sábado, 20 de julio de 2024

La Virgen María como modelo de la Iglesia y de la mujer (3/7)

La Sagrada Escritura sugiere un acercamiento de la sabiduría con la feminidad: en el libro de la Sabiduría, capítulo 8, el rey Salomón declara haber tomado a la sabiduría como su "esposa" (v.2) y "compañera de mi vida" (v.9). Pues bien, el alma femenina parece particularmente receptiva frente al don divino de la sabiduría, y es lógico ver la feminidad de la Santísima Virgen María como llena en modo excelso de éste que es el más alto entre los siete dones del Espíritu Santo. [En la imagen: fragmento de "La Virgen María entre María Magdalena y san Juan Evangelista", óleo sobre lienzo que data del primer tercio del siglo XVII, obra de Felipe Diricksen, conservado y expuesto en el Real Monasterio de la Encarnación, Madrid, España].

María y la Mujer
   
----------El valor de la feminidad de María no es ciertamente un descubrimiento de los tiempos modernos: clásica es la consideración de los Santos Padres, según los cuales, si por una mujer (Eva) el pecado ha entrado en el mundo, por una mujer (María, la nueva Eva) se nos ha abierto el camino a la salvación. Dice Tertuliano en Adversus Marcionem, l.II, c.4: "La Bondad [de Dios] volvió a colmar al hombre de delicias, de modo que aquel que poseía la tierra entera habitó en los lugares más agradables, transportado al Paraíso, o sea ya en este mundo en la Iglesia. La misma Bondad, para que nada le faltase, pensó en darle una ayuda: 'no está bien que el hombre esté solo'. Ella sabía que la mujer por medio de María y luego por la Iglesia habría de ser benéfica para el hombre". Y san Agustín dice: "La Verdad que contiene el mundo [es decir, Cristo] ha aparecido sobre la tierra para poder ser llevada por las manos de María" (Sermón 185, 1).
----------Como ya san Ambrosio proponía a las vírgenes consagradas el modelo de María, así es históricamente constatable cómo el culto mariano haya contribuido poderosamente a elevar la dignidad de la mujer, respecto a otras áreas geográficas que no se han beneficiado del influjo de la civilización cristiana (como por ejemplo en las áreas islámicas o hinduistas o de la grecidad pagana). Es esto sobre lo cual se complace insistir Pío XII, como dice al congreso mariano de Sudáfrica, el 4 de mayo de 1952: "No nos maravillamos que la belleza, el encanto, la santidad inigualable de la Virgen Madre hayan dejado en la Iglesia militante los más suaves recuerdos 'como mirra elegida', y un poderoso influjo que no sólo ha elevado a la mujer desde su degradación, sino que le ofrece el modo de devenir la fuerza latente que habría de traer a la civilización nuevo vigor y bondad". Y el mismo Pontífice dice a los participantes del XIV Congreso internacional de la Unión mundial de las Organizaciones femeninas católicas, el 29 de septiembre de 1957: "Si la vida revela hasta a cuales profundidades de vicio y de abyección la mujer desciende a veces, María muestra hasta dónde la mujer puede subir, en Cristo y por Cristo, hasta elevarse por encima de todas las creaturas. ¿Cuál civilización, cuál religión ha llevado al ideal femenino a tales alturas, y la ha exaltado hasta tal perfección?".
----------La impresión que sin embargo nos llega de las alabanzas que en el pasado venían atribuidas a la feminidad de María, es que estas alabanzas no se refieren a su feminidad como tal, sino al hecho de que se trata de la feminidad de la más santa entre todas las creaturas. No debemos olvidar, en efecto, que estas manifestaciones de veneración se producen en el ámbito de una mentalidad que considera a la mujer como tal como varón carente o defectuoso. Por tanto, se diría que para esta mentalidad María no es santa gracias a su feminidad, sino no obstante su feminidad.
----------Es verdad que de hecho el cristianismo ha promovido desde sus inicios la dignidad de la mujer más que cualquier otra religión o concepción filosófica; sin embargo, esto ha sucedido porque nos hemos esforzado en ver en la mujer, más allá de su feminidad, su dignidad de persona: se ha tratado de una conquista histórica de primera magnitud, pero que no agota todo el mensaje cristiano sobre la mujer: hoy nos estamos dando cuenta que María es modelo de la mujer no sólo en cuanto la mujer es persona, sino también en cuanto la mujer es mujer. El ser mujer (como por lo demás, el ser varón) no pone a la mujer un límite a su personalidad, sino por el contrario, la enriquece de modo original, diferente y recíprocamente complementario al der ser varón.
----------Esta idea de María como prototipo de la mujer en cuanto mujer, es sugerida por el Evangelio de Juan, en el cual Jesús llama "Mujer" a su madre en dos momentos extremadamente significativos de su vida: al inicio de su misión pública en las bodas de Caná (Jn 2,4), y al término de tal misión, sobre la cruz (Jn 19,26), cuando, confiando a María como madre a Juan, el discípulo predilecto, parece confiarla en él a todos sus discípulos y por tanto a la Iglesia, representada en ese momento por el Apóstol. Así san Paulo VI pudo afirmar de María: "He aquí la Mujer, la Imagen de la Iglesia, la Virgen fecunda, la Madre del Cristo y de los hombres" (discurso para la inauguración de la nueva sede del Pontificio Instituto "Regina mundi" de Roma, 31 de mayo de 1969).
----------Y así también el papa san Juan Pablo II ha podido afirmar que "la feminidad se encuentra en una relación singular con la Madre del Redentor. ... La figura de María de Nazareth proyecta luz sobre la mujer en cuanto tal por el hecho mismo de que Dios, en el sublime acontecimiento de la Encarnación de su Hijo se ha confiado el Ministerio libre y activo de una mujer. Se puede por tanto afirmar que la mujer, mirando a María, encuentra en ella el secreto para vivir dignamente su feminidad y realizar su verdadera promoción" (encíclica Redemptoris mater, n.46). Y de manera análoga, en su carta apostólica Mulieris dignitatem (n.11) el Santo Pontífice afirma: "Es necesario, en particular, detenerse sobre este significado que ve en María la revelación plena de todo lo que está comprendido en la palabra bíblica 'mujer': una revelación proporcionada al misterio de la Redención. María significa, en un cierto sentido, sobrepasar ese límite del cual habla el libro del Génesis (3,16) y retornar hacia ese 'principio' en el cual se encuentra la 'mujer' así como fue querida en la creación, por tanto en el eterno pensamiento de Dios, en el seno de la Santísima Trinidad. María es 'el nuevo principio' de la dignidad y vocación de la mujer, de todas las mujeres y de cada una".
----------El documento pontificio que abre oficialmente el nuevo capítulo de la feminidad de María como parte integrante de la mariología es ciertamente la exhortación apostólica Marialis cultus de san Paulo VI, del 2 de febrero de 1974. En ella el papa Montini plantea explícitamente y conscientemente el problema del nexo entre el culto mariano y la evolución histórica de la concepción de la mujer y de las costumbre femeninas, observando cómo "en el culto a la Virgen merecen también atenta consideración las adquisiciones seguras y comprobadas de las ciencias humanas" (n.34), con evidente referencia a la condición de la mujer en el mundo contemporáneo, de modo de evitar que el modelo mariano se mantenga ligado a esquemas ya superados, y pueda por el contrario hacer referencia a las adquisiciones válidas de la moderna antropología de los sexos y a las modernas conquistas de la mujer en la sociedad civil y en la Iglesia.
----------A tal respecto el papa san Paulo VI hace en la misma exhortación apostólica algunas puntualizaciones: en primer lugar recuerda que la ejemplaridad de María para la mujer trasciende la evolución de las costumbres femeninas a través de los tiempos y tiene en cambio un valor "universal y permanente" (n.35).
----------En segundo lugar el Papa destaca cómo el modelo mariano siempre ha estado presentado según los ideales femeninos correspondientes al tiempo en el cual tal modelo ha sido presentado: la Iglesia, por su parte, no está ligada a semejantes modelos contingentes, que por ende deben ser actualizados siguiendo el progreso histórico de la concepción de la mujer y de su correspondiente conducta personal, familiar y social (n.36).
----------En tercer lugar, Paulo VI nos recuerda cómo la idea cristiana de feminidad debe ser recabada en modo especial de la enseñanza evangélica sobre María, según una sana exégesis que tenga en cuenta los resultados válidos de las ciencias humanas sobre la mujer: sólo así puede emerger del Evangelio un modelo de feminidad que resulte válido para la mujer contemporánea en sus dimensiones y aspiraciones más auténticas (n.37).
----------Sobre la estela de esta enseñanza de san Paulo VI, el Episcopado Latino-Americano ha afirmado hace más de cuarenta años que en María "el Evangelio penetró la feminidad, la redimió y exaltó. ... María es garantía de la grandeza femenina, muestra la forma específica del ser mujer, con esa vocación de ser alma, entrega que espiritualice la carne y encarne el espíritu" (La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, conocido como "Documento de Puebla", n.299, CELAM 1979).
----------Sobre la base de estos presupuestos se puede decir que la profundización del valor de la feminidad favorece el progreso de la mariología y, a la inversa, que una mariología que tienda siempre más a aclarar el dato revelado será capaz de iluminar siempre mejor el conocimiento de la feminidad. En efecto, como dice L. Cignelli, "el concepto que se tiene de la mujer es determinante también en sede teológica, particularmente en la interpretación del misterio mariano". "Cada época -escribe Graef- asimila la figura de María al propio ideal cristiano de la mujer. ... Por consiguiente, cuanto más es comprendida la mujer, más y mejor son comprendidas la persona y la misión de la Virgen. El estudio de María es, en definitiva, el estudio de la Mujer, en cuanto el misterio mariano se identifica con el misterio mismo de la feminidad" (citado por L.M. Faccenda, La donna consacrata alla luce della Marialis cultus, Edizioni dell'Immacolata, Bologna 1977).
----------La visión positiva de la feminidad en general y la de María en particular permite insertar el elemento de la feminidad en la función de cooperación en la obra de la salvación que la teología clásica atribuye a María. Así el padre Galot pudo decir que "en la obra de la salvación, la cooperación de María con Cristo se ejercita bajo el signo de la complementariedad. María no es un segundo Cristo... Ella existe en cuanto diferente de Él y complementaria. Ella aporta una contribución específicamente femenina y revela el rol indispensable de la mujer para la plenitud humana de la obra de la salvación" (citado por Faccenda, op.cit., p.57).
----------Análogamente, el padre M.J. Nicolas afirma que María tiene un rol complementario a Cristo: "Ella es su complemento en humanidad. Todo aquello que Ella tiene de gracia, ciertamente lo recibe de Él, pero lo recibe en una naturaleza femenina. En María Dios encuentra ese aspecto de humanidad que no ha asumido, haciéndose hombre. Y, aunque su gracia tenga todas las propiedades que ella puede encontrar en un alma de mujer, tales propiedades no encuentran en Él materia para ejercitarse. Se puede decir que, comunicándose a María, la gracia de Cristo se manifiesta según los sentimientos y mediante los actos que no habrían encontrado modo de expresarse en su ser y en su acción de varón" (citado por Faccenda, op.cit., p.58).
----------"Así como Cristo pertenece al sexo masculino -añade M. Zundel, citado por Faccenda, op.cit., p.58-, él no podía, aunque su misión redentora se refiriera tanto a la mujer como al varón, ofrecer a la esposa y a la madre el modelo correspondiente a todos los matices que son propios de su condición. Esto sin duda explica el hecho de que el pensamiento cristiano ha sido llevado, casi naturalmente, a contraponer a la pareja prevaricadora, cuyo 'gran rechazo' proyecta una sombra sobre nuestros orígenes, la pareja redentora, compuesta por el segundo Adán y por la segunda Eva. Esta tendencia espontánea se inspira en un sentimiento muy vivo de la unidad del ser humano (hombre), mediante la diversidad complementaria de los sexos, y a la vez representa un homenaje a la mujer, asociándola, según su naturaleza, a la Redención".
----------También Bertetto expresa un pensamiento de este género, observando que "sobre el Calvario es sobre todo Jesús. Hombre-Dios, que representa a la humanidad y a la Iglesia, cual nuevo Adán, Redentor de todos aquellos a los que el primer Adán ha arrastrado en la culpa. Pero también María se asocia a Jesús y, en plena dependencia de Él, completa esta representación en aquellas modalidades y aspectos accidentales, en los cuales Jesús no puede representar a la humanidad y a la Iglesia". Y entre estos pone el ser "mujer inmaculada" (Maria e la Chiesa, ed. Presbyterium, Roma 1963, p.243).
----------"Cuáles rasgos de lo femenino -se pregunta Bruno Forte en su libro Maria, la donna icona del mistero, ed. Paoline, 1989, p.225- se revelan en la mujer María en cuanto es la madre de Dios? ¿En qué cosa su maternidad se deja percibir como dimensión propiamente femenina, que viene a caracterizar a la misma icona del Padre, impresa en ella como icona 'materna'? La feminidad de la Madre de Dios emerge en la gratuidad irradiante, en aquel florecimiento puro del amor, capaz de iniciar siempre y de no detenerse nunca, por lo cual ella no sólo ha dado la vida al Hijo, sino que ha continuado, por así decir, dándola con su solicitud materna, con su incondicionada dedicación del amor".
----------Puesto a explicar cómo María sea el modelo de la mujer, Forte prosigue diciendo: "La mujer está presente dondequiera se cumple la obra de los hijos del hombre: es ella el soplo vital, la inspiración secreta, la verdadera madre de todo lo que es humano, de la que todo comienza, la noche fecunda y la alborada de los seres, el reflejo de la Fuente eterna e inagotable de todo existir. Sin embargo, para que sea verdaderamente tal, la mujer debe imitar a su icona perfecta, la Madre de Dios: en María el don de la vida es vivido en la gratuidad más pura, es amor sin condiciones ni reservas, es surgente incansable de caridad donada" (op.cit., p.227).
----------Por otra parte, el mismo Bruno Forte, en la mencionada obra suya, nota cómo en María resplandece la característica toda femenina del amor que se dona con delicado sentido de lo concreto, y cita a Juan Pablo II: "La mujer más que el varón es capaz de atención hacia la persona concreta y la maternidad desarrolla todavía más esta disposición" (Mulieris dignitatem, n.18, op.cit., p.228). Así también de modo similar se expresa Evdokimov: "Teniendo la intuición de lo concreto y de lo vivo, y oponiéndose a toda abstracción, la mujer posee también el don de penetración directa en la existencia de otra persona. Es la capacidad irreflexiva e inmediata de captar lo imponderable de la persona humana. Con esta facultad ella ayuda al hombre a comprenderse y a realizar el sentido del propio ser, ella lo conduce al propio cumplimiento descifrándole el destino, y así, gracias a la mujer, el hombre deviene más fácilmente lo que es. La función profética directa sobre el ser lo cambia, y el ofrecimiento de sí, típico de la mujer, hace posible la irrupción del Otro" (ibid.).
----------Y el cardenal Carlo Maria Martini: "Deberíamos reflexionar a la luz de María sobre la fuerza de concreción de la experiencia femenina, mejor sobre esa fuerza de concreción que, aunque no siendo exclusiva de la mujer, es frecuentemente en ella particularmente luminosa. Es la capacidad de intuir lo que debe ser hecho aquí y ahora; es la desconfianza por los discursos abstractos e inconcluyentes; es el sentido de las personas, de las relaciones, del momento presente" (ibid.).
----------El papa san Juan Pablo II nota luego una particular conveniencia de la feminidad con el don de la profecía, y también en esto la Santísima Virgen María se presenta como modelo para la mujer -pensemos en el canto del Magnificat-. Dice el papa Wojtyla en Mulieris dignitatem, n.29: "Esta característica 'profética' de la mujer en su feminidad encuentra la más alta expresión en la Virgen Madre de Dios. En su referencia viene puesto de relieve, del modo más pleno y directo, el íntimo conjugarse del orden del amor -que entra en el ámbito del mundo de las personas humanas a través de una Mujer- con el Espíritu Santo. María oye en la Anunciación: 'el Espíritu descenderá sobre tí' (Lc 1,35)". El padre H.M Manteau-Bonamy considera que el Concilio Vaticano II presente el descenso del Espíritu Santo sobre María en forma visible, de modo similar al episodio de Pentecostés (véase su libro La Vierge Marie et le Saint-Esprit, Lethielleux, París 1975, p.15). En efecto, dice el Concilio que en el día de Pentecostés "María imploraba con sus oraciones el don del Espiritu, que ya la había tomado bajo su sombra en la anunciación" (Lumen gentium, n.59). Manteau-Bonamy cita una observación del padre F.M. du Buit: "La sombra y la nube son los signos de la presencia divina. Ya sobre el Sinaí 'la nube cubrió la montaña y la gloria del Eterno se estableció sobre el Sinaí que la nube recubrió' (Ex 24,15-16; cf. 19,6). Así también, cuando Salomón hace la dedicación de su obra, 'la nube llenó el templo del Señor. Entonces Salomón dijo: el Señor ha decidido habitar en la nube oscura' (1 Re 8,10-12)".
----------Fecundada por el Espíritu Santo, María engendra en el Espíritu Santo al Cristo y a los hijos de la Iglesia. En efecto, observa san Juan Pablo II en Redemptoris Mater, n.44, si la maternidad de la Iglesia es "maternidad en el Espíritu Santo", mucho más es la de María, que "con amor de madre, coopera a la regeneración y formación de los hijos y de las hijas de la madre Iglesia". Así, la maternidad espiritual de María hacia los discípulos de Cristo -precisa el papa Wojtyla- es "maternidad en el orden de la gracia" (ibid.). Esta cooperación de María en la obra de la redención ha conducido a los teólogos del pasado -sostenidos por algún pronunciamiento pontificio- a atribuirle el título de "corredentora", título que, a decir verdad, no se encuentra en documentos solemnes del Magisterio, sobre todo recientes. Así, Laurentin se pregunta si este atributo de la "corredención" no convenga al Espíritu Santo antes que a María, y observa que "parece paradojal que nunca se haya pensado en aplicárselo" (es decir, al Espíritu Santo) "mientras que es clásico aplicarlo a la Virgen (La Virgen Maria, Paulinas 1970, p.195). No me parece inoportuno considerar al Espíritu como corredentor, y por lo demás me parece evidente que, si hablamos de corredención a propósito de María, tal corredención está subordinada a la obra del Espíritu como está subordinada a la obra del Hijo.
----------Ahora bien, lo que me parece interesante destacar es la estrecha colaboración de María Santísima no sólo con el Hijo de Dios sino también con el Espíritu Santo. María es corredentora no sólo en cuanto obra en colaboración con el Hijo, sino también en cuanto, en tal colaboración, ella es instrumento libre y responsable del Espíritu. María es la mujer que, poseída por el Espíritu Santo, es expresión del Espíritu y nos conduce a la intimidad con el Espíritu, poniendo también en ello en acto las más altas cualidades de la mujer, cuya espiritualidad es en particular armonía y connivencia con las obras del Espíritu Santo.
----------Así, María ha sido llamada "esposa del Espíritu Santo" (cf. encíclica Divinum illud munus, de León XIII, del 9 de mayo de 1897), pero me parece más conveniente llamarla "esposa del Padre", dado que han generado al mismo Hijo. Como me parece también menos conveniente llamar a María "esposa de Cristo" (aunque se ha hecho común este uso), por la fastidiosa repercusión psicológica que puede surgir de tal comparación: si es verdad en efecto que la esposa puede parecernos madre, repugna el sentir a la madre como esposa. Ahora bien, María es propiamente Madre de Cristo, por lo cual, el verla también "esposa", parece crear un cierto malestar psicológico, que perturba la función semántica de la imagen usada. Las metáforas no deben ser desarrolladas más allá de un cierto límite, de lo contrario pierden su misma funcionalidad semántica y no expresan ya lo que deben expresar: es verdad que Cristo es "Esposo" de la Iglesia y que María es modelo e imagen de la Iglesia. Sin embargo, creo que sea bueno detenerse en estos datos, ya de por sí metafóricos, sin pretender ir más allá con inoportunas, aunque aparentemente lógicas, conclusiones.
----------Por cuanto respecta a la relación de María con el Espíritu, parece más ajustado al dato revelado afirmar que María es fecundada por el Espíritu Santo más que ser esposa del mismo Espíritu. El esposo, en cambio, es el Padre que fecunda a María con su Espíritu, como germen generador del Hijo: el Espíritu es la potencia divina que suscita el nacimiento temporal del Hijo, pero el padre del Hijo sigue siendo el Padre celestial y no el Espíritu; por eso María es esposa del Padre y no de su potencia fecundante y vivificante (el Espíritu), como se dice que la mujer es esposa del varón y no del germen que la hace fecunda. La metáfora, para ser significante, no debe perder su lógica estructura interna. Por eso yo estaría más inclinado, con Forte (op.cit., p.241), a llamar a María "esposa en el Espíritu" y no "esposa del Espíritu".
----------Si resulta fácil poder hacer el acercamiento de María Santísima con el Espíritu Santo, también fácil resulta el acercamiento de María con la sabiduría divina, que es el máximo de los dones del Espíritu Santo. Tal acercamiento ha sido operado sobre todo por la espiritualidad cristiana rusa, como observa Bulgakov: "Los templos de la Sofia, la Sabiduría de Dios, que tenían en Bizancio un significado cristológico, fueron interpretados en Rusia según la mariología. ... La veneración de la Sabiduría divina asume un carácter marial" (La Sagesse de Dieu, Ed. L'age d'homme, Lausanne 1983, p.80), y ello por dos motivos: 1) en cuanto María es "pneumatófora", es decir, está inhabitada y fecundada por la hipostasis del Espíritu; y 2) en cuanto creatura, ella representa la "sofianización completa de la creatura" (ibid., p.81).
----------La Escritura sugiere un acercamiento de la sabiduría con la feminidad: en el libro de la Sabiduría cap. 8 Salomón declara haber tomado a la sabiduría como su "esposa" (v.2) y "compañera de mi vida" (v.9). El alma femenina parece particularmente receptiva frente al don divino de la sabiduría, y es lógico ver la feminidad de María como llena en modo excelso de éste que es el más alto entre los siete dones del Espíritu.

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