miércoles, 12 de abril de 2023

Sobre desorientados por la orientación en la pasada Semana Santa

Como bien se sabe, la teología no consiste tanto en saber dar buenas respuestas, sino en saber hacer buenas preguntas. Al respecto, el plantear simplemente la cuestión de la "orientación" en la Misa, en cuanto tal señala un déficit, una carencia, una laguna, que son típicos de las menudencias banales en las que se embarcan ciertos sectores pasadistas que viven obstinadamente sumergidos en su burbuja ideológica. [En la imagen: el cardenal Giovanni Battista Re inciensa el crucifijo en el centro del altar, durante la Santa Misa de Pascua de Resurrección, en el atrio de la Basílica de San Pedro, el domingo 9 de abril de 2023, presidida por el papa Francisco, con 32 cardenales, 15 obispos y más de 300 sacerdotes concelebrantes, junto a unos 45.000 fieles en una plaza abarrotada en una mañana finalmente de cálido sol en Roma].

----------La necedad humana, como frecuentemente ocurre, y también ha ocurrido en la semana más importante del año litúrgico en la Iglesia, es siempre muy capaz tanto de trivializar lo solemne como de solemnizar lo trivial. El hecho es que no han faltado, en la Semana Santa que hemos vivido, algunos blogs, que se cuentan entre los conocidos sitios pasadistas de siempre, que volvieron a armar sus acostumbrados y siempre muy solemnes barullos por trivialidades. Uno de ellos, al ver que el Domingo de Ramos había desaparecido el crucifijo sobre el altar en el atrio de la Basílica de San Pedro, llegó a publicar lo siguiente: "Pieza a pieza la 'reforma' de Benedicto XVI ha sido desmantelada. Parecía resistir al menos el Crucifijo sobre el altar, pero por las imágenes de hoy (Domingo de Ramos) parece haber desaparecido. Efectivamente, también estuvo ausente el Miércoles de Cenizas. El último avistamiento parece remontarse al 22 de enero en la Basílica. Es cierto que según las rúbricas basta con que esté al lado... ¿pero acaso es tan malo ser un poco rubricistas?".
----------Y tales pasadistas no se privaron de citar al respecto palabras de Joseph Ratzinger, tomadas de su libro "Introducción al espíritu de la liturgia", cuando quien llegaría a ser luego papa Benedicto XVI, escribía que: "entre los fenómenos verdaderamente absurdos de las últimas décadas yo incluyo el hecho de que la cruz sea colocada a un lado para dejar la mirada libre hacia el sacerdote. ¿Pero, representa la cruz, durante la Eucaristía, una perturbación? ¿Es el sacerdote más importante que el Señor?".
----------Quizás esté aquí de más que le recuerde al lector, que Joseph Ratzinger, cuando escribió el citado libro (la primera edición en español es de 2001), no ejercía todavía el infalible magisterio petrino, de modo que tenemos el pleno derecho de leer aquellas palabras del teólogo Ratzinger, con el respetuoso espíritu crítico y el crítico respeto con el que leemos cualquier libro de cualquier teólogo, siempre con la saludable capacidad de discernimiento de poder encontrar tanto luminosas verdades creativamente explicadas, como necios errores, vaguedades, inconsistencias y deslices motivados por una gran variedad posible de falencias humanas. Pues sabemos que incluso un Romano Pontífice puede ser pasible de errores teológicos.
----------Por cuanto respecta a este detalle del crucifijo en el altar, sorprende el hecho de que, todavía a año y medio de haber sido abrogadas las disposiciones del motu proprio Summorum pontificum y de todos los documentos pontificios que lo complementaron, y luego de las nuevas precisiones pontificias sobre disciplina litúrgica, brotadas de las cartas apostólicas Traditionis custodes y Desiderio desideravi, siga habiendo minorías de, permítaseme decirlo así, desorientados por la orientación, expresión con la que me refiero a una de las tantas menudencias sobre las que se obstinan en librar batallas a vida o muerte algunos católicos ideologizados que no hacen sino manifestar lo completamente desorientados que se encuentran en su fe, al punto que parece que nunca llegan ni siquiera a advertir que existe una diferencia abisal entre Tradición y tradiciones.
----------Porque, a decir verdad, la orientación del celebrante y del pueblo de Dios en la Santa Misa es una cuestión que ha quedado ya bien esclarecida en la Reforma litúrgica. Sin embargo, debemos reconocer que todavía se sufren las dañinas consecuencias de aquellos imprudentes documentos pontificios emitidos hace ya década y media, que entre sus efectos perjudiciales tuvieron el de generar en el debate teológico litúrgico aspectos paradójicos y contradictorios, que todavía hoy cuesta dejar atrás.
----------Para elaborar esta breve nota he tratado de releer algunos artículos que recordaba haber leído hace una década, para así proponer a los lectores algunos ejemplos de la desorientación que ahora menciono, pero he aquí que me encuentro que varios de aquellos blogs, de gran actividad en aquellos años, ya han desaparecido, por ejemplo el del conocido liturgista padre Matías Augé [n.1936]. Recuerdo muy claramente una de sus publicaciones sobre la cuestión a la que me refiero aquí, pero no tengo más remedio que citar sus expresiones en base sólo a mis recuerdos y a algunos apuntes. Su artículo se titulaba "La orientación en la celebración eucarística", y se había publicado en su blog, hoy desaparecido. Me esforzaré por traer a mi mente algunas de sus afirmaciones, importantes ciertamente, y que merecen ser valoradas adecuadamente.
----------Es justo decir, a modo de premisa, que en los años posteriores a 2007, tras promulgarse Summorum pontificum, se fue librando una batalla ideológica no del todo justificada en torno a la cuestión de la orientación de la oración litúrgica. Y también es correcto decir que la orientación hacia el ábside o bien la orientación "versus populum" de la celebración, representan dos grandes tradiciones, que tienen entrambas sus propias razones y que no pueden ser objeto, simplemente, de una recíproca excomunión o denigración.
----------Pero cuando, a partir de la natural dialéctica entre dos lecturas diferentes de la posición del pueblo y de quien preside respecto del altar, se intenta describir una posición, la de los "circunstantes" (sic) de manera reduccionista, unilateral e injusta, mientras que a la vez se propone una "solución" (mediante la orientación a la cruz) que pasa por alto la tradición, imponiendo como solución un criterio extrínseco, entonces se termina por confirmar un efecto claramente "desorientador" de la discusión sobre la orientación.
----------En efecto, no se presta un gran servicio a la reconstrucción histórica de lo sucedido en estos sesenta años cuando (como hacía el padre Augé en el artículo al que me refiero) se reduce el cambio de orientación, introducido autoritativamente por la Reforma litúrgica, a la idea de que "sacerdote y pueblo en la oración deberían mirarse recíprocamente", dado que el nuevo modelo de orientación se interpreta como oración de los bautizados "circunstantantes", que no están "cara a cara", sino "todos en torno" al Señor, altar y víctima. Ambos modelos clásicos, por lo tanto, se "orientan" o "vuelven" al Señor: uno propone la orientación al Señor que retorna, el otro propone la orientación al "cuerpo sacramental del Señor". De tal modo, ambos modelos clásicos proponen (cada uno a su manera) una continuidad. Mientras que la única discontinuidad cierta, al menos en el nivel litúrgico, es la solución que viene propuesta para orientar la mirada hacia la cruz.
----------Por eso, hay motivos serios para hacerse esta pregunta: ¿por qué la única discontinuidad debería asegurar la continuidad, mientras que uno de los estilos clásicos de la celebración debe ser descrito de manera tan reductiva y grosera? Es curioso el hecho de que diez años atrás haya habido algunos, y no estamos hablando de simples fieles sin especial preparación en cuestiones litúrgicas, sino incluso de competentes y experimentados liturgistas, que se hayan permitido definir el "versus populum" como un "banal mirarse el uno al otro", mientras que el "versus orientem" indicaría "un pueblo en camino hacia su Señor". Es evidente el veneno ideológico pasadista que intoxica tales expresiones, no menos dañinas que las expresiones que hace diez años pretendían contradecirlas desde el otro extremo de la batalla. La expresión de contrapartida, no menos desafortunada, consistía en definir el "versus populum" como "reunidos en torno al Señor", mientras que el "versus orientem" sería "dar la espalda al pueblo". También es evidente la intoxicación de estas expresiones por un veneno ideológico modernista, semejante al anterior. Una vez más, como tantas veces lo hemos probado, modernismo y pasadismo son primos hermanos de un subjetivismo que les es estructural.
----------En este ámbito de discusión, la primera cosa que es necesario aprender debería ser la de respetar los diferentes niveles de posible descripción de las acciones que la tradición nos entrega, nos consigna, nos "transmite". Y, sin embargo, tenía razón el padre Augé en aquel artículo de hace más de una década, al señalar que el "versus orientem" es objeto de lectura teológica muy reciente, y a la vez es bien cierto que esa reciente lectura se ha desarrollado paralelamente a una fuerte clericalización del culto y de la Iglesia, que hoy sólo deberíamos considerar como una pesadilla de la que es urgente tomar distancia y dejar atrás.
----------Por otra parte, el padre Augé recordaba en su artículo que sobre el tema de la orientación no se encuentran sino meras afirmaciones indirectas de la tradición. Este hecho es por un lado sorprendente, pero, por el otro lado, contribuye a redimensionar y a relativizar nuestra perspectiva. Me atrevería a decir que el plantear simplemente la cuestión de la "orientación" en cuanto tal señala un déficit, una carencia, una laguna. A ello me refería al principio de esta breve nota, cuando hablaba de las menudencias banales en las que se embarcan ciertos sectores pasadistas que viven obstinadamente sumergidos en su burbuja ideológica.
----------En efecto, en la celebración de la Eucaristía y, de modo más general, en todo acto de culto, el centro de nuestra permanente atención no puede ser la respuesta a la pregunta "¿hacia qué parte, hacia dónde, debo mirar?", sino ante todo la respuesta a otra pregunta más fundamental: "¿dónde tiene lugar la acción? o ¿cómo participo en tal acción?". Dado que, como suele repetirse y con toda razón, la teología no consiste tanto en saber dar buenas respuestas, sino en saber hacer buenas preguntas, aquí quisiera sostener que la cuestión acerca de la orientación es una cuestión mal planteada, que corre el riesgo de terminar contradiciendo la gran aspiración con la cual el Movimiento Litúrgico ha despertado la atención de la Iglesia sobre la centralidad de esa "actio sacra" que requiere, no una orientación abstracta, sino una participación concreta.
----------Podríamos decirlo en otros términos: a la pregunta (pregunta menor, por cierto) acerca de la orientación, se puede responder sólo después de haber abordado la pregunta (pregunta mayor, por cierto, y principal pregunta) acerca de la participación. Y si la orientación, convertida en una cuestión autónoma, tuviera que contradecir la participación, entonces la orientación ya no sería un signo de devoción, sino de desorientación. Y, parafraseando lo que alguna vez dijo Simone Weil sobre los "desarraigados" que "desarraigan", también nosotros deberíamos decir acerca de esta cuestión litúrgica de la desorientación: que tendría un efecto gravemente desorientador en toda la estructura y vida eclesial.

20 comentarios:

  1. No hay 2 tradiciones. Hay una sola.
    Fuera de algunas basílicas romanas que imitaron la de San Pedro, en ninguna tradición litúrgica oriental u occidental se celebró de cara a los fieles hasta el siglo XX, en el que empezaron experimentos litúrgicos que desembocaron en la reforma litúrgica.
    No hay otra tradición antigua que lo atestigüe. Ni con T ni con t.

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    1. Estimado Anselmo,
      la tradición litúrgica (en general) es una sola, que para garantizar su continuidad y su vitalidad exige en ocasiones la discontinuidad de la Reforma, que no es ruptura.
      La única tradición litúrgica, se compone de un conjunto de tradiciones respecto a los ritos, o signos particulares del rito, que se han dado en la historia.
      Pero la antigüedad histórica de una tradición litúrgica no es el elemento decisivo que pudiera determinar a un Papa (o a un Concilio con el Papa) decidir una Reforma litúrgica. Apenas es un elemento de comprensión y de fundación. Como usted mismo menciona, bastaría la tradición de la Basílica de San Pedro o de otros templos de Roma, para hablar ya de una tradición litúrgica que un Papa pudiera tener en cuenta para su Reforma. Pero ni siquiera eso es necesario.
      Simplemente he mencionado dos tradiciones: ad Orientem y versus populum, ambas con su significado legítimo, ambas con su validez, ambas con su razonable sentido y significado. Hasta podría llegar yo a decir, ambas orientaciones "complementarias", aunque haciendo la salvedad que esto lo digo desde un punto de vista diacrónico, es decir, desde una visión histórica, pero ambas orientaciones incompatibles desde el punto de vista sincrónico de la liturgia.
      En definitiva, el tema de la antigüedad es una cuestión meramente histórica, que puede ayudar o no para arrimar razones accidentales a una reforma litúrgica.
      Y hablando de antigüedad, aprovecho para decir que es incorrecto, al respecto, llamar "usus antiquior" al vetus ordo tridentino. A lo sumo se podría decir que la forma tridentida del rito romano es el "uso viejo" respecto al "uso nuevo" actual. Pero, como bien ha sido demostrado, el uso tridentino es un uso típicamente moderno. El antiguo es en realidad el de san Paulo VI.

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  2. Estimado Filemón,
    no siempre estoy totalmente de acuerdo con usted. Pero debo reconocer que hoy su artículo, en la brevedad de su texto, guarda un equilibrio y una sensatez admirables.
    Suscribo todo lo que dice, a un 100%.
    Es muy clara, y muy cierta, su ejemplificación de las dos voces antagónicas e igualmente ideológicas, de los tradicionalistas y los modernistas, respecto a la cuestión menor de la orientación litúrgica en la Misa. De hecho, un conocido mío lefebvriano, de Mendoza, me hablaba despectivamente de la Misa nueva, "de cara a los fieles"... Afortunadamente, no le respondí con el otro grito ideológico, de que la orientación tradicional es "de espalda a los fieles". Hubiera quedado yo tan reprobable como mi amigo. Pero fue casualidad que yo no dijera nada. Poco faltó para que me equivocara...
    Sin embargo, hoy usted me ha dado los argumentos muy claros. Los correctos. Gracias.

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    1. Estimado Fernando,
      le agradezco su consenso, y me contenta, porque me sugiere que en cierta medida voy cumpliendo con lo propuesto en este blog.
      Conozco por otros comentarios suyos en este foro, que usted es persona criteriosa y que cuando expresa sus opiniones lo hace con los debidos argumentos. Me honra entonces que podamos estar de acuerdo con lo expresado esta vez.
      Respecto a las posiciones ideologizadas tanto de modernistas como de pasadistas, es una evidencia. No las ven quienes se ponen a sí mismos una venda en sus ojos. No hace bien, sobre todo en temas opinables, sustentar a vida o muerte posturas en contra de las otras, o excomulgando a quien sustente lo contrario.
      Aunque siempre que se habla de las cuestiones opinables de pastoral litúrgica o de disciplina litúrgica, hay que aclarar que lo "opinable" es a nivel de disenso o consenso teóricos. Porque debe estar claro para un católico, que a nivel no teórico, sino práctico, la pastoral y disciplina litúrgicas establecidas por el Papa, en concreto, la actual Reforma litúrgica, es vinculante para todo católico (más allá de los eventuales disensos teóricos). Lo contrario sería pasar al ámbito del cisma.

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  3. Como bien dice el blogger esta es una cuestion menor.
    La cuestion mayor es que el Papa estuvo reunido con un grupo de chicos, donde se dijeron los disparates mas grandes. A todo esto Francisco dijo que lo importante era la fraternidad y el desafio de los jovenes de querer conocer al otro.

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    1. Supuesto que se pudiera resumir así una hermosa conversación que el Papa ha tenido con jóvenes de todo el mundo y de todo tipo y condición, ¿qué hay de malo en la fraternidad y en querer conocer al prójimo?

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    2. Si la cuestión es la película de Disney, la he visto, no me gustó, más bien me desagradó, pero si lo pienso un poco más objetivamente, me desagradó porque fundamentalmente me desagrada el estado de la juventud actual, puesto de manifiesto bastante bien por ese grupo de jóvenes. Ahora bien, más allá de eso, y más allá de la mayor cercanía o menor cercanía que se pueda tener afectivamente por el papa Francisco, no puedo menos que reconocer que hablar de fraternidad y de reconocer al prójimo (aunque el documental no se puede reducir a esas dos cosas) es ya decirles algo a estos jóvenes, porque ni la fraternidad ni el reconocimiento del otro abundan hoy en el mundo. De lo contrario, ¿qué había que esperar? ¿Qué el Papa les hablara de la gracia y de los sacramentos en una charla de recién conocidos con quienes (algunos) ni siquiera creen en Dios, y apenas creen en un Dios "hazlo-tú-mismo"? Suficiente si los convenció de la fraternidad y del reconocer al prójimo.

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    3. Y sí, es de esperar que el Papa les hable de Dios. Les hable de Jesucristo. Les hable de la gracia.
      Porque esos jóvenes fueron a encontrarse con el Papa, no con el jefe de la ONU.
      Te creés que un joven va a buscar a Jesucristo por el hecho de darle al Papa un pañuelo verde?

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    4. Se ve que vos hacés apostolado de la calle, y tenés tan buen resultado hablándoles de Dios y de la gracia, que por eso hablás tan seguro. Sos mmmuuuuuuuuy católico.

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    5. Es de hijo mal nacido repudiar a su padre, o avergonzarse de él cuando llega el tiempo del declive vital. Es de malnacidos tratar del modo como algunos supuestos "católicos" tratan a nuestro Padre Común, suceda lo que suceda. Hay otras formas.

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    6. Aquí el asunto no es la edad del Papa ni tampoco hay una burla al Santo Padre.
      A qué viene eso de mal nacidos?

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    7. Me alteran los blogs que parece que el único motivo que tienen o el único recurso que encuentran para conservar su club de fans minusválidos mentales, es el de criticar una y otra vez al Papa, a partir de sus propios prejuicios, o de la estirpe o apellido, o de su refinamiento de pacotilla. El Papa es nuestro padre en la fe, es el Padre común de los católicos. Quien trata así a su padre no es católico.

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    8. Doña Herminia, el lamento es porque si Ud ve el programa de Disney puede constatar que el Papa no se comportó como un padre en la fe. De hecho no habló de Jesucristo.

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    9. Estimado Anónimo del 12 de abril de 2023, 11:06,
      en mi post de hoy, 14 de abril, he hecho alguna referencia al documental de la Disney con el papa Francisco. Le sugiero que lo lea si es de su interés el entender mi opinión personal sobre tal film.
      Para decirlo brevemente: los "disparates" a los que usted se refiere en su comentario, los han dicho varios de los jóvenes entrevistadores, no el Papa.
      El Papa básicamente los ha escuchado, que es prácticamente lo único que podía hacer con personas desconocidas. Aún así, el Papa, en sus respuestas, no vaciló en hacer las debidas distinciones y dejar los puntos claros en varias cuestiones ríspidas.
      Los que usted llama "disparates" eran moralmente inevitables si se conformaba un grupo de jóvenes entrevistadores como el que se conformó: bastante representativo del lamentable arco iris real de la realidad juvenil actual. En eso el documental es valioso porque el Papa fue abordado por jóvenes reales, que quizás pueden ser mayoría hoy. Y verdaderamete su capacidad de escucharlos, y de mantener la compostura, han sido admirables. Creo que pocos obispos y sacerdotes hubieran sido capaces de escuchar a estos jóvenes con la atención y delicadeza manifestados por el Papa.

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    10. Leí su post de hoy y vi su opinión más desarrollada sobre este tema.
      No dije, en mi comentario, que los disparates los dijera el Papa, sino que se dijeron y él habló de la fraternidad y las ganas de conocerse de los jóvenes.
      Puede ser una estrategia del Papa que la que defendiera la postura católica sea la chica del movimiento catecumenal y no él. En eso no me meto. No lo sé.
      La escucha claro que es importante. Sin embargo el Papa habló. Me pareció que ni mencionó a Jesucristo. En fin.
      Siempre pienso que si esos jóvenes, que en parte representan a los jóvenes de hoy (no así la chica que vende pornografía por internet), fueron a verse con el Papa deberían llevarse un mensaje sobre Jesucristo.
      Pero evidentemente Francisco juzgó en modo diverso.

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    11. " él habló de la fraternidad y las ganas de conocerse de los jóvenes."
      Usted no ha visto el mismo documental que ví yo.

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  4. Gracias, padre Filemón, por elevar una cuestión menor, al plano de un principio mayor, como es el de la participación activa y eficaz del pueblo fiel en la liturgia, que es lo que primero cuenta. Es maravilloso ver como en la tradición litúrgica de la Iglesia, a través de su evolución en el tiempo, también se revela en cierto modo la naturaleza misma de la Iglesia, con su doble aspecto divino y humano, inmutable y mutable. Las diversas formas de la celebración, que se han dado a través del tiempo, sujetas a cambios y también a sucesivas adaptaciones, mejoramientos y reformas más o menos importantes, manteniendose siempre lo substancial del culto cristiano. Respecto a la cuestión tratada en este post, tenía su razón de ser la orientación hacia el ábside, y tiene su razón de ser, mejor y más necesaria actualmente, a juicio de la Iglesia, la actual orientación versus populum, que es la única forma en la que permanece hoy viva la tradición litúrgica.

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    1. Estimada Nadia,
      le agradezco su consenso.
      Efectivamente, la participación activa es el principio que el Concilio Vaticano II y los Papas del Concilio y del post-Concilio han indicado como eje de la Renovación litúrgica, con el cual se considera poder corregir los defectos, subsanar las lagunas, mejorar, y poder así sustituir debidamente la forma anterior del rito romano, surgida del Tridentino.
      La substancia de la Misa de siempre se mantiene, desde la Ultima Cena, pero cambian las formas en la medida que la liturgia se adapta a los tiempos históricos, como lenguaje del culto oficial del la Iglesia.

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  5. Considero que hablar de "tradiciones litúrgicas" (en plural) no es apropiado. La tradición litúrgica de la Iglesia es una, si se la considera en cuanto real, presente, viva en la actualidad. Sólo mirando la historia de la Iglesia, y el desarrollo histórico de las cosas, puede hablarse de "tradiciones" en plural, pero que van confluyendo en una sola corriente, que es la determinada por la autoridad de la Iglesia.

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    1. Querido Ernesto,
      tu concepto de "tradición litúrgica" es el correcto.
      La tradición litúrgica expresa la fe de la Iglesia, y recíprocamente produce la fe de la Iglesia, en una alimentación recíproca.
      La relación entre lex orandi y lex credendi, señala la necesidad de la reforma litúrgica, en cuanto surge la necesidad de la Reforma de la Iglesia.
      Así ha ocurrido en nuestro tiempo del Concilio Vaticano II, y así seguirá ocurriendo hasta el fin de los tiempos.

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