domingo, 26 de mayo de 2024

Verdades de Fe (24/24): Los resultados finales del camino humano

En nuestro último capítulo del resumen que hemos hecho de los dogmas y doctrinas de la Iglesia católica, los puntos a tratar serán: la virtud de la esperanza; objeto de la esperanza; la previsión de los eventos conclusivos de la historia terrena; el Juicio universal; el dogma del Paraíso del Cielo; el juicio particular y el Juicio universal; el purgatorio; el infierno; no todos se salvan; el dogma de la predestinación a la salvación dice que no todos son predestinados; la recapitulación final del universo, los misterios de la fe; lo que sabemos por Cristo; la recapitulación final en Cristo; los Novísimos; [En la imagen: fragmento superior de la estatua de alabastro que representa la Esperanza, elemento del antiguo jubé ejecutado por Jacques Du Brœucq entre 1541 y 1545 para la colegiata Sainte-Waudru de Mons, Bélgica].

Notas: 1) Las proposiciones en letra negrita y entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación; 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible, he convertido en positivo las sentencias en negativo, para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
   
La virtud de la esperanza
   
----------"La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., capítulo sobre las virtudes teologales, n.1817).
----------"De Lubac ha podido mostrar, basándose en la teología de los Padres en toda su amplitud, que la salvación ha sido considerada siempre como una realidad comunitaria. La misma Carta a los Hebreos habla de una 'ciudad' (cf. 11,10.16; 12,22; 13,14) y, por tanto, de una salvación comunitaria. Los Padres, coherentemente, entienden el pecado como la destrucción de la unidad del género humano, como ruptura y división. Babel, el lugar de la confusión de las lenguas y de la separación, se muestra como expresión de lo que es el pecado en su raíz. Por eso, la 'redención' se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad en la que nos encontramos de nuevo juntos en una unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes" (Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi, cit., n.14).
   
Objeto de la esperanza
   
----------Objeto de la esperanza teologal son aquellos bienes salvíficos y gloriosos futuros definitivos, que son conocidos por la Revelación y por consiguiente por la fe. El contenido de la esperanza es la propia salvación. No es la salvación de los otros y mucho menos la salvación de la entera humanidad. En efecto, el salvarse está ligado a una elección personal, y cada uno en este campo tiene su responsabilidad y obra su propia elección, uno distinto a otro. Dios nos da la libertad que nos permite aceptar o rechazar la propuesta de Cristo, informándonos con claridad la diferencia entre la aceptación y el rechazo.
----------Está claro que para salvarme debo obrar con todas mis fuerzas para la salvación del prójimo. Pero esto no quiere decir que el prójimo siempre corresponda a mi celo. Si han existido aquellos que han rechazado a Cristo, figurémonos si no existirá quien rechace mi predicación. Cristo propone la salvación a todos, ofrece la salvación a todos, pero no dice que todos la aceptarán, y esto se lo ve ya en el curso de Su vida terrena.
----------Cristo anuncia que la Iglesia no será nunca vencida por el poder de Satanás, pero no dice que todos los miembros de la Iglesia se salvarán. Está claro que se salva sólo quien entra en la Iglesia y permanece en ella, no quien sale de ella o rechaza entrar en ella o en ella se comporta mal. Es la Iglesia la que tiene la salvación asegurada, no los fieles individuales y no las individuales Iglesias, sino sólo la Iglesia Romana, signo de la Jerusalén celestial, capital del Israel que será salvado (Rm 11,26). Las iglesias pasan, la Iglesia permanece. La Iglesia que se salva es la Iglesia de los elegidos.
----------La esperanza da una certeza moral de salvarse, basada en el cumplimiento cotidiano de la voluntad de Dios, pero si yo -ateniéndonos a la enseñanza del Concilio de Trento- no estoy ni siquiera cierto de mi propia predestinación (Denz. 1540), con mayor razón ignoro lo que eligen los otros. Aún con todo esto, santo Tomás de Aquino, si bien reconociendo que el movimiento de la esperanza concierne al movimiento de la propia voluntad y no al de los otros, admite que no está prohibido esperar que se salven también aquellos a los cuales estamos ligados por vínculos de amistad (Summa Theologiae, II-II, q.17, a.3).
----------La salvación es ciertamente una obra comunitaria, en el sentido que es necesario que obremos todos juntos, vale decir, que los hermanos deben obrar por la salvación los unos de los otros y para que posiblemente todos se rencuentren juntos en una comunidad salvada. Pero dicho eso, no está dicho en absoluto que nos salvaremos todos. Pues existe quien se salve y existe también quien no se salva. En efecto, nos dice la experiencia cristiana, y Jesús mismo nos advierte, acerca de la posibilidad de encontrarnos solos y perseguidos a causa de su Nombre en un ambiente o en un mundo hostiles a la fe y a la vida cristiana.
----------Es necesario en este caso obedecer a lo mandado por Isaías (Is 48,20) y el Apocalipsis (Ap 18,4): "¡Huyan de Babilonia!". Existen ambientes sanos y saludables; pero existen también ambientes malsanos y peligrosos, que ponen en peligro nuestra salvación, o ciudades que no aceptan nuestro testimonio. Aquí la salvación comunitaria no existe, sino que debemos ante todo seguir el ejemplo de Lot que huye de la ciudad corrompida (Gn 19,1-23). Debemos al menos ponernos a salvo nosotros mismos de la ruina de la ciudad.
----------Correcta es la preocupación para que no existan divisiones en la Iglesia. Pero al fin de cuentas, ¿dónde está la raíz de los males sociales sino en las elecciones personales de cada uno? Ciertamente, podemos muy bien estar viviendo en una comunidad unida y concorde, pero no por darse esas condiciones tenemos la salvación asegurada si no obramos nuestra propia y personal elección.
   
La previsión de los eventos conclusivos de la historia terrena
   
----------Jesús, san Pablo, san Pedro y el Apocalipsis, anuncian que la Venida final de Cristo, será precedida por desórdenes cosmicos (2 Pe 3,7-10), severas advertencias divinas (Ap cc. 13-16), difusión del Evangelio en el mundo junto a un enfriamiento de la fe y de la caridad (Mt 24,1-3; Mc 13,5-13; Lc 21) y por una apostasía generalizada. El demonio se ensañará como nunca antes, después del apartamiento de un misterioso "obstáculo" (katéchon), que le impedía su manifestación (2 Ts 2). Cristo aparecerá en su gloria junto con sus ángeles y derrotará a todas las potencias satánicas (Ap cc. 19-20). A la victoria de Cristo sigue la aparición de la Jerusalén celestial, vale decir, la plenitud final de la edificación del Reino de Dios (Ap cc. 21-22).
----------Cristo ofrece los signos de Su Venida (Mt 24,3-25). Sin embargo, esas señales no deben ser entendidas como signos prognósticos, en el sentido de que determinen determinados datos futuros, porque estos los conoce sólo el Padre. Se trata, en cambio, de signos diagnósticos, o sea signos de reconocimiento de Jesús ya presente. A fin de decodificar esos signos, dada su importancia decisiva para los destinos de la humanidad, podemos contar con la interpretación que de ellos definirá el Papa.
----------"Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el 'misterio de iniquidad' bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., primera parte, la profesión de fe, n.675).
----------"Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo, sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, 'intrínsecamente perverso' (cf. Pío XI, Encíclica Divini Redemptoris, del 19 de marzo de 1937" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., n.676).
----------"Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas, que Dios creó pensando en el hombre.
----------Todos los bienes, como la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal, que es reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección" (Constitución pastoral Gaudium et spes, cit., n.39).
----------"La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el cielo a su Esposa. El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., n.677).
----------La Iglesia puede y debe expandirse, crecer y progresar en este mundo, puede y debe vencer a sus enemigos. La Iglesia terrena no es sólo peregrinante, sino también militante (Ap 12,13-16). Pero Cristo prevé que llegará un tiempo de retroceso o descenso, de apostasía y de aparente victoria de las potencias del mal (Ap 13,12-18; Mt 24,10-14). Pero ello será precisamente el momento en el cual la Iglesia triunfará definitivamente no por sus propias fuerzas, sino por el socorro que le vendrá por el Retorno de Cristo (Ap 19,19-21 y 20,9-10).
----------Un espeso misterio envuelve las condiciones del espacio-tiempo de los nuevos Cielos y nueva tierra. Termina la historia terrena: ¿iniciará una nueva historia? ¿Dónde estará el nuevo mundo? ¿Es éste mismo mundo libre del mal? ¿Es ese mundo en el cual ya ahora se encuentra Cristo a la derecha del Padre con la Santísima Virgen María? No sabemos concebir cuerpos que no se encuentren en el espacio-tiempo. Y de hecho el Apocalipsis habla de una "Jerusalén celestial". ¿Y qué será de la flora, de la fauna, del universo astral? La Revelación, aunque hablando de "nuevos Cielos y nueva tierra", sobre estas cosas nos deja completamente en lo obscuro y no sabemos ni siquiera imaginarlas.
   
El Juicio universal
   
----------"La parte central del gran Credo de la Iglesia, que trata del misterio de Cristo desde su nacimiento eterno del Padre y el nacimiento temporal de la Virgen María, para seguir con la cruz y la resurrección y llegar hasta su retorno, se concluye con las palabras: 'de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos'. Ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del Juicio ha influido en los cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente, como llamada a su conciencia y, al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios. La fe en Cristo nunca ha mirado sólo hacia atrás ni sólo hacia arriba, sino siempre adelante, hacia la hora de la justicia que el Señor había preanunciado repetidamente. Este mirar hacia adelante ha dado la importancia que tiene el presente para el cristianismo. En la configuración de los edificios sagrados cristianos, que quería hacer visible la amplitud histórica y cósmica de la fe en Cristo, se hizo habitual representar en el lado oriental al Señor que vuelve como rey -imagen de la esperanza-, mientras en el lado occidental estaba el Juicio final como imagen de la responsabilidad respecto a nuestra vida, una representación que miraba y acompañaba a los fieles justamente en su retorno a lo cotidiano. En el desarrollo de la iconografía, sin embargo, se ha dado después cada vez más relieve al aspecto amenazador y lúgubre del Juicio, que obviamente fascinaba a los artistas más que el esplendor de la esperanza, el cual quedaba con frecuencia excesivamente oculto bajo la amenaza" (Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi, cit., n.41).
   
El dogma del Paraíso del Cielo
   
----------Las almas de aquellos que mueren en estado de gracia, si están debidamente purificadas y no tienen necesidad de un período de purgatorio, van inmediatamente a ver a Dios por toda la eternidad, cara a cara. Sin embargo, es necesario tener presente que entre el juicio divino particular del alma inmediatamente después de la muerte y el momento del Juicio universal al fin del mundo, cuando acontecerá por fin la resurrección de los muertos, las almas, tanto las beatas como las condenadas, permanecen separadas del cuerpo que ya ha quedado disuelto, por una cierta duración llamada por la teología duración "eviterna", distinta de la temporal y de la eterna, para reasumir el propio cuerpo sólo en la resurrección de los muertos.
----------"Por esta constitución que ha de valer para siempre, por autoridad apostólica definimos que, según la común ordenación de Dios, las almas de todos los santos que salieron de este mundo antes de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, así como las de los santos Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, y de los otros fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo, en los que no había nada que purgar al salir de este mundos ni habrá cuando salgan igualmente en lo futuro, o si entonces lo hubo o habrá luego algo purgable en ellos, cuando después de su muerte se hubieren purgado; y que las almas de los niños renacidos por el mismo bautismo de Cristo o de los que han de ser bautizados, cuando hubieren sido bautizados, que mueren antes del uso del libre albedrío, inmediatamente después de su muerte o de la dicha purgación los que necesitaron de ella, aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio universal, después de la ascensión del Salvador Señor nuestro Jesucristo al cielo, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celeste con Cristo, agregadas a la compañía de los santos Angeles, y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárselas la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y también las de aquellos que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del juicio universal; y que esta visión de la divina esencia y la fruición de ella suprime en ellos los actos de fe y esperanza" (Benedicto XII, Constitución Benedictus Deus, del 29 de enero de 1336, Denz. 1000-1001).
   
El juicio particular y el Juicio universal
   
----------Cada uno de nosotros, antes de la Venida escatológica de Cristo, está sujeto a dos juicios divinos: uno para cada uno de nosotros individualmente, al momento de la muerte, y este es el juicio particular. Con este juicio Dios nos juzga dignos del paraíso o bien necesitados de un período de purgatorio o bien merecedores del infierno. Pero al retorno de Cristo al fin del mundo y en la resurrección de los cuerpos, todos juntos, sufriremos un segundo juicio, no ya en relación a nuestra propia conducta personal, como dice santo Tomás de Aquino (Summa Theologiae, Supplementum, q.88, a.1.), sino como miembros de la humanidad y de la Iglesia. Veremos entonces no sólo cuanto Dios ha decidido para nosotros, sino que tendremos una mirada de conjunto sobre nuestra relación con la entera historia de la humanidad.
----------"La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1,9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16,22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23,43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1,23; Hb 9,27; 12,23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., n.1021).
----------"Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II, de 1274, Denz. 856-858; Concilio de Florencia:, de 1439, Denz. 1304-1306), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (Benedicto XII, Constitución Benedictus Deus, cit., Denz. 1000-1002), bien para condenarse inmediatamente para siempre" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., n.1022).
----------"La Iglesia, en conformidad con la Sagrada Escritura, espera 'la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor' (Dei Verbum I, 4) que ella considera, por lo demás, como distinta y aplazada con respecto a la condición de los hombres inmediatamente después de la muerte" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre algunas cuestiones referentes a la escatología, Recentiores episcoporum Synodi, del 17 de mayo de 1979).
   
El purgatorio
   
----------"Si los difuntos salieren de este mundo verdaderamente arrepentidos antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de esas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las disposiciones de la Iglesia" (Concilio de Florencia de 1439, Denz. 1304).
----------"Después de recibida la gracia de la justificación, puede suceder que a cualquier pecador arrepentido se le perdona la culpa y se le borra el reato de la pena eterna, pero que le quede por expiar un reato de pena temporal que haya de pagarse o en este mundo o en el otro en el purgatorio, antes de que se le pueda abrir la entrada en el reino de los cielos" (Concilio de Trento, Denz. 1580).
   
El infierno
   
----------Existencia del infierno: "La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, 'el fuego eterno'. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira" (Catecismo de la Iglesia Católica, cit., n.1035).
----------El infierno es un lugar de pena perteneciente a lo creado y por tanto regido por la divina Providencia. No se debe pensar que exista una distancia espacial mensurable entre el lugar en el cual vivimos ahora y el lugar del infierno. Se trata de un lugar inconmensurable respecto a nuestros lugares empíricos. Es lugar sólo en un sentido analógico a nuestro concepto corriente de lugar. Por consiguiente sabemos que es un lugar, pero su modo de ser un lugar se escapa a nuestra imaginación.
----------Por otra parte, el infierno no contradice la infinita Bondad divina, porque el infierno es expresión de la justicia y la justicia es un aspecto de la bondad que consiste en el querer el bien de la persona amada. Ahora bien, es bueno para una persona ser castigada con justo castigo, porque eso le hace entender que Dios es justo. Véase la consideración del buen ladrón: "Nosotros [...] recibimos lo justo por nuestras acciones" (Lc 23,41). Esto lo sabe también el condenado.
   
No todos se salvan
   
----------"Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan" (Concilio de Quierzy, del 853, can.3, Denz. 623).
   
El dogma de la predestinación a la salvación dice que no todos son predestinados
   
----------"Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida (Rm 8,29 ss; Ef 1,11) y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestinación de Dios, que pertenece o al don de la gracia o a la retribución de la justicia" (Concilio de Quierzy, cit. can.1, Denz. 621).
----------"Nadie, mientras vive en esta mortalidad, debe hasta tal punto presumir del oculto misterio de la divina predestinación, que asienta como cierto hallarse indudablemente en el número de los predestinados" (Concilio de Trento, Denz. 1540). Si el Concilio habla de un cierto "número" de predestinados, quiere decir que no todos están predestinados.
----------La selección o elección divina es un concepto exquisitamente bíblico y revelado, por consiguiente absolutamente irrenunciable para una plena recepción del dato revelado. Es necesario sin embargo entenderla en el sentido correcto, porque el elegir divino tiene solo un sentido analógico respecto a nuestro elegir humano. En efecto, no es como hacemos nosotros, un elegir algo descartando el resto. Dios elige sin descartar a nadie. En efecto, aquella parte de la humanidad que queda perdida, no es que Dios, en Su proyecto de salvación universal, no la toma en consideración, todo lo contrario: Cristo murió por todos y a todos ofrece los medios para salvarse. El hecho es que los no predestinados son simplemente aquellos que voluntariamente y por tanto culpablemente rechazan el ofrecimiento de Cristo.
   
La recapitulación final del universo. Los misterios de la fe
   
----------Los misterios de la fe cristiana son sustancialmente dos: el misterio del ser divino como ser trinitario -"Dios es Aquel Que Es, Padre, Hijo y Espíritu Santo"- y el misterio de Su amor -Dios es "Amor"- reducibles a uno solo: el Dios trinitario Creador y Salvador del mundo por medio del Verbo encarnado. Por lo tanto, las preguntas fundamentales son dos: ¿cómo puede el uno estar junto con el tres? ¿Cómo puede un Dios infinitamente bueno, no digo pecar, lo que sería una blasfemia de sólo pensarlo, y ni siquiera sólo permitir (que sería sólo una concesión, no un beneplácito), sino -como se expresa la Sagrada Escritura- precisamente querer de beneplácito, sin embargo sin pecar Él mismo, que existiera el pecado? Ni para la primera ni para la segunda pregunta existe una respuesta, ni Cristo nos la ha dado.
----------Sabemos que es necesario que Dios sea trino, pero no podemos saber el por qué de esta necesidad. Sabemos que Dios, si hubiera querido, habría podido impedir la existencia del pecado, pero o sabemos por qué de hecho no ha querido impedirla. Responder diciendo que Dios ha querido mostrar ser capaz de sacar del mal un mayor bien es una buena respuesta; pero no es suficientemente satisfactoria, porque Dios, si hubiera querido, habría podido hacer inmediatamente todo ese bien que ha hecho con la Encarnación redentora del Hijo, ahorrándole al mundo el pecado con sus consiguientes innumerables desgracias. Por consiguiente, es necesario concluir humildemente y confiadamente, renunciando a todo gnosticismo, con las sabias palabras del supremo Poeta: "State contente, umane genti, al quía, / che se potuto aveste saper tutto, / mestier non era parturir Maria".
   
Aquello que sabemos por Cristo
   
----------Lo que sabemos por nuestro Señor Jesucristo, de lo que Dios ha hecho efectivamente por medio de Cristo, nos es resumido por el apóstol san Pablo en la grandiosa síntesis trazada en la Carta a los Efesios (Ef 1,3-14). En ella Pablo describe la obra cumplida por el Padre como actuación de Su "designio de recapitular en Cristo todas las cosas, las del Cielo cuanto las de la tierra" (v.10).
----------El Padre, según el Apóstol, "nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. El nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo" (vv. 4-10).
----------¿Qué quiere decir "recapitular" (anakefaláiosthai)? El verbo tiene un riquísimo significado lógico-filosófico. La traducción de la Vulgata, "instaurare" es correcta pero insuficiente. No es sólo un establecer, sino un restablecer. Se trata de la idea del reasumir sintetizando, del reconducir al principio (kefalé), retomar la línea de un discurso y reconducirlo a su principio, del cual se había partido para ver el todo en su conjunto conectando el inicio con el fin. Es también la idea del retorno o de la recuperación de aquello que, salido del principio, había sido perdido: su retorno al principio. Muestra la perfección y completitud de una obra donde todo está coligado desde el principio al fin y desde el fin al principio.
----------La recapitulación no es, como creía Orígenes, una apocatástasis (apokatastasis), o sea un completo retorno de todo a una absoluta unidad inicial o el círculo que se cierra, el todo, que, después de haberse desintegrado, se recompone en la unidad originaria. La recapitulación es un acontecimiento más complejo, en el cual el momento subsecuente al inicio, o sea la aparición del mal, no es abolido al término resolutivo del proceso, sino que queda sometido al bien.
----------La Jerusalén celestial conserva el carácter de las ciudades terrenas de poseer la cárcel donde los malhechores pagan su pena. La diferencia con la ciudad terrena es que en la celestial habitan solamente los santos. Y así el paraíso del Cielo, según la verdadera fe, coexiste con el infierno. Y Cristo no es sólo el Señor del paraíso, sino que reina también en el infierno. Este es el sentido de las palabras de san Pablo de Cristo reinante en los Cielos y en los abismos. Esta idea del lugar beatífico, el "seno de Abraham", donde se encuentra el pobre Lázaro, y del infierno, donde es castigado el rico epulón, es ya propia del Antiguo Testamento.
   
La recapitulación final en Cristo
   
----------Ahora bien, lo que sorprende es que -por cuanto personalmente puedo entender- no existen documentos del Magisterio de la Iglesia, ni mucho menos dogmas, que enseñen y resuman esta obra recapituladora final de Jesucristo Rey del Universo, sino que tenemos solamente la descarnada, aunque por cierto autorizadísima doctrina -lex orandi lex credendi- resumida en el Prefacio de la liturgia de la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, que citaré como conclusión de este catálogo de dogmas y doctrinas de la Iglesia.
----------Solamente con el Concilio Vaticano II la Iglesia nos presenta una doctrina sobre este misterio:
----------"Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas, que Dios creó pensando en el hombre.
----------Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal, que es reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección" (Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, cit., n.39).
   
Los Novísimos
   
----------Indudablemente, era una laguna de los tradicionales "Novísimos" -muerte, juicio, infierno y paraíso- no mencionar para nada, salvo implícitamente, el triunfo final de Cristo y Su obra recapituladora (apokefaláiosis), de la cual habla san Pablo en Ef 1,10. Ella es sobreentendida en la referencia al Juicio universal.
----------Pero el Juicio universal es sólo preparatorio a la toma de posesión del Reino por parte de Cristo, que en cambio está explícitamente prevista por el Apocalipsis (Ap 11,17-18) como hecho ya sucedido, como es en el estilo profético de referirse al pasado en lugar de al futuro. Ahora bien, la expresión plena del objeto de la esperanza teologal no puede carecer de este elemento esencial y conclusivo, que por lo demás no es otra cosa que la plena venida del Reino de Dios que pedimos a Dios en el Padre nuestro.
----------"Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso -el que es y el que era- porque has ejercido tu inmenso poder y has establecido tu Reino. Los paganos se habían enfurecido, pero llegó el tiempo de tu ira, así como también el momento de juzgar a los muertos y de recompensar a tus servidores, los profetas, y a los santos y a todos aquellos que temen tu Nombre -pequeños y grandes- y el momento de exterminar a los que corrompían la tierra" (Ap 11,17-18).
----------También san Pablo (cf. Ef 1,17-23) predice el triunfo final de Cristo como efecto de la obra del Padre ya ocurrida: "Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas".
----------En la Carta a los Filipenses (Flp 2,5-11) san Pablo nos presenta una visual completa de la obra de Cristo, desde la Encarnación al triunfo final: "Cristo Jesús, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".
   
Finalmente, demos la palabra a la liturgia
   
----------"Tú has ungido con el óleo de la alegría a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo. Él, víctima inmaculada y pacifica, se ofreció en el altar de la cruz, realizando el misterio de la redención humana. Así sometió a su poder a la creación entera, para entregarte, Padre santo, el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz" (Prefacio de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo).

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