María actúa maternalmentre sobre la Iglesia en virtud de la gracia y de los méritos de Cristo, y sin embargo esta actividad de María tiene su especificidad y originalidad, tiene su propia autonomía, vinculada a las cualidades espirituales de la feminidad, distintas de la acción propia de Cristo que llega a la Iglesia a través de sus poderes sacerdotales, más ligados a sus cualidades propias del hombre varón. Influjo sacerdotal que, aunque representando directamente y propiamente a Cristo, tiene necesidad de ser integrado por la mediación mariano-femenina, como las funciones del varón y de la mujer se completan recíprocamente en la obra de la generación física. [En la imagen: la "Maestà", Virgen en el trono con el Niño, ángeles y santos, tabla central de la cara anterior de la Maestà, temple sobre madera, pintado entre 1308-1311, por Duccio di Buoninsegna, conservado y expuesto en el Museo dell'Opera Metropolitana del Duomo, Siena, Italia].
María como "tipo" de la Iglesia
----------La Santísima Virgen María es al mismo tiempo modelo de la mujer y modelo de la Iglesia, lo que ya pone una especial relación entre la Iglesia y la feminidad, relación que sin embargo emerge del hecho que la Sagrada Escritura presenta al Pueblo de Dios, tanto de la Antigua Alianza como de la Nueva Alianza, bajo los rasgos o la semblanza de una mujer. Pero de esto se hablará en los próximos parágrafos.
----------Es sabido que el Concilio Vaticano II presenta a la Madre de Dios como "tipo" de la Iglesia, retomando una expresión de san Ambrosio. El texto latino tiene el término "typus", que deriva del griego "typos". El significado latino es: "imagen", mientras que en griego significa también: "modelo", "ejemplar". A mi entender, es conveniente asumir el término "tipo" en la riqueza propia del griego, dado que el Concilio mismo lo asume en este sentido (cf. Constitución dogmática Lumen gentium, n.65).
----------Como imagen o figura de la Iglesia, María aparece por debajo de la Iglesia, como hija o miembro de la Iglesia. Como modelo, en cambio, ella desempeña dos funciones: una ejemplaridad inmanente, y entonces la vemos como el primero y más excelso miembros de la Iglesia, casi "a la par" de la Iglesia. Tenemos entonces el "paralelismo" entre María y la Iglesia. Pero María es también miembro trascendente respecto a la Iglesia, interpuesta, como decía el beato papa Pío IX, entre Cristo y la Iglesia, María como corredentora y Madre de la Iglesia. Esta triple relación de María con la Iglesia encuentra una teorización en la doctrina de Dionisio Cartujano [1402-1471] (cf. F. Bauducco, De Maria et Ecclesia apud Dyonisium Carthusianum, en las Actas del congreso mariológico de Lourdes de 1958, vol.III, 375-388). Encontramos la misma triple función de María respecto a la Iglesia en la obra del padre R. Spiazzi, Maria e la Chiesa dopo il Concilio (Ed. O.P.I.D., Biblioteca Fides, Roma 1970): 1. "María sierva de Dios", p.II, c.III; 2. "María icono de la Iglesia", p.III, c.I; 3. "Maria cooperadora de Cristo", p.II, c.IV, y "María Madre de la Iglesia", p.III, c.II.
----------La condición de miembro e hija de la Iglesia evidencia en María su humanidad y su feminidad física, así como su condición de salvada (si bien de modo singularísimo) a la par de las demás creaturas humanas. En esta visual, conservada también por la piedad protestante, María aparece sometida a la par de todos nosotros a las pruebas de la vida terrena, ejemplo de humildad y de fe, modelo del discípulo de Cristo y de los Apóstoles, abierta a las mociones y a los impulsos del Espíritu, hija de Israel en espera del advenimiento del Reino de Dios, solícita de la propia salvación y de la salvación de los otros. Bajo este aspecto histórico-terreno, María aparece como parte de la Iglesia y por tanto inferior a la Iglesia, como explica muy bien san Agustín.
----------Desde otro punto de vista, María corresponde y en un cierto modo coincide con la Iglesia, tanto como para hacer decir a los Padres que "María es la Iglesia" y "la Iglesia es María". Podemos pensar, desde este punto de vista, en el paralelismo y en la reciprocidad simbólica entre María y la Iglesia que hemos visto anteriormente. Aquí María, como se ha dicho, aparece como prototipo inmanente a la Iglesia, miembro de la Iglesia, pero miembro excelso e insuperable, por lo que la Iglesia debe mirarse en María, la cual, en su condición gloriosa -asunta al cielo en alma y cuerpo- recoge en sí misma desde ahora todas aquellas perfecciones de las cuales la Iglesia terrena participa y a la conquista de las cuales está dirigida. Bajo este aspecto la santidad de María aparece superior a la de la Iglesia, como lo perfecto es superior a lo imperfecto, y lo que ha llegado al término aparece superior a lo que está todavía en camino.
----------En tal sentido, como dice Juan Pablo II (Redemptoris Mater, n.43) "la Iglesia aprende también de María la propia maternidad, ... imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre. ...al igual que María está al servicio del misterio de la Encarnación, así la Iglesia permanece al servicio del misterio de la adopción como hijos por medio de la gracia". Así también "la virginidad consagrada a Dios" en la Iglesia "siguiendo el ejemplo de la Virgen de Nazaret, es fuente de una especial fecundidad espiritual: es fuente de la maternidad en el Espíritu Santo" (ibid.). "La maternidad de la Iglesia se lleva a cabo no sólo según el modelo y la figura de la Madre de Dios, sino también con su 'cooperación'. La Iglesia recibe copiosamente de esta cooperación, es decir de la mediación materna, que es característica de María, ya que en la tierra ella cooperó a la generación y educación de los hijos e hijas de la Iglesia, como Madre de aquel Hijo 'a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos' (Lumen gentium, n.63)" (Ibid., n.44). En tal sentido, el papa san Paulo VI (citado por san Juan Pablo II, ibid., n.47) podía afirmar que la Iglesia "encuentra en la Virgen Madre de Dios la más auténtica forma de la perfecta imitación de Cristo" (discurso del 25 de noviembre de 1964).
----------Como modelo inmanente de la Iglesia, María representa, en su feminidad, la personalidad mística de la Iglesia misma en cuanto esposa de Cristo. En efecto, si vemos a la Iglesia como Cuerpo mítico de Cristo, María aparece en ella -según cuanto se ha dicho antes- una parte superada por aquel todo que es el Cuerpo mismo; si en cambio consideramos a la Iglesia como "persona" que en cierto modo está "frente a Cristo" como distinta de Él, como su esposa, he aquí que entonces la personalidad de María parece adquirir una importancia determinante, como para constituir, según la opinión de Maritain, la misma "subsistencia", de la personalidad de la Iglesia. "María -dice Maritain (De l'Eglise du Christ, Desclée de Brouwer, Bruges 1970, p.233)- no está en la Iglesia a la manera de sus otros miembros, como asumida por la personalidad de la Iglesia, sino que está en la Iglesia como inmanente a la misma personalidad de la Iglesia, por el influjo instrumental, siempre presente en esta personalidad, del 'modelo' (= typus) o del signo mediante el cual Dios confiere tal personalidad a la Iglesia. Este 'modelo' o este signo que Dios vuelve operante sirviéndose de él instrumentalmente, es la persona de María inmaculada, que es ella misma la viviente imagen de Cristo, y que Dios usa para imprimir en la Iglesia ... en razón de la imagen de Cristo que Dios ve en María, el sello de una subsistencia sobrenatural".
----------La Santísima Virgen María, en cuanto persona humana, tiene evidentemente su propia subsistencia. Sin embargo, según Maritain, en cuanto María es modelo-tipo de la Iglesia, ella proporciona instrumentalmente, por obra de Dios, a la Iglesia su misma subsistencia de persona mística-esposa de Cristo. Esta idea de Maritain, aún cuando se trate de una idea bastante original, no me parece que choque contra los datos seguros de la eclesiología y de la mariología, sino que de hecho me parece que proyecta luz sobre el significado del hecho que María es modelo inmanente de la persona de la Iglesia. La persona de la Iglesia, por tanto, subsiste de la subsistencia de María, aún cuando sea de modo instrumental, vale decir, que la subsistencia de la persona de María causa instrumentalmente la sobrenaturalidad de la subsistencia de la persona de la Iglesia por obra de Dios que usa la subsistencia de María para hacer subsistir a la Iglesia.
----------Una objeción que se podría plantear es ésta: sin embargo ¿no sería más conveniente atribuir al Espíritu Santo, que es Dios y es alma, vida, forma y principio vivificante y santificante de la Iglesia, la producción de la subsistencia sobrenatural y divina de la Iglesia?
----------Maritain no entra en este tema, pero yo pienso que no habría dificultad en considerar que esta producción de la subsistencia de la Iglesia se deba apropiar al Espíritu, el cual se serviría instrumentalmente de la subsistencia de María. De tal modo, la hipótesis de Maritain, no sería desmentida, sino confirmada y ampliada con una debida y necesaria relación con el Espíritu, el cual, en cuanto Dios, obra evidentemente para la constitución de la Iglesia de modo infinitamente más decisivo que la Santísima Virgen, la cual, por más que se adhiera, como se ha dicho, al orden hipostático, sigue siendo siempre una simple creatura.
----------¿Por qué pensar a María como causa instrumental? Por su feminidad. Una característica de la causa instrumental es la de dar al efecto una forma que depende de la causa instrumental. María confiere a la personalidad de la Iglesia su feminidad, que no puede convenir directamente a la acción del Espíritu Santo, que, en cuanto Espíritu, es evidentemente asexuado (aunque sí, como hemos dicho, en especial armonía con la feminidad). Así, podemos pensar que el Espíritu, como toda causa principal, se reserve producir -a través de la instrumentalidad de María- el efecto principal, vale decir, la sobrenaturalidad de la subsistencia de la Iglesia: mientras que María, como hemos dicho, da a la Iglesia la impronta de su feminidad. Así, la personalidad de la Iglesia es divina en virtud del Espíritu, y es femenina, porque María es de ella modelo y causa instrumental de la subsistencia de la Iglesia. Así, bajo relaciones diferentes, la Iglesia subsiste en María y en el Espíritu. Y "el Espíritu y la Esposa (= la Iglesia subsistente en María) dicen al Señor: ¡Ven!" (cf. Ap. 22,17).
----------La Santísima Virgen María es, sin embargo, modelo trascendente de la Iglesia. Esta es una tesis particularmente delicada de la mariología, pues parece elevar excesivamente la dignidad de Nuestra Señora, y se ha constituido en la diana clásica de las críticas de los protestantes.
----------¿Cómo debe ser entendida esta excelencia de María con respecto a la Iglesia? Evidentemente se trata de una excelencia que no sobrepasa el orden de lo creado, y sin embargo atañe a lo divino, de manera tal de superar todas las formas de participación en la vida sobrenatural y por concernir al orden hipostático. Véase por ejemplo lo que decía el padre Vincent Contenson [1641-1674]: "La maternidad divina [de María] es de orden superior a la dignidad de hijo adoptivo, dado que entra en el orden hipostático y, como se expresa santo Tomás, toca de cerca los confines de la divinidad" (Theologia mentis et cordis, l.10, dis.6, c.2).
----------En efecto, como explica el padre M.J. Nicolas (De Trascendentia Matris Dei, en las Actas del ya citado congreso de Lourdes, vol.II, p.81), la maternidad de María es "perfectamente correlativa" a la "comunicación divina substancial, cuyo sujeto propio es la humanidad por ella asumida". La maternidad de María "no es divina, no es sobrenatural, sino en virtud de esta correlación con la unión hipostática. No trasciende el orden de las generaciones puramente naturales, sino porque la Persona divina, encarnándose, termina intrínsecamente esa generación. Como por la gracia la esencia divina deviene objeto y fin del intelecto creado, así la Persona divina, por la gracia de la unión, es término y fin de la maternidad humana. ... La misma acción divina que asume la humanidad [de Cristo] eleva la acción que la [= humanidad] produce [es decir, el acto con el cual María ha engendrado a Jesús] asumiendo su término intrínseco en cuanto tal".
----------El término de la generación natural de María -es decir, la humanidad de Cristo- pertenece intrínsecamente y propiamente a María, por la cual es producido; pero este término es asumido hipostáticamente por la Persona divina: y por tanto este acto de María (y por consecuencia María misma) viene a pertenecer, en virtud de su maternidad humano-divina, al orden hipostático, y por tanto al orden de la Persona divina por ella engendrada.
----------El padre Nicolas (en la ya mencionada conferencia) hace notar por otra parte que esta atinencia de María al orden hipostático no es simplemente pasiva y material (en virtud del simple hecho fisiológico de la maternidad), sino que es activa y formal, en cuanto María ha dado su libre consentimiento a tal maternidad, por lo cual María, en su alma, ha podido participar de la gracia y del don de la comunicación divina de la unión hipostática a la naturaleza humana del hijo (cf. Ibid., pp. 81-82).
----------En su conclusión, el padre Nicolas afirma que "María no está por fuera y por encima de la Iglesia, sino que es el primer y principal miembro de la Iglesia" (Ibid., p.87). Por mi parte considero, en cambio, que se pueda hablar de una verdadera trascendencia de María con respecto a la Iglesia, sin que por esto María esté por fuera de la Iglesia; por el contrario, se debe pensar a María como ubicada en el corazón más íntimo de la Iglesia. María está por encima de la Iglesia en cuanto su personalidad es distinta de la de la Iglesia, aún cuando, como hemos visto, María da instrumentalmente a la Iglesia la propia subsistencia. Pero sigue siendo evidente que no podemos confundir la persona de María con la de la Iglesia.
----------Con el padre H.M. Guindon considero, por tanto, que se pueda hablar de un primado de excelencia y de eficiencia de María con respecto a la Iglesia. Este primado no se refiere al ser de Maria en cuanto miembro de la Iglesia, pues desde este punto de vista ella no trasciende a la Iglesia, sino que ella es, como dice el padre Nicolas "su primer y principal miembro". María, en cambio, supera en excelencia a la Iglesia en relación a la distinción que existe entre la persona de María y la de la Iglesia.
----------El primado de excelencia consiste en el hecho -como dice el padre Guindon (cf. Coopération de Marie et de l'Eglise dans l'application de la rédemption, en las Actas del congreso de Lourdes, vol. IV, pp. 434-435)- que "María está más estrechamente unida a Cristo y es ante todo intermediaria entre él y la Iglesia. María ha cooperado en la obra misma de la redención, mientras que la Iglesia solamente aplica los frutos de la redención. La maternidad de María continúa siendo la raíz de la maternidad de la Iglesia, de modo que se puede decir que María está siempre de algún modo presente en toda actividad eclesial. La Iglesia actúa en virtud de María, como María actúa en la Iglesia a través de la Iglesia. En este sentido, Isaac de l'Étoile decía: 'Entrambas son madre, pero ninguna de las dos sin la otra da a luz el todo' (In Assumpt., I, PL 194, 1863A)".
----------"En fin -continúa diciendo el madre H.M. Guindón en la mencionada conferencia-, María tiene sobre la Iglesia un primado de eficiencia. Este Cuerpo de Cristo que es la Iglesia todavía no ha llegado a su fase terminal. Hasta que el último miembro que debe entrar en el cielo no constituya su plenitud, ella está todavía en camino de formación. ... Ahora bien, es sobre todo aquí que aparece esta prioridad de eficiencia de María sobre la Iglesia, en esta compenetración, sin confusión, de la acción respectiva de cada una. ... María no ejerce la actividad ministerial de la Iglesia, en el sentido jerárquico de la palabra. Ella no ha recibido el carácter sacerdotal que la habilitaría para estas funciones. Su actividad es supra-jerárquica y propia de su rol de madre espiritual. La acción eclesial está siempre en una doble dependencia, tanto de la de Cristo como de la de María. ... El rol de la mediación de María subalterna el del ministerio de la Iglesia" (Ibid., p.436).
----------Conforme a lo que se viene diciendo, María actúa maternalmentre sobre la Iglesia en virtud de la gracia y de los méritos de Cristo, y sin embargo esta actividad de María tiene su especificidad y originalidad, tiene su propia autonomía, vinculada a las cualidades espirituales de la feminidad, distintas de la acción propia de Cristo que llega a la Iglesia a través de sus poderes sacerdotales, más ligados a sus cualidades propias del hombre varón. Influjo sacerdotal que, aunque representando directamente y propiamente a Cristo, tiene necesidad de ser integrado por la mediación mariano-femenina, como las funciones del varón y de la mujer se completan recíprocamente en la obra de la generación física.
----------El padre Guindon habla incluso de misión "supre-jerárquica" de María no para disminuir las funciones sacerdotales-apostólicas (¡María misma ciertamente ha estado sometida a la autoridad de los Apóstoles!), pero en referencia al primado de excelencia al cual me he referido anteriormente.
----------Cristo obra en la Iglesia a través de los poderes jerárquicos, pero obra también, en el Espíritu, mediante el influjo materno de su Santísima Madre, de modo tal que estos dos influjos están recíprocamente coordinados y son complementarios, al punto de superarse mutuamente en su propio orden: así, la mediación sacerdotal es superior a la mariana desde el punto de vista del sacerdocio, mientras que la mariana es superior a la sacerdotal desde el punto de vista profético-carismático.
----------A. Pizzarelli ha puesto particularmente de relieve este influjo materno, en el Espíritu, de María asunta a la gloria celestial: "Por medio del Espíritu Santo -dice él (cf. La presencia de María en Ia vida de Ia Iglesia, ed. Sociedad de Educación Atenas, Mardid 1992)- la Virgen está constantemente presente y operante en la Iglesia; en él y por él ella nos pone en contacto con su cuerpo glorioso y espiritualizado. Se podría decir que el Espíritu es como el ámbito de la presencia mariana, la condición ontológica de esta presencia actual, en medio de ella, en cuanto sólo en el Espíritu de Dios es posible entrar en comunión con María en la fe" (p.178). Sin embargo, ella es evidentemente "toda relativa al Espíritu Santo: no es María que obra por medio del Espíritu, sino que es el Espíritu el que actúa por medio de ella" (p.180).
----------Se puede pensar en una "mariología desde abajo", por la cual nosotros conocemos y alcanzamos la comunión sobrenatural con Cristo y con el Espíritu a través de María (ad Jesum per Mariam). Pero la mariología plenamente formada y consciente de sí es la "mariología desde lo alto", por la cual, en la fe en Cristo, y en la luz del Espíritu, nosotros podemos verdaderamente penetrar y gustar el misterio de María, así como comprender verdaderamente y acoger su premura materna y su función carismática respecto a nosotros y para nuestra salvación. Entonces podemos decir: ad Mariam per Jesum et per Spiritum Sanctum.
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