domingo, 16 de abril de 2023

Las ficciones litúrgicas de hace una década (1/4)

Las lógicas de la Reforma Litúrgica tal cual están identificadas en los textos del Concilio Vaticano II y de los documentos pontificios subsecuentes, no son suficientes, y en esto todavía tenemos mucho para aprender y para precisar y esclarecer en nuestra adecuación. Es inevitable que así sea, somos fieles miembros de la Iglesia del tiempo, de la Iglesia peregrina en la historia, que vive en la inevitable convivencia de lo eterno y lo pasajero, de lo inmutable y de lo mutable. Pero algo está muy claro: la insuficiencia confesada no puede coincidir con la duda sobre la necesidad. La Reforma litúrgica es y sigue siendo absolutamente necesaria, para que los ritos puedan reformar la Iglesia. Si se pone en duda esta necesidad, si se la reduce incluso solo a mera "posibilidad", uno puede engañarse pensando que, incluso sin Reforma, todo sería igual, si no mejor. [En la imagen, un muy tridentino cardenal Robert Sarah, por entonces prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos (dicasterio cuyo fin es implementar la Reforma litúrgica del Concilio Vaticano II) celebra en 2018 la misa de culminación de la 36ª Peregrinación Internacional Paris-Chartres].

----------Las preocupaciones que el papa Francisco ha manifestado en años recientes en materia litúrgica, particularmente con la carta pastoral Traditionis custodes del 16 de julio de 2021, y con la carta pastoral Desiderio desideravi del 29 de junio de 2022, han tenido felices ecos en varias diócesis argentinas y en sus parroquias (al menos aquellas diócesis de las que me llegan noticias): un resurgimiento del interés por la liturgia en los fieles, promovido a través de cursos, conferencias, publicaciones, jornadas de discernimiento, etc. Incluso se advierte que no son pocos los sacerdotes (al menos en parroquias mendocinas que conozco y de las que también me llegan noticias) que dedican a la instrucción litúrgica de los fieles algunos momentos en sus homilías dominicales. Todo esto es auspicioso e indudablemente genera esperanzas.
----------Las nuevas brisas litúrgicas que se respiran en las parroquias contrasta con el monótono repiquetear de los grupúsculos pasadistas, que también existen en Mendoza, aunque cada vez más minoritarios, no obstante siempre muy ruidosos, desfogando su descontento en sitios de internet, que es el único ámbito que de hecho les ha quedado para seguir manifestándose como vivientes, y batiendo el parche de su obstinada convicción de que "Bergoglio con Traditionis custodes ha ido contra la Tradición y contra la Misa de siempre".
----------Frente a tal burda falacia, para desmentirla, no hace falta hacer otra cosa más que repasar la historia reciente, de los últimos tres lustros, y las ficciones litúrgicas en las que la ya desaparecida Comisión Ecclesia Dei deseaba hacer vivir a la "Iglesia universal" en aquella infelicísima Instrucción Universae Ecclesiae, del 30 de abril de 2011, en momentos en que la Iglesia universal no manifestaba el más mínimo interés por caminar tales caminos. Lo he explicado en la nota del día 13 de abril, la cual, como ha tenido algunas repercusiones en el foro y en mi casilla de correos, me sugiere retomar con más detalle el tema.
----------A tales efectos, considero útil traer al recuerdo de los lectores, o acaso a la primera noticia de algunos, de que el 14 de mayo de 2011, el padre Pierangelo Sequeri [n.1944], un muy conocido teólogo romano, miembro del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia, escribió en Avvenire un juicio muy diferente al que escribí en este blog el pasado 13 de abril. Vale la pena considerar atentamente aquel artículo del padre Sequeri, y luego discutir cuidadosamente sus afirmaciones. A continuación reproduzco el texto del artículo y mis correspondientes respuestas. Sequeri encabezaba su artículo con el sugestivo título: "Dos formas del Misal, una liturgia. Una lección de estilo. Católico". Analizar tal artículo puede mostrarnos hasta qué punto la ficción teológica-jurídica en el plano litúrgico que ciertos "colaboradores" del papa Benedicto (Castrillón Hoyos, Sarah, Bux, Pozzo) no dejaron de propagandear durante los años inmediatamente posteriores a 2007, llegó a impregnar e intoxicar mentes cultivadas como la del padre Sequeri.
   
La postura del padre Pierangelo Sequeri ante Universae Ecclesiae
   
----------Él comenzaba por decir: "¿Podría un gesto de serena sabiduría magisterial restituirnos al sentido de la fe que nos es común? Y también, si me es permitido, ¿podría reconducirnos al sentido de las proporciones, en las discusiones en materia de liturgia y tradición?
----------La Instrucción difundida ayer por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, puntualiza detalladamente, con tonos firmes y serenos, la cuestión relativa a la teoría y a la práctica de la forma litúrgica precedente, y constituye ahora, a este fin, un autorizadísimo punto de referencia.
----------En la evidencia de un exceso de dramatización de la adaptación litúrgica oficial, el papa Benedicto XVI (como por otra parte ya el Beato Juan Pablo II) ha defendido con razón, en varias ocasiones, su plena legitimidad: 'No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Misal Romano. En la historia de la liturgia existe crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura'. El juicio, naturalmente, vale para los dos lados. No existe ninguna razón para calificar prejudicialmente como una desviación la correcta adaptación litúrgica que la Iglesia autoritativamente proporciona a la tradición viviente de la fe (la liturgia será finalmente perfecta sólo en el cielo). Así como no existe ningún motivo para dar a entender que un tal desarrollo comporte necesariamente una suerte de repudio por aquello que en la tradición litúrgica ha sido 'sagrado y grande'. Y tal permanece. La comprensión por la veneración de la forma precedente, y la regulada acogida de su ejercicio en la Iglesia de hoy, confirman exactamente el principio hermenéutico confirmado por Benedicto XVI.
----------La efectiva percepción de una difundida sensibilidad, entre sacerdotes y fieles, por el sostén espiritual ofrecido por la práctica del antiguo rito, deja sin embargo intuir, que esa sensibilidad puede ser gravemente manipulada (ya ha sucedido, como se sabe): incluso en términos católicamente inaceptables. Esa sensibilidad, en efecto, puede ser pretextuosamente forzada a ser entendida como baluarte de la doctrina litúrgica auténtica contra una forma litúrgica -en sí misma igualmente oficial y en continuidad con la tradición apostólica- que representaría su corrupción y su destrucción. O peor aún, reivindicación, en términos a su vez materialmente excluyentes de cualquier vital adaptación de las formas, podría incluso ser exaltada como símbolo para una línea de resistencia y de lucha contra el Magisterio reciente, que reaccione a un proceso de general corrupción de la doctrina y de la praxis de la Iglesia católica. Corrupción a la cual los mismos Sumos Pontífices no serían capaces -o incluso no tendrían la intención- de oponerse con la necesaria eficacia".
----------Continuaba diciendo el padre Sequeri: "La continuidad del apego hacia una forma ritual venerable y sagrada, que innumerables generaciones han habitado como expresión de la inmutable tradición apostólica, es por lo tanto, autorizadamente reconocida, en base a principios siempre compartidos y nunca revocados, como expresión legítima de una verdadera sensibilidad católica. El criterio último de su legítima 'hospitalidad eclesial', recomendada al sabio discernimiento de los obispos, aparece en toda evidencia en el prólogo del documento. Nada debe herir la concordia de cada Iglesia particular con la Iglesia universal: en la doctrina de la fe, en los signos sacramentales, y 'en los usos universalmente aceptados por la ininterrumpida tradición apostólica'. Interés rigurosamente común y principio seguro de paz eclesial.
----------De aquí en adelante, aunar las fuerzas para restituir a la liturgia el poderoso encanto de la fe que está en la presencia del único Señor debe aparecernos, en estos tiempos difíciles, la única cosa verdaderamente necesaria para el esplendor de la tradición de la fe. ¿Y si esto fuera precisamente lo que nos falta? ¿De dónde viene, y adónde nos conduce, este adecuacionismo a la investidura del hágalo-usted-mismo, del hazlo-como-te-parece, que convierte a cualquiera en salvador del cristianismo, y guía segura para sus guías inseguros? ¿No son la humildad y la obediencia virtudes esenciales a la tradición de la fe? Por si lo habíamos olvidado, antiguos o modernos como seamos, este texto no solo nos instruye. Nos da una lección de estilo. Católico."
   
Una respuesta razonada a la postura de Sequeri
   
----------Intentemos una breve réplica. Por más buenas intenciones que haya tenido el padre Sequeri, de las cuales no dudamos, y por meritorios esfuerzos que se advierten en su artículo de separarse de aquellos que, utilizando los amplios permisos que en 2011 existían para celebrar el Rito romano según el Misal de 1962, reivindicaban su subjetivo derecho a oponerse al novus ordo y, en última instancia, a la Reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, el articulista, a mi entender, en sus elogios a la Instrucción Universae Ecclesiae, no llega a conservar el debido equilibrio teológico-jurídico que a todas luces intenta.
----------Francamente, no puedo seguir en este caso al padre Pierangelo Sequeri. No es que no reconozca que encuentra, en muchos pasajes de su breve artículo, el tono lúcido y constructivo que siempre lo distingue. Claro que acerca de sus auspicios de fondo concuerdo plenamente con él. Pero son los principales temas que utiliza como argumentación, y que comparte con la Instrucción que por entonces recién se publicaba, los que me dejaban, en la fecha en que se publicó el artículo, muy perplejo y un poco preocupado.
----------La indudable sensibilidad de Sequeri por los "afectos", evidentemente, ha trabajado en profundidad, haciéndole adherir a esa lógica de los "apegos" o "attachements" que ya ha utilizado en la reflexión teológico-litúrgica otro teólogo de gran valía, como el padre François Cassingena-Trevedy [n.1959], pero lamentablemente aquí para justificar el clamoroso lío o pasticho institucional, jurídico y litúrgico de Universae Ecclesiae.
----------¿Cómo se puede pensar, en buena sustancia, es decir, cómo se puede pensar esencialmente, que un principio afectivo y nostálgico, que protesta por la "no repudiabilidad de cada fase del desarrollo del rito romano" (algo de por sí indiscutible), pueda llegar a ser traducido en el principio jurídico y litúrgico de la vigencia paralela ("paralelismo litúrgico") y contemporánea de las diferentes etapas de este desarrollo?
----------¿Cómo puede no reconocerse, en esta traducción institucional que había hecho hace una década la Comisión Ecclesia Dei, no una prueba de sabiduría y de sereno sosiego, sino el principio de una erosión modernista y anárquica, asumida no desde abajo, sino desde arriba, como bien decía Giancarlo Zizola [1936-2011], que socava desde la base la razonable irreversibilidad de las opciones pastorales? "Irreversibilidad" de la Reforma litúrgica de la cual ha hablado firmemente el papa Francisco, irreversibilidad que, naturalmente, no debe entenderse de modo absoluto, porque no estamos aquí en el ámbito de lo dogmático o doctrinal, sino en el ámbito de lo pastoral litúrgico, pero que aún así implica razonablemente hablar de una "irreversibilidad" de la Reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II, al menos hasta que el paso del tiempo y las nuevas generaciones eclesiales no adviertan, ayudadas por la gracia del Espíritu Santo, la necesidad de una nueva y necesaria Reforma litúrgica, que seguramente la habrá si es que la Iglesia peregrina en la tierra debiera seguir por más generaciones en camino hacia la liturgia perfecta, la celestial.
----------El "paralelismo litúrgico" que hace una década era propagandeado a nivel oficial de dos formas distintas del mismo rito, de las cuales la forma más reciente surgió precisamente para enmendar y superar las obvias distorsiones y las lagunas de la forma precedente, ¿no le parecía a Sequeri que de hecho relativizaba y ponía como "bajo embargo" el debido acuerdo universal de la elección hecha por la "reforma litúrgica"? El papa Benedicto dió señales de haberse dado cuenta de las extremizaciones a que daba lugar su motu proprio de 2007, pero lamentablemente, al parecer, no estuvo en grado o no se sintió personalmente capaz de hacer frente a quienes, desde su propio entorno, tergiversaban sus disposiciones.
----------Y si esta distorsión provenía hace una década desde lo más alto de la pirámide jerárquica en la Iglesia, ¿cómo se podía pensar que no iba a suceder (como de hecho ya había comenzado a suceder) que cualquier intención pudiera cobijarse bajo ese "paraguas" para hacer la guerra a cualquier cambio serio en las prácticas rituales católicas? ¿Cómo iba a ser posible, mañana, "adecuar" el espacio litúrgico, si la lógica del espacio actual corresponde a un rito "vigente"? Al parecer, el padre Sequeri no lo podía explicar. Creo que ni siquiera se lo preguntaba al momento de escribir aquel artículo en 2011.
----------Llegados a este punto, quiero aclarar que yo también soy consciente de que las lógicas de la Reforma Litúrgica tal cual están identificadas en los textos del Concilio Vaticano II y de los documentos pontificios subsecuentes, no son suficientes, y que en esto todavía tenemos mucho para aprender y para precisar y esclarecer en nuestra "adecuación". Es inevitable que así sea, somos fieles de la Iglesia del tiempo, de la Iglesia peregrina en la historia, que vive en la inevitable convivencia de lo eterno y lo pasajero, de lo inmutable y de lo mutable. Pero algo está muy claro: la insuficiencia confesada no puede coincidir con la duda sobre la necesidad. La Reforma litúrgica es y sigue siendo absolutamente necesaria, para que los ritos puedan reformar la Iglesia. Si se pone en duda esta necesidad, si se la reduce incluso solo a mera "posibilidad", uno puede engañarse pensando que, incluso sin Reforma, todo sería igual, si no mejor.
----------Probablemente Sequeri no estaría de acuerdo con lo que acabo de escribir. ¿Pero cómo hacía Sequeri en 2011 para no considerar que las afirmaciones de la Instrucción contribuían a abrir la puerta precisamente a la indiferencia hacia la Reforma litúrgica, hacia la Iglesia como comunión, hacia la articulación ministerial de la liturgia y de la Iglesia, hacia el canto como patrimonio común, hacia la participación activa, hacia la iniciación cristiana de los adultos, hacia la corresponsabilidad laical en la ofrenda, etc., etc.?
----------En todo ello, veo un problema que aún hoy (no obstante el principio de solución incoado por Traditionis custodes) exige a todos la máxima responsabilidad. También los teólogos deben hacer su parte, con sinceridad y parresía y sin perder el contacto con la realidad actual y efectiva. No debemos pasar por alto cómo, a través de las disposiciones que desde 2007 habían sido adoptadas en el ámbito litúrgico, y en concreto en el ámbito del permiso para el vetus ordo, se había introducido en el cuerpo eclesial una tensión cada vez mayor entre dos formas de experiencia del rito que, como tales, no son en absoluto compatibles, sino que responden a diferentes paradigmas eclesiales, afectivos y testimoniales. Sigo convencido de que aquel texto de la Instrucción del 2011, al igual que el Motu Proprio del 2007 y la Carta a los Obispos que lo acompañaba, no eran ni "instructivos" como los calificaba Sequeri, ni mucho menos podían ser un testimonio de "estilo".
----------Me parece, francamente hablando, que si se debe lamentar una carencia grave en todo este asunto de la ficción del "paralelismo litúrgico", es precisamente una falta de estilo y, precisamente del estilo "católico". De ese gran estilo católico que hemos vuelto a aprender de la gran etapa conciliar, de la cual parecía oportuno una década atrás casi avergonzarse. Francamente, da vergüenza ajena recordar aquello que ocurría entonces. Naturalmente, los católicos no nos avergonzamos del Concilio Vaticano II, queridos pasadistas, y con toda verdad podemos estar orgullosos de él gracias a esa sensibilidad que también hemos aprendido de los sabios libros escritos por el padre Pierangelo Sequeri. Y por eso no puedo decir en absoluto que aquella Instrucción del 2011 haya sido un testimonio del estilo católico. Si lo hiciera, quien me viera, me vería sonrojar.

10 comentarios:

  1. Me surge una pregunta: si desde 1970 hasta hoy la Reforma de la Liturgia ha garantizado legítimamente, a pesar de las debidas evoluciones antropológicas y sociológicas de signo y de significado, la tradición viva de la Iglesia ¿de qué sirvió un repentino replanteamiento de la reflexión teológica y de la práctica litúrgica al momento de aparecer Summorum pontificum en 2007?
    El verdadero problema, y problema que se ha ignorado, en mi opinión, radica en no habernos ante todo preocupado por comprender cómo y en qué medida la Reforma de la Liturgia ha sido realmente recibida y acogida a partir de la clausura del Concilio Vaticano II. Y junto a la liturgia todas las demás evoluciones eclesiológicas y pastorales aportadas por el Concilio.
    Gracias, padre Filemón, por sus preciosas y necesarias reflexiones. ¡Inmejorables!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sergio Villaflores19 de abril de 2023, 5:18

      Quizás la respuesta a su pregunta, Pius Otto, sea: porque la reforma litúrgica llevada a cabo después del Concilio no se hizo respetando los documentos del Concilio mismo, sino ese fantasmagórico y esquivo espíritu bajo el cual se hacía pasar todo y lo contrario de todo.
      Sergio Villaflores (Valencia)

      Eliminar
    2. Entonces, desde el post-Concilio hasta hoy, ¿hemos celebrado el Misterio Eucarístico y los demás Ritos de la Liturgia de la Iglesia solo porque fuimos impulsados ​​por "ese fantasmagórico y esquivo espíritu bajo el cual se hacía pasar todo y lo contrario de todo"? Ya son cinco los Papas que después del Vaticano II hasta hoy han celebrado en cumplimiento de la Sacrosantum Concilium. ¿Estaban y están también en el error? La recepción y acogida del Concilio Vaticano II es un problema serio, que hay que afrontar con compromiso educativo y comunicativo y que ve sus frutos tras años de largo trabajo. Si se salta este paso, no creo que dependa de los principios sino de la aplicación de los principios mismos, aplicación muchas veces dejada al azar y a la superficialidad. La solución no está en la regresión, en volver a 1962, sino en el análisis cuidadoso de lo que no facilita el progreso y la reforma litúrgica.

      Eliminar
    3. Sergio Villaflores22 de abril de 2023, 17:24

      Estimado señor Ernesto Vergara:
      De hecho, yo no he criticado los principios, sino cómo ellos han sido implementados. La Sacrosanctum Concilium no hablaba de celebrar como se celebra hoy. No hablaba de guitarras y bongós en las misas. No hablaba de llevar globos al Ofertorio, ni de celebrar disfrazados de payasos, ni de celebrar en mesas y no en altares. Sin embargo, todo esto ha sucedido y sucede. Y el latín. El Papa celebra así (a veces), es verdad. ¿Pero y en las parroquias? ¿O queremos decir que la reforma litúrgica se refería sólo a las celebraciones papales? Me parece un poco contradictorio. ¿Y entonces por qué se ha hecho lo contrario, o al menos diferente, de lo que estableció el Concilio? ¿Por qué todo y todo lo contrario se hizo, repito, bajo la etiqueta del "espíritu del Concilio"?
      No sé por qué el papa Benedicto decidió hacer en 2007 lo que hizo. Como católico me atuve a lo que él legislaba, porque entendía que Benedicto consideró ser llamado por Cristo mismo a hacerlo. No sé si la coexistencia de dos misales era la mejor solución. Trato de imaginar (es mi idea, y debe tomarse sólo como mi opinión) que tal vez Benedicto XVI ante el hecho consumado de un muy amplio abuso litúrgico, en lugar de imponer la forma litúrgica antigua a toda la Iglesia (en mi opinión más correcta teológicamente) estaba yendo lentamente, paso a paso, con pies de plomo, a un enriquecimiento de la nueva forma. Desde luego, no podía cambiar todo a como había sido cincuenta años atrás (de una manera que hubiera sido impactante, en mi opinión). Creo que Benedicto trataba de decir lo que él pensaba, pero suavemente, incluso creando una extraña situación. Aunque no sé si "ficticia teológicamente y jurídicamente", como dice el padre Filemón. Sin embargo, repito, lo que nos debería extrañar en principio no es lo que hizo Benedicto XVI en 2007, sino lo que han hecho otros (o lo que han dejado hacer), lo cual está a la vista de todos: la anarquía litúrgica.

      Sergio Villaflores (Valencia)

      Eliminar
    4. Estimado sr. Villaflores, la Sacrosanctum Concilium no podía descender a los detalles.
      Es obvio que ha dictado sólo los principios generales. El Vaticano II no podía reformar el Misal directamente. Por lo cual, también se puede entender que el Concilio de Trento también dictó solo los principios generales de la reforma, pero fue Pío V quien luego llevó a cabo la reforma de la liturgia para aquella época. Pero existen quienes dicen que también en aquel caso de hace cinco siglos no se respetaron del todos los principios generales. Pero pensamos que en aquella época los principios generales se orientaban a una urgencia por responder a la reforma protestante. Por lo tanto, la reforma de Trento fue una reforma de emergencia.
      La Sacrosanctum Concilium ha dicho cosas muy claras, esto es, que era necesario reformar la liturgia para hacer más fecunda y consciente la participación de los fieles y que era necesario dar más espacio a la Palabra de Dios, la cual, y estaremos de acuerdo, en la Misa Tridentina era mínima, y esto la reforma litúrgica lo ha hecho, aunque no completamente.
      Si los Padres Conciliares dijeron esas cosas fue porque habían advertido algunas carencias en este sentido en la liturgia tridentina, que recuerdo, ellos habían celebrado desde su ordenación y que por lo tanto los conocían bien. Mientras que ciertas opiniones dan la impresión que piensan que los Padres Conciliares o bien aquellos que formaron parte de la Comisión que reformó el Misal, no hubieran conocido el Misal Tridentino.
      Estoy de acuerdo en condenar los excesos, pero ciertas elecciones como las guitarras y los bongós no están movidas por el folklore sino por la exigencia de mejorar la participación de los fieles, a lo cual, a pesar de la reforma y los esfuerzos, aún no hemos llegado, y la gente, mas que participar en la Misa, la sufre.
      Consideremos, por ejemplo, la Misa de niños o la Misa en las parroquias en general. El canto no es un marco para la liturgia, no es algo secundario, accesorio, sino que es una parte importante de la liturgia. Ahora bien, el canto gregoriano es hermoso, Me gusta mucho, pero tiene el límite de que lo hace solo el Sacerdote o a lo sumo la schola ¿Qué hace la gente?, ¿Solamente escuchar?
      Sobre ciertos excesos en el Ofertorio también estoy de acuerdo, y estoy de acuerdo con usted en no ofrecer bailes u otras cosas, sino solo las especies eucarísticas, pero también me pongo en el lugar de los Sacerdotes que notan la apatía y a veces el hastío de la gente hacia la Misa y tratan de encontrar la manera de mantener su atención. La intención es buena, quizás el resultado es cuestionable pero también hay que decir que si la gente participa en la Misa de manera inconsciente y distraída, es también porque por tradición se han habituado a ASISTIR a la Misa y esto es una herencia del pasado.
      (continúo)

      Eliminar
    5. En la Misa celebrada sobre mesas en lugar de altares, aquí también hay que tener cuidado porque tampoco aquí nunca se trata de un capricho o un truco creativo sino que detrás siempre hay razones de educación pastoral, sabiendo que la liturgia tiene un fuerte carácter DIDÁCTICO, FORMATIVO.
      La Sacrosanctum Concilium no explicó en qué términos se debía conservar el latín, pero en cualquier caso no ha sido cancelado de la liturgia, pero el hecho es que el Misal de 1969 traducido completamente al español y a las demás lenguas vernáculas fue aprobado por el Papa Pablo VI, por lo que significa que el Papa estaba de acuerdo, y Pablo VI también había participado en el Concilio.
      Estimado amigo, no sé a qué se refiere el término "espíritu del concilio", ciertamente creo que no tiene nada que ver con Pablo VI o con la reforma litúrgica.
      Yo también me atengo a lo establecido por el Papa pero no escondo mis profundas perplejidades.
      No entiendo cómo Summorum Pontificum podía ser en 2007 una respuesta a los abusoa. En mi opinión, ¡no soluciona nada! Los que abusan en la liturgia probablemente tienen una carencia formativa, así que me pregunto cómo Summorum podía incidir sobre los que cometían abusos...
      No creo que las cosas sean como algunos dicen. No creo que Benedicto XVI haya podido o querido nunca cancelar el Misal de 1969. No estoy seguro pero creo que no podía hacerlo, pero aún así el remedio me parece peor que la enfermedad.
      No es cierto que la Misa tridentina sea más correcta teológicamente, más bien la Misa de Pablo VI es más completa y más fiel a la tradición más antigua de la Iglesia.
      La reforma litúrgica ha recuperado elementos que se habían perdido a lo largo de los siglos, como la oración de los fieles, las tres lecturas de la liturgia de la Palabra, que si lees la primera apología de San Justino (siglo I) las encontrarás descritas pero en la Misa Tridentina no las encontrarás. El Misal de 1969 ha suprimido elementos añadidos en la Edad Media, como las oraciones al pie del altar, el último Evangelio es precisamente el resultado de adiciones modernas, que no existían en el primer milenio.
      En parte usted tiene razón, el error no fue la reforma en sí, sino la falta de preparación, la catequesis que se hizo. En eso estoy de acuerdo con usted.
      Para mí la solución no es volver a la Misa Tridentina sino implementar la Nueva Evangelización, porque los problemas de la liturgia, en mi opinión, vienen del debilitamiento de la fe. Es necesario volver a evangelizar, tanto al Pueblo como a los Sacerdotes.
      La reforma se hizo, pero ha quedado un caparazón externo, y hora necesitamos cambiar la mentalidad, y esto no es fácil.

      Eliminar
    6. Ante las exageradas interpretaciones de la Sacrosanctum Concilium, que han producido una especie de práctica litúrgica "teatral" (preponderante en algunos movimientos), para nada respetuosa de su componente mistérico, hubiera sido deseable una línea pedagógica y jurídica encaminada a corregir los abusos, en lugar de la nostalgia por Egipto y la tentación de volver allí como sucedió en la época del Éxodo.
      Indirectamente, a partir de los documentos litúrgicos publicados en el pontificado de Benedicto, la actitud nostálgica de muchos (tan peligrosa como la de quienes confunden la sagrada liturgia con un acto de circo) encuentra una fuerte legitimación. Esto en detrimento de un verdadero camino de confrontación humana, pastoral y espiritual que debería preocuparnos.
      Un Motu Proprio no puede ser repentino, no puede caer desde el cielo como tormenta de verano: debe prepararse durante mucho tiempo y con pequeñas intervenciones que vayan creando una mentalidad favorable para su comprensión e implementación. Quizás ése haya sido el primer error táctico de SP.
      Afortunadamente, con TC se ha evitado por el momento el riesgo, indirecto, de iniciar una segunda Reforma Litúrgica paralela a la actual y a partir del uso del Misal de 1962. A partir del 2007, se corría el riesgo de un "efecto dominó" que hubiera podido incluso completarse con la posibilidad de erigir "parroquias ad personam" (que fue una heridas ya infligida en las parroquias por algunos movimientos que rechazaban la liturgia común, para perseguir un ritual propio) y en este punto se aceptaría no sólo una diferencia ritual, sino también un ambiente eclesial, un modo de ser católico ad referendum, legitimado para relanzar una nueva (es decir, vieja) forma de pensar la Iglesia, su relación con el ecumenismo, con la sociedad, con la cultura, en definitiva con el mundo. Afortunadamente, todo ese peligro parece haber quedado atrás con TC.
      En espíritu de obediencia sólo podemos aceptar lo que el Papa Francisco ha previsto. Por supuesto, también en 2007 el espíritu de obediencia nos llamaba a aceptar lo que el Papa Benedicto había dispuesto, pero al menos se nos permite reflexionar.
      Los escritos y la simpatía del teólogo Ratzinger por la misa tridentina parece que eran innegables, como lo fueron sus fotos celebrando entre neotradicionalistas y creo que esto ofrece elementos suficientes para entender por qué ciertos gustos (agradables a algunos) habían evolucionado canónicamente en leyes de la Iglesia Universal a través del Papa Ratzinger. Sin embargo, y lo repito, se trata de un derecho de reflexión ejercido junto a la obediencia inteligente de los bautizados.
      Personalmente, no volveré sobre la cuestión, así que saludo a todos los que han reflexionado conmigo sobre el don de la "diversidad de pensamiento".

      Eliminar
  2. Sergio Villaflores26 de abril de 2023, 5:53

    Creo que la acusación dirigida contra una cierta tendencia a restaurar el rito tridentino puede (¡y debe!) hacerse también contra el exceso opuesto: contra esa visión de la Misa como campo de experimentación y casi como propiedad del sacerdote o de la comunidad que la celebran, para que hagan lo que quieran. Y eso es lo que pasa en algunas de nuestras parroquias (soy de Valencia y algunas veces las recorro). Se tienes el efecto de que "según la iglesia a la que vas, es la Misa que encuentras". ¿Y adónde fue a parar la catolicidad?
    Con esa "justificación" de la pastoralidad de las elecciones que se hacen, se hacen pasar los peores abusos (sacerdotes disfrazados de payasos y tantas otras atrocidades) y las decisiones más discutibles, especialmente en el ámbito litúrgico.
    La Sacrosanctum Concilium prescribe que los fieles puedan cantar las partes de la Misa y recitar las partes apropiadas en latín. ¿Pero hoy ellos están capacitados para hacerlo? No. Indudablemente no. Quizá los únicos capaces sean los apegados al Misal de 1962. ¿Pero por ese sólo hecho, podemos hablar de un fracaso de las intenciones de Sacrosanctum Concilium? Quizás sí. Es discutible. ¿Podemos hablar de realizaciones que han desobedecido los dictados conciliares? Quizás sí se pueda.
    Quizás yo entre en la categoría de los "rígidos" a los que a veces se refiere el Papa, pero, lo siento, no tengo esa flexibilidad pastoral para aceptar ciertas cosas. La liturgia tiene en sí misma una función educativa, es en sí misma vehículo de mensajes y de signos. Sin embargo, con el advenimiento de esta declamada reforma, los sacerdotes se ven "obligados" (al menos eso dicen ustedes) a recurrir a varios truquitos (permítanme, sórdidos y chapuceros) para intentar que la gente entienda lo que se está celebrando. Pero, ¿realmente podemos crer que si celebra sobre una mesa donde se jugó a las cartas o al bingo hasta cinco minutos antes, o si llevas globos o pelotas al altar, la gente, sobre todo los niños, lo entenderán mejor? Los niños no son estúpdos. Si se alejan de la fe es también (también, no sólo, está claro) por la dejadez y los abusos de muchas liturgias. Al cometer ciertos abusos los niños y jóvenes son considerados imbéciles. Y ellos, creo, lo perciben.
    Personalmente, tengo mucha dificultad en asumir algunos elementos de las liturgias neocatecumenales, como los bongós, las danzas alrededor del altar, las resonancias, la Comunión sentados, el no arrodillarse en la consagración, etc., como elementos católicos. Hay mucha discusión sobre los Neocatecumenales y no siempre bien. Admito mi ignorancia, pero también confieso mi gran desconcierto y mis fortísimas dudas al respecto.
    Creo que la forma es importante. Una cosa es beber vino en vaso de plástico, otra cosa es en vaso de vidrio, y otra cosa muy distinta en una copa especial de degustación. La forma del vaso es fundamental. No basta sólo el buen vino (o sea, la validez de la Misa), sino también su forma, el modo como se la celebra. Y creo que la Misa reformada tiene muchas lagunas en este sentido, aunque hay que subrayar también todas las mejoras y todos los paralelismos con la liturgia más antigua de la Iglesia.
    Sergio Villaflores (Valencia)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Sergio. Si algunos Sacerdotes cometen abusos o excesos ¿eso justifica
      el excesivo apego al rito tridentino?, ¿o significa que la reforma no era necesaria?
      Con respeto, le pido que me responda con franqueza: si no hubiera habido y no hubiera abusos litúrgicos, ¿de verdad usted cree que no habría igualmente fieles y sacerdotes que quisieran celebrar sólo con el Rito Tridentino? ¡Realmente no lo creo!
      Estoy convencido de que incluso si se hubiera celebrado de la mejor manera posible y con la máxima fidelidad al Misal de 1969, todavía habría reaccionarios y opositores al nuevo Misal y personas que quisieran celebrar solo con el Misal Tridentino. Francamente, el argumento de los abusos me parece bastante capcioso, engañoso, pues no hay duda de que hay quienes rechazaron a priori la reforma litúrgica.
      Si es cierto que hay Sacerdotes que cometen abusos y también es cierto que la gran mayoría celebra con dignidad y en cumplimiento de las reglas litúrgicas, y en esto estará de acuerdo conmigo.
      Francamente, me parece un poco hipócrita tratar de justificar el uso del Misal Tridentino con los abusos litúrgicos ¡Seamos serios! Usted sabe perfectamnte que detrás de la gente que quiere el Misal Tridentino no solo están los abusos, sino algo más: lamentablemente algunos rechazan el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica. Espero sinceramente que este no sea su caso.
      Por lo que a mí respecta, no siento ninguna necesidad del Rito Tridentino, estoy convencido de que quedará para el uso de unos pocos (si es que queda), no quiero atribuirme poderes mediúmnicos, ni tampoco quiero hacerme el profeta, me puedo equivocar, pero creo que en unos años todo se va a evaporar, y no solo gracias al papa Francisco y su Traditionis custodes, sino porque así lo dicta el sentido común y la fe, y además el pueblo de Dios no tiene ningún problema con la Misa actual.
      Por supuesto, seguirá celebrándose el vetus ordo, pero sólo en las comunidades cismáticas.
      En estos últimos diez años se ha oido hablar de reforma de abajo hacia arriba, pero me pregunto: ¿es esa la verdadera dirección?
      Me parece más bien que lo que se intentó hacer, sobre todo desde el 2011, como lo explica bien el padre Filemón, ha sido una "reforma de la reforma" que vino de arriba, es decir, "de palacio".
      (sigo)

      Eliminar
    2. Siempre he respetado al papa Benedicto, tal como hoy respeto a Francisco. Pero me alegro que Francisco haya cambiado el rumbo respecto a la Misa Tridentina. Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha abierto una etapa que no se puede detener ya que aún no ha sido completada ni implementada en su totalidad.
      Nadie conoce los designios de la divina Providencia, pero probablemente lo sucedido entre 2007 y 2021 haya sido una fase necesaria para volver a llamar la atención sobre la reforma litúrgica, que quizás había sido descuidada.
      La solución a los abusos ciertamente no es volver a la Misa de 1962. Realmente no veo cómo puede influir en aquellos que quieren cometer abusos litúrgicos y solo usan el Misal de Pablo VI, que otros Sacerdotes celebren con el Misal de 1962. No puede influir en nada, sino todo lo contrario. Creo que eso lo ha visto claro el papa Francisco.
      Para mí hay que reiniciar un proceso de evangelización porque creo que muchos errores vienen también del debilitamiento de la fe.
      El hecho de que justifique ciertos excesos no significa que los comparta o los aliente, solo trato de ver la buena fe y no señalar con el dedo. Se necesita mejorar la formación de los Sacerdotes, de hecho quizás se necesite mejorar la admisión de los candidatos al seminario.
      Hay escritos de San Alfonso Maria de Ligorio que indican que siempre ha habido una cierta dejadez litúrgica. San Alfonso describe la situación del siglo XVIII, cuando ya había tenido lugar el Concilio de Trento y cuando ya estaba en uso el Misal de Pío V.
      De modo que ya en el siglo XVIII hubo problemas y pequeños abusos: sacerdotes que celebraban mal, que introdujeron fiestas que no estaban previstas, un latín emparchado, etc... Y si fuéramos aun mas antes del Concilio de Trento descubririamos que se abusaba mas de la liturgia que ahora. En la edad media parece que la liturgia estaba muy corrompida, y quizás fueron los peores siglos para la liturgia. Con esto no quiero justificar los abusos. Pero pensar que la situación en el pasado era idílica es ingenuo, nunca ha habido una misa perfecta. Si pensamos que la comunión en el pasado se hacía mayoritariamente fuera de la Misa, a que durante la Misa el pueblo rezaba el Rosario y hacía novenas. Para nosotros son cosas impensables. Si nos ponemos a pensar, la reforma litúrgica del Vaticano II también ha hecho bien para que aquellos que (cismáticos o no) hoy celebran la Misa Tridentina, la delebren purificada de todas las imperfecciones que la habían intoxicado.

      Eliminar

En ciertas horas del días se permitirán comentarios sin moderación. Los comentarios no cónsonos con el blog serán removidos. Igualmente los que falten a las normas del respeto personal.