jueves, 23 de mayo de 2024

Verdades de Fe (23/24): La salvación

En esta penúltima nota de la serie, los puntos a considerar son los siguientes: qué significa la salvación cristiana; nadie puede saber con certeza si está predestinado o si se salvará; existe salvación también para los niños muertos sin bautismo; cómo obtiene el hombre la justificación; el hombre ha sido creado dotado de dones preternaturales, que ha perdido con el pecado original; la ética bíblica es una ética de la vida, del amor y de la gracia; la plenitud final del Reino de Dios; el florecimiento escatológico de la gracia.  [En la imagen: fragmento de "Alegoría de la Salvación", óleo sobre tabla de roble, de alrededor de 1555, obra de Antonius Heusler, del círculo de Lucas Cranach El Viejo, conservada y expuesta en el Museo Nacional de Varsovia, Polonia].

Notas: 1) Las proposiciones en letra negrita y entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación; 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible, he convertido en positivo las sentencias en negativo, para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
   
Qué significa la salvación cristiana
   
----------La salvación cristiana es salvación de la muerte física y de esa muerte del alma, que es el pecado. Pero la meta del cristiano no es la simple salvación, efecto de la gracia sanante, sino que más bien es la condición sobrenatural de hijo de Dios, destinado a la visión beatífica en el paraíso del cielo y a la vida eterna, efecto de la gracia elevante o divinizante.
----------La salvación está condicionada por el ejercicio en gracia de las buenas obras. El arrepentimiento del pecado es efecto de la misericordia divina, pero al mismo tiempo es deber del pecador, si quiere salvarse.
   
Nadie puede saber con certeza si está predestinado o si se salvará
   
----------"Nadie mientras vive en esta mortalidad, debe hasta tal punto presumir del oculto misterio de la divina predestinación, que pueda asentir como cierto hallarse indudablemente en el número de los predestinados" (Concilio de Trento, Denz. 1540). Si el Concilio habla de un cierto "número" de predestinados, quiere decir que no todos son predestinados.
   
Existe salvación también para los niños muertos sin bautismo
   
----------"La gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: 'Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis' (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo" (Catecismo de la Iglesia Católica, n.1261).
   
Cómo obtiene el hombre la justificación
   
----------"Aunque san Pablo, al exponer el misterio pascual, enseña que la justificación no es nada por las obras de la ley, sino por la fe (Rom 3,28; Gál 2,16), sin embargo ni excluye la fuerza obligante del Decálogo (Rom 13,8-10; Gál 5,13-25 y 6,2), ni niega la importancia de la disciplina en la Iglesia de Dios (1 Cor cc. 5 y 6)" (San Juan Pablo II, Constitución apostólica Sacrae Disciplinae Leges, del 25 de enero de 1983).
----------"El inicio de la justificación misma en los adultos ha de tomarse de la gracia de Dios proveniente por medio de Cristo Jesús, esto es, de la vocación, por la que son llamados sin que exista mérito alguno en ellos, para que quienes se apartaron de Dios por los pecados, por la gracia de El que los excita y ayuda a convertirse, se dispongan a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente a la misma gracia, de suerte que, al tocar Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; ni tampoco, sin la gracia de Dios, puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo delante de El. De ahí que, cuando en las Sagradas Letras se dice: Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros (Za 1,3), somos advertidos de nuestra libertad; cuando respondemos: Conviértenos, Señor, a ti, y, nos convertiremos (Lm 5,21), confesamos que somos prevenidos de la gracia de Dios" (Concilio de Trento, Denz. 1525).
----------En la justificación el pecado venial y el mortal no permanecen, como creía Lutero, sino que son cancelados por la gracia, aunque permanezca la concupiscencia, por lo cual, mientras estamos en la vida presente, permanecen siempre los pecados veniales.
----------Fin último y felicidad del hombre consisten en el poseer a Dios. El modo natural consiste en el amor a Dios conocido mediante las creaturas. El modo sobrenatural consiste en la visión beatífica de la Santísima Trinidad revelada por la fe y conseguida con la gracia. El fin último del hombre, que nos ha revelado Cristo, no consiste sólo en la salvación, o sea en la remisión de los pecados, sino también en la glorificación celestial del hombre como hijo de Dios.
   
El hombre ha sido creado dotado de dones preternaturales, que ha perdido con el pecado original
   
----------"La integridad de nuestros primeros progenitores no ha sido solamente natural, sino que ha sido una elevación no debida a la naturaleza humana" (San Pío V, Bula Ex omnibus afflictionibus, del 1° de octubre de 1567, Denz. 1926).
----------"La inmortalidad del primer hombre era beneficio de la gracia, y no condición natural" (Ibid., Denz. 1978).
----------"La sublimación de la humana naturaleza y su elevación al consorcio con la naturaleza divina, no fueron debidas a la integridad de la primera condición y, por ende, deben llamarse sobrenaturales" (Ibid., Denz. 1921).
   
Dios ofrece a todos la gracia, pero de hecho no todos están en gracia
   
----------"Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan" (Concilio de Trento, Denz. 623). "Aun cuando Cristo murió por todos (2 Co 5,15), no todos, sin embargo, reciben el beneficio de Su muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunica el mérito de Su pasión" (Concilio de Trento, Denz. 1523).
   
La ética bíblica es una ética de la vida, del amor y de la gracia
   
----------Los mandatos del Señor son mandamientos de vida. Lo justo, lo bueno, es acto que promueve y respeta esa vida; mal y pecado es la acción que causa la muerte. Por eso Dios premia al justo y castiga al pecador. Por eso en ciertos casos es lícito hacer la guerra, constreñir o asesinar: precisamente para defender la vida. El sacrificio de la propia vida por el bien común o por la salvación del prójimo no es suicidio sino acto de heroísmo y de altísimo amor al prójimo.
----------Al mismo tiempo es una ética del amor: amor de Dios y amor del prójimo. Existe un estrecho nexo entre el amor y la vida. La vida es el máximo bien en la escala de los entes y por tanto de los bienes, sobre todo la vida espiritual. Ahora bien, el bien es el objeto del amor. Y cuanto más alto es el bien, tanto más elevado es el amor y tanto más noble y feliz será la vida del amante.
----------Y es también una ética de la gracia, en la cual la acción del hombre es más acción de Dios en el hombre que acción del hombre mismo. Y este actuar de Dios en el hombre es precisamente la acción de la gracia.
   
La plenitud final del Reino de Dios. El florecimiento escatológico de la gracia
   
----------"Los bienes, como la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal, que es reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección" (Constitución pastoral Gaudium et spes, cit., n.39).

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