La creencia, actualmente sumamente difundida, de que todos al morir van al paraíso del cielo ha borrado la convicción de fe acerca de la existencia y el significado del purgatorio, que en cambio, vislumbrado en la Sagrada Escritura, es dogma de fe enseñado por el II Concilio de Lyon de 1274, reafirmado por el Concilio de Florencia en 1439, y luego por el Concilio de Trento en 1547. [En la imagen: fragmento de "El piloto celestial arriba con su barca de almas", ilustración de 1885, de Gustave Dore, de La Divina Comedia, Purgatorio, Canto 2].
Cómo se encuadra el purgatorio en la concepción cristiana de la vida
----------En la visión cristiana, nuestra vida tiene necesidad de ser purificada de agentes que le son nocivos, puesto que le impiden el libre ejercicio y la plena actuación de sus virtualidades. Nuestra vida debe ser liberada de esas fuerzas enemigas siguiendo las enseñanzas y el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y participando en la gracia de su misma vida divina y de modo particular en su obra benéfica y victoriosa contra el mal y en su pasión purificadora, redentora, expiatoria, satisfactoria y liberadora.
----------El cristianismo nos enseña que para comprender el sentido, el propósito, el valor y la norma de nuestra vida y de nuestra conducta moral, para saber cuál es el camino hacia nuestra felicidad y para realizar nuestras potencialidades, no basta con mirar a la naturaleza y a las condiciones de la presente vida mortal y prestar atención sólo a nuestra actividad humana, sino que también debemos tener en cuenta la acción divina y los hechos históricos que han precedido a nuestra vida temporal, hechos y actos humanos cumplidos en el origen de la humanidad, en particular el plan originario de la creación del hombre y el pecado original, hechos y actos que vienen a determinar específicos efectos positivos y negativos en la vida presente, como el persistir de la inclinación a la virtud o bien, por el contrario, la sujeción al vicio.
----------Pero la revelación cristiana nos dice también que el fin de nuestra actividad humana no es inmanente a los límites de esta presente vida mortal, sino que va mucho más allá y tiene por contenido una vida superior, santa, incorruptible, eterna y divina. Por eso, el fin de nuestro vivir no está encerrado en una tarea meramente terrena, en los límites de la vida presente, en medio de sufrimientos, fracasos, derrotas y pecados, sino que trasciende inmensamente las perspectivas y las tareas de esta vida para apuntar a una vida eterna y bienaventurada después de la muerte, consistente en la visión inmediata de la esencia de Dios, en una nueva humanidad eternamente feliz, coronada en el fin del mundo por la resurrección del cuerpo.
----------La ética cristiana nos dice además que nosotros tenemos la posibilidad de elegir ya sea por Dios o ya sea contra Dios, y el tiempo de esta posibilidad de elección se cierra con nuestra propia muerte, después de la cual ya no podemos merecer, sino que nuestro destino ya sea destino de bendecido (el cielo) o destino de condenado (el infierno) queda fijado para siempre. Diferente en cambio es el proceso de purificación del pecado, el cual puede durar por un cierto tiempo también después de la muerte. He aquí el purgatorio.
¿Por qué hoy, también entre los católicos, muchos no creen en el purgatorio?
----------Hoy en día está muy difundida una visión del cristianismo ideada por Karl Rahner, que con el pretexto de la unidad de la persona humana niega la separabilidad del alma del cuerpo y por tanto la inmortalidad del alma separada, que continúa viviendo después de la disolución del cuerpo. Rahner sostiene en cambio que el momento de la muerte es el de la decisión definitiva y de la plenitud de la libertad porque el hombre muere todo, enteramente (alma y cuerpo), y al mismo tiempo resucita todo (alma y cuerpo).
----------En efecto, para Rahner el problema del hombre coincide con el problema del ser. Interrogarse sobre el hombre o interrogarse sobre el ser es lo mismo. Ahora bien, ¿pero qué es el ser para Rahner?
----------"El ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria, que queremos llamar conciencia o transparencia ('subjetividad', 'conocimiento') del ser de todo ente" y por tanto también del hombre. "Y ésta es la primera proposición de toda ontología general, la que aquí nos interesa. La esencia del hombre es la apertura absoluta al ser en general, en una palabra, el hombre es espíritu. Esta es la primera proposición de la antropología metafísica" (Oyente de la Palabra, Herder, Barcelona 1976, pp. 65-68).
----------Se hace necesario que respondamos a Rahner que lo que dice no es correcto: no, el hombre es sustancia compuesta de espíritu y cuerpo, es un animal racional. El hombre no es una simple autoconciencia, sino que es un cognoscente espíritu-corpóreo, que obtiene su saber de los sentidos y sólo subsecuentemente actúa el intelecto y la autoconciencia, sin que esta autoconciencia coincida con su ser. Se debe decir también que Rahner confunde el ser en general con el ser y el ser con el ser absoluto.
----------El hombre no es el ente esencialmente abierto al ser en general. Luego, confundiendo el ser en general con el ser absoluto, Dios, Rahner dice que el hombre está esencialmente abierto a Dios y se basa en esto para afirmar que el hombre es el ser de la trascendencia cuyo horizonte es Dios como misterio absoluto, innombrable e indecible. Rahner se equivoca al decir que el hombre es el ente que por esencia se interroga sobre el ser, porque se puede ser hombres incluso sin interrogarse sobre el ser.
----------Rahner explica el misterio de la Encarnación rechazando el dogma de las dos naturalezas en una persona divina, y sosteniendo que en el misterio de la Encarnación la naturaleza divina de Dios deviene humana. De ahí la tesis rahneriana de que todos se salvan. Y es lógico: ¿tiene acaso Dios necesidad de ser salvado? Si todo hombre por su esencia deviene Dios, ¿qué necesidad tiene de ser salvado?
----------Con lo cual, por ende, Rahner se siente autorizado a relativizar o negar todos los dogmas concernientes a la escatología, sosteniendo que estos dogmas no conciernen a realidades o hechos futuros, sino a cosas presentes, consistentes simplemente en la experiencia atemática trascendental de Dios, en la que según él reside la esencia de la vida cristiana. En esta visión de la escatología, el cielo, el infierno y el purgatorio, devienen mitos simbólicos y el infierno desaparece, dado que todos devienen Dios.
----------Hume, a quien no le interesaba en absoluto la metafísica, no negaba la dignidad del ser humano. Se sabe que, sobre todo hoy en día, a muchos la metafísica no les interesa, y no por esto dejan de ser hombres. Si es verdad que la pregunta por el ser implica como su objeto también al interrogante, esto no significa en absoluto que la pregunta metafísica coincida con la pregunta por la esencia del hombre.
----------Ahora bien, sólo el ser divino, ser absoluto e infinito y perfectísimo, pensamiento que se piensa a sí mismo, subjetividad absoluta, ser idéntico a su esencia, es tal por lo cual su ser coincide con su pensar y su pensar coincide con su ser. Sólo Dios es autoconciencia absoluta. Nosotros alcanzamos nuestra autoconciencia sólo partiendo de los sentidos y reflexionando sobre nuestro pensamiento pensado.
----------El hombre no es simplemente el ente, y mucho menos es el ser. El ente como tal, el ens ut ens (on e on), no se identifica con el espíritu ni con la conciencia y ni siquiera con el hombre.
----------El ser no es necesariamente el ser subsistente, sino que es analógico y puede ser no sólo el ser hombre, sino también el ser divino, distintos entre sí. El ser no es necesariamente ser humano ni necesariamente espíritu, sino que puede ser también materia. No es necesariamente conciencia, saber reflexivo, sino que puede ser también ciencia, el saber directo. El ser no es necesariamente intramental, sino que puede ser también extramental. El ser, como ha dicho el papa Francisco, es realidad antes que idea o pensamiento.
----------El ser en cuanto tal, no es ni divino ni humano. Y por otra parte, el ente no se identifica como tal con lo absoluto. Al lado y debajo del ser absoluto está el ente relativo; al lado y debajo del ser simple y subsistente, acto puro de ser, está el ente compuesto de acto y potencia, de esencia y de ser.
----------Rahner provoca una enorme confusión, conduce al panteísmo, es decir, a la confusión del ser material con el ser espiritual, del ser con el actuar, del ser eterno con el devenir, del ser humano con el ser divino.
La eternidad pertenece sólo a Dios. El alma humana es eviterna
----------En cambio, debemos decir que sólo Dios es el ipsum Esse. Sólo Dios es eterno. Pero según Rahner, el hombre, todo hombre, no por libre elección sino por esencia, se trasciende a sí mismo en el conocer a Dios y en el tender hacia Él. La muerte constituye la actuación de la opción fundamental y el cumplimiento definitivo de la libertad, en el cual el hombre muere y resucita en la apertura definitiva al Misterio absoluto (cf. Karl Rahner, Sentido teológico de la muerte, Editorial Herder, Barcelona 1969).
----------Con el pretexto de la unión natural del alma con el cuerpo, Rahner no admite la supervivencia del alma separada del cuerpo después de la muerte, y sostiene que la resurrección del cuerpo ocurre inmediatamente no después sino en la muerte, por lo cual, según Rahner, no existe una duración sucesiva del alma separada después de la muerte. Así, con el pretexto de que el alma, con la muerte, vence el tiempo y se abre al Eterno, él niega la duración eviterna del alma, por lo cual hace coincidir el juicio particular inmediatamente después de la muerte con el juicio universal al final del mundo (la distinción entre temporalidad, evitarnidad y eternidad, la establece santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae, I, q.10, aa. 4-6).
----------Por lo demás, para Rahner, el fin del mundo y el Retorno escatológico de Cristo no son acontecimientos futuros, sino la simple vida cristiana del ahora, representada en el Apocalipsis en forma mitológica, como si se tratara de cosas aún por suceder pospuestas en un futuro indeterminado.
----------Debemos decir, por el contrario, que no está dicho, como cree Rahner, que para todos la opción fundamental sea efectivamente Dios. Por eso, aunque todo hombre sea creado por Dios para encontrar en Dios su fin último y su bienaventuranza, no todos eligen a Dios, sino que otros prefieren encerrarse en sus propias ideas y en su propio "yo", considerándolo como absoluto y autosuficiente.
----------Esta plenitud y completitud final de la libertad es para Rahner el momento de la muerte, que según él es el momento de la edificación final de la propia personalidad, momento en el cual los límites físicos y espirituales del propio yo empírico se superan y se disuelven, y el yo se amplía hasta el horizonte trascendental infinito y circunscribente, y se trasciende en las dimensiones originarias y finales divinas de la pura subjetividad entendida como autoconciencia absoluta o ser idéntico con el pensar.
----------Rahner, por ende, no admite una duración eviterna del alma después de la muerte hasta la reasunción de su cuerpo en el Día del Juicio universal, sino que, en el momento de la muerte, el hombre, disuelto e inmediatamente resucitado, se abre al Misterio absoluto, inefable, incomprensible y sin nombre, que es Dios.
Al momento de la muerte hay tres posibilidades: o el cielo o el purgatorio o el infierno
----------La creencia, actualmente sumamente difundida, de que todos al morir van al paraíso del cielo ha borrado la convicción de fe acerca de la existencia y el significado del purgatorio, que en cambio, vislumbrado en la Sagrada Escritura, es dogma de fe enseñado por el II Concilio de Lyon de 1274, reafirmado por el Concilio de Florencia en 1439, y luego por el Concilio de Trento en 1547.
----------De la enseñanza de la Iglesia resulta que el purgatorio es un período más o menos largo de purificación del alma y de descuento de las penas temporales que son debidas a pecados veniales no suficientemente descontados en la vida presente. Se trata de almas ya salvas, que sólo tienen que esperar para ser admitidas a la visión beatífica. Su castigo puede verse acortado gracias a la celebración de la Misa, así como al ofrecimiento de sacrificios y la aplicación de indulgencias por parte de los fieles en esta tierra.
----------De esto se sigue que nuestra conducta en la vida presente, para ser sabia y conforme a la voluntad de Dios, debe estar siempre atenta a tres eventualidades que pueden verificarse al momento de nuestra muerte, tres direcciones que nuestra vida puede tomar: dos de tipo permanente y para siempre, de eterna duración; y una de tipo temporáneo, de duración finita, el purgatorio.
----------Las dos primeras pueden ser la vida eterna, en la visión beatífica del rostro de Dios en el paraíso del cielo; que es el resultado final de quienes han elegido a Dios como fin último de su vida y como supremo bien, que lo han elegido a Él como supremamente amado; o bien la condenación eterna, en la privación de la visión de Dios, con el tormento del fuego que sigue, el infierno, para aquellos que han rechazado a Dios como fin último y supremo bien, sustituyéndose a sí mismos por Dios.
----------En el infierno el alma está replegada, retorcida y encerrada en su propia autoconciencia, bloqueada sobre sí misma, vuelta contra sí misma, frustrada en sus naturales inclinaciones y prisionera de sí misma, infinitamente insatisfecha de su propia finitud, ella, que fue hecha para gozar de lo infinito.
----------A la inversa, en el purgatorio el alma ha alcanzado el fin y el propósito de su vida y, por tanto, está satisfecha aunque le falta la visión beatífica. No ve a Dios, sin embargo, no porque no quiera verlo, como el alma condenada, sino que, al contrario, ya lo vislumbra como un destello en la oscuridad del Misterio, por encima de la fe, que ya ha agotado su función. No lo ve sólo porque entre su mente y Dios se interpone la niebla caliginosa de las penas temporales que hay que pagar. Lo ama inmensamente en continuidad a cómo lo había amado en la vida terrena; Lo desea ardientemente y la espera es para ella un tormento.
----------En cambio, el alma condenada no desea en absoluto ver a Dios, aunque haya sido creada con esa disponibilidad y hubiera sido verdaderamente feliz de verLo. El alma purgante, en cambio, desea ardientemente ver cuanto antes la esencia del Dios trinitario ya presente en ella, pero oculto por la llama purificadora.
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