domingo, 12 de mayo de 2024

La falta de sinceridad en la liturgia (1/2)

Debemos tener en cuenta que la sinceridad en la liturgia está estrechamente vinculada al valor de signo que demos a los sacramentos, superando una cierta visión simbolista, que fue ya propia de la herejía luterana, sobre todo calvinista. En efecto, el riesgo de una celebración insincera, puramente exterior y ritualista de la liturgia (tanto de perfil modernista como de perfil indietrista o restauracionista), surge precisamente del malentender o perder de vista el carácter de signo del sacramento, reduciendo éste a mero símbolo de lo divino. [En la imagen: fragmento de "La Última Cena" o "Cenacolo di Ognissanti", fresco de Domenico Ghirlandaio, de 1480, en la Iglesia de Todos los Santos, templo franciscano de la ciudad de Florencia, Italia].

La liturgia a la palestra
   
----------Una reciente intervención del Santo Padre acerca de aquello que es esencial en la liturgia, me impulsa a retomar en este artículo algunas ideas de las que ya hemos hablado, aunque, naturalmente, expresándolas de otro modo y desde otras perspectivas y argumentaciones.
----------La cuestión de la Sagrada Liturgia y en particular de la Santa Misa, es hoy uno de los campos de batalla en el cual con mayor aspereza los neo-modernistas y los indietristas -que son las dos facciones extremistas internas a la Iglesia Católica que atentan contra su unidad-, apuran un combate necio, en el que se obstinan en sus posiciones ideológicas, y donde nadie escucha a nadie, quedando entrambas corrientes alejadas de la guía del Papa, Vicario de Cristo, Maestro de la Fe, Pastor y principio visible de la unidad en la Iglesia. Y sucede así, porque en la liturgia se expresa cultualmente el sentido de la vida cristiana.
----------Repito lo que vengo diciendo desde hace décadas: la lucha interna es protagonizada por modernistas e indietristas, y no por "progresistas y conservadores", como hoy repiten tantos sin un completo discernimiento de lo que ocurre, tergiversando dolosamente el problema y obstaculizando así su honesta y verdadera solución. Ocurre que son llevados por ideologías eclesialmente partidistas, tanto modernistas como indietristas. Como ejemplo de una visión modernista en liturgia, tenemos el caso del conocido teólogo Andrea Grillo, al que me he referido en varias ocasiones en este blog, pero no es el único.
----------Los exponentes de la visión indietrista en liturgia abundan. Uno de ellos es Giovanni Zenone [n.1968], doctor en filosofía y editor italiano. Dice en un texto suyo de 2014: "En la liturgia se vive y se expresa el sentido de la vida cristiana: trascendente y proyectado hacia el Cielo según los conservadores, inmanente, totalmente sociológico y antropocéntrico, el de los progresistas. El primero plenamente cristiano y católico, el otro ni cristiano ni mucho menos católico, sino gnóstico y de matriz hegeliana".
----------Supongo que los lectores de este blog no necesitan que les explique el uso doloso que en ese texto Zenone hace de los términos "progresistas" y "conservadores". Su rechazo de los primeros, claramente indica que los asimila a los modernistas, y parece no admitir la necesaria vía del progreso que la Iglesia debe caminar si quiere ser fiel a Su Señor. Su adscripción a los segundos, nos indica que Zenone no sabe discernir un sano sentido de la conservación en la Iglesia, que es algo muy distinto del apego indietrista al pasado. En definitiva, Zenone parece no ser capaz de admitir en la Iglesia ni un sano y necesario progresismo ni un sano y necesario tradicionalismo, siendo al mismo tiempo incapaz de distinguirlos de sus deformaciones heréticas y cismáticas: el neo-modernismo y el indietrismo actuales.
----------Providencialmente, a sesenta años ya de la promulgación de la constitución Sacrosanctum Concilium, la luz se hace cada vez más clara, y la verdad de las enseñanzas del Concilio Vaticano II y del unánime Magisterio pontificio postconciliar, se recorta siempre cada vez más nítida en el horizonte de la Iglesia: las posiciones extremistas (de uno y otro partido) aparecen cada vez mejor perfiladas en sus errores y en sus valores, y cada vez es mejor comprendido el dogma católico en sus contornos actuales.
----------Sin embargo, todavía hay mucha labor por hacer, particularmente en algunos ámbitos eclesiales y en ciertas Iglesias locales. Por ejemplo, todavía no es fácil hablar en Mendoza de estos temas. La región de Cuyo en general, al igual que otras regiones de Argentina, como por ejemplo Córdoba y Rosario, son ámbitos en que inmediatamente después del Concilio Vaticano II se produjeron imprudentes reacciones episcopales a las instancias de un clero renovador que, justo es decirlo, no siempre supo mantener la prudencia en sus reclamos de adecuación a las nuevas doctrinas y directivas del Concilio.
----------Como he dicho, en la arquidiócesis de Mendoza no es nada fácil hablar de ciertos temas eclesiales: si planteas objeciones ante alguna tendencia neo-modernista, suelen creer que eres un indietrista o lefebvriano, y a la inversa, si planteas alguna corrección a actitudes de perfil filo-lefebvriano, no es raro que te interpreten como un modernista. Esto pasa con gran frecuencia en el clero (por cierto, con muchas y dignas excepciones), y se trasvasa naturalmente a nivel de vida religiosa en general, y a nivel de laicos. Puedo dar fe que no sucede lo mismo en otras diócesis argentinas donde no se ha sufrido de manera tan acerba el conflicto entre el obispo y su presbiterio como de hecho se ha sufrido aquí en Mendoza, y en otras diócesis.
   
Signo y símbolo: clave para dilucidar la cuestión litúrgica
   
----------Habiendo hecho las anteriores observaciones, y aclarados creo que suficientemente los términos que debemos usar al tratar de abordar la cuestión de la herida interna que hoy afecta a la Iglesia, hay que reconocer que Zenone tiene razón al señalar al neo-modernismo (que, repito, él llama erróneamente progresismo) como el principal factor problemático hoy por hoy. Pues, al fin y al cabo, la reacción indietrista (o pasadista o, en su origen, lefebvriana) no es más que una equivocada reacción al modernismo.
----------Es cierto, entonces, que la visión neo-modernista e inmanentista respecto de la Sagrada Liturgia, hoy sociológicamente victoriosa en lo interno de la Iglesia, produce efectos conspicuos de disolución de la fe en el Pueblo de Dios, como ya sucede eficazmente con la revolución litúrgica entre los anglicanos, que supo demoler en breve tiempo la fe inglesa en los súbditos de aquél que fue alguna vez llamado el Defensor Fidei. Dice Zenone, y con razón, que los escombros de esta fe ya ineficaz y putrescente están bajo los ojos de todos en el actual anglicanismo, que se ha convertido en el chimpancé de lo políticamente correcto del main stream o lo convencional. Campean libremente en el anglicanismo sacerdotes y obispos homosexuales y desposados entre ellos, matrimonio invertido bendecido en la iglesia, mujeres sacerdotes y obispos, ideología del género y ambientalista elevadas a valor teológico: son sólo algunos de los signos de un anglicanismo ya descompuesto desde la raíz, no sólo de una sal que ha perdido el sabor.
----------Ahora bien, si ahora observamos atentamente lo que hoy ocurre en el seno de la Iglesia católica, la liturgia neo-modernista, de tipo gnóstico, llegaremos sin demasiadas dificultades a darnos cuenta que se trata de una liturgia insincera, vale decir, una puesta en escena que imita una sacralidad que, a decir verdad, ya ha perdido y archivado entre el basurero de la historia en nombre de un antropocentrismo sociológico que se ha revelado en último término como -permítanme decirlo- un satanás-centrismo, a la vista de los resultados mortales del abrazo con el mundo de esa parte de la Iglesia que, remitiéndose a su modo al así llamado "espíritu del Concilio", ha extendido los brazos y construido puentes hacia aquel que en el lenguaje del Nuevo Testamento es "el mundo" en el peor sentido, es decir, el que parece el principado del demonio, el poder diabólico.
----------El caso es que todo lo que compone la liturgia de contornos neo-modernistas llega de este modo a convertirse en convencional, creativo, arbitrario, facultativo, relativo, remitido a la iniciativa, o al buen humor del sacerdote que celebra. La dimensión sacrificial de la Santa Misa es omitida, pasada por alto, eclipsada, en nombre de una dimensión comunitaria o social, que tiene su razón de ser, pero que el neo-modernismo la llena solo de palabras vacías de realidad, y por eso es una liturgia insincera, una mentira. Todo acaba por quedar aplanado, horizontalizado, a nivel sólo simbólico, anulando en cambio el hecho de que los Sacramentos son signos eficaces de la divina Gracia, no solo símbolos de aspiraciones o intenciones humanas. Explicar la tesis que acabo de enunciar, es precisamente el propósito de este artículo.
----------Pero sería un grueso error de nuestra parte creer que la nociva confusión entre signo litúrgico y símbolo litúrgico y, por ende, entre esencial y accidental o entre lo inmutable y lo contingente en la liturgia sea un problema que afecte solamente al actual neo-modernismo eclesial.
----------En general, ¿qué es la Misa para el indietrista lefebvriano? A juzgar por mucho de lo que hoy se lee en sus blogs y panfletos proselitistas, lo que le interesa al pasadista lefebvriano es que se trata -tal como leo en un artículo reciente- de "una ceremonia bellísima y sublime", un "estar en un templo cuyas columnas se elevan al cielo, arropados por la música del órgano o del canto gregoriano, con el perfume del incienso embargando la atmósfera y con los colores de los ornamentos y las luces de las velas atrayendo las miradas" (Rubén Peretó Rivas). Estos mismos filo-lefebvrianos suelen adscribir al modernismo aquella imagen de la "abominación de la desolación" que el padre Leonardo Castellani simbolizaba en su capítulo Una misa cantada en Barcelona, de su conocida novela Los Papeles de Benjamín Benavidez, sin advertir que, en realidad, allí Castellani habla no solamente del modernismo, sino también de una deformación que también existe en la reacción lefebvriana al modernismo, en cuanto las dos corrientes cismáticas y heréticas, modernismo y lefebvrismo, son subjetivismo simbolista que deja de lado el valor del signo litúrgico.
----------Efectivamente, la finalidad de este artículo que publico en dos partes es, ante todo, refutar desde la raíz la herejía que está en la base del neo-modernismo en ámbito litúrgico, pero también está en la raíz de su malsana reacción opuesta: el indietrismo restauracionista filo-lefebvriano en liturgia. De tal modo, este artículo tiene la modesta aspiración de presentarse como un pequeño instrumento para comprender mejor las trampas filosóficas y teológicas que conducen tanto al modernismo como al pasadismo litúrgico, y para evitar caer en ellas víctimas de sus sutilezas y encantamientos. De todos modos no soy optimista, y temo que este texto no será leído por aquellos sedicentes "abiertos" de mente (de uno y otro partido), quienes ya han caído en estas trampas y se han convertido en fervorosos apóstoles de estas insidias, con un celo digno de mejor causa.
   
La práctica litúrgica sincera
   
----------"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí" (Mt 15,8; Is 29,13). Vayamos al núcleo de la cuestión: ¿cuándo es que la práctica litúrgica es sincera? Cuando ella es "fons et culmen totius vitae christianae", podríamos responder con el Concilio Vaticano II. ¿Pero cómo debe ser entendida exactamente esta famosa sentencia del Concilio? En efecto, alguien podría objetar: como dice san Pablo, "la caridad es el vínculo de la perfección". Ahora bien, la perfección es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana. Por consiguiente, ese puesto está ocupado por la caridad y no por la liturgia.
----------El mencionado dicho del apóstol san Pablo es fundamental e indiscutible, porque corresponde al ejercicio de aquello que Cristo llama el primero de todos los mandamientos, y es evidente que la obediencia a este mandamiento será la causa primera y el efecto final de toda la vida cristiana. ¿Qué decir, entonces? ¿Que el Concilio Vaticano II allí se ha equivocado? ¿Que ha dado demasiada importancia a la liturgia? No podemos admitirlo, ya que lo que se expresa en aquel pasaje de Lumen gentium n.11 es una sentencia dogmática, en el sentido que da una definición de la liturgia en cuanto misterio de fe. Y cuando el Magisterio de la Iglesia da la definición de un misterio de fe, no se puede equivocar, aún cuando si, como en este caso, faltan los ulteriores elementos que caracterizarían a una definición declarada y solemne.
----------Por consiguiente, lo que debemos hacer es entonces tratar de saber interpretar ese fundamental texto del Concilio de modo de salvar el dicho de san Pablo que, siendo Palabra de Dios, es todavía más autorizado que la doctrina de la Iglesia expresada por el Concilio. Es necesario decir entonces que aquí la Iglesia da la más alta definición de la liturgia, al menos desde el punto de vista antropológico, la más alta que jamás haya sido hecha por el mismo Magisterio, podríamos decir desde los tiempos del Concilio de Trento con su famosa definición de la Misa y de Pío XII con la definición de tipo cristológico que encontramos en la gran encíclica Mediator Dei, con la referencia al culto mismo que Cristo ofrece al Padre.
----------Con aquella encíclica del venerable papa Pío XII ciertamente tenemos la más alta definición que se pueda concebir en sentido absoluto, dado que allí el papa Pacelli entiende la liturgia como "acción de Cristo". En ello tenemos el fundamento y el presupuesto de la definición del Vaticano II, con la diferencia de que mientras la definición pacelliana es, como he dicho, de carácter cristológico, la del Concilio es de carácter antropológico, en línea con la general orientación del Concilio (¡no "antropocéntrico", como algunos malamente entienden!), que ha sido definido por san Paulo VI "Concilio del hombre".
----------Hace tan sólo dos días, el papa Francisco, en su breve discurso a la delegación del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, resumió ambas definiciones de liturgia, la de Pío XII y la del Concilio, haciendo referencia precisamente a su carácter teológico y antropológico, pero alertando contra el "rubricismo" que atenta contra una liturgia sincera, cuando dijo que la liturgia es "la obra de Dios" en la que "la Iglesia, como Pueblo convocado, se entrega a la búsqueda de su fin más esencial, aquel que se perpetuará en la Jerusalén celeste, cuando nos unamos a los coros angélicos en el canto del Santo. El hombre es para la liturgia, porque es para Dios, pero una liturgia sin esta unión del hombre con Dios, es una aberración. Y aquí una aberración, por ejemplo, sería una liturgia esclava del rubricismo que no favorece la unión con Dios".
----------Tenemos que tener bien presente, que el Concilio Vaticano II entiende poner en evidencia, con su definición de la liturgia, el estrecho vínculo entre liturgia y caridad, a tal punto que, como hemos visto, parece que el Concilio reduzca la liturgia a la caridad o a la forma más alta de la caridad. Hasta el advenimiento del Vaticano II, la liturgia era reconducida a la virtud de la religión, entre los actos de la cual emerge el culto divino, que indudablemente, en la Santa Misa, es el acto excelente del culto divino.
----------Ahora bien, ciertamente la virtud de religión es inferior a la caridad, en cuanto la religión es una forma de justicia hacia Dios, con la cual, en el sacrificio cultual, ofrecemos a Dios aquello que le corresponde. En efecto, en la liturgia como acto de justicia, nosotros, pobres pecadores, más allá de ser simples creaturas, no estamos en grado o no somos capaces de restituir a Dios lo que Él nos ha dado a nosotros. De aquí las palabras del Salmo: "Quid retribuam Domino pro omnibus quae tribuit mihi? Calicem salutarem accipiam et nomen Domini invocabo". Sólo en Cristo nosotros podemos dar plena satisfacción al Padre.
----------En cambio, en la caridad, nosotros actuamos con Dios una sobrenatural relación de amistad, que nos une a Él superando la distancia que sin embargo permanece en la simple ejecución de un deber hacia Dios, o sea como acto de religión. La caridad, por consiguiente, instaura con Dios una relación más profunda y más íntima, parangonada por los místicos a una unión esponsal, de modo tal que el alma y Dios se convierten en un cierto modo una sola cosa según el dicho de san Pablo: "Qui adhaeret Domino, unus spiritus est".
----------Ahora bien, sabemos que la caridad está supremamente contenida, como en su divino Principio, en el sacramento de la Santísima Eucaristía, confeccionado y administrado por el sacerdote en la celebración de la Santa Misa, en la que participa toda la comunidad celebrante, y en la cual, como dice el Concilio, se realiza supremamente el misterio de nuestra redención y por tanto de nuestra salvación.
----------Indudablemente depende del sacerdote mismo y de los fieles sacar aquí de las "fuentes del Salvador" lo que Él ofrece abundantemente a su Iglesia, de modo tal que este inmenso tesoro de gracia sea después derramado en nuestros corazones. Es precisamente en este punto que se plantea la cuestión de la sinceridad o insinceridad con la cual la Misa viene celebrada y participada.
----------Suponiendo una celebración convencida y fervorosa del divino Misterio, ¿cuál acto de caridad más sublime y más importante realizamos nosotros que aquel en el que realizamos nuestra salvación para nosotros y para los hermanos? Por lo demás, ese acto viene expresado en un sacramento que, como es sabido, es un signo sagrado de la gracia divina, producida ex opere operato por lo que el signo significa. 
----------Ahora bien, debe tenerse en cuenta que la sinceridad de la praxis litúrgica está estrechamente vinculada al valor de signo que demos a los sacramentos, superando una cierta visión simbolista, que fue ya propia de la herejía luterana, sobre todo calvinista. En efecto, el riesgo de una celebración insincera, puramente exterior y ritualista de la liturgia, surge precisamente del malentender o perder de vista el carácter de signo del sacramento, reduciendo éste a mero símbolo de lo divino.
----------Vale tener presente que algo similar se da en la concepción modernista del dogma, denunciada en su tiempo por el papa san Pío X en la encíclica Pascendi. Según aquel Santo Pontífice, el concepto dogmático, para la corriente modernista, no sería verdadera representación, es decir, como ya explicara Juan de Santo Tomás (a quien citaré enseguida), no sería "signo formal" de un dato real (el misterio revelado), sino que sería simplemente un "símbolo", es decir, no pondría ante los ojos de nuestra mente el contenido real, inteligible, del divino misterio, hasta el punto de poderlo hacer pensado si no precisamente comprendido.
----------Esto implica, por tanto, que la realidad del misterio no viene a ser alcanzada por nuestra mente, sino que nuestra mente se detiene en una pura representación simbólica, un puro objeto mental, que en última instancia podría también prescindir de la existencia del misterio mismo, porque no lo hace en absoluto conocer, de modo que el misterio mismo podría también no existir, y ello no produciría ningún perjuicio a la misma liturgia. Una bandera nacional, por ejemplo, es el símbolo del país al cual simboliza: ¡pero nadie pensará que sea suficiente conocer la bandera de un país para conocer ese país!

48 comentarios:

  1. Miguel Angel Russo13 de mayo de 2024, 4:44

    Estimado Padre: sigo con bastante frecuencia sus publicaciones, y valoro los esfuerzos que hace por presentar una visión equilibrada de lo que viene sucediendo en la Iglesia desde hace tiempo, pero esta vez me resulta muy difícil comprender lo que usted dice, acerca de que hoy las enseñanzas del Vaticano II son mejor comprendidas y que "cada vez es mejor comprendido el dogma católico". ¿Lo dice en serio? ¿Sobre todo en lo que hace a la liturgia?
    Me parece que basta con visitar tan solo algunas parroquias en su misa de domingo para darse cuenta de lo que pasa. Cada uno celebra la misa como quiere, y no estoy hablando sólo de lo que hacen los sacerdotes, sino también de cómo se comportan los fieles en la misa. Cada uno por su lado. Aquí en Mendoza me parece que predominan las actitudes del "hazlo tú mismo" modernista. Y no habría que revisar mucho para darse cuenta: bastaría con ver los videos de lo que fue la Misa por los 90 años de la diócesis en el Arena Aconcagua hace poco. Por lo tanto, me parece que, es muy difícil compartir su opinión de que hoy "cada vez es mejor comprendido el dogma católico". Es una afirmación que no puedo aceptar. No lo veo por ninguna parte.

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    1. Estimado Miguel Ángel,
      intentaré responde ordenadamente a sus consideraciones.

      Primero. Le agradezco su reconocimiento a mis esfuerzos por presentar una visión equilibrada de los temas hoy en disputa en la Iglesia. Sin embargo esa "visión equilibrada" a la que usted se refiere, sería mal concebida si se la malentendiera como un imaginario punto medio que yo o cualquier fiel católico pudiéramos subjetivamente encontrar entre los dos polos opuestos hoy en combate en la Iglesia, el neo-modernismo y el indietrismo. No existe tal punto medio matemático.
      En todo caso, lo que pudiéramos llamar "punto medio" está indicado por el Magisterio de la Iglesia en el ámbito de la doctrina, magisterio siempre infalible en ese campo, y por la dirección de gobierno del Papa en el ámbito de lo pastoral-disciplinar, campo en el cual el Papa puede cometer errores y acaso ser merecedor de críticas, aunque siempre llevadas a cabo con el debido respeto y en las debidas modalidades.
      Ahora bien, mucho mas sentido tiene hablar de posición equilibrada entre modernistas e indietristas, refiriéndonos a una actitud de sabiduría que se esfuerza por encontrar lo positivo en ambas corrientes extremas no-católicas. Esa es precisamente la característica de lo que llamamos "visión equilibrada", que es saber reconocer en cualquier posición (en el caso en cuestión, el modernismo y el indietrismo en liturgia), tanto los errores como los valores, es decir, las instancias válidas de cada posición, no sólo sus defectos.

      Segundo. Cuando yo afirmo que hoy las enseñanzas del Concilio Vaticano II son mejor comprendidas y que cada vez es mejor comprendido el dogma católico, lo afirmo, naturalmente, in genere, vale decir, del conjunto de la Iglesia y, de modo particular, del Magisterio pontificio. No lo digo, obviamente, en sentido estadístico, en relación al número de fieles que comprendan o no el dogma y la doctrina católicos. Es indudable que la Palabra de Dios, "Palabra que permanece para siempre", según lo aseguró Cristo, Palabra siempre la misma, inmutable, sin embargo progresa siempre cada vez más en su conocimiento por parte de la Iglesia (aquello que los teólogos llaman tradicionalmente "lo revelado virtual"), vale decir, progresa el conocimiento que la Iglesia tiene (en su Magisterio) de la misma Palabra del Señor, y progresará cada vez más, gracias a la acción del Espíritu Santo, desde Pentecostés y hasta la Segunda Venida del Señor.

      Tercero. Respecto al culto que en concreto la Iglesia eleva Dios, particularmente en la Santa Misa, y en concreto en la Misa dominical parroquial, efectivamente, como usted bien dice, pueden existir prácticas litúrgicas que no responden a lo enseñado por el magisterio litúrgico del Papa y a lo estipulado por la autoridad competente, excesos por parte el sacerdote celebrante o de la asamblea celebrante en ese ámbito de creatividad litúrgica que las mismas rúbricas conceden, e incluso puede haber abusos que deben ser clara y firmemente rechazados. Pero aquí estamos precisamente en la temática que he tratado de explicar en mi artículo: vale decir, el abuso o la mala praxis litúrgica se produce, en definitiva, cuando viene a menos el signo litúrgico (sacramental) y se extralimitan en importancia los símbolos litúrgicos, los cuales si bien son necesarios, siempre tienen que estar en función del signo sacramental e implementarse de acuerdo a la disciplina litúrgica vigente.

      Cuarto. Desconozco las características particulares que asumió la celebración de la Misa en la que se recordaron los 90 años de la creación de la diócesis de Mendoza, celebrada en el estadio Arena Aconcagua, porque no he podido asistir. Sin embargo, tengo entendido que a la Misa se le unió en el mismo lugar un espectáculo artístico. Viendo esto desde fuera y, por ende, sin que mi opinión valga nada, me parece que probablemente una clara división de ambos eventos, el sagrado, la Misa, y el espectáculo artístico, en ámbitos separados y en momentos distintos, hubiera podido evitar, o al menos limitar, excesos y abusos en cualquier sentido.

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  2. Estimado padre Filemón: creo haber comprendido esta primera parte de su artículo. La leí con placer, y me sentí cómoda con su punto equilibrado entre los dos extremos en lucha en la liturgia. Al fin de cuentas, estoy convencida que no es tan difícil mantenerse en ese equilibrio si uno sigue con honestidad y sinceridad el Magisterio de la Iglesia. Sin embargo, tengo algunas dudas sobre una expresión suya, que creo no llegar a comprender completamente, cuando usted habla de "la liturgia neo-modernista, de tipo gnóstico". Si no es demasiada molestia, me la podría explicar?

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    1. Estimada Nadia,
      concuerdo con usted en que el método y el remedio para guarecerse de las tentaciones, encantos, sofismas y cantos de sirena tanto de los modernistas como de los filolefebvrianos, es dejarse guiar humilde y obedientemente por el Magisterio actual de la Iglesia, como le corresponde hacer a cualquier fiel creyente que se considere auténticamente católico.
      Ahora bien, he dicho Magisterio presente o actual, pero no porque el Magisterio presente esté en ruptura con el magisterio del pasado (al cual se remiten los pasadistas) ni con un hipotético magisterio futuro del que los modernistas dicen ser sus testigos de avanzada, sino porque el magisterio pontificio actual es el que el Espíritu Santo inspira a la Iglesia de nuestro tiempo, en continuidad con la verdad del Magisterio de siempre, pero verdad que la Iglesia conoce siempre cada vez mejor.
      Mutatis mutandis, lo que decimos del Magisterio actual, se puede decir de las directivas disciplinares y litúrgicas de la actualidad.

      Por cuanto respecta a lo que he llamado "la liturgia neo-modernista, de tipo gnóstico", considero que es fácil de entender mi expresión, si usted ha seguido mis varios artículos acerca del gnosticismo, que he publicado en este blog.
      Tenga en cuenta que, en ámbito católico, y de modo general, el gnosticismo puede ser definido como una forma de soberbia y de presunción por la cual el gnóstico tiene una pretensión exorbitante de un conocimiento de Dios por encima de la revelación cristiana y del Magisterio de la Iglesia, tal como para igualar a la misma ciencia divina, una pretensión de autoglorificación que lo encierra en su espléndido aislamiento y lo lleva a despreciar los deberes de amor a Dios y al prójimo.
      Pues bien, esa definición de gnosticismo, que en efecto se aplica propiamente al ámbito del magisterio doctrinal de la Iglesia, también puede aplicarse al ámbito del magisterio litúrgico y a la disciplina litúrgica. Se trata de una forma de subjetivismo litúrgico, que puede ser, en sus símbolos, tanto de perfil modernista como de perfil indietrista, y que en la medida que exhacerbe el apego a los símbolos de creación subjetiva en detrimento del signo sacramental, puede incluso hacer desaparecer al signo, es decir, al sacramento, a su validez, convirtiéndose en una cáscara vacía de contenido (lo que dice el personaje Benjamín Benavídez de Castellani acerca de "una misa cantada en Barcelona"), con lo que finalmente se pasa de lo disciplinar a lo doctrinal, cayendo en la herejía.

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  3. Estimado Padre Filemón,
    aprecio mucho y comparto plenamente sus publicaciones sobre liturgia, no sólo el presente artículo, sino también aquellos escritos hace algunos años, cuando apareció Traditionis Custodes.
    Quisiera también aprovechar esta ocasión para disculparme con usted, respecto a uno o dos (no recuerdo bien) comentarios míos no tan benévolos hacia usted, relativos a otros tantos artículos suyos. A decir verdad, hace algún tiempo, para decirlo con toda sinceridad, yo estaba bastante intoxicado de "indietrismo" (como dice el papa Francisco). Hoy mi mente, providencialmente, y con la ayuda de la gracia, ha cambiado, y me doy cuenta lo que significa un sano tradicionalismo, del que usted tanto habla, y que es una verdadera estupidez pretender defender la Tradición estando contra el Papa. Una locura.
    Siempre me ha quedado un poco de remordimiento (por el respeto de todos modos debido a un consagrado...) y también el deseo de reparar de alguna manera. Hoy me gustaría darle las gracias.
    Buenos días.

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      aprecio mucho sus sentimientos hacia mí. Le agradezco el interés que tiene por mis escritos y espero que puedan ser un estímulo para un compromiso cada vez mejor de vida cristiana.

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  4. Sergio Villaflores11 de julio de 2024, 5:01

    Estimado padre Filemón,
    en referencia al tema de este artículo, recuerdo que hace algunos años, para mí fue una grata sorpresa que el Papa Francisco usara el término "cisma" para referirse a la situación de los lefebvrianos y, según creo, también se refirió implícitamente también a los católicos filo-lefebvrianos (dentro de la Iglesia).
    Por otra parte, y teniendo en cuenta las razones de su restricción al vetus ordo (negación del Concilio, negación del magisterio pontificio postconciliar, negación de la validez del novus ordo), ¿sería excesivo pensar que cuando habla de "cisma" el Papa se refiera también a la "herejía" lefebvriana?
    Usted mismo, padre Filemón, se ha quejado varias veces de la renuencia de los papas postconciliares a usar el término "herejía". Tal vez en Traditionis custodes se podría notar un giro de escena, un buen giro en este sentido. ¿No cree?
    Gracias.

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      me han agradado mucho sus palabras.
      Usted debe saber que hay una diferencia entre cisma y herejía.
      El cisma es la ruptura de la comunión con la Iglesia, y es un pecado contra la caridad y la obediencia al Papa. La herejía, en cambio, es un pecado contra la fe y es la negación consciente, voluntaria y obstinada, por parte de un bautizado, de una verdad de fe.
      Ciertamente en la pastoral es bueno llamar a las cosas por su nombre, naturalmente con ponderación y a razón probada. El pastor es similar a un médico, que debe hacer diagnósticos expresándose con precisión y propiedad. Si una enfermedad no está bien definida, es imposible tratarla bien y curarla.
      Ahora bien, desde los tiempos del postconcilio existen de hecho en la Iglesia muchos cismas y muchas herejías y hay que notar, por desgracia, una reticencia en los Papas del postconcilio en el uso de los términos cisma y herejía. Esto, en mi opinión, no sirve para curar estas enfermedades, sino que las deja continuar haciendo daño.
      Por lo tanto, estoy de acuerdo con usted en que me complace que el papa Francisco, en Traditionis custodes (y en la carta adjunta a los Obispos) finalmente haya usado este término y espero que también use el otro, porque esto podrá servir para liberar a la Iglesia de estas enfermedades. De todos modos, el papa Francisco, si bien no ha usado el término herejía, sí ha venido usando el término "ideología", que es equivalente. En mi opinión, el Papa, siendo renuente hoy a usar el término "herejía", utiliza en cambio el término "ideología" para significar lo mismo.

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    2. Sergio Villaflores11 de julio de 2024, 10:46

      Gracias por su respuesta, padre Filemón.
      Por supuesto, hay una diferencia entre el cisma y la herejía. Pero sería deseable que usted hiciera alguna referencia a la relación entre el cisma y la herejía. ¿Es solo una relación de hecho? ¿O hay alguna relación teológica?
      De hecho, si, por ejemplo, se toma en consideración el caso de mons. Lefebvre en los '70, su decisión cismática (aunque en aquella época encontró argumentos que lo justificaban por sí mismo, convenciéndose de que no había producido un cisma) terminó por necesitar con la fuerza de las cosas el caer en las herejías: la falsa concepción de la Tradición (no distinguiendo entre Tradición y tradiciones), la falsa concepción de la infalibilidad pontificia y conciliar (reducida a definición ex cathedra, según habla de ello el Concilio Vaticano I), la falsa concepción de la lex orandi-lex credendi como usted la explica en otros artículos, etc...
      Es decir: parece existir una íntima relación fáctica entre cisma y herejía. Ahora bien, ¿se puede hablar también de relación teológica o ontológica?
      Tal vez considere apropiado tratar este tema, o sugerir alguna fuente en la que se haya tratado la relación cisma-herejía.
      Gracias.

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    3. Estimado Sergio,
      ciertamente existe una relación entre cisma y herejía, no diría de tipo teológico, pero sí de tipo psicológico y moral.
      Es evidente que los herejes son cismáticos en el sentido de que desobedecen al Papa como maestro de la fe. Pero quien es cismático no está dicho que sea hereje, porque puede aceptar todas las verdades de fe, pero carece de esa humildad y de esa caridad que lo mantienen en plena comunión con los hermanos en la fe, bajo la guía pastoral del Papa.
      De ahí que, si el cismático no se corrige, fácilmente se convierte en hereje, porque toma la costumbre de gobernarse a sí mismo o con su grupo en cuanto a fe y moral, mientras que en este campo el contacto vital con el Papa y con los hermanos en la fe es esencial para no salirse del camino y no aislarse de la Iglesia o en la Iglesia.
      La eclesiología postconciliar nos enseña que el cismático permanece en cierta comunión con la Iglesia y con el Papa; pero esta comunión no es perfecta porque falta precisamente aquello a lo que el cismático se opone o desobedece.
      En cuanto al obispo Lefebvre en particular, y sus seguidores, mi creencia es que -aunque tal vez en buena fe- no solo son cismáticos, sino también herejes. Ciertamente, esto la Iglesia nunca lo ha dicho (aunque, habría que decir: no lo ha dicho de modo claro y expreso, porque san Paulo VI le reprochó a Lefebvre que su postura se oponía a la fe católica, por lo cual le estaba diciendo que había sospecha de herejía), pero no quiere decir que no lo sean, porque un teólogo puede darse cuenta de la existencia de la herejía, incluso sin que haya una sentencia del Papa o del Dicasterio de la Fe.
      En efecto, las sentencias de la Iglesia se pronuncian a raíz de indicaciones recibidas de los teólogos.
      ¿Por qué yo encuentro herejía en los lefebvrianos? Porque Mons. Lefebvre acusó a las doctrinas del Concilio de estar en contra de la Tradición y acusó a la misa de san Paulo VI de ser filoprotestante.
      Ahora bien, acusaciones de este tipo tienen un contenido doctrinal, y si existen en los términos que he indicado, vendrían a negar la doctrina de la Iglesia, según la cual las doctrinas de los Concilios son infalibles, aunque no contengan nuevas definiciones dogmáticas.
      Ahora bien, la consecuencia es que: quien acusa de herejía el Magisterio de la Iglesia es a su vez hereje.

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    4. Sergio Villaflores11 de julio de 2024, 19:36

      Estimado padre Filemón:
      Gracias por su generosa respuesta a mis preocupaciones.
      Antes de decirle el motivo de mi nueva referencia a la cuestión de la relación entre herejía y cisma, citando sus mismas palabras en un artículo suyo de 2018, quiero hacerles saber que lo hago sin ninguna crítica, sino para animarle a desarrollar quizás en su pensamiento teológico (que admiro) algunas consecuencias que quizás aún no haya notado.
      En un artículo de hace alguno años usted escribió: "Quien está verdaderamente en comunión con el Papa y le habla con franqueza, hoy es acusado por los modernistas de no estar en comunión con el Sumo Pontífice. Ellos, que en cambio, por sus herejías, son en realidad cismáticos, se comportan como amigos del Papa, el cual debería ser más cauto al darles confianza, ya que lo instrumentalizan a su favor. Quien no está en comunión con el Sumo Pontífice merece ser excomulgado".
      Es interesante (y sorprendente) la relación que aquí establece no solo entre herejía y cisma, sino también con la medida disciplinaria de la excomunión.
      ¿Desea aclarar, corregir o explicar algo al respecto?
      Muchas gracias.

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    5. Estimado Sergio,
      la excomunión es una medida disciplinaria, que puede ser tomada por el obispo o por el Papa, con respecto a aquellos que son rebeldes a su autoridad, en cuanto pastores de la comunidad eclesial.
      Ahora bien, esta rebelión puede tener dos aspectos: o un aspecto herético o un aspecto cismático.
      El problema de la excomunión es un problema exquisitamente pastoral y disciplinario, cuya imposición está a discreción de la autoridad.
      Existe más bien la llamada excomunión lata sententia, que se produce automáticamente en el momento en que el sujeto realiza una acción prohibida, sancionada precisamente por este tipo de excomunión, por ejemplo, uno que golpeara al Papa o la excomunión impuesta por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de San Juan Pablo II de 1996 a aquellos cardenales que se hubieran reunido para planear la elección de un Papa.
      Además existe la excomunión ferenda sententia, la cual, en cambio, es impuesta a juicio prudente del prelado en circunstancias especiales, en las que él juzga necesario intervenir por el bien o la paz de la Iglesia.
      Siendo así las cosas puede suceder que haya algún fiel o algún grupo de fieles que de hecho son cismáticos o herejes, y por tanto en principio merecerían ser excomulgados. Sin embargo, puede suceder que la autoridad no intervenga.
      Esto no significa que las herejías o el cisma sostenidos por esos fieles no tengan una realidad objetiva, verificable y demostrable por personas competentes y no significa que no causen daño a la Iglesia. Pero puede suceder que el prelado, o por respeto humano o por negligencia o debilidad, no intervenga. ¿Qué sucede en este caso? Que aquellos fieles que son realmente herejes y cismáticos figuran todavía como miembros de la Iglesia, aunque interiormente no lo sean.
      Viceversa, puede existir una excomunión injusta, es decir, no merecida, porque en realidad el fiel está en comunión con la Iglesia, pero puede suceder que el prelado cometa una injusticia.
      Santo Tomás aconseja, en este caso, al excomulgado que acepte serenamente ser excomulgado y, por tanto, que acepte aquellas limitaciones que están relacionadas con el estado de excomulgado. Lo que debe consolarlo es la conciencia de su inocencia y la posibilidad, imitando a nuestro Señor, de ofrecer su sufrimiento por el perdón del prelado que lo ha tratado injustamente.
      Puede haber otro caso: el de la excomunión formalmente inválida. En este caso, el excomulgado no está realmente ni jurídicamente excomulgado, por lo que puede considerarse libre de excomunión.
      Finalmente hay que tener presente que como una excomunión puede ser dispensada, así puede ser quitada, si el excomulgado se arrepiente y vuelve a la comunión con la Iglesia bajo la obediencia del Pastor.

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  5. La historia de los cismáticos parece explicar la existencia de una misteriosa relación entre cisma y herejía:
    Probablemente el cismático Lutero era más católico que los luteranos actuales.
    Me inclino a pensar que Lefebvre estaba más cerca de la fe católica que los lefebvrianos actuales.

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    1. Querido Paolo,
      me alegra conocer tus pensamientos. Trata de aparecer por aquí con más frecuencia. Tus opiniones son verdaderamente útiles e interesantes para lo demás lectores.
      Respecto a lo que dices, creo que la historia de los cismáticos y de los herejes demuestra la continua fluidez y mutabilidad de estos movimientos, precisamente porque carecen de la guía y del control pontificio, que asegura la continuidad y la estabilidad de estos movimientos.
      También hay que señalar que el cisma generalmente conduce a la herejía y los herejes se vuelven cada vez más herejes.
      Esto sucede siempre porque falta la asistencia del Papa y la fidelidad al Papa.
      Por ejemplo, hoy hay luteranos que están más lejos del catolicismo que Lutero. Esto es evidente a todo honesto observador
      En cuanto a los lefebvrianos actuales, no me consta que se hayan alejado más de la comunión eclesial que Lefebvre; aunque lo que digo puede ser discutible. El problema es que desde hace cinco décadas, desde que se fundó la FSSPX, el Magisterio de la Iglesia ha desarrollado nuevas doctrinas, que vinculan a los fiele en su fe católica. Y el caso es que los lefebvrianos rechazan incluso las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II, como en su momento se lo reprochara Benedicto XVI. Por lo que vistas así las cosas, no es descarriado pensar también que ellos hayan agravado sobre sí mismos las sospechas de herejía.
      Un signo reconfortante en este sentido fue el permiso de la jurisdicción del sacramento de la penitencia, concedido por el Papa a los lefebvrianos con ocasión del Año Santo de la Misericordia. Pero ellos no le dieron importancia, ni se la dieron al levantamiento de la excomunión sobre ellos, como, en todo caso, no le dan importancia a ningún acto magisterial o pastoral del Romano Pontífice, y esta es su actitud permanente desde hace cincuenta años. Sólo tienen en cuenta lo que el Papa dice o hace para criticarlo. ¿Cómo no llamar a esta actitud, una actitud cismática?
      Por lo demás, la actitud de los lefebvrianos es imitada por los filo-lefebvrianos, por lo que considero plenamente válidos los motivos que el Papa argumentó para emitir Traditionis custodes.
      A sesenta años de promulgada Sacrosanctum Concilium, que estableció reformar el rito anterior de la Misa, yo no veo ninguna razón para seguir concediendo permisos para celebrar el vetus ordo.

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  6. Padre, me duele mucho leer sus argumentos.
    Nosotros, los fieles, quedaremos sin pastores, y ustedes, pastores, se quedarán sin fieles.

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    1. Estimado Máximo,
      veo que te falta esperanza.
      Recuerda las palabras de Nuestro Señor: "Se hará un solo rebaño, bajo un solo pastor".
      Esto quiere decir que el rebaño debe escuchar a los pastores, como también es verdad que el pastor debe dar la vida por el rebaño.
      Ruega por mí, para que yo sea un buen pastor y para que las ovejas me escuchen.

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    2. No le fallaré, Padre

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  7. Primo el de la Ribera18 de julio de 2024, 8:12

    Reverendo padre, usted dice que el Papa Francisco se la agarra con los lefebvrianos y cismáticos que, precisamente, están separados o que no están en perfecta comunión, pero entonces, ¿qué sentido tiene obstaculizar de todos modos la liturgia tridentina dentro de la Iglesia?
    Nada. Misa en iglesias parroquiales (y ¿para qué?), restricciones estrictas, prohibición de constituir nuevas parroquias personales con la implícita "invitación" a disolver las existentes y, por último, necesario permiso del obispo. Todos sabemos que la mayoría de los obispos son ferozmente contrarios al rito antiguo, el resultado es evidente.
    ¿Quiere el Papa empujar a todos a unirse a la FSSPX? ¿Quiere que salgamos de la iglesia?
    ¿Qué hay realmente en la base del M.P. Traditionis Custodes sino el desprecio de ver disminuir constantemente la frecuencia a la misa parroquial con el efecto contrario del aumento constante de fieles que prefieren el rito antiguo? Y que estos no sean viejos nostálgicos sino sobre todo jóvenes es quizás causa, para muchas jerarquías llamadas católicas, de manifestaciones de odio.

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    1. Primo: cierto. Yo también pienso lo mismo.

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    2. Estimado Primo,
      la Iglesia Católica está guiada por el papa Francisco.

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    3. Queridísimo padre, pero no le ha respondido a Primo... ¿Por qué perseguir de todos modos la liturgia tridentina dentro de la Iglesia? Era clara la pregunta.

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    4. Estimada Mary,
      no se trata en absoluto de perseguir el vetus ordo (se trate de la Misa de 1962, de la Misa tridentina, o de la misa más antigua a la que se quieran retrotraer los indietristas), sino de recomponer el cisma.
      Lo que quiere el Papa es terminar con el actual cisma formal de los lefebvrianos y el cisma virtual de los filolefebvrianos.

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    5. como dice el señor Primo en el comentario anterior, lo que de hecho se obtiene es profundizar aún más la grieta, porque los lefebvrianos seguirán siendo de su línea y los católicos amantes del viejo rito se ven empujados y obligados hacia ellos u hostigados dentro de su Iglesia... Póngase en nuestro lugar, este es el precio por la lealtad dada al Capitán de nuestra amada barca, terminar atado y amordazado debajo de la cubierta de la barca.

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    6. Primo el de la Ribera18 de julio de 2024, 8:24

      Perdone padre, pero para recomponer el cisma el Papa debería dirigirse a los cismáticos. Un cisma por otra parte bastante singular ya que el Pontífice les ha concedido el permiso de celebrar los sacramentos de modo lícito. Voy a hacer una observación. ¿Cómo se puede pretender que los llamados cismáticos, que entre los motivos de ruptura cuentan la celebración con el rito tridentino, vuelvan a la plena comunión si después ven el duro y, digámoslo, despreciativo trato dispensado a los fieles del rito romano antiguo? ¿Pretenden que retornen a la obediencia al Papa para recibir una paliza?

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    7. Estimada Mary,
      el Papa no desea otra cosa que estos hermanos, que se han puesto en contra de la Iglesia, vuelvan a sus brazos maternos.

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    8. Estimado Primo,
      el papa Francisco tiene una actitud severa contra esos hermanos que desde hace sesenta años están contra el Concilio Vaticano II, contra el Magisterio de los Papas del postconcilio y contra el Novus Ordo Missae. Pero está claro que si obedecen al Papa, no podrán sino ser recibidos y acogidos con alegría por los hermanos en la misma fe, y descubrirán la belleza del rito Novus Ordo, porque es la Misa.

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    9. Primo el de la Ribera18 de julio de 2024, 8:31

      Encontrar belleza en el NO es una tarea muy difícil, si se compara con el VO no hay comparación posible. Queda, sin embargo, el hecho de que el Papa no emitió un motu proprio precisamente contra los cismáticos sino contra los fieles católicos en plena comunión con Roma, que son guetizados como reservas indias. No se ve, en el Motu proprio, ninguna forma de caridad sino desprecio y, en la carta de acompañamiento, aversión y casi odio. Cosa indigna de un documento pontificio. Nosotros, hablo por la comunidad que conozco y frecuento, (gracias a Dios y a Benedicto XVI exuberante y floreciente de jóvenes) no nos iremos con los lefebvrianos, pero tengan cuidado con tirar demasiado de la cuerda.

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    10. Primo el de la Ribera18 de julio de 2024, 8:31

      Brazos maternos armados con palos.

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    11. Estimado Primo,
      relea con más atención el Motu Proprio Traditionis Custodes en la interpretación que doy yo como teólogo, y encontrará la paz.

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    12. Estimado Primo,
      pero ahora me pregunto: ¿sabes tú lo que es la Iglesia?

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  8. Andrés Postiglione18 de julio de 2024, 8:38

    Vea padre Filemón, permítame la osadía de darle un consejo: no continúe con estos intentos de conciliar lo irreconciliable, no sirve de nada, cuando no exasperan aún más las cuestiones. Como teólogo que usted es, esfuércese por darnos a conocer a Santo Tomás de Aquino, fundaméntese en los pontífices de finales del siglo XIX que han indicado como único dique contra el modernismo la recuperación del pensamiento de Santo Tomás y del tomismo, quizás con las XXIV tesis del tomismo. Creo que sería más útil para nosotros y para usted.

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    1. Estimado Andrés,
      si santo Tomás viviera hoy, no solo lucharía contra los modernistas, sino también contra los filolefebvrianos.

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  9. Roma locuta, causa finita est ... san Agustín 🙂

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    1. Cuando el Papa ha decidido, no hay nada que hacer. 🙂

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    2. Además, TC es un documento equilibrado.

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    3. Jorge: Un Papa había tomado una decisión hace 17 años. Otro Papa tomó otra decisión. El tiempo será el juez de estas decisiones.

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    4. Desaparecen mis comentarios!

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    5. Estimado Esteban,
      he quitado algunos comentarios, porque son ofensivos hacia el Santo Padre.

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  10. Por el momento solo dos preguntas: si la lex orandi y credendi es la misma, ¿por qué reducir de esta manera la posibilidad de celebrar con el VO? Después no me consta que el Concilio haya querido el Novus Otfo, sino solo que se leyeran en vulgar las lecturas y evangelios con mayor participación de los fieles, de hecho en la SC está escrito que el latín se debe conservar, fue M.Bugnini quien hizo el NO, después está el rito del 65 y la misa mitad vernácula y mitad latín, y luego de unos pocos meses se llega al todo vernácula, pero el NO en latín NO es igual al VO, como el texto del breve examen crítico firmado por card OTTAVIANI Y BAGGIO dice. Al menos estos son mis recuerdos de lo que he vivido en esa época. Gracias

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    1. Estimado Dino,
      si usted vuelve a leer mejor éste mi artículo (y otros que he dedicado también a esta misma cuestión) verá que allí ya encuentra la respuesta a sus preguntas.

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    2. Los he leído y releído, pero me parece de todos modos que la intención de Roma sea , con la excusa de que los lefebvrianos no han vuelto y que alguien que va al VO critica el Concilio, de eliminar de aquí a 30 años el VO, tal vez no dando más permisos especiales a los jóvenes sacerdotes, tanto la bula de san Pío V y Benedicto XVI no cuentan ya nada.

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    3. Dino: 30 años es muy optimista. Lo que se comenta que ya está a la firma del Papa un documento para quitar todos los permisos para celebrar el VO.

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    4. por lo que he leído y como conozco las dos misas, su interpretación es la más buena hacia los innovadores, pensando que no han cambiado mucho , pero el canon romano se dice raramente con el NO, luego el concilio NO ha querido la Misa hecha por m. Bugnini y ni siquiera en vulgar, El post-concilio de los innovadores hizo la reforma. Ahora no pongo en duda la validez de la consagración en el NO, pero el texto del VO si es traducido al español ciertamente no coincide con el NO. Finalmente, BXVI dio permiso a los sacerdotes para celebrar libremente, "el VO nunca fue derogado" dijo, confirmando a San Pío V, pero ahora con las restricciones de Roma sucede que muchos obispos confirman los permisos (y tratarán de no correr riesgos) otros como lo parece bloquean todos los permisos, entonces dos modos de pensar diferentes de la misma iglesia, lo que no entiendo ( se hace para decir se entiende muy bien) Por qué bloquear todo también para quien va al VO y reconoce el concilio a la luz de la doctrina de la continuidad, porque son otros los que están lejos de Roma fuera de la iglesia, y critican el concilio. Con respeto pero me permito dudar que una parte de la intelectualidad favorable al NO tenga el mismo sensum ecclesiae y la misma lex credendi antes de 1967. En el VO existe el silencio y las oraciones se dicen a menudo en voz baja por el sacerdote, pero el pueblo participaba, rezaba y tenía misalitos bilingüe, yo no recuerdo que existiera un grupo popular o masivo de fieles que pidieran solamente el NO ni tampoco la misa en lengua común. Fue impuesta no por el concilio sino por Bugnini y cia. He leído que san Pablo VI poquísimo después de la reforma se preparaba a la misa pensando en la octava de la fiesta anterior, cuando el secretario le dice que había sido suprimida, el Papa preguntó por quien y le fue contestado : por Usted Santidad, Y el Papa lloró, no sé si es verdad, pero la he leído como historia verdadera, pero no creo estar yo fuera de la iglesia si trato de permanecer en la doctrina y lex credendi y lex orandi de la iglesia en la que fui bautizado en 1953, Y unos días después, tres meses después de nacer. Cordialmente.

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    5. Estimado Dino,
      respondo a sus objeciones una por una:

      1. "Su interpretación es la más buena hacia los innovadores, pensando que no han cambiado mucho , pero el canon romano se dice raramente con el NO, después el concilio NO quiso la Misa reconstruida por m. Bugnini y tampoco en vulgar, El post-concilio de los innovadores hizo la reforma".
      La reforma de la Misa no fue hecha por "innovadores", sino por la Iglesia. Esta Misa es mejor que la precedente porque responde mejor a las necesidades espirituales y al modo de pensar y de sentir de nuestro tiempo. Si no fuera mejor, ¿para qué habría hecho la Iglesia la reforma? El Concilio Vaticano II propuso una reforma de la Misa y san Pablo VI la realizó. Bugnini no tuvo nada que ver, al contrario, el Papa lo envió como castigo al extremo Oriente por los perjuicios que había causado.

      2. "Ahora no pongo en duda la validez de la consagración en el NO, pero el texto del VO si es traducido al español ciertamente no coincide con el NO. Finalmente, BXVI dio permiso a los sacerdotes para celebrar libremente, "el VO nunca fue derogado" dijo, confirmando a San Pío V, pero ahora con las restricciones de Roma sucede que muchos obispos confirman los permisos (y tratarán de no correr riesgos) otros como lo parece bloquean todos los permisos, entonces dos modos de pensar diferentes de la misma iglesia, lo que no entiendo ( se hace para decir se entiende muy bien) Por qué bloquear todo también para quien va al VO y reconoce el concilio a la luz de la doctrina de la continuidad, porque son otros los que están lejos de Roma fuera de la iglesia, y critican el concilio".
      El VO no puede ser derogado en cuanto Misa, pero su celebración puede estar sujeta a restricciones o puede ser abrogada. Aquí el Papa tiene plena facultad y puede cambiar, por motivos pastorales, lo que ha hecho un precedente. El hecho previsible de obispos que tendrán opiniones diversas sobre el VO no debe sorprender y no debe crear escándalo, porque es algo normal del legítimo pluralismo eclesial. Hasta hace poco cada Obispo en su diócesis tenía la facultad de conceder con facilidad el VO a quienes no lo entienden como expresión de anti-concilio, y aceptan el NO según las disposiciones del Papa. Ahora, por los abusos que siguen cometiendo los filolefebvrianos, todos los permisos han quedado sujetos a la decisión del Papa.

      3. "La Misa NO fue impuesta no por el concilio sino por Bugnini y cia. He leído que san Pablo VI poquísimo después de la reforma se preparaba a la misa pensando en la octava de la fiesta anterior, cuando el secretario le dice que había sido suprimida, el Papa preguntó por quien y le fue contestado : por Usted Santidad, Y el Papa lloró, no sé si es verdad, pero la he leído como historia verdadera, pero no creo estar yo fuera de la iglesia si trato de permanecer en la doctrina y lex credendi y lex orandi de la iglesia en la que fui bautizado en 1953, Y unos días después, tres meses después de nacer".
      Es posible que Paulo VI, durante los trabajos para la reforma de la Misa, se haya enterado de las tramas de Bugnini y por esto lo envió al exilio. Pero es absolutamente impensable que la Misa NO de 1970 no sea deseada por el Papa conscientemente y con conocimiento de causa. Es necesario que usted, como buen católico, asista a la misa NO en su parroquia, al menos el domingo.

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    6. yo frecuento habitualmente el NO lo que no quita que considere el VO más cercano a la tradición católica, lo que viví en los años 70 y 80 fue la gran aversión por no decir más por parte de obispos y sacerdotes contra el VO. Si alguien defiende el VO, hoy es atacado. Perdone una pregunta si la doctrina de la continuidad de BXVI ya no vale y parece que Roma considera la discontinuidad', entonces hay que demostrar que la doctrina anterior a 1967 es errónea, la pregunta no puede contradecirse, gracias.

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    7. Estimado Dino,
      usted es libre de preferir personalmente el VO, siempre que en las fiestas de precepto asista al NO.
      En cuanto a la continuidad doctrinal desde el preconcilio hasta el postconcilio, no se deben tener dudas.
      Naturalmente no hay problema reconocer una diferencia entre Benedicto y Francisco, que se refiere a la línea pastoral. Y de hecho un Papa es libre de cambiar la línea pastoral del Papa anterior.

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    8. Padre, ¿por qué se han borrado algunos comentarios que he escrito?

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    9. Estimado Dino,
      debe usted saber que en este blog, cuando se realizan comentarios que pueden ser ofensivos o irrespetuosos hacia la Iglesia o hacia el Papa, tales mensajes son eliminados cuando se los advierte.
      En todo caso, por algo que usted decía en esos comentarios suyos que se han borrado, debe saber usted que ahora el papa Francisco ha dado otras indicaciones respecto a las condiciones para celebrar el VO, y ya no depende de los Obispos dar permiso a los sacerdotes para celebrar el VO, sino que esos permisos son dados por Roma. Para no cometer pecado debe usted estar de acuerdo a las disposiciones del Papa reinante y de su Obispo. Cada fiel, en la medida que quiera respetar su condición de "católico", debe seguir las indicaciones del Papa actual y del obispo de la propia diócesis. No hay catolico que pueda estar excusado de cumplir esto.

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