Cuando Cristo en el Evangelio de Juan dice "Yo soy la verdad" no se limita en absoluto a decir, como sostenía el padre Ignace de la Potterie, "yo os revelo la verdad", sino que, como bien comprendieron san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino, significa "Yo soy la verdad subsistente, hecha persona", como para decir Yo soy Dios, soy el Logos, ya que sólo Dios no dice sólo la verdad, sino que es la verdad. [En la imagen: fragmento de "Qué es la Verdad. Cristo y Pilato", pintura de 1890, obra de Nikolai Nikolaevich Ge].
La verdad y la falsedad en la fe
----------El error o falsedad en el ámbito de la doctrina de la fe católica es la herejía, la cual consiste en la negación o en la puesta en duda de una verdad o de un artículo de fe contenidos en la revelación cristiana que nos llega de la Sagrada Tradición y de la Sagrada Escritura interpretadas, enseñadas y transmitidas por el Magisterio viviente de la Iglesia, verdad de fe ya sea pronunciada por el mismo Cristo (Palabra de Dios) o bien definida como tal por la Iglesia, es decir, el dogma.
----------Existen varios grados de oposición a la verdad revelada por Cristo y transmitida por la Iglesia. Esos varios grados están elencados en tres grados por la Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe a la Carta Apostólica Ad tuendam fidem del papa san Juan Pablo II de 1998.
----------Ahora bien, la herejía es la oposición al dogma solemnemente definido, correspondiente al grado máximo de autoridad de la Iglesia, vale decir, el primer grado, según el documento antes mencionado. Éste es el Magisterio extraordinario, que hay que acoger con fe divina. Siguen los dos grados inferiores del Magisterio ordinario. El error en la fe es la oposición a la doctrina de segundo grado, al dogma no definido, que debe ser acogido con fe en la Iglesia. Desobediencia al Magisterio ordinario es la oposición al Magisterio de tercer grado, el dogma definible, que debe ser acogido con religioso obsequio de la inteligencia y de la voluntad. En los tres grados el Papa enseña siempre la verdad infalsificable e irreformable. La diferencia reside únicamente en el tono más o menos fuerte de la enseñanza y en la importancia más o menos grande de la materia de fe.
----------El uso de la palabra herejía en el actual Magisterio de la Iglesia es rarísimo. El propio Concilio Vaticano II, apartándose aquí del lenguaje tradicional de los Concilios, nunca utiliza este término, cuando apenas 50 años antes san Pío X había definido el modernismo como la "síntesis de todas las herejías". De hecho, desde hace 60 años las herejías modernistas han regresado a lo grande y con fuerza, por lo que podemos preguntarnos por qué ni el Papa ni los Obispos ni el Dicasterio para la Doctrina de la Fe hablan nunca de herejías.
----------El término aún existe en el Derecho Canónico (can.1364), pero el Código no aclara qué se entiende por esa palabra, por lo cual remite a la ley precedente, que hace referencia a la oposición al dogma definido. El hereje es "qui, post receptum baptismum, nomen retinens christianum, pertinaciter aliquam ex veritatibus fide divina et catholica denegat aut de ea dubitat" (can.1325, §2): "Alguien que, después de haber recibido el bautismo, conservando el nombre de cristiano, niega pertinazmente alguna de las verdades que han de ser creídas con fe divina y católica o la pone en duda".
----------La cuestión que se plantea en este punto es doble: primero, qué criterio usar para saber quiénes son los herejes. Segundo, qué hacer para persuadirlos a abrazar la verdadera fe. Por cuanto respecta al primer punto, no podemos esperar a que sea la propia autoridad eclesial la que nos advierta contra las herejías en circulación. Ya no tiene la fuerza que alguna vez tuvo en la obra de represión.
----------Estas herejías, por otra parte, son en gran medida doctrinas que ya han sido condenadas hace tiempo por la Iglesia. Sin necesidad de que intervengan las autoridades romanas, los buenos teólogos y pastores ya están cualificados para hacer obra de refutación para proteger a los fieles del error. Por otra parte, no es raro el caso de simples fieles capaces de defenderse por sí solos.
----------Es muy importante saber encontrar el bien incluso en los herejes. Es necesario aprender a hacer una valoración prudente. Ellos están indudablemente muy extendidos y son poderosos. La Iglesia ya no tiene como en el pasado la fuerza disciplinar para mantenerlos a raya. Pero no debemos perder el ánimo. Es necesario soportarlos, dar por parte nuestra ejemplo de perfecta ortodoxia y comunión con la Iglesia, y emplear nuestras fuerzas, con la ayuda de medios sobrenaturales, para obtener de Dios su conversión.
"Debéis haceros como los niños" (Mt 18,3)
----------A la verdad del pensar o del ser corresponde la verdad en el decir, y esta es precisamente la veracidad, que es aquella virtud por la cual se dicen las cosas tal como son, por la cual, como dice Cicerón, las cosas permanecen "inmutables" (citado por santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q.109, a.1). Dice el Aquinate: "Veracitas attendit ad debitum moralem, in quantum scilicet ex honestate unus homo alteri debet veritatis manifestationem" (Ibid, a.3): "La virtud de la verdad se ocupa del débito moral, según el cual un hombre a otro, por honradez, está obligado a decirle la verdad".
----------Santo Tomás llama simplicidad a la veracidad: "Simplicitas dicitur per oppositionem duplicitati, quia scilicet aliud habet in corde, et aliud ostendit exterius" (Summa Thelogiae, a.2, 4m: "La simplicidad se dice por oposición a la doblez, que consiste en pensar una cosa y decir otra"). La duplicitas, la duplicidad o doblez es la hipocresía, la falsedad como vicio moral, "servir a dos señores". En cambio, la simplicidad es la recomendada por Cristo (Mt 10,16) y por san Pablo (Rm 12,8; 2 Cor11,3; Fil 2,15; Col 3,12; Ef 6,5).
----------A la simplicidad no se la debe confundir con la ingenuidad o la credulidad o la candidez o la ingenuidad o la imprudencia, las cuales, dado que no realizan una verificación, evaluación o reflexión crítica acerca del mensaje recibido o acerca del dato de la experiencia o de la doctrina propuesta, dejan al sujeto expuesto a dejarse llevar a engaño a causa de la astucia del impostor o del seductor.
----------La simplicidad de la cual habla la Sagrada Escritura es esa virtud preciosísima, de alta perfección, que nos es recomendada por nuestro Señor Jesucristo, estrechamente ligada al amor por la verdad en el pensar y en el decir. Ella dice autenticidad, esencialidad, pureza, integridad, exención de adulteraciones, sofisticaciones, complicaciones, artificiosidad, falsificaciones.
----------Podemos ver en la simplicidad la percepción intuitiva infalible y natural de las verdades y la formulación de los juicios y de las proposiciones de los principios fundamentales y originarios del intelecto, de la razón y de la conciencia moral. Ahora bien, estas intuiciones son características de la infancia y corresponden a la infalibilidad de la percepción de las primeras verdades de la razón, de la cuales habla Aristóteles, así como a la intuición de las ideas de la cuales habla Platón.
----------Podemos, por lo tanto, afirmar que cuando nuestro Señor Jesucristo nos presenta al niño como modelo de la vida cristiana, ciertamente pretende referirse a la virtud de la simplicidad, que implica la apertura inmediata a la verdad, la orientación originaria y espontánea del intelecto hacia la realidad y del pensamiento hacia el ser, así como de la voluntad hacia el bien, residuos intactos de la inocencia del paraíso edénico, parte sana de la naturaleza humana no alcanzada por la corrupción del pecado original, recurso todavía sano de la naturaleza, de donde el hombre puede partir para recuperar el bien perdido y la verdad olvidada con el pecado original, y emprender el camino de retorno a Dios.
----------Pero he aquí que, con el crecer de la edad desafortunadamente se manifiestan de modo inevitable las consecuencias del pecado, he aquí que sobreviene el calcular astuto, la doblez, la simulación, la hipocresía, la falsedad, los embustes, los subterfugios, la tortuosidad, los engaños, los sofismas, las complicaciones, las contradicciones, las incoherencias, las deshonestidades. En este punto, la simplicidad originaria está perdida.
----------Probablemente, cuando Lutero no se equivoca, es con este tipo de razón con la que se la toma, siguiendo las huellas de san Agustín, la razón que plantea pretensiones y se pone contra Dios en nuestra soberbia. En cambio, es necesario recuperar la infancia original. Por eso Cristo nos dice que debemos ser como los niños.
----------He aquí, sin embargo, que Cristo añade a la simplicidad la prudencia. ¿Qué significa unir la simplicidad a la prudencia? Que esa simplicidad representa sólo el inicio del camino de la razón, del logos, la imagen de Dios impresa en nuestra alma, la luz originaria del ser, como decía el beato Antonio Rosmini, el sólido, indudable e indestructible punto de partida. Pero es sólo la partida, el comienzo.
----------La prudencia debe agregarse a la simplicidad para hacer que el juicio sea maduro, crítico, prudente y adquiera a la vez tanto la ciencia como la sabiduría. Quien se detiene en la simplicidad permanece siendo un ingenuo, expuesto a quedar engañado por los impostores y por los sofistas, incapaz de reconocer los obstáculos y evitarlos, indefenso frente a la astucia de los malignos.
----------Es interesante notar aquí cómo se invierten actualmente los papeles: el realista, el verdadero filósofo, es juzgado un ingenuo por los idealistas, que se sienten en el deber de abrirles los ojos al considerar al realista como un "minus habens" (¡pobrecito: no es culpa suya!) a mirar con compasión y condescendencia desde lo alto hacia lo bajo, un ignaro de las profundidades abisales y de las alturas sublimes e inefables del saber absoluto, es decir, del saber filosófico. Como dice correctamente el apóstol san Pablo, los filósofos paganos, que se consideran sabios, son en realidad tontos, mientras que el cristiano, que hace la figura o apariencia del tonto ante ellos, es el verdadero sabio (cf. 1 Cor 1,18-30).
----------El verdadero juicio crítico, la verdadera prudencia especulativa no es la del idealista, que duda de lo indudable, quiere demostrar lo evidente, toma por inmediato lo que es mediato, confunde el pensamiento con el ser, sino el del realista que se enfrenta a la duda más radical, lo que santo Tomás de Aquino llama la "universalis dubitatio de veritate" (Comentario a la Metafísica de Aristotele, libro III, c.I, lect.I, n.344, Edizioni Marietti, Torino-Roma 1964, p.97), dándose cuenta inmediatamente que es imposible, ya que ¿cómo se hace para dudar de aquello en base a lo cual podemos y debemos resolver la duda?
----------Sin embargo, está claro que si tanto a propósito de Platón como de Descartes se habla de idealismo, existe un abismo entre una y otra forma de idealismo: la idea platónica es realidad idea divina subsistente y trascendente; la idea cartesiana, en cambio, es ente de razón inmanente a la mente. Podemos decir, por tanto, que el idealismo platónico es realismo, que distingue el pensamiento del ser, haciendo posible la noción de la verdad como relación entre pensamiento y ser, y por eso mismo verdadera filosofía, mientras que el idealismo cartesiano es sofística, que confunde la idea con la realidad y plantea una duda irrazonable -la veracidad de los sentidos- resolviéndola no con la luz de la razón, sino con la violencia de la voluntad. De hecho, el famoso cogito no es un verdadero cogito porque está sin objeto, sino que es una duda y la duda no puede fundar ninguna certeza o si hay certeza, no se funda en la evidencia del dato objetivo externo, sino en una forzatura de la voluntad. No es el realismo sino el voluntarismo idealista el generador de violencia.
----------La verdad surge dando espacio al ser, "dejando ser al ser", como dice Heidegger, no haciendo decir al ser o imponiendo al ser (y por tanto al prójimo) lo que queremos, como dice sabiamente Aristóteles: "no porque nosotros te pensemos blanco, tú eres verdaderamente blanco, sino por el hecho de que tú eres blanco, nosotros, que afirmamos esto, estamos en lo verdadero" (Metafisica, libro IX, Theta, c.10).
----------Por cierto, el caso es que ya Platón y Aristóteles nos dicen que si existe la adecuación del pensamiento al ser, si hay adecuación de la imagen a la idea divina, si existe la verdad gnoseológica, es porque existe la verdad ontológica, es decir, esto depende de la existencia de un ser que es pensamiento, desarrollando en esto la doctrina platónica de la idea divina.
----------Por tanto, la mente, habiéndose alejado de Dios, debe retornar a Dios, a la verdad absoluta. He aquí el itinerarium mentis in Deum de san Buenaventura. Lo verdadero, como dice Platón, nos dice que existe la verdad. Si existe la noesis del ente, la adecuación del pensamiento a la realidad, insiste Aristóteles, es porque existe la noesis noeseos, la autoconciencia divina absoluta, ser coincidente con el pensamiento, el ipsum Esse de santo Tomás, el Dios-Verdad, el Logos divino, especificará san Juan, el Cristo-Verdad.
----------Cuando Cristo en el Evangelio de Juan dice "Yo soy la verdad" no se limita en absoluto a decir, como sostenía el padre Ignace de la Potterie, "yo os revelo la verdad", sino que, como bien comprendieron san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino, significa "Yo soy la verdad subsistente, hecha persona", como para decir Yo soy Dios, soy el Logos, ya que sólo Dios no dice sólo la verdad, sino que es la verdad.
Pero el "constructivismo" ha ido más allá, esta es una filosofía que está convencida de que una falsedad puede llegar a ser verdadera, si uno se convence de que es verdadera .... aquí estamos en el ámbito político de la propaganda y el condicionamiento de masas!
ResponderEliminarEstimado padre Vicente,
Eliminarle agradezco por la integración, que usted ha querido dar a cuanto he dicho en mi artículo.
¡Y ahí está el error! ¡Cicerón anteponía a Platón a Aristóteles!
ResponderEliminarEstimado Emir,
EliminarPlatón ha atraído de modo especial también a los Padres de la Iglesia. Y hemos necesitado que llegara un santo Tomás de Aquino en el s. XIII para que se valorice a Aristóteles. Platón se caracteriza por su misticismo, mientras que Aristóteles por su racionalidad.
Estimado Padre:
Eliminarpermítame no estar de acuerdo. Más racional que Platón, no hay nadie. Ambos expresan un pensamiento que es verdaderamente racionalista (en el buen sentido) y que, como tal, es capaz de descubrir nuevas verdades (que escapan a los sentidos). El racionalismo -a menudo confundido con el empirismo- presupone un principio universal que es capaz de fundar todo lo que viene después sin necesidad de ser fundado a su vez. En Aristóteles es la forma (in re), en Platón es la idea (ante rem). La dialéctica de Platón es, sin embargo, más libre que la lógica de Aristóteles.
es verdad que Platón identifica el Logos con la idea, mientras que Aristóteles considera el Logos como propiedad del hombre. En tal sentido podríamos decir que Platón entiende mejor que Aristóteles qué es el Logos.
EliminarSin embargo, es sabido que Aristóteles es el fundador de la lógica, la cual enseña el método de la demostración llamada propter quid, por lo cual se dice que una cosa es así y no puede no ser así, es decir, se establece la necesidad de las conclusiones, algo a lo cual Platón no alcanzó a llegar. Se trata, en definitiva, de la doctrina del silogismo.
La dialéctica platónica es un método útil también en teología, pero no da esa certeza que viene del silogismo demostrativo, que santo Tomás usa en su teología. La dialéctica, en cambio, como muestra Aristóteles, es un instrumento inevitable de la razón, pero no logra proporcionar una demostración que sea verdaderamente obligante y apodíctica.
La ventaja de Platón respecto a Aristóteles está en el Amor platónico, es decir, en la conciencia de que amar la Verdad más que cualquier otra cosa nos lleva -a través de una investigación honesta y libre de prejuicios, intereses y estados de ánimo subjetivos- a acercarnos cada vez más a ella y, por lo tanto, a mejorarnos y a mejorar el mundo continuamente. En efecto, si nos detenemos, creyendo o que la hemos alcanzado o que en cambio no existe, he aquí que empezamos a retroceder, a quedarnos en el pasado, como, por lo demás, también el Evangelio enseña, cuando dice que a quien tiene, le será dado y a quien no tiene, le será quitado también lo que tiene. Jesús es la Verdad. Creer, sin embargo, que se ha alcanzado la Verdad solo porque se ha empezado a creer, es el mayor error que se pueda cometer. Una vez que se empieza a creer, he aquí el momento en que comienza el camino, un camino de acercamiento que nunca termina, porque nunca se puede llegar a cum-prehendere a Dios, seguramente no en la vida terrena, probablemente ni siquiera cuando nos quiera recibir en el Reino de los Cielos, si nos recibe ... (¡esperamos! ¡Yo tengo fe!).
EliminarEstimado Emir,
Eliminarsabemos bien que, así como Platón tiende a la mística, así, por su parte, la ética aristotélica está basada en la voluntad.
Por eso esta ética aristotélica indudablemente no tiene el impulso y el fervor del eros y del entusiasmo platónico, que siempre ha gustado a los místicos cristianos, mientras que la ética aristotélica ha gustado a los filósofos morales.
En efecto, Platón es un devoto de las Musas, mientras que en Aristóteles no notamos esta apertura a las inspiraciones divinas.
Sin embargo, esto no quita nada a la nobleza de su ética, que supone una antropología mejor que la de Platón, donde se nota un espiritualismo tendencialmente hostil a los valores materiales. Se trata ciertamente de un elemento ascético, que agradaba a los Padres de la Iglesia, pero que corre el riesgo de crear dificultades al dogma de la resurrección. Esta dificultad no existe en Aristóteles, porque con sus conceptos de materia y forma, de sustancia y de accidentes, de acto y de potencia, crea una armonía entre materia y espíritu y por lo tanto entre alma y cuerpo, entrambos dotados de un valor ontológico, que los dirige al fin último, que es Dios mismo.
Mientras que las dificultades de la antropología platónica derivó en seguidores como Orígenes y Evagrio Póntico en notorias herejías y en una ética y una espiritualidad notoriamente defectuosas, cuyas nocivas consecuencias aún se notan, sobre todo en sectores indietristas.
Comparto que la falsedad es el principio de la violencia, empezando por la violencia que se hace al intelecto.
ResponderEliminarLa reflexión del Padre Filemón de la Trinidad me ha despertado el recuerdo de la "ventaja de Aristóteles sobre Platón en cuanto Aristóteles admite un conocimiento cierto y científico de las cosas sensibles y mutables, sobre las cuales Platón permanece en una posición escéptica ... al no haber logrado aclarar la inteligibilidad del DEVENIR..."
[devenir, πάντα ῥεῖ, como copio de un diccionario de filosofía, un término que me corresponde también por formación].
Pero ¿qué pasa con lo que dicen algunos como Emanuele Severino? Severino sostenía que "la culpa del Occidente cristiano fue haber introducido el DEVENIR, provocando la necesidad del ser, la angustia ante la nada".
Estimado Carlos,
Eliminarya estaba en conocimiento de esa contraposición que Severino hace entre Oriente y Occidente, mostrando preferencia por el Oriente, porque según él el Oriente tiene más el sentido del ser, mientras que el Occidente se habría empantanado en el devenir, que según Severino comporta el nihilismo y la locura.
El grueso problema es que Severino quisiera implicar en este desastre al mismo cristianismo, porque según él el dogma de la creación es un principio nihilista, porque, siempre según Severino, implica contradicción.
La solución que propone Severino es de tipo panteísta-eternalista, que se inspira en Parménides, el cual parece efectivamente un personaje que se resiente del misticismo oriental.
De hecho, tengo conocimiento de que el último Severino se había puesto en contacto con el Budismo.
¿Qué decir de todo esto?
Para decirlo de modo breve, y tratando de ser claro: todo esto demuestra en Severino la incapacidad de apreciar la substancialidad de la creatura en su distinción del Creador. Y creyendo que la valora, como una aparición del ser, en realidad la anula en una forma de pensamiento gnóstico, que cierra nuestro yo de una manera orgullosa en los estrechos límites de la propia existencia, como el Papa ha dicho recientemente al definir la esencia del gnosticismo.
Soy muy ignorante en filosofía..., pero últimamente la patrística me apasiona mucho, por ejemplo Dionisio el Areopagita..., que en su demostración rigurosa de la verdad cristiana me parece que quiere demostrar a los intelectuales griegos con instrumentos filosóficos típicos de la cultura greco-pagana, y no solo él... me parece haber entendido que el cristianismo desde el principio ha percibido la necesidad de integrar, por decirlo así, el pensamiento católico con las nociones filosóficas clásicas más auténticas..., y obviamente están Aristóteles y Platón... pero el primero, justamente, se ha puesto por delante... así que, deduzco, que el genio de Santo Tomás está precedido por un sólido sustrato... Perdóneme si me equivoco, pero, como he dicho, navego en un mar desconocido para mí pero fascinante...
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarme complazco de estos sus intereses filosófico-teológicos.
Como es sabido, Platón y Aristóteles han proporcionado al pensamiento cristiano nociones muy importantes, como por ejemplo la de analogía, acto y potencia, sustancia y accidentes, materia y forma, todas nociones provenientes de Aristóteles; y las nociones de la idea, de la imagen, de lo sensible, de lo inteligible, del prototipo, de la imitación y de la participación, que son nociones provenientes de Platón.