hay que recordar que en la visión hegeliana está presente también un elemento panteísta que Tomás no habría aceptado en absoluto. Por cierto, un filósofo tomista que nos presenta en la confrontación con la concepción hegeliana la concepción filosófica de la historia que se puede recabar de los principios de santo Tomás y de la práctica misma irreflexiva de esta filosofía que encontramos en sus obras, es Maritain en su obra Para una filosofía de la historia publicada en 1955, excelente respuesta a la falsa acusación del Daniélou (cf. Filosofía de la Historia, Editorial Club de Lectores, Buenos Aires 1980).
----------En esta obra de fundamental importancia como ejemplo de tomismo postconciliar, aunque escrita pocos años antes del Concilio, el gran filósofo y teólogo Jacques Maritain realiza un examen crítico del concepto hegeliano de la historia reconociendo en él su originalidad y su mérito, un juicio que ciertamente Tomás habría compartido, pero al mismo tiempo mostrando Maritain la impostación gnóstica de un concepto idealista e historicista de Dios y de la verdad, que ciertamente Tomás no habría aceptado.
----------Maritain, como fiel tomista que es, nos hace comprender, aunque no nos lo diga, que si Tomás hubiera podido conocer la visión hegeliana, habría captado en ella el núcleo de verdad que contiene, excluyendo la concepción hegeliana del devenir de Dios inmanente en la historia.
----------Se sabe que para Tomás el vértice de la filosofía no es la cosmología, que es el horizonte de la historia, sino la metafísica y la teología, que es el horizonte del ser inmutable supra-histórico, aún cuando Tomás tiene clara la percepción de la mutabilidad y por tanto de la historicidad del espíritu humano.
----------Pero esto no significa en absoluto que santo Tomás de Aquino no supiera y no apreciara del modo justo y correcto qué es la historia a la luz tanto de la razón como de la fe, y que no se haya interesado profundamente por la historia como filósofo y como teólogo, aunque no como historiador, sabiendo muy bien, ya por la escuela de los Padres y de san Agustín de Hipona, que la Escritura nos da una revelación divina sobre el significado sapiencial de la historia, sobre su relación con Dios y los destinos del hombre.
----------Ciertamente Tomás no ha sido un historiador. Pero para comprender filosóficamente qué es la historia y cuál es su valor le es suficiente al filósofo sacar sus conocimientos históricos del mismo historiador, lo que Tomás ha hecho concienzudamente, obviamente en relación con los conocimientos históricos disponibles en su tiempo.
----------Tomás era muy consciente del hecho que la historia es una realidad inteligible, de suma importancia para nuestra vida y en relación con su fin último. Aunque la historia nos presente tantos lados oscuros que no son científicamente manejables, él sabía, sin embargo, que la historia, fruto del actuar del hombre, ser dotado de razón, no puede no ser a su vez susceptible de ser indagada y explicada por la razón; no puede no ser una expresión de la razón humana y sobre todo de la razón divina que la guía en el sucederse de los tiempos y de los siglos hasta la plenitud final del Reino de Dios. Si la historia como tal no es objeto de ciencia, de ella se deriva sin embargo la ciencia del actuar humano y divino de hecho y de derecho en el tiempo y espacio. Se aprende a distinguir el bien del mal y a ver el triunfo del bien sobre el mal.
----------Tomás sabía muy bien que en la enorme masa de los acontecimientos y de los hechos del pasado y del presente nuestra razón es capaz de identificar y discernir ciertas líneas tendenciales, ciertos motivos recurrentes, ciertos datos constantes, valores y hechos más o menos importantes en relación con el camino de la humanidad hacia una realización cada vez mejor de los fines de la vida humana.
----------Él sabía muy bien que, aunque la historia nos da solo datos existenciales y concretos, y no las puras esencias y causas objeto de la ciencia, no por esto las esencias y las causas no están presentes en lo concreto de los hechos históricos, siempre que nosotros sepamos reconocerlas en el corazón de los acontecimientos, prescindiendo de los elementos insignificantes y accidentales.
----------Y entonces descubriremos el desenvolverse en el tiempo de un maravilloso plan divino de misericordia, de justicia y de salvación para el hombre, un plan sapientísimo y misterioso indagable por la razón y por tanto por la filosofía, así como iluminable por la fe, y, por tanto, materia de la indagación teológica.
----------Naturalmente, Tomás sabe qué es la historia, pero no piensa en dar de ella una definición. Sabe qué es la historia porque conoce la Escritura, la cual narra precisamente cómo en el tiempo Dios ha guiado, guía y guiará a la humanidad hacia aquellos fines que corresponden a su voluntad de amor, de justicia y de misericordia.
----------Si santo Tomás de Aquino no nos da en ninguna de sus obras una noción explícita de la historia, no por esto nos resulta imposible a nosotros recabar una definición en base a los principios mismos del Aquinate. Todo lo contrario. Y lo vemos en este artículo. Aún así, con todo esto, no pretendo restar nada al mérito de la filosofía moderna por habernos dado un concepto filosófico de la historia.
----------Ciertamente en los tiempos de santo Tomás nadie sospechaba que la historia pudiera ser materia de filosofía. Si la ciencia tiene por objeto lo universal, mientras que la historia es la sucesión en el tiempo de hechos y cosas singulares, ¿cómo podría la historia ser objeto de ciencia? Si la historia es el teatro de las acciones del libre albedrío humano, ¿cómo se podrían dar en la historia realidades demostrables o previsibles según un principio de necesidad lógica? ¿Cómo podrían darse demostraciones estrictas propter quid?
----------En los tiempos de santo Tomás era clara la idea de que la historia fuera una sucesión de hechos y que el problema e interés de la historia fuera la narración de estos hechos. Es decir, la materia histórica era de simple competencia del historiador. Y sin embargo, ya desde los tiempos del antiguo Israel y luego de los Padres de la Iglesia, el contacto con la Escritura había hecho entender, a los filósofos, moralistas, teólogos y sabios, que en la historia y en los hechos narrados por la Escritura había amplísima materia de meditación y de aprendizaje para el filósofo, el moralista y el teólogo, solo a condición de que se los supieran leer comprendiendo cómo en el acontecimiento, en la empresa humana, en las vicisitudes de los pueblos y de las naciones, en la vida de los grandes personajes históricos, resplandece siempre para el filósofo y para el teólogo algún rastro, signo, huella o advertencia de las verdades supremas, de la dinámica del espíritu, de la divina providencia, de la voluntad de Dios, de las obras de la razón, de los planes de una inteligencia.
----------La historia en sentido teológico, en cuanto historiografía, es la narración de la obra de la Providencia divina en el tiempo en favor del hombre, o bien es la historia en cuanto está guiada por Dios que guía la acción humana y es el mismo obrar divino de hecho y en el tiempo junto con la respectiva reacción humana, favorable bajo el impulso del Espíritu Santo, o contraria del hombre y de las fuerzas demoníacas.
----------Así, el libro del Apocalipsis nos presenta la historia de la humanidad como la lucha a lo largo de los siglos de la Iglesia guiada por nuestro Señor Jesucristo contra las fuerzas demoníacas con la victoria final de Cristo. En este sentido, santo Tomás estaría de acuerdo con Bruno Forte en hablar de teología narrativa junto a la teología inductiva-deductiva que forma la teología dogmática.
----------De aquí el famoso y muy verdadero dicho: historia magistra vitae, aun cuando sea verdad que el saber de lo eterno y lo inmutable sigue siendo siempre patrimonio privilegiado de la metafísica y de la dogmática por encima del dato de la historia, el cual, por más que pueda contener lo eterno y lo inmutable, se trata siempre de algo que está en camino y evoluciona, y que aún no ha llegado a su término o a su plenitud.
----------Sin embargo, la filosofía, obra de la razón, tiene por objeto no solamente la razón en sí misma, sino también el proceder temporal de la razón en sus obras especulativas, y tenemos la historia de la filosofía, y de la razón práctica, y tenemos las grandes acciones, las res gestae, las acciones históricas de los grandes hombres, los personajes históricos, la historia sic et simpliciter.
----------La filosofía teorética y moral, así como la teología dogmática, dan a conocer no simplemente los valores humanos y morales en cuanto maduran en la historia, sino en su maduración y perfección finales, de modo que es sólo a la luz de esta perfección ideal y final que se puede valorar el sentido y el significado del progreso histórico de la humanidad hacia el Reino de Dios.
----------De lo contrario se cae en la visión miope, estéril y frustrante del historicismo, un continuo, inconcluyente y exasperante movimiento cíclico, un devenir histórico fin para sí mismo que impide al espíritu elevarse al nivel de lo eterno. En lugar de subir al cielo, uno se queda en la tierra o incluso desciende al infierno. En lugar de nutrirse del pan de los ángeles, se comen las algarrobas de los cerdos.
----------Entonces, ¿cómo puede la historia ser materia de interés filosófico? ¿Cómo puede la historia ser materia filosófica? ¿Cómo puede interesar a la filosofía? La filosofía indaga sobre las causas y razones primeras y los fines últimos de la realidad. La historia ve la acción de hecho de estas fuerzas y de estos principios de la humanidad en el tiempo y en el espacio.
Usted dice que "la historia como tal no es objeto de ciencia". ¿Puede explicarlo?
ResponderEliminarSiempre he oído hablar de "ciencia histórica", y siempre he entendido que la historia es, a su manera, una ciencia, con sus límites, con sus conquistas ciertas, pero también con sus cuestiones abiertas...
Estimado José,
Eliminarel concepto de ciencias históricas es un concepto moderno que nace de aquellos que han sido los progresos de los conocimientos históricos.
Cuando he dicho que la historia como tal no puede ser objeto de ciencia, entendía ciencia en el sentido de conocimiento cierto y demostrativo de las causas de un hecho dado o de un fenómeno dado.
Ahora bien, la historia es un conjunto de hechos y de eventos individuales, temporales y diversificados, que son causados por la libertad humana. Ahora bien, la ciencia está a la búsqueda de lo universal y de leyes universales, cosas que suponen lo inmutable y lo determinado.
Ahora bien, ¿cómo se hace para encontrar en la historia objetos de este tipo? Esto es posible en las ciencias físicas, matemáticas, incluso psicológicas, morales, metafísicas y teológicas. Sin embargo es posible encontrar en la historia una cierta lógica, una relación de causa y efecto, la existencia de hechos constantes, todas cosas que permiten alcanzar un saber que podemos llamar ciencia, pero que no tiene la certeza y el rigor que pueden tener las ciencias verdaderas y propias que he enumerado antes.
En conclusión, ¿la historia es o no una ciencia? Si por ciencia entendemos conocimientos ciertos, ciertamente, pero si por ciencia entendemos un conocimiento que explique rigurosamente según la relación de causa y efecto, no es una ciencia, porque en la historia juega el libre albedrío humano, que, por el contrario, no concierne al objeto de la ciencia, al cual concierne la esencia universal determinada.