Ya en los capítulos finales de nuestro catálogo de todos los dogmas y declaraciones doctrinales de la fe de la Iglesia católica, hoy los puntos a tratar serán los siguientes: la acción de la gracia como remedio al pecado y como divinización del hombre; la concupiscencia no impide necesariamente la gracia; la gracia puede ser perdida con el pecado mortal y readquirida mediante la penitencia; Dios habría podido ordenar al hombre a un simple fin último natural; el hombre pecador; la necesidad de la gracia. [En la imagen: fragmento de "La fuente de la gracia" o "La fuente de la vida", óleo sobre tabla, de alrededor de 1445-1450, atribuido a un discípulo de Jan van Eyck, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].
Notas: 1) Las proposiciones en letra negrita y entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación; 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible, he convertido en positivo las sentencias en negativo, para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
La acción de la gracia como remedio al pecado y como divinización del hombre
----------Para el tema de la gracia, véase: Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, qq. 109-113.
----------La gracia es un don o favor espiritual sobrenatural, que Dios otorga gratuitamente en Cristo al hombre para liberarlo del pecado y elevarlo a una participación analógica de la vida divina, tal como para o bien liberarlo del pecado (la salvación, que es la llamada gracia sanante) o bien para elevarlo a la dignidad de Hijo de Dios (la gloria, que es la llamada gracia elevante).
----------"La justificación no es sólo remisión de los pecados, sino que es también la santificación y la renovación del hombre interior, por la voluntaria recepción de la gracia y de los dones, de donde el hombre se convierte de injusto en justo y de enemigo en amigo, para ser heredero según la esperanza de la vida eterna" (Concilio de Trento, Denz. 1528).
La concupiscencia no impide necesariamente la gracia
----------El hombre no nace en gracia de Dios, sino esclavo del diablo y manchado por la culpa original, de la cual viene liberado por el bautismo. Permanece sin embargo la concupiscencia, que lo estimula a pecar. La gracia lo ayuda a no pecar, pero al menos el pecado venial es frecuente e inevitable.
----------"Este santo Concilio confiesa y declara que en los bautizados permanece la concupiscencia o fomes; la cual, como haya sido dejada para el combate, no puede dañar a los que no la consienten y virilmente la resisten por la gracia de Jesucristo. Antes bien, el que legítimamente luchare, será coronado (2Tm 2,5). Esta concupiscencia que alguna vez el Apóstol llama pecado (Rm 6,12ss; 7,7.14-20), declara el santo Concilio que la Iglesia Católica nunca entendió que se llame pecado porque sea verdadera y propiamente pecado en los renacidos, sino porque procede del pecado y al pecado inclina" (Concilio de Trento, Decreto sobre el pecado original, Denz. 1515).
La gracia puede ser perdida con el pecado mortal y readquirida mediante la penitencia
----------"Cristo Señor, por el lavatorio del bautismo, ha hecho a los fieles miembros de su cuerpo de una vez por todas (1 Co 12,13). Si después ellos se contaminaren con algún pecado, no quiso que fueran lavados con la repetición del bautismo, como quiera que por ninguna razón sea ello lícito en la Iglesia Católica, sino que se presentaran como reos ante el tribunal de la penitencia, para que pudieran librarse de sus pecados por sentencia de los sacerdotes, no una vez, sino cuantas veces acudieran a él arrepentidos de los pecados cometidos" (Concilio de Trento, Denz. 1671).
----------"El hombre una vez justificado puede pecar en adelante y perder la gracia" (Concilio de Trento, Cánones sobre la justificación, Denz. 1573) "y recuperar la justicia perdida con el sacramento de la penitencia" (Concilio de Trento, Cánones sobre la justificación, Denz. 1579).
----------"Cristo, el único Mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad, como un organismo visible, comunicando mediante ella la verdad y la gracia a todos" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.8).
Dios habría podido ordenar al hombre a un simple fin último natural
----------Dios habría podido ordenar al hombre a un simple fin último natural, sin agregar el orden de la gracia. Ahora bien, la gracia sirve para quitar el pecado y para vivir la vida cristiana de los hijos de Dios, pero es necesaria para el logro de los fines de la naturaleza y para la felicidad natural. La gracia es un don gratuito, pero no es una exigencia de la naturaleza.
----------"El orden sobrenatural es gratuito, pues Dios habría podido crear seres inteligentes sin ordenarlos y llamarlos a la visión beatífica" (Pío XII, Encíclica Humani generis, del 12 de agosto de 1950, n.20).
El hombre pecador
----------El hombre en la vida presente se encuentra en las condiciones de pecador a causa del pecado original, caído de un originario estado de inocencia, ahora tendiente a pecar, aunque su naturaleza no esté destruida, sino sólo herida. Ya no es capaz con las fuerzas que le han quedado, de alcanzar a Dios, si no acepta la gracia de Cristo que lo justifica, lo hace hijo de Dios y eleva su obrar al orden sobrenatural.
----------"El libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios, coopera asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia, y sin embargo, si quiere, puede disentir, ya que no es un ser inánime ni meramente pasivo" (Concilio de Trento, Denz. 1554).
La necesidad de la gracia
----------El hombre en las condiciones de pecador siente o experimenta vivir una vida que no es una vida, que es más muerte que vida, porque carece de la vida del alma, que es la gracia de Dios. Advierte que Dios está airado con él por haber pecado. Por otra parte, sabe que la salvación no podría sino llegarle de Él. Arrepentido, entonces, del pecado, suplica a Dios que le salve, pidiéndole piedad y perdón por el pecado.
----------"Previniente la inspiración del Espíritu Santo, puede el hombre creer, esperar y amar o arrepentirse, como conviene para que se le confiera la gracia de la justificación" (Concilio de Trento, Cánones sobre la justificación, Denz. 1553).
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