Para el cristiano, que es un ser humano normal y no un masoquista, el sufrimiento sigue siendo siempre un mal a combatir y a ser eliminado, el sufrimiento sigue siendo siempre repugnante desde el punto de vista natural, pero, a la luz de la fe, desde el punto de vista sobrenatural, cuando es inevitable y ineliminable, deviene bueno, amable, precioso, útil y deseable como medio de purificación del pecado y camino de eterna salvación. [En la imagen: detalle de "Santo Domingo adorando a Cristo crucificado", fresco del Beato Angelico, pintado entre 1437 y 1446, en el monasterio de San Antonio en Florencia, Italia].
La respuesta de Cristo
----------Jesucristo supone cuanto Job sabe acerca de la relación de Dios con el sufrimiento y nos enseña muchas cosas sobre el sufrimiento. Nos aclara su origen en el pecado original, nos esclarece por qué el sufrimiento puede ser bueno y querido por Dios, nos aclara su función salvífica, nos esclarece acerca de cómo liberarnos definitivamente del sufrimiento. Nos deja claro que Dios recaba del pecado de Adán una felicidad (la filiación divina) superior a la felicidad humana que habría existido si Adán no hubiera pecado.
----------Sin embargo, podemos observar que, si Dios hubiera querido, habría podido crear una humanidad gloriosa de hijos de Dios exactamente como aquella que resulta del actual plan de salvación, incluso si no hubiera permitido al pecado entrar en el mundo y, por tanto, incluso si no hubiera sido necesaria la redención de Cristo para alcanzar el actual objetivo final de la historia de la salvación. ¿Por qué Dios no ha querido impedir el pecado? No lo sabemos, ni Cristo nos lo ha revelado, porque este misterio es de tal manera íntimo a la voluntad divina y para nosotros impenetrable, que sólo puede ser conocido por Dios.
----------La respuesta de Cristo al por qué del sufrimiento no se limita, como la de Job, a decirnos que es grato a Dios y por tanto, no obstante la apariencia en contrario, que el sufrimiento es bueno porque es querido por Dios incluso para el inocente. Al mismo tiempo, Cristo confirma el principio de Job de que el sufrimiento es un mal que debe ser eliminado y confirma que Dios premia a los justos y castiga a los malvados. Sin embargo, Job dice que Dios, por motivos a nosotros ignotos, puede hacer sufrir también al inocente. En cambio, Cristo explica diciendo que este inocente, que se ofrece a Dios para la salvación de la humanidad, es Él mismo.
----------Jesús resuelve así la aparente contradicción de un Dios que parece al mismo tiempo bueno y malo, coligándose también con la profecía del Siervo de Dios isaiano inocente y sufriente, que se ofrece en sacrificio de expiación por la salvación de la humanidad, por lo cual el sufrimiento del inocente se encuadra en el tema mosaico del sacrificio del cordero pascual.
----------El Antiguo Testamento presenta con claridad, por tanto, dos conceptos referentes a la relación de Dios con el hombre, conceptos que corresponden a los datos de la razón y de la teología naturales, útiles por tanto para el diálogo interreligioso: el concepto de que Dios castiga al malvado y recompensa al justo y el concepto de que el hombre, sintiéndose en débito de culpa hacia Dios, le ofrece sacrificios para obtener gracia y perdón.
----------El mismo Antiguo Testamento, así, aunque manteniendo firmes estos principios, suscita con Job la grave pregunta: si es cierto que Dios es bueno y justo, ¿por qué de hecho en la vida presente hay inocentes que sufren como merecería sufrir un malhechor, y malhechores que viven tranquilos y sin desventuras?
----------Job se mantiene firme en los principios antes mencionados y responde comprendiendo que Dios, sin faltar a su bondad y a su justicia, puede enviar al justo el sufrimiento por motivos suyos que a nosotros nos resultan incomprensibles, pero ciertamente válidos. Job sin embargo no va más allá. Será en cambio nuestro Señor Jesucristo, con su doctrina y con su ejemplo, quien nos revelará aquello que a Job le era desconocido: el sufrimiento del inocente Hijo de Dios es redentor de la humanidad.
----------Por otra parte, el profeta Isaías (c.53), considerando el significado expiatorio del sacrificio cultual mosaico, intuye la posibilidad de que el perdón de los pecados pueda ser obtenido no tanto del sacrificio de animales sino ante todo de un misterioso Siervo de Dios que, inocente, se ofrece a sí mismo tomando sobre sí el castigo del pecado, pagando en nuestro lugar y reconciliándonos así con Dios.
----------Jesucristo se vincula a la intuición de Job del Dios bueno que envía el sufrimiento al inocente y a la profecía de Isaías del Siervo de Dios inocente, que salva a la humanidad con su sufrimiento ofreciéndose en sacrificio expiatorio. Excepto que Isaías parece decir algo imposible: ¿cómo hace un hombre, por inocente que sea, para salvar a toda la humanidad del pecado con la simple ofrenda de sí mismo?
----------Jesucristo mantiene el principio de que Dios recompensa a los justos y castiga a los malvados, pero aclara lo que Job no había entendido en el actuar de Dios hacia él. Job había entendido que Dios, aunque le enviaba la desventura, no por eso era injusto, sino que lo hacía por un motivo misterioso, ciertamente válido, pero que para Job seguía siendo oscuro. Job, aunque no comprenda cuál es ese motivo, acepta de todos modos la voluntad de Dios y Dios lo libera de su desgracia haciéndolo mucho más feliz que antes.
----------Jesucristo, por una parte, confirma lo que ya Job había entendido, es decir, el deber del justo sufriente de resignarse a la voluntad de Dios. Y por otra parte, añade lo que Job todavía no sabía y que Cristo mismo revela. Jesús, en efecto, revela la posibilidad de un rito religioso sacrificial expiatorio, revelando el significado de la profecía isaiana sobre el Siervo de Dios sufriente como referida a Él mismo. Él es, por tanto, el Job que acepta serenamente el sufrimiento por amor nuestro de las manos de Dios, pero es un Job que sabe por qué Dios le ha enviado el sufrimiento: para rescatar a la humanidad con el ofrecimiento sacerdotal de sí mismo en expiación de nuestros pecados en nuestro lugar.
----------Pero esto no quiere decir que en esta obra de salvación Cristo lo haga todo Él y a nosotros sólo nos queda gozar de los frutos de su sacrificio. Si queremos salvarnos, también nosotros debemos tomar nuestra cruz cada día y subir a la cruz con Cristo.
----------Después de todo, los culpables que debemos pagar somos nosotros y no Cristo inocente. Por eso estamos llamados a hacer nuestra parte con la ofrenda de eso poco que podemos ofrecer (que sin embargo para nosotros es mucho), aunque está claro que la mayor parte del rescate lo paga Cristo que, siendo Dios, tiene el suficiente "dinero" para rescatarnos del pecado.
----------Por tanto el motivo por el cual Dios hace sufrir al inocente nos lo fue revelado por Jesucristo con su sacrificio expiatorio, redentor, reparador y satisfactorio. Si Job sabe que el sufrimiento del inocente es cosa buena y es querida por Dios por un buen motivo, Jesús nos dice cuál es este motivo: obtener del Padre el perdón de los pecados, llevar el peso de nuestras culpas, pagar la deuda del pecado, líberarnos de todo mal, vencer al demonio, obtenernos la vida eterna.
----------Cristo, a través de la enseñanza de san Pablo, quien retoma la enseñanza del Génesis, nos enseña que las penas de la vida presente son consecuencia del pecado original, de modo que ninguno de nosotros es tan inocente como para que esas penas sean inmerecidas y que en cualquier caso el sufrimiento del inocente, a ejemplo del Cordero inocente que quita los pecados del mundo, nos hace entender por qué el sufrimiento vivido en Él es cosa buena y, por tanto, nos hace entender por qué el Padre nos envía el sufrimiento.
----------Cristo confirma el deber de luchar contra el sufrimiento en nosotros y en los demás, pero, dado que de todos modos el hombre en la vida presente nunca es capaz de liberarse completamente del sufrimiento y, de hecho, debe aceptar el destino de la muerte, he aquí que Cristo valoriza también esta impotencia humana para transformarla con la fuerza de su sacrificio en principio de redención y de salvación eterna.
----------Para el cristiano, que es un ser humano normal y no un masoquista, el sufrimiento sigue siendo siempre un mal a combatir y a ser eliminado, el sufrimiento sigue siendo siempre repugnante desde el punto de vista natural, pero, a la luz de la fe, cuando es inevitable e ineliminable, deviene bueno, amable, precioso, útil y deseable como medio de purificación del pecado y camino de eterna salvación.
----------No sólo eso, sino que también el sufrimientyo puede ser positivamente e intencionalmente querido y elegido, siempre con la debida moderación y sin excluir el bienestar personal, buscado y querido como ejercicio de penitencia, ejercicio ascético para la adquisición de las virtudes y como precio a pagar por el servicio al prójimo o para testimoniar la propia fidelidad a Cristo.
----------Es necesario disipar una idea hoy corriente entre los buenistas y que ya sostenía Marción en el siglo III, según la cual el Dios del Nuevo Testamento sería menos severo que el del Antiguo o incluso, como cree Kasper (La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana,
Editorial Sal Terrae, Santander 2012), el Dios del Nuevo habría dejado de castigar. Eso no es en absoluto cierto; el Dios del Nuevo Testamento castiga aún más severamente que el Dios del Antiguo Testamento, que también aparece muy aterrador. Pero esto es totalmente cierto. En efecto, esto depende del hecho que, como bien explica la Carta a los Hebreos (Heb 10,26-31), puesto que habiéndonos el Padre mostrado con Cristo mayor misericordia, rechazar a Cristo es mucho más grave que rechazar a Moisés. Y si por rechazar a Moisés se iba a los abismos, ahora los que rechazan a Cristo van al infierno, que es una pena mucho mayor. Lo mismo es por cuanto respecta al premio celestial: si Job espera ver el rostro de Dios, el cristiano espera contemplar la Santísima Trinidad.
----------El hecho de que con la Encarnación Dios en Jesús ya no sólo está escondido en el cielo como Padre, en su tremenda majestad, sino que se ha revelado en Cristo y en Jesús niño, el hecho de que haya estado presente entre nosotros y está en nosotros, no nos autoriza a tomar a Dios a la ligera como si fuera Papá Noel o el buen abuelo un poco senil y gagá. Todo lo contrario: debe hacernos aún más atentos y cuidadosos de no pecar, sabiendo que ahora, si no nos arrepentimos y nos convertimos, seremos castigados más severamente.
----------Por otra parte, aunque Dios hablara con truenos y relámpagos en el monte Sinaí y enviara el fuego del cielo sobre Sodoma y Gomorra, en realidad era entonces un Padre tiernísimo incluso antes de encarnarse en su Hijo. Y por otra parte, ¿Dios no envía ya ahora los terremotos y las pandemias? ¿Y quién es capaz de entender el lenguaje de Dios? ¿Quién es capaz de aprender estas lecciones?
----------Por lo demás, tampoco el Padre será ahora menos severo si rechazamos al Hijo que nos ha mostrado tanta mayor piedad, tanto mayor amor y tanta mayor ternura hacia nosotros pecadores. Tanta increíble condescendencia, tanto abajamiento, tanto loco amor -quaerens me sedisti lassus- deben hacernos temer aún más, no menos, incluso en una mayor ilimitada confianza.
Consolar a los afligidos no es un arte fácil
----------Consolar a los afligidos en el cuerpo y en el espíritu es una gran obra de misericordia, a la cual todo cristiano está obligado, pero sobre todo el sacerdote, alter Christus, custodio de los misterios de la fe y de la salvación, aunque también sea un pobre pecador, ministro de ese Cristo que se ha dado a sí mismo por nosotros como sacerdote y víctima en el altar de la cruz en rescate por nuestros pecados y nos invita a recorrer también nosotros nuestro via crucis para ascender con Él al cielo y resucitar con Él a la vida gloriosa e inmortal desde las tinieblas y desde el oprobio de la muerte.
----------Se trata de una obra difícil pero bellísima. Difícil porque, para ser persuasivos, es necesario saber ilustrar y explicar al que sufre, siempre que sea lo bastante lucido para poder seguir nuestro argumentar, un misterio sobrenatural y paradójico de valorización del sufrimiento, de cómo nos liberamos del pecado y del sufrimiento precisamente mediante el sufrimiento, el misterio de una muerte que mata a la muerte.
----------Obra difícil, que requiere fe iluminada y pura y perfecta adhesión al Magisterio de la Iglesia, porque se trata de comunicar con persuasión y credibilidad una verdad supremamente consoladora, además de con gran caridad, porque la Cruz es fruto del amor, con gran prudencia y discernimiento, porque es necesario aplicar principios universales a casos individuales casi siempre uno diferente del otro.
----------Por tanto, antes de hablar, es necesario tratar de comprender lo mejor posible la situación particular del que sufre, para darle esa cualidad y esa dosis de medicina de la cual tiene necesidad y de la cual es capaz, porque un suministro excesivo puede provocar en el una reacción de rechazo y un suministro demasiado escaso no valoriza todos los recursos del paciente.
----------Sabemos que el misterio de la cruz, el "discurso", la "razón" (logos), de la cruz, como dice el apóstol san Pablo, aunque siendo signo, fruto y efecto de la sabiduría y del poder divinos, es aparentemente contrario a nuestra razón: parece insensato, absurdo, irracional y escandaloso. Por tanto, es necesario presentarlo no todo de una vez, sino lentamente, con cautela y delicadeza, gradualmente, en pequeñas dosis, observando en cada caso y en cada paso cómo reacciona la persona que sufre. Si vemos que lo rechaza, es mejor no insistir y detenernos porque no está dicho que esta resistencia nazca de incredulidad, sino que muy bien podría surgir de una momentánea incapacidad de asimilación del mensaje.
----------El misterio de la cruz es de por sí verdad salvífica y consoladora que debe ser anunciada a todos. No es verdad facultativa u opcional reservada al pluralismo religioso, sino que es verdad, es imperativo moral obligatorio para todos aquellos que atienden a su propia eterna salvación. Debe ser anunciada no sólo a los creyentes en Dios, a los cristianos, sino también a los paganos, a los judíos y a los musulmanes.
----------No debemos dejarlos en la ignorancia o en el equívoco con el pretexto del pluralismo religioso o de la libertad religiosa o de la diferente sensibilidad, sino que debemos persuadirlos de que se equivocan al rechazar el misterio de la cruz. El pluralismo religioso es un valor sólo allí donde no socava ni relativiza las obligaciones universales impuestas por Cristo a todo hombre para salvarse, cualquiera que sea su religión.
----------Relativizar o hacer optativas estas obligaciones no es respeto de la conciencia del otro, sino que es defraudarlo del derecho a conocer la verdad. Tomar a pretexto el hecho de que uno se puede salvar también errando en buena fe no es motivo suficiente para evitar anunciar la verdad y corregir a quienes se equivocan. Sigue siendo cierto, en todo caso, que no se debe tomar a pretexto el deber de todos de aceptar el Evangelio para rechazar aquello que puede ser un sano pluralismo religioso.
----------Por tanto, es siempre cierto que si se corre el riesgo de anunciar este misterio a quien no está en grado de entenderlo y apreciarlo, o de anunciarlo de modo equivocado, es mejor no anunciarlo, porque, en lugar de consolar, puede parecer, como dice san Pablo, necedad para los paganos y escándalo para los judíos (un ejemplo de esta prudencia que puede parecer reticencia, pero que en realidad es caridad, nos lo da el Papa mismo en un reciente discurso pronunciado el 2 de marzo ante la Asociación Talitá kum de Vicenza, asociación que reúne a padres que han perdido a un hijo). ¿Qué hacer entonces?
----------El caso es que, si bien en principio se trata de una verdad que debe ser anunciada a todos, en realidad no a todos (al menos por el momento) puede y debe ser anunciada, porque de hecho no todos están dispuestos o preparados para entenderla y acogerla. En algunos casos es mejor mantenerla oculta. El no hablar de ello no es reticencia ni falta de valentía o infidelidad al mandato misionero, sino que es prudencia y caridad. No se puede dar una medicina que en sí es buena a un enfermo que no está en grado de sacar beneficio de ella. Se la debe entregar a quien pueda beneficiarse de ella.
----------Consolar a los afligidos es obra bellísima, porque elevamos al hermano desde las tinieblas a la luz, desde la angustia a la felicidad, desde la desesperación a la esperanza; lo liberamos de los lazos de la muerte, de los engaños, de los tormentos y de las amenazas de Satanás.
----------Es necesario, ante todo, que el que sufre se sienta tal, se reconozca afligido, esté en busca de consuelo, tenga necesidad de ser consolado y pida consuelo de quien espera obtenerlo. Ahora bien, no todos nosotros, incluso si somos duramente probados, incluso si estamos sujetos a terribles desventuras o amenazas de muerte o cosas similares, sentimos la necesidad de ser consolados y nos desahogarnos con Dios como Job, tal vez protestando y preguntándoLe por qué nos trata así.
----------Es necesario corregir a aquellos que se la agarran con Dios. Es necesario consolar con la enseñanza de Job a quienes sufren y creen en Dios, pero no están preparados, por ejemplo los cristianos tibios, los masones, los judíos o los musulmanes, para comprender y para apreciar el modo cristiano de consolar.
----------Por tanto, la predicación consoladora debe dirigirse a los creyentes en Dios, ya que sólo ellos tienen la humildad de reconocer su miseria y el peso de la desgracia que les aflige. Sólo éstos, por tanto, piden consuelo, sabiendo ciertamente que Dios existe, pero sintiéndose en cualquier caso desorientados y abandonados de Él.
----------Para encontrar las palabras adecuadas no basta con verificar si estamos ante un creyente o un no creyente. Incluso cuando sabemos que estamos ante un creyente, debemos ir despacio. Es necesario saber valorar el grado de su disponibilidad a escuchar y de su capacidad de entender las palabras del Señor.
----------Es necesario ofrecerles aquello que puedan comprender, apreciar y asimilar, no más, para no provocar una reacción de rechazo, no menos, a fin de que puedan sacar todo el fruto posible de nuestras palabras. Es necesario colmar su mente de toda la palabra de Dios de la cual sean capaces.
----------San Pablo distingue a los cristianos frágiles de carácter, poco instruidos, débiles en la fe, necesitados de leche, de aquellos cristianos robustos, expertos, capaces de comida sólida (Rm 3,1-2). También podríamos hablar de creyentes tibios y creyentes fervorosos o bien de cristianos inmaduros y cristianos adultos. Existen los principiantes y los avanzados. Existen diferentes grados en las virtudes. Quien es menos perfecto no es capaz de cumplir el acto de quien es más perfecto y no se les puede pedir que lo haga.
----------La doctrina y el ejemplo de Job pueden ser adecuados para los primeros, menos generosos, menos capaces y menos valientes. En cambio, la propuesta explícita y motivada de llevar la cruz con Cristo es para los más iluminados en la fe, para los más generosos y dóciles a las divinas disposiciones, para los más fervorosos en la caridad, para los más dispuestos al sacrificio.
----------La predicación consoladora tiene su razón de ser y tiene la esperanza de llegar a ser eficaz, si la persona aflicta que pide ser consolada o tiene necesidad de ser consolada cree, al menos como Job, en la justicia, bondad y misericordia de Dios y se reconoce como pecadora, hija de Adán, necesitada de expiar y hacer penitencia por los propios pecados.
----------Sobre este punto, sin embargo, el ejemplo de Job que se siente inocente y no piensa en expiar los pecados propios ni los de los demás, puede ser también de escasa ayuda, aun cuando efectivamente hay casos de personas buenas a las cuales les sucede en su vida una serie de desgracias, tanto es así que comprensiblemente se preguntan angustiadas y turbadas por qué les sucede precisamente a ellos, por qué ese Dios al que habían servido con tanto celo, parece que los abandona en tanta desgracia, por lo cual se sienten tentados a protestar y reprochar a Dios lo que les parece ser su crueldad o al menos su ingratitud. Ellos no entienden que, como dice Cristo, somos siervos inútiles. Por eso es necesario consolarlos con una gran cercanía afectiva, exhortándoles a la paciencia, a la esperanza y a la oración.
----------Por el contrario, si estamos frente al caso de un ateo o un panteísta o un gnóstico, que no se advierten como afligidos y abatidos por el mal, porque arrogantemente se sienten en el Todo, que son el Todo y que son uno con el Todo, entonces es otro cantar. Ellos miran al cielo no en tono de súplica, sino de desafío. No tienen necesidad de ningún consuelo, porque se bastan a sí mismos, ven la verdad absoluta, poseen la ciencia absoluta, por la cual su yo empírico se identifica con el Yo absoluto. No es necesario, pues, una verdad consoladora, porque a ellos les basta el simple Absoluto para contemplar y para gozar, como en la visión de Spinoza, quien dice que el sabio, al ver la Sustancia, no llora ni ríe, sino sólo sabe y ve.
----------De hecho, está claro que el ateo, que no cree en la existencia de Dios, no puede pedir consuelo a Dios. Igualmente el panteísta no tiene necesidad de consuelos divinos, dado que se considera a la par de Dios. Y Dios evidentemente no tiene necesidad de ser consolado.
----------O bien hay quien siente el peso de la culpa por haber pecado y por tanto siente el remordimiento y el reproche de su conciencia por haber desobedecido a Dios, siente la ira divina que se cierne sobre él. Pero no le viene en mente ir a confesarse para no tener que reconocer que la perturbación que siente es el castigo de su pecado, para no mostrarse arrepentido y dolorido por haber pecado y haber merecido los castigos divinos, para no tener que repetir su buen propósito de no pecar más, ya que el pecado le atrae.
----------En cambio, el buenista acude al sacerdote modernista, el cual le recomienda mantenerse tranquilo: Dios sigue amándolo con infinita ternura, Dios tiene piedad de su fragilidad y ahuyenta la imagen pagana del Dios airado, vengativo y castigador; un Dios que quiere ser retribuido o que quiere que se le pagen las deudas. Dios no pide nada, excepto amor y confianza. Dios está siempre con él y puede seguir adelante confiando en la divina misericordia que perdona a todos y perdona siempre. Pero un Dios así no existe.
----------O bien acude al psicoanalista, quien le suministra un ansiolítico, considerando el sentido de culpa del paciente no como estado de pecado (considerado un prejuicio clerical), sino como un trastorno psico-emotivo debido a la represión-remoción sexual: tenga sexo tranquilamente (hetero u homosexual) porque es el modo de liberar la tensión el impedir al super-yo oprimir al yo con vanos fantasmas medievales reasumidos por la ética sexual, causa de neurosis, propia de la Iglesia Católica.
----------En conclusión, no es malo hacer presente con tacto al afligido que sus penas pueden ser debidas a pecados aunque se trata sólo de pecados veniales, cometidos incluso en un lejano pasado, cuentas pendientes, a las cuales es debida una pena o reparación temporal que, si no es descontada aquí, en esta vida terrena, es necesario cumplirla en el purgatorio. El purgatorio es mejor hacerlo aquí y ahora porque sus penas son más severas que las que podemos pagar ahora y pueden durar siglos y milenios, aunque es verdad que en el purgatorio existe el consuelo de la absoluta certeza de estar salvados.
Los "amigos" de Job son unos petulantes.
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminarlos amigos de Job no entienden cómo puede ser posible que un inocente pueda sufrir. Sin embargo, ellos no se equivocan al afirmar que Dios castiga los pecados.
"No necesariamente se debe atribuir al pecado el tener que pasar por situaciones críticas y dolorosas. Job ha sido purificado a través de muchas pruebas, pero él era justo, inocente. Jesús ha dicho que quien quiera seguirlo debe tomar su cruz de cada día. También ha dicho que el sarmiento que da fruto el Padre suyo lo poda para que dé aún más fruto." Eso es lo que dice el Padre Angelo Bellon, OP.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarel concepto de que Dios castiga el pecado no es un concepto superado, sino que es un concepto esencial que sirve para dar fundamento a la justicia divina. En efecto, también en uno de los actos de contrición nosotros decimos: "porque pecando he merecido tus castigos".
Pero, dicho esto, también debemos decir que es verdad que luego, en la práctica, Dios se reserva a su discreción, para nuestro bien, el comportarse de maneras diferentes según la diversidad de los pecadores. De hecho, en ciertos casos castiga inmediatamente, en otros casos envía grandes pruebas por pequeños pecados, en otros casos difiere el castigo dando al pecador tiempo para arrepentirse.
También dice el padre Angelo Bellón: "Los antiguos judíos, como todos los semitas, pensaban que las desgracias fueran fruto de los pecados cometidos. En todos los acontecimientos, incluso secundarios, fácilmente revivían la manifestación del premio o del castigo divino. Para ellos la retribución debía manifestarse en esta tierra, como demostración de la justicia divina".
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminares verdad que Dios hace sufrir también a los inocentes. Caso típico es el de los niños. Sin embargo, debemos recordar que también ellos, como todos nosotros, sufren las consecuencias del pecado original.
Una cosa a tener en cuenta es que en el episodio de Job falta una referencia al pecado original. Parecería que Job no es consciente de esas que son las consecuencias del pecado original.
Por cuanto respecta a las palabras del Señor, Jesús se refiere a la importancia de ofrecer nuestros sufrimientos en expiación por los pecados. Pero estas palabras del Señor aquí no son a propósito. En efecto, Jesús mismo recuerda el principio de justicia según el cual Dios castiga los pecados. Si el pecador se arrepiente, Dios también puede suspender el castigo por su misericordia. Sin embargo, el principio permanece, porque, si lo negáramos, negaríamos la justicia divina y ésta sería ciertamente una necedad.
Pero Jesús dijo: "¿Creéis que esos Galileos eran más pecadores que todos los Galileos, por haber sufrido tal suerte? No, yo les digo, pero si no se convierten, todos perecerán de la misma manera. ¿O esas dieciocho personas, sobre las que cayó la torre de Siloé y las mató, creen que eran más culpables que todos los habitantes de Jerusalén? No, yo les digo, pero si no se convierten, todos perecerán de la misma manera".
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarcon estas palabras el Señor quiere significar que no siempre las desgracias dependen del hecho de que hayamos cometido graves pecados. Por lo tanto, se trata de una velada referencia a las consecuencias del pecado original. Pero inmediatamente después Jesús recuerda con claridad el principio de que Dios castiga los pecados, diciendo: "Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera".
La parte más iluminadora y hermosa del libro de Job es la final.... cuando Dios le pregunta a Job dónde estaba él, pequeña criatura cuando él creaba el maravilloso universo.... y otra cosa que ahora no recuerdo... Y es precisamente en ese momento que Job se arrepiente, sobre el polvo y la ceniza, y afirma, con plena conciencia, que hasta ese momento conocía a Dios solo por oír y ahora finalmente lo ven sus ojos... es precisamente este el punto: hasta que encontremos a Dios, Cristo Viviente, la fe es solo una forma que está llena de nuestros gustos personales, pero cuando verdaderamente encontramos a Cristo que nos castiga, nos cura, nos salva entonces nuestros ojos se abren a la luz de la fe y sobre todo a la luz del amor.
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminaraprecio mucho lo que usted dice y estoy plenamente de acuerdo.