viernes, 24 de mayo de 2024

Abraham, maestro de libertad religiosa

El contexto en que es propuesta la nueva interpretación de Génesis 22 es el contexto cultural que emerge del mensaje del Concilio Vaticano II y de la fuerte repugnancia que hoy la conciencia común experimenta por los sacrificios humanos. Por cuanto respecta al Concilio, esta nueva interpretación pone en luz la importancia de la buena fe o de la conciencia por el hecho de que es necesario seguir siempre la conciencia, incluso cuando ésta se equivoca. Efectivamente, este principio es fecundo de buenos resultados en el ámbito del diálogo ecuménico e interreligioso, que, como sabemos, es uno de los grandes temas del Concilio. Además, esta nueva interpretación concuerda de modo particular con otro gran tema del Concilio, que es el de la libertad religiosa, siempre vinculado con el principio de la buena fe o de la conciencia. [En la imagen: fragmento de "El sacrificio de Isaac por su padre Abraham", óleo sobre lienzo de alrededor de 1598, obra de Bartolomeo Cavarozzi, perteneciente a la Barbara Piasecka-Johnson Collection, Princeton University, New Jersey, USA].

----------Un lector, el mismo con quien estoy manteniendo un interesante diálogo en el plano exegético de las Sagradas Escrituras, publicó los siguientes comentarios a mi artículo Abraham estaba en buena fe, pero es iluminado por el ángel, del día 22 de mayo de 2024. Publico sus comentarios y observaciones, a los que hago seguir mi respuesta a sus pasajes más interesantes, como suelo hacerlo.
----------1. Estimado padre Filemón, en su primera respuesta a lo que le había escrito como comentario al artículo anterior, no puedo dejar de notar, que al presentar mi texto, usted lo trunca, inmediatamente después de estas palabras: "1) Dios no puede querer sacrificios humanos; 2) Dios no puede poner a prueba a un hombre ordenándole sacrificar a su hijo". [… ] Y usted no se refirió a mis siguientes palabras: "Pero en realidad, someter a prueba la fe humana, pidiendo fiarse de Dios incluso si Él pidiera sacrificar al propio hijo, no está en esencia, en contradicción con la verdad de la primera afirmación".
----------De este modo, usted tiene buen juego al afirmar, inmediatamente después, que "la afirmación de que Dios puede poner a prueba a un hombre ordenándole sacrificar a su hijo está en contradicción con la primera".
----------Pero la explicación del por qué la segunda afirmación no está, en mi opinión, realmente en contradicción con la primera, yo he intentado esbozarla precisamente en estas sucesivas palabras mías, que usted sin embargo cita solo más adelante: "Y esto porque el 'poner a prueba', por parte de Dios, no implica en absoluto dejar llevar a cabo al hombre, lo que Él pidió inicialmente, es más, lo excluye, y esto precisamente porque 'la prueba' es concluida por Dios, sin derramamiento de sangre humana, en el momento en que el hombre Abraham ha demostrado la grandeza de su fe".
----------Entiendo decir que Dios deja creer a Abraham que le está pidiendo el sacrificio del hijo, con el propósito de probar los límites de su obediencia y de su fe, pero, al mismo tiempo, nunca ha querido, ni por un instante, que Abraham de veras llevara a cabo este holocausto.
----------Respondo: Estimado padre Serafín, respondo por partes. Usted afirma que Dios le pide a Abraham que confíe en Él incluso si Él le pudiera estar pidiendo sacrificar a su propio hijo, el hijo de las promesas. Y usted dice que esto es cuanto Él ha pedido inicialmente.
----------Respondo reafirmando que Dios ciertamente pide a Abraham que se fíe de Él, pero en realidad no le pide el sacrificio de su hijo; es Abraham quien, influenciado por religiones paganas, considera en conciencia que debe efectivamente cumplir este acto.
----------Al leer estas afirmaciones, he tenido que deducir que usted viene a decir que Dios ha cambiado de voluntad, primero queriendo la muerte de Isaac y luego no queriéndola.
----------2. No encuentro nada mejor, para explicarme ulteriormente, a riesgo de forzar el texto bíblico, que es como si Dios le hubiera preguntado a Abraham: "si Yo llegara incluso hasta pedirte sacrificar a tu hijo (pero en verdad no te lo estoy pidiendo), ¿tú me obedecerías? ¡Demuéstramelo!".
----------Es decir, Dios le está preguntando: "¿Cuán grande es tu fe? ¿Hasta qué punto llega tu obediencia?".
----------Esta es la "substancial" petición de Dios, detrás de la "formal" petición del sacrificio. En este sentido, la exégesis puede legítimamente ser impulsada más allá de la letra del texto bíblico.
----------Y si nosotros, los hombres, respondiéramos "no Señor, es imposible que tú nos pidas la fe obediencial absoluta, con esta modalidad, es decir, hasta estar dispuestos a sacrificar a quien más amamos en la tierra, porque estarías en contradicción con el principio de que el sacrificio humano es pecado", nosotros entonces estaríamos pecando de presunción... Permítame una broma, que espero no suene irreverente: en lo relativo a cuáles modalidades, a cuáles entre las "vías infinitas", con las cuales puede pedir algo a los hombres... me parece que está claro que el Señor no debe pedir permiso a los teólogos.
----------Me atrevo a aventurar que quizás, las palabras atribuidas por Génesis 22 a Dios, en su extrema radicalidad, serán de alguna manera vueltas a pronunciar y renovadas por nuestro Señor Jesucristo:
----------"El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí" (Mt 10,37).
----------De todos modos, estoy seguro de que en usted, padre Filemón, no había ninguna intención maliciosa en el modo con el cual escribió la secuencia de mis palabras.
----------Respondo: De la narración bíblica del sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham se deduce que Dios, por medio del ángel, ha manifestado a Abraham su voluntad, voluntad que Abraham previamente había malentendido. Sin embargo, la prueba que Dios ha pedido a Abraham no ha sido la de acoger un cierto contenido de fe, tanto esto es verdad que este contenido en la conciencia de Abraham ha cambiado desde el asesinar a no asesinar. Por lo tanto, este no es el núcleo de la prueba que Dios ha pedido, sino que el núcleo de la prueba está dado por haber puesto a prueba la obediencia de Abraham.
----------Dios ha notado que Abraham ha sido obediente tres veces.
----------La primera vez, Abraham ha sido obediente cuando ha obedecido creyendo en conciencia que Dios quisiera el sacrificio de su hijo. Y esta es la buena fe.
----------La segunda, cuando, advertido por el ángel, ha obedecido comprendiendo que Dios no quería el sacrificio de Isaac. Y esta es la fe iluminada. Abraham es, por consiguiente, padre en la fe y padre de la buena fe precisamente porque ha cumplido un acto perfecto de fe y porque ha actuado en buena fe.
----------La tercera vez ha obedecido porque ha reconocido en el ángel la revelación de la voluntad de Dios y al mismo tiempo ha entendido que Dios no quiere sacrificios humanos. Y esta es la fe teologal.
----------Además, hago presente que la advertencia de Cristo según la cual no es digno de Él sino quien sabe dejar a sus propios seres queridos por amor a Él, no debe confundirse con el mandato de Dios a Abraham.
----------Dios ciertamente le pide a Abraham que deje a Isaac por amor a Él. Abraham en un primer momento malinterpreta y cree que Dios quiera el sacrificio de Isaac. Ahora bien, usted entiende que hay una gran diferencia entre el dejar a sus seres queridos y el matar a sus seres queridos.
----------3. Padre Filemón, me inspiro en sus propias palabras en este artículo:
----------"Sin embargo, es cierto que Dios permite que Abraham se engañe en buena fe. Pero esta permisión divina entra en la prueba que Dios impone a Abraham [...] Dios puso a Abraham en una situación psicológica de gran malestar [...] por la prospectiva de tener que sacrificar a su hijo [...]".
----------Trato de considerar, estas sus palabras, en la perspectiva de Abraham y, en la medida de lo posible, en la perspectiva del Creador.
----------Si "Dios permite que Abraham se engañe", dejándole creer que deba sacrificar a su único hijo, y con esto dejar a Abraham "en una situación psicológica de gran malestar", durante tres días, y esto "entra en la prueba que Dios impone a Abraham", me pregunto: para Abraham, a nivel existencial-psicológico, ¿habría sido muy diferente si Dios le hubiera pedido el sacrificio de Isaac?
----------O sea, entre el "pedir" el sacrificio de Isaac, y "dejar creer que ha pedido" tal sacrificio, en el fondo, ¿qué cambia para Abraham, por cómo ha vivido, por cómo se ha sentido durante esos tres días?
----------Respondo: Estimado padre Serafín, ciertamente, desde el punto de vista psicológico de Abraham, si Dios verdaderamente hubiera querido el sacrificio de Isaac o bien si esta convicción hubiera sido una convicción puramente subjetiva en la mente de Abraham, eso no cambiaría nada. Pero el problema no es precisamente éste. El problema consiste en saber qué es lo que verdaderamente Dios ha querido. Pues bien, como se desprende de la narración bíblica, lo que Dios verdaderamente quería no era el sacrificio de Isaac, sino el sacrificio del carnero, y sobre todo la obediencia de fe por parte de Abraham.
----------Por consiguiente, debemos tener presente que Abraham ofrece a Dios su voluntad y aquí él, sin saberlo, se anticipa al sacrificio de Cristo, el Cual, como dice la Carta a los Hebreos (c.10) ha sido un sacrificio de la voluntad: "Es por esta voluntad que nosotros somos salvos".
----------4. Paralelamente, en la perspectiva divina, dejar creer a Abraham haberle pedido el sacrificio de su hijo, para ponerlo a prueba, ¿no puede en el fondo leerse como una diferente "modalidad de comunicación" del pedirle tal sacrificio, de todos modos finalizada, en ambos casos, con el único propósito de probar los límites de la obediencia y de la fe de Abraham?
----------En otras palabras: "pedir el sacrificio del hijo" (exégesis tradicional) y "dejar creer que se ha pedido el sacrificio del hijo" (exégesis moderna), significa, en ambos casos, que Dios ha querido que en la mente, en la conciencia de Abraham persista, de alguna manera y por un cierto tiempo, la petición de sacrificar a su hijo.
----------Por lo tanto, bajo el aspecto fundamental de la "prueba", las dos exégesis no están tan alejadas.
----------Respondo: Reafirmo que en la mente de Abraham habría sido lo mismo tanto el caso que Dios le hubiera mandado el sacrificio de Isaac como si hubiera sido el propio Abraham quien se convenciera en buena fe que Dios quería el sacrificio de su hijo.
----------Pero la ventaja de la nueva exégesis respecto a la precedente no se refiere al estado de ánimo de Abraham, sino que se refiere al hecho de que aclara lo que ha sido la verdadera voluntad divina para no hacer de Dios un Dios que quiere sacrificios humanos.
----------La exégesis precedente probablemente se explica con un excesivo escrúpulo por adherir al texto literal, sin reflejar el hecho de que el texto materialmente tomado refleja un Dios cruel, que no corresponde a la infinita bondad de Dios, que quiere la vida y no la muerte del hombre.
----------Al respecto creo que se puede hacer un parangón con la famosa historia galileana, que nació de una interpretación demasiado literal de Josué que detiene el sol. Los exegetas contemporáneos han comprendido cómo debían interpretarse las palabras de Josué.
----------Un cofrade mío, profesor de exégesis veterotestamentaria, hace poco me decía que este detenerse del sol significaba simplemente que la batalla se prolongó hasta bien entrada la noche.
----------5Si Dios ha dejado que, por un tiempo determinado, Abraham creyera que tenía que sacrificar a su hijo para ponerlo a prueba, significa que ha sido "voluntad de Dios" que en la conciencia de Abraham resonaran las palabras "Toma a tu hijo, tu unigénito al que amas, Isaac, ve al territorio de Moria y ofrécelo en holocausto", coherentemente a lo que el texto del Génesis reporta.
----------Respondo: Indudablemente ha sido voluntad de Dios que Abraham en un primer momento, en buena fe, se hiciera la idea de que Dios quería la muerte de su hijo.
----------Ahora bien, ¿por qué Dios ha querido esto? Ciertamente para poner a prueba la fe de Abraham. Y Abraham ya había superado la prueba, desde aquel momento en que se había convencido de que Dios quisiera el sacrificio de Isaac. Sin embargo, Dios ha querido hacernos entender, por medio del ángel, que Él no quiere sacrificios humanos.
----------Si Abraham se hubiera convencido verdaderamente de que en cambio Dios quería el sacrificio de Isaac, al aparecer el ángel Abraham habría citado la voluntad de Dios y se habría opuesto a las palabras del ángel, siguiendo su voluntad humana. Pero es obvio que, si las cosas hubieran ido así, la prueba, que había salido bien en un primer momento, se habría derrumbado miserablemente por el apego de Abraham a su propia voluntad.
----------En cambio, ¿qué es lo que sucede? Que Abraham aumenta el mérito de su obediencia aceptando la revelación del ángel y esto debe haberle dado una enorme satisfacción, por haber comprendido que Dios no puede querer los sacrificios humanos.
----------En principio, Abraham, como el Faraón, habría podido oponerse a la revelación del ángel. El parangón con el Faraón nos hace comprender entonces que Dios respeta el libre albedrío del hombre, tanto si elige bien, como en el caso de Abraham, como si elige mal, como en el caso del Faraón.
----------6Puedo apreciar que la nueva exégesis que usted propone quiera enfatizar que la petición del sacrificio del hijo, haya inicialmente partido de Abraham y no de Dios (porque Él es contrario a los sacrificios humanos), pero no puedo compartir que la voluntad de Dios haya sido únicamente la de pedir a Abraham el sacrificio de un animal, y que el sacrificio del hijo haya sido únicamente un engaño nacido de la mente de Abraham, sobre el cual solo casi accidentalmente se habría injertado ese proyecto divino, que usted mismo ha definido "episodio fundamental de la historia de la salvación".
----------Respondo: Debemos tener presente que en realidad las cosas han ido de modo diferente. Ha sido Abraham quien primero creyó que Dios le pidiera el sacrificio de su hijo. Que Abraham se haya equivocado sobre este punto es atestiguado por las palabras del ángel, el cual le ordena hacer lo contrario de lo que en un primer momento Abraham había entendido.
----------Ahora bien, los casos son dos. O Dios da una contraorden, o Abraham corrige su interpretación de la voluntad de Dios. Pero es absurdo que Dios pueda dar una contraorden, y además es impensable que Dios pueda ordenar un sacrificio humano desmintiendo después lo que ha dicho.
----------En conclusión, ¿cuál ha sido la voluntad de Dios? Ella efectivamente se ha manifestado con el mandato mediante el ángel de sacrificar el carnero. Ahora, por así decirlo, las cuentas cuadran: Dios ordena una cosa aceptable, porque entonces era normal ofrecer sacrificios animales, y esta era la voluntad de Dios.
----------Por cuanto respecta a la condena del sacrificio humano, está claro que nos debemos referir al sacrificio de un simple hombre, pero es igualmente claro que, si por sacrificio humano se entiende el sacrificio de Cristo, entonces el Padre lo ha querido, solo porque Jesús es sí un hombre, pero también porque es Dios. En efecto, solamente Dios podía remediar el daño infinito cometido por el pecado. Y desde ese momento, como dice la Carta a los Hebreos, los sacrificios de animales han sido reemplazados por el único Sacrificio de Cristo.
----------7. El Señor, en su omnisciencia y previsión, sabía que Abraham en conciencia habría de creer  en la petición del sacrificio de su hijo, y el Señor "ha querido" secundar este pensamiento en la mente del patriarca, para ponerlo a prueba (voluntad permisiva de acuerdo, pero siempre voluntad divina), y también para instituir el sacrificio de Isaac como prefiguración del sacrificio de Cristo, así como usted ha escrito:
----------"Ciertamente Dios en este momento pensaba en el sacrificio de otro hombre, que sin embargo no habría de ser un puro hombre, sino hombre-Dios, nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre".
----------Respondo: Estoy de acuerdo en que Dios mismo ha querido que Abraham, en buena fe, pensara que Él quería el sacrificio de su hijo, y también concuerdo en el reconocer que esta decisión divina está relacionada con la prueba a la cual Dios ha querido someter a Abraham.
----------Por cuanto respecta al hecho de que el sacrificio de Isaac pueda considerarse como una prefiguración del sacrificio de Cristo, es una consideración que podemos hacer nosotros a cosas ya hechas, y creo también yo que esto haya estado en las intenciones divinas.
----------Sin embargo, Abraham no sabía nada del futuro sacrificio de Cristo, por lo cual no podía en absoluto ver en el sacrificio de su hijo una prefiguración del sacrificio de Cristo. Más bien, Abraham, iluminado por el ángel, se dió cuenta de que lo que estaba por hacer no era la verdadera voluntad divina.
----------8. He tenido ocasión de hablar con más de un sacerdote de mi conocimiento, sobre esta nueva exégesis, y debo constatar que todos se han mostrado más bien asombrados, aunque también ignorantes respecto a ella.
----------A este propósito, ¿podría quizás preguntarle, padre Filemón, cortésmente, si usted puede ofrecerme algunas indicaciones sobre artículos, ensayos, intervenciones, publicaciones, relativas precisamente a esta nueva lectura exegética del sacrificio de Isaac por parte de Abraham?
----------Respondo: Como supongo usted, estimado padre Serafín, bien debería saber, es normal para la historia en lo que se refiere a la exégesis bíblica, proponer siempre nuevas interpretaciones, que pueden ayudarnos a comprender mejor la Palabra de Dios. Reconozco que mi interpretación, según tengo entendido, no puede basarse en una literatura ya existente, precisamente porque es una nueva interpretación.
----------Estando así las cosas, por consiguiente, cuando nosotros oímos hablar de una nueva interpretación, para poderla acoger no debemos remitirla a cosas ya dichas. De hecho, la verdad no está siempre en el repetir lo que ya se ha dicho, sino también en el enseñarnos algo nuevo. Esto, naturalmente, no quiere decir que lo nuevo necesariamente coincida con la verdad, porque solo será verdad si presenta razones válidas y convincentes, como pienso que son las que propongo.
----------Ahora bien, ¿en qué contexto yo propongo mi interpretación de la narración de Génesis capítulo 22? En el contexto cultural que emerge del mensaje del Concilio Vaticano II y de la fuerte repugnancia que hoy la conciencia común experimenta por los sacrificios humanos.
----------Por cuanto respecta al Concilio, mi interpretación pone en luz la importancia de la buena fe o de la conciencia por el hecho de que es necesario seguir siempre la conciencia, incluso cuando ésta se equivoca. Efectivamente, este principio es fecundo de buenos resultados en el ámbito del diálogo ecuménico e interreligioso, que, como sabemos, es uno de los grandes temas del Concilio.
----------Además, mi interpretación concuerda de modo particular con otro gran tema del Concilio, que es el de la libertad religiosa, siempre vinculado con el principio de la buena fe o de la conciencia.
----------9. Usted ha escrito: "[...] precisamente porque Abraham sigue su conciencia, aunque se trate de una conciencia errónea, Dios lo premia, porque a Dios le interesa la buena fe, aunque objetivamente hagamos algo que Él no quiere [...] Las palabras del papa Francisco relativas a la voluntad divina acerca del sacrificio de Isaac, debemos interpretarlas a la luz de la doctrina del papa Francisco sobre la dignidad de la conciencia, la cual siempre debe ser seguida, aunque se equivoque [...]".
----------Me permito observar que la afirmación "la conciencia siempre debe seguirse, aunque se equivoque" está bien, pero hasta cierto punto...
----------También el terrorista-integrista que se hace saltar en los aires en medio de la gente puede estar convencido, en su conciencia, de que está cumpliendo la voluntad divina.
----------No por casualidad, el Catecismo subraya la importancia de que la conciencia esté rectamente formada:
----------"1783: Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz [...]
----------1784: La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida [...]
----------1786: Ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede formular un juicio recto de acuerdo con la razón y con la ley divina, o al contrario un juicio erróneo que se aleja de ellas.
----------1790: [...] sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.
----------1791: Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. [...] Así sucede cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega. En estos casos, la persona es culpable del mal que comete" (Catecismo de la Iglesia Católica).
----------Respondo: Estimado padre Serafín, pensemos un momento en las palabras del Señor sobre la cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
----------El problema del terrorismo islámico es verdaderamente angustiante, porque si nos atenemos a las declaraciones de los terroristas, ellos creen cumplir la voluntad de Dios. ¿Son sinceros? ¿Son agentes políticos? ¿Son dementes? ¿Son fanáticos? ¿Son drogadictos?
----------Usted tiene perfectamente la razón cuando dice que la conciencia debe estar informada, porque no es la conciencia el principio de la verdad, sino que es la verdad el principio de la conciencia. Solo que el problema es poder entender la conciencia del otro, y no siempre es fácil entender si éste está en buena o mala fe.
----------Por eso, el ordenamiento civil persigue justamente a los terroristas también por medio de intervenciones inmediatas, que llevan a su asesinato. Aquí el valor que se tiene presente es el del bien común. Por esto, los Estados modernos admiten ciertamente la libertad de conciencia; sin embargo, ella tiene un límite en el momento en el cual esta libertad pone en peligro el bien público.
----------Lo que no quiere decir que, desde el punto de vista religioso, no tengamos el deber de confiar a estos sujetos a la misericordia de Dios, juez último y definitivo de las conciencias.

18 comentarios:

  1. Syllabus, Beato Pío IX

    XV. Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que guiado de la luz de la razón juzgare por verdadera.

    (Letras Apostólicas Multiplices inter, 10 junio 1851)
    (Alocución Maxima quidem, 9 junio 1862)

    XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.

    (Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
    (Alocución Ubi primum, 17 diciembre 1847)
    Encíclica Singulari quidem, 17 Marzo 1856)

    XVII. Es bien por lo menos esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.

    (Alocución Singulari quadam, 9 diciembre 1854)
    (Encíclica Quanto conficiamur 17 agosto 1863)

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    1. Estimado Ludovicus,
      respondo a estas citaciones suyas del beato Pío IX.

      XV.
      Esta es una tesis liberal, la cual sostiene la licitud por parte de cada uno de elegir la religión que prefiere, como si ninguna religión fuera universalmente obligatoria. Esta es evidentemente una tesis herética, porque niega la universalidad del mensaje cristiano y, por tanto, el deber de todos de adherirse a Cristo.

      XVI.
      También esta es una tesis liberal, la cual sin embargo debe ser tomada en consideración poniéndola en relación con el decreto Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II. Es decir, es necesario vincular esta condena por parte del beato Pío IX con el dictado del Concilio, que abre una visión que pone de relieve aspectos positivos, que quedan en sombra en la posición de Pío IX.
      El papa Pio IX condena aquí el indiferentismo religioso, que excluye que el único camino de salvación sea el cristianismo. El Concilio, sin negar este principio, precisa sin embargo que en cada religión existen elementos de verdades que, sin ser suficientes para la salvación, sin embargo, contribuyen a ella y, por lo tanto, pueden ser asumidos por Cristo a condición de que el fiel que los asume en buena fe los ponga en práctica en su vida.
      Además, para que esto pueda suceder, el Concilio supone que el dicho fiel ignore en buena fe que la plenitud de la verdad salvífica solo se encuentra en el cristianismo.

      XVII.
      Esta es una tesis buenista que se sigue difundiendo también hoy, véase por ejemplo Rahner y Von Balthasar.
      En todo caso, sigue siendo verdad que quien, en buena fe, ignora que la salvación se alcanza por medio de Cristo, tiene siempre la posibilidad de salvarse.

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  2. Serafín Savelloni24 de mayo de 2024, 17:48

    Estimado Padre Filemón,
    un posible reflejo (que no significa confusión) entre el sacrificio de Isaac y el tema evangélico de amar a Dios más que a los propios seres queridos, y estar dispuestos a abandonarlos por el seguimiento de Cristo, no es solo una idea mía, sino que, tal como he descubierto, ha sido propuesta también por un teólogo (aunque no sea católico) del nivel de Dietrich Bonhoeffer (https://www.donboscoland.it/it/page/l-impegno-di-seguire-gesu-e-il-singolo-uomo):
    "Abraham fue llamado por Dios a sacrificar a su hijo Isaac. Cristo se ubica entre el padre de la fe y el hijo de la promesa. Aquí se rompe no solo una relación natural inmediata, sino también una relación espiritual. Abraham debe aprender que la promesa no está ligada ni siquiera a Isaac, sino solo a Dios [...]
    Él acepta la llamada tal como le ha sido dirigida, no busca interpretaciones sofisticadas, no la espiritualiza; él toma a Dios al pie de la letra y está dispuesto a obedecer. Él obedece la palabra contra toda relación natural inmediata, contra toda relación religiosa inmediata. Él sacrifica a su hijo. Está dispuesto a cumplir la ruptura de una manera visible, por amor al mediador. Y en ese mismo momento le viene dado de nuevo todo lo que había sacrificado. Su hijo es restituido a Abraham. Dios le muestra una víctima mejor, que debe sustituir a Isaac. Es un giro de 360 grados; Abraham posee de nuevo a Isaac, pero de manera diferente a como antes. Lo ha tenido del mediador y por amor del mediador. Ya que estaba listo para escuchar y observar al pie de la letra el mandamiento de Dios, él ahora puede mantener a Isaac como si no lo poseyera, puede tenerlo a través de Jesucristo [...]
    Cristo se ha puesto entre padre e hijo. Abraham lo había abandonado todo y había seguido a Cristo, y precisamente mientras está a su lado ahora puede vivir de nuevo en el mundo en el que había vivido antes [...]
    Esta es la otra posibilidad de estar aislado en medio de la comunidad, en medio del propio pueblo, en la casa paterna, en medio de los propios bienes y de las propias riquezas; ser seguidor de Cristo. Pero es precisamente Abraham quien está llamado a esta vida, Abraham, quien primero tuvo que sufrir la ruptura visible, Abraham, cuya fe se convirtió en ejemplar para el Nuevo Testamento [...]

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    1. Estimado padre Serafín,
      la meditación de Bonhoeffer es muy bella, pero, lamento decirlo, no da en el blanco, en el sentido de que no podemos parangonar el dejar todo por Cristo con cuanto Abraham había entendido en un primer momento que Dios quisiera de él.
      La meditación de Bonhoeffer se adapta muy bien a las que son exigencias de la vida religiosa, pero no está en grado de interpretar correctamente el sacrificio de Abraham. De hecho, cuando Cristo nos pide que dejemos todo por Él, en este dejarlo todo podemos incluir, según el uso de las antiguas religiones, el asesinato de la víctima por parte del sacerdote, como chivo expiatorio, y de esto tenemos testimonio en la Biblia.
      Pero, en el caso de Abraham, la prospectiva que Abraham había entendido en un primer momento no era en absoluto sacrificar un animal, sino realizar un sacrificio humano, cosa que Dios en realidad nunca ha querido y no puede querer, como atestigua la Biblia misma. Por eso hoy nosotros sentimos horror por los sacrificios que en el siglo XVI realizaban los Incas, los Aztecas, y otros aborígenes en América Latina.

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  3. Serafín Savelloni24 de mayo de 2024, 17:49

    Somos llamados según la voluntad de Jesús, de una manera o de otra, a salir de las relaciones inmediatas, y debemos convertirnos en aislados, visiblemente o en secreto. Pero el mismo mediador que nos hace a nosotros aislados, de este modo es también causa de una comunión absolutamente nueva. Él está en el centro, entre el otro hombre y yo. Él separa, pero también une. Todo camino inmediato para alcanzar al prójimo es equivocado; pero ahora a quien sigue a Cristo se le indica un camino totalmente nuevo y el único real, que alcanza al otro pasando por el mediador.
    'Pedro le dijo: He aquí que nosotros hemos abandonado todo y te hemos seguido. Respondiendo Jesús dijo: En verdad, os digo, no hay nadie que haya abandonado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos y campos para amarme a mí y al Evangelio y no reciba el ciento por uno ahora en este tiempo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos junto con persecución, y en el tiempo venidero la vida eterna. Muchos de los primeros serán últimos y los últimos primeros' (Mc 10,28-31).
    Jesús se dirige aquí a los que se han vuelto aislados por amor a él, que lo han dejado todo cuando él los llamó, que pueden decir de sí: 'He aquí que, hemos abandonado todo y te hemos seguido'. A ellos se les hace la promesa de una nueva comunión. Según la Palabra de Jesús ya en la tierra recuperarán el céntuplo de lo que han abandonado. Jesús habla aquí de su comunidad que se rencuentra en él. Quien ha abandonado al padre por amor a Jesús seguramente encuentra otro padre, encuentra hermanos y hermanas; y para él están disponibles incluso campos y casas. Cada uno entra como individuo siguiendo a Jesús, pero nadie queda aislado siguiendo a Jesús. A quien, obedeciendo su Palabra, se atreve a convertirse en un aislado le viene dada la comunión de la comunidad. Él se rencuentra en una confraternidad visible, que le devuelve centuplicado lo que ha perdido".

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    1. Estimado padre Serafín,
      dicho lo anterior, preguntémonos qué significa exactamente el dejarlo todo por Cristo, de lo cual habla también san Pedro. Ciertamente en este compromiso está la renuncia a algunos bienes preciosos, como el matrimonio, la libertad personal y la propiedad privada, que corresponde a los famosos tres votos religiosos o consejos evangélicos.
      ¿Qué es lo que significa renunciar, en este caso? Significa evitar disfrutar de estos bienes, lo que no implica en absoluto su destrucción, sino, por el contrario, su estima en aquellos que honestamente de ellos hacen uso. Por ejemplo, los religiosos renunciamos al matrimonio, pero si uno de nuestros parientes se casa estamos muy contentos.
      ¿Y qué significa el céntuplo prometido por el Señor para esta vida y en la vida futura? Significa el hecho de que estos bienes de alguna manera se nos restituyen muy enriquecidos por Dios mismo por medio de nuestros Superiores, gracias a nuestra vida en nuestro Instituto, cuyos bienes se convierten en nuestros mismos bienes. Pongamos un ejemplo: yo, habiendo renunciado a formar una familia, he renunciado a tener una casa de mi propiedad. Pero he aquí que, al hacerme religioso, todos los conventos de mi Orden se convierten en mi casa.

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    2. Esta es la interpretación del voto de pobreza y del céntuplo? Mi amigo, Usted està bromeando, sin duda. No quiero pensar cuál es su interpretación del voto de castidad...

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    3. Estimado Ludovicus,
      tenga presente que yo pertenezco al estado religioso desde 1971.
      Por cuanto he dicho de los efectos del voto de pobreza en esta vida, reitero lo que he dicho. Por lo tanto, no le queda más que tomar nota de mis palabras, sin hacer la inútil ironía, de lo contrario usted me demuestra que no ha entendido qué es el voto de pobreza.
      Por cuanto respecta a la castidad, le invito encarecidamente a evitar el tono malicioso y sarcástico, que me parece encontrar en su pregunta. La respuesta la encuentra en la conducta de cualquier buen religioso.

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    4. Me encantaría encontrar las fuentes de su visión de la.pobreza como riqueza colectiva (me recuerda a la de la nomenklatura) en Santo Domingo o en Santo Tomas. Seguramente me podrá citar esas fuentes.

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    5. Estimado Ludovicus,
      no ha comprendido cuanto he dicho sobre el voto de pobreza.
      El voto de pobreza no comporta una riqueza colectiva. Yo he querido decir simplemente que, habiendo puesto a disposición de mis Superiores mis recursos económicos, yo, por gracia de Dios, tengo un maravilloso retorno, por el hecho de que yo, como miembro de mi Orden, vengo a encontrarme en mi casa en cualquier convento de la Orden.
      Pero esto no quiere decir que cada convento sea mi propiedad, porque entre nosotros, los Frailes, todo es común. Pero precisamente cuando todo es común -parece una paradoja, pero es así- todo deviene nuestro. Acuérdese del relato de los Hechos de los Apóstoles. Santo Domingo se propuso precisamente imitar la experiencia de los Apóstoles.
      ¿Me he explicado bien?

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  4. Serafín Savelloni24 de mayo de 2024, 17:50

    También los sacerdotes jesuitas de la comunidad de Villapizzone, Beppe Lavelli y Giuseppe Riggio, comentando Luca 14,25-35 (https://www.gesuiti-villapizzone.it/sito/trascrizioni/lc15/4/lc_082.pdf) han observado, a su manera, alguna relación entre las palabras de Jesús sobre el "odiar" a los propios seres queridos y su propia vida, y el sacrificio abrahámico de Isaac:
    "Para seguir a Jesús es necesario tener hacia él un amor superior que para cualquier otra persona, mayor que el que uno tiene para la propia vida [...]
    'Si alguien viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a su mujer y sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, y también asu propia vida, no puede ser mi discípulo'.
    ¿Qué está diciendo aquí Jesús? Está diciendo, está ofreciendo a estas personas que lo siguen, el verdadero criterio para convertirse en su discípulo. Entonces odiar al propio padre y a la madre, a los propios orígenes y luego a la esposa, los hijos, los hermanos, también la propia vida. ¿No es que el Señor nos está poniendo ante una imposibilidad? Sí, nos está poniendo ante una imposibilidad, no nos está diciendo que estamos llamados a odiar [...]
    No podemos poner a los demás, ni siquiera al padre y a la madre, a la esposa, a los hijos, a los hermanos, ni siquiera a nosotros mismos en el lugar de Dios.
    Este ha sido el pecado de los orígenes, ponernos nosotros en el centro, en lugar de ser puestos nosotros en el centro por parte de Dios [...]
    Entonces, odiar la propia vida significa confiar hasta tal punto en el Señor que confío más en él que en mí. El salmo 62 dice: Porque tu gracia vale más que la vida. Esta es la puesta en juego [...]
    Antes citaba a Abraham: el bien por excelencia que recibe es Isaac, se lo prometió el Señor. Abraham se hubiera contentado también con el pobre Ismael, y en cambio el Señor le dice: No, uno nacido de ti. Finalmente le da a Isaac y luego parece que se lo quita. Abraham debe alejarse también de Isaac, por el bien de Abraham y por el bien de Isaac. Está llamado a devolver ese regalo, está llamado a confiar en el donante.
    Entonces, alejarnos de todo quiere decir acercarnos más a Jesús, ir más cerca de él. Es una dirección del camino.
    [... ] En cambio, debemos hacer como Abraham. Nos ha puesto un poco también él, pero llegar poco a poco a ese monte y dejar allí a Isaac, dejarlo allí al Señor. El Señor no nos pide que volvamos Isaac [...] Quiere que aprendamos a acoger estas cosas, de verdad, como dones; a no convertirnos en dueños de estas cosas. En efecto, se decía que Abraham en aquel monte sacrificaría no el cordero del cual ha hablado con Isaac, sino el carnero que es padre del cordero. Si hay alguien a sacrificar allí es Abraham. Es decir, quíta las manos de tu hijo, déjalo allí. No te hagas dueño de él. Esto está diciendo Jesús. Aléjate de todo lo que tienes, porque sólo de esa manera serás tú. Realmente puedes ser mi discípulo, realmente puedes empezar a confiar en mí. Si no, siempre confiarás en otra cosa y no podrás experimentar que yo estoy aquí, que yo cuido de tu vida".

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    1. Estimado padre Serafín,
      debería ser muy claro que este "odio" del cual habla Jesús no debe en absoluto ser tomado literalmente, sino que, como aparece claramente por el contexto, significa simplemente esa renuncia y ese desprendimiento de ciertos bienes terrenos, de los cuales he hablado antes. Jesús no pide que, para renunciar a tener un hijo, tengamos que matar a nuestro hijo.
      En segundo lugar, reconozco que el sacrificio de Abraham es el sacrificio de su propia voluntad, es decir, su acto de obediencia a Dios.
      Por cuanto respecta a la comparación entre el sacrificio de Abraham y el de Cristo, diría que lo que es esencial, como es señalado por la Carta a los Hebreos, en el cap.10, es el sacrificio de la voluntad, es decir, como dije anteriormente, el acto de obediencia. Sin embargo, está claro que Abraham no podía imaginar en absoluto que Dios hubiera querido el sacrificio de un hombre, que también es Dios, cosa que sólo nos habría de ser revelada por el mismo Jesucristo.

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  5. Serafín Savelloni24 de mayo de 2024, 17:52

    Usted, padre Filemón, ha subrayado varias veces las ventajas que esta nueva exégesis presenta respecto a la anterior.
    Permítame subrayar lo que considero en cambio una desventaja nada despreciable de esta nueva interpretación del sacrificio abrahámico.
    Me refiero al retroceso o contragolpe, en el plano pastoral, que un creyente de media o incluso de baja cultura recibiría, en el momento en el cual esta interpretación se afirmara definitivamente en la Iglesia.
    Pensemos, pues, en una persona simple, que no ha hecho particulares estudios, pero ha decidido acoger la invitación, muchas veces dirigida por los últimos pontífices, de acercarse a la Sagrada Escritura (el Papa Francisco incluso instituyó, en el tercer domingo del Tiempo Ordinario, la "Jornada de la Palabra" mediante la Carta apostólica "Aperuit illis").
    Pues bien, imaginemos a este humilde creyente que, después de leer en Génesis 22 "Dios puso a prueba a Abraham y le dijo [...] Toma a tu hijo [...] y ofrécelo en holocausto", trata de meditar estas palabras, trata de entender lo que pueden decir a su conciencia como cristiano, dado que, como le han dicho siempre, han sido redactadas por hombres pero inspiradas por Dios, son "Palabra de Dios"...
    Y luego se encuentra con una nota que le explica que, en realidad, lo que ha leído... no es verdad.
    Usted, padre Filemón, me dirá: "no es correcto decir que no es verdad, sino que no debe ser interpretado al pie de la letra, sino...".
    Sí, de acuerdo, pero queda el hecho de que, para esta persona, privada de ciertas distinciones, concretamente, la frase recién leída en la Biblia donde lapidariamente está escrito que Dios le dijo a Abraham "ofrécelo en holocausto", viene a ser radicalmente invertida en "Abraham creyó que Dios..."
    ¿Cuál podría ser la reacción de esta persona? No me parece improbable que alguno de los siguientes pensamientos pudiera hacer brecha:
    "Por lo tanto, nunca debo confiar en lo que leo en la Biblia... lo que cuenta de veras es la interpretación de la Iglesia... pero entonces, más que leer el texto sagrado, y arriesgarme a tomar luciérnagas por linternas, más vale que me lea sobre todo comentarios y notas... ¿y si en cambio fueran ciertos exegetas los que hicieran decir a la Escritura lo que ellos quieren? Y si antes, durante muchos siglos se ha interpretado de una manera, y ahora de otra, ¿quién me dice que también ahora, las actuales interpretaciones de tantos pasajes bíblicos no estén equivocadas, y que la verdadera interpretación se descubrirá solo en el futuro? Pero entonces, tal vez, es mejor que me haga una idea mía acerca de todo, sin dejarme influir por nadie (la famosa fe "hágalo usted mismo")...".
    ¿Exagero? Puede ser, pero temo que tal interpretación pueda, por un lado, incrementar una cierta desconfianza hacia la Palabra de Dios, y por otro lado, aumentar la distancia entre una "casta" de elegidos (teólogos, biblistas, estudiosos, etc...) y la gran parte de la comunidad de los creyentes.

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    1. Estimado padre Serafín,
      la tarea de los exegetas y de los biblistas, como la misma Iglesia enseña, es la de explicar aquellos pasajes oscuros sobre los cuales es necesario hacer claridad. Ciertamente, la obra de los exégetas o biblistas o hermeneutas bíblicos, no es una obra infalible. Sin embargo, ellos desempeñan un precioso servicio, gracias a su preparación científica, para la obra del Magisterio, al cual, por voluntad de Cristo, corresponde valorar y juzgar de modo definitivo cuanto ha resultado de sus investigaciones. De tal modo, los dogmas de la Iglesia siempre han sido preparados por el trabajo de exegetas y teólogos.
      En el trabajo de interpretación de la Escritura, el creyente progresa continuamente hacia una comprensión siempre cada vez mejor de la Palabra de Dios. ¿Cómo se produce este progreso? De varias maneras: cualquier fiel puede, incluso por sí solo, descubrir un nuevo aspecto de la Palabra de Dios o darse cuenta de una interpretación errónea. Sin embargo, está claro para nosotros los católicos que para este oficio nada fácil, por voluntad de Cristo existe un grupo de intérpretes oficiales, que son los Sucesores de los Apóstoles, bajo la guía del Papa. Estos hermanos nuestros, asistidos por el Espíritu Santo, tienen también la tarea de evaluar las nuevas interpretaciones propuestas por los exegetas y por los simples fieles, y, por tanto, de expresar una sentencia definitiva.
      Por otra parte, hay que tener presente que, si un exegeta propone una nueva interpretación, que no esté en contradicción con la doctrina de la fe, cualquier fiel, que quede persuadido por esta nueva interpretación, es libre de aceptarla o no, aunque el Magisterio no se haya pronunciado.
      ¿Cuál es la tarea del fiel común? Ante todo, es la de acoger las enseñanzas del Magisterio y luego, si tiene los medios o las capacidades, la tarea puede ser la de seguir el trabajo de los exegetas, reservándose dar sobre ello un juicio propio, porque los exegetas, por muy expertos que sean, no son infalibles como en cambio lo es el Magisterio, cuya enseñanza se resume en el Catecismo de la Iglesia Católica, y es proclamada en el Símbolo de la fe.
      Que sea evidente la necesidad de la correcta interpretación de ciertos pasajes de la Escritura, se deduce de ciertos hechos realmente lamentables, como por ejemplo el de un fulano tal que, leyendo las palabras del Señor: "Si tu mano te escandaliza, córtala", se ha amputado verdaderamente la mano.
      O bien podemos recordar el caso famoso de la historia de Galileo. Josué manda al sol que se detenga: "Detente, oh sol". La Biblia dice que efectivamente el sol se detuvo hasta que terminó la batalla. Ahora bien, debería quedar claro que, tomando literalmente estas palabras, estamos ante un milagro absurdo, por lo cual no se puede tomar como pretexto la Palabra de Dios para avalar algo que la ciencia demuestra que es falso, como, por lo demás, la Iglesia no tiene motivos para declarar como verdad de fe, como pretendía Galileo, tesis simplemente relativas al mundo físico.

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  6. Serafín Savelloni25 de mayo de 2024, 5:22

    Usted ha escrito: "Ahora bien, los casos son dos. O Dios da una contraorden, o Abraham corrige su interpretación de la voluntad de Dios. Pero es absurdo que Dios pueda dar una contraorden, y además es impensable que Dios pueda ordenar un sacrificio humano desmintiendo después lo que ha dicho".
    Al afirmar que "es absurdo que Dios pueda dar un contraorden", usted interpreta, en la exégesis tradicional, la intervención del ángel como un contraorden que estaría en estridente contraste con la petición inicial de sacrificar a Isaac. Es decir, Dios, en la exégesis tradicional, caería en contradicción (lo cual es obviamente imposible) porque primero mandaría una cosa y luego, por el contrario, revocaría el mandato anterior.
    Considero que esta contradicción no existe porque la situación, el contexto en el que tiene lugar el primer mando, y la situación/contexto en el que tiene lugar la revocación del mismo, son profundamente diferentes. Si los dos eventos ocurrieran en la misma situación/contexto, entonces habría una clara contradicción, pero este no es el caso.
    Por ejemplo, imaginemos una ciudadela sitiada.
    Al alba de cierto día, los sitiadores lanzan un ataque contra las murallas de la fortaleza, de modo que el comandante de la guarnición de los sitiados ordena a los suyos: "¡abrid fuego!".
    Los defensores de la ciudadela obedecen la orden recibida tan eficazmente que los atacantes se ven obligados a retirarse.
    En este punto, el comandante de antes da la contraorden: "¡alto el fuego!"
    ¿Puede interpretarse esta contraorden como "me equivoqué antes, no teníamos que abrir fuego"? Ciertamente no.
    Antes, frente al asalto a la ciudadela, había sido más que correcto ordenar defenderse activamente con las armas; después, cuando el ejército de los asaltantes está en marcha y ya lejos, había sido igualmente correcto ordenar el cese del uso de las armas. Los respectivos contextos, en los que se impartieron la orden y la contra orden, eran objetivamente diferentes, de modo que no dan lugar a ninguna situación contradictoria porque cada uno de ellos ha sido, lo "correcto" que hay que hacer "en el momento correcto".
    Análogamente, si uno después de leer Génesis 46,2-3, en el que Dios le dice a Israel/Jacob que vaya a Egipto, y luego lee los pasajes del Éxodo, donde Dios le dice a Israel/Moisés que salga de Egipto, afirmara que las dos órdenes, siendo una contraria a la otra, probarían un contradictorio cambio de la voluntad divina, evidentemente se equivocaría. Los dos contextos situacionales son diferentes. Dios ordena a Jacob que baje a Egipto, porque en Palestina el clan del patriarca se estaba uniendo demasiado con una población que amenazaría su fe y moralidad (Génesis 34 y 38), de modo que en el aislamiento en tierra egipcia podrían haber conservado su identidad, pero esta orden está ya en perspectiva del Éxodo ("Yo bajaré contigo a Egipto, y ciertamente te haré volver" (46,4). Con Moisés, ya no habrá tal exigencia, y será, para Dios, el momento justo para que se realice el regreso a la tierra prometida.
    Hay un momento en el cual es correcto ordenar el combatir y hay otro momento en el cual es correcto dejar de combatir, un momento en el que es correcto ordenar ir a Egipto y otro momento en el que es correcto ordenar salir de Egipto, un momento en el que es correcto poner a prueba a Abraham (porque aún no ha demostrado los límites de su fe) y un "otro" momento, cuando Abraham ha demostrado su fe obediencial, en el que es correcto poner fin a esa prueba.
    Las diferencias sustanciales de los contextos situacionales en los que se manifiestan, respectivamente, la orden y la contra orden, eliminan su aparente contradictoriedad.

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    1. Estimado padre Serafín,
      las comparaciones que usted hace con la ciudad asediada y con la situación de Israel en Egipto no son adecuadas y, por tanto, no son suficientes para conservar la interpretación tradicional y para invalidar la interpretación que propongo yo. En efecto, en estos casos no se trata de contraórdenes, sino de órdenes correctas relativas al cambiar de la situación.
      El caso de Abraham, considerando el mismo texto literal de la Escritura, hace aparecer claramente un contra-orden divina con un Dios que primero manda matar a Isaac y luego manda ahorrar el holocausto.
      Ahora bien, me pregunto: ¿puede Dios verdaderamente comportarse de este modo? ¿Puede en el primer momento y en el segundo momento tratarse siempre de la voluntad de Dios? ¿Se puede en este contraste encontrar una coherencia en la voluntad de Dios? Evidentemente, no.
      Entonces, para salir de este aprieto, no hay otro camino que considerar que Abraham, en un primer momento, quizás influenciado inconscientemente por las religiones que practicaban sacrificios humanos, en buena fe haya confundido la verdadera voluntad de Dios, que quiere la vida y no la muerte, con esa idea que se había hecho de la voluntad divina.
      Tengamos también presente que la noción que Abraham podía tener de Dios era extremadamente primitiva y probablemente todavía se resentía del politeísmo de la tierra que Abraham había abandonado. Al mismo tiempo, Abraham, iluminado por el ángel, cumple un gran salto al pasar de un concepto de un Dios, que pide en sacrificio la vida humana, a un Dios de la vida, y este gran salto es mérito de Abraham para reforzar el valor de la prueba a la cual Dios lo había sometido.
      Por lo demás, está claro que este salto Abraham no lo hace por su simple razón, sino porque, iluminado por el ángel, realiza un acto de fe sobrenatural.
      Es solo con el Nuevo Testamento que aparece con claridad que, si Dios ha querido un sacrificio humano, éste no podía ser otro que el Sacrificio del Hombre-Dios, Nuestro Señor Jesucristo.

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  7. Serafín Savelloni25 de mayo de 2024, 7:10

    Estimado Padre Filemón,
    le comunico que es mi intención, después de este último comentario, no intervenir más sobre este tema.
    No obstante, quiero darle las gracias por la atención y el tiempo que ha querido dedicar a mis intervenciones. Incluso cuando me encuentro en desacuerdo con usted, la lectura de sus consideraciones es siempre, para mí, fuente de enriquecimiento espiritual y estímulo para profundizar mis posiciones.
    He dicho antes que no pienso replicar más a lo que usted, en su caso, me dirá todavía sobre este tema, por dos motivos: el primero es que considero que ya están suficientemente claras nuestras respectivas posiciones y los relativos puntos de divergencia, y correríamos el riesgo de repetirnos, con escaso beneficio para nosotros y para quien nos lee...; el segundo motivo es que no quisiera abusar del espacio que usted concede en el blog, llegando casi a monopolizarlo respecto a otros lectores, que quizás le hayan hecho llegar diferentes temáticas e ideas, sobre las cuales desearían una opinión suya.
    Usted ha escrito:
    "Las comparaciones que usted hace con la ciudad asediada y con la situación de Israel en Egipto no son adecuadas [...] En efecto, en estos casos no se trata de contraórdenes, sino de órdenes correctas relativas al cambiar de la situación".
    Observo que también entre el momento en el cual, en el texto bíblico, Dios pide el sacrificio de Isaac, y el momento en el cual Dios detiene la mano de Abraham, la situación del padre de Isaac ha cambiado profundamente.
    En el momento en que Abraham recibe el primer mandato para probar la grandeza de su fe, él es el hombre que hasta ahora obedeció a Dios, dejando a Ur de los caldeos por la tierra de Canaán (Gen 12,5-9), se le ha renovado frecuentemente la promesa de Dios (Gen 13,14-18; 15,1-17) que culminó en la imposición del nuevo nombre de Abraham ("padre de un pueblo"), en la institución de la circuncisión (Gén 17,11-14), y finalmente en la promesa de una generosa descendencia, a pesar de su avanzada edad y la de su esposa Sara, realizada en el nacimiento del tan amado Isaac.
    Sin embargo, a los ojos de Dios, Abraham, todavía no ha demostrado si su fe pone realmente a Dios por encima de todo, o si es sobre todo reconocimiento de cuanto ha recibido, que termina por ser apego más a los dones que al Dador.
    ¿Y qué sucede después del primer mandato?
    Que Abraham se enfrenta a tres días de infierno: ensilla el asno que sabe los llevará al lugar previsto para el holocausto, prepara la leña sobre la cual deberá quemar el cuerpo de su hijo, se pone en camino, ve finalmente aquel lugar maldito, aleja a los servidores porque es demasiado celosamente íntimo lo que está por venir, continúa solo con el hijo, la leña y el cuchillo y, dolorosísima, le llega la pregunta de Isaac "pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?" y Abraham encuentra la fuerza para una respuesta maravillosa, porque no es una mentira piadosa para su hijo, y al mismo tiempo manifiesta tanto la fuerza de su fe, como una súplica extrema hacia el Altísimo: "¡Dios mismo proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío!" Y finalmente, la "pasión" de Abraham alcanza su clímax, con su mano blandiendo el cuchillo, que significa "Dios, contra todo, en la desesperación más absoluta, yo confío en Ti".
    Pues bien, ¿podemos sostener que nada importante le sucedió a Abraham, entre el primer mandato y el segundo mandato, mediado por la intervención del ángel? Después de todo lo que Abraham ha demostrado, en su propia carne y en su propio espíritu, ¿no ha cambiado su situación existencial y espiritual, para él y ante Dios?
    Y, por lo tanto, el mandato de detener el sacrificio del hijo, que se le llame contraorden u orden correcta, no contradice el primer mandato sino que sanciona la superación de esa prueba, solicitada por Dios, que no se habría podido realizar si no fuera por la primera petición.
    Gracias de nuevo, Padre Filemón.

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    1. Estimado padre Serafín,
      que Dios pida a Abraham una prueba de fe, es algo más que evidente y es también clarísimo que él la ha superado de modo ejemplar, tanto que se ha convertido en Padre en la fe de las tres religiones monoteístas.
      Sin embargo, nos hacemos una pregunta: ¿en qué consiste el mérito de la fe de Abraham? ¿En el acto de fe o en aquello en lo cual cree, es decir, el objeto de su fe?
      Ahora bien, usted mismo reconoce que Abraham cambia de conducta, pero siempre ejercitando la fe. Pero ¿qué quiere decir "cambia conducta"? No quiere decir que cambie el acto de fe; más aún, aumenta pasando de la primera convicción de Abraham a la segunda.
      Pero, con respecto al objeto de su fe, ¿qué debemos decir? ¿Qué es lo que había entendido Abraham al inicio? Entiende algo, que luego es impedido y prohibido por el ángel. ¿Pero el ángel en nombre de quién habla? En nombre de Dios. Entonces, hay que ir con la lógica: si el ángel dice a Abraham: "No le hagas el mal", debemos deducir lógicamente que antes le estaba haciendo el mal a Isaac, le estaba haciendo daño.
      Ahora bien, si nosotros tomamos al pie de la letra el famoso mandamiento de Dios, de ello viene la consecuencia de que la voluntad divina se desarrollaría en dos tiempos: en un primer momento Dios habría querido el sacrificio de Isaac, mientras que en un segundo momento lo habría prohibido, porque Abraham estaba haciendo algo malo a Isaac. ¿Qué significa esto? ¿Qué Dios primero le mandaba que hiciera el mal?
      Por consiguiente, usted ve, querido padre Serafín, que aquí no hay salida. Si nos atenemos materialmente al texto bíblico, sale un Dios que primero quiere la muerte de Isaac, pero que después, dado que este acto es un mal, no lo quiere. El único modo de salir de este aprieto, que puede hacernos caer en la blasfemia, o sea la blasfemia de concebir un Dios que quiere la muerte, la única vía de salida es darse cuenta de que ha sido Abraham quien ha malinterpretado la voluntad de Dios, porque es el ángel quien le revela lo que Dios verdaderamente quería, es decir, el sacrificio del carnero.
      En este episodio de Abraham sale a la plena luz el problema del objeto de la fe, problema extremadamente actual, en la actual situación en la cual asistimos a concepciones contradictorias que se refieren al ser y al obrar de Dios, y por tanto al objeto de la fe.
      ¿Cuál es el objeto de la fe? Evidentemente la verdad revelada por Dios. Sin embargo, los contrastes entre las religiones nos demuestran claramente que muchos fieles pueden estar en buena fe, aun teniendo concepciones opuestas de la divinidad. Aquí se funda el principio de la libertad religiosa.
      En efecto, ¿qué es lo que significa esto? Que podemos equivocarnos al concebir lo que conviene o corresponde a Dios. Pero, en este caso, ¿cómo se comporta Dios con nosotros? ¿Nos castiga? Para nada, porque en buena fe y según conciencia pensamos que es verdadero lo que no es verdadero.
      Esta ha sido exactamente la experiencia de Abraham, el cual viene recompensado no por el error involuntario inicial, sino por la sinceridad y la fuerza extraordinaria de su acto de fe y por la docilidad a la iluminación divina, por lo cual ha sabido cambiar humildemente el contenido de su fe después de la revelación de Dios.
      Haciendo una comparación entre Abraham y Jesús en Getsemaní, entrambos viven una gran prueba con angustia; en los dos casos hay un ángel, pero con funciones diferentes. En el caso de Abraham, el ángel ilumina. En el caso de Jesús, consuela.
      Jesús hombre, siendo Dios, por su parte, teniendo la visión o ciencia de Dios y no la simple fe, no puede corregir su conocimiento de la voluntad de Dios, mientras que Abraham hombre falible, ha cambiado y ha cambiado por humildad y por amor a la verdad, y por lo tanto no ha mantenido su idea precedente, sino que ha aceptado verdaderamente la voluntad de Dios, cuando la ha conocido, llegando al culmen de su acto de fe, porque ya no se ha tratado del simple acto de fe, sino que Abraham ha aceptado aquello que era el verdadero objeto: no hacerle el mal.

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