domingo, 9 de abril de 2023

La teología acerca del sacrificio de Jesús (9/11)

Para Karl Rahner, la cruz expiatoria de Cristo a los fines de la salvación y de la conquista de la vida, es superflua, ya que la vida proviene de la muerte misma. No se necesita la vida, sino que basta la muerte para garantizar la vida. Según el esquema hegeliano, es lo negativo mismo, que, negándose a sí mismo, restablece lo positivo. La cristología de Rahner es una cristología que prescinde de la cruz de Cristo, porque la dialéctica hegeliana basta para obtener la superación de la muerte. [En la imagen: fragmento de "Lamentación sobre Cristo muerto", fresco de Giotto, del 1305-1306, en la Capilla de los Scrovegni, Padua, Italia].

El por qué de la expiación
   
----------Hablando en general, la noción de la expiación supone la sujeción a un castigo establecido por parte de la divinidad por una culpa cometida. La práctica expiatoria, que puede ser por ejemplo una práctica penitencial o la ofrenda del sacrificio cultual, tiene la función de extinguir la culpa y de obtener el perdón divino. En el cristianismo, gracias al sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, la misma muerte, asumida por el fiel con esta intención expiatoria, le procura el perdón divino y la salvación.
----------En la Escritura, en efecto, Dios es presentado como enojado con la humanidad pecadora y exigente de reparación por la ofensa sufrida, según el modelo de un señor que ha sido ofendido por el súbdito, el cual señor está dispuesto a reconciliarse con el súbdito, a condición de que éste repare al mal cometido.
----------Es claro que el pecado no puede privar a Dios de nada, para que Él pueda exigir que le sea restituido, y sin embargo, con excelente sentido pastoral y conocimiento de la psicología humana, la Biblia lo interpreta como expresión de la ira de ese Dios a quien hemos desobedecido, e incluso la Biblia interpreta todos los males que pueden aquejar eventualmente nuestra existencia, desde las enfermedades, a las desgracias, a nuestros conflictos y desequilibrios psicológicos interiores, a la hostilidad de nuestros enemigos hasta la hostilidad de la naturaleza y hasta la misma muerte, como la realización de aquellos castigos que Dios había amenazado a nuestros progenitores, si hubieran desobedecido el mandato divino.
----------Es claro que el concepto de ira divina es una simple metáfora, ya que Dios, purísimo Espíritu, no tiene pasiones y de parte suya, siendo bondad infinita, no tiene ninguna hostilidad hacia nosotros, ni ninguna voluntad de dañarnos o de hacernos sufrir. Sin embargo, es comprensible que la Biblia presente nuestra relación práctica con Dios como una relación interpersonal a semejanza entonces a cuanto sucede entre nosotros los hombres cuando surgen conflictos entre nosotros y uno ofende al otro.
----------Por tanto, la imagen del Dios airado es eficaz para comprender el motivo de los males involuntarios que nos afligen y para hacernos comprender que ellos no son tanto señal de que Él esté contra nosotros, sino de que somos nosotros los que estamos contra Él y somos nosotros los que tenemos necesidad de reparar por el mal que nos hemos hecho a nosotros mismos antes que a Él.
----------Dios, en efecto, quien nos ha creado, nos ama inmensamente y no tiene nada contra nosotros. Si Dios nos reprocha y nos castiga, lo hace por puro amor, a fin de que nos convirtamos y seamos como debemos ser. Si la Biblia dice que Dios manda desventuras, quiere decir (y lo explica bien) que ellas son los males que nosotros mismos nos hemos procurado con nuestros pecados y nuestras necedades.
----------Somos nosotros  los que nos hemos puesto contra Dios, nuestro Creador y Señor, y si lo sentimos contrario y airado, esto no debe suscitar en nosotros irritación o desesperación, sino que debemos entender que nos hace bien porque nos permite recordar que Él ha sido justo al castigarnos y que podemos arrepentirnos y reparar el mal hecho y volver a estar en paz con Él. Y si nos sentimos inocentes y a pesar de ello maltratados por Él, no es que Él sea injusto, sino que eso quiere decir que estamos llamados a unirnos a la cruz de Cristo, el Inocente por excelencia, para expiar con Él los pecados del mundo.
----------Ahora bien, lo que me interesa afirmar claramente aquí, es que Karl Rahner [1904-1984] sostiene que Dios no tiene necesidad de ser compensado de nada, que no pide ninguna expiación, ningún rescate o ninguna reparación, ninguna restitución o ningún resarcimiento, casi como si fuera un comerciante despojado de sus bienes, o un sujeto susceptible, deseoso de recibir satisfacción por la afrenta sufrida.
----------El mismo sufrimiento y la muerte no serían el castigo infligido por un señor airado, al cual se ha desobedecido, sino la condición "existencial" propia de la criatura contingente y corruptible. Nuestras penas no vienen de Dios, sino de la naturaleza, de nosotros mismos y de los otros. Del demonio no habla en absoluto. Para Rahner, Dios es sólo bondad y ternura. Es lógico que con este modo de interpretar los males de la vida, se elimine la explicación que da la Escritura, que se refiere al pecado original. Y de hecho Rahner, que es sostenedor del poligenismo, considera como una fábula el relato del pecado original.
----------Rahner, por tanto, no da ninguna importancia a las expresiones bíblicas que hablan de castigos divinos y de sacrificios expiatorios por los pecados: las considera signos de una religiosidad primitiva, superada, pagana y contractualista. Según él, la esencia siempre actual de la enseñanza bíblica está en el decirnos, como él se expresa, que Dios "perdona a todos inmotivadamente", sin pedir otra cosa que creer en este perdón.
----------Esta interpretación de la redención y de la justificación está aún más alejada del cristianismo y más vecina al hegelianismo que la de Lutero, y está en la línea del protestantismo liberal de Schleiermacher y de Bultmann. También para Hegel el concepto de expiación, propio de la religión, pertenece a una forma antropomórfica e inadecuada de concebir la reconciliación del hombre con Dios, la cual no sucede en el horizonte del sufrimiento físico, sino en el horizonte del pensamiento y gracias al "poder del intelecto", es decir del "concepto" y en modo dialéctico, como Hegel dice en Fenomenología del Espíritu.
----------Sin embargo, si a causa de un malentendimiento buenista de su misericordia, nos ponemos en mente que Él de cualquier modo perdona inmotivadamente y sigue siendo dulce y benévolo, no obstante nuestro apego obstinado al pecado, perdemos de vista dos cosas necesarias para la salvación: primero, no damos a nuestros pecados la importancia que merecen y que nos permite poder quitarlos y, segundo, ya no sabemos el porqué de los males que nos afligen, perdiendo por tanto ese impagable motivo de consuelo y confortación en el sufrimiento, que sólo la Palabra de la Sagrada Escritura, acogida en la fe, puede darnos.
----------Venimos así a ser iguales en la ignorancia a todos aquellos que no conocen el Evangelio y ya no somos capaces de ofrecer al mundo que se interroga angustiado por el por qué del sufrimiento y de las injusticias, esa respuesta iluminadora y decisiva que sólo el Evangelio puede dar para otorgar la paz aun en el peor de los sufrimientos. No somos ya la luz del mundo, sino que estamos sumergidos en sus mismas tinieblas.
----------Y si nos obstinamos en creer que en todo caso Dios hace misericordia a todos, con todo el continuar de las desgracias y de los males cotidianos, nos sentiremos estafados por los predicadores de una misericordia semejante, ya que la misericordia alivia la desgracia y no la envía, tendremos la impresión de un Dios que se burla de nosotros o terminaremos burlándonos de nosotros mismos. De modo que no hay salida de este impasse, si no es recuperar el sentido cristiano del sufrimiento, la distinción en Dios entre justicia y misericordia, el concepto de ira divina y de la expiación de los pecados.
----------Pero por otra parte, también hay que recordar siempre que el concepto de misericordia, que si de por sí entre nosotros los seres humanos implica sufrimiento para el misericordioso, sin embargo es un concepto metafórico si se aplica a Dios. Misericordia divina, explica santo Tomás de Aquino, quiere decir simplemente que Dios, no queriendo la miseria del mísero, se la quita; no quiere el pecado y lo quita. Pero las metáforas son muy útiles, como nos enseña el mismo lenguaje bíblico asumido posteriormente por el dogma católico, para expresar de manera adecuada a la comprensión sobre todo de los simples, cuál es la conducta de Dios hacia nosotros y cuál debe ser nuestra conducta hacia Él.
----------Asimismo, también el propio concepto del redimir (red-emptio) es una metáfora (el idioma hebreo tiene goél, que quiere decir "vengador"), donde bajo la imagen de la transacción económica o comercial o del secuestro de persona, se representa a nuesto Señor Jesucristo como si fuera un rico adquirente, que nos "compra de nuevo al precio de su sangre", después de habernos adquirido como su propiedad al crearnos al principio del mundo, y que nos restituye al legítimo propietario, el Padre, resarciéndolo con su sangre de la pérdida sufrida por el hecho de que nos habíamos vendido al demonio.
----------Estas metáforas deben ser mantenidas, de lo contrario ya no podemos comprender el significado y el valor de qué, por qué y cómo Cristo ha actuado y padecido por nosotros. Por eso el concepto de la satisfacción vicaria ("satisfecit pro nobis") ha entrado en el dogma de la Redención en el Concilio de Trento (Denz. 1529), además con resonancia ecuménica, porque incluso Lutero estaba de acuerdo en este punto, mientras que Rahner va a pescar en las aguas turbias del hegelianismo para sacar a la luz un concepto dialéctico de Redención, de tipo gnóstico y herético, como es el que sustenta en su Curso fondamental sobre la Fe.
   
La concepción rahneriana de la muerte
   
----------En su libro Sentido teológico de la muerte (editorial Herder, Barcelona 1969), Rahner define la muerte de modo claramente dialéctico como momento de la máxima pasividad y de la máxima actividad: en el momento en el cual parecemos derrotados, vencemos; en el momento en el cual todo está perdido, todo está ganado; en el momento de la máxima dependencia, he aquí el triunfo de la libertad; en el momento, como dice Hegel, de la "máxima devastación", todo es conquistado y recuperado.
----------El título mismo del libro es infelíz: casi parece que la muerte sea un atributo divino. Y de hecho, como veremos, es precisamente a esto lo que tiende la siniestra concepción rahneriana de la muerte, sobre la base del dialectismo hegeliano. El título podría haber sido: Sentido cristiano de la muerte.
----------Rahner dice: "Dado que la muerte es por naturaleza la consumación de la vida temporal de la persona humana, no se aviene con la idea de un acontecimiento que, aún siendo un hecho evidentemente pasivo, sólo pasivamente se acepte: con la idea de un hecho biológico al que el hombre se enfrenta impersonalmente, de un modo siempre inconsciente y extrínseco. En el acto mismo de la muerte ha de poder intervenir lo que hace al hombre precisamente hombre" [como podría ser el dar un valor expiatorio a la muerte].
----------"El hombre es espíritu y materia, persona y naturaleza; tiene libertad y al mismo tiempo un dinamismo vital independiente del libre albedrío. En la esencia misma del hombre hay una verdadera dialéctica, aneja a esta composición plural y antitética de realidades. Lo más lógico es esperar que esta complejidad se refleje en la muerte. La muerte es el término de todo el hombre, es decir, el todo humano llega en cierto modo al final de aquella temporalidad que es característica de la vida humana y termina justamente en la muerte. Este término ha de afectar al todo humano, al cuerpo y al alma del hombre. Al alma, naturalmente, no en el sentido de que deje de existir, sino en el sentido antes mencionado de que en la muerte, ella" [= la totalidad del hombre] "alcanza el cumplimiento de su personal autoconsumación y esto no solo por lo que tiene la muerte de acontecimiento pasivo procedente de la vida biológica, sino por la acción libre del alma".
----------"La muerte debe ser, por tanto, estas dos cosas:" [primera] "el término del hombre, como persona espiritual que decide libremente de su propia suerte, ha de ser consumación activa desde dentro, situarse activamente en su perfección o imperfección, dar el postrer testimonio, que resulta y como resume en general toda su propia vida y", [segunda] "total posesión de sí mismo por parte de la persona, que importa la realización definitiva del sentido de sí mismo y la libre decisión de la realidad personal" (op.cit., pp.33-34).
----------Es evidente cómo aquí Rahner carga al significado de la muerte con un valor superior, completivo y perfectivo, que absolutamente de por sí no le pertenece, siendo de por sí la muerte nada más que la consecuencia del disociarse del alma respecto del cuerpo, que el alma cesa de animar. Por lo cual, mientras el alma sobrevive, el cuerpo se disuelve en el material que lo componía.
----------Y, en cambio, Rahner presenta subrepticiamente como filosófico ese significado completivo de la muerte, que en cambio deriva de hecho del cristianismo y sólo del cristianismo, un sentido de fe que no se puede derivar en absoluto de un simple análisis filosófico del morir como tal.
----------Sólo que aquí Rahner no pretende hablar del significado "cristiano" (específicamente cristiano) de la muerte, sino simplemente de la muerte. Es evidente entonces cómo él, con ese método gnóstico que ya está presente en Hegel y en Heidegger, sustrae a la divina revelación cristiana el significado de la muerte y la convierte en una categoría simplemente de lo humano.
----------Todo aquello que Rahner dice arriba ciertamente tiene una resonancia cristiana, ya que la misma liturgia nos dice que "Cristo al morir ha vencido a la muerte"; y sin embargo, si observamos con atención, nos daremos cuenta de que aquí Rahner no está hablando de la muerte de Cristo y de nuestra muerte en Él, sino que está hablando de la muerte como tal, la cual todavía no es por eso mismo la muerte cristiana.
----------En efecto, el morir cristiano no es el simple morir ut sic. También el pecador impenitente muere, pero su morir es muy diferente del morir del justo y las consecuencias son muy diferentes. Por tanto, en el morir cristiano, en la muerte de Cristo, hay algo más que no está contenido en el simple morir físico, sino que es algo que nos es revelado en la fe, y es el valor expiatorio del morir, es decir, el morir en descuento de nuestros pecados, fundándonos en la muerte de Cristo, muerto para la remisión de los pecados.
----------Esta es la muerte que da la vida, pero para el cristiano no la da en cuanto muerte. La muerte produce sólo la muerte, pero, en cuanto es la muerte de aquel hombre, Jesús, el cual puede expiar eficazmente, porque es también Dios, el cual sólo en cuanto tal puede dar eficacia salvífica a la expiación; por tanto, un hombre, Cristo, el cual, en cuanto Dios y siempre en cuanto Dios, puede hacer resucitar al hombre de la muerte y hacerlo partícipe de esa vida eterna que Dios posee por esencia.
----------Ahora bien, esta intención expiatoria de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, es precisamente la que niega Rahner, sosteniendo que para tener la vida eterna basta con morir y querer morir, porque la muerte, cualquier muerte de hombre, ya de por sí obtiene la vida. Es lo que Hegel, en Fenomenología del Espíritu, llama el "poder inmenso de lo negativo" o el hecho de que "lo accidental venza a lo sustancial".
----------Entonces se sigue que Rahner, al explicar la cruz de Cristo, evacua la cruz de Cristo; precisamente él, que en tantas ocasiones exalta el misterio también hasta el exceso, aquí, donde debería mostrar que lo respeta, lo sustituye con una mentalidad puramente dialéctica inspirada en Hegel con la mediación de Heidegger.
----------Entonces, para Rahner, la cruz expiatoria de Cristo a los fines de la salvación y de la conquista de la vida, es superflua, ya que la vida proviene de la muerte misma. No se necesita la vida, sino que basta la muerte para garantizar la vida. Según el esquema hegeliano, es lo negativo mismo, que, negándose a sí mismo, restablece lo positivo. La cristología de Rahner es una cristología que prescinde de la cruz de Cristo, porque la dialéctica hegeliana basta para obtener la superación de la muerte.
----------Por consiguiente, de esta manera, Rahner rechaza el dato divinamente revelado de la expiación considerándolo un mito primitivo y superado, para acabar explicando el dogma de la redención no en base a la muerte de Cristo, sino simplemente en base a la muerte como tal, que Rahner entiende además a la manera hegeliana, como principio de la vida, por lo tanto en modo absurdo y erróneo.
----------Rahner, de tal manera, no entiende que para comprender el significado de la muerte de Cristo no basta una pura y simple reflexión filosófica sobre el significado de la muerte, sobre todo si a ese significado se lo malinterpreta en sentido hegeliano, sino que es necesario comprender el sentido que Cristo mismo ha dado a su muerte en la interpretación del dogma eclesial, en particular del tridentino.
----------Sucede así que toda el misterioso y sublime acontecimiento de justicia y de misericordia de nuestra redención, privado de su aspecto propio, como resulta de las palabras y de la pasión de Cristo, así como de la explicitación proveniente del Concilio de Trento, se resuelve en un mecanismo dialéctico y, además, de la peor especie, ya que si todavía fuera la dialéctica anselmiana, que salvaguarda nuestro acto de fe, mientras en cambio la dialéctica hegeliana priva a Dios de la libertad de la voluntad y reduce la acción divina a la conclusión de un silogismo, del cual luego Hegel quisiera mostrarnos la necesidad.
----------Por cierto, Rahner tiene una linda charla sobre la libertad divina y sobre nuestra libertad frente a la muerte, pero en el momento en el cual para él la vida es puesta por la muerte como tal, está claro que para él no es necesario poner la muerte en relación con ninguna voluntad humana o divina que sea, sino que basta la muerte misma, como "definitividad de la libertad", nueva diosa de la teología rahneriana, como el Odín de la mitología germánica, para asegurar la vida. Una vida además que no es sin muerte, porque vida y muerte se reclaman, como es exigido por la dialéctica hegeliana: la vida en la muerte y la muerte en la vida. La muerte no está excluida de lo divino, sino que es un ingrediente de la misma divinidad. Se admite, sí, el poder divino sobre la muerte, pero al mismo tiempo se da a la muerte un poder divino. Está implícito aquí un doble principio metafísico equivocado, según el cual 1) no es el bien que quita el mal, sino que es el mal el que se quita a sí mismo deviniendo bien, y 2) que el mal es necesario al bien para ser bien.
----------Ahora bien, sobre el importantísimo tema del valor expiatorio de la muerte de nuestro Señor Jesucristo y, en consecuencia, sobre el tema del valor expiatorio del sacrificio de la Misa y, en general, del sufrimiento, Rahner tiene una posición que contrasta con la enseñanza de la fe católica, planteando la idea de que el atribuir a la muerte de Cristo un valor expiatorio respondería a una vieja concepción de su sacrificio, concepción que ya no es actual, y propone como alternativa ideas morbosas completamente inaceptables, que él toma de Heidegger, influido a su vez por Hegel, el cual a mi modo de ver formaliza filosóficamente la concepción de la muerte que encontramos en la antigua mitología pagana alemana.
----------La vía rahneriana para explicar la Redención, de hecho, parece tener un referente o presupuesto pagano en la antigua mitología germánica de la divinización y exaltación de la muerte, no entendida como irremediable destrucción, sino, diríamos hoy con Hegel, en modo "dialéctico", es decir, como muerte que produce la vida, lo que implica a la inversa, sin embargo, una vida que tiende hacia la muerte y aspira a la muerte. Un "ser-para-la-muerte", vendría de hecho a decirse con Heidegger.
----------La misma vida divina es aquí concebida no como paz, perfección, belleza y armonía, característica de la divinidad greco-romana, sino como desproporción, choque, conflicto, tormento y angustia. ¿Será que acaso la cusaniana coincidentia oppositorum sugiere la idea de un Dios pacífico y sereno? Recordamos la inquietud religiosa luterana. Böhme, místico luterano del siglo XVII, hablará de lo divino como "tormento".
----------Recordemos también el Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) del romanticismo alemán. La necesidad de armonía de Hölderlin y de Goethe no encuentra paz en el mundo griego. Nietzsche irá a pescar en la religión griega, no al solar, límpido y completo Apolo, sino al subterráneo, oscuro, sensual, turbio Dioniso, probable infiltración oriental en la religión romana, justamente mal visto por las autoridades como suscitador de transgresión, de exceso, de violencia y de desorden.

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